LA APELACIÓN DE PEDRO:
HECHOS 11:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Es este
capítulo aprendemos la relación entre los creyentes de Jerusalén (una iglesia judía) y los nuevos
discípulos gentiles. Tenga presente que el problema de la iglesia de Jerusalén
no es el prejuicio, sino más bien una mala comprensión de los propósitos de
Dios.
Entender el programa de
Dios del AT., era el de un reino terrenal que sería bendición para los gentiles
a través del reinado del Mesías de Israel:
· Pero la nación rechazó a
Cristo y su reino;
· ¿quería decir esto que los gentiles no podían
salvarse?
· ¿Deben
primero convertirse en prosélitos judíos?
La
experiencia de Pedro en Cesarea (cap. 10) y la revelación del «misterio de la
iglesia» de Pablo (Ef. 3) ayudó a contestar estas preguntas.
Ambas
experiencias demostraron que tanto judíos como gentiles
estaban condenados ante Dios y podían salvarse únicamente mediante la fe en
Jesucristo.
I.
La Iglesia De Jerusalén Acepta a Los Gentiles
(Hechos 11:1–18):
Los
fieles judíos discutían con Pedro debido a que había tenido compañerismo y
hasta comido con gentiles. Mientras el plan del reino de Dios se esté aun
ofreciendo a los judíos, las acciones de Pedro estaban mal. El mensaje de Dios
era «al judío
primeramente» (Hch. 1–7).
Cristo
había ordenado a los discípulos que empezaran en Jerusalén (Lc. 24:47; Hch. 1:8)
y cuando Jerusalén creyera, la nación recibiría al Mesías y el reino sería
establecido (Hch. 3:25–26). Pedro no fue a la casa de Cornelio porque
entendiera el nuevo programa de Dios, sino porque el Espíritu Santo se lo
ordenó personalmente (11:12).
Estos
creyentes judíos que criticaron a Pedro lo hicieron no porque odiaran a los
gentiles, sino porque querían ser fieles a la voluntad revelada de Dios.
Cuando
Pedro les contó cómo el Espíritu le había guiado y sellado su ministerio al
venir sobre los creyentes gentiles, los cristianos judíos se regocijaron y
glorificaron a Dios.
Nótese: que Pedro demostró que lo que
hizo fue la voluntad de Dios señalando:
(1) su
experiencia personal (vv. 5–11),
(2) la dirección del Espíritu (v. 12), y
(3) la
Palabra de Dios (v. 16).
Estos
tres elementos esenciales son siempre necesarios para hacer la voluntad de
Dios; el testimonio personal, la dirección del Espíritu en nuestros corazones y
la clara enseñanza de la Palabra de Dios.
II.
La Iglesia De Jerusalén Ánima a Los Gentiles
(Hechos 11:19–26):
Ahora el
evangelio va a un nuevo territorio gentil, Antioquía, una ciudad clave de
Siria. (No confunda a esta ciudad con
Antioquía de Pisidia, que se menciona en Hechos 13:14. Busque estas dos ciudades
en los mapas de su Biblia). La persecución que se describe en 8:1ss había esparcido cristianos hasta
puntos tan distantes como Antioquía, aproximadamente a quinientos kilómetros al
norte de Jerusalén.
Fieles a
su comisión, habían predicado sólo a los judíos (esto fue antes de los acontecimientos del
capítulo 10, por supuesto); pero algunos discípulos empezaron a
predicarles a los gentiles. La palabra «griegos»
en 11:20 no es la misma que en 6:1, donde significa «judíos helenistas».
En
realidad, aquí la palabra quiere decir «griegos»,
o sea, gentiles. Muchos gentiles llegaron a conocer a Cristo como su
Salvador y la iglesia de Jerusalén envió a Bernabé a investigar la situación.
Pero su
misión no fue parecida a la de Pedro y Juan en 8:14–17, porque estos creyentes ya
habían recibido el Espíritu y experimentado la gracia de Dios.
En el
versículo 23 vemos por primera vez la palabra «gracia» usada en Hechos con
referencia a la salvación. (Hch. 4:33 se refiere a la gracia de Dios ayudando a los creyentes).
