LA
ESPERANZA DE LA RESURRECCIÓN:
LA
Fe En El Triunfo De Cristo Sobre La Tumba:
(Hechos 1:22)
“comenzando
desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido
arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección”.
(Hechos
1:22)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Artículos Pastorales:
“¡Cristo ha Resucitado!” He aquí el grito de victoria que el
Evangelio ha extendido por todas las tierras del mundo. El mensaje de la cruz
es al mismo tiempo el mensaje de la RESURRECCIÓN, haciendo invisible la Buena
Nueva (Hechos 1:22; 2:32).
Tal vez no sería imposible concebir el
retorno del REDENTOR
al cielo sin que mediara la RESURRECCIÓN CORPORAL. Si hubiese vuelto a la
gloria del Padre en su naturaleza espiritual inmediatamente después de su
muerte, todavía habría sido el Hijo de Dios, el Viviente; la prueba está en que
antes de su Encarnación había existido eternamente en el cielo sin cuerpo
humano, siendo siempre Manantial y Príncipe de toda la Vida Creada (Hechos 3:15; Juan 1:4)
La continuidad de la existencia después
de la muerte, así como su Ascensión al Trono Celestial, no habrían sido
afectadas por la falta de la Resurrección del cuerpo. Sin embargo, tal
Resurrección corporal era el requisito imprescindible para la consumación de
Nuestra REDENCIÓN.
La
Resurrección De Cristo Nos Compulsa a Alabarlo y Adorarlo. Sólo Él Podía Vencer
La Muerte En Sí Mismo y De La Forma En Que La Hizo. Y Esa
Resurrección Es Nuestra Verdadera Esperanza Allí Tenemos Basada Nuestra
Esperanza De Vida Eterna.
I. La Victoria Sobre La Muerte:
Si Cristo hubiera Regresado al cielo sin
la Resurrección Corporal, no habría desplegado toda la Extensión de su obra
como Vencedor Absoluto de la Muerte (Salmo 16:10).
“Porque no
dejarás mi alma en el Seol, Ni permitirás que tu santo vea corrupción”.
NOTA: Este Salmo se considera mesiánico porque el
NT., lo aplica a Jesús y a la resurrección. Algunos dicen que el autor no
hablaba de la vida después de la muerte sino de la salvación de Dios en esta
vida; sin embargo el lenguaje, bajo la inspiración de Dios, apunta a tal
esperanza, y con el desarrollo de la revelación Pedro pudo usarlo así.
Seol[1]: Dominio de los muertos. David no sólo
expresa su fe en que la muerte no lo separará de Dios (Rom.8:38-39),
sino que
proféticamente declara que su santo (Jesús)
será
resucitado de entre los muertos, físicamente sin corrupción. Este fue el
extraordinario anuncio de Pedro el día de Pentecostés (Hechos 2:25-31).
Habría Triunfado Espiritual y Moralmente
sobre ella, pero no habría manifestado su victoria, como soberano, sobre la
muerte física. La personalidad humana está constituida de Espíritu, Alma y
Cuerpo, y un Triunfo que hubiera alcanzado tan sólo a los dos primeros
elementos, quedando fuera del cuerpo, habría sido parcial, habría sido “un triunfo de
dos terceras partes” –por decirlo de alguna
manera- y no total.
Pero aún hay más, porque aparte de la
Resurrección Corporal, Cristo no habría podido ser en grado alguno en Vencedor
de la muerte, puesto que esta no es la cesación de la existencia ni tampoco el
aniquilamiento del ser, sino la disolución de la personalidad humana por la
naturaleza de los lazos entre espíritu, alma y cuerpo.
La conquista de la Muerte se demuestra
en la Restauración de esta unidad; en el restablecimiento del enlace orgánico
entre el espíritu, alma y cuerpo. Esto sería imposible de otra forma; no podría
haber ninguna clase de Triunfo sobre la Muerte, ni fruto alguno que demostrara
esa victoria.
La Resurrección
Corporal resultaba ser la única evidencia fidedigna de que la muerte ha sido
vencida. Habríamos tenido que llegar a esta conclusión lógica aun si no
tuviéramos el testimonio que los cuatro Evangelios nos dan en cuanto a la Tumba
Vacía del Señor (1 Corintios 15:54-57; Mateo 8; Marcos 16; Lucas 24; Juan 20).
