domingo, 25 de agosto de 2019

LAS CREDENCIALES DE SU APOSTOLADO: 2 CORINTIOS 11:


LAS CREDENCIALES DE SU APOSTOLADO:
2 CORINTIOS 11:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Este capítulo presenta lo que Pablo llama «su jactancia». Observe que aquí hay una «ironía santa» a medida que Pablo les devuelve a sus enemigos las acusaciones vertidas. «Puesto que a sus nuevos maestros les encanta jactarse», dice Pablo, «entonces ¡usaré ese método aprobado y me jactaré un poco también!».
Admite que no sigue el ejemplo de Cristo en esta acción (11:17), pero sabe que «su jactancia» lo glorificará a Él porque todo lo que había soportado fue para la gloria de Cristo. Pablo se jacta sobre tres asuntos:

I.       Su Celo Por La Iglesia (2 Corintios 11:1–6):
Hay diferencia entre celo y envidia. La envidia es carnal y egoísta; el celo se basa en el amor y procura el bienestar de otros. Es correcto que el esposo cele a su esposa o que un pastor cele a su iglesia. Pablo compara a la iglesia local con una desposada o novia.
Una comparación similar la hace en Efesios 5:22, 23 con relación a la Iglesia universal. Ambos ejemplos son válidos. Así como en el AT., Israel se compara con la esposa de Jehová esposa» porque se había casado con Él en Sinaí), a la iglesia se le llama la desposada de Cristodesposada» porque todavía no está casada con Él).
El deseo de Pablo era conservar a la iglesia pura, libre de falsa doctrina y de vida mundanal. En el AT., irse tras los dioses falsos se compara con el adulterio; en el NT., a la mundanalidad se le llama adulterio (Stg. 4:1–4). ¿Cómo puede una iglesia local dejarse seducir para alejarse de Cristo? Al seguir a los falsos maestros de Satanás (vv. 3, 13–15).
Así como Satanás con su astucia engañó a Eva en Génesis 3, los falsos maestros engañan a los creyentes y los alejan de la verdad. «Sincera» (v. 3) significa devoción sin dobleces. No podemos servir a Dios y a Mamón. ¡Cuán importante es que la iglesia permanezca fiel a la Palabra de Dios!
Actualmente, hay líderes religiosos que intentan darnos otro Jesús y no el Cristo que Pablo predicaba; y otro Espíritu, no el Espíritu Santo de Dios; y otro evangelio, no el evangelio de la gracia de Dios (véase Gál. 1). La única defensa en contra del adulterio espiritual es la fidelidad a la Palabra de Dios. ¡Cuán celosos debemos ser por la Iglesia por la cual Cristo murió!

II.      Su Generosidad Hacia La Iglesia (2 Corintios 11:7–21):
«Pablo no puede ser un verdadero apóstol», decían sus enemigos, «de otra manera aceptaría dinero por sus servicios. El hecho de que rehúse aceptar sostén de la iglesia de Corinto es prueba de que sabe que no es honrado». ¡Qué trágico cuando se juzga la generosidad de un hombre y se cuestiona sus motivos! Pablo usa un poco de ironía aquí cuando sugiere que ha pecado ¡al negarse al sostén material de los corintios! (v. 7). Se había mantenido para que no se acusara su ministerio (1 Cor. 9 analiza esto), ¡y sin embargo sus enemigos hallaban falta!
Les asegura que por amarlos se negó a su sostén. Permitió que la iglesia de Filipos se lo enviara, pero no lo recibió de los corintios, aunque su llamamiento apostólico se lo hubiera permitido. Quería «quitar» cualquier oportunidad que sus enemigos pudieran tener para acusarlo (v. 12).
Por primera vez Pablo acusa abiertamente a estos falsos maestros de ser siervos del diablo. El arma más eficaz de Satanás es la imitación (véase Mt. 13:24–30, 36–43). Sin embargo, los cristianos deberían haber sabido que estos maestros venían de Satanás, puesto que sus vidas y ministerios no manifiestan nada del espíritu de Cristo.
El versículo 20 es una descripción de un ministerio carnal: aquel que lleva a la gente a la esclavitud, no a la libertad; los devora egoístamente; sus líderes se auto-exaltan en lugar de exaltar a Cristo; hiere a los santos en lugar de ayudarles a sanar de sus heridas. ¡Qué diferencia con el ministerio de Pablo! ¡Qué hay en la carne que le encanta la esclavitud, las artimañas y honores humanos, en lugar del sencillo amor y la gracia de Cristo!

