lunes, 19 de agosto de 2019

LA TIRANÍA DE ABIMELEC: JUECES 9:1-57.


LA TIRANÍA DE ABIMELEC:
JUECES 9:1-57.
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:


1.      Golpe de Estado. Jueces 9:1–6.
Al leer Abimelec, hijo de Jerobaal al inicio de 9:1, podríamos pensar que él también contenderá con Baal (comp. 6:32).
Por otro lado, aparece inmediatamente después del reporte de la apostasía, donde se introducen los opresores en las narraciones anteriores. En efecto el hijo del libertador se convertirá en un rey más que oprime a Israel.
A lo largo del cap. 9 al padre de Abimelec se le llama Jerobaal. El nombre nos recuerda que los siquemitas se han apartado radicalmente del ejemplo de aquel que contendió con Baal.

El libro de Josué no dice que Siquem fuera capturada por Israel, pero fue designada ciudad levítica (Jos. 20:7; 21:21), y allí se celebraron dos renovaciones del pacto con Jehová (Jos. 8:30–35; 24:1–28). Las Cartas de Amarna del principio del siglo XIV revelan que el rey de Siquem había admitido a los habiru en su distrito.
Posiblemente esto signifique que Israel hizo un tratado de paz con Siquem, en vez de conquistarla, o que Siquem se unió a Israel, aceptando el pacto con Jehová. Esto explicaría la población cananea (ver 9:28) y la influencia pagana en la ciudad. La conducta de los siquemitas en este capítulo y su efecto devastador en Israel ilustran el resultado de los pactos prohibidos con los cananeos (ver 2:2).

Los jueces fueron levantados por Jehová (ver 2:16, 18; 3:9, 15), pero Abimelec se elevó a sí mismo. Viajó a Siquem, la ciudad de su madre (comp. 8:31), probablemente desde Ofra, donde viviría con su padre.
Buscó el apoyo de los familiares de su madre, para que ellos convencieron a sus conciudadanos que él debía ser el rey (9:1, 2).

Los señores de Siquem no serían todos los que vivían allí, pues el capítulo distingue entre los señores de Siquem (v. 39) yel pueblo(v. 42), y entre los señores de Tebes y la demás gente de esa ciudad (v. 51). La misma distinción se halla en varias inscripciones del Antiguo Oriente.
Sobre el uso de la expresión señores de la ciudad X”, comp. También los vv. 6, 7, 18, 20, 23–26, 46, 47; 20:5; Josué 24:11; 1 Samuel 23:11, 12; 2 Samuel; 21:12. Tal vez eran todos los varones padres de familia que poseían terrenos, y constituían la asamblea de la ciudad.

Abimelec presenta dos argumentos a los siquemitas:
(1) Una monarquía sería mejor que una oligarquía, y
(2) Un gobernante autóctono velaría mejor por sus intereses.
Con la expresión soy hueso vuestro y carne vuestra Abimelec se identifica como miembro de la gran familia de Siquem (comp. Gn. 2:23; 29:14). Tal vez argumentó que centralizar el poder en una persona reduciría el desorden en la sociedad (comp. 17:6; 21:25) y aumentaría el poder militar (comp. 1 Sam. 8:19, 20).

Aunque buscaba ser rey (ver v. 6), Abimelec no usa este vocablo, tal vez por un prejuicio en Israel contra el sistema monárquico de las ciudades cananeas (ver exposición de 4:2 y 8:22).
De semejante manera Julio César, aun cuando había sido nombrado dictador vitalicio de Roma, evitó el título de rey, porque en la república romana había un fuerte prejuicio en contra del antiguo sistema monárquico.

Los señores de Siquem se dejaron persuadir (9:3). Hizo mella en ellos el argumento que Abimelec era uno de ellos (comp. el v. 18).

El templo financió el golpe de Estado (9:4), de manera que las aspiraciones políticas de Abimelec fueron comprometidas con el sistema religioso cananeo. Israel había renovado su pacto con Jehová en Siquem dos veces (ver Jos. 8:30–35; 24:1–28).
Ahora en el mismo lugar el pueblo de Jehová adora a otro dios del pacto (ver exposición de 8:33).

