CIUDADES DE
REFUGIO:
JOSUÉ 20:1-9
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
I. Ciudades De Refugio. Josué 20:1-9:
A pesar de que la institución de las ciudades de
refugio representa un traspaso de la autoridad mosaica a Josué por parte de
Dios, no se encuentra en la historia de Israel ninguna evidencia real de que
estas ciudades hayan funcionado como tales.
En tiempos del rey Josías la única de las seis
ciudades de refugio que estaba bajo el control de Israel era Hebrón. Esto
parece apoyar la opinión de algunos estudiosos que creen que las ciudades de
refugio pertenecieron al tiempo de Salomón más que al tiempo de Josué.
Sin embargo una institución de esta clase pudo haber
existido muy bien antes de la monarquía tal como lo sugiere Ex.21:13.
Este pasaje parece ser una combinación libre de las
tradiciones relatadas en Números 35 y Deuteronomio 19 (compare también Deut.4:41-43),
y parece provenir de tiempos posteriores a ambos. Hay diferencias, entre las
versiones, de esta práctica que al parecer no se llevó a cabo en Israel tal
como se había planeado.
Por ejemplo, Deut.19:12 y Jos.20:4 son parcos en
detalles e indican que la culpabilidad o inocencia del refugiado es decidida en
la ciudad de asilo, mientras que Núm. 35:24-25 deja en claro que el interesado
ha de ser conducido ante la asamblea de su propia ciudad para ser juzgado.
Lo más importante de este pasaje es que nos revela lo
que fue la voluntad de Dios para este pueblo nuevo, el que estaba formando una
nueva sociedad que debía caracterizarse, entre otras cosas, por la compasión
hacia los que quebrantaban la ley sin una mala intención nacida de rencores
previos.
Seis son las ciudades de refugio mencionadas en este texto:
·
Quedes,
·
Siquem,
·
Quiriatarba (Hebrón),
·
Beser,
·
Ramot, y
·
Golán (estas tres últimas en el lado de la Transjordania).
De estas Siquem y Hebrón fueron santuarios antiguos.
El propósito de estas ciudades de refugio era mantener
la salud de la sociedad israelita, evitando la contaminación de la sociedad por
una proliferación de la violencia sin ningún control. Esta actitud tiene mucha
relevancia en nuestros días donde la violencia a través de los homicidios como
única manera de arreglar asuntos privados y públicos se ha generalizado.
Entre los antiguos hebreos creían que la muerte de un
inocente era una profanación a la tierra (Núm.35:33), no se tomaba el conflicto
entre asesino y asesinado como algo privado sino algo que afectaba a la tierra
misma, de ahí que se diera la posibilidad de expiar la profanación sólo con la
sangre del asesino.
Estos actos eran una violación de la shalom H7965 (paz) de la sociedad, del pacto con
Dios. Él mismo reclama frente a estos actos (Gn.4:10). Solo habría una
profilaxis de la tierra cuando el asesino muriera; ni siquiera los sacrificios
de animales podían limpiar la culpabilidad de la muerte violenta del prójimo
que ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza.
El vengador de la sangre tenía la oportunidad de
limpiar de la tierra al profanador, sin que esto se convirtiera en un asunto
privado, es decir, se limitara a un problema entre ellos. El vengador estaba
apoyado en ese acto por la sociedad. La ley de la sociedad permitía sólo la
venganza de uno por uno (Deut.19:21), con el fin de evitar que esto fuese el
comienzo de una vendetta (una venganza particular ejecutada por familias) sin
fin entre familias y que terminara por destruir grupos familiares enteros.
En nuestro tiempo se utilizan las penas capitales para
castigar a los asesinos más violentos. Sin embargo, en muchas ocasiones el
resultado es eliminar a la persona pero sin remediar en el fondo el problema de
la violencia.
Del antiguo Israel se puede aprender que cualquier
asesinato es un atentado contra la paz y la santidad de Dios, y que por lo
menos no se debería mostrar tanta negligencia e indiferencia hacia esos acontecimientos
como se acostumbra.
En los vv. 3-6 se
propone una excepción a la regla, con lo cual se comprueba que el objetivo no
era “borrar del
mapa” al asesino, sino restaurar la shalom H7965 de la sociedad. Esta medida
de excepción toma en cuenta que en algunas ocasiones pueden ocurrir asesinatos
sin premeditación (Deut.19:5; Núm.35:22 y 23).
Aquí se podía caer en una contradicción:
·
Se podría incumplir la ley de la venganza de la sangre inocente,
y
· Al mismo tiempo, adicionar a la muerte de un inocente
la muerte de un segundo inocente.
La manera de interrumpir una escalada de violencia fue
la propuesta de las ciudades de refugio. Esto permitía que un asesino pudiese
huir a una de estas ciudades y así librarse de la ley de la venganza. En cada
una de estas seis ciudades había comunidades de sacerdotes levitas (Jos.21:13; 21:21;
21:27; 21:32; 21:36; 21:38).
El propósito de estas ciudades era facilitar un exilio
temporal para el fugitivo, primero para salvar su vida del vengador, segundo
para purgar la culpa por el derramamiento de la sangre inocente y tercero para
prevenir una extensión ilimitada del derramamiento de sangre inocente en la
tierra (Deut-19:10).
De acuerdo al mandato de Jehová se debe llevar a cabo
un procedimiento que permita asegurarse que se está salvaguardando la vida a un
inocente y no a un malvado (v. 4).
Para ello el caso debía ser expuesto a los ancianos de la ciudad, y después el
culpable había que comparecer ante la asamblea de la ciudad para determinar si
en efecto la muerte había sido accidental o no. Los ancianos debían hacer tres cosas:
(1) Aceptar al fugitivo entre ellos (v.
4) y traerlo dentro de la ciudad.
La idea es recibirlo “consigo”, como Jehová recibe al que
es abandonado dentro de su cuidado (Salmo 27:10). Esto implicaba que el fugitivo
entraba a morar dentro de la comunidad, bajo su cuidado y apoyo.
(2) Darle un lugar en el cual vivir.
Los rabinos judíos enfatizaban la importancia de esta
incorporación del fugitivo a la comunidad, mediante el trabajo que los disponía
posteriormente para aportar a la comunidad.
Esto podía llegar a ser una imitación a Jehová quien
hace habitar como en familia a los solitarios (Salmo 68:6). La actitud de los
ancianos debía ser la misma de Dios que da refugio a los angustiados (Salmo 32:7).
(3) Proteger
al fugitivo cuando el vengador de la sangre llegara a reclamar que su derecho
era el tener en sus manos al asesino.
La comunidad protectora no debía entregar al homicida.
Debían resistir las demandas de aquellos que se consideraban defensores de la
ley y el orden, pues ellos también eran defensores de una ley que podía
salvaguardar la vida de un homicida no mal intencionado, y preservar así la
tierra de una cadena de violencia sin fin.
Esta actitud participa del trabajo de Dios que
consiste en no entregar a los hombres en manos de sus enemigos por la simple
razón de hacer cumplir una ley (Salmo 31:8).
Es interesante que en las ciudades de refugio no hubiera
un procedimiento para restaurar la relación con Dios mediante un sacrificio
como estaba prescrito para otros eventos (Lv. 4 y 5; Núm. 15), pero hay una
referencia que no es muy clara a la muerte del sumo sacerdote (v. 6) como una
marca del final del refugio para el homicida.
El sumo sacerdote era representante del pueblo ante
Dios en los actos sacrificiales, pero en este capítulo y en Núm.35:25 la muerte
del sumo sacerdote tenía el mismo efecto que el del sacrificio de