III.    Sus Sufrimientos Por La Iglesia (2 Corintios 11:22–33):
Las credenciales principales del ministerio apostólico de Pablo eran las marcas que llevaba en su cuerpo y que las recibió al servir a Cristo (véase Gál. 6:17). Tenga presente que Pablo escribió esto antes de los acontecimientos de Hechos 20ss, ¡y la mayoría de las cosas en esta lista ni siquiera se mencionan en Hechos! Y el gran apóstol nunca los había mencionado si no fuera porque estaba defendiendo el evangelio. Es un hecho contundente que Pablo dijera que sus sufrimientos, no los elogios de los hombres, eran la mejor prueba que tenía para afirmar su apostolado. Cuando seleccione a un líder espiritual, busque las marcas.
Estos sufrimientos no necesitan mayor comentario; hablan por sí mismos. Sea suficiente decir que Pablo fue a todas partes y lo soportó todo con tal de llevar el evangelio a las almas perdidas. ¿Por qué nosotros hacemos muchísimo menos hoy cuando tenemos a nuestra disposición herramientas que hacen la tarea más fácil y rápida?
Al parecer la carga más pesada de Pablo era «la preocupación por todas las iglesias». Las batallas espirituales siempre son más costosas que las físicas. Orar por los nuevos cristianos, alimentar a los corderos y a las ovejas, y rechazar los ataques de Satanás son tareas absorbentes.

Nótese: que Pablo no se jacta de las cosas que atestiguan su fuerza, ¡sino de sus debilidades! Mientras que los judaizantes se jactaban de sus convertidos, Pablo contaba el número de veces que lo encarcelaron, azotaron o dejaron en el mar. «¡Me gloriaré en mis debilidades mientras ellos se jactan de sus poderes!», dice preparándose, desde luego, para el relato de su aguijón en la carne en el capítulo 12.

Cierra con un asunto especialmente interesante: Su huida de Damasco (Hch. 9:23–25). ¡Qué humillante debe haber sido para este gran rabí que lo descolgaron por el muro en una canasta! ¿Se hubieran atrevido a descender así los judaizantes? ¡No! Hubieran hecho alguna componenda con su mensaje ¡y salido por la puerta principal de la ciudad! Pablo enfrentó sufrimientos desde los primeros hasta los mismos últimos días de su ministerio. «Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución» (2 Tim. 3:12).
Estas actitudes de Pablo hacia la iglesia deberían estar en el corazón de cada pastor y miembro de la iglesia hoy. Debemos ser celosos y precavidos por nuestras iglesias, no sea que alguna mentira satánica empiece a seducirla y la aleje de la verdadera consagración a Cristo.
Qué fácil es para las iglesias (y los cristianos) robarle a Cristo el amor que se merece. «Has dejado tu primer amor» le advirtió Cristo a la iglesia de Éfeso (Ap. 2:4). Si los cristianos no ejercen un santo celo por la iglesia, esta se alejará tras el pecado.
Igualmente debemos tener una actitud desprendida y generosa hacia la iglesia. No debemos tener la actitud de «¿cuánto puedo obtener, sino de «¿cuánto puedo dar?». Debemos estar dispuestos a sacrificarnos para que la iglesia crezca para la gloria de Dios.

Clase Para El Miércoles:

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.










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