LA EMIGRACIÓN
DANITA:
JUECES 18:1-31
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
I. El Santuario De Dan. JUECES 18:1–31:
Las primeras
oraciones de este capítulo parecen iniciar una nueva historia. Sin embargo, a partir de v. 2b se
ve que se relaciona con el capítulo anterior. Relata cómo las imágenes de
Micaías y su sacerdote le fueron arrebatados por la tribu de Dan.
a. Cinco Espías De Dan.
18:1–10.
La primera oración del capítulo concluye 17:7–13 (así como la misma oración en 21:25 es una
conclusión) y a la vez introduce el cap. 18 (así como la oración semejante en
19:1 es una introducción). Recordando el
uso de la oración en 17:6, nos preguntamos si en el cap. 18 también cada uno
hará lo que le parecía recto ante sus propios ojos.
Como Dan no había logrado conquistar su región
asignada (comp. 1:34, 35; Jos. 19:40–47a), buscaba otra (18:1). Su fracaso en
la conquista se debió a sus alianzas con los cananeos (ver 2:1–3), y la
búsqueda de otra tierra era un rechazo de la distribución divina de la tierra.
Habrá varios paralelos entre la búsqueda y conquista
del nuevo territorio y la conquista de Canaán por Israel, pero las semejanzas
servirán para poner en relieve los contrastes (ver exposición de los vv. 2, 7,
10, 11, 17, 27, y el párrafo después de la exposición del v. 26).
Como Israel, los danitas enviaron a espías (18:2a;
comp. Núm. 13:1, 2; Jos. 2:1). La expresión heb. traducida valientes se refiere
a guerreros. Los cinco eran de entre todos ellos, pero provenían solamente de Zora
y de Estaol.
Parece que Dan no había conquistado mucho más que esta región (comp. 13:2, 25;
16:31).
El autor habla más sobre lo que pasó en la casa de
Micaías que en todo el resto del viaje de los espías. El v. 2b resume su estancia con Micaías, y luego los vv. 3–6 dan los
detalles.
Cuando los espías pasaban por la casa oyeron la voz
del levita, y la reconocieron (18:3a). Muchos comentaristas opinan que
solamente reconocieron el acento de Judá (comp. 12:5, 6). Sin embargo, el resto
del versículo da a entender que los danitas habían conocido al joven antes. El
verbo traducido se acercaron es más lit. “se apartaron (del camino)”
(ver la traducción del mismo verbo en 14:8).
La casa estaría sobre una ruta principal del sur al
norte. Los danitas, pasando por el camino, no pensaban entrar en la casa, pero
al oír la voz de un conocido (tendremos que esperar hasta el 18:30 para averiguar por qué le conocen), salen del
camino para saludarlo.
De manera que si no hubieran oído al levita, no se
habrían dado cuenta del santuario. La presencia del levita, lejos de ser el
esperado medio de bendición para Micaías (ver 17:13), aquí da inicio a una serie de eventos que culminará en su
despojo (comp. v. 24).
De la respuesta del levita, la parte que interesa está
al final del v. 4. Interesa a los
espías, porque creen que si el joven es sacerdote, puede averiguar si Dios
prosperará sus planes (ver v. 5).
Interesa al lector, porque demuestra que el levita consideraba su trabajo no
como un servicio a Dios e Israel, sino como un empleo remunerado.
Dice me ha empleado en vez de “me ha investido” (comp. 17:5, 12).
Este punto de vista también llegará a interesar a los espías; si Micaías
contrató al levita, ¿no podrían ellos ofrecerle más y llevárselo (ver
vv. 19, 20; comp. Miq. 3:11)?
La primera pregunta de los danitas (v. 3) muestra que creen que el levita
fue traído a la casa de Micaías. No se les ocurre que el levita hubiera hecho
lo mismo que ellos, abandonar su hogar en búsqueda de un lugar más cómodo. La
respuesta del levita (v. 4) no les
desengaña; implica que Micaías lo había traído.