Con los 70 siclos de plata Abimelec contrató a algunos mercenarios. El adjetivo traducido ocioso es lit. vacíos”. Aquí ha de significar vacíos moralmente, carentes de principios éticos”.
Aquí y en 11:3 se usa de mercenarios que se venden al mejor postor, en este caso para asesinar. El precio por la muerte de cada hijo de Gedeón resulta siendo un siclo de plata (sobre el valor del ciclo, ver exposición de 16:5).

En 9:5a nos enteramos del plan diabólico de Abimelec. Elimina toda la competencia a través de una masacre. El versículo atribuye la matanza a Abimelec, el autor intelectual, y puntualiza que la efectuó:
(a) En la casa de su padre,
(b) Contra sus propios hermanos,
(c) Matando a 70 personas,
(d) Sobre una misma piedra.
Matarlos sobre una misma piedra implicaba primero capturarlos y luego ejecutarlos uno por uno. Este crimen fue un agravante en sí horripilante (comp. v. 18).
Tal vez tenía algún significado religioso, quizás como un sacrificio a Baal (comp. 1 Sam. 14:33, 34). Esta masacre política anticipa otras en el reino del norte, el cual fue fundado en Siquem (ver 1 R. 12:25; 15:29; 2 R. 10:1–17), y una en Judá por una mujer del norte (ver 2 R. 8:26; 11:1).

Abimelec tiene más parecido al Gedeón del cap. 8 que al Gedeón del cap. 6 (y al Jeter de 8:20). Pero a Abimelec le falta lo que salva a Gedeón de convertirse en un monstruo: la fe en Jehová.
La nota sobre Jotam (9:5b) crea la expectativa de que él volverá a aparecer en el escenario. También implica que el número 70 es una cifra redonda en 8:30 y 9:2, o bien en 9:5, 18.

Cuando Abimelec regresó, se celebró una asamblea para ungir como rey (9:6). Bet-milo, casa del relleno, tal vez sea la torre de Siquem (ver exposición de 9:46), ya que la maldición de Jotam contra Bet milo (9:20) se cumple contra los señores de la torre (9:47, 49).
En ese caso, la torre sería construida sobre un relleno, y los de Bet-milo serían los que vivían en la acrópolis de la ciudad, probablemente la clase alta (ver exposición del v. 46). Hubo también un Milo en Jerusalén (comp. 2 Sam. 5:9; 1 R. 9:15, 24; 11:27).

Aparentemente la encina donde ungieron a Abimelec tenía algún significado especial. Tal vez era la misma encina donde Jehová apareció a Abram (Gn. 12:6, 7), Jacob sepultó los ídolos (Gn. 35:4) y Josué erigió una piedra como testigo del pacto con Jehová (Jos. 24:25–27). Ahora, sin embargo, la historia sagrada del árbol se utiliza para legitimar la proclamación de un rey asesino que adora a Baal-berit.
La piedra ritual también sería dedicada a Baal. A la verdad, el heb. no menciona una piedra sino alguna clase de fortificación (en Is. 29:3 la palabra está traducidamuros de asedio”).
Sin embargo, el heb. es oscuro, y muchos estudiosos aceptan la enmienda piedra ritual”. Tal vez la misma piedra que Josué colocó como testigo del pacto entre Israel y Jehová (ver Jos. 24:25–27) ahora se usa para adorar a Baal del Pacto”.


 El Camino De La Ambición  9:6.

Abimelec es ejemplo de una persona cuya ambición consumió toda su capacidad para razonar en forma objetiva. Este defecto lo llevó camino abajo:

1. La destrucción comienza con el egoísmo, cuando uno piensa más de sí de lo que debiera.
2. La destrucción progresa con el engaño, cuando uno comienza a obrar de tal forma que saca provecho para sí.
3. La destrucción culmina en la crueldad, cuando uno está dispuesto a matar a los que representan una amenaza a sus ambiciones.

El Ejercicio Sano Del Poder. 
Abimelec es ejemplo de uno que no utilizó el poder en forma sana. Veamos los principios que nos guían en el ejercicio sano del poder:

1.     Cuando uno glorifica a Dios con el poder.
2.     Cuando uno hace la voluntad de Dios en la utilización del poder.
3.     Cuando uno busca el bien del prójimo al ejercer el poder. 

