LA GUERRA CONTRA
LOS BENJAMITAS: (2)
JUECES 20:1-48
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
II. Guerra
Entre Benjamín e Israel. Jueces 20:1–48:
a. Asamblea Del Ejército De
Israel. 20:1–3a.
Para decidir qué se debe hacer, los israelitas se
reunieron en Mizpa (20:1). A la luz de la narración siguiente esta Mizpa
estaría al noroeste de Gabaa (comp. 10:17). Acudió... a Jehová no significa que el santuario o el arca del pacto
estuviera presente (ver vv. 18, 26–28), sino solamente que la asamblea se
convocó en nombre de Jehová, reconociendo su presencia.
Llegaron de todo el territorio de Israel, desde Dan en
el norte hasta Beerseba en el sur, y también del lado oriental del Jordán.
Probablemente Dan no había emigrado al norte todavía (comp. v. 28a); más bien
la expresión desde Dan hasta Beerseba sería de los tiempos del autor (ver
exposición de 3:3). Galaad aquí es todo el territorio israelita al oriente del
Jordán (ver exposición de 5:17).
Acudieron los líderes de todas las tribus y un ejército
inmenso (20:2; comp. Éx. 12:37; Núm. 26:51). ¡Ninguno de los jueces logró
convocar un ejército semejante! Los protagonistas de los capítulos anteriores
han sido representativos de Israel, pero el libro concluye hablando
directamente de las acciones insensatas de todo el pueblo. Que estas acciones
tenían el apoyo unánime es indicado por la repetición de todo (vv. 1, 2, 7, 8,
11) y como un solo hombre (vv. 1, 8, 11).
Sin embargo, estaba ausente Benjamín. Aparentemente no
fue invitado, pero como Mizpa estaba en su territorio, se dio cuenta de la
asamblea (20:3a). Aun así, no asistió.
El Nacionalismo y La Psicología Masiva. 20:1, 2:
El nacionalismo puede ser sano, pero también puede ser
dañino para los habitantes. En este pasaje notamos que el nacionalismo:
1. Resultó por una
causa común. Despertó interés de parte de todos, y se reunieron espontáneamente
en Mizpa.
2. Resultó por un crimen horrible. La atrocidad del crimen conmovió a todos los hombres, despertando celos
por corregir el mal.
3. Resultó en una guerra civil,
cuando miles de personas murieron.
b. Juicio Contra Gabaa.
20:3b–14.
La asamblea pide un informe de la atrocidad (20:3b), y
el levita responde con su versión (20:4–7). Es similar al relato del autor en
19:14–29, pero hay diferencias. La más significativa es que el levita omite su
entrega de la concubina (comp. 19:25).
Cuenta lo que condena a Gabaa, pero no menciona su
propia culpa. Identifica a los asaltantes como “los señores de Gabaa” (20:5, ver
la nota), o sea, los jefes de las familias (ver exposición de 9:3), mientras
19:22 puede significar que fueron solamente algunos pervertidos (ver en
contraste en Gn. 19:4).
Según el levita, los de Gabaa querían matarlo (20:5),
pero el autor se limita a decir que lo querían violar (ver 19:22), y una
comparación con los hombres de Sodoma sugiere que los de Gabaa eran menos
violentos (comp. 19:25a con Gn. 19:9).
Por otro lado, la interpretación del levita sería
razonable después del abuso de que fue víctima su concubina. Finalmente, el
levita atribuye a los de Gabaa la muerte de su concubina (20:5), pero el autor
ha implicado cierta culpa de parte del levita. Él la entregó a los
alborotadores, sin que la pidieran (19:22–25).
Además, ella no murió con ellos (ver 19:26). ¿Moriría mientras
el levita dormía (19:27), o durante el viaje a
su casa (19:28), o cuando él la desmembró
(19:29)? ¿Sería posible que la dejara morir, o aun
la terminó de matar, para poder vengarse de Gabaa? Al concluir su
testimonio el levita pide el fallo de la asamblea (20:7).