Sobre la consulta a Dios por medio de los sacerdotes
(18:5), ver 1 Samuel 22:9, 10, 15. El levita haría la consulta a través del
efod o los terafines (ver exposición de 17:5). La respuesta del sacerdote es
ambigua (18:6). La traducción de la RVR-1960 es literal: “delante de Jehová está vuestro camino en que
andáis”. La oración Id en paz (comp. exposición de 6:23) haría a los
espías interpretar el oráculo positivamente (ver el v. 10), como la traducción
de la RVA (comp. Salm. 1:6).
Sin embargo, el oráculo se prestaba a una
interpretación contraria también. Podría significar que Jehová observaba su
camino malo, y los castigaría por él (comp. Prov. 5:21–23). De suerte que
resultara el viaje en éxito o fracaso, el levita podría decir que su oráculo se
cumplió. Este ardid pone en tela de duda su sinceridad. Es hasta posible que
haya contestado sin ni siquiera hacer el rito indicado para consultar a Dios.
Después de pernoctar en la casa de Micaías (18:2), los
espías continuaron su viaje hacia el norte hasta Lais (18:7), 35 km. al norte
del mar de Quineret (el mar de Galilea) y 40 km. al oriente de
Tiro. Observaron que la ciudad se podría conquistar fácilmente, ya que no
estaba vigilada ni tenía aliados que llegaran rápido.
Como los sidonios, o sea, los fenicios (ver exposición
de 3:3), los de Lais vivían del comercio y no salían a la guerra. La tercera
oración del v. 7 es oscura en el heb. Las versiones la traducen y enmiendan de
maneras variadas. Una traducción lit. Podría ser: “No había en la tierra quien humillara en
nada, detentando el poder”.
Lais quedaba 48 km. al sudeste de Sidón, pero como la
sierra del Líbano separaba los dos pueblos, era imposible que los fenicios acudieron rápidamente. Para la última palabra del versículo, probablemente
debemos leer con la LXX:
v “aram” H758,
v “Aram”:
Ø en lugar de “adam” H120,
Ø “hombre”.
En heb. los equivalentes de las letras “r” y “d” se
parecen mucho. Damasco, la ciudad principal de los arameos, estaba 65 km. al
noreste de Lais, y otras ciudades arameas estaban más cerca aún.
La descripción de Lais crea cierta simpatía para este
pueblo tranquilo, pacífico e indefenso. Dista mucho de la descripción del rey
cananeo Adonibezec (ver 1:7) y los cananeos en general (ver Gn. 15:16; Lev.
18:25; Deut. 9:4, 5), quienes merecían ser conquistados.
Los espías dan un informe halagador (18:8–10).
Exhortan a los danitas a no perder tiempo en ir a tomar Lais (18:9). Les
aseguran que el territorio allí es grande y fértil, y que la conquista será
fácil (18:10). El oráculo del levita (v. 6) les hace pensar que Dios está de su
lado.
Sus palabras hacen eco de las descripciones de la tierra
prometida:
·
Buena (comp. Éx. 3:8;
Núm. 14:7; Deut. 1:25; 8:7, 10),
·
Extensa (comp. Éx.
3:8),
·
Que Dios ha
entregado en vuestra mano (comp. Núm. 14:8; Deut.
1:25; 8:10; Jos. 2:24),
·
No falta ninguna cosa de lo que hay en la tierra (comp. Deut. 8:9).
En comparación con diez de los espías en Cades Barnea
(ver Núm. 13:31–33) los cinco danitas parecen llenos de fe, pero sospechamos
que su confianza no se debe a su fe en Dios (ver, en contraste, las palabras de Josué y
Caleb en Núm. 14:9) sino a la falta de defensa de Lais (comp. v. 7
con Núm. 13:27 29).
La Religión Del Embudo 18:5–6:
1. Algunos quieren oraciones contestadas en forma favorable sin tener que
comprometerse.