2.      Fábula Profética De Jotam. Jueces 9:7–21:

a. Narración De La Fábula. 9:7–15.
Enterándose de la asamblea, Jotam interrumpe el festejo (9:7a). No estaría en la mera cumbre del monte Gerizim, unos 300 m. arriba de Siquem, sino en uno de los riscos suspendidos sobre la ciudad (comp. vv. 25, 36, 37). Los congregados podrían oír su voz pero no alcanzarlo para hacerle daño.

A Jotam le corresponde vengar la sangre de sus hermanos, pero no puede atacar directamente a los asesinos. Por lo tanto, los maldice, en efecto encargando a Dios la venganza. Expresa su maldición por medio de una fábula (un cuento moralizante en que los personajes son plantas o animales con características humanas).
En la fábula de Jotam los personajes son árboles (comp. 2 R. 14:9, 10). La curiosidad que despierta la fábula permite a Jotam mantener la atención de los siquemitas, aun cuando el mensaje no será de su agrado.

Jotam introduce su discurso con un llamado a escuchar (9:7b). ¿En qué sentido quería que Dios escuchara a los siquemitas? Una opinión es que deseaba que confesaran sus pecados a Dios. Según otros, quería que Dios fuera testigo de la respuesta de ellos a la fábula.
Es más probable que llamaba a Dios a escuchar los votos mutuos que los siquemitas y Abimelec hacían (comp. 11:10, 11, donde sea testigo es traducción del mismo verbo aquí vertido por escuché). Según la costumbre, esos votos incluirían maldiciones para los incumplidos.
Jotam estaba seguro de que Abimelec y los siquemitas no se mantendrían fieles a sus votos, ya que habían sido desleales a la familia de Jerobaal. Por lo tanto, llama a Dios a ser testigo de los votos y a ejecutar la maldición cuando éstos se rompan.

Al hablar con los adoradores de Baal-berit, Jotam no usa el nombre específico Jehová, sino el sustantivo más general Dios. De hecho, el autor no utiliza "Jehová" en todo el capítulo (aún la palabraDiosaparece solamente aquí y en los vv. 23, 56, 57; comp. exposición de 14:4).
Esto sugiere que Dios trata a Siquem como a los pueblos no israelitas (comp. 1:7; 3:20; 7:13). En las historias de los jueces, Jehová trata a Israel con misericordia; en la historia de Abimelec, Diosles trata con justicia retributiva (comp. 1:7). Este capítulo da una idea de cómo estaría Israel si Jehová no les levantara jueces.

Según la fábula, los árboles querían nombrar a un rey (9:8a). El verbo traducido elegir lit. es ungir”. La unción era el medio normal para investir al rey en el Antiguo Oriente (ver 1 Sam. 10:1; 16:13; 1 Rey. 1:39; 2 Rey. 9:1–6; Sal. 89:20):

v Primero invitan al olivo, el más antiguo de los árboles (9:8b), pero él contesta que tiene un trabajo más importante (9:9). El aceite se usaba para honrar a Dios en los sacrificios vegetales (ver Lv. 2:1–7, 15, 16; 6:14, 15, 20, 21; 8:26; 14:10; Éx. 29:2, 23) y al hombre en la unción del convidado (Salm. 23:5), del sacerdote (Éx.30:22–30; Lv. 8:10–12; 10:7; 21:12; Núm. 35:25) y del rey (1 Sam. 10:1; 16:13; 1 R. 1:39; 2 R. 9:1–6; Salm. 89:20).
Mecerme por encima de los árboles se refiere al movimiento de los árboles en el viento (ver Is. 7:2, donde el mismo verbo está traducido se estremecen”), pero también es una crítica mordaz de los reyes que no sirven al pueblo, sino solamente buscan elevarse por encima de él. Había muchos de ellos en Canaán.
v Luego, los árboles ofrecen el reino a la higuera y a la vid, quienes responden como el olivo (9:10–13). El vino nuevo (9:12) era el jugo de uva poco fermentado. Alegraba a Dios y a los hombres en la fiesta de la cosecha (comp. v. 27).
v Luego, convertido en vino fermentado, alegraba a Dios como libación derramada en el altar (ver Éx. 29:40; Lv. 23:13; Amós. 2:8) y a los hombres como bebida.
El vino diluido con agua era la bebida principal en cada hogar. De suerte que el producto de la vid era demasiado útil para que la vid lo dejara en búsqueda de la preeminencia.
Así que, los tres principales árboles frutales (aunque nosotros no pensemos en la vid como un árbol) de Israel rechazan la invitación de ser rey, ya que están demasiado ocupados en hacer el bien.
v  Por último los árboles invitan a la zarza (9:14). La zarza no tiene nada mejor que hacer, ya que no produce nada útil. Por lo tanto, acepta ser ungida como rey, prometiendo a su pueblo bendición si le es leal, pero maldición si le traiciona (9:15).
La expresión traducida en verdad está vertida por de buena feen los vv. 16 y 19. En los pactos se usa de la fidelidad entre las partes, y se puede traducir con lealtad” (comp. Jos. 24:14, donde está traducidacon fidelidad”).
Aquí se refiere a la lealtad que los árboles deben tener para con el rey zarza. La sombra que ofrece la zarza representa protección y seguridad (comp. Salm. 91:1, 2; Lam. 4:20).

