CUANDO LA CRISIS AZOTA:
(2
R. 6:24-25)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
“Después de esto
aconteció que Ben-adad rey de Siria reunió todo su ejército, y subió y sitió a
Samaria…. Y hubo gran hambre en Samaria, a
consecuencia de aquel sitio; tanto que la cabeza de un asno se vendía por
ochenta piezas de plata, y la cuarta parte de un cab de estiércol de palomas
por cinco piezas de plata”.
(2
R. 6:24-25)
El reconocido
psicólogo Cristiano, Larry Crabb, afirma en uno de sus libros: “Quizás la
lección más importante que he aprendido al atravesar momentos de tinieblas es
esta: no hay forma de evitar, en esta vida, el dolor y las dificultades. Puede
vivir en obediencia, practicar las disciplinas espirituales y reclamar mi
identidad en Cristo, pero los problemas no desaparecerán”[1].
Esta es una verdad que muchos de
nosotros hemos pasado la vida negándose, aunque la realidad de nuestro propio
peregrinaje nos indica lo contrario.
-La Historia Del Antiguo Testamento
Nos Da Pautas Acerca De Cómo Enfrentar Situaciones De Profunda Crisis-
Existe en nosotros un fuerte
condicionamiento que interpreta como negativa la manifestación de cualquier
clase de sufrimiento. Al igual que los discípulos, frente al dolor exclamamos: “¿Quién pecó, éste o sus padres?” (Juan 9:1).
NOTA: VV. 1-12: Asumiendo
que todo caso de sufrimiento individual obedecía a un pecado específico, los
discípulos preguntaron sobre la causa de la ceguera del hombre. Sin embargo,
Jesús hace notar que más allá de la tragedia de los defectos humanos, resultado
por lo general de la caída del hombre, y la consecuente entrada del pecado, la
enfermedad, la aflicción y la muerte en el mundo; la gracia y la misericordia soberana de Dios están a disposición de
todos.
Sin embargo, no es la existencia de
dificultades en nuestra vida lo que indica que no estamos viviendo bajo el
Señorío de Cristo. Al contrario, el sufrimiento es una constante en la vida de
prácticamente todos los grandes santos en la historia del pueblo de Dios. John
Stott en uno de sus textos señala que “alguna experiencia de sufrimiento es virtualmente
indispensable para la santidad”.
En Hebreos nos encontramos con la
asombrosa afirmación de que el Hijo de Dios aprendió obediencia por lo que
padeció (Hebreos 5:8), de manera que el experimentar tiempos de crisis no
refleja, necesariamente, una falta de espiritualidad en la vida de los hijos de
Dios.
NOTA: V.8: La
vida de Jesús no fue un guión que El siguió pasivamente. Fue una vida que escogió libremente (Juan
10:17-18). Fue un proceso continuo de hacer suya la
voluntad del Padre. Jesucristo optó por obedecer a pesar de que esa obediencia
lo condujo al sufrimiento y a la muerte. Por
haber obedecido a la perfección, aun en medio de gran prueba, Él nos puede
ayudar a obedecer por muy difícil que parezca.
Nuestro
desafío se orienta hacia otro lado. Tiene que ver con la siguiente pregunta: ¿Cómo podemos vivir victoriosamente en tiempos de crisis?
Si bien esos momentos son reales y
debemos vivir con ellos, también es cierto que muchos de nosotros encontramos
que nuestro “cristianismo”
se desmorona en esos tiempos, y damos lugar a lamentos, reproches, quejas y
amargura. Como en ninguna otra situación, la crisis revela lo que verdaderamente
está en nuestros corazones.
Examinemos, pues, un incidente en la
historia del pueblo de Dios, para extraer de ella algunas pautas concreta
acerca de cómo conducirnos en tiempos de crisis.
I.
¡Sitiados!
En el 2 R.6:24, se nos dice que el rey
Ben-adad, rey de Aram, reunió a todo su ejército, y subió y sitió[1] a
Samaria. Esta forma de subyugar un pueblo enemigo era común en la época.
NOTA: VV.24–33: Mientras
Israel persiste en sus pecados, Dios levantó a Ben - adad para que le sirviera
de adversario y lo hiciera retornar a él. El
sitio de los sirios de Ben-adad fue tan severo
que causó hambruna e Israel recurrió al canibalismo, y Joram culpó a Eliseo de
la tragedia.
