CONVERSIÓN DE LOS GENTILES:
HECHOS 10:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Este
capítulo es uno de los más importantes en Hechos, porque registra cómo se abre
la puerta de la fe a los gentiles. Pedro había usado «las llaves del reino» para abrir la
puerta de la fe a los judíos (Hch. 2) y a los samaritanos (8:14ss), y ahora completaría
su ministerio especial al abrir la puerta a los gentiles (véase 15:6–11).
También debe leerse 11:1–18 para ver el cuadro que Pedro tenía de este
acontecimiento tan significativo.
Notamos: en
Hechos 8 que cuando Dios quiere realizar una obra, llama
a un hombre de Dios, le da poder con su Espíritu y lo capacita para que
predique su Palabra. En este capítulo se ve en operación este mismo programa.
I.
Preparación Por El Espíritu De Dios
(Hechos 10:1–22):
A. El Espíritu Prepara
a Cornelio (vv. 1–8).
Cesarea era una ciudad romana, la
capital romana de Palestina. Cornelio era un hombre temeroso de Dios
que no conocía la verdad del evangelio. Era devoto, honesto, generoso y
sincero; pero no era salvo. ¡Es posible ser muy religioso y todavía estar perdido!
Si no fuera porque Dios en su gracia le habló a Cornelio, este nunca se
hubiera convertido en creyente.
Aquí
vemos un cumplimiento de la promesa de Cristo registrada en Juan 7:17: «El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá» la verdad. Un ángel le habló y le dijo que
enviara a buscar a Pedro. ¿Por qué el ángel no le dio el mensaje a Cornelio? Porque
Dios no les ha dado a los ángeles el ministerio de hablar del evangelio a los
pecadores. ¡Qué
privilegio tenemos al contarles el evangelio a las almas perdidas!
Es un privilegio que los ángeles no pueden tener.
Pedro
estaba a cincuenta kilómetros de Jope, pero Cornelio, con obediencia militar,
llamó a dos de sus criados y un guardia, y los envió en esta importante misión.
El Espíritu estaba guiando esta actividad (vv.
19–20).
B. El Espíritu Prepara
a Pedro (vv. 9–22).
Dondequiera
que Dios obra, lo hace «en ambos extremos de la línea». Él nos prepara
para lo que Él nos está preparando. Pedro vio todo tipo de animal, tanto limpio
como inmundo (ceremonialmente hablando, comp. Lv. 11) y se le ordenó que matara
y comiera. Su «Señor,
no» nos recuerda Mateo 16:22, donde le dijo a Cristo que no fuera a
la cruz. Cualquiera que le dice «Señor», no puede decirle «no». Si Él es realmente el Señor,
debemos obedecerle.
Mientras
Pedro meditaba en esta visión, la cual ocurrió tres veces, el Espíritu le habló
directamente y le dijo: «Levántate, y ve», Pedro no fue a los gentiles
porque entendió la visión, sino porque el Espíritu mismo se lo dijo (véase 11:11–16).
Más adelante comprendería el significado de la visión, de que Dios había, por
medio de la cruz, derribado toda división entre judíos y gentiles.
II.
Obediencia Del Hombre De Dios (Hechos
10:23–33):
Tenga
presente que hasta este momento los apóstoles no les han predicado a los
gentiles. Incluso, los samaritanos (cap. 8) eran «mestizos» de judíos, que
reverenciaban la Ley Mosaica. Pedro no fue a los gentiles en obediencia a la
Gran Comisión (aunque
lo estaba), sino porque el Espíritu distintivamente le había
ordenado que fuera.
Es más, cuando llegó a la
casa de Cornelio, preguntó: «¿Por qué causa me habéis hecho venir?» (v. 29). Y cuando
predicó, Dios tuvo que interrumpirle para lograr su propósito (v. 44; 11:15–16).
Como los
otros apóstoles, Pedro todavía se aferraba a su perspectiva judía y sabía que
los gentiles no podían ser alcanzados mientras que los judíos no hubieran
aceptado a su Mesías y Él hubiera establecido su reino. Pero ahora Pedro iba a
aprender que Dios estaba introduciendo un nuevo programa: la
Iglesia.
· Por favor, no dé por
sentado que Pedro comprendía todo acerca de este nuevo programa;
· por cierto que Pablo
posteriormente tuvo que reprenderlo por su inconsistencia (véase Gál. 2).
· Durante este período de transición (Hch. 8–12) vemos a Pedro desaparecer de la
escena y con él el mensaje del reino para Israel.
III.
La Predicación De La Palabra de Dios (Hechos
10:34–48):
Un
predicador y una congregación preparados forman un equipo maravilloso. Léase
Hebreos 11:6 en conexión con el versículo 35 de este capítulo. Pedro no dice
que todos los que «hacen bien» serán salvos.
