lunes, 7 de octubre de 2019

MICAÍA Y LA EMIGRACIÓN DE LOS DANITAS: (JUECES 17:1-13-18:31)


MICAÍA Y LA EMIGRACIÓN DE LOS DANITAS:
(JUECES 17:1-13-18:31)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

I.     EPÍLOGO. 17:1-21:25:
Como el prólogo (1:1–3:6), el epílogo está compuesto por dos partes:
·      La primera relata el origen del santuario de Dan (17:1–18:31), y
·      La otra, la guerra civil contra Benjamín (19:1–21:25).
Estas historias acontecieron en las primeras generaciones después de Josué (ver 18:30; 20:28), pero el autor las ha guardado hasta el final del libro como ejemplos mayúsculos de la maldad de Israel. Los protagonistas son adoradores de Jehová. De hecho, los dos principales son levitas.
Provienen de lugares influyentes en la historia de Israel, la región montañosa de Efraín (centro del poder en las tribus del norte) y Belén de Judá (hogar del futuro rey David). Sin embargo, aun en tales lugares la adoración de Jehová ha sido viciada por la influencia de la religión cananea.
Estas historias revelan que algunos de los peores errores de los jueces habían sido sobrepasados antes por toda una tribu (comp. 18:30, 31 con 8:27) y aun por toda la nación (comp. 20:48 con 12:4–6; 21:5, 8–12 con 8:16, 17).

Abundan Los Paralelos Entre El Epílogo y El Prólogo:
·      La prominencia de la tribu de Judá (1:1–19; 17:7–9; 18:12; 19:1, 2, 18; 20:18; fuera del prólogo y el epílogo, esta tribu se menciona solo en 10:9 y 15:9–11); el uso de herir a filo de espada y prender fuego para describir la destrucción de ciudades (1:8, 25; 18:27; 20:37, 48);
·      Matrimonios excepcionales (1:12 15; 21:6–23);
·      Una mujer sobre un asno (1:14; 19:28);
·      El nombre de Moisés (1:16, 20; 3:4; 18:30; fuera del prólogo y el epílogo aparece solo en 4:11);
·      El anatema (1:17; 20:48; 21:11);
·      Los jebuseos en Jerusalén entre los benjamitas (1:21; 19:10–14);
·      La subida de Israel a Betel (1:22; 20:18, 23, 26);
·      Ll fracaso de Dan en la conquista de su territorio (1:34; 18:1);
·      La asamblea de todo Israel (2:4; 20:1);
·      El llanto de Israel delante de Jehová, acompañado de sacrificios (2:4, 5; 20:23, 26; 21:2–4); y
·      La elección divina de Judá para subir primero a la batalla en respuesta a una consulta hecha por el pueblo de Israel (1:1, 2; 20:18).
·      Pocos de estos elementos aparecen en Jueces fuera del prólogo y el epílogo (comp. también la exposición de 17:11 y 21:12).

Estos paralelos enmarcan las historias de los jueces (3:7–16:31), y nos invitan a comparar el comienzo del libro con el final. Se nota: el mismo deterioro que en las historias de los jueces:
v En el prólogo Judá es victorioso; en el epílogo es asociado con la derrota y el error (así como en 10:9 y 15:9–11 también).
v En el prólogo Judá hiere a filo de espada, aplica el anatema y prende fuego a ciudades cananeas; en el epílogo Israel hace lo mismo a ciudades israelitas.
v En el prólogo Caleb da a su hija en matrimonio al héroe que le ha ganado por su proeza a favor de su pueblo; en el epílogo las hijas de Jabes y Silo son raptadas de sus padres para ser dadas en matrimonio a los sobrevivientes de una tribu destruida.
v En el prólogo la mujer sobre el asno se casa con un héroe de Israel; en el epílogo la mujer sobre el asno es asesinada por israelitas.
v En el prólogo se habla de los mandamientos de Moisés; en el epílogo un descendiente de Moisés dirige el culto a ídolos.
v En el prólogo Jehová está con Israel cuando sube a Betel para conquistar esta ciudad cananea; en el epílogo Jehová se muestra distante de Israel cuando sube a Betel para consultarle acerca de la conquista de una ciudad israelita.
v En el prólogo Benjamín no desaloja a los jebuseos; en el epílogo la influencia cananea se manifiesta en la conducta de los benjamitas.
v En el prólogo Dan no pudo vencer a los amorreos para heredar la tierra que Jehová le había asignado; en el epílogo abandona esa tierra para buscar otra.
v En el prólogo la asamblea de Israel es acusada por Jehová de hacer pactos con los cananeos; en el epílogo la asamblea refleja la influencia cananea al cometer atrocidades en el nombre de Jehová.
v En el prólogo Israel llora por los problemas causados por su pecado; en el epílogo llora, culpando a Dios por sus problemas.