Sin dar a los de Gabaa una oportunidad de responder,
ni investigar el testimonio del levita, la asamblea decide sitiar y atacar la
ciudad (20:8 10; comp. la decisión precipitada en Jos. 22:11–12). No preguntan
al levita cómo se salvó de la turba, mientras su concubina fue asesinada (comp.
v. 5). Llegan a su decisión unánimemente, como un solo hombre (v. 8). Ya que la
campaña puede durar algún tiempo, acuerdan asignar el 10% de sus miembros a
traer provisiones (v. 9).
Habiéndose acercado a Gabaa (20:11), los israelitas
apelan a Benjamín para que tome cartas en el asunto (20:12) y entregue a los
culpables (20:13a). Por tercera vez Israel actúa como un solo hombre (v. 11;
ver vv. 1, 8). Irónicamente, la acción más unificada de Israel en todo el libro
conducirá a una guerra fratricida.
La demanda de las tribus parece razonable. Querían castigar
solo a los delincuentes, y con la pena indicada por el asesinato o la violación
de la mujer de otro hombre (v. 13a; comp. Éx. 21:12; Deut. 22:22–25).
La oración extirpemos el mal de en medio de Israel
muestra que les interesaba no solamente castigar, sino también raer de su
tierra la culpa del asesinato para poder recibir la bendición de Dios (ver
Deut. 19:13; 21:9; comp. Deut. 13:5; 17:7, 12; 19:19; 21:21; 22:21, 22, 24;
24:7).
Lejos de entregar a los reos, los benjamitas acuden a
Gabaa para pelear (20:13b, 14). Quizá su reacción habría sido otra si hubieran
participado en la asamblea. Tal vez creían que la nación estaba prejuiciada
contra Gabaa. Sin embargo, no dan evidencia de buscar la justicia.
Más bien, su solidaridad es ciega y amoral, lealtad
que deja impunes a los de su propio grupo. La frase sus hermanos (v. 13)
subraya que la acción de Benjamín abría una división dentro del pueblo de
Jehová. Nadie se imaginaría qué tan seria esa división llegaría a ser.
Un Ejército Unido. 20:11–16.
La agrupación del ejército de los israelitas nos sirve
para reconocer que como cristianos también podemos unirnos por causas nobles:
1. Aumenta la fuerza, porque muchos pueden lograr lo que uno por uno no
podemos hacer.
2. Promueve la armonía y la cohesión del grupo, porque tienen una meta
común.
3. Favorece el crecimiento, porque todo hombre de las tribus quería
participar. Ninguno se quedó en casa.
4. Garantiza el éxito, a pesar de
la pérdida de muchos soldados.
Las iglesias pueden aprender de la importancia de la
unidad de misión y estrategia para lograr más de su misión.
c. Número De Los Combatientes.
20:15–17.
Había 26,000 milicianos de Benjamín, aparte de los
varones de Gabaa (20:15). Contaban con 700 zurdos que manejaban la honda con
una puntería perfecta (20:16).
Quizás fueron entrenados a pelear con la mano
izquierda, o fueron ambidiestros (comp. 1 Cron. 12:2). Las versiones antiguas
indican que la frase que fueron 700 hombres escogidos no estaba originalmente
al final del v. 15, sino que algún escriba equivocadamente copió allí la misma
frase del v. 16.
Una Venganza Exagerada. 20:10–27.
Es triste ver que la enemistad a veces se extiende
hasta entre hermanos y personas de la misma nación. Notemos cómo la venganza
resultó en masacres bárbaras:
1. Estaba basada en un celo ciego. Los israelitas se juntaron para buscar venganza, sin tener toda la
información para ejercer la objetividad necesaria.
2. Estaba expresada con crueldad
extrema. Decidieron tratar de aniquilar a todos de la tribu de
Benjamín. Después se dieron cuenta que habían hecho mal.
3. Estaba reflejando una pasión
desenfrenada. La batalla fue en contra de los israelitas en las dos
iniciativas. Fue solamente cuando pidieron la voluntad de Dios que recibieron
la seguridad de la victoria.
4. Estaba manifestando una obsesión
por la venganza bárbara. Muchas
atrocidades se cometen cuando estamos obsesionados por hacer algo. Las personas
sufren a consecuencia de esta emoción.
