LA TIRANÍA DE ABIMELEC:
JUECES 9:1-57.
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
1. Golpe
de Estado. Jueces 9:1–6.
Al leer Abimelec, hijo de Jerobaal al inicio de 9:1, podríamos pensar que
él también contenderá con Baal (comp. 6:32).
Por otro lado, aparece inmediatamente después del
reporte de la apostasía, donde se introducen los opresores en las narraciones
anteriores. En efecto el hijo del libertador se convertirá en un rey más que
oprime a Israel.
A lo largo del cap. 9 al padre de Abimelec se le llama
Jerobaal. El nombre nos recuerda que los siquemitas se han apartado
radicalmente del ejemplo de aquel que contendió con Baal.
El libro de Josué no dice que Siquem fuera capturada
por Israel, pero fue designada ciudad levítica (Jos. 20:7; 21:21), y allí se
celebraron dos renovaciones del pacto con Jehová (Jos. 8:30–35; 24:1–28). Las
Cartas de Amarna del principio del siglo XIV revelan que el rey de Siquem había
admitido a los habiru en su distrito.
Posiblemente esto signifique que Israel hizo un
tratado de paz con Siquem, en vez de conquistarla, o que Siquem se unió a
Israel, aceptando el pacto con Jehová. Esto explicaría la población cananea
(ver 9:28) y la influencia pagana en la ciudad. La conducta de los siquemitas
en este capítulo y su efecto devastador en Israel ilustran el resultado de los
pactos prohibidos con los cananeos (ver 2:2).
Los jueces fueron levantados por Jehová (ver 2:16, 18;
3:9, 15), pero Abimelec se elevó a sí mismo. Viajó a Siquem, la ciudad de su
madre (comp. 8:31), probablemente desde Ofra, donde viviría con su padre.
Buscó el apoyo de los familiares de su madre, para que
ellos convencieron a sus conciudadanos que él debía ser el rey (9:1, 2).
Los señores de Siquem no serían todos los que vivían
allí, pues el capítulo distingue entre “los señores de Siquem” (v. 39) y “el pueblo”
(v. 42), y entre los señores de Tebes y la demás gente de esa ciudad (v.
51). La misma distinción se halla en varias inscripciones del Antiguo Oriente.
Sobre el uso de la expresión “señores de la ciudad X”, comp. También
los vv. 6, 7, 18, 20, 23–26, 46, 47; 20:5; Josué 24:11; 1 Samuel 23:11, 12; 2
Samuel; 21:12. Tal vez eran todos los varones padres de familia que poseían
terrenos, y constituían la asamblea de la ciudad.
Abimelec presenta dos argumentos a los siquemitas:
(1) Una monarquía sería mejor que una oligarquía, y
(2) Un gobernante autóctono velaría mejor
por sus intereses.
Con la expresión soy hueso vuestro y carne vuestra
Abimelec se identifica como miembro de la “gran familia” de Siquem (comp. Gn. 2:23; 29:14).
Tal vez argumentó que centralizar el poder en una persona reduciría el
desorden en la sociedad (comp. 17:6; 21:25) y aumentaría el poder militar
(comp. 1 Sam. 8:19, 20).
Aunque buscaba ser rey (ver v. 6), Abimelec no usa
este vocablo, tal vez por un prejuicio en Israel contra el sistema monárquico
de las ciudades cananeas (ver exposición de 4:2 y 8:22).
De semejante manera Julio César, aun cuando había sido
nombrado dictador vitalicio de Roma, evitó el título de rey, porque en la
república romana había un fuerte prejuicio en contra del antiguo sistema
monárquico.
Los señores de Siquem se dejaron persuadir (9:3). Hizo
mella en ellos el argumento que Abimelec era uno de ellos (comp. el v. 18).
El templo financió el golpe de Estado (9:4), de manera
que las aspiraciones políticas de Abimelec fueron comprometidas con el sistema
religioso cananeo. Israel había renovado su pacto con Jehová en Siquem dos
veces (ver Jos. 8:30–35; 24:1–28).
Ahora en el mismo lugar el pueblo de Jehová adora a
otro dios del pacto (ver exposición de 8:33).
Con los 70 siclos de plata Abimelec contrató a algunos
mercenarios. El adjetivo traducido ocioso es lit. “vacíos”. Aquí ha de significar “vacíos moralmente,
carentes de principios éticos”.