La bendición prometida por el rey zarza es absurda. Imaginar a los árboles frondosos buscando refugio en la sombra exigua de la zarza da risa. La maldición, en cambio, se tiene que tomar en serio, ya que la zarza se enciende fácilmente (comp. Éx. 3:2, 3; 22:6) y puede poner en peligro todo un bosque. Así que, aunque los árboles fueran leales, el rey zarza no les podría traer ningún beneficio, pero si son desleales, les espera destrucción completa.
 ¿Quién Es Digno De Reinar?  9:7–20.

En la parábola que presentó Jotam contra Abimelec podemos deducir varias lecciones que nos llaman la atención:
1.   Los que eligen el líder tienen una gran responsabilidad (v. 7b).
2.   Los líderes tienen que hacer sacrificios (vv. 8–14):
           (1)     Intereses y funciones personales.
           (2)     Su tiempo y talentos.
3. Los líderes tienen que decidir si su papel de líder es buena mayordomía de sus talentos.
4.  Los líderes incapaces tienden a ejercer mayor autoridad dictatorial.
5.  El líder malo encamina la nación al desastre (v. 15).


b. Interpretación De La Fábula. 9:16-21.
En parte, la interpretación de la fábula sería transparente aquel día. Los árboles insensatos serían los señores de Siquem, y la zarza inútil, Abimelec. La bendición y la maldición corresponden a las bendiciones y maldiciones proclamadas en el ungimiento de Abimelec. Tal vez los árboles que rehusaron reinar se verían como símbolos de Gedeón y sus 70 hijos (ver 8:22, 23).

Sin embargo, a la frase con lealtad (ver exposición del v. 15) Jotam le da una interpretación inesperada. No habla de la fidelidad hacia Abimelec (aunque la fábula sí se refiere a esto, ver v. 23), sino hacia Jerobaal y su familia (9:16). Los siquemitas no han correspondido las bondades de Jerobaal con lealtad (9:17, 18).
Jotam subraya la magnitud de su crimen al puntualizar que fueron 70 hijos a quienes mataron, y que lo hicieron sobre una misma piedra (ver exposición del v. 5). A Abimelec le llama hijo de la criada de Jerobaal, recalcando así que su madre no fue esposa plena del héroe israelita (comp. exposición de 8:31). Señala que no ungieron a Abimelec porque era hijo de Jerobaal, sino porque era de Siquem.

Jotam luego interpreta la bendición y la maldición (9:19, 20). Si los siquemitas han actuado con lealtad hacia Jerobaal (pero Jotam acaba de demostrar que lo traicionaron), les desea la bendición de gozar de Abimelec (lo cual sería como gozar de la sombra de la zarza), y a Abimelec le desea la bendición de gozar del pueblo traicionero (9:19).
Si han sido desleales a Jerobaal, Jotam les maldice con destrucción mutua por fuego (9:20). Tal vez los mismos siquemitas habían pronunciado una maldición semejante sobre sí mismos al ungir a Abimelec como rey (ver exposición del v. 7b).

Abimelec vería a Jotam como una amenaza a su poder. Por eso, Jotam huyó para evitar ser asesinado (9:21). Había muchos lugares llamados Beer, pues significa pozo; por esto no podemos identificar el lugar con precisión.