La fuerza israelita era bastante más grande (20:17;
comp. exposición del v. 2).
d. Primera Batalla.
20:18–21.
Antes de la batalla, los israelitas fueron al arca del
pacto en Betel, 13 km. al norte de Gabaa, para preguntar a Dios cuál de las
tribus debe encabezar la ofensiva (20:18; comp. v. 27). La tribu escogida
recibiría mucha gloria de la fácil victoria sobre los benjamitas. Jehová
escogió la tribu de la concubina (20:18b; comp. 19:1, 2).
Al recibir la respuesta, los israelitas tomarían por
sentado que Dios les apoyaría en la batalla. En 1:1 habían hecho casi la misma
pregunta; en 1:2 Jehová dio casi la misma respuesta, y luego agregó una promesa
de éxito. Sería natural, pero equivocado, sobreentender la misma promesa aquí.
En 1:1, 2 Israel se preparaba para conquistar a los
cananeos en obediencia al mandamiento de Jehová, pero en 20:18 no tiene
mandamiento de pelear contra Benjamín. Sobre los paralelos entre 20:18 y el
cap. 1, ver también la introducción a 17:1–21:25.
A la mañana siguiente se entabló la batalla (20:19,
20). Como los israelitas tienen superioridad numérica, su causa es “justa”
y “han
consultado a Jehová”, seguramente esperan una victoria contundente.
Sin embargo, el resultado es todo lo contrario (20:21). ¿Por qué Jehová no entregó a Benjamín en la
mano de Israel (comp. 3:10, 28–30; 4:15, 16; 7:22; 11:32, 33; 14:19;
15:8, 14, 15)?
La Reflexión
Sobre Esta Pregunta Conduce a Algunas Observaciones:
(1) En su consulta a Jehová, Israel no preguntó si deberían pelear contra
Benjamín (comp. v. 18). Habían decidido pelear antes de la consulta (ver vv.
8–10).
(2) Jehová no prometió victoria a Israel.
(3) No hay evidencia de que Israel haya seguido la instrucción divina de
que Judá encabezara el ataque.
(4) Las derrotas de Israel en Jueces se deben a la infidelidad al pacto con
Jehová (ver 2:1–3).
Lecciones
Que Resultan De La Derrota. 20:17–28.
No nos gusta
experimentar la derrota, pero eso es universal. Tarde o temprano todos
experimentamos la derrota sobre un plan o un proyecto que promovemos. Pero hay
lecciones en la derrota:
1. Debemos considerar de nuevo la naturaleza del proyecto o de la misión. ¿Vale la pena?
2. Debemos considerar el costo de continuar con la misión. ¿Vale lo que costará?
3. Debemos acudir a Dios para asegurarnos que la misión está de acuerdo con
su voluntad. ¿Estará Dios acompañándonos en esta
misión?
4. Debemos estar inspirados por Dios para emprender de nuevo la misión. ¿Podemos glorificar a Dios por medio de ella?
e. Segunda Batalla.
20:22–25.
A pesar de sus cuantiosas bajas, los israelitas se
animaron para una segunda batalla. Se despliegan (20:22), pero antes de salir a
pelear envían de nuevo una delegación, aparentemente a Betel, para consultar a
Jehová (20:23). Esta vez le preguntan lo que tomaron por sentado la primera
vez, si deben pelear contra Benjamín.
Reconocen su necesidad de la ayuda de Jehová, llorando
delante de él todo el día. La frase nuestros hermanos indica que también
reconocen más la seriedad de pelear contra una tribu del pueblo de Jehová. Esta
vez Dios les envía a la batalla.
Con esta respuesta la victoria parecía asegurada. Sin
embargo, no es así (20:24, 25). Después de las dos batallas Israel queda
diezmado, con 40,000 bajas. ¿Por qué Jehová permitió esta derrota? Israel se
desplegó para la batalla antes de consultar a Jehová (ver vv. 22, 23).
Varios estudiosos encuentran en este orden de eventos
tanta falta de lógica que opina que originalmente el v. 23 precedía el v. 22.