Hay también muchos paralelos entre las dos partes del epílogo. Ambas se sitúan temprano en la época de los jueces. Ambas comienzan con un problema doméstico y llegan a revelar la maldad de una tribu. En ambas hay un sacerdote descendiente de los hermanos Moisés y Aarón, forasteros, y un grupo de 600 hombres de la tribu mala.
En ambas uno de los dos personajes principales es de la región montañosa de Efraín, y el otro de Belén de Judá:
Ø En la primera, un levita residente en Belén pasa a la región montañosa de Efraín, y
Ø En el segundo, un levita residente en la región montañosa de Efraín viaja a Belén.
En ambas se tarda cuatro meses para efectuar una reconciliación, la conducta del levita decepciona, los personajes principales son ajenos a la tribu mala, Israel comete en el nombre de Jehová actos en contra de su voluntad, e Israel es evaluado por el comentario de 17:6 y 21:25:
Ø La primera historia resalta la degradación en el culto de Israel;
Ø La segunda, la degradación en su ética.
Sin embargo, la primera muestra que el culto y la ética están estrechamente relacionados.

Sincretismo Antiguo y Moderno   17:1–13:
La palabra sincretismo no es muy usada en nuestro medio, pero significa la práctica de combinar los elementos de varias religiones. En el tiempo de los jueces se practicó este fenómeno pretendiendo satisfacer las exigencias de los dioses paganos así como las demandas de Jehová. El nombre Micaías (que significaquién como Jehová”), tipifica el sincretismo religioso que era tan común en esos días. Esa práctica combinaba la idolatría de Baal con la adoración de Jehová.

Pero según las Sagradas Escrituras esta es una perversa ilusión. Al fin el que practica el sincretismo acaba por desagradar a Dios.

En nuestro día también hay quienes quieren agradar a Dios y a otros dioses ajenos: el dinero, el azar, la hechicería, etc. Hay cristianos poco informados que se dejan engañar por:
Ø Santeros,
Ø Espiritistas,
Ø Curanderos, y
Ø Otros charlatanes que explotan a los cándidos y débiles.
En nuestro día todos estos fenómenos son sin duda sincretismo simple y puro. Nuestra fe no debe ser mezclada con ningún otro culto, sea la ciencia, el ocultismo, el espiritismo o la suerte.

1. Origen del santuario de Dan. 17:1-18:31:
El capítulo 17 narra cómo Micaías consiguió una imagen de talla (vv. 1 6) y un levita como sacerdote (vv. 7–13); el cap. 18 relata cómo los danitas le robaron la imagen y el levita, y los instalaron en su nuevo santuario.

(1) El Santuario De Micaías, 17:1–13

a. Fundación Del Santuario. 17:1–6.
             Micaías (17:1) es el personaje central de esta sección, y uno de los dos personajes principales de la historia. Su nombre significa “¿Quién es como Jehová?”. La respuesta se sobreentiende: no hay nadie ni nada que sea comparable con Jehová.

Micaías vive en el centro de Israel (ver exposición de 3:27). Veremos que la corrupción religiosa y ética han llegado no solo a las periferias de Israel, donde vivían Jefté y Sansón, sino a su mismo corazón.

El autor comienza en medio de la historia (17:2), enfocando la parte que le interesa. Micaías, a pesar de su nombre piadoso, ha robado a su madre, y no en pequeña escala (ver exposición de 16:5).
Ella no ha logrado averiguar quién le robó. Ha tomado la medida indicada en tales casos: maldecir al ladrón desconocido, encomendando a Dios su castigo (sobre la maldición de criminales no descubiertos, comp. Deut. 27:15, 17, 18, 24, 25).
Micaías oyó la maldición, y aunque no había temido ofender a Jehová con el robo, sí tiene miedo de la maldición. Su religión ha perdido la dimensión ética. En esto se ve la influencia de la religión cananea. Por temor de la maldición Micaías confiesa el robo.