2. Algunos se someten a la dirección de Dios solamente cuando les
favorece.
3. Algunos quieren asegurarse del éxito de un programa sin estar
dispuestos a dar para tal programa.
4. Algunos quieren recibir los favores de Dios pero viven vidas inmorales.
b. Seiscientos Guerreros de Dan. 18:11–28a.
Alentados por el informe, parten 600 varones (18:11; comp. los 600,000 varones
israelitas que parten en Éx. 12:37) con sus familias y posesiones
(ver v. 21). Suben hacia la región montañosa, y hacen escala al oeste de Quiriat-jearim,
en un sitio que luego será llamado Campamento de Dan (18:12). Quiriat-jearim
estaba en la frontera entre Judá y Benjamín, 13 km. al noreste de Zora
y Estaol
y, por lo tanto, del otro campamento de Dan (ver 13:25).
Cuando llegaron a la par de la casa de Micaías
(18:13), los cinco espías informaron a sus coterráneos acerca del santuario,
concluyendo con la enigmática sabéis lo que habéis de hacer (18:14). Lo que
debían hacer era destruir el santuario idolátrico. Tendremos que esperar hasta
el v. 17 para enterarnos que los planes danitas eran otros.
El autor narra 18:15–21 con bastantes detalles, dando
así énfasis al robo que relata. Los cinco espías salieron del camino (ver
exposición de se acercaron en el v. 3) y entraron en la propiedad de Micaías,
hasta la casa del levita (18:15).
Saludando al levita, regresaría con él a la puerta de
la propiedad de Micaías, donde estaban los 600 hombres armados (18:16). Micaías
no vivía en una ciudad (ver v. 22), pero, siendo de familia rica (ver 17:2), tenía
varias casas (ver v. 14) cercadas de un muro.
Mientras el levita estaba distraído saludando a los
600 danitas, los cinco espías subieron al santuario (estaría en una parte elevada de la
propiedad) y quitaron las dos partes de la imagen (ver exposición de
17:3), el efod y los terafines (18:17; ver exposición de 17:4, 5).
¡Qué recompensa traicionera por la
hospitalidad de Micaías (ver v. 2)! ¡Qué
contraste con los espías que entraron en la casa de Rajab para salvar todo lo
que era de ella (ver Jos. 6:22–25)! La
religión danita estaba desprovista de la ética. Como Micaías, creían que si
tenían el mejor equipo cultico recibirán la bendición divina, aunque robaran a
un hermano israelita (comp. 17:1–5).
Cuando el levita se dio cuenta de lo que los cinco danitas
hacían, les cuestionó (18:18), pero lo callaron ofreciéndole un mejor empleo
(ver v. 4; un “ministerio más amplio”
diríamos hoy día) si se aliaba con ellos (18:19).
Le invitan a ser para ellos padre y sacerdote,
exactamente lo que Micaías le había pedido (ver 17:10). Las palabras tribu y
clan aquí funcionan como sinónimos; ambas se refieren a Dan (ver exposición de
13:2).
De nuevo, en vez de reprender el pecado, el levita se
alegra por la oportunidad de un ascenso (18:20a; comp. exposición de 17:11).
Cegado por los beneficios económicos y el prestigio, no cumple su función de
padre ni para Micaías ni para Dan.
Además, es desleal a Micaías, quien lo ha tratado como
uno de sus hijos (ver 17:11; comp. la deslealtad
de Israel hacia Jehová). Si así actúa uno de los levitas consagrados
al servicio de Jehová (comp. Núm. 8:8–18), ¿qué se puede esperar del resto de
la nación? De todos los personajes dignos de censura en esta historia, el más
culpable es el levita.
Otros tal vez pequen por ignorancia, pero no el
levita. Debiendo serles ejemplo y corregirlos, por intereses personales se conforma
con su pecado (comp. Jr. 2:8).