Aquí y en 11:3 se usa de mercenarios que se venden al
mejor postor, en este caso para asesinar. El precio por la muerte de cada hijo
de Gedeón resulta siendo un siclo de plata (sobre el valor del ciclo, ver exposición de 16:5).
En 9:5a nos enteramos del plan diabólico de Abimelec.
Elimina toda la competencia a través de una masacre. El versículo atribuye la matanza a Abimelec, el
autor intelectual, y puntualiza que la efectuó:
(a) En la casa de su padre,
(b) Contra sus propios hermanos,
(c) Matando a 70 personas,
(d) Sobre una misma piedra.
Matarlos sobre una misma piedra implicaba primero
capturarlos y luego ejecutarlos uno por uno. Este crimen fue un agravante en sí
horripilante (comp. v. 18).
Tal vez tenía algún significado religioso, quizás como
un sacrificio a Baal (comp. 1 Sam. 14:33, 34). Esta masacre política anticipa
otras en el reino del norte, el cual fue fundado en Siquem (ver 1 R. 12:25;
15:29; 2 R. 10:1–17), y una en Judá por una mujer del norte (ver 2 R. 8:26;
11:1).
Abimelec tiene más parecido al Gedeón del cap. 8 que
al Gedeón del cap. 6 (y al Jeter de 8:20). Pero a Abimelec le falta lo que
salva a Gedeón de convertirse en un monstruo: la fe en Jehová.
La nota sobre Jotam (9:5b) crea la expectativa de que
él volverá a aparecer en el escenario. También implica que el número 70 es una
cifra redonda en 8:30 y 9:2, o bien en 9:5, 18.
Cuando Abimelec regresó, se celebró una asamblea para ungir como rey (9:6). Bet-milo, “casa del relleno”, tal vez sea la torre de
Siquem (ver
exposición de 9:46), ya que la maldición de Jotam contra Bet milo
(9:20) se cumple contra los señores de la torre (9:47, 49).
En ese caso, la torre sería construida sobre un
relleno, y los de Bet-milo serían los que vivían en la acrópolis
de la ciudad, probablemente la clase alta (ver exposición del v. 46). Hubo
también un Milo en Jerusalén (comp. 2 Sam. 5:9; 1 R. 9:15, 24; 11:27).
Aparentemente la encina donde ungieron a Abimelec
tenía algún significado especial. Tal vez era la misma encina donde Jehová
apareció a Abram (Gn. 12:6, 7), Jacob sepultó los ídolos (Gn. 35:4) y Josué
erigió una piedra como testigo del pacto con Jehová (Jos. 24:25–27). Ahora, sin
embargo, la historia sagrada del árbol se utiliza para legitimar la
proclamación de un rey asesino que adora a Baal-berit.
La piedra ritual también sería dedicada a Baal. A la
verdad, el heb. no menciona una piedra sino alguna clase de fortificación (en Is.
29:3 la palabra está traducida “muros de asedio”).
Sin embargo, el heb. es oscuro, y muchos estudiosos
aceptan la enmienda “piedra ritual”. Tal vez la misma piedra que Josué
colocó como testigo del pacto entre Israel y Jehová (ver Jos. 24:25–27) ahora
se usa para adorar a “Baal del Pacto”.
El Camino De La Ambición 9:6.
Abimelec es ejemplo de una persona cuya ambición
consumió toda su capacidad para razonar en forma objetiva. Este defecto lo
llevó camino abajo:
1. La
destrucción comienza con el egoísmo, cuando uno piensa más de sí de lo que
debiera.
2. La
destrucción progresa con el engaño, cuando uno comienza a obrar de tal forma
que saca provecho para sí.
3. La destrucción culmina en la
crueldad, cuando uno está dispuesto a matar a los que representan una amenaza a
sus ambiciones.
El Ejercicio Sano Del Poder.
Abimelec es ejemplo de uno que no utilizó el poder en
forma sana. Veamos
los principios que nos guían en el ejercicio sano del poder:
1. Cuando uno
glorifica a Dios con el poder.
2. Cuando uno hace
la voluntad de Dios en la utilización del poder.
3. Cuando uno busca
el bien del prójimo al ejercer el poder.
2. Fábula
Profética De Jotam. Jueces 9:7–21:
a. Narración De La Fábula.
9:7–15.