 Los Frutos De La Rebelión.  9:23, 24.
 Abimelec no se dio cuenta de lo que iba a resultar de su rebelión y su atrocidad al matar a los setenta de la casa de Gedeón. Veamos:
1.     Resultó violencia alrededor de Siquem (v. 25).
2.     Resultó sublevación de parte de Gaal (vv. 26–29).
3.     Resultó destrucción de Siquem (vv. 42–49).
4.     Resultó la muerte trágica de Abimelec (vv. 50–57).

4.      Cumplimiento De La Fabula Profética. Jueces 9:22–57:

a. Inicio De La Traición De Siquem. 9:22–25.
La fábula comenzó a cumplirse a los tres años (9:22). Como el texto dice que Abimelec gobernó a Israel, hemos de entender que su dominio se había extendido más allá de Siquem.
De hecho, ha trasladado la sede de su gobierno a otra ciudad (ver v. 41), y tiene suficiente ejército no siquemita para pelear contra Siquem (ver vv. 34–49). Por otro lado, como fue ungido rey de Siquem solamente (ver v. 18), su dominio no abarcaba toda la nación.

El verbo traducido había gobernado no es el propio para el gobierno de un rey. Se usa del gobierno de funcionarios inferiores al rey (Prov. 8:16; Isa. 32:1), la autoridad de un padre de familia (Est. 1:22) y el señorío ilegítimo (Núm. 16:13).
Aquí se usará en este último sentido. Abimelec se creía rey de Israel, pero en realidad era un pequeño dictador ilegítimo.

Para que la maldición de Jotam se cumpliera, Dios envió un mal espíritu (9:23a) en retribución por el mal que Abimelec y los siquemitas habían hecho (comp. 9:56, 57).
Este espíritu se contrasta con el Espíritu de Jehová que había venido sobre Otoniel y Gedeón para liberar a Israel (ver 3:10; 6:34). Como Jotam había previsto, los siquemitas traicionan a Abimelec (9:23b). El fuego comienza a salir de los señores de Siquem (comp. el v. 20).

En medio de la injusticia, Dios obra justicia. Tanto 9:23, 24 como 9:56, 57 aclaran que Dios es autor de la retribución contra Abimelec y los siquemitas. Estos pasajes enmarcan la historia de la retribución, la cual se ve justa, ya que corresponde en varios aspectos al crimen cometido (ver exposición de 9:26–29, 46–49, 53).
El v. 24 pone nuevamente en relieve la perversidad del delito al traer a colación el número 70 y el hecho que Abimelec mató a sus propios hermanos (ver vv. 5, 18).

El valle entre los montes Ebal y Gerizim, al norte y al sur de Siquem, era un sitio estratégico para el tráfico comercial. A través de él pasaban el camino de la costa del mar Mediterráneo al río Jordán y el camino de Bet-sean en el norte a Betel y Jerusalén en el sur. En el paso angosto los señores de Siquem robaban las caravanas, enriqueciéndose a sí mismos, y reduciendo los impuestos que Abimelec podía cobrar por el derecho de pasar por su territorio (9:25; ver exposición de 5:6). La falta de seguridad en los caminos pondría en descrédito a Abimelec.
Las cumbres no serían el punto más alto de cada monte, sino los riscos suficientemente altos para permitir la vigilancia de los caminos (ver vv. 7, 36, 37). Puesto que Abimelec ya no vivía en Siquem (ver vv. 31, 41), los señores de Siquem pensarían que él no sabría que ellos eran los asaltantes, pero alguien los delató (9:25b).

b. Sublevación De Siquem Bajo Gaal. 9:26–33.
La traición se vuelve más pública y atrevida bajo la influencia de Gaal. Aparentemente éste no vivía en Siquem (9:26). Sin embargo, logró ganar la confianza de los señores de Siquem, probablemente con una visión política crítica de Abimelec.
Gaal y Ebed significan aborrecimiento y esclavo, siervo”, respectivamente. Será por estos significados peyorativos que el autor repite hijo de Ebed” cada vez que menciona a Gaal en 9:26–35. Tal vez los nombres verdaderos fueron deformados en son de burla (ver exposición de 3:8; 8:5; Ebed puede ser una deformación de Obed”).
En la justicia simétrica de Dios, la llegada de Gaal a Siquem corresponde a la llegada de Abimelec en el v. 1, y el apoyo que Gaal consiguió de sus hermanos y de los señores de Siquem es paralelo al apoyo que Abimelec logro de los hermanos de su madre y de los señores de Siquem (comp. vv. 1–3).