Ahora el levita mismo toma los objetos culticos,
haciéndose partícipe del robo (18:20b). Para mayor seguridad se coloca en medio
de los danitas.
Las repeticiones de “imagen”, “efod” y “terafines”
(18:14, 17, 18, 20, 30 y 31) subrayan la idolatría de los danitas. “Tomar” se
repite tres veces en 18:17, 18 y 20, así como en 17:2. En la justicia divina,
lo que Micaías robó ahora le es robado a él.
Al retirarse, los danitas se preparan para un ataque
contra la retaguardia (18:21). Efectivamente Micaías y sus vecinos los
persiguieron (18:22). Los alcanzaron, porque los danitas llevaban consigo su
ganado (v. 21).
Sin embargo, siendo más numerosos y estando armados
para la guerra (ver vv. 11, 16, 17), éstos rechazaron el reclamo (18:23–25):
v Primero fingen
inocencia (18:23),
v Pero luego
responden a la acusación airada de Micaías (18:24) con una amenaza de
muerte (18:25).
El diálogo revela la vileza de la tribu y la
superstición de Micaías, ambas productos de la influencia cananea. Si Dan,
debiendo ser juez de Israel (Dan significa “juez”; comp. Gn. 49:16), roba con amenaza en aras
de la adoración a Jehová, ¿qué se puede esperar del resto de la nación?
Lo absurdo de la idolatría de Micaías se plasma en sus
palabras, mis dioses que yo hice (v. 24). ¿Qué socorro o bendición pueden dar dioses que uno mismo ha
hecho (comp. Isa. 44:12–20; Jr. 16:20)? Lo cierto es que no evitaron
el despojo. Micaías y los danitas son representativos de la nación, sumida en
el error teológico y ético.
Micaías tiene que resignarse a su pérdida (18:26).
Lejos de recibir prosperidad de sus dioses y sacerdote (comp. 17:13), pierde
toda su inversión (ver v. 24). ¿Se habría cumplido en alguna medida la maldición de su madre
(ver 17:2)?
Rumbo a la tierra prometida, Israel hizo escala en el
monte Sinaí, para hacer un pacto con Jehová y recibir sus mandamientos. Los
danitas, en contraste, han hecho escala en la casa de Micaías para adquirir un
culto falso a Jehová, quebrantando aspectos éticos y cúlticos del pacto
sinaítico.
El Sacerdote Ingrato 18:20–26:
1. El sacerdote fue ingrato porque había recibido ayuda de Micaías, quien
le aceptó en su casa, le trató como su hijo, le pagó sus servicios y le hizo
sacerdote sobre sus ídolos.
2. Cuando se le presentó una oportunidad de irse con los hombres de Dan,
vio la posibilidad de vivir una situación mejor.
3. Se alió con gente foránea, quienes buscaban la manera de aprovecharse de
Micaías.
4. Al salir, tomó los ídolos y el efod de Micaías, dejándolo en peores
condiciones que cuando había llegado a su casa.
Aunque fue un sacerdote de una religión falsa, tal vez
su caso sirve de ejemplo ilustrativo para nosotros, quienes servimos al Dios
verdadero. ¿Hemos
sido ingratos hacia los que nos ayudaron para lanzarnos en el ministerio?
Los danitas siguieron su camino con su botín hasta
llegar a Lais (18:27a). En lugar de enumerar una vez más los objetos culticos
(comp. vv. 14, 18, 20), ahora el autor los llama despectivamente las cosas que
había hecho Micaías. Jugarán un papel central en el culto de Dan, pero son
solamente productos de la mano de un hombre ladrón, ignorante y derrotado.
Los danitas atacan a la ciudad indefensa, masacrando y
quemando (18:27b). En la conquista de la tierra prometida las ciudades cananeas
sabían que los israelitas venían pero no hallaban cómo defenderse contra el
poder de Jehová (ver Jos. 2:9–11, 24; 5:1), ni siquiera por medio de alianzas
militares (ver Jos. 10:1–27; 11:1–14). En contraste, la conquista de Lais se
debió al elemento de sorpresa y su falta de apoyo militar (18:28). Jehová no
fue glorificado en esta victoria.
