LA PROFANACIÓN DEL MINISTERIO
SACERDOTAL NADAB Y ABIÚ:
LEVÍTICO 10:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
En
el capítulo anterior Moisés y Aarón levantaron el tabernáculo y lo dedicaron a
Jehová, el fuego de Dios cayó sobre el altar y la gloria de Dios llenó el
santuario. Fue una experiencia especial y santa para los sacerdotes y para la
nación de Israel.
Sin
embargo, dos hijos de Aarón, Nadab[1] y Abiú[2] (Éx. 6:23; 28:1), con
presunción pecaron contra Dios y Él los juzgó. El fuego de Dios que consumió el
sacrificio en el altar (9:24) produjo también la muerte súbita de ellos. «Nuestro Dios es
fuego consumidor» (Heb. 12:29).
El
tema central del capítulo se menciona en el versículo 3: «En los que a mí se acercan me santificaré, y
en presencia de todo el pueblo seré glorificado». La frase «los que a mí se
acercan» se refiere a los sacerdotes que tenían el privilegio de
ministrar en el tabernáculo donde Dios moraba en el Lugar Santísimo. Véanse
Ezequiel 42:13 y Éxodo 19:22.
El
privilegio siempre trae responsabilidad, pero Nadab y Abiú demostraron ser
irresponsables. Es un privilegio ser un siervo del Señor. Dios amonesta a sus
siervos a honrarle y glorificarle en tres aspectos especiales de la vida.
I.
Honrar A Dios (10):
A. En Su Servicio (vv. 1–5).
Nadab
y Abiú estuvieron en el monte santo con Moisés y su padre Aarón (Éx. 24:1–2,
10), de modo que eran privilegiados. Oyeron las palabras de la ley y sabían lo
que Dios requería de sus sacerdotes, de modo que no fue un pecado por
ignorancia. ¿Cuál
fue su pecado?
El
texto dice que ofrecieron al Señor «fuego extraño». La palabra «extraño[3]» significa «no autorizado por
la Palabra de Dios» (véase Éx. 30:9). Eran entusiastas, pero lo que
hicieron no estaba de acuerdo a las Escrituras. Se ha sugerido que no usaron el
fuego del altar (9:24), de modo que
Dios no podía aceptar su adoración. Pero hay mucho
más.
Una
vez al año, en el Día de la Expiación, el sumo sacerdote tenía el privilegio de
entrar en el Lugar Santísimo con el incienso (Lv. 16:12). El resto del año el incienso se quemaba mañana y tarde
en el altar de oro que estaba delante del velo (Éx. 30:1–10, 34–38):
Ø Los dos hijos de Aarón se
inventaron una nueva ceremonia para adorar a Jehová, y Él no la aceptaría.
Ø No eran sumos sacerdotes,
no era el Día de la Expiación y no quemaron el incienso en el altar de oro.
¿Por qué pecaron? Tal vez se
dejaron llevar por el entusiasmo de la hora al ver la gloria de Dios que
llenaba el santuario y el fuego de Dios que descendía del cielo.
Lo
que hicieron fue un ejemplo de «culto voluntario» (Col. 2:23) y es una
advertencia para todos los que dirigen al pueblo de Dios en el culto de
adoración. El entusiasmo carnal no sustituye la plenitud del Espíritu y uno de
los frutos del Espíritu es el dominio propio (Gál. 5:23). Debemos adorar a Dios
«en espíritu
y en verdad» (Jn. 4:24).
El
Espíritu de Dios nunca conducirá a los creyentes a hacer algo contrario a su
Palabra, ni le importará cuán «felices» o entusiastas se sientan.
El
juicio empieza por la casa del Señor (1 P. 4:17; véase también Ez. 9:6). Este
era el principio de un nuevo período en la historia de Israel y Dios usó este
juicio como una advertencia para su pueblo.
Usted
hallará juicios similares cuando Israel entró en la tierra prometida (Jos. 7),
cuando David quiso traer el arca a Jerusalén (2 Sam. 6) y durante los primeros
días de la Iglesia (Hch. 5).
Siempre
que personas pecadoras se toman para sí la gloria que pertenece sólo a Dios, el
juicio vendrá de una forma u otra. Dios no dará su gloria a otro (Is. 42:8;
48:11; 52:11).
B. En Su Lamento (vv. 6–7).
Moisés
le advirtió a Aarón y a sus dos hijos restantes que no lamentaran la muerte de
Nadab y Abiú de la manera en que el pueblo común hacía duelo (véanse 21:1–12 y
Ez. 24:16–17). Tenían que permanecer en los recintos del tabernáculo durante el
tiempo de la dedicación (8:33).
Si
desobedecían, la ira vendría sobre todo el pueblo y no sólo sobre los
sacerdotes. Al quedarse en sus lugares y servir al pueblo, honraban a Dios y
mostraban al pueblo la importancia de obedecer su Palabra, cueste lo que
cueste.
