LA OPRESIÓN
AUMENTA Y LA LIBERACIÓN DE JEFTÉ:
JUECES 11:1-40
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
1. Llamamiento Del Libertador. Jueces
11:1–11.
La presentación del trasfondo de Jefté (11:1–3) interrumpe
la secuencia de eventos. El hecho que era galadita y guerrero valiente (11:1a)
sugiere de una vez que él podría llenar el vacío de liderazgo militar. Sin
embargo, Jefté, así como Jehová (ver 10:6), ha sido rechazado por su pueblo.
Jefté fue rechazado por ser hijo de prostituta (11:1b,
2). Su padre tiene el mismo nombre que un nieto de Manasés (Núm. 26:29; 27:1;
36:1; Jos. 17:1, 3; 1 Crón. 7:14, 17), cuyo nombre fue puesto también a la
región. Sus hermanos le excluyeron de la herencia.
Según una costumbre del Antiguo Oriente, el hijo
ilegítimo participaba de la herencia si su padre lo había adoptado.
Probablemente los hijos aducían que Jefté no había sido adoptado, o que la
adopción no fue válida. Abimelec fue un hijo de segunda categoría que subió al
poder por medio de su madre, aplastando a los hijos plenos en el camino (8:31;
9:1–6). En cambio Jefté, a causa de su madre, es marginado por los hijos
legítimos. La injusticia puede provenir tanto de los que detentan el poder como
de los que lo buscan.
El hijo de la prostituta cometerá algunos errores
serios como líder de Israel (ver 11:30–12:6). De nuevo, vemos el resultado
negativo de las relaciones sexuales incorrectas (comp. 3:6; 8:31; 14:1–16:21;
19:1–20:48).
La huida de Jefté (11:3) implica que sus hermanos lo
amenazaron para evitar que él pugnara por su exclusión de la herencia (11:3).
Pasó a Tob, probablemente al oriente de Manasés y al norte de Amón (ver la nota
sobre 2 Sam. 10:6), donde llegó a ser jefe de una banda de mercenarios. Sobre ociosos,
ver la exposición de 9:4. El verbo traducido se juntaron se usa en 1:7 de la
recogida de migajas. Aquí sugiere que los seguidores de Jefté eran los desechos
de la sociedad (comp. 1 Sam. 22:2). Salían tiene aquí el sentido técnico de
“salir a combatir” (ver exposición de 4:14).
Irónicamente, en la providencia de Dios, el destierro
hizo a Jefté un “guerrero valiente”, capacitado para liberar a sus compatriotas
(comp. Gén. 45:5; 50:20). Por otro lado, este bastardo, desterrado y
mercenario, será un libertador aún más improbable que un hermano menor
(Otoniel), un zurdo (Ehud), una mujer (Débora) y un temeroso (Gedeón).
El 11:4 recoge de nuevo el hilo de la narración
interrumpida después del 10:18. Como ninguno de los jefes de Galaad se atrevió
a encabezar la lucha contra Amón, los ancianos viajaron a Tob para buscar a
Jefté (11:4, 5).
Le ofrecen el puesto de jefe (11:6). No es el mismo
vocablo traducido “jefe” en 10:18. A la luz del contexto aquí, significa “jefe
militar”, así como en Josué 10:24. No le ofrecen el puesto de gobernante (ver
10:18), sino que esperaban conseguir sus servicios como soldado y nada más.
Así como Israel rechazó a Jehová pero luego clamó a él
para liberación (ver 10:6, 10, 15), así también destierran a Jefté y luego
buscan su socorro contra el mismo enemigo. Y así como Jehová rechazó el clamor
de Israel, recordándoles cómo le habían tratado (ver 10:11–14), Jefté responde
a los ancianos de Galaad de la misma forma (11:7). No lo ampararon cuando sus
hermanos lo desheredaron ni lo protegieron de sus amenazas (ver vv. 2, 3).