Se podría argumentar que los danitas obedecieron el
mandamiento de exterminar a los cananeos (Deut. 20:16–18), pero su propia
conducta era tan cananeizada que les faltaba la solvencia moral para hacerlo.
Además, Lais no quedaba dentro del territorio que Jehová había asignado a Dan
(ver Jos. 19:40–47) ni a ninguna de las otras tribus (ver Jos. 13:15–21:45).
Sobre la ubicación de Lais, su relación con Sidón y su
falta de aliados (18:28), ver la exposición del v. 7. El valle yace entre las
dos cordilleras del Líbano. En los tiempos de David la ciudad de Bet-rejob
pertenecía a los sirios (comp. 2 Sam. 10:6, 8), pero su ubicación exacta se
desconoce.
El Sacerdote Que Se Dejó Comprar 18:18–21.
1. Porque su lealtad fue a lo más ventajoso y no a su dios.
2. Porque recibió una oferta de ejercer mayor influencia sobre muchos en
vez de ejercer sobre uno solo.
3. Porque se llenó de la ilusión de una vida mejor.
La Muerte De Los Dioses Falsos 18:18–24.
Al fin y al cabo sabemos que la idolatría se acabará,
porque en Apocalipsis se profetiza eso (Ap. 21:3). Los dioses morirán porque:
1. Un fin de la idolatría es ganancia lucrativa
(v. 19).
2. Otro fin de la idolatría es esclavitud de la
gente (v. 23).
3. Un peligro de la idolatría es la facilidad con que se traslada de un
lugar a otro (v. 26).
4. Un resultado de la idolatría es que deja a los seguidores abandonados y
pobres (v. 24).
c. La Nueva Ciudad y El Nuevo
Santuario de Dan. 18:28b–31.
Los danitas reconstruyeron la ciudad y cambiaron su
nombre (18:28b, 29). Allí establecieron un santuario para adorar a Jehová
mediante la imagen, y seguramente, los otros objetos culticos que habían robado
(18:30, 31; comp. vv. 17, 18, 20).
El autor ha guardado hasta el final una sorpresa más.
Como esta historia se encuentra después de la de Sansón, el lector puede pensar
que sucedió al final del período de los jueces. Así se explicaría la decadencia
religiosa y ética. Tal vez piense que el levita yerra porque ni siquiera él
conocía la Ley de Moisés.
Cuando por fin el autor revela el nombre del joven
levita, ¡cuál
es nuestro asombro al descubrir que el que se conformó con el culto idolátrico
de Micaías y colaboró en el saqueo del santuario de Micaías, a fin de escalar
nuevos peldaños de poder y enriquecimiento, es un descendiente de Moisés
(18:30)! Ni los mismos descendientes de Moisés pasaron la prueba de
fidelidad a la Ley de Moisés (ver 3:4).
Por cierto, el autor no identifica explícitamente a
Jonatán con el levita, pero difícilmente se puede defender otra interpretación.
Tan chocante es esta revelación que los escribas cambiaron Moisés por “Manasés”,
nombre del rey infame de Judá (ver 2 R. 21:1–18; 2 Crón. 33:1–20) y del
sacerdote renegado que fundó el sacerdocio samaritano del monte Gerizim (ver
Josefo, Antigüedades XI, 302 ss.).
En el heb. sin vocales la única diferencia entre los
dos nombres es que “Manasés” tiene una “n” que no aparece en “Moisés”.
Los masoretas preservaron “Manasés” en su texto, pero como sabían que
debía ser “Moisés”,
escribieron la “n”
en posición supralineal.
Gersón fue el primogénito de Moisés (Éx. 2:22; 18:3).
No sabemos si Jonatán fue hijo directo de Gersón, o solo su descendiente (comp.