Por
supuesto, tal mandamiento no se aplica a los del pueblo de Dios hoy, quienes
también son sus sacerdotes (1 P. 2:5, 9). Lamentamos la muerte de seres
queridos, pero no debemos lamentarnos «como los que no tienen esperanza» (1 Ts. 4:13–18).
Al lamentarnos de una manera santa, testificamos al mundo perdido de que
tenemos esperanza en Jesucristo y no estamos en desesperación.
C. En Su Comida y Bebida (vv. 8–20).
Estas
admoniciones se relacionan con los deberes diarios de los sacerdotes, pero
tienen aplicaciones prácticas para los creyentes de hoy:
(1) Bebidas
alcohólicas (vv. 8–11). Este es el único lugar en Levítico donde Dios le habla
directamente a Aarón, de modo que debe ser un mandamiento importante. A los
judíos no se les prohibió beber vino o alcohol, pero se les advirtió en contra
de la embriaguez y los pecados que a menudo la acompañan (Prov. 20:1; 23:20, 29–31; Is. 5:11;
Hab. 2:15). Los que servían al Señor debían
ser ejemplo y llenos del Espíritu y no de vino (Ef. 5:18). Por su
enseñanza y ejemplo debían «establecer una
diferencia» entre lo santo y lo no santo (véanse Ez. 22:26; 42:20; 44:23; 48:14–15).
El NT., sigue este mismo enfoque (Rom. 14:14–23).
(2) Los sacrificios (vv.
12–20). A
los sacerdotes se les daba cierta porción de algunos de los sacrificios y
debían comer su alimento en el tabernáculo. Era santo y no debía tratarse como
comida común. Durante la ceremonia de dedicación que aparece en el capítulo
9
ofrecieron la ofrenda vegetal, la ofrenda por el pecado, el holocausto y la
ofrenda de paz; y los sacerdotes debían de comer su porción como parte del
culto. Fue otro recordatorio para ellos y para el pueblo de que los sacrificios
eran santos para el Señor. Véanse más detalles en Levítico 6:14–30 y 7:11–38.
Había dos clases
de ofrendas por el pecado:
· una cuya sangre se rociaba en
el Lugar
Santo, y
· otra cuya sangre se rociaba en
el altar
del holocausto.
En
aquel día la ofrenda por el pecado era del segundo tipo (9:9; 10:18), de modo
que Aarón y los sacerdotes debían haberla comido; pero no lo hicieron.
Ya
era lo suficiente malo que Nadab y Abiú hicieran lo que se suponía que no
debían hacer y trajeran juicio, pero ahora los sacerdotes no hacían lo que se
suponía que debían hacer, ¡y estaban invitando más juicio!
Moisés
reprendió a los dos hijos de Aarón, pero Aarón salió en su defensa. A la
familia no se le permitió lamentar la súbita muerte de los dos hijos y ayunaron
en su lugar al no comer la carne de la ofrenda por el pecado.
Si
hubieran comido del sacrificio, hubiera sido una rutina mecánica y no una
comida santa; porque sus corazones no hubieran estado en ello. ¿Querría Dios tal
clase de servicio? Él quiere obediencia, no sacrificio (1 Sam. 15:22),
y corazones que estén bien con Él.
Este
capítulo es una severa advertencia contra la adoración y servicio que va más
allá de los límites fijados por la Palabra de Dios:
Ø Es también una advertencia
contra el entusiasmo carnal que imita la obra del Espíritu.
Ø La adoración falsificada
entristece al Espíritu de Dios que quiere guiarnos a experiencias de adoración
basadas en las Escrituras y que glorifiquen a Dios.
Nuestra
adoración debe demostrar las alabanzas a Dios (1 P. 2:9) y ser aceptables a Él
(1 P. 2:5). La adoración que exalta a las personas y falla al glorificar a
Dios, no es aceptable ante Él. «Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo
para la gloria de Dios» (1 Cor. 10:31).
___________
Notas:
[1] H5070 נָדָב = Nadáb: de H5068;
liberal; Nadab, nombre de cuatro israelitas:-
Nadab.
[2]
H30 אֲבִיהוּא = Abijú: de H1
y H1931; padre (i.e. adorador) de Él (Dios); Abijú, un hijo de Aarón:- Abiú. (Strong).
[3]
H2114 זוּר = zur: raíz
primaria; volverse a un lado (específicamente
para alojarse); de aquí, ser extranjero, extraño, profano; específicamente (participio activo) cometer adulterio:- ajeno, apartar, aventadores, de fuera, extranjero, (cosa,
mujer) extraña, -o, haber quitado, lejano, volverse atrás. (Strong).
Clase Para
Domingo.
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