II. Es Base De Nuestra Fe:
“La fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios”, dice Pablo en
Romanos 10:14-17, con obvia referencia a la fe de los creyentes en el primer
período de la historia de la Iglesia.
El individuo sólo puede creer gracias al
testimonio de quienes creían antes que él, y esta cadena no tendría existencias
alguna aparte de la fe de la primera generación de creyentes (Efesios 2:20).
“edificados
sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del
ángulo Jesucristo mismo”.
NOTA: Indica que esta edificación ha sido hecha
sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas (v. 20). Esto significa
que la edificación se funde en las enseñanzas de éstos, no como fundamento
propio, sino las enseñanzas que éstos habían dado acerca de Jesús, quien en
1 Corintios 3:11 es identificado como el
único fundamento. Moule sugiere que esta figura significa “el fundamento que consiste de ellos, por cuanto su doctrina
es la base de vuestra fe”. Es decir, que ellos fueron los maestros inspirados y
portadores de la autoridad divina. Ellos fueron los que fraguaron el concepto
del fundamento de la iglesia, el cual es Jesús.
Los testigos escogidos por el Señor
perdieron su fe al ver la Muerte de Cristo en la Cruz (Juan 20:19, 25; Lucas
24:21, 22; Marcos 16:14) y no pudo restablecerse su confianza sino hasta las
evidencias de la Resurrección Corporal del Señor. Eso se restableció en las
manifestaciones del Resucitado (Juan 20:8, 20; 1 Pedro 1:21). Sin su
Resurrección ningún hombre razonable habría creído jamás en el Crucificado; su
fin habría constituido la negación de sus propias predicciones anteriores que
señalaban su Resurrección y su Triunfo (Mateo 16:21; 17:23; 20:19. Comparar con
12:40 y Juan 2:19).
La Resurrección del Señor viene a ser,
pues, SELLO
por el cual el Padre garantiza la persona y la obra del Cristo, quien, por este
hecho, demuestra ser el Profeta y el Hijo de Dios (Hechos 2:23; Romanos 1:4).
La Resurrección del Señor es el hecho
más firme y mejor atestiguado de toda la historia de la Salvación. Leamos el
capítulo 15 de 1 Corintios –carta
reconocida como genuinamente paulina aun por los críticos más radicales-
y veremos que Pablo pudo apelar al testimonio de centenares de testigos
oculares que aún vivían cuando El presentaba el hecho delante de sus lectores.
Incluso menciona Testigos opuestos a la Doctrina, y por lo tanto, difíciles de
convencer sin testimonio adecuados (1 Corintios 15:6).
Los Inspirados autores del Nuevo
Testamento siempre hablan de los benditos resultados de la obra de la Redención
en relación con el doble hecho de la muerte y la Resurrección del Señor según
los aspectos que notamos a continuación.
La Muerte y la Resurrección de Cristo conjuntamente, son la base
de:
· La Reconciliación con Dios de aquellos
que antes eran enemigos (Romanos 5:10).
· La liberación del dominio del pecado
en la vida del creyente (Romanos 6:10, 11).
· El señorío de Cristo (Romanos 14:9)
· La obra intercesora de Cristo a la
diestra del Padre
(Romanos 8:34).
· La unión venidera del Señor con los suyos (1
Tesalonicenses 4:14 ss.).
· Una manifestación especial del amor de
su Padre Celestial para con el Hijo (Juan 10:17).
III. Base De La Nueva Vida:
La ofrenda por el pecado que Cristo
realizó beneficia al pecador culpable por su fe en ÉL. Así cumple el simbolismo
de la serpiente de metal “levantada”; el Cordero de Dios que lleva y
quita el pecado del mundo (Juan 3:4; 1:29).
Pero tal fe sería imposible aparte de la
Resurrección, siendo esta el Triunfo que manifiesta públicamente la Victoria
del Gólgota. Por eso dice el apóstol Pablo:
“Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y
creyeres en tu corazón que Dios le levantó de entre los muertos, serás salvo”
(Romanos 10:9).
La Salvación que se consiguió a nuestro
favor en la Cruz sólo puede ponerse a nuestra disposición por medio del
Mediador levantado y exaltado, y sólo a través del Cordero manifestado en
gloria se derrama la gracia para todos. Dios pudo enviar al Espíritu de su Hijo
a nuestro corazones solamente porque habíamos recibido el perdón de los pecados
por la fe, siendo hechos justos gracias al juicio que nuestro Sustituto agotó
por nosotros en la Cruz (Gálatas 4:6).
