lunes, 14 de octubre de 2019

LA EMIGRACIÓN DANITA: JUECES 18:1-31


LA EMIGRACIÓN DANITA:
JUECES 18:1-31
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

I.       El Santuario De Dan. JUECES 18:1–31:
Las primeras oraciones de este capítulo parecen iniciar una nueva historia. Sin embargo, a partir de v. 2b se ve que se relaciona con el capítulo anterior. Relata cómo las imágenes de Micaías y su sacerdote le fueron arrebatados por la tribu de Dan.

a. Cinco Espías De Dan. 18:1–10.
La primera oración del capítulo concluye 17:7–13 (así como la misma oración en 21:25 es una conclusión) y a la vez introduce el cap. 18 (así como la oración semejante en 19:1 es una introducción). Recordando el uso de la oración en 17:6, nos preguntamos si en el cap. 18 también cada uno hará lo que le parecía recto ante sus propios ojos.

Como Dan no había logrado conquistar su región asignada (comp. 1:34, 35; Jos. 19:40–47a), buscaba otra (18:1). Su fracaso en la conquista se debió a sus alianzas con los cananeos (ver 2:1–3), y la búsqueda de otra tierra era un rechazo de la distribución divina de la tierra.
Habrá varios paralelos entre la búsqueda y conquista del nuevo territorio y la conquista de Canaán por Israel, pero las semejanzas servirán para poner en relieve los contrastes (ver exposición de los vv. 2, 7, 10, 11, 17, 27, y el párrafo después de la exposición del v. 26).

Como Israel, los danitas enviaron a espías (18:2a; comp. Núm. 13:1, 2; Jos. 2:1). La expresión heb. traducida valientes se refiere a guerreros. Los cinco eran de entre todos ellos, pero provenían solamente de Zora y de Estaol. Parece que Dan no había conquistado mucho más que esta región (comp. 13:2, 25; 16:31).

El autor habla más sobre lo que pasó en la casa de Micaías que en todo el resto del viaje de los espías. El v. 2b resume su estancia con Micaías, y luego los vv. 3–6 dan los detalles.

Cuando los espías pasaban por la casa oyeron la voz del levita, y la reconocieron (18:3a). Muchos comentaristas opinan que solamente reconocieron el acento de Judá (comp. 12:5, 6). Sin embargo, el resto del versículo da a entender que los danitas habían conocido al joven antes. El verbo traducido se acercaron es más lit. se apartaron (del camino)” (ver la traducción del mismo verbo en 14:8).
La casa estaría sobre una ruta principal del sur al norte. Los danitas, pasando por el camino, no pensaban entrar en la casa, pero al oír la voz de un conocido (tendremos que esperar hasta el 18:30 para averiguar por qué le conocen), salen del camino para saludarlo.
De manera que si no hubieran oído al levita, no se habrían dado cuenta del santuario. La presencia del levita, lejos de ser el esperado medio de bendición para Micaías (ver 17:13), aquí da inicio a una serie de eventos que culminará en su despojo (comp. v. 24).

De la respuesta del levita, la parte que interesa está al final del v. 4. Interesa a los espías, porque creen que si el joven es sacerdote, puede averiguar si Dios prosperará sus planes (ver v. 5). Interesa al lector, porque demuestra que el levita consideraba su trabajo no como un servicio a Dios e Israel, sino como un empleo remunerado.
Dice me ha empleado en vez deme ha investido (comp. 17:5, 12). Este punto de vista también llegará a interesar a los espías; si Micaías contrató al levita, ¿no podrían ellos ofrecerle más y llevárselo (ver vv. 19, 20; comp. Miq. 3:11)?

La primera pregunta de los danitas (v. 3) muestra que creen que el levita fue traído a la casa de Micaías. No se les ocurre que el levita hubiera hecho lo mismo que ellos, abandonar su hogar en búsqueda de un lugar más cómodo. La respuesta del levita (v. 4) no les desengaña; implica que Micaías lo había traído.

Sobre la consulta a Dios por medio de los sacerdotes (18:5), ver 1 Samuel 22:9, 10, 15. El levita haría la consulta a través del efod o los terafines (ver exposición de 17:5). La respuesta del sacerdote es ambigua (18:6). La traducción de la RVR-1960 es literal: “delante de Jehová está vuestro camino en que andáis”. La oración Id en paz (comp. exposición de 6:23) haría a los espías interpretar el oráculo positivamente (ver el v. 10), como la traducción de la RVA (comp. Salm. 1:6).
Sin embargo, el oráculo se prestaba a una interpretación contraria también. Podría significar que Jehová observaba su camino malo, y los castigaría por él (comp. Prov. 5:21–23). De suerte que resultara el viaje en éxito o fracaso, el levita podría decir que su oráculo se cumplió. Este ardid pone en tela de duda su sinceridad. Es hasta posible que haya contestado sin ni siquiera hacer el rito indicado para consultar a Dios.