Ahora la madre se da cuenta que ha maldecido a su hijo. Las maldiciones pedían sufrimientos horribles:
v Enfermedades,
v Pobreza,
v Esterilidad, y
v Violencia (ver Núm. 5:21; Deut. 28:15–68).
Entonces, para tratar de neutralizar la maldición, ella bendice a su hijo (comp. Gn. 27:28, 29, 38–40; Deut. 28:2–13). Micaías no cumple con la ley de restituir el 120% y sacrificar un carnero por medio de un sacerdote legítimo (ver Lv. 6:2–7).

Cuando Micaías devuelve la plata, su madre la consagra a Jehová en nombre de su hijo (17:3). Tal vez fue otra medida para anular la maldición. Sin embargo, su voto nos deja atónitos. Micaías ya ha quebrantado dos de los Diez Mandamientos (ver Éx. 20:12, 15; Deut. 5:16, 19), y ahora su madre, buscando agradar a Jehová, ¡propone hacerle una imagen (ver Éx. 20:4, 5; comp. Deut. 4:15–18)!
Evidentemente, la familia de Micaías practicaba una religión popular en que había poco conocimiento de la Ley de Moisés. Como Israel en general, fracasó en la prueba de obediencia a la Ley (ver 3:4).

¿Se trata de una imagen, o dos (ver la nota)? Fue puesta (v. 4) está en el singular, pero en 18:17, 18 el orden de las palabras en el heb. Implica que había dos. Las imágenes de talla se esculpían en madera o piedra, mientras que las de fundición se hacían de metal.
Tal vez en este caso se trata de una imagen en dos partes:
La Ley de Moisés prohíbe ambas clases de imágenes (ver Deut. 27:15; comp. Éx. 20:4; 34:17).

El movimiento de las piezas de plata en 17:3, 4 parece complicado:
v Primero leemos que Micaías las devolvió a su madre (17:3a),
v Luego que ella las devolvió a él (17:3b), entonces que él las devolvió a ella (17:4), y por fin que ella las entregó al fundidor.
Debemos entender que Micaías devuelve el dinero a su madre al comienzo del v. 3; que al final del v. 3 ella promete devolvérselo a él; que el v. 4a repite el principio del v. 3, recogiendo el hilo de la narración después del voto de la madre; y que al poner la imagen en la casa de Micaías (v. 4b) la madre cumple con su promesa hecha al final del v. 3. El v. 4 corresponde en cada oración al v. 3:
(1) Micaías devuelve las piezas de plata a su madre;
(2) Ella hace la imagen, cumpliendo su voto a Jehová; y
(3) Ella devuelve las piezas de plata a Micaías en la imagen.
El v. 4 termina con ironía: en la casa de ¿Quién-es-como-Jehová? se coloca una imagen supuestamente como Jehová.

La madre cumplió su voto solo en parte. Había consagrado los 1,100 siclos a Jehová para una imagen, pero entregó solamente 200 siclos al orfebre. Tal vez dio los restantes 900 siclos a Micaías para mantener el culto (comp. el v. 5), pero él no necesitaría tantas piezas de plata para eso (comp. v. 10).
Como Micaías y su madre acababan de romper tres de los Diez Mandamientos, es probable que ella también tomó en vano el nombre de Jehová (ver Éx. 20:7; Deut. 5:11) al no cumplir su juramento cabalmente (comp. Lev. 19:12; Núm. 30:2, 9; Hech. 5:1–10).

En el heb. Micaías se escribe de forma diferente desde el v. 5 en adelante. Los vv. 1 y 4 usan la forma plena Micayehu  H4321, “¿Quién es como Jehová?” Desde el v. 5 en adelante se emplea la forma apocopada Micah  H4318, “¿Quién es cómo...?”.
En esta forma normalmente se sobreentendía el nombre de Jehová, pero el cambio aquí sugiere que al reducir la gloria del Dios incomparable a una imagen, Micaías ha desvirtuado su nombre.

Santuario (17:5) en heb. es lit. casa de Dios o casa de dioses”. Para Micaías su santuario era casa de Jehová, pero para el autor era casa de dioses (comp. 18:24); la legítima casa de Dios estaba en Silo (ver 18:31). La Ley de Moisés no autorizaba el establecimiento de un santuario sin una revelación especial de Dios (ver Éx. 20:24; Deut. 12:5).