Al carecer de los armamentos que le han
dado tanto poder destructivo a los ejércitos modernos, los generales rodeaban a
un pueblo y cortaban sus vínculos con las tierras del cual se abastecen. Con
actitud paciente esperaban el paulatino debilitamiento de la población hasta
que se rindieran. El proceso era lento, pero sumamente efectivo.
Así lo afirmó el historiador, pues nos
dice que “Y hubo
gran hambre en Samaria, a consecuencia de aquel sitio; tanto que la cabeza de
un asno se vendía por ochenta piezas de plata, y la cuarta parte de un cab de
estiércol de palomas por cinco piezas de plata”. (2 R. 6:25).
NOTA: V.25: Cuando
una ciudad como Samaria se enfrentó a la hambruna, no fue un asunto
insignificante. A pesar de que levantaron suficiente comida para alimentar
al pueblo durante una temporada específica, no tuvieron suficiente para
mantenerlo en tiempos prolongados de emergencia cuando todos los suministros
fueron cortados. Esta hambruna fue tan
severa que las madres comenzaron a comerse a sus hijos (6:26-30).
Deut.28:49-57 predice que esto sucedería cuando el
pueblo de Israel rechazara el liderazgo de Dios.
NOTA: V.25: la
cabeza de un asno era vendida por ochenta piezas de plata—Aunque el asno era considerado impuro para alimento, la
necesidad justificaba la violación de una ley positiva, cuando las madres, por
necesidad, se hallaban violando la ley de la naturaleza. La cabeza era
la peor parte del animal. Ochenta piezas de
plata valdrían como seis libras con cinco chelines. La cuarta de un cabo—El
“cab” era la medida más pequeña para artículos
secos. La proporción aquí notada sería como un cuarto de litro por doce chelines
y seis peniques. “Estiércol de paloma” sería, según
piensa Bochart, una especie de lenteja o arveja, común en Judea, y todavía
hallada en los almacenes de Cairo y Damasco, y otros lugares, para uso de las
caravanas de peregrinos; LINNEO y otros botánicos creen que era una raíz o cebolla
blanca de la planta Ornithogalum umbellatum estrella de Belén. El historiador sagrado no dice que los artículos aquí
mencionados fueran vendidos regularmente a estos precios, sino solamente se
conocían casos de los altos precios mencionados.
Sin conocer mucho de medidas, nos damos
cuenta de la desesperación de los habitantes, al punto de que estaban
dispuestos a consumir ¡la cabeza de un
asno o el estiércol de paloma! Las cifras que se manejan confirman
el grado de desesperanza al que habían llegado los habitantes de Samaria.
Para que tengamos una idea, José había
sido vendido por veinte siclos de plata (Gn.37:28) y Salomón había comprado
carrozas y caballos por el valor de 150 ciclos (1 R.10:29). Si estuviéramos
hablando de dólares, la cifra que se estaba pagando por una cabeza de asno ¡sería
superior los $5,000!
Los israelitas, entonces, habían sobrepasado los
límites de lo normal y se encontraban en una crisis de magnitud realmente
abrumadora.
II. Atraídos A Lo Impensable:
En medio de esta situación de
desesperación se nos presenta una escena de horror. “Pasando el rey de Israel por la muralla, una
mujer le gritó, diciendo: ¡Ayúdame, oh rey,
señor mío! Y él respondió: Sí el Señor no te ayuda
¿de dónde
te podré ayudar? ¿De la era o el lagar?
Y le dijo
el rey: ¿Qué tienes? Ella respondió: Esta mujer me dijo: Da acá tu hijo, y
comámoslo hoy, y mañana comeremos el mío… Cocimos, pues, a mi hijo, y lo
comimos. El día siguiente yo le dije: Da acá tu hijo, y comámoslo. Mas ella ha
escondido a su hijo”. (2 R. 6:28-29).
En este espantoso relato podemos captar
el grado de abatimiento al cual había llegado la población sitiada. El reclamo de la mujer
no tiene que ver con la pérdida de su hijo, sino más bien con el comportamiento
injusto de su vecina. Es justamente en esta desgraciada conducta que
encontramos nuestra primera lección acerca de la crisis, y es la siguiente: en
tiempos de extrema angustia estamos dispuestos a considerar alternativas y
salidas que en otro tiempo hubiéramos considerado abominables. Cuando nuestra
desesperación sobrepasa el nivel de lo que es tolerable, hasta lo impensable se
torna atractivo.
