MICAÍA Y LA EMIGRACIÓN DE LOS
DANITAS:
(JUECES 17:1-13-18:31)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
I. EPÍLOGO. 17:1-21:25:
Como el prólogo (1:1–3:6), el epílogo está compuesto por dos partes:
·
La primera relata el origen del santuario de Dan (17:1–18:31), y
·
La otra, la guerra civil contra Benjamín (19:1–21:25).
Estas historias acontecieron en las primeras
generaciones después de Josué (ver 18:30; 20:28), pero el autor las ha guardado
hasta el final del libro como ejemplos mayúsculos de la maldad de Israel. Los
protagonistas son adoradores de Jehová. De hecho, los dos principales son
levitas.
Provienen de lugares influyentes en la historia de
Israel, la región montañosa de Efraín (centro del poder en las tribus del norte) y Belén
de Judá (hogar
del futuro rey David). Sin embargo, aun en tales lugares la
adoración de Jehová ha sido viciada por la influencia de la religión cananea.
Estas historias revelan que algunos de los peores
errores de los jueces habían sido sobrepasados antes por toda una tribu (comp.
18:30, 31 con 8:27) y aun por toda la nación (comp. 20:48 con 12:4–6; 21:5,
8–12 con 8:16, 17).
Abundan Los Paralelos Entre El Epílogo y El Prólogo:
·
La prominencia de la tribu de Judá (1:1–19; 17:7–9;
18:12; 19:1, 2, 18; 20:18; fuera del prólogo y el epílogo, esta tribu se
menciona solo en 10:9 y 15:9–11); el uso de “herir a filo de espada” y “prender fuego”
para describir la destrucción de ciudades (1:8, 25; 18:27; 20:37, 48);
·
Matrimonios excepcionales (1:12 15; 21:6–23);
·
Una mujer sobre un asno (1:14; 19:28);
·
El nombre de Moisés (1:16, 20; 3:4; 18:30; fuera del
prólogo y el epílogo aparece solo en 4:11);
·
El anatema (1:17; 20:48; 21:11);
·
Los jebuseos en Jerusalén entre los benjamitas (1:21;
19:10–14);
·
La subida de Israel a Betel (1:22; 20:18, 23, 26);
·
Ll fracaso de Dan en la conquista de su territorio
(1:34; 18:1);
·
La asamblea de todo Israel (2:4; 20:1);
·
El llanto de Israel delante de Jehová, acompañado de
sacrificios (2:4, 5; 20:23, 26; 21:2–4); y
·
La elección divina de Judá para subir primero a la
batalla en respuesta a una consulta hecha por el pueblo de Israel (1:1, 2;
20:18).
·
Pocos de estos elementos aparecen en Jueces fuera del
prólogo y el epílogo (comp. también la exposición de 17:11 y 21:12).
Estos paralelos enmarcan las historias de los jueces (3:7–16:31), y nos invitan a comparar el comienzo del libro con el
final. Se
nota: el mismo deterioro que en las historias de
los jueces:
v En el prólogo Judá es victorioso; en el epílogo es asociado con la
derrota y el error (así como en 10:9 y 15:9–11 también).
v En el prólogo Judá hiere a filo de espada, aplica el anatema y prende
fuego a ciudades cananeas; en el epílogo Israel hace lo mismo a ciudades
israelitas.
v En el prólogo Caleb da a su hija en matrimonio al héroe que le ha ganado
por su proeza a favor de su pueblo; en el epílogo las hijas de Jabes y Silo son
raptadas de sus padres para ser dadas en matrimonio a los sobrevivientes de una
tribu destruida.
v En el prólogo la mujer sobre el asno se casa con un héroe de Israel; en
el epílogo la mujer sobre el asno es asesinada por israelitas.
v En el prólogo se habla de los mandamientos de Moisés; en el epílogo un
descendiente de Moisés dirige el culto a ídolos.
v En el prólogo Jehová está con Israel cuando sube a Betel para conquistar
esta ciudad cananea; en el epílogo Jehová se muestra distante de Israel cuando
sube a Betel para consultarle acerca de la conquista de una ciudad israelita.
v En el prólogo Benjamín no desaloja a los jebuseos; en el epílogo la
influencia cananea se manifiesta en la conducta de los benjamitas.
v En el prólogo Dan no pudo vencer a los amorreos para heredar la tierra
que Jehová le había asignado; en el epílogo abandona esa tierra para buscar
otra.
v En el prólogo la asamblea de Israel es acusada por Jehová de hacer
pactos con los cananeos; en el epílogo la asamblea refleja la influencia
cananea al cometer atrocidades en el nombre de Jehová.
v En el prólogo Israel llora por los problemas causados por su pecado; en
el epílogo llora, culpando a Dios por sus problemas.