Después de pernoctar en la casa de Micaías (18:2), los espías continuaron su viaje hacia el norte hasta Lais (18:7), 35 km. al norte del mar de Quineret (el mar de Galilea) y 40 km. al oriente de Tiro. Observaron que la ciudad se podría conquistar fácilmente, ya que no estaba vigilada ni tenía aliados que llegaran rápido.
Como los sidonios, o sea, los fenicios (ver exposición de 3:3), los de Lais vivían del comercio y no salían a la guerra. La tercera oración del v. 7 es oscura en el heb. Las versiones la traducen y enmiendan de maneras variadas. Una traducción lit. Podría ser: “No había en la tierra quien humillara en nada, detentando el poder”.

Lais quedaba 48 km. al sudeste de Sidón, pero como la sierra del Líbano separaba los dos pueblos, era imposible que los fenicios acudieron rápidamente. Para la última palabra del versículo, probablemente debemos leer con la LXX:
v aram  H758,
v Aram”:
Ø en lugar de adam  H120,
Ø hombre”.
En heb. los equivalentes de las letras r y dse parecen mucho. Damasco, la ciudad principal de los arameos, estaba 65 km. al noreste de Lais, y otras ciudades arameas estaban más cerca aún.

La descripción de Lais crea cierta simpatía para este pueblo tranquilo, pacífico e indefenso. Dista mucho de la descripción del rey cananeo Adonibezec (ver 1:7) y los cananeos en general (ver Gn. 15:16; Lev. 18:25; Deut. 9:4, 5), quienes merecían ser conquistados.

Los espías dan un informe halagador (18:8–10). Exhortan a los danitas a no perder tiempo en ir a tomar Lais (18:9). Les aseguran que el territorio allí es grande y fértil, y que la conquista será fácil (18:10). El oráculo del levita (v. 6) les hace pensar que Dios está de su lado.
Sus palabras hacen eco de las descripciones de la tierra prometida:
·      Buena (comp. Éx. 3:8; Núm. 14:7; Deut. 1:25; 8:7, 10),
·      Extensa (comp. Éx. 3:8),
·      Que Dios ha entregado en vuestra mano (comp. Núm. 14:8; Deut. 1:25; 8:10; Jos. 2:24),
·      No falta ninguna cosa de lo que hay en la tierra (comp. Deut. 8:9).
En comparación con diez de los espías en Cades Barnea (ver Núm. 13:31–33) los cinco danitas parecen llenos de fe, pero sospechamos que su confianza no se debe a su fe en Dios (ver, en contraste, las palabras de Josué y Caleb en Núm. 14:9) sino a la falta de defensa de Lais (comp. v. 7 con Núm. 13:27 29).

La Religión Del Embudo  18:5–6:

1. Algunos quieren oraciones contestadas en forma favorable sin tener que comprometerse.
2. Algunos se someten a la dirección de Dios solamente cuando les favorece. 
3. Algunos quieren asegurarse del éxito de un programa sin estar dispuestos a dar para tal programa.
4. Algunos quieren recibir los favores de Dios pero viven vidas inmorales.

 b. Seiscientos Guerreros de Dan. 18:11–28a.
Alentados por el informe, parten 600 varones (18:11; comp. los 600,000 varones israelitas que parten en Éx. 12:37) con sus familias y posesiones (ver v. 21). Suben hacia la región montañosa, y hacen escala al oeste de Quiriat-jearim, en un sitio que luego será llamado Campamento de Dan (18:12). Quiriat-jearim estaba en la frontera entre Judá y Benjamín, 13 km. al noreste de Zora y Estaol y, por lo tanto, del otro campamento de Dan (ver 13:25).
Cuando llegaron a la par de la casa de Micaías (18:13), los cinco espías informaron a sus coterráneos acerca del santuario, concluyendo con la enigmática sabéis lo que habéis de hacer (18:14). Lo que debían hacer era destruir el santuario idolátrico. Tendremos que esperar hasta el v. 17 para enterarnos que los planes danitas eran otros.

El autor narra 18:15–21 con bastantes detalles, dando así énfasis al robo que relata. Los cinco espías salieron del camino (ver exposición de se acercaron en el v. 3) y entraron en la propiedad de Micaías, hasta la casa del levita (18:15).
Saludando al levita, regresaría con él a la puerta de la propiedad de Micaías, donde estaban los 600 hombres armados (18:16). Micaías no vivía en una ciudad (ver v. 22), pero, siendo de familia rica (ver 17:2), tenía varias casas (ver v. 14) cercadas de un muro.

Mientras el levita estaba distraído saludando a los 600 danitas, los cinco espías subieron al santuario (estaría en una parte elevada de la propiedad) y quitaron las dos partes de la imagen (ver exposición de 17:3), el efod y los terafines (18:17; ver exposición de 17:4, 5).
¡Qué recompensa traicionera por la hospitalidad de Micaías (ver v. 2)! ¡Qué contraste con los espías que entraron en la casa de Rajab para salvar todo lo que era de ella (ver Jos. 6:22–25)! La religión danita estaba desprovista de la ética. Como Micaías, creían que si tenían el mejor equipo cultico recibirán la bendición divina, aunque robaran a un hermano israelita (comp. 17:1–5).

Cuando el levita se dio cuenta de lo que los cinco danitas hacían, les cuestionó (18:18), pero lo callaron ofreciéndole un mejor empleo (ver v. 4; un ministerio más amplio diríamos hoy día) si se aliaba con ellos (18:19).
Le invitan a ser para ellos padre y sacerdote, exactamente lo que Micaías le había pedido (ver 17:10). Las palabras tribu y clan aquí funcionan como sinónimos; ambas se refieren a Dan (ver exposición de 13:2).

De nuevo, en vez de reprender el pecado, el levita se alegra por la oportunidad de un ascenso (18:20a; comp. exposición de 17:11). Cegado por los beneficios económicos y el prestigio, no cumple su función de padre ni para Micaías ni para Dan.
Además, es desleal a Micaías, quien lo ha tratado como uno de sus hijos (ver 17:11; comp. la deslealtad de Israel hacia Jehová). Si así actúa uno de los levitas consagrados al servicio de Jehová (comp. Núm. 8:8–18), ¿qué se puede esperar del resto de la nación? De todos los personajes dignos de censura en esta historia, el más culpable es el levita.
Otros tal vez pequen por ignorancia, pero no el levita. Debiendo serles ejemplo y corregirlos, por intereses personales se conforma con su pecado (comp. Jr. 2:8).
Ahora el levita mismo toma los objetos culticos, haciéndose partícipe del robo (18:20b). Para mayor seguridad se coloca en medio de los danitas.
Las repeticiones deimagen”, “efody terafines (18:14, 17, 18, 20, 30 y 31) subrayan la idolatría de los danitas. Tomarse repite tres veces en 18:17, 18 y 20, así como en 17:2. En la justicia divina, lo que Micaías robó ahora le es robado a él.

Al retirarse, los danitas se preparan para un ataque contra la retaguardia (18:21). Efectivamente Micaías y sus vecinos los persiguieron (18:22). Los alcanzaron, porque los danitas llevaban consigo su ganado (v. 21).
Sin embargo, siendo más numerosos y estando armados para la guerra (ver vv. 11, 16, 17), éstos rechazaron el reclamo (18:23–25):
v Primero fingen inocencia (18:23),
v Pero luego responden a la acusación airada de Micaías (18:24) con una amenaza de muerte (18:25).

El diálogo revela la vileza de la tribu y la superstición de Micaías, ambas productos de la influencia cananea. Si Dan, debiendo ser juez de Israel (Dan significa juez; comp. Gn. 49:16), roba con amenaza en aras de la adoración a Jehová, ¿qué se puede esperar del resto de la nación?
Lo absurdo de la idolatría de Micaías se plasma en sus palabras, mis dioses que yo hice (v. 24). ¿Qué socorro o bendición pueden dar dioses que uno mismo ha hecho (comp. Isa. 44:12–20; Jr. 16:20)? Lo cierto es que no evitaron el despojo. Micaías y los danitas son representativos de la nación, sumida en el error teológico y ético.

Micaías tiene que resignarse a su pérdida (18:26). Lejos de recibir prosperidad de sus dioses y sacerdote (comp. 17:13), pierde toda su inversión (ver v. 24). ¿Se habría cumplido en alguna medida la maldición de su madre (ver 17:2)?

Rumbo a la tierra prometida, Israel hizo escala en el monte Sinaí, para hacer un pacto con Jehová y recibir sus mandamientos. Los danitas, en contraste, han hecho escala en la casa de Micaías para adquirir un culto falso a Jehová, quebrantando aspectos éticos y cúlticos del pacto sinaítico.

El Sacerdote Ingrato  18:20–26:

1. El sacerdote fue ingrato porque había recibido ayuda de Micaías, quien le aceptó en su casa, le trató como su hijo, le pagó sus servicios y le hizo sacerdote sobre sus ídolos.
2. Cuando se le presentó una oportunidad de irse con los hombres de Dan, vio la posibilidad de vivir una situación mejor.
3. Se alió con gente foránea, quienes buscaban la manera de aprovecharse de Micaías.
4. Al salir, tomó los ídolos y el efod de Micaías, dejándolo en peores condiciones que cuando había llegado a su casa.

Aunque fue un sacerdote de una religión falsa, tal vez su caso sirve de ejemplo ilustrativo para nosotros, quienes servimos al Dios verdadero. ¿Hemos sido ingratos hacia los que nos ayudaron para lanzarnos en el ministerio?

Los danitas siguieron su camino con su botín hasta llegar a Lais (18:27a). En lugar de enumerar una vez más los objetos culticos (comp. vv. 14, 18, 20), ahora el autor los llama despectivamente las cosas que había hecho Micaías. Jugarán un papel central en el culto de Dan, pero son solamente productos de la mano de un hombre ladrón, ignorante y derrotado.

Los danitas atacan a la ciudad indefensa, masacrando y quemando (18:27b). En la conquista de la tierra prometida las ciudades cananeas sabían que los israelitas venían pero no hallaban cómo defenderse contra el poder de Jehová (ver Jos. 2:9–11, 24; 5:1), ni siquiera por medio de alianzas militares (ver Jos. 10:1–27; 11:1–14). En contraste, la conquista de Lais se debió al elemento de sorpresa y su falta de apoyo militar (18:28). Jehová no fue glorificado en esta victoria.

Se podría argumentar que los danitas obedecieron el mandamiento de exterminar a los cananeos (Deut. 20:16–18), pero su propia conducta era tan cananeizada que les faltaba la solvencia moral para hacerlo. Además, Lais no quedaba dentro del territorio que Jehová había asignado a Dan (ver Jos. 19:40–47) ni a ninguna de las otras tribus (ver Jos. 13:15–21:45).
Sobre la ubicación de Lais, su relación con Sidón y su falta de aliados (18:28), ver la exposición del v. 7. El valle yace entre las dos cordilleras del Líbano. En los tiempos de David la ciudad de Bet-rejob pertenecía a los sirios (comp. 2 Sam. 10:6, 8), pero su ubicación exacta se desconoce.

El Sacerdote Que Se Dejó Comprar  18:18–21.
1. Porque su lealtad fue a lo más ventajoso y no a su dios.
2. Porque recibió una oferta de ejercer mayor influencia sobre muchos en vez de ejercer sobre uno solo.
3. Porque se llenó de la ilusión de una vida mejor. 

La Muerte De Los Dioses Falsos  18:18–24.
Al fin y al cabo sabemos que la idolatría se acabará, porque en Apocalipsis se profetiza eso (Ap. 21:3). Los dioses morirán porque:
1.  Un fin de la idolatría es ganancia lucrativa (v. 19).
2.  Otro fin de la idolatría es esclavitud de la gente (v. 23).
3. Un peligro de la idolatría es la facilidad con que se traslada de un lugar a otro (v. 26).
4. Un resultado de la idolatría es que deja a los seguidores abandonados y pobres (v. 24).

c. La Nueva Ciudad y El Nuevo Santuario de Dan. 18:28b–31.
Los danitas reconstruyeron la ciudad y cambiaron su nombre (18:28b, 29). Allí establecieron un santuario para adorar a Jehová mediante la imagen, y seguramente, los otros objetos culticos que habían robado (18:30, 31; comp. vv. 17, 18, 20).

El autor ha guardado hasta el final una sorpresa más. Como esta historia se encuentra después de la de Sansón, el lector puede pensar que sucedió al final del período de los jueces. Así se explicaría la decadencia religiosa y ética. Tal vez piense que el levita yerra porque ni siquiera él conocía la Ley de Moisés.
Cuando por fin el autor revela el nombre del joven levita, ¡cuál es nuestro asombro al descubrir que el que se conformó con el culto idolátrico de Micaías y colaboró en el saqueo del santuario de Micaías, a fin de escalar nuevos peldaños de poder y enriquecimiento, es un descendiente de Moisés (18:30)! Ni los mismos descendientes de Moisés pasaron la prueba de fidelidad a la Ley de Moisés (ver 3:4).

Por cierto, el autor no identifica explícitamente a Jonatán con el levita, pero difícilmente se puede defender otra interpretación. Tan chocante es esta revelación que los escribas cambiaron Moisés por Manasés, nombre del rey infame de Judá (ver 2 R. 21:1–18; 2 Crón. 33:1–20) y del sacerdote renegado que fundó el sacerdocio samaritano del monte Gerizim (ver Josefo, Antigüedades XI, 302 ss.).
En el heb. sin vocales la única diferencia entre los dos nombres es que Manasés tiene una n que no aparece en Moisés. Los masoretas preservaron Manasés en su texto, pero como sabían que debía ser Moisés, escribieron la n en posición supralineal.

Gersón fue el primogénito de Moisés (Éx. 2:22; 18:3). No sabemos si Jonatán fue hijo directo de Gersón, o solo su descendiente (comp. 1 Crón. 23:15, 16), pero la brevedad de la genealogía en el v. 30 sugiere que los eventos de Jueces 17, 18 sucedieron al principio de la época de los jueces.

Es difícil precisar por cuánto tiempo los descendientes de Jonatán constituyeron el linaje sacerdotal para los danitas (18:30b). Muchos eruditos piensan que la cautividad de la tierra fue la deportación de Galilea por Tiglat-pileser III en 734–732 a. de J.C. (comp. 2 R. 15:29) o la deportación por Sargón en 722–721 (comp. 2 R. 17:6). Por cierto, estos destierros incluían a sacerdotes (ver 2 R. 17:27).
Sin embargo, algunas evidencias indican una cautividad más temprana. El v. 31 sugiere que la imagen no siguió instalada mucho después que la casa de Dios dejó de estar en Silo (en los días de Samuel, ver abajo). Por lo menos, no dice que quedaba instalada cuando la casa de Dios estaba en Jerusalén (el templo de Salomón).
Además, si en los tiempos de Salomón todavía hubiera existido en Dan un culto dirigido por sacerdotes levíticos, Jeroboam no habría tenido que inventar otro con sacerdotes no levíticos (comp. 1 R. 12:26–31). Tal vez la cautividad de la tierra sucedió antes del reinado de Saúl; él tuvo que pelear contra los sirios de Soba cuando comenzó a reinar (comp. 1 Sam. 14:47 con 2 Sam. 10:6, 8). Por cierto, en cualquier época Dan sería la primera ciudad de Israel afectada por ataques desde el norte (comp. Jr. 4:15; 8:16).

Algunos sugieren cambiar la tierra por el arca, pensando en la captura del arca por los filisteos en los días de Elí (ver 1 Sam. 4:21, 22). En el heb. sin vocales la diferencia es de una sola letra. Con la enmienda habría una relación estrecha entre los vv. 30b y 31b, ya que Silo probablemente fue destruida en el mismo período cuando los filisteos capturaron el arca (ver abajo).
Sin embargo, ningún manuscrito heb. o versión antigua apoya esta enmienda. Además, es improbable que la captura filistea del arca en Afec de Efraín resultará en la suspensión de un sacerdocio en la parte más al norte de Israel.

La alusión a la cautividad de la tierra no es solamente una nota cronológica. Micaías creía que su santuario le traería prosperidad (ver 17:13), pero la realidad fue otra (comp. v. 24). Los danitas compartían la misma ilusión, pero lo que les vino fue la cautividad de su tierra, una de las maldiciones por desobediencia al pacto con Jehová (comp. Deut. 28:36, 63).

El tabernáculo estaba en Silo cuando los filisteos capturaron el arca (1 Sam. 4). Siete meses después, cuando los filisteos enviaron el arca de regreso, los israelitas la llevaron a Quiriat-jearim (ver 1 Sam. 6:13–7:1). Esto sugiere que el santuario dejó de estar en Silo poco después de la captura del arca. Tal vez fue destruido en esa época, hacia 1,050 a. de J.C. (ver Jr. 7:12, 14; 26:6).

También la alusión a la casa de Dios en Silo (v. 31) es más que una nota cronológica. Mientras los danitas tenían instalada la imagen de talla en su santuario, la verdadera casa de Dios seguía siendo la única autorizada por Jehová, el tabernáculo en Silo (comp. Deut. 12:4–7).
La frase que Micaías había hecho (ver también los vv. 24, 27) subraya que el dios de los danitas era un producto humano, hecho de plata hurtada y luego entregada a Dios a través de un voto incumplido en su mayor parte (17:2–4). Todavía otro robo combinado con una amenaza violenta (18:17–26) fue necesario para que la imagen de Micaías pasará a la tribu de Dan.


Estudios para el Domingo.

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.









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