Piensa un momento en Juan el Bautista. Cuando el
Mesías llegó a orilla del río Jordán, el profeta no dudó ni un instante en
proclamar: “He
aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).
Unos meses más tarde, sin embargo, Juan se encontraba encarcelado y frente a su
posible ejecución.
Rodeado de tinieblas, mandó a sus
discípulos a preguntarle a Cristo: “¿Eres tú el que
ha se venir, o esperamos a otro?” (Lucas 7:24). Encarcelado, el
profeta ya no tenía ni la certeza ni la
convicción que había caracterizado su vida en otros tiempos.
De la misma manera, en tiempos de crisis
en nuestra propia vida podemos empezar a contemplar soluciones que en el pasado
hubiéramos descartado categóricamente. Un padre desesperado porque no encuentra
trabajo comienza a pensar en robar. Un matrimonio, desgastado por el argumento
y las discusiones, comienza a pensar en la separación.
Un Pastor, profundamente desanimado por
los constantes cuestionamientos de su congregación, considera el darle la espalda
a su vocación. No importa cuál sea la situación. Debemos tener en claro que en
tiempos de dificultad, perdemos la perspectiva y luego sufrimos las
consecuencias de nuestras decisiones.
¿Cuál es, pues, la conclusiones? En tiempos de
Crisis no se debe tomar ninguna decisión
más allá de las imprescindibles para seguir con la vida. ¡Lo que en el
momento de tribulación le parece lógico y aceptable, es muy probable que más
adelante lo lleve a profundos lamentos!
III. ¡Traigan Al Responsable!
Cuándo el Rey oyó las palabras de la
mujer, se rasgó las vestiduras por la magnitud de la calamidad que estaba
presenciando: “Entonces
él dijo: Así me haga Dios y aún me añade, si la cabeza de Eliseo, hijo de
Safat, se mantiene sobre sus hombros hoy”. (6:31).
He aquí un claro ejemplo de un segundo
comportamiento que es típico en situaciones de crisis; buscar a quién culpar
por lo que vivimos.
El rey no había provisto ningún tipo de
liderazgo en la angustia situación que sufría el pueblo y lejos de señalar un camino espiritual
para la circunstancia, había permanecido paralizado, esperando algún tipo de
milagro.
Cuando nos sentimos agobiados por una fase como esta, es muy que
usemos la poca energía que nos guarda en fogosas denuncias de la(s) persona(s)
que consideremos responsables por la calamidad experimentada:
Ø cuando los israelitas se encontraron frente al Mar Rojo, con
el ejército de Faraón a sus espaldas, atacaron a Moisés (Éx. 14:10-12);
Ø Gedeón, al ser
visitado por el ángel, no vaciló en ventilar sus frustraciones por el “abandono” que sufrían a manos de Dios (Jueces 6:13);
Ø cuando los hombres de David regresaron de una campaña y encontraron que los amalecitas
habían arrasado su campamento, atacaron a su líder y quisieron apedrearlo (1 Samuel 30:6).
El hecho es que estas denuncias proveen una escapatoria para
nuestros sentimientos de frustración, pero rara vez contribuyen a solucionar el
estado que estamos enfrentando. Al contrario, muchas veces sirven como una
distracción que no nos permite realmente concentrarnos en lo que sí deberíamos
estar haciendo. De aquí, entonces, se desprende una segunda lección acerca de
lo adecuado en tiempos de crisis: no pierda tiempo buscando culpables, porque le servirá de muy
poco.
IV. ¿De Dónde Vendrá Mi Socorro?
Como usted se imagina, el profeta Eliseo
ya estaba al tanto de las intenciones del rey, porque Dios mismo se lo había
revelado. No obstante, el rey envió un siervo a que hiciera justicia dándole
muerte a Eliseo. Cuando llegó, la puerta de la casa del profeta estaba trabada.
Entonces Eliseo le dijo: “Oíd la
palabra del Señor. Así dice el Señor: “Mañana como a esta hora en la puerta de
Samaria, una medida de flor de harina se venderá en un siclo, y dos medidas de
cebada en un ciclo”. (7:1).
