LA CONDUCTA DEL MINISTERIOS:
2 CORINTIOS 7:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
En 1:12, 13 Pablo
empezó a contarles a los corintios de su experiencia con Tito en Macedonia y en
este capítulo concluye su relato. Así como encontramos con frecuencia la
palabra «consolación»
en los capítulos 1–2, reaparece aquí (vv. 4–7, 13). La apelación en este
capítulo es para que los corintios se reconcilien con Pablo.
Habían
sido criticones y desobedientes, pero ahora era tiempo de que le recibieran y tuvieran
de nuevo compañerismo con él, particularmente a la luz de su visita que se
aproximaba. En la primera parte de su carta Pablo les refirió las aflicciones
que atravesó cuando salió de Éfeso, esperó a Tito y se preocupó por la
situación en Corinto. Ahora explica cómo Dios lo consoló y le dio gozo. Se
mencionan tres consuelos.
I. El Consuelo Por La Llegada De Tito (2
Corintios 7:1–6):
«Admitidos» literalmente significa: «Hagan lugar para
nosotros en sus corazones» (nótese 6:11, 12). Pablo de nuevo les
recuerda de su vida limpia y ministerio honesto; se apresura a asegurarles que
al escribirles de esta manera no es para condenarlos. ¿Cómo podría condenar a quienes llevaba en el
corazón y eran parte vital de su vida?
Es
reconfortante para nosotros hoy ver que Pablo conocía lo que era la aflicción y
la desilusión (v. 5). ¿Dónde estaba Tito? ¿Cuál era
la situación en Corinto? ¿Duraría la iglesia de
Éfeso? Todas estas preguntas y muchas más atiborraban la mente de
Pablo mientras viajaba a Macedonia.
Pero
la llegada de Tito fue una gran consolación para Pablo. Admite que
estaba afligido («humilde», v. 6), pero que la llegada de su amigo
fue para él un gran alivio. Esta es la manera en que los cristianos deben
ayudarse los unos a los otros. Debemos sobrellevar los unos las cargas de los
otros (Gál. 6:2); estimularnos mutuamente (Heb. 10:25); ministrarnos los unos a
los otros (1 P. 4:10, 11).
Cristo
envió a sus discípulos de dos en dos sabiendo que «no es bueno que el hombre esté solo» (compare
Gn. 2:18), incluso en el servicio cristiano. Eclesiastés 4:9–12 indica que «dos son mejor que
uno». ¡Qué privilegio y responsabilidad es
para los cristianos animarse los unos a los otros! Cuando Elías pensó
que era el único fiel a Dios, empezó a retroceder. Jonás administró solo y
desarrolló un espíritu de amargura.
II. El Consuelo Por La Obediencia De Los Corintios
(2 Corintios 7:7–12):
«Como el agua fría al alma sedienta, así son las buenas nuevas
de lejanas tierras» (Prov. 25:25). Fue un consuelo ver de
nuevo a Tito (véase Hch. 28:15), pero fue un mayor consuelo oír las buenas
noticias de que la carta severa de Pablo había dado resultados.
El versículo 7 menciona
una lista de los resultados:
· Ellos deseaban ardientemente ver de nuevo a Pablo;
· Se habían lamentado por su
pecado; habían reavivado su cariño por Pablo;
· Se habían arrepentido y habían disciplinado al ofensor (v. 8).
Lea
en 1 Corintios 5 las órdenes de Pablo para disciplinar al fornicario en la
iglesia. En el versículo 11 Pablo indica otras de sus reacciones:
v Estaban
llenos de solicitud, o preocupación, por obedecer a Pablo;
v Procuraron
arreglar sus cuentas con los hombres y con Dios;
v Mostraron
indignación por el pecado, en lugar de jactarse de él (véase 1 Cor. 5:2);
v Temieron
para que Dios no los castigara; y
v Se
esforzaron por obedecer a Dios con fuerte determinación.
«Vindicación» en el versículo 11 no lleva
ninguna idea de venganza personal. Indica que el ofensor había sido castigado
adecuadamente.
Pablo
enseña aquí la importante doctrina del arrepentimiento. Indica que hay
una vasta diferencia entre el arrepentimiento y el remordimiento. El
arrepentimiento es de Dios y es una tristeza que atrae a la gente a que se
acerque más a Dios y al lugar de confesar y olvidarse del pecado. El
remordimiento es del mundo; aleja a la gente de Dios y los empuja hacia las
manos de Satanás.