Sin embargo, ni los manuscritos ni las versiones antiguas apoyan esta conjetura.
Más bien, cuando Israel fue a preguntar a Jehová si debería volver a pelear, ya
había decidido hacerlo.
La consulta fue solo un formalismo para pedir la
aprobación de los planes ya hechos. Jehová permitiría la derrota para enseñar a
la nación a depender de él (comp. 7:2) y para llevarla al arrepentimiento. En
su soberana sabiduría esta guerra castiga a ambos contrincantes (comp. 16:30).
f. Tercera Batalla. 20:26–48.
Humillado, Israel vuelve
a Betel por tercera vez. Ahora buscan a Dios con mucho más fervor (20:26). El
texto subraya que todos los israelitas subieron, dando a entender que para las
primeras consultas se envió solamente una delegación. Lloraron delante de
Jehová, así como en la segunda consulta (ver v. 23).
Ayunaron todo el día,
expresando su dependencia de Jehová y su arrepentimiento. Ofrecieron
sacrificios, otra cosa que no habían hecho. Los holocaustos se quemaban
totalmente como una ofrenda exclusivamente para Jehová. En esta ocasión
probablemente se ofrecieron como una expiación por los pecados del pueblo
(comp. 2:2–5; Lv. 1:3–4).
Las ofrendas de paz eran una
especie de banquete de comunión con Jehová. A Dios se le ofrecía la sangre, la
grasa y varios de los órganos internos (ver Lv. 3), pero el ofrendante comía la
carne (ver Lv. 7:14–16). En esta ocasión las ofrendas de paz servirían para
restaurar la comunión con Jehová después del ayuno y los holocaustos
expiatorios.
Luego los israelitas por tercera vez consultan a Jehová (20:27, 28a). A diferencia de la
primera consulta, no dan por sentado que deben salir a la batalla. A diferencia
de la segunda, agregan la pregunta “¿o desistiremos?”. Han perdido su confianza en su
propia fuerza y planes y se han humillado ante Jehová para buscar su voluntad y
poder.
El autor interrumpe la narración para una breve nota
(vv. 27b, 28a), tal vez para dejar ver que la consulta fue legítima y que la
respuesta también lo sería (ver en contraste 18:5, 6). Algunos han concluido en
base a esta nota que el santuario central de Israel se encontraba en Betel en
esos días.
Sin embargo, como el tabernáculo estaba en Silo tanto
antes como después de este período (ver Jos. 18:1; 1 Sam. 1:9), y como no se
menciona aquí, es probable que solo el arca se había llevado a Betel para
buscar el apoyo de Jehová en esta guerra (comp. 1 Sam. 4:3).
La explicación entre paréntesis también sirve para
fijar este evento cronológicamente al principio del período de los jueces.
Fineas fue nieto de Aarón (v. 28a; comp. Éx. 6:25) y líder de Israel ya en los
días de Moisés (ver Núm. 25:6–13) y de Josué (ver Jos. 22:13, 30–33; 24:33).
Jehová ordena lo mismo que en la segunda consulta,
pero esta vez da una promesa de victoria (20:28b; comp. 1:2). En otras partes
del libro Jehová entrega a su pueblo infiel en mano de los opresores (2:14;
3:8; 4:2; 6:1; 10:7; 13:1), y a los opresores en mano de su pueblo arrepentido
(3:28; 4:7, 9, 14; 11:9, 32); pero solo aquí leemos que entrega a miembros de
su pueblo en mano de sus hermanos.
Israel va a esta batalla con una estrategia astuta. La
confianza en Dios no excluye la planificación (comp. 7:16–22). Irónicamente, la
estrategia contra Benjamín es casi idéntica a la que Israel empleó en la
conquista de Hai, en el territorio posteriormente asignado a Benjamín (comp.
Jos. 8:1–27).
El relato de la batalla es complicado porque cuenta
las acciones simultáneas de tres grupos (cosa rara en la
narrativa hebrea):
Ø la fuerza
principal del ejército israelita, la emboscada israelita y el ejército
benjamita.
Ø En un sentido la batalla se narra dos veces:
· La primera narración
(20:29–35) cuenta el inicio de la batalla (20:29–34) y luego resume sus
resultados (20:35).