La gracia llegaría a convertirse en el gran mensaje de Pablo en los años
subsiguientes.
Nótese:
Ø que
estos gentiles fueron salvos por gracia (v. 23),
Ø por fe (v. 21).
Esto es
lo que enseña Efesios 2:8, 9.
Bernabé
se regocijó al hallar a esta asamblea de gentiles y les exhortó a que
continuaran en su fe. Entonces hizo algo
extraño: dejó la iglesia y se fue a buscar a Pablo.
¿Por qué lo hizo? Porque Bernabé, lleno
del Espíritu, sabía que Dios le había dado a Pablo una comisión de predicar el
evangelio a los gentiles (Hch. 9:15, 27).
La
importancia de Pedro iba disminuyendo, como el programa del reino de Dios, y Bernabé
sabía que Pablo debía ser el próximo líder, predicando el mensaje de la gracia
de Dios.
Por un
año entero Pablo y Bernabé enseñaron a los gentiles la Palabra de Dios. De esta
iglesia salieron hacia su primer viaje misionero. La iglesia de Antioquía cobró
mayor importancia que la de Jerusalén cuando Pablo reemplazó a Pedro como el
apóstol especial de Dios que trajo la revelación del misterio de la Iglesia.
III. La Iglesia De Jerusalén Recibe Ayuda De Los Gentiles
(Hech.11:27–30):
Estos «profetas»
(v. 27) eran cristianos que ministraban en las iglesias locales y revelaban
la Palabra de Dios. El que haya venido de Jerusalén a Antioquía indica que
había un íntimo compañerismo entre estas dos iglesias. «Todo el mundo» en el versículo 28 puede que signifique todo
el mundo romano o toda la tierra (Judea).
De inmediato, los creyentes gentiles enviaron ayuda material a los creyentes de
Judea como expresión de amor cristiano.
Esta
hambruna es importante, porque si leemos Hechos 2:44, 45 y 4:31–35, vemos que se estaba produciendo un cambio
vital en la iglesia de Jerusalén. En 2–7
la iglesia de Jerusalén no tenía ninguna necesidad; en 11:27–30 leemos que las mismas personas estaban en necesidad de
ayuda externa.
¿Qué había ocurrido? El «programa del reino»
con sus bendiciones especiales había concluido. Mientras el reino se le
ofrecía a los judíos, el Espíritu confería bendiciones especiales a los
creyentes y no había entre ellos ningún necesitado (4:34).
Pero cuando
el reino fue finalmente rechazado con el apedreamiento de Esteban, se
suspendieron estas inusuales bendiciones, dejando a los creyentes judíos en
necesidad.
Varias
veces en la Palabra leemos de una ayuda especial enviada a «los santos pobres en Jerusalén» (Rom.
15:26; 1 Cor. 16:1ss; 2 Cor. 8–9).
El
modelo de dar que se registra en Hechos
2:44, 45 y 4:31–35 no se aplica a la iglesia local hoy, aun cuando el
espíritu manifestado es sin dudas algo que debe desearse.
Nótese: que los
creyentes de Antioquía no tenían «todas las cosas en común», sino que dieron contribuciones personales de acuerdo a
sus posibilidades (11:29; véase 2 Cor. 9:7).
Pablo
nos instruye a proveer para los nuestros (1 Tim. 5:8), advirtiendo que si no lo
hacemos, somos peores que los incrédulos. El modelo de Dios para dar es que
cada creyente dé los diezmos y las ofrendas al Señor, empezando en la iglesia
local.
Bernabé
y Saulo (Pablo) fueron escogidos para llevar a Jerusalén la ofrenda.
Posteriormente, regresaron a Antioquía trayendo consigo a Juan Marcos (12:25).
En el
capítulo 12 veremos el cierre del ministerio especial de Pedro y el capítulo 13
introduce el ministerio del apóstol Pablo.
Estos capítulos concluyen el período de
transición cuando:
· el mensaje del reino fue reemplazado por
el evangelio de la gracia de Dios.
· Jerusalén fue reemplazada por Antioquía
de Siria como
el centro del ministerio, y
· Pedro fue
reemplazado por Pablo como líder de la obra de
Dios.
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