Por ejemplo:
§ Pedro mostró arrepentimiento y fue perdonado;
§ Judas mostró remordimiento
y se quitó la vida.
§ La tristeza piadosa es buena;
§ Lleva a la vida.
§ Pero la tristeza del mundo conduce a la muerte.
Algunas
personas se suicidan porque no saben nada del verdadero arrepentimiento y del
perdón de la gracia que Dios otorga a aquellos que le invocan con fe.
En
el versículo 12 Pablo indica que había escrito la carta severa (por la cual incluso él mismo se había entristecido
temporalmente, v. 8) para demostrar su amor hacia ellos. No fue sólo
para corregir al ofensor, o proteger a aquella contra la cual este hombre había
pecado, sino para demostrar el interés y solicitud de Pablo por ellos.
Los
obreros espirituales que se cohíben de disciplinar y evaden enfrentar los
hechos no aman con sinceridad a su gente ni a su Señor. Pablo anhelaba
fervientemente que los creyentes no sufrieran ninguna pérdida espiritual (v. 9);
su aguda reprensión procedía de un corazón de amor, para bien de ellos y para
la gloria de Dios.
III. El Consuelo Por Ver Cómo Recibieron a Tito (2
Corintios 7:13–16):
Tito
estaba muy contento cuando encontró a Pablo y este gozo se debía a la calurosa
recepción que había recibido en Corinto. La iglesia no había mostrado tanta
gracia con Timoteo (1 Cor. 4:17), de otra manera Tito nunca hubiera sido
enviado.
Nótese: 1
Corintios 16:10,11.
Pablo
se había jactado ante Tito respecto a la iglesia corintia y ahora su «jactancia
piadosa» había demostrado ser cierta. Qué emocionado estaba Pablo del amor que
los corintios habían mostrado hacia su colaborador. Recibir a Tito con tanto
calor, pensaba Pablo, era lo mismo que haberle recibido a él. Pablo sabía que
su próxima visita a Corinto sería de gozo.
Los corintios
recibieron a Tito «con temor y temblor». Esto se
debió a que habían recibido la Palabra de Dios por Pablo y estaban dispuestos a
obedecerla. Dios quiere que temblemos ante su Palabra (Is. 66:2). Es extraño,
pero el primer ministerio de Pablo en Corinto se desempeñó con temor y temblor
(1 Cor. 2:3).
Respetaron
a Tito como el siervo de Dios y recibieron su liderazgo como del Señor (véanse
1 Ts. 2:13 y 5:12–15). «Obedezcan a los que los gobiernan [espiritualmente]» es el mandato de Hebreos 13:17.
La manera en que tratamos a los siervos fieles de Dios es la manera en que
tratamos a Cristo, porque sus siervos lo representan (2 Cor. 5:20; Jn. 13:20).
Es
interesante leer la Biblia y notar que los siervos de Dios se regocijan cuando
el pueblo de Dios es obediente, y se preocupan cuando el pueblo de Dios
desobedece. Moisés con frecuencia se sentía a punto de darse por vencido debido
a que el pueblo era rebelde. Jeremías lloró amargamente por la dureza de
Israel.
Jesús
mismo lloró porque los judíos ignoraron el día de su visitación. El ministerio
de Pablo fue de lágrimas (Hch. 20:19, 31). Los siervos de Dios son humanos;
tienen el tesoro «en vasos de barro» (2 Cor. 4:7) y saben de las
desilusiones y decepciones que la vida puede traer. Qué importante es que
nosotros nos acordemos de nuestros pastores (véase Heb. 13:7), que los
obedezcamos (véase Heb. 13:17) y que saludemos (o sea, que los saludemos en amor) «a todos vuestros pastores» (véase Heb. 13:24).
Habiendo
respondido a sus críticos y defendido su ministerio, y habiéndose
Les
hacemos daño y hacemos daño a la causa de Cristo. Pablo se
enfrentó primero a las necesidades espirituales de los corintios y después les
recordó su promesa de contribuir en la colecta misionera de auxilio.
Clase Para El Miércoles:
Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.
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