-Cuando Nuestra Desesperación
Sobrepasa El Nivel De Lo Que Es Tolerable, Hasta Lo Imposible Se Torna
Atractivo-
La profecía[2] de Eliseo[3] es
asombrosa, porque había harina o cebada en Samaria para que se pudiera
proclamar semejante extravagancia. La reacción del oficial del rey es
absolutamente predecible: “Mira, aunque el Señor hiciera ventanas en los cielos
¿podrá suceder tal cosa?”. (7:2).
El incidente ilustra admirablemente el tercer principio importante acerca del comportamiento adecuado en tiempos de
crisis: si no es bueno tomar decisiones ni tampoco resulta productivo invertir
tiempo culpando a los demás por nuestra situación, entonces ¿Qué debemos
hacer? La respuesta está en las palabras mismas de Eliseo. En
tiempos de crisis, solamente el Señor tiene la perspectiva y las directivas
apropiadas para nuestra vida. ¿Cuál debe ser
nuestra respuesta entonces?
¡Buscarle a Él!
¡Claro!, esto suena muy
simplista.
No obstante, nos evitaríamos muchos problemas si lo practicamos. Lo único que
nos puede orientar en tiempos de dificultad es una palabra que viene del Trono
de Dios.
Note: usted como todos los grandes siervos de Dios buscaron el Rostro de Dios en momentos de
Tribulación, y observa algunos ejemplos:
Ø frente al becerro de oro, Moisés exclamó:
“Vosotros habéis cometido un gran pecado, y yo voy
a subir al Señor, quizá pueda hacer expiación por vuestro pecado” (Éx.32:30).
Ø Frente a la rebelión de su gente, David
estaba muy angustiado: “más… se fortaleció en el Señor su Dios… y… consultó al
Señor, diciendo: ¿perseguiré a esta banda?”. (1 Samuel 30:6,
8).
Ø Finalmente, cuando a Pablo le fue dada una espina en la carne que le
producía muchas dificultad, rogó al Señor por su situación y en medio de las
súplicas, vino la palabra de Dios:
“Te basta mi gracia, pues mi poder se perfeccionara
en la debilidad” (2 Corintios 12:9).
La dificultad en practicar esto radica
en el hecho de que, en la vicisitud todas nuestras emociones nos invitan a la
introspección, a la obsesión con lo nuestro. Por esta razón no podemos procurar
el rostro de Dios si no estamos dispuestos a imponer nuestra voluntad sobre el
grito desesperado de nuestra alma, que pretende alivio inmediato.
Para el hijo de Dios, realmente el único
camino es el que propone el Salmista:
“Alzaré mis ojos alos montes; ¿de dónde vendrá mi socorro?
Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la
tierra. No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá
ni dormirá el que guarda a Israel. Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra
a tu mano derecha” (Salmo 121:1-5).
V. ¡Es Una Locura!
En la reacción del oficial del rey encontramos el cuarto elemento indispensable
para un comportamiento correcto en tiempos de crisis: el desafío de caminar por fe.
Una vez recibidas las instrucciones de parte del señor, debemos poner lo que
corresponde de nuestra parte, es decir, el creer la palabra y ponerla por obra.
Justamente aquí se presenta el mayor desafío, porque la palabra seguramente
sonará como una verdadera locura a nuestros oídos, especialmente tomando en
cuenta las circunstancias en la cual nos encontramos.
La respuesta que Dios le dio a Moisés,
frente a los reclamos del pueblo, fue: “No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová
hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para
siempre los veréis, Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos”
(Éx.14:13, 14). ¡Qué locura! Piense en recibir esta oferta mientras tiene el
mar a sus espaldas y ve, con profunda angustia, la inmensa polvareda que
anuncia cuán cerca está el ejército del Faraón. Si no lo puede imaginar,
considere situaciones más cotidianas.
Usted se está quedando sin dinero y el
Señor le indica que ofrende lo último que le queda. Está triste porque perdió
su trabajo y el Señor le dice: regocíjate, de nuevo te digo, ¡regocíjate! Está perturbado porque no puede
lograr que un proyecto avance, no importa cuánto discute y argumenta, y el
Señor le dice que en la quietud y confianza está su fuerza.