Micaías pensaría que el efod estimularía la adoración a Jehová, pero fácilmente se podría convertir en ídolo (ver exposición de 8:27). Para Micaías los terafines  H8655 (ver la nota) también honrarían a Jehová, pero son considerados como ídolos en 1 Samuel 15:23 (donde la palabra traducida idolatría es terafines  H8655) y 2 Reyes 23:24 (ver la nota).
Los terafines  H8655 eran imágenes caseras que de alguna manera representaban a la divinidad (comp. Gn. 31:19, 34, 35 con vv. 30, 32) y que se usaban para adivinar (ver Ez. 21:21; Zc. 10:2). Algunos israelitas los consideraban como elementos legítimos en la adoración de Jehová (ver 1 Sam. 19:13, 16; Os. 3:4), pero fácilmente se convertían en ídolos.

Al consagrar a su hijo como sacerdote (17:5b), Micaías una vez más viola la Ley. Su hijo ni siquiera es levita, mucho menos de la familia de Aarón (ver Núm. 3:5–10). La expresión traducida invistió en heb. Es llenó la mano”. Tal vez en la ceremonia de consagración se llenaba la mano del sacerdote con porciones de un sacrificio (ver Éx. 29:31, 34 y Lv. 7:37, dondecarnero de la investidura en el heb. es carnero de la llenura).
La historia de Micaías muestra la transmisión de la corrupción religiosa en el hogar, de madre a hijo a nieto. La degeneración familiar conduce a la degeneración tribal (cap. 18) y nacional (caps. 20 y 21).
Esta narración dejaría al lector israelita con la boca abierta. ¿Cómo pudo haber tanto caos religioso? El autor contesta explicando que no había gobierno centralizado (17:6) para detener este desorden. Por otro lado, tal vez en los días del autor algunos israelitas culpaban a los reyes de toda la maldad en Israel.
Sin embargo, dice el v. 6, cuando no había reyes la maldad fue hasta peor. Al fin y al cabo la maldad se puede manifestar dentro de cualquier estructura política:
·      La primera oración del v. 6 se repite en 18:1 y, más o menos, en 19:1, y ambas oraciones en 21:25. Cada repetición marca un hito en el epílogo. El v. 6 enlaza los relatos de la adquisición de la imagen (17:1–5) y la adquisición del levita (17:7–13).
·      La segunda oración del v. 6 es la contraparte del refrán los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová (3:7, 12; 4:1; 6:1; 10:6; 13:1). Lo recto ante los ojos de cada israelita era malo ante los ojos de Jehová (comp. Deut. 12:8, lit.,No haréis... cada uno lo que le parecía recto ante sus propios ojos).

 La Maldición Que Trajo Resultados Negativos  17:1–6:
 1. Un hombre robó 1,100 piezas de plata de su madre.
 2. La madre, no sabiendo quién le había robado, pronunció una maldición sobre el ladrón.
 3. El hijo confiesa que es el ladrón.
 4. La madre trata de anular la maldición, pronunciando una bendición sobre el hijo.
 5. La madre toma parte del dinero para fundir un ídolo.

La Atracción De La Idolatría  17:1–6.

El relato refleja una época oscura en la historia de Israel. Puesto que no había rey,cada uno hacía lo que le parecía ante sus propios ojos”. Por consiguiente, vemos el hundimiento en la idolatría:
1.  Una mujer estaba dispuesta a sacrificar 200 piezas de plata para una imagen tallada y de fundición (v. 3).
2. Micaías, el hijo, hizo un efod e ídolos domésticos (v. 4).
3. Micaías invistió a uno de sus hijos para ser sacerdote del ídolo (v. 5).

b. Un Sacerdote Levítico Para El Santuario. 17:7–13.
El v. 7 es paralelo al v. 1. Éste presenta el personaje central de 17:1–6, y aquél, de 17:7–13. Micaías (v. 1) y el levita (v. 7) son los dos personajes principales de los caps. 17 y 18. Como el v. 1 da el nombre de su personaje, esperamos lo mismo en el v. 7. Sin embargo, el autor guarda este nombre para el final sorpresivo (ver 18:30).