Empezó
con el mensaje de Cristo a Israel, que dio inicio con el ministerio de Juan el
Bautista. Indicó que Cornelio y sus amigos sabían ya el mensaje respecto a los
milagros de Cristo, su muerte y su resurrección, y que esos acontecimientos se
relacionaban en especial a Israel.
En el versículo 42 dijo:
· «Y nos mandó
[a los testigos judíos] que predicásemos al pueblo»
(es decir, a los judíos), que fue lo que los
apóstoles hicieron hasta ese momento.
Lo que
Pedro había dicho era simplemente que Cristo vino a salvar a la nación de
Israel, pero que ahora caía en cuenta de que para Dios no hay diferencia entre
judíos y gentiles. En el versículo 43 señaló
la verdad clave cuando dijo «que todos los que en Él creyeren, recibirán perdón de pecados».
En este
punto el Espíritu interrumpió a Pedro y realizó un milagro en los corazones de
estos gentiles. ¡Creyeron en la Palabra! Y cuando creyeron, el Espíritu se
derramó sobre ellos y eso lo muestra que hablaron en lenguas. (Véase Gál. 3:2).
Los judíos que estaban con Pedro se
quedaron asombrados de que Dios hubiera salvado a los gentiles sin primero hacerles
prosélitos judíos:
Ø Guiado por el Espíritu,
Pedro ordenó que fueran bautizados;
y
Ø Pedro y sus amigos se
quedaron y comieron con estos nuevos creyentes
(11:3).
Repase
una vez más en Hechos la relación entre el Espíritu y el bautismo. En Hechos 2
los judíos creyeron y tuvieron que bautizarse para recibir el Espíritu. En
Hechos 8 los samaritanos creyeron y fueron bautizados, pero recibieron el
Espíritu por la imposición de manos de los apóstoles.
Pero
aquí en Hechos 10 estamos en el verdadero «terreno de la iglesia», porque estos gentiles
oyeron la Palabra, creyeron, recibieron el Espíritu y después fueron
bautizados. Los acontecimientos de Hechos 2:38 y 8:14–17 no son el modelo para
la iglesia de hoy.
Se debe leer Efesios 1:13, 14 con todo
cuidado.
La venida del Espíritu fue realmente un bautismo, según lo explicó Pedro en
Hechos 11:15,16. En Hechos se usa la
palabra «bautismo» nada más que dos veces en
relación al Espíritu:
Ø en Hechos 2, cuando
el Espíritu vino sobre los creyentes judíos y en Hechos 10 cuando vino sobre los creyentes gentiles.
Esto
cumple lo que Pablo describe en 1 Corintios 12:13: «Porque
por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos».
Este «un cuerpo»
es la Iglesia (Ef. 2:11–22). Es más, en Hechos 11:15 Pedro afirmó que el
bautismo en la casa de Cornelio fue idéntico al de Pentecostés.
Hoy,
cuando los pecadores aceptan a Cristo, el Espíritu viene a sus cuerpos y son
bautizados en el cuerpo de Cristo.
Como
veremos en Hechos 11 y 15 la conversión de los gentiles creó un gran problema a
los creyentes judíos, no porque fueran culpables de prejuicios, sino porque no
comprendieron «el
misterio» de la Iglesia (Ef. 3):
· Pensaban que los gentiles
podían salvarse sólo mediante el ascenso de Israel como reino;
· pero Dios reveló por medio
de Pablo que los gentiles se salvaron por la caída de Israel (Rom. 11:11–25).
El
mensaje del reino que los profetas dieron (Hch. 3:18–26) fue reemplazado por el
mensaje de la gracia de Dios revelado en su plenitud por medio de Pablo (13:38–43).
Israel
fue echado a un lado y no será prominente en el programa de Dios en la tierra
sino hasta después del Arrebatamiento de la Iglesia. (Léase con cuidado 15:13–18).
Mezclar la verdad del reino y la verdad de la Iglesia es confundir la Palabra
de Dios y obstaculizar la obra de Dios.
La comisión de la Iglesia para hoy se
halla en Mateo 28:19–20:
Ø Debemos hacer discípulos, lo
que exige evangelización;
Ø debemos bautizar, lo que
implica compañerismo en una asamblea local;
y
Ø debemos enseñar la
Palabra, la cual usa el Espíritu para convencer al perdido.
Ocupémonos
en sembrar la semilla de la Palabra, regandola con nuestras oraciones y
lágrimas (Salmo 126:5, 6; Hch. 20:19) y esperando pacientemente la cosecha.
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Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia:
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