Sin embargo, los ancianos son tenaces, así como los
israelitas ante Jehová (ver 10:15, 16). Se arrepienten delante de Jefté
(volvemos a ti es lenguaje de arrepentimiento; comp. 1 Rey. 8:48; 2 Crón. 6:38;
30:6; Neh. 1:9; Isa. 44:22; Jer. 3:10; Ose. 5:4; 7:10; 14:2; Joel 2:13; Zac.
1:3; Mal. 3:7). Y así como los israelitas transaron con Jehová (10:15), también
los ancianos transan con Jefté. Le han ofrecido el puesto de jefe militar (v.
6). Ahora agregan el puesto de caudillo, o sea, gobernante sobre todo Galaad
(11:8; ver 10:18).
A Jefté le interesa aclarar todavía más la oferta.
Pregunta específicamente si él (el yo es enfático) será caudillo sobre Galaad
después de la batalla (11:9). No quiere solamente un puesto militar temporal.
Por supuesto, reconoce que tendrá que ganar la batalla para poder gobernar, y
reconoce que para ganarla necesita la intervención de Jehová.
Los ancianos juran cumplir con los términos de Jefté
(11:10). Entonces él viaja con ellos al campamento en Mizpa (11:11; comp.
10:17). Allí la milicia entusiastamente lo instala de una vez en los dos
puestos: gobernante y jefe militar. En contextos militares, pueblo se refiere
específicamente al ejército (ver exposición de 9:36–38, donde el mismo vocablo
se traduce "gente"). Reconocen a Jefté como su máximo dirigente, así
como han llegado a reconocer a Jehová como su único Dios (10:16).
Las palabras que Jefté repitió delante de Jehová
(11:11b) serían los votos del pacto entre él y los galaditas, incluyendo los
términos en el v. 9 (en el heb., como tú dices en el v. 10 es lit. “conforme a
tu palabra”). Delante de Jehová probablemente no implica que el arca del pacto
estuviera en Mizpa, pues un juramento se podía hacer delante de Dios sin que el
arca estuviera presente (comp. v. 10).
El pacto entre Jefté y los galaditas es un paralelo
más entre 11:1–11 y 10:6–15. Las correspondencias entre estos dos pasajes
muestran que la relación vertical entre Israel y Jehová se refleja en la
relación horizontal entre los mismos israelitas (comp. 8:34, 35 y el cap. 9).
Sin embargo, hay una diferencia importante entre las
respuestas de Jehová y Jefté a las plegarias del pueblo. Jehová fue conmovido
por el sufrimiento de Israel (10:16); Jefté es motivado por interés propio.
Jefté es un libertador llamado no por Jehová (comp. 4:6, 7; 6:11–24), sino por
el pueblo.
Un Perfil De
Jefté Jueces 11:1–11.
Es interesante ver cómo Dios se especializa en usar a
personas que son las más improbables. Jefté, uno de ellos, es un ejemplo de un
hombre en circunstancias negativas pero que fue preparado desde su nacimiento
para librar al pueblo de Dios. Veamos una lista de los rasgos que forman el perfil de su
vida:
·
Hijo de una ramera. Su padre, líder influyente en el
pueblo (v. 1).
·
Luchador y guerrero experto. Sabía usar las armas (v.
1).
·
Hombre de carácter. Valiente y prudente (v. 1).
·
Rechazado por
sus hermanos. Por ser bastardo y no por su culpa (v. 2).
·
Sin herencia.
Siendo hijo de un rico (v. 2).
·
Apto como
líder. Buen reclutador y capaz de darles ocupación (v. 3).
·
Negociador.
Perspicaz y listo (vv. 7, 9, 13–22).
·
Hombre de fe.
Se refirió a la tierra como si ya fuera de él, aun antes de comenzar a pelear
(v. 12).
·
Sensato y
razonable. Usa argumentos para persuadir sin tener que pelear (vv. 13, 26).