Enterándose de la asamblea, Jotam interrumpe el
festejo (9:7a). No estaría en la mera cumbre del monte Gerizim, unos 300 m.
arriba de Siquem, sino en uno de los riscos suspendidos sobre la ciudad (comp.
vv. 25, 36, 37). Los congregados podrían oír su voz pero no alcanzarlo para
hacerle daño.
A Jotam le corresponde vengar la sangre de sus
hermanos, pero no puede atacar directamente a los asesinos. Por lo tanto, los
maldice, en efecto encargando a Dios la venganza. Expresa su maldición por
medio de una fábula (un cuento moralizante en que los personajes son plantas o
animales con características humanas).
En la fábula de Jotam los personajes son árboles
(comp. 2 R. 14:9, 10). La curiosidad que despierta la fábula permite a Jotam
mantener la atención de los siquemitas, aun cuando el mensaje no será de su
agrado.
Jotam introduce su discurso con un llamado a escuchar
(9:7b). ¿En qué
sentido quería que Dios escuchara a los siquemitas? Una opinión es
que deseaba que confesaran sus pecados a Dios. Según otros, quería que Dios
fuera testigo de la respuesta de ellos a la fábula.
Es más probable que llamaba a Dios a escuchar los
votos mutuos que los siquemitas y Abimelec hacían (comp. 11:10, 11, donde “sea testigo”
es traducción del mismo verbo aquí vertido por escuché). Según la costumbre,
esos votos incluirían maldiciones para los incumplidos.
Jotam estaba seguro de que Abimelec y los siquemitas
no se mantendrían fieles a sus votos, ya que habían sido desleales a la familia
de Jerobaal. Por lo tanto, llama a Dios a ser testigo de los votos y a ejecutar
la maldición cuando éstos se rompan.
Al hablar con los adoradores de Baal-berit, Jotam no usa el
nombre específico Jehová, sino el sustantivo más general Dios. De hecho, el
autor no utiliza "Jehová" en todo el capítulo (aún la palabra “Dios” aparece
solamente aquí y en los vv. 23, 56, 57; comp. exposición de 14:4).
Esto sugiere que Dios trata a Siquem como a los
pueblos no israelitas (comp. 1:7; 3:20; 7:13). En las historias de los jueces, “Jehová”
trata a Israel con misericordia; en la historia de Abimelec, “Dios” les
trata con justicia retributiva (comp. 1:7). Este capítulo da una idea de cómo
estaría Israel si Jehová no les levantara jueces.
Según la fábula, los árboles querían nombrar a un rey
(9:8a). El verbo traducido elegir lit. es “ungir”. La unción era el medio normal para
investir al rey en el Antiguo Oriente (ver 1 Sam. 10:1; 16:13; 1 Rey. 1:39; 2
Rey. 9:1–6; Sal. 89:20):
v Primero invitan al olivo, el más antiguo de los árboles (9:8b), pero él contesta que tiene un
trabajo más importante (9:9). El aceite se usaba para honrar a Dios en los
sacrificios vegetales (ver Lv. 2:1–7, 15, 16; 6:14, 15, 20, 21; 8:26; 14:10; Éx.
29:2, 23) y al hombre en la unción del convidado (Salm. 23:5), del sacerdote (Éx.30:22–30;
Lv. 8:10–12; 10:7; 21:12; Núm. 35:25) y del rey (1 Sam. 10:1; 16:13; 1 R. 1:39;
2 R. 9:1–6; Salm. 89:20).
Mecerme por encima de los árboles se refiere al
movimiento de los árboles en el viento (ver
Is. 7:2, donde
el mismo verbo está traducido “se estremecen”),
pero también es una crítica mordaz de los reyes que no sirven al pueblo, sino
solamente buscan elevarse por encima de él. Había muchos de ellos en Canaán.
v Luego, los árboles ofrecen el
reino a la higuera y a la vid, quienes responden como el olivo (9:10–13). El
vino nuevo (9:12) era el jugo de uva poco fermentado. Alegraba a Dios y a los
hombres en la fiesta de la cosecha (comp. v. 27).
v Luego, convertido en vino
fermentado, alegraba a Dios como libación derramada en el altar (ver Éx. 29:40;
Lv. 23:13; Amós. 2:8) y a los hombres como bebida.
El vino diluido con agua era la bebida principal en
cada hogar. De suerte que el producto de la vid era demasiado útil para que la
vid lo dejara en búsqueda de la preeminencia.