La traición llega a su máxima manifestación pública en la fiesta de la cosecha de la uva (9:27). Bajo la influencia de la comida, el vino y el convivio, los siquemitas maldicen a Abimelec en el templo de su dios (en el contexto la traducción en el singular es preferible), el mismo templo de donde tomaron la plata para que Abimelec contratará a los asesinos de sus hermanos (comp. vv. 4, 5).

Gaal encabeza la manifestación subversiva (9:28, 29). Utiliza preguntas retóricas para ganar apoyo (9:28), así como Abimelec lo había hecho (9:2). Las diferencias entre el Texto Masorético y el Targum en el v. 28 (ver la nota) no afectan mucho la interpretación del discurso de Gaal. Irónicamente, Gaal, hijo de Siervo (“Ebedes de la misma raíz queservir”, el verbo repetido tres veces en el v. 28) aduce que los siquemitas no deben servir a Mi-padre-es-rey” (“Abimelec”) a causa de su ascendencia.
Implica que el rey debe ser descendiente de Hamor, el padre heveo de la ciudad (comp. Gn 33:19; 34:2; Jos. 24:32). Luego expresa su anhelo de ayudar al pueblo en contra de Abimelec, si solo tuviera la autoridad para hacerlo (9:29).
La demagogia de Gaal es otra manifestación de la justicia de Dios. Los mismos argumentos que Abimelec había usado ahora se emplean en su contra. Él había llegado al poder señalando que era hermano de los siquemitas, mientras los hijos de Gedeón eran de otro pueblo (vv. 2, 3, 18). Ahora Gaal señala que Abimelec también es hijo de Jerobaal, no un verdadero hijo de Hamor (v. 28). Ilógicamente, luego ofrece detentar el poder (v. 29), aunque él no es de Siquem en ningún sentido (comp. v. 26).

Abimelec no está presente para oír las palabras subversivas de Gaal, y Gaal no toma pasos para convertirlas en acciones. Sin embargo, en su crítica incluye a Zebul, el alcalde nombrado por Abimelec (9:28).
Al enterarse (9:30), Zebul secretamente envía mensajeros a Abimelec para informarle (9:31) y para recomendarle una acción militar sorpresiva contra el partido de Gaal (9:32, 33). Zebul no contempla una batalla contra toda la ciudad, sino solamente contra Gaal y sus seguidores (v. 33b). La enmienda en Aruma en el v. 31 (ver la nota) no tiene apoyo en ningún manuscrito o versión antigua.

c. Masacre En Siquem. 9:34–49.
Abimelec sigue el consejo de Zebul (9:34), escondiendo las emboscadas en los montes Ebal y Gerizim (ver v. 36) hasta que Gaal se asoma a la puerta de la ciudad en la mañana (9:35).
Las emboscadas de Abimelec corresponden al acecho de los siquemitas contra él (comp. v. 25; en heb. “acecho” y “emboscada” son la misma palabra). ¡El fuego mutuo de la maldición de Jotam está consumiendo (comp. v. 20)!

El ataque desde afuera es auxiliado por la astucia de Zebul desde adentro. Cuando Gaal ve al ejército, Zebul siembra dudas en su mente, retrasando así sus preparativos para defenderse (9:36). Luego, cuando Gaal se convence que en efecto se acercan guerreros (9:37), Zebul le echa en cara las palabras con que ha menospreciado a Abimelec y su ejército (9:38; comp. v. 29).
A consecuencia de este desafío público, Gaal se halla obligado a salir a pelear en campo abierto en vez de quedarse prudentemente detrás de los muros de Siquem (9:39). En contextos militares gente (9:36–38) se refiere a ejércitos (comp. vv. 32–35, 43).

En varias culturas la expresión el ombligo de la tierra (9:37; ver la nota) se ha usado del centro religioso del mundo, el vínculo principal entre el cielo y la tierra.

Ezequiel la emplea de la tierra de Israel en general (Ez. 38:12), pero aquí denomina algún sitio más específico, probablemente el monte Gerizim. Este fue el monte de bendición (Deut. 27:12), y todavía en los tiempos de Jesús los habitantes de la región lo consideraban el mejor lugar para adorar a Dios (Juan 4:20). La ubicación de la encina de los Adivinos es desconocida.