· La segunda (20:36–48) da
más detalles sobre los tres grupos. Vuelve al inicio de la batalla para hablar
de la emboscada (20:36–38). Luego vuelve una vez más al inicio para contar lo
que sucedió con la fuerza principal de Israel y con los benjamitas (20:39–48).
El regreso al inicio de la batalla cada vez sirve no
solamente para recoger el hilo, sino también para dar realce a la artimaña de
Israel.
La estrategia israelita se anticipa en la nota
introductoria (20:29). Al inicio, la tercera batalla parecía igual a las otras
dos, con Israel retrocediendo (20:30–32a).
Sin embargo, la retirada era parte de su plan
(20:32b). Abandonaron sus lugares frente a Gabaa para desplegarse de nuevo en Baal-tamar
(20:33a; comp. 30). Salieron y como las otras veces (20:31) hacen eco del
lenguaje de Sansón en 16:20. Benjamín estaba tan equivocado como Sansón. Muchos
comentaristas opinan que Gabaa en el v. 31 es un error por “Gabaón”. Eusebio ubica Baal-tamar al
nordeste de Gabaa, pero la narración sugiere que quedaba al noroeste.
Entre tanto la emboscada israelita también salió de su
lugar, pero no para huir de Gabaa, sino para acercarse a ella (20:33b, 34a).
Mientras la batalla arreciaba en Baal-tamar, los benjamitas no se percataron de
la emboscada que estaba por atacar a Gabaa (20:34b). El Texto Masorético sitúa
la emboscada “en
el llano de Geba”, una ciudad 5 km. al nordeste de Gabaa, en vez de “al oeste de Gabaa” (v. 33b).
Probablemente el Texto Masorético preserva la lección
original. La otra surgiría por el poco uso del vocablo “llano” en el AT., y por la
frecuente repetición de Gabaa en este capítulo. La palabra heb. traducida ante
(v.34a) implica que la emboscada llegó lo suficientemente cerca para ver la
ciudad, pero que todavía quedaba a cierta distancia (la palabra es vertida por “desde lejos”
en 2 R. 3:22; 4:25; ver su uso también en 2 R. 2:7, 15; Salmo 38:11).
· Luego, saltando los
demás detalles, la narración resume el resto de la batalla y sus resultados en
un solo versículo (20:35). La última frase del v. 34 anticipa el desastre
benjamita, y el v.35 lo resume en términos de 25,100 bajas.
Significativamente, este versículo atribuye la derrota
a Jehová, pero la matanza a los israelitas (comp. exposición de 21:3). Derrotó
es el mismo verbo traducido “son vencidos” en el v. 32. Los benjamitas creían
haber derrotado a los israelitas, pero ese mismo pensamiento fue su propia
derrota.
Ahora el autor regresa al inicio de la batalla para
contar en más detalle la actuación de los tres grupos militares (20:36–48):
1- La primera oración de 20:36 no se refiere a la derrota
de Benjamín al final de la batalla, sino a la aparente derrota de Israel al
inicio. Los benjamitas percibieron su propia derrota mucho antes del final (ver
v. 41). De hecho, después de 25,000 bajas casi no quedaban benjamitas para ver
que estaban derrotados (ver vv. 46, 47). El v. 36a, más bien, repite lo dicho
en el v. 32a.
El autor ha vuelto al principio de la batalla (v. 36)
para retomar la narración sobre la emboscada. Los vv. 33b, 34a la dejaron en
posición para atacar la ciudad. Ahora el v. 37 relata el ataque y la matanza de
todos los habitantes (comp. Jos. 8:19). Los israelitas habían acordado que al
tomar la ciudad la emboscada le prendería fuego; el humo serviría de señal a la
fuerza principal que la emboscada había completado su misión (20:38; comp. Jos.
8:8, 19, 20).