Así que, los tres principales árboles frutales (aunque nosotros no pensemos en la vid como un árbol)
de Israel rechazan la invitación de ser rey, ya que están demasiado
ocupados en hacer el bien.
v Por último los árboles invitan a la zarza (9:14). La zarza no tiene nada mejor que hacer, ya que no produce nada
útil. Por lo tanto, acepta ser ungida como rey, prometiendo a su pueblo
bendición si le es leal, pero maldición si le traiciona (9:15).
La expresión traducida en verdad está vertida por “de buena fe”
en los vv. 16 y 19. En los pactos se usa de la fidelidad entre las partes,
y se puede traducir “con lealtad” (comp. Jos. 24:14, donde está
traducida “con fidelidad”).
Aquí se refiere a la lealtad que los árboles deben
tener para con el rey zarza. La sombra que ofrece la zarza representa
protección y seguridad (comp. Salm. 91:1, 2; Lam. 4:20).
La bendición prometida por el rey zarza es absurda.
Imaginar a los árboles frondosos buscando refugio en la sombra exigua de la
zarza da risa. La maldición, en cambio, se tiene que tomar en serio, ya que la
zarza se enciende fácilmente (comp. Éx. 3:2, 3; 22:6) y puede poner en peligro
todo un bosque. Así que, aunque los árboles fueran leales, el rey zarza no les
podría traer ningún beneficio, pero si son desleales, les espera destrucción completa.
¿Quién Es Digno De Reinar? 9:7–20.
En la parábola que presentó Jotam contra Abimelec
podemos deducir varias lecciones que nos llaman la atención:
1. Los que eligen el líder tienen una gran
responsabilidad (v. 7b).
2. Los líderes tienen que hacer sacrificios
(vv. 8–14):
(1) Intereses y funciones personales.
(2) Su tiempo y talentos.
3. Los líderes tienen que
decidir si su papel de líder es buena mayordomía de sus talentos.
4. Los líderes incapaces
tienden a ejercer mayor autoridad dictatorial.
5. El líder malo encamina la nación al
desastre (v. 15).
b. Interpretación De La Fábula.
9:16-21.
En parte, la interpretación de la fábula sería
transparente aquel día. Los árboles insensatos serían los señores de Siquem, y
la zarza inútil, Abimelec. La bendición y la maldición corresponden a las
bendiciones y maldiciones proclamadas en el ungimiento de Abimelec. Tal vez los
árboles que rehusaron reinar se verían como símbolos de Gedeón y sus 70 hijos
(ver 8:22, 23).
Sin embargo, a la frase con lealtad (ver exposición
del v. 15) Jotam le da una interpretación inesperada. No habla de la fidelidad
hacia Abimelec (aunque la fábula sí se refiere a esto, ver v. 23), sino hacia
Jerobaal y su familia (9:16). Los siquemitas no han correspondido las bondades
de Jerobaal con lealtad (9:17, 18).
Jotam subraya la magnitud de su crimen al puntualizar
que fueron 70 hijos a quienes mataron, y que lo hicieron sobre una misma piedra
(ver exposición del v. 5). A
Abimelec le llama hijo de la criada de Jerobaal, recalcando así que su madre no
fue esposa plena del héroe israelita (comp. exposición de 8:31). Señala que no
ungieron a Abimelec porque era hijo de Jerobaal, sino porque era de Siquem.
Jotam luego interpreta la bendición y la maldición
(9:19, 20). Si los siquemitas han actuado con lealtad hacia Jerobaal (pero Jotam acaba
de demostrar que lo traicionaron), les desea la “bendición” de gozar de Abimelec (lo cual sería
como gozar de la sombra de la zarza), y a Abimelec le desea la
bendición de gozar del pueblo traicionero (9:19).
Si han sido desleales a Jerobaal, Jotam les maldice
con destrucción mutua por fuego (9:20). Tal vez los mismos siquemitas habían
pronunciado una maldición semejante sobre sí mismos al ungir a Abimelec como
rey (ver exposición del v. 7b).
Abimelec vería a Jotam como una amenaza a su poder. Por eso, Jotam huyó para evitar ser asesinado (9:21). Había muchos
lugares llamados Beer, pues significa “pozo”;
por esto no podemos identificar el lugar con precisión.
Los Frutos De La Rebelión. 9:23, 24.