Gaal y los mismos señores de Siquem que apoyaron a Abimelec para ser rey (ver vv. 3, 6) salen a la batalla contra Abimelec (9:39). Repelidos, sufren muchas bajas en su retirada (9:40). Gaal y sus seguidores quedan debilitados y desacreditados, y el partido de Zebul fortalecido, de tal suerte que éste logra expulsar a aquéllos (9:41). A la luz del contexto Aruma debe ser una ciudad cerca de Siquem.

Los siquemitas creen que el conflicto se ha resuelto. Sin embargo, la ira vengativa de Abimelec no se ha aplacado. Obtuvo el poder por una masacre (v. 5), y ahora buscará afianzarlo por el mismo camino.
Al día siguiente, cuando el pueblo sale para continuar la vendimia (9:42, comp. v. 27), Abimelec lanza otro ataque sorpresivo (9:43). Su escuadrón se coloca frente a la puerta, evitando que los que están en los cultivos tomen refugio en la ciudad (9:44a). Los otros dos escuadrones entonces matan despiadadamente a esos indefensos (9:44b).

Luego Abimelec ataca a la ciudad misma (9:45); al final del día la toma, mata a los habitantes, destruye los edificios y las defensas y siembra la ciudad con sal. En el AT., tierra salada es tierra desértica, estéril (comp. Deut. 29:23; Job 39:6; Salm. 107:34; Jr. 17:6).
La sal que Abimelec sembró no convirtió a Siquem en tierra estéril, ya que eso requeriría demasiada sal. Además, no sembró los campos con sal, sino la ciudad. La sal más bien sería simbólica, parte de un rito que maldecía la ciudad con infertilidad. Según los arqueólogos, Siquem fue destruida a fines del siglo XII a. de J.C.

Cuando los señores de la torre de Siquem oyeron que Abimelec había entrado en la ciudad, buscaron refugio en la fortaleza (9:46). Lo narrado en 9:46–49 no sucedió después de la destrucción de 9:45, sino como parte de ella. En el heb. la frase traducida los señores que estaban en la torre de Siquem es sencillamente los señores de la torre de Siquem (ver v. 47).
La torre, tal vez la misma Bet-milo de 9:6 y 20 (ver exposición del v. 6), sería la ciudadela interior (comp. v. 51; 8:9). Más fortificada que las murallas exteriores, era la fortaleza de la ciudad.
Según los arqueólogos, en algunas ciudades cananeas comprendía el palacio y el templo. Los señores de la torre serían los que vivían en o alrededor de la ciudadela, o que trabajaban en ella.

En lugar de del dios Berit  H1286 (v. 46) se debe traducir El-berit”, o sea, El del pacto”. Es poco probable que hubiera un dios llamado Berit  H1285, Pacto”. En Ugarit, Él era rey de los dioses. La lección Baal-berit (ver la nota) sería una armonización con 8:33 y 9:4.

Abimelec prende fuego a la fortaleza, quemando vivos a mil hombres y mujeres (9:48–49). El autor narra este acontecimiento con todos los detalles, de manera que el lector horrorizado paulatinamente se va dando cuenta del crimen monstruoso.

La primera mitad de la maldición de Jotam se cumple con fuego literal (ver vv. 15, 20). Los que apoyaron a Abimelec en la masacre de 9:5 ahora sufren el mismo destino a manos del mismo asesino. Los señores de Siquem dieron a Abimelec la plata del templo de un dios del pactopara contratar a los asesinos (v. 4); en la justicia simétrica de Dios el templo de un dios del pacto es también el sitio donde los siquemitas maldicen a Abimelec (ver exposición del v. 27) y él los mata (v. 49).

El monte Salmón (v. 48) tiene que ser cerca de Siquem. El nombre significa monte de sombra; puede referirse a la sombra del monte o a la sombra de sus bosques. Tal vez sea otro nombre para el monte Gerizim o el monte Ebal.

La orden al final del v. 48 es semejante a la de Gedeón en 7:17. En algunos aspectos el liderazgo de Abimelec se parece al de su padre (comp. 7:16 con 9:43), pero desprovisto de su piedad.