El hecho es que,
no importa desde cuál ángulo lo miremos, las propuestas de Dios siempre nos
incomodan, y no podría ser de otra manera, pues siempre chocan con los valores
y los deseos de la CARNE. Solamente si andamos en el Espíritu
podremos vencer estos deseos (Gálatas 5:17). En tiempos de crisis entonces, es
fundamental caminar por fe porque hemos perdido la perspectiva y la capacidad
de reflexionar.
VI. ¡Qué Fiesta!
La historia que hoy hemos mirado, termina de una manera
extraordinaria. Había en la
puerta de la ciudad cuatro leprosos. No podían entrar a la ciudad. Fuera de la
ciudad tampoco tenían alimento. Dados por perdidos, decidieron ir al campamento
de los arameos. Cuando llegaron, el enemigo se había ido.
Estos hombres indignos [leprosos][4]
e inmundos para la sociedad de la época, fueron los primeros en tener
acceso ilimitado al campamento abandonado de los arameos. Comieron y bebieron
en abundancia. Fueron ellos, además, quienes trajeron las BUENAS NUEVAS a la ciudad.
Y tal como había proclamado el profeta,
una medida de flor de harina volvió a venderse en solamente un ciclo de plata.
Esta maravillosa conclusión tiene también una lección para
nosotros. En cada
tribulación hay oportunidad para ver la mano de Dios obrando maravillas a favor
de su pueblo. Su intervención es asombrosa y contradice todas las
predicciones humanas acerca del probable desenlace de la situación de crisis.
Todo su pueblo puede regocijarse en la visible manifestación de su PODER.
Pero solamente algunos podrán participar de las primicias de esta fiesta, y son
aquellos que cometieron la locura de moverse en fe.
Note:
que los leprosos no tenían una fe prolija y ejemplo
ni eran baluarte de una vida consagrada. Fueron al
campamento enemigo porque no les quedaba otra opción. Su “fe” fue la expresión mínima
posible de confianza en Dios. Lo increíblemente maravilloso es que Dios honra
a manifestaciones tan débiles e incompletas como estas.
Al
igual que el padre del epiléptico, podemos exclamar: “Creo;
¡ayúdame en mi incredulidad!”, porque nos
damos cuenta qué débil y tendiente a las duda es nuestra fe. Aun así, quienes
se atrevan a seguir el camino señalado por Dios en medio de las crisis de esta
vida, podrán disfrutar de las experiencias espirituales más extraordinarias.
¡No Se Quede Usted Afuera De La Fiesta!
____________
Notas y
Bibliografía:
[1] H6696
צוּר = tsur: raíz primaria;
atiborrar, i.e. confinar (en muchas aplicaciones, literalmente y
figurativamente, formativa u hostil):- afligir, atar, combatir, forma, guardar, guarnecer,
molestar, reducir, rodear, sitiar, sitio, sublevar, vaciar.
(Strong).
[2] nabî = (נָבִיא, H5030),
«profeta».
El vocablo tiene un posible cognado en acádico. Se encuentra unas 309 veces en
hebreo bíblico, en todos los períodos.
Nabîquiere decir
«profeta», ya sea verdadero o falso (cf. Deut.13:1-5). Los verdaderos profetas
eran portavoces del Dios verdadero. En 1 Cron.29:29 se encuentran tres vocablos
que significan «profeta»: «Los hechos del rey David, primeros y postreros,
están escritos en el libro de las crónicas de Samuel vidente [roeh], en las
crónicas del profeta [nabî] Natán, y en las crónicas de Gad vidente [jozeh ]».
Los términos que se traducen «vidente» subrayan el medio por el que el
«profeta» se comunicaba con Dios, pero no nos explican en qué se diferenciaban
a otros profetas (cf. 1 Sam.9:9). El primer caso de nabîtampoco contribuye a
aclarar este punto: «Ahora pues, devuelve la mujer a su marido [Abraham],
porque él es profeta y orará por ti, y tú vivirás» (Gn.20:7 rva). (VINE).
[3] H477
אֱלִישָׁע = Elishá: contracción para
la H474; Elisha, el famoso profeta:- Eliseo. (Strong).
[4] H6879 צָרַע = tsará: raíz primaria; azotar, i.e.
(intr. y figurativamente) ser atacado por lepra:- lepra, leproso. (Strong).
- e-Sword-the. LEDD.
- Biblia de Estudio RYRIE.
- Apuntes Pastoral. Volumen XX. Número 3.
2003.
- Pastor: Carlos Ramírez Jiménez.
18//10//2018.
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