Abimelec no se
dio cuenta de lo que iba a resultar de su rebelión y su atrocidad al matar a
los setenta de la casa de Gedeón. Veamos:
1. Resultó violencia alrededor de Siquem (v. 25).
2. Resultó sublevación de parte de Gaal (vv. 26–29).
3. Resultó
destrucción de Siquem (vv. 42–49).
4. Resultó la muerte
trágica de Abimelec (vv. 50–57).
4. Cumplimiento De La Fabula Profética. Jueces
9:22–57:
a. Inicio De La Traición De
Siquem. 9:22–25.
La fábula comenzó a cumplirse a los tres años (9:22).
Como el texto dice que Abimelec gobernó a Israel, hemos de entender que su
dominio se había extendido más allá de Siquem.
De hecho, ha trasladado la sede de su gobierno a otra
ciudad (ver v. 41), y tiene suficiente ejército no siquemita para pelear contra
Siquem (ver vv. 34–49). Por otro lado, como fue ungido rey de Siquem solamente
(ver v. 18), su dominio no abarcaba toda la nación.
El verbo traducido había gobernado no es el propio
para el gobierno de un rey. Se usa del gobierno de funcionarios inferiores al
rey (Prov. 8:16; Isa. 32:1), la autoridad de un padre de familia (Est. 1:22) y
el señorío ilegítimo (Núm. 16:13).
Aquí se usará en este último sentido. Abimelec se
creía rey de Israel, pero en realidad era un pequeño dictador ilegítimo.
Para que la maldición de Jotam se cumpliera, Dios
envió un mal espíritu (9:23a) en retribución por el mal que Abimelec y los
siquemitas habían hecho (comp. 9:56, 57).
Este espíritu se contrasta con el Espíritu de Jehová
que había venido sobre Otoniel y Gedeón para liberar a Israel (ver 3:10; 6:34).
Como Jotam había previsto, los siquemitas traicionan a Abimelec (9:23b). El
fuego comienza a salir de los señores de Siquem (comp. el v. 20).
En medio de la injusticia, Dios obra justicia. Tanto 9:23, 24 como 9:56, 57 aclaran que Dios es autor de la
retribución contra Abimelec y los siquemitas. Estos pasajes enmarcan la
historia de la retribución, la cual se ve justa, ya que corresponde en varios
aspectos al crimen cometido (ver exposición de 9:26–29, 46–49, 53).
El v. 24 pone nuevamente en relieve la perversidad del
delito al traer a colación el número 70 y el hecho que Abimelec mató a sus
propios hermanos (ver vv. 5, 18).
El valle entre los montes Ebal y Gerizim, al norte y
al sur de Siquem, era un sitio estratégico para el tráfico comercial. A través
de él pasaban el camino de la costa del mar Mediterráneo al río Jordán y el
camino de Bet-sean
en el norte a Betel y Jerusalén en el sur. En el paso angosto los señores de
Siquem robaban las caravanas, enriqueciéndose a sí mismos, y reduciendo los
impuestos que Abimelec podía cobrar por el derecho de pasar por su territorio
(9:25; ver exposición de 5:6). La falta de seguridad en los caminos pondría en
descrédito a Abimelec.
Las cumbres no serían el punto más alto de cada monte,
sino los riscos suficientemente altos para permitir la vigilancia de los
caminos (ver vv. 7, 36, 37). Puesto que Abimelec ya no vivía en Siquem (ver vv.
31, 41), los señores de Siquem pensarían que él no sabría que ellos eran los
asaltantes, pero alguien los delató (9:25b).
b. Sublevación De Siquem Bajo
Gaal. 9:26–33.
La traición se vuelve más pública y atrevida bajo la
influencia de Gaal. Aparentemente éste no vivía en Siquem (9:26). Sin embargo,
logró ganar la confianza de los señores de Siquem, probablemente con una visión
política crítica de Abimelec.
Gaal y Ebed significan “aborrecimiento” y “esclavo, siervo”,
respectivamente. Será por estos significados peyorativos que el autor
repite “hijo de
Ebed” cada vez que menciona a Gaal en 9:26–35. Tal vez los nombres
verdaderos fueron deformados en son de burla (ver
exposición de 3:8; 8:5; Ebed puede ser una deformación de “Obed”).
En la justicia simétrica de Dios, la llegada de Gaal a
Siquem corresponde a la llegada de Abimelec en el v. 1, y el apoyo que Gaal
consiguió de sus hermanos y de los señores de Siquem es paralelo al apoyo que
Abimelec logro de los hermanos de su madre y de los señores de Siquem (comp.
vv. 1–3).