“Y por
cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el
cual clama: ¡Abba, Padre!”.
NOTA:
La razón por la cual Dios mandó el Espíritu Santo a
nuestros corazones es porque somos hijos de Dios (la partícula griega hoti está en un sentido causal y se traduce porque o por.
Esto no quiere decir que primero somos hijos de Dios y después en un período de
tiempo viene el Espíritu Santo). Si así
fuera, entonces Pablo se contradice con lo que mencionó en 3:2. Pero cuando una persona se convierte (es hijo de
Dios), Dios le da el Espíritu Santo. Pablo menciona
al Espíritu de su Hijo. Este título no aparece en otra parte del NT; pero algunos
de los versículos paralelos que tienen la misma idea son Filipenses 1:19
y Romanos
8:9. En estas referencias podemos ver que el apóstol Pablo no hace distinción
entre el Espíritu Santo y el Espíritu de Cristo. Podemos deducir que Pablo se
refiere al Espíritu Santo, que es la tercera persona de la Trinidad. El
Espíritu Santo que viene a la vida del creyente clama: “Abba, Padre“. El mismo
Espíritu nos da testimonio de que somos hijos de Dios y con él, podemos clamar
Abba, Padre (comp. Romanos 8:15-16). La
palabra Abba es un diminutivo arameo que se puede traducir "papito". Jesús usó esta expresión cuando se
refería a su Padre celestial (Marcos 14:36). Como hijos de Dios también podemos
usar esta expresión.
La Muerte Expiatoria del Hijo de Dios es
la base de la recepción del Espíritu, y de nuestra reconciliación con Dios. A
su vez la presencia del Divino Residente produce bendito fruto en nuestra Unión
Orgánica con Cristo, que es la comunión de los redimidos en la muerte y la vida
de Resurrección del Salvador, nosotros, quienes según el simbolismo de Juan 6, “comen su carne
y deben su sangre”.
Este simbolismo surge del tipo del
Antiguo Testamento por el cual los sacerdotes y adoradores comían cierta parte
de los sacrificios. Podemos resumir todo lo que antecede con decir que el
Cristo que se ofreció por nosotros llega a ser “Cristo en nosotros, la esperanza de la
gloria” (Romanos 6:5; Gálatas 2:19, 20; Colosenses 3:3; Juan
6:32-35; 6:48-58; Levíticos 7:32-34; 1 Corintios 5:7; 10:16; Hebreos 13:10;
Colosenses 1:27).
IV. Bases De La Compenetración:
Cristo es nuestro sustituto, pero esa
Doctrina –esa
realidad- es más que un mero proceso intelectual de “sumar y
restar”, “uno en lugar de otro”,
o de abonar cuentas de méritos o culpabilidad.
Es un principio completamente nuevo de
unión orgánica vital, en la que hay una compenetración completa de la vida de
Resurrección de su Señor, Divina y Personal, con la del creyente.
Cristo sólo puede otorgar los dones en
sí mismo, y de esta manera llega a ser realmente el Dador (2 Corintios 9:15).
Así no sólo prepara y señala el camino, sino que ÉL es el Camino en su persona,
y no sólo el Propiciador, sino la misma sustancia de la Propiciación, de la
manera en que, siendo Redentor nos ha sido hecho Redención. O sea, Él mismo es
el pago para nuestra Liberación (Juan 14:4; 1 Juan 2:2; 4:10; 1 Corintios
1:30). Cualquier faceta de la obra de Salvación nos lleva invariablemente a su
Persona.
Él es quien encarna todo estos en sí
mismo. La fe en Cristo, por lo tanto, no es un mero asentimiento intelectual,
sino una confianza absoluta y total que nos une personalmente con el SALVADOR,
y al mismo nos introduce a la intimidad de la Comunión con ÉL, como indica la
frase griega pisteuein*
eis** en
Hechos 10:43; Filipenses 1:29; 1 Pedro 1:8; etcétera. Para Pablo –juntamente con
todos los redimidos- la frase “en Cristo” ha llegado a ser el lema que
describe el origen y la esencia de su experiencia de la SALVACIÓN Pablo emplea esta
frese 164 veces, explayándose sobre diferentes y característicos aspectos de este
bendito secreto vivificador en todas las epístolas suyas.