Hay también muchos paralelos entre las dos partes del
epílogo. Ambas se sitúan temprano en la época de los jueces.
Ambas comienzan con un problema doméstico y llegan a revelar la maldad de una
tribu. En ambas hay un sacerdote descendiente de los hermanos Moisés y Aarón,
forasteros, y un grupo de 600 hombres de la tribu mala.
En ambas uno de los dos personajes principales es de
la región montañosa de Efraín, y el otro de Belén de Judá:
Ø En la primera, un levita residente en Belén pasa a la región montañosa de Efraín, y
Ø En el segundo, un levita residente en la región montañosa de Efraín viaja a Belén.
En ambas se tarda cuatro meses para efectuar una
reconciliación, la conducta del levita decepciona, los personajes principales
son ajenos a la tribu mala, Israel comete en el nombre de Jehová actos en
contra de su voluntad, e Israel es evaluado por el comentario de 17:6 y 21:25:
Ø La primera
historia resalta la degradación en el culto de Israel;
Ø La segunda, la
degradación en su ética.
Sin embargo, la
primera muestra que el culto y la ética están estrechamente relacionados.
Sincretismo Antiguo y Moderno 17:1–13:
La palabra sincretismo no es muy usada en nuestro medio,
pero significa la práctica de combinar los elementos de varias religiones. En
el tiempo de los jueces se practicó este fenómeno pretendiendo satisfacer las
exigencias de los dioses paganos así como las demandas de Jehová. El nombre
Micaías (que
significa “quién como Jehová”),
tipifica el sincretismo religioso que era tan común en esos días. Esa práctica
combinaba la idolatría de Baal con la adoración de Jehová.
Pero según las Sagradas Escrituras esta es una
perversa ilusión. Al fin el que practica el sincretismo acaba por desagradar a
Dios.
En nuestro día también hay quienes quieren agradar a
Dios y a otros dioses ajenos: el dinero, el azar, la hechicería, etc. Hay
cristianos poco informados que se dejan engañar por:
Ø Santeros,
Ø Espiritistas,
Ø Curanderos, y
Ø Otros
charlatanes que explotan a los cándidos y débiles.
En nuestro día todos estos fenómenos son sin duda
sincretismo simple y puro. Nuestra fe no debe ser mezclada con ningún otro
culto, sea la ciencia, el ocultismo, el espiritismo o la suerte.
1. Origen del santuario de Dan. 17:1-18:31:
El capítulo 17 narra cómo Micaías consiguió una imagen
de talla (vv. 1 6) y un levita como
sacerdote (vv. 7–13); el cap. 18
relata cómo los danitas le robaron la imagen y el levita, y los instalaron en
su nuevo santuario.
(1) El Santuario De Micaías, 17:1–13
a. Fundación Del Santuario.
17:1–6.
Micaías (17:1) es el personaje central de
esta sección, y uno de los dos personajes principales de la historia. Su nombre
significa “¿Quién
es como Jehová?”. La respuesta se
sobreentiende: no hay nadie ni nada que sea
comparable con Jehová.
Micaías vive en el centro de Israel (ver exposición de
3:27). Veremos que la corrupción religiosa y ética han llegado no solo a las
periferias de Israel, donde vivían Jefté y Sansón, sino a su mismo corazón.
El autor comienza en medio de la historia (17:2),
enfocando la parte que le interesa. Micaías, a pesar de su nombre piadoso, ha
robado a su madre, y no en pequeña escala (ver exposición de 16:5).
Ella no ha logrado averiguar quién le robó. Ha
tomado la medida indicada en tales casos: maldecir al ladrón desconocido,
encomendando a Dios su castigo (sobre la
maldición de criminales no descubiertos, comp. Deut. 27:15, 17, 18, 24,
25).
Micaías oyó la maldición, y aunque no había temido
ofender a Jehová con el robo, sí tiene miedo de la maldición. Su religión ha
perdido la dimensión ética. En esto se ve la influencia de la religión cananea.
Por temor de la maldición Micaías confiesa el robo.