1 Crón. 23:15, 16), pero la brevedad de la genealogía en el v. 30 sugiere que
los eventos de Jueces 17, 18 sucedieron al principio de la época de los jueces.
Es difícil precisar por cuánto tiempo los
descendientes de Jonatán constituyeron el linaje sacerdotal para los danitas
(18:30b). Muchos eruditos piensan que la cautividad de la tierra fue la
deportación de Galilea por Tiglat-pileser III en 734–732 a. de J.C. (comp.
2 R. 15:29) o la deportación por Sargón en 722–721 (comp. 2 R. 17:6). Por
cierto, estos destierros incluían a sacerdotes (ver 2 R. 17:27).
Sin embargo, algunas evidencias indican una cautividad
más temprana. El v. 31 sugiere que la imagen no siguió instalada mucho después
que la casa de Dios dejó de estar en Silo
(en los días de Samuel, ver abajo). Por
lo menos, no dice que quedaba instalada cuando la casa de Dios estaba en
Jerusalén (el
templo de Salomón).
Además, si en los tiempos de Salomón todavía hubiera
existido en Dan un culto dirigido por sacerdotes levíticos, Jeroboam no habría
tenido que inventar otro con sacerdotes no levíticos (comp. 1 R. 12:26–31). Tal
vez la cautividad de la tierra sucedió antes del reinado de Saúl; él tuvo que
pelear contra los sirios de Soba cuando comenzó a reinar (comp. 1 Sam. 14:47
con 2 Sam. 10:6, 8). Por cierto, en cualquier época Dan sería la primera ciudad
de Israel afectada por ataques desde el norte (comp. Jr. 4:15; 8:16).
Algunos sugieren cambiar la tierra por “el arca”,
pensando en la captura del arca por los filisteos en los días de Elí (ver 1
Sam. 4:21, 22). En el heb. sin vocales la diferencia es de una sola letra. Con
la enmienda habría una relación estrecha entre los vv. 30b y 31b, ya que Silo
probablemente fue destruida en el mismo período cuando los filisteos capturaron
el arca (ver
abajo).
Sin embargo, ningún manuscrito heb. o versión antigua
apoya esta enmienda. Además, es improbable que la captura filistea del arca en
Afec de Efraín resultará en la suspensión de un sacerdocio en la parte más al
norte de Israel.
La alusión a la cautividad de la tierra no es
solamente una nota cronológica. Micaías creía que su santuario le traería
prosperidad (ver 17:13), pero la realidad fue otra (comp. v. 24). Los danitas
compartían la misma ilusión, pero lo que les vino fue la cautividad de su
tierra, una de las maldiciones por desobediencia al pacto con Jehová (comp.
Deut. 28:36, 63).
El tabernáculo estaba en Silo cuando los filisteos
capturaron el arca (1 Sam. 4). Siete meses después, cuando los filisteos
enviaron el arca de regreso, los israelitas la llevaron a Quiriat-jearim (ver 1 Sam.
6:13–7:1). Esto sugiere que el santuario dejó de estar en Silo poco después de
la captura del arca. Tal vez fue destruido en esa época, hacia 1,050 a. de J.C.
(ver Jr. 7:12, 14; 26:6).
También la alusión a la casa de Dios en Silo (v. 31) es más que una nota
cronológica. Mientras los danitas tenían instalada la imagen de talla en su
santuario, la verdadera casa de Dios seguía siendo la única autorizada por
Jehová, el tabernáculo en Silo (comp. Deut. 12:4–7).
La frase que Micaías había hecho (ver también los vv. 24, 27) subraya
que el dios de los danitas era un producto humano, hecho de plata hurtada y
luego entregada a Dios a través de un voto incumplido en su mayor parte
(17:2–4). Todavía otro robo combinado con una amenaza violenta (18:17–26) fue
necesario para que la imagen de Micaías pasará a la tribu de Dan.
Estudios para el
Domingo.
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