“De éste dan
testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán
perdón de pecados por su nombre”. (Hech. 10:43)
Ayuda
Hermenéutica:
G4100 *πιστεύω
= pisteúo: de G4102; tener fe (en, o con respecto a, persona o
cosa), i.e. crédito; por implicación confiar (específicamente a Cristo el
bienestar espiritual de uno):- encomendar, fiar, guardar, confiar, creer, creyente.
G1519 **εἰς = eis: preposición primario; a o
adentro (indicando el punto alcanzado o al que se ha entrado), de lugar,
tiempo, o (figurativamente) propósito (resultado, etc.); también en frases
adverbio:- perecer,
siempre, entrar, alcanzar. A menudo usado en composición con el mismo sentido
general, pero solo con verbos (etc.) que
expresan movimiento (literalmente o figurativamente). (Strong).
Es necesario tener muy en cuenta que el
sacrificio propiciatorio de Cristo sólo puede beneficiar al pecador culpable,
dejando incólume la justicia de Dios, si se halla unido con el Redentor Santo
por medio del Nuevo Nacimiento.
Pero esta UNIÓN ORGÁNICA sólo puede existir en
el conjunto de Cabeza y Miembros que tienen la misma naturaleza y eso implica
que Cristo permanecerá siempre como hombre, ya que sólo así puede ser la Cabeza
de un organismo humano. (Hebreos 2:14-17*).
NOTA: *14-17: El propósito último de la encarnación de Cristo era la
destrucción del diablo y la liberación del temor de la muerte (véase 1 Corintios
15:54-57). La destrucción de Satanás no significa
que éste es aniquilado, sino que se anula su poder en las vidas de aquellos que
se consagran a Cristo. Jesús tomó sobre sí mismo la naturaleza humana, no la de
los ángeles. Como un sumo sacerdote debe identificarse con la gente para poder
representarla, era indispensable la encarnación para que se consumara la obra
redentora de Jesús.
Recordemos que el Cuerpo forma parte de
la naturaleza intrínseca del hombre, siendo necesario en el concepto básico de
la humanidad, así que no hemos de considerarlo como la cárcel del alma a la
manera de Platón, Aristóteles y Orígenes. En contraste con esto, Pablo considera
que el alma del hombre sin el cuerpo se halla desnudo (2 Corintios 5:3).
“pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos*”.
NOTA: VV. 3-4: *Desnudos:
Un espíritu o un alma despojada del cuerpo. Los
antiguos griegos hablaban a menudo del cuerpo como una tumba; Pablo decía que
era el «templo del Espíritu Santo» (1
Cor.6:19). Así que él no deseaba escapar del cuerpo
por medio de la muerte, sino que fuese renovado y lo mortal... absorbido por la vida.
Ayuda
Hermenéutica:
V.4:
R762 El artículo que acompaña a σκήνει tiene un sentido reiterativo (se refiere al v. 1).
R963 Ἐφʼ ᾧ significa: porque. Los cristianos de Corinto (no necesariamente Pablo)
estaban ansiosos; no querían permanecer desvestidos en algún estado
intermedio entre la muerte y la resurrección, pero esperaban la resurrección
del cuerpo (comp. TGr131; en vista de que -MT07; puesto que -M132).
Deducimos, pues, que si Cristo ha de retener su humanidad mediante la
Resurrección, nosotros también.
Pablo y Sus Epístolas:
Ø En Romanos presenta la
JUSTIFICACIÓN en Cristo.
Ø En Corintios presenta la SANTIFICACIÓN en
Cristo.
Ø En Gálatas presenta la LIBERTAD en
Cristo.
Ø En Efesios
presenta nuestra UNIÓN en
Cristo.
Ø En Filipenses presenta el GOZO en
Cristo.
Ø En Colosenses presenta la PLENITUD de Dios en
Cristo.
Ø En Tesalonicenses presenta la GLORIFICACIÓN en
Cristo.
La Resurrección Corporal significa que el Redentor había
vuelto a tomar la Plenitud de la naturaleza humana, Inmortalizada, Transfigurándola
y Glorificándola en su propia persona, llegando a ser el “postrer Adán”.
Como tal, y exaltado a la Diestra de Dios, en el Principio Creador y
la Cabeza Orgánica de la humanidad
Redimida y espiritual (Romanos 5:12-21; 1 Corintios 15:45-47; Hechos 1:11;
Daniel 7:13; Apocalipsis 1:13; Filipenses 3:21; Efesios 1:22).