Ahora la madre se da cuenta que ha maldecido a su hijo. Las maldiciones pedían sufrimientos
horribles:
v Enfermedades,
v Pobreza,
v Esterilidad, y
v Violencia (ver Núm. 5:21; Deut. 28:15–68).
Entonces, para tratar de neutralizar la maldición, ella
bendice a su hijo (comp. Gn. 27:28, 29, 38–40; Deut. 28:2–13). Micaías no
cumple con la ley de restituir el 120% y sacrificar un carnero por medio de un
sacerdote legítimo (ver Lv. 6:2–7).
Cuando Micaías devuelve la plata, su madre la consagra
a Jehová en nombre de su hijo (17:3). Tal vez fue otra medida para anular la
maldición. Sin embargo, su voto nos deja atónitos. Micaías ya ha quebrantado
dos de los Diez Mandamientos (ver Éx. 20:12, 15; Deut. 5:16, 19), y ahora su
madre, buscando agradar a Jehová, ¡propone hacerle una imagen (ver Éx. 20:4, 5; comp.
Deut. 4:15–18)!
Evidentemente, la familia de Micaías practicaba una
religión popular en que había poco conocimiento de la Ley de Moisés. Como
Israel en general, fracasó en la prueba de obediencia a la Ley (ver 3:4).
¿Se trata de una imagen, o dos (ver la nota)? Fue puesta (v. 4) está en el singular, pero en 18:17, 18 el orden de
las palabras en el heb. Implica que había dos. Las imágenes de talla se
esculpían en madera o piedra, mientras que las de fundición se hacían de metal.
Tal vez en este caso se trata de una imagen en dos
partes:
La Ley de Moisés prohíbe ambas clases de imágenes (ver
Deut. 27:15; comp. Éx. 20:4; 34:17).
El movimiento de las piezas de plata en 17:3, 4 parece complicado:
v Primero leemos que Micaías las devolvió a su madre (17:3a),
v Luego que ella las devolvió a él (17:3b), entonces que él las devolvió a ella
(17:4), y por fin que ella las entregó al fundidor.
Debemos entender que Micaías devuelve el dinero a su
madre al comienzo del v. 3; que al final del v. 3 ella promete devolvérselo a
él; que el v. 4a repite el principio del v. 3, recogiendo el hilo de la
narración después del voto de la madre; y que al poner la imagen en la casa de
Micaías (v. 4b) la madre cumple con su promesa hecha al final del v. 3. El v. 4
corresponde en cada oración al v. 3:
(1) Micaías devuelve las piezas de plata a su
madre;
(2) Ella hace la imagen, cumpliendo su voto
a Jehová; y
(3) Ella devuelve las piezas de plata a Micaías en la imagen.
El v. 4 termina con ironía: en la casa de ¿Quién-es-como-Jehová? se coloca una imagen supuestamente como
Jehová.
La madre cumplió su voto solo en parte. Había consagrado los 1,100 siclos a Jehová para una imagen, pero
entregó solamente 200 siclos al orfebre. Tal vez dio los restantes 900 siclos a
Micaías para mantener el culto (comp. el v. 5), pero él no necesitaría tantas
piezas de plata para eso (comp. v. 10).
Como Micaías y su madre acababan de romper tres de los
Diez Mandamientos, es probable que ella también tomó en vano el nombre de
Jehová (ver Éx. 20:7; Deut. 5:11) al no cumplir su juramento cabalmente (comp.
Lev. 19:12; Núm. 30:2, 9; Hech. 5:1–10).
En el heb. Micaías se escribe de forma diferente desde
el v. 5 en adelante. Los vv. 1 y 4 usan la forma plena Micayehu H4321, “¿Quién es como Jehová?” Desde el v.
5 en adelante se emplea la forma apocopada Micah H4318, “¿Quién es cómo...?”.
En esta forma normalmente se sobreentendía el nombre
de Jehová, pero el cambio aquí sugiere que al reducir la gloria del Dios
incomparable a una imagen, Micaías ha desvirtuado su nombre.
Santuario (17:5) en heb. es lit. “casa de Dios” o “casa de dioses”. Para Micaías su
santuario era casa de Jehová, pero para el autor era casa de dioses (comp.
18:24); la legítima casa de Dios estaba en Silo (ver 18:31). La Ley de Moisés
no autorizaba el establecimiento de un santuario sin una revelación especial de
Dios (ver Éx. 20:24; Deut. 12:5).