 El Ácido De La Venganza  9:42–49.
 La venganza es ácido que consume todo lo que toca, sin considerar lo bueno o lo malo de los elementos. Es una emoción terrible que destruye las relaciones entre los seres humanos.
Una madre mata a los hijos que ama porque no quiere que el padre tenga custodia legal después de su divorcio. Grupos étnicos son aniquilados por el odio que se basa en la venganza por actos políticos del pasado. No hemos progresado mucho desde los días de Abimelec.


d. Muerte De Abimelec. 9:50-55.
La maldición se ha cumplido en contra de Siquem, pero alcanzará a Abimelec en su campaña contra Tebes.

Tebes estaría cerca de Siquem. Tal vez Abimelec la atacó porque, como Siquem, manifestó alguna rebelión contra él. La maldición de 9:20 sugiere que Tebes estaba relacionada de alguna manera con Siquem. Es hasta posible que era Bet-milo.
De cualquier forma, el texto nos dice que Abimelec intentó hacer en Tebes lo mismo que en Siquem. La sitió, la tomó (9:50), y luego quiso matar carbonizados a los refugiados en la torre (9:51, 52). Se ha convertido en un monstruo sanguinario. Ha matado a sus 70 hermanos y a todos los siquemitas, y ahora no se contenta si no puede extinguir hasta el último habitante de Tebes.

La torre era la fortaleza interior de la ciudad (9:51; ver exposición del v. 46). Allí se refugiaron todos los sobrevivientes (sobre los señores de la ciudad ver exposición del v. 3). Subieron a la azotea para lanzar piedras sobre el ejército acosador.

Una mujer arrojó una piedra que golpeó a Abimelec (9:53). Según el heb., su proyectil era la piedra superior de un molino manual. Las piedras de esta clase halladas por los arqueólogos miden 30 y 45 cm. en diámetro, y 5 a 8 cm. de espesor. A pesar del intento de Abimelec de evitar la vergüenza (9:54), las generaciones posteriores recordaron que fue una mujer quien había matado a Abimelec (ver 2 Sam. 11:21). Es segunda vez en Jueces que una mujer propina un golpe mortal a la cabeza de un opresor de Israel con un arma no convencional (comp. 4:21; 5:26), pero esta vez el opresor es israelita.

La retribución divina se manifiesta hasta en la manera en que Abimelec murió. Habiendo matado a sus hermanos sobre una piedra (9:5, 18), Abimelec murió por una piedra que cayó sobre él.
El heb. sutilmente subraya este paralelo mediante la expresión una mujer en el v. 53. La palabra traducida una se usa poco con el sentido que tiene aquí. Sin embargo, es la misma que se halla en la frase una misma piedra en los vv. 5 y 18.

Con la muerte de Abimelec la guerra termina (9:55). Sus milicianos israelitas regresaron a sus hogares (comp. exposición de 3:27). La causa del conflicto y derramamiento de tanta sangre ha sido la búsqueda del poder, al estilo cananeo, por un hombre y una ciudad.

e. Interpretación Teológica Resumida. 9:56, 57.
En medio de la violencia e injusticia Dios estaba efectuando justicia. Hizo caer sobre las cabezas de Abimelec y los siquemitas (¡lit. en el caso de Abimelec!) la retribución que merecían. Aunque Israel se había entregado al paganismo, el Dios verdadero seguía obrando soberanamente en medio de ellos. Los castigó por medio de su propio pecado. Los asesinos sufrieron una muerte violenta y los idólatras cayeron bajo la maldición divina. En las generaciones posteriores, especialmente en el reino del norte, los israelitas encontraron en esta historia una explicación de la obra de Dios en medio del caos religioso, ético, social y político de sus propios tiempos. La misma explicación tiene vigencia todavía en el mundo convulsionado de hoy.


Una Retribución Merecida  9:54.
Abimelec había matado a miles de personas, comenzando con los setenta hermanos. Después, encabezó movimientos para tomar control de todos los israelitas. Pero cuando llegó para tomar a Tebes, encontró su propio golpe mortal a manos de una mujer que dejó caer una piedra de molino sobre su cabeza.
Pidió una muerte honorable a manos de su escudero, quien cumplió con su petición. A veces los hombres poderosos experimentan una caída mortal a manos de una persona o una tentación insignificante.


Estudios para el Domingo.

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.




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