·
Bien
documentado. Conocía la historia de Israel (vv. 15–22).
·
Realista. Sabía
que todo éxito tiene un precio (vv. 30, 31).
·
Temeroso de
Dios (v. 35).
·
Padre amoroso.
Sufrió por su hija (v. 35).
·
Hombre de
palabra. Íntegro y digno de confianza (vv. 30, 34–36).
·
Enviado por
Dios (1 Sam. 12:11).
2. Diálogo Diplomático. Jueces 11:12–28.
Jefté procura resolver el problema con los amonitas
primero por la vía diplomática. El diálogo se lleva a cabo mediante mensajeros
(11:12, 15), según una costumbre antigua (comp. vv. 17, 19).
El primer intercambio establece el tono para el
diálogo. Jefté acusa al rey amonita de haber invadido su territorio (11:12). En
las frases tú y yo y mi tierra habla como si fuera rey de Galaad. El rey de los
amonitas responde que la tierra es suya (11:13). Reclama todo el territorio
comprendido entre el río Arnón en el sur, el Jaboc en el norte y el Jordán en
el occidente. No menciona un lindero oriental, porque Amón mismo estaba al este.
Con una serie de argumentos Jefté demuestra que el
territorio en disputa pertenece a Israel (11:14–27). Aun si se aceptara el
reclamo amonita, no se justificaría la invasión al occidente del Jordán (comp.
10:9).
El primer argumento es un resumen histórico para
mostrar que Israel no ha tomado territorio ni de Amón ni de Moab (11:15–22). La
referencia a Moab (11:15) nos sorprende, ya que la disputa es con Amón. La
sorpresa se vuelve perplejidad en los versículos siguientes, ya que el discurso
de Jefté parece dirigirse a un reclamo moabita.
De hecho, algunos estudiosos opinan que el pasaje
confunde dos disputas distintas, una con Moab y otra con Amón. Sin embargo, es
inverosímil que un autor israelita confunde dos países vecinos. Posiblemente
una alianza moabita amonita se oponía a Israel (comp. 3:13 y 2 Crón. 20:1). No
obstante, ya que el rey de Moab no participa en el debate, debemos entender que
los amonitas han dominado a los moabitas, así como han oprimido a los
israelitas.
Reclaman para sí, aunque en nombre de Moab, tierra que
antes era moabita (ver Núm. 21:23 26). Según la Piedra de Mesha, este
territorio fue todavía objeto de riña entre Israel y Moab en el siglo IX.
1- Jefté
inicia su argumento histórico relatando que en la subida de Egipto Israel rodeó
Edom y Moab (11:16–18). Jefté no
menciona al monte Sinaí en el viaje de Egipto a Cades, tal vez porque era
irrelevante para la disputa. Israel quería pasar por Edom y Moab, porque la
ruta más directa de Cades a la ribera oriental del Jordán era el camino real
que atravesaba estos países, pero los permisos fueron denegados (11:17; comp.
Núm. 20:14–21).
En vez de intentar una travesía forzada, Israel dio
una gran vuelta:
·
Primero, viajando hacia el sur,
·
Luego, volviendo hacia el norte al oriente de Edom y Moab, y
por fin llegando al norte del río Arnón (11:18; comp. Núm. 21:4, 10–13; Deut.
2:8, 9, 16–19).
En todo esto Israel no violó las fronteras de Moab.
Jefté no menciona que Israel evitó territorio amonita (comp. Deut. 2:19; Núm.
21:24). Esto indica que el pleito es sobre territorio que Moab podría reclamar,
pero no Amón.
Jefté continúa su apologética histórica, explicando
que Israel no tomó la tierra disputada de Moab, sino de los amorreos
(11:19–22). La capital de Sejón era Hesbón, casi en el centro del territorio en
disputa (11:19). A Sejón Israel también le pidió permiso para pasar (comp. Núm.
21:21, 22; Deut. 2:26–29) a fin de llegar a su lugar, es decir, la tierra
prometida, al lado occidental del Jordán.