La traición llega a su máxima manifestación pública en
la fiesta de la cosecha de la uva (9:27). Bajo la influencia de la comida, el
vino y el convivio, los siquemitas maldicen a Abimelec en el templo de su dios
(en el contexto la traducción en el singular es preferible), el mismo templo de
donde tomaron la plata para que Abimelec contratará a los asesinos de sus
hermanos (comp. vv. 4, 5).
Gaal encabeza la manifestación subversiva (9:28, 29).
Utiliza preguntas retóricas para ganar apoyo (9:28), así como Abimelec lo había
hecho (9:2). Las diferencias entre el Texto Masorético y el Targum en el v. 28
(ver la nota) no afectan mucho la interpretación del discurso de Gaal.
Irónicamente, Gaal, hijo de Siervo (“Ebed” es de la misma raíz que “servir”, el verbo repetido tres veces en el v. 28) aduce
que los siquemitas no deben servir a “Mi-padre-es-rey” (“Abimelec”)
a causa de su ascendencia.
Implica que el rey debe ser descendiente de Hamor, el
padre heveo de la ciudad (comp. Gn 33:19; 34:2; Jos. 24:32). Luego expresa su
anhelo de ayudar al pueblo en contra de Abimelec, si solo tuviera la autoridad
para hacerlo (9:29).
La demagogia de Gaal es otra manifestación de la
justicia de Dios. Los mismos argumentos que Abimelec había usado ahora se
emplean en su contra. Él había llegado al poder señalando que era hermano de
los siquemitas, mientras los hijos de Gedeón eran de otro pueblo (vv. 2, 3,
18). Ahora Gaal señala que Abimelec también es hijo de Jerobaal, no un
verdadero hijo de Hamor (v. 28). Ilógicamente, luego ofrece detentar el poder
(v. 29), aunque él no es de Siquem en ningún sentido (comp. v. 26).
Abimelec no está presente para oír las palabras
subversivas de Gaal, y Gaal no toma pasos para convertirlas en acciones. Sin
embargo, en su crítica incluye a Zebul, el alcalde nombrado por Abimelec
(9:28).
Al enterarse (9:30), Zebul secretamente envía
mensajeros a Abimelec para informarle (9:31) y para recomendarle una acción
militar sorpresiva contra el partido de Gaal (9:32, 33). Zebul no contempla una
batalla contra toda la ciudad, sino solamente contra Gaal y sus seguidores (v.
33b). La enmienda “en Aruma” en el v. 31 (ver la nota) no tiene apoyo
en ningún manuscrito o versión antigua.
c. Masacre En Siquem.
9:34–49.
Abimelec sigue el consejo de Zebul (9:34), escondiendo
las emboscadas en los montes Ebal y Gerizim (ver v. 36) hasta que Gaal se asoma
a la puerta de la ciudad en la mañana (9:35).
Las emboscadas de Abimelec corresponden al acecho de
los siquemitas contra él (comp. v. 25;
en heb. “acecho” y “emboscada”
son la misma palabra). ¡El fuego mutuo de la
maldición de Jotam está consumiendo (comp. v. 20)!
El ataque desde afuera es auxiliado por la astucia de
Zebul desde adentro. Cuando Gaal ve al ejército, Zebul siembra dudas en su
mente, retrasando así sus preparativos para defenderse (9:36). Luego, cuando
Gaal se convence que en efecto se acercan guerreros (9:37), Zebul le echa en
cara las palabras con que ha menospreciado a Abimelec y su ejército (9:38;
comp. v. 29).
A consecuencia de este desafío público, Gaal se halla
obligado a salir a pelear en campo abierto en vez de quedarse prudentemente
detrás de los muros de Siquem (9:39). En contextos militares gente (9:36–38) se
refiere a ejércitos (comp. vv. 32–35, 43).
En varias culturas la expresión “el
ombligo de la tierra” (9:37; ver la nota) se ha usado del centro
religioso del mundo, el vínculo principal entre el cielo y la tierra.
Ezequiel la emplea de la tierra de Israel en general
(Ez. 38:12), pero aquí denomina algún sitio más específico, probablemente el
monte Gerizim. Este fue el monte de bendición (Deut. 27:12), y todavía en los
tiempos de Jesús los habitantes de la región lo consideraban el mejor lugar
para adorar a Dios (Juan 4:20). La ubicación de la encina de los Adivinos es
desconocida.