Micaías pensaría que el efod estimularía la adoración
a Jehová, pero fácilmente se podría convertir en ídolo (ver exposición de
8:27). Para Micaías los terafines
H8655 (ver la nota) también honrarían a Jehová, pero son
considerados como ídolos en 1 Samuel 15:23 (donde la palabra traducida “idolatría”
es terafines H8655) y 2 Reyes 23:24 (ver la
nota).
Los terafines
H8655 eran imágenes caseras que de alguna manera representaban
a la divinidad (comp. Gn. 31:19, 34, 35 con vv. 30, 32) y que se usaban para
adivinar (ver Ez. 21:21; Zc. 10:2). Algunos israelitas los consideraban como
elementos legítimos en la adoración de Jehová (ver 1 Sam. 19:13, 16; Os. 3:4),
pero fácilmente se convertían en ídolos.
Al consagrar a su hijo como sacerdote (17:5b), Micaías
una vez más viola la Ley. Su hijo ni siquiera es levita, mucho menos de la
familia de Aarón (ver Núm. 3:5–10). La expresión traducida invistió en heb. Es “llenó la mano”.
Tal vez en la ceremonia de consagración se llenaba la mano del sacerdote con
porciones de un sacrificio (ver Éx. 29:31, 34 y Lv. 7:37, donde “carnero de la
investidura” en el heb. es “carnero de la llenura”).
La historia de Micaías muestra la transmisión de la
corrupción religiosa en el hogar, de madre a hijo a nieto. La degeneración
familiar conduce a la degeneración tribal (cap. 18) y nacional (caps. 20 y 21).
Esta
narración dejaría al lector israelita con la boca abierta. ¿Cómo
pudo haber tanto caos religioso? El autor
contesta explicando que no había gobierno centralizado (17:6) para detener este
desorden. Por otro lado, tal vez en los días del autor algunos israelitas
culpaban a los reyes de toda la maldad en Israel.
Sin embargo, dice el v. 6, cuando no había reyes la
maldad fue hasta peor. Al fin y al cabo la maldad se puede manifestar dentro de
cualquier estructura política:
·
La primera oración del v. 6 se repite en 18:1 y, más o menos, en 19:1, y ambas oraciones en
21:25. Cada repetición marca un hito en el epílogo. El v. 6 enlaza los relatos
de la adquisición de la imagen (17:1–5) y la adquisición del levita (17:7–13).
·
La segunda oración del v. 6 es la contraparte del refrán “los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová”
(3:7, 12; 4:1; 6:1; 10:6; 13:1). Lo recto ante los ojos de cada israelita era
malo ante los ojos de Jehová (comp. Deut. 12:8, lit., “No haréis... cada uno lo que le parecía recto ante sus propios ojos”).
La Maldición
Que Trajo Resultados Negativos 17:1–6:
1. Un hombre robó 1,100 piezas de plata de su madre.
2. La madre, no
sabiendo quién le había robado, pronunció una maldición sobre el ladrón.
3. El hijo confiesa que es el ladrón.
4. La madre trata
de anular la maldición, pronunciando una bendición sobre el hijo.
5. La madre toma parte del dinero para fundir un ídolo.
La Atracción De La Idolatría 17:1–6.
El relato refleja una época oscura en la historia de
Israel. Puesto que no había rey, “cada uno hacía lo que le parecía ante sus propios ojos”.
Por consiguiente, vemos el hundimiento en la idolatría:
1. Una mujer estaba dispuesta a sacrificar 200 piezas de
plata para una imagen tallada y de fundición (v. 3).
2. Micaías, el hijo, hizo un efod e ídolos domésticos (v. 4).
3. Micaías invistió a uno de sus hijos para ser sacerdote del ídolo (v. 5).
b. Un Sacerdote Levítico Para El
Santuario. 17:7–13.
El v. 7 es paralelo al v. 1. Éste presenta el
personaje central de 17:1–6, y aquél, de 17:7–13. Micaías (v. 1) y el levita
(v. 7) son los dos personajes principales de los caps. 17 y 18. Como el v. 1 da
el nombre de su personaje, esperamos lo mismo en el v. 7. Sin embargo, el autor
guarda este nombre para el final sorpresivo (ver 18:30).
El nuevo personaje es joven (en contraste, a Micaías se le llama
“hombre” en el v. 1), levita y forastero.
Este vocablo heb. se refiere a un residente cuya familia es de otro lugar. Hay
varios forasteros en el epílogo (comp. cap. 18; 19:1, 16).