Cuando Sejón salió a pelear (11:20; comp. Núm. 21:23;
Deut. 2:30–32), Jehová dio la victoria a Israel y la tierra también (11:21, 22;
comp. Núm. 21:24, 25; Deut. 2:33–36). Si bien en una época esa tierra había
pertenecido a Moab (Núm. 21:26–30) y una pequeña parte a los amonitas también
(comp. Jos. 13:25 con Núm. 21:32), había sido conquistada por los amorreos
antes que Israel apareciera en la región.
Jefté, a diferencia del rey de Amón, incluye una
frontera oriental en su delimitación de la tierra (v. 22; comp. v. 13). La
llama el desierto, descripción poco diplomática de Amón, pero indicativa de la
motivación económica de la expansión amonita.
Jefté introduce su segundo argumento con un ahora
(11:23), así como hará con el tercero (ver v. 25). Esta palabra conectiva
indica que los dos argumentos se derivan del resumen histórico.
2- El
segundo argumento, es que Israel tiene derecho de poseer lo que Jehová le ha
entregado (11:23, 24).
La mención de Quemós, dios de los moabitas, en vez de Moloc,
dios de los amonitas (11:24; ver Núm. 21:29; 1 Rey. 11:5, 7, 33; 2 R. 23:13; Jr.
48:7, 13, 46), es otra evidencia que la disputa tiene que ver con los derechos
de Moab. El rey de Amón tal vez considera que Quemos le dio Moab. Siglos
después, Ciro, rey de Persia, dijo que Marduc, dios de Babilonia, entregó esta
ciudad en sus manos.
El v. 24 no necesariamente implica que Jefté crea en
la existencia de Quemós. No está involucrado en una discusión teológica, sino
en un pleito diplomático. El v. 27 demuestra que para él Jehová es soberano
sobre los amonitas.
Jefté introduce su tercer argumento con otro ahora
(11:25; ver exposición del v. 23). Balac no reclamó la tierra cuando Israel la
tomó de los amorreos (11:25). Obviamente el rey de Amón no era mejor que Balac,
es decir, no tenía más derecho sobre el territorio.
3- El último argumento de Jefté es una extensión del
tercero.
El hecho de que Moab y Amón no han puesto reparo
durante los tres siglos de ocupación israelita es un reconocimiento tácito del
derecho de Israel sobre el territorio (11:26).
Sobre Hesbón, ver la exposición del v. 19. Aroer aquí
no es la que estaba en la ribera del Arnón (ver Jos. 13:16), pues en ese caso
se incluiría entre todas las ciudades que están junto al Arnón. Es más bien la
Aroer en el límite oriental del territorio en disputa (ver Jos. 13:25).
Las ciudades junto al Arnón representan la frontera
meridional de Galaad, colindando con Moab. Las ciudades en el v. 26, entonces,
representaban todo el territorio en pugna. Sobre las aldeas, ver la exposición
de 1:27.
La cifra de 300 años puede ser redondeada, pero
concuerda con 1 Reyes 6:1 sobre la fecha del éxodo. Estos dos pasajes son una
evidencia fuerte a favor de la fecha del éxodo hacia 1445 a. de J.C., y el
obstáculo mayor para una fecha en el siglo XIII.
Jefté concluye sus argumentos protestando la invasión
amonita (11:27a). De nuevo habla como si fuera rey de Galaad (ver exposición
del v. 12). Encomienda su causa a Jehová, para que él haga justicia (11:27b).
Esta oración, casi al centro de Jueces, puede ser su centro teológico también.
En el libro el Juez verdadero es Jehová. Como tal
castiga la apostasía de Israel, libera a Israel de sus opresores (ver 2:18) y
hace justicia aun entre los que no le reconocen (ver 1:6, 7; 9:23, 24, 56, 57;
y la exposición de 15:6). Ejecuta su juicio al apoyar al ejército israelita o
al opresor.