Gaal y los mismos señores de Siquem que apoyaron a
Abimelec para ser rey (ver vv. 3, 6) salen a la batalla contra Abimelec (9:39).
Repelidos, sufren muchas bajas en su retirada (9:40). Gaal y sus seguidores
quedan debilitados y desacreditados, y el partido de Zebul fortalecido, de tal
suerte que éste logra expulsar a aquéllos (9:41). A la luz del contexto Aruma
debe ser una ciudad cerca de Siquem.
Los siquemitas creen que el conflicto se ha resuelto.
Sin embargo, la ira vengativa de Abimelec no se ha aplacado. Obtuvo el poder
por una masacre (v. 5), y ahora buscará afianzarlo por el mismo camino.
Al día siguiente, cuando el pueblo sale para continuar
la vendimia (9:42, comp. v. 27), Abimelec lanza otro ataque sorpresivo (9:43).
Su escuadrón se coloca frente a la puerta, evitando que los que están en los
cultivos tomen refugio en la ciudad (9:44a). Los otros dos escuadrones entonces
matan despiadadamente a esos indefensos (9:44b).
Luego Abimelec ataca a la ciudad misma (9:45); al
final del día la toma, mata a los habitantes, destruye los edificios y las
defensas y siembra la ciudad con sal. En el AT., “tierra salada” es tierra desértica,
estéril (comp. Deut. 29:23; Job 39:6; Salm. 107:34; Jr. 17:6).
La sal que Abimelec sembró no convirtió a Siquem en
tierra estéril, ya que eso requeriría demasiada sal. Además, no sembró los
campos con sal, sino la ciudad. La sal más bien sería simbólica, parte de un
rito que maldecía la ciudad con infertilidad. Según los arqueólogos, Siquem fue
destruida a fines del siglo XII a. de J.C.
Cuando los señores de la torre de Siquem oyeron que
Abimelec había entrado en la ciudad, buscaron refugio en la fortaleza (9:46).
Lo narrado en 9:46–49 no sucedió después de la destrucción de 9:45, sino como
parte de ella. En el heb. la frase traducida los señores que estaban en la
torre de Siquem es sencillamente “los señores de la torre de Siquem” (ver v. 47).
La torre, tal vez la misma Bet-milo de 9:6 y 20 (ver
exposición del v. 6), sería la ciudadela interior (comp. v. 51; 8:9). Más
fortificada que las murallas exteriores, era la fortaleza de la ciudad.
Según los arqueólogos, en algunas ciudades cananeas
comprendía el palacio y el templo. Los señores de la torre serían los que
vivían en o alrededor de la ciudadela, o que trabajaban en ella.
En lugar de del dios Berit H1286 (v. 46) se debe traducir “El-berit”,
o sea, “El
del pacto”. Es poco probable que hubiera un dios llamado Berit H1285, “Pacto”. En Ugarit, Él era rey de
los dioses. La lección “Baal-berit” (ver la nota) sería una
armonización con 8:33 y 9:4.
Abimelec prende fuego a la fortaleza, quemando vivos a
mil hombres y mujeres (9:48–49). El autor narra este acontecimiento con todos
los detalles, de manera que el lector horrorizado paulatinamente se va dando
cuenta del crimen monstruoso.
La primera mitad de la maldición de Jotam se cumple
con fuego literal (ver vv. 15, 20). Los que apoyaron a Abimelec en la masacre
de 9:5 ahora sufren el mismo destino a manos del mismo asesino. Los señores de
Siquem dieron a Abimelec la plata del templo de un “dios del pacto” para contratar a
los asesinos (v. 4); en la justicia simétrica de Dios el templo de un “dios del pacto”
es también el sitio donde los siquemitas maldicen a Abimelec (ver exposición
del v. 27) y él los mata (v. 49).
El monte Salmón (v. 48) tiene que ser cerca de Siquem.
El nombre significa “monte de sombra”; puede referirse a la sombra del
monte o a la sombra de sus bosques. Tal vez sea otro nombre para el monte
Gerizim o el monte Ebal.
La orden al final del v. 48 es semejante a la de Gedeón
en 7:17. En algunos aspectos el liderazgo de Abimelec se parece al de su padre
(comp. 7:16 con 9:43), pero desprovisto de su piedad.
El Ácido De La Venganza
9:42–49.