El nuevo personaje es joven (en contraste, a Micaías se le llamahombre” en el v. 1), levita y forastero. Este vocablo heb. se refiere a un residente cuya familia es de otro lugar. Hay varios forasteros en el epílogo (comp. cap. 18; 19:1, 16).
Tal vez en los días de los jueces muchos israelitas, no prosperando debido al castigo de Jehová, abandonaron su territorio para buscar una mejor vida (comp. 18:1 con 1:34; ver Rut 1:1).

Siendo forastero, el levita no tenía terrenos familiares en Belén. Para sostenerse dependía de la hospitalidad y ofrendas de los israelitas entre quienes trabajaba (comp. Núm. 18:21–24; Deut. 12:12, 18, 19; 14:27–29; 16:11, 14; 26:11–13). De la tribu de Judá ha de significar solamente que él residía en Judá. Sobre el vocablo traducido tribu, ver la exposición de 13:2.

Quizás en este tiempo Israel no mantenía las ciudades de los levitas (ver Núm. 35:1–6; Jos. 14:4; 21:1–42; 1 Crón. 6:54–81), pero también es posible que el joven, deseando una vida mejor, no quería vivir en una de ellas. Las ciudades asignadas a su clan (ver 18:30) estaban en Efraín, Dan y Manasés transjordania (comp. 1 Crón. 6:1–3 con Jos. 21:5).

Viajando hacia el norte el levita llegó por casualidad a la casa de Micaías (17:8; ver exposición de 18:3). Cuando éste averiguó quién era y cuál era el propósito de su viaje (17:9), le ofreció un empleo como sacerdote de su santuario (17:10).
Según Micaías, el levita le sería como padre, o sea, guía religioso, y como mediador entre él y Jehová, fuente de bendición (ver el v. 13; comp. 5:7; Gn. 45:8; 2 R. 2:12; 6:21; 8:9; 13:14).

Era responsabilidad de los levitas enseñar la Ley de Moisés (ver Deut. 33:10). El joven debía rechazar la oferta de Micaías, aprovechando la oportunidad para instruirle acerca del culto correcto a Jehová. No obstante, aceptó la invitación (17:11a).
El verbo traducido convino incluye la idea de hacer con agrado. La invitación le agradaría por la seguridad económica y por el prestigio de ser sacerdote, y no solamente levita. Micaías proveyó para él como si fuera su hijo (17:11b). Mientras dependía como hijo del sostén de Micaías, el levita no podía llevar a cabo la función paternal (comp. v. 10) de corregir sus errores.

En el heb., convino en habitar (17:11) hace eco de:
v “(los cananeos) persistieron en habitar (1:27) y
v “(los amorreos) persistieron en habitar (1:35).
Convino y persistieron representan el mismo verbo heb., el cual no se usa en ninguna otra parte de Jueces. Habitar también aparece en los tres pasajes. La influencia del levita con Micaías no será mejor que la de los cananeos entre los israelitas.
Instalado como sacerdote (sobre invistió, ver exposición del v. 5), el levita sirvió en la casa de Micaías a la par de la imagen (comp. 17:12 con v. 4).

Micaías ha hecho y equipado su santuario por la misma razón por la cual robó a su madre: para enriquecerse (17:13). Cree que si cumple en forma correcta con el culto, Jehová tendrá que prosperar.
Piensa haberse librado de la maldición de su madre (ver v. 2). Multiplica su error porque ni siquiera sabe cómo cumplir con el culto exigido por la revelación divina. El santuario y el sacerdote no traerán a Micaías prosperidad, sino despojo (ver 18:3, 14–26).

Una Garantía Equivocada.  17:7–13.
A veces pensamos que, puesto que somos fieles en asistir a las reuniones de la iglesia y damos el diezmo, por eso tenemos la garantía de la bendición de Dios en nuestra vida.
Por consiguiente, pensamos que vamos a prosperar económicamente, y que nunca pasará nada trágico en nuestra familia. Esto es erróneo, porque no podemos suponer tener esta garantía:
1.   Micaías invitó al joven a su casa con un motivo egoísta.
2.   Micaías pensó equivocadamente que un levita tenía influencia especial con Jehová.
3.   Micaías decidió investir al levita con la función de sacerdote.
4.   Micaías[1] consideraba que Jehová iba a prosperar por su hospitalidad al levita.

Estudios para el Domingo.

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.


___________
[1] H4321 מִיכָיְהוּ = Miikayejú o מִכָיְהוּ = Mikayejú (Jr.36:11), abr. de H4322; Micaía, nombre de tres israelitas:- Micaías. (Strong).




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