El rey de Amón no prestó atención a los argumentos
históricos (11:28). Al invasor no le interesa hacer justicia, sino posesionarse
de lo ajeno. Jefté presentó sus argumentos no tanto esperando que el rey se
dejara convencer, sino para animar a su propio pueblo, y para exponer su caso
ante Jehová, el Juez.
Una Petición Rechazada. Jueces 11:17:
Cuando los
israelitas estaban entrando en la tierra que Dios les había prometido, pidieron
permiso para pasar por las tierras de Edom y Moab. Pero esta petición no fue
concedida. Por consiguiente, en los años siguientes, siempre quedó
resentimiento de parte de los israelitas.
Este resentimiento brotó en esta ocasión:
1. Vino de una necesidad verdadera.
2. No les iba a costar nada a los de
Edom y Moab.
3. Causó mucha demora para los
israelitas.
4. Trajo actitud de venganza para el
futuro.
5. Causó malas relaciones en los años
venideros.
Vale la pena
considerar paulatinamente las peticiones que las personas hacen. Pueden ser
justas.
3. La Guerra Contra Los Amonitas. Jueces
11:29–33:
Como los amonitas rehúsan retirarse de Galaad, Jefté
se prepara para la guerra. Primero recibió la capacitación del Espíritu de
Jehová (11:29a; comp. 3:10; 6:34; 13:25; 14:6, 19; 15:14). Aquí por primera vez
se nos confirma que Dios usará al líder escogido por los ancianos.
Luego Jefté hizo un viaje, aparentemente de
reclutamiento (11:29b; comp. 6:34, 35). En vez de enviar mensajeros (comp.
6:35; 7:24), empleó la fuerza de su presencia personal. De Mizpa (comp. v. 11)
fue hacia el norte hasta la parte de Manasés al oriente del Jordán (región que también
sentiría la amenaza amonita), y luego regresó a Mizpa, de donde
partió de nuevo para pelear contra los amonitas. La distinción entre Galaad y
Manasés aclara que en esta historia Galaad es la región al sur del Jaboc (ver
exposición de 5:17; 10:3, 8).
Antes de entrar en el conflicto, Jefté hizo un voto
(11:30, 31). Desesperadamente anhelaba triunfar, ya que su posición al frente
del gobierno estaba en juego (ver vv. 9, 10). Reconociendo que la victoria
dependía de Jehová (ver v. 9), hizo el voto para asegurar su apoyo. ¡Procuró sobornar
al Juez (comp. v. 27)!
El voto fue demasiado atrevido (comp. 21:1, 5, 7). La
expresión heb. traducida cualquiera que salga (v. 31) puede referirse a un
animal o a un ser humano. Como el ganado se albergaba en las casas, no era
imposible que un animal saliera de las puertas de la casa al encuentro de
Jefté.
Sin embargo, éste sabía que podía salir un ser humano:
un siervo, o un familiar. Fue precisamente este elemento de riesgo que, según
la mentalidad de Jefté, daba peso al voto. Aun sin el voto Jefté debía ofrecer
a Jehová muchos animales si ganaba la batalla, y dar los mejores que tenía.
Solo su anuencia a hacer el sacrificio más grande posible sería, según él,
suficiente para garantizar el apoyo de Jehová (comp. 2 Rey. 3:26, 27; Miq. 6:6,
7).
El voto nos deja atónitos. Jehová había prohibido los sacrificios humanos (Lev. 18:21; 20:2–5;
Deut. 12:31; 18:10). El voto revela la ignorancia de la ley de Moisés y la
influencia del paganismo en Israel (comp. 10:6; Salm. 106:34–38),
específicamente la influencia moabita y amonita en Galaad.
El sacrificio humano a Moloc, dios de los amonitas, se
condena en varios pasajes bíblicos (Lv. 18:21; 20:2–5; 2 R. 23:10; Jr. 32:35),
y un ejemplo del sacrificio humano en Moab se halla en 2 Reyes 3:26, 27.