V. Nuestra
Necesidad De Su Resurrección:
Por supuesto que estas Verdades sobrepasan nuestra plena comprensión,
y nos es difícil formar una idea de cómo el Redentor, aun después de su
exaltación a la gloria, puede permanecer
como hombre, manifestándose en la forma de un cuerpo Transfigurado,
Glorificado, Recordemos su promesa de estar con los suyos “todos los días” y sobre todo el
hecho de su naturaleza esencial como segunda persona de la Deidad.
Nuestro pobre Pensamiento no puede abarcar el Misterio de estas
diversas relaciones y manifestaciones, pero en todo ello nos asomamos al abismo
de lo Eterno, y hemos de reconocer la imposibilidad de explicar aquello que se
halla más allá del espacio y del tiempo (Job 26:14).
La Resurrección Del Señor Como
Sello:
Ø El SELLO del testimonio de
los profetas que predijeron el hecho (Salmo 16:10; Oseas 6:2; Isaías
53:8-10 Compare “la señal de Jonás” en Mateo 12:39).
Ø El SELLO sobre el testimonio
que Jesús dio en cuanto a sí mismo (Mateo 16:21; Juan 2:19-22).
Ø El SELLO sobre el
testimonio de los apóstoles (1 Corintios 15:15).
Ø EL SELLO que garantiza que
Jesús es el Hijo de Dios (Romanos 1:4; Hechos 13:33).
Ø El SELLO que afirma que Jesús
es Rey (Hechos 13:34).
Ø El SELLO que refrenda la
plena autoridad de Jesús como Juez Universal (Hechos 17:31).
Ø El SELLO que garantiza la
Resurrección y la gloria del creyente (1 Tesalonicenses 4:14).
Lo importante es que las Sagradas Escrituras Enseñan claramente esta
eterna humanidad del Redentor, y es este mismo hecho que garantiza la consumación
y la permanencia de su obra. Su Victoria sobre la muerte ha de abarcar
necesariamente la continuidad eterna de su humanidad, puesto que sólo como el “primogénito entre muchos hermanos” puede ser “causa de Eterna Salvación” (Romanos 8:29; Hebreos 2:10; 5:9; 6:20; Colosenses
1:10 y siguientes).
Es únicamente por este medio que el individuo puede ser renovado, y
que los Redimidos pueden tener su existencia “en Cristo” habiendo sido engendrados
“para una esperanza viva” y UNIDOS a la Iglesia como miembros (1
Pedro 1:3; Efesios 4:15-16).
Por la Resurrección del Santo de Israel, podemos experimentar la “Potencia de su Resurrección” y andar en novedad de vida como resultados con ÉL,
ya que nos ha sido dada “vida
juntamente con Cristo”. Por eso podemos
servirle como Dios vivo, con eficacia vital y apoyados en los irreversible de
su gloria y Resurrección (Filipenses 3:10; Romanos 6:5-11; Efesios 2:5; Hebreos
9:14; Romanos 7:4-6).
El Padre Levantó de entre los muertos a su Hijo, sellando la obra y
aprobando su persona después de la Consumación de la obra de la Redención. La
Expresión típica de este aspecto se halla en Romanos 6:4: “Cristo fue levantado de entre los
muertos por la gloria del Padre” (Véase también
Hechos 2:32).
Y el Hijo mismo, en el ejercicio de su propia voluntad y poder,
participó tomando nuevamente su propia vida, la que tres días antes había
ofrecido en sacrificio: “Por
eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida para volverla a tomar. Tengo poder
para ponerla y tengo poder para volverla a tomar” (Juan 10:17. 18. Véase
también Juan 2:19).
¡Bendito
Sea ÉL, Por La Esperanza Que Tenemos En Su Resurrección!
¡Amén!
__________
Notas y
Bibliografía:
[1] H7585
שְׁאוֹל = sheól: o שְׁאֹל = sheól; de H7592; hades o
mundo de los muertos (como si fuera retiro subterráneo), incl. Sus accesorios y
reclusos allí:- Seol.
(Strong).
- e-Sword-the. LEDD.
- Apuntes
Pastorales. Volumen IX. Número 5 1992. Edit. Portavoz, 1980. Tomada del libro. “El
triunfo del crucificado”. Usado con permiso.
- Biblia de Estudio RYRIE.
- Pastor:
Carlos Ramírez Jiménez. 15//10//2018.
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