Tal vez en los días de los jueces muchos israelitas,
no prosperando debido al castigo de Jehová, abandonaron su territorio para
buscar una mejor vida (comp. 18:1 con 1:34; ver Rut 1:1).
Siendo forastero, el levita no tenía terrenos
familiares en Belén. Para sostenerse dependía de la hospitalidad y
ofrendas de los israelitas entre quienes trabajaba (comp. Núm. 18:21–24; Deut.
12:12, 18, 19; 14:27–29; 16:11, 14; 26:11–13). De la tribu de Judá ha de
significar solamente que él residía en Judá. Sobre el vocablo traducido tribu,
ver la exposición de 13:2.
Quizás en este tiempo Israel no mantenía las ciudades
de los levitas (ver Núm. 35:1–6; Jos. 14:4; 21:1–42; 1 Crón. 6:54–81), pero
también es posible que el joven, deseando una vida mejor, no quería vivir en
una de ellas. Las ciudades asignadas a su clan (ver 18:30) estaban en Efraín,
Dan y Manasés transjordania (comp. 1 Crón. 6:1–3 con Jos. 21:5).
Viajando hacia el norte el levita llegó por casualidad
a la casa de Micaías (17:8; ver exposición de 18:3). Cuando éste averiguó quién
era y cuál era el propósito de su viaje (17:9), le ofreció un empleo como
sacerdote de su santuario (17:10).
Según Micaías, el levita le sería como padre, o sea,
guía religioso, y como mediador entre él y Jehová, fuente de bendición (ver el
v. 13; comp. 5:7; Gn. 45:8; 2 R. 2:12; 6:21; 8:9; 13:14).
Era responsabilidad de los levitas enseñar la Ley de
Moisés (ver Deut. 33:10). El joven debía rechazar la oferta de Micaías,
aprovechando la oportunidad para instruirle acerca del culto correcto a Jehová.
No obstante, aceptó la invitación (17:11a).
El verbo traducido convino incluye la idea de hacer
con agrado. La invitación le agradaría por la seguridad económica y por el
prestigio de ser sacerdote, y no solamente levita. Micaías proveyó para él como
si fuera su hijo (17:11b). Mientras dependía como hijo del sostén de Micaías,
el levita no podía llevar a cabo la función paternal (comp. v. 10) de corregir
sus errores.
En el heb., convino en habitar (17:11) hace eco de:
v “(los
cananeos) persistieron en habitar” (1:27) y
v “(los
amorreos) persistieron en habitar” (1:35).
Convino y “persistieron” representan el mismo verbo heb., el
cual no se usa en ninguna otra parte de Jueces. Habitar también aparece en los
tres pasajes. La influencia del levita con Micaías no será mejor que la de los
cananeos entre los israelitas.
Instalado como sacerdote (sobre invistió, ver
exposición del v. 5), el levita sirvió en la casa de Micaías a la par de la
imagen (comp. 17:12 con v. 4).
Micaías ha hecho y equipado su santuario por la misma
razón por la cual robó a su madre: para enriquecerse (17:13). Cree que si cumple en forma correcta con el culto, Jehová
tendrá que prosperar.
Piensa haberse librado de la maldición de su madre
(ver v. 2). Multiplica su error porque ni siquiera sabe cómo cumplir con el
culto exigido por la revelación divina. El santuario y el sacerdote no traerán
a Micaías prosperidad, sino despojo (ver 18:3, 14–26).
Una Garantía Equivocada. 17:7–13.
A veces pensamos que, puesto que somos fieles en
asistir a las reuniones de la iglesia y damos el diezmo, por eso tenemos la
garantía de la bendición de Dios en nuestra vida.
Por consiguiente, pensamos que vamos a prosperar
económicamente, y que nunca pasará nada trágico en nuestra familia. Esto es
erróneo, porque no podemos suponer tener esta garantía:
1. Micaías invitó
al joven a su casa con un motivo egoísta.
2. Micaías
pensó equivocadamente que un levita tenía influencia
especial con Jehová.
3. Micaías
decidió investir al levita con la función de
sacerdote.
4. Micaías[1] consideraba que Jehová iba a prosperar por su
hospitalidad al levita.
Estudios para el
Domingo.
___________
[1] H4321 מִיכָיְהוּ = Miikayejú o מִכָיְהוּ = Mikayejú (Jr.36:11),
abr. de H4322; Micaía, nombre de tres israelitas:- Micaías. (Strong).
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