Después de contar el voto, el autor recoge el hilo de
la narración, repitiendo al inicio de 11:32 las palabras de la parte final del
v. 29. Luego resume el combate en apenas dos versículos (11:32, 33). Más que la
guerra, le interesan los eventos que la preceden y la siguen.
Se limita a contar que Jehová dio a Jefté la ansiada
victoria (11:32), que éste castigó severamente a 20 ciudades amonitas (11:33a),
y que como resultado la amenaza amonita desapareció (11:33b). Aroer estaba en
la frontera entre Galaad y Amón (ver exposición del v. 26). Minit y Abel
queramim son sitios desconocidos hoy.
Jehová los entregó en su mano (11:32) hace eco del
voto de Jefté (v. 30). Jehová ha dado lo solicitado. Ahora esperamos
ansiosamente para ver quién o qué saldrá de la casa de Jefté.
Irónicamente, el lector sabe que el voto de Jefté era
innecesario (comp. Deut. 23:22). Jehová ya apoyaba a Jefté al enviarle su
Espíritu (11:29). Estaba dispuesto a liberar a los galaditas por su amor para
con su pueblo (ver 10:16) y porque era Juez justo (ver v. 27).
Jefté no estaba consciente de la venida del Espíritu,
y no tenía una palabra de Jehová, llamándole a liberar al pueblo y
prometiéndole victoria (comp. 4:6, 7; 6:11–7:15; 1 Sam. 28:5, 6).
4. Cumplimiento Del Voto. Jueces 11:34–40:
Quien salió de la casa al encuentro de Jefté fue su
hija (11:34), quien irónicamente, salió para celebrar la victoria de su padre
(comp. Éx. 15:20; 1 Sam. 18:6; Salm. 68:25). La última parte del versículo
recalca que aparte de ella Jefté no tenía hijos (comp. Gn. 22:2 sobre otro hijo
único destinado a ser sacrificado).
Sin descendencia el israelita no tenía quien
conservara su memoria (comp. 2 Sam. 18:18). Jefté, que tanto anhelaba ser
honrado por la sociedad que lo había rechazado, ahora está en peligro de
quedarse en el olvido después de su muerte. Su descendencia, una sola hija, se
contrasta con la de los jueces antes y después de él (ver 10:3, 4; 12:8, 9, 13,
14).
Jefté rasga sus ropas en señal de profunda tristeza
(11:35). No lamenta lo que su hija tendrá que sufrir, sino su propia pérdida.
De hecho, acusa a ella de haberlo abatido y afligido.
Luego le informa de su voto irrevocable. Se ha metido
en un callejón sin salida:
Ø Si cumple con el voto, pierde a su única hija y toda esperanza de
descendencia; si no lo cumple, cae en pecado (comp. Núm. 30:2; Deut. 23:21).
Ø Ante los ancianos de Galaad y el rey amonita Jefté había hablado bien,
pero habría sido mejor no “abrir su boca ante Jehová”.
Jefté desconocía las leyes de rescate en Levítico
27:1–8, o creía que no se aplicaba a su voto. Diríamos que Jefté debía escoger
el mal menor, preservando la vida de su hija y ateniéndose a las consecuencias.
Sin embargo, él temía que Jehová le quitara el puesto de gobernante que había
ganado mediante el voto (ver vv. 9, 10). Desde luego, no entendía que el
sacrificio humano era una abominación para Jehová.
La hija de Jefté se porta más noble que su padre.
Lejos de reprocharle o tratar de salvarse, le anima a cumplir con su voto, ya
que Jehová ha cumplido con la parte suya (11:36).
A la vez, su nobleza muestra que ella tampoco entendía
que Jehová aborrecía el sacrificio humano. Irónicamente, la fidelidad de Jefté
y su hija al voto se contrasta con la infidelidad de Israel a su pacto con
Jehová. Lamentablemente, el voto fue en sí una ruptura del pacto. Por
ignorancia de la Ley, Jefté y su hija ofenden a Dios aun cuando le quieren
agradar.
Ella pide tiempo para lamentar su virginidad (11:37),
y Jefté se lo concede (11:38). En base a estos dos versículos y la nota al
final del v. 39, algunos opinan que el voto de Jefté no prometía un sacrificio
literal, sino consagración al santuario como virgen vitalicia (comp. 21:19–21, Éx.
38:8 y 1 Sam. 2:22).
Sin embargo, Jueces 21 no menciona servicio en el
tabernáculo, y los otros dos pasajes no dicen que las mujeres eran vírgenes, ni
por cuánto tiempo prestaban servicio.
De hecho, el AT., no menciona en ninguna parte la virginidad
perpetua. De todas formas, el problema mayor para la interpretación mencionada
es que en 11:31 Jefté claramente promete un holocausto (comp. Gn. 22:2).
Si bien el concepto del holocausto espiritual se
encuentra en Romanos 12:1, es desconocido en el AT. Además, un voto de
virginidad perpetua no tendría sentido en 11:31, porque Jefté no sabía en ese
momento que saldría una virgen.
Más bien, la hija de Jefté llora su virginidad porque
morirá sin dejar descendencia. Hay un caso paralelo en la tragedia griega
Lamentaciones de Antígona, de Sófocles. Condenada a morir, Antígona llora su
virginidad, lamentando que nunca será una esposa y nunca una madre. En
contraste con Acsa, quien recibió fertilidad agrícola de su padre (ver 1:14,
15), la hija de Jefté es condenada por su padre a morir infértil.
En aquella cultura los montes se consideraban un lugar
apropiado para lamentos. En los mitos de Ugarit la diosa Anat lamenta la muerte
de Baal andando por los montes y collados de la tierra.
Jehová no salvó a Jefté de su error (11:39; comp. Gn.
22:10–14). Algunos, observando que este versículo no dice que Jefté ofreció a
su hija en holocausto, arguyen que su voto consistió solamente en que ella no
conociera varón. Sin embargo, el versículo dice que Jefté cumplió con ella el
voto que había hecho, y el v. 31 no deja duda que eso significaba sacrificarla
en holocausto.
Por pudor el autor utiliza la circunlocución en el v.
39; hoy también usamos circunlocuciones para hablar de temas delicados. La
mención de la hechura del voto en los vv. 30 y 39 ponen un marco literario
alrededor de este episodio.
Todavía se objeta que si el voto de Jefté hubiera
prometido un sacrificio humano, Jehová no le habría dado la victoria. Sin
embargo, Dios no está obligado a limitarse a instrumentos limpios para lograr
sus propósitos. Quería liberar a su pueblo de la opresión, y utilizó la clase
de líder que ese pueblo pudo proporcionar. Los errores de Jefté reflejan la
condición de la nación. Sansón será aún más degenerado.
El sacrificio de la hija de Jefté dio origen a una
conmemoración anual (11:40; comp. 2 Crón.
35:25, donde el vocablo aquí traducido costumbre
está vertido por “precepto”). La hija
de Jefté murió sin hijos, pero las hijas de Israel (traducción lit.) no
permitieron que su memoria cayera en el olvido.
La identificación de Jefté como el galadita en 11:1 y
40 enmarca el capítulo. A la vez anticipa 12:1–6, donde Jefté dirige a Galaad
en combate contra otra tribu de Israel. Es más galadita que israelita.
Los Errores De Jefté:
1. Tuvo un temperamento impulsivo que le llevó a hacer voto sin considerar
las consecuencias.
2. Una creencia equivocada en lo que Dios pide (Miq. 6:8).
3. Condenó a su hija a una muerte prematura.
4. Cedió a las influencias de las religiones paganas que practicaban
sacrificios humanos.
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