La venganza es
ácido que consume todo lo que toca, sin considerar lo bueno o lo malo de los
elementos. Es una emoción terrible que destruye las relaciones entre los seres
humanos.
Una madre mata a los hijos que ama porque no quiere
que el padre tenga custodia legal después de su divorcio. Grupos étnicos son
aniquilados por el odio que se basa en la venganza por actos políticos del
pasado. No hemos progresado mucho desde los días de Abimelec.
d. Muerte De Abimelec.
9:50-55.
La maldición se ha cumplido en contra de Siquem, pero
alcanzará a Abimelec en su campaña contra Tebes.
Tebes estaría cerca de Siquem. Tal vez Abimelec la
atacó porque, como Siquem, manifestó alguna rebelión contra él. La maldición de
9:20 sugiere que Tebes estaba relacionada de alguna manera con Siquem. Es hasta
posible que era Bet-milo.
De cualquier forma, el texto nos dice que Abimelec
intentó hacer en Tebes lo mismo que en Siquem. La sitió, la tomó (9:50), y
luego quiso matar carbonizados a los refugiados en la torre (9:51, 52). Se ha
convertido en un monstruo sanguinario. Ha matado a sus 70 hermanos y a todos
los siquemitas, y ahora no se contenta si no puede extinguir hasta el último
habitante de Tebes.
La torre era la fortaleza interior de la ciudad (9:51;
ver exposición del v. 46). Allí se refugiaron todos los sobrevivientes (sobre los señores
de la ciudad ver exposición del v. 3). Subieron a la azotea para
lanzar piedras sobre el ejército acosador.
Una mujer arrojó una piedra que golpeó a Abimelec
(9:53). Según el heb., su proyectil era la piedra superior de un molino manual.
Las piedras de esta clase halladas por los arqueólogos miden 30 y 45 cm. en
diámetro, y 5 a 8 cm. de espesor. A pesar del intento de Abimelec de evitar la
vergüenza (9:54), las generaciones posteriores recordaron que fue una mujer
quien había matado a Abimelec (ver 2 Sam. 11:21). Es segunda vez en Jueces que
una mujer propina un golpe mortal a la cabeza de un opresor de Israel con un
arma no convencional (comp. 4:21; 5:26), pero esta vez el opresor es israelita.
La retribución divina se manifiesta hasta en la manera
en que Abimelec murió. Habiendo matado a sus hermanos sobre una piedra (9:5,
18), Abimelec murió por una piedra que cayó sobre él.
El heb. sutilmente subraya este paralelo mediante la
expresión una mujer en el v. 53. La palabra traducida una se usa poco con el
sentido que tiene aquí. Sin embargo, es la misma que se halla en la frase “una misma piedra”
en los vv. 5 y 18.
Con la muerte de Abimelec la guerra termina (9:55).
Sus milicianos israelitas regresaron a sus hogares (comp. exposición de 3:27). La
causa del conflicto y derramamiento de tanta sangre ha sido la búsqueda del
poder, al estilo cananeo, por un hombre y una ciudad.
e. Interpretación Teológica Resumida.
9:56, 57.
En medio de la violencia e injusticia Dios estaba
efectuando justicia. Hizo caer sobre las cabezas de Abimelec y los siquemitas (¡lit. en el caso
de Abimelec!) la retribución que merecían. Aunque Israel se había
entregado al paganismo, el Dios verdadero seguía obrando soberanamente en medio
de ellos. Los castigó por medio de su propio pecado. Los asesinos sufrieron una muerte violenta y los
idólatras cayeron bajo la maldición divina. En las generaciones posteriores,
especialmente en el reino del norte, los israelitas encontraron en esta
historia una explicación de la obra de Dios en medio del caos religioso, ético,
social y político de sus propios tiempos. La misma explicación tiene vigencia
todavía en el mundo convulsionado de hoy.
Una Retribución Merecida 9:54.
Abimelec había matado a miles de personas, comenzando
con los setenta hermanos. Después, encabezó movimientos para tomar control de
todos los israelitas. Pero cuando llegó para tomar a Tebes, encontró su propio
golpe mortal a manos de una mujer que dejó caer una piedra de molino sobre su
cabeza.
Pidió una muerte honorable a manos de su escudero,
quien cumplió con su petición. A veces los hombres poderosos experimentan una
caída mortal a manos de una persona o una tentación insignificante.
Estudios para el
Domingo.
Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.
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