2- Luego el autor relata el efecto que la señal tuvo en
la fuerza principal de Israel y en los benjamitas. Para introducir a estos dos
grupos, una vez más regresa a la retirada de Israel, y por tercera vez repite
el error de Benjamín (20:39; ver vv. 32, 36). Esta tribu resulta tan engañada
como los opresores de Israel: Eglón (3:19–26),
Sísara (4:18–21; 5:24–27) y Madián (7:22). El humo reveló a los benjamitas la
trampa en la cual habían caído (20:40, 41; comp. v. 34b). Comenzaron a huir al
oriente hacia el desierto (20:42a; comp. Jos. 8:20).
3- Por otro lado, el humo fue una señal a la fuerza
principal de Israel para detener su retirada y volverse contra los benjamitas
(20:41a). Estos quedaron cercados por la fuerza principal y los 10,000 de la
emboscada que ahora salían de Gabaa (20:42b, 43a; comp. Jos. 8:21, 22). Algunos
manuscritos de la LXX sugieren que en lugar de las ciudades (v. 42) se debe
leer “la ciudad”,
con referencia a Gabaa.
En la persecución hasta el lado oriental de Gabaa (20:43)
los israelitas mataron a 18,000 benjamitas (20:44). En lugar de desde Noja (v.
43) el Texto Masorético tiene “a Menuja”. No sería sorprendente que hubiera
ciudades con estos nombres, ya que “Menuja” significa “lugar de descanso” y Noja
fue el nombre del cuarto hijo de Benjamín (comp. 1 Cron. 8:2).
A estas alturas los benjamitas claramente estaban derrotados.
Habían perdido más de dos tercios de sus efectivos. Sin embargo, los israelitas
mataron a otros 7,000 en su huida hacia la peña de Rimón (20:45).
El verbo traducido fueron muertos es lit. “los rebuscaron”;
compara la matanza de los últimos benjamitas a la recogida de los últimos
frutos después de la cosecha (ver exposición de 8:2). Gidom es un sitio desconocido,
pero la peña de Rimón generalmente se identifica con una elevación a 9 km. al
nordeste de Gabaa (20:45):
v Los 18,000 muertos (v. 44), más los 5,000 (v. 45a), más los 2,000 (v.
45b) suman un total de 25,000 (20:46).
v Del ejército original de más de 26,000 (v. 15), solamente 600 llegaron a
las cuevas de la peña de Rimón (20:47).
v La diferencia entre la cifra de 26,000 más los habitantes de Gabaa (v.
15) y la suma de 25,600 (vv. 44–47) probablemente se debe a las bajas que
Benjamín sufrió en las primeras dos batallas.
Habiendo aniquilado a casi todos los milicianos de
Benjamín, los israelitas todavía no detuvieron su mano. Tan airados estaban por
la resistencia benjamita y por las 40,000 bajas israelitas (ver vv. 21, 25),
que destruyeron todas las ciudades de Benjamín y mataron todo lo que vivía en
ellas (20:48).
Aun en esta “guerra justa” que contaba con el aval de Jehová
(ver vv. 28, 35), los combatientes se extralimitaron, cometiendo en el ardor
del conflicto un genocidio en nada justificado por las circunstancias. De
manera que uno de los excesos de Jefté (comp. 12:4–6) había sido cometido antes
por todo Israel.
Pusieron a Benjamín bajo el anatema (ver exposición de
1:17), que si bien debería aplicarse a los cananeos en la conquista (ver Deut.
2:34, 35; 3:6, 7; 7:2; 20:16–18; Jos. 6:17–19; 8:2, 24–27), se permitía contra
israelitas solo si una ciudad se entregaba a la idolatría (comp. Deut. 13:12–18).
Contra Benjamín Israel aplicó el anatema como no lo había hecho contra los
cananeos (comp. 2:2).
La Providencia Divina Preserva. 20:47, 48.
Era necesario un remanente para la preservación de los
propósitos últimos de Dios:
1. El propósito
del remanente era la continuación de la tribu de Benjamín.
2. Los dones positivos de la tribu de Benjamín
necesitaban ser preservados.
3. El futuro del
remanente fue brillante:
1. El primer
rey, Saúl, era de la tribu (1 Sam. 9:1).
2. El gran
apóstol Pablo era descendiente de la tribu (Rom. 11:1).
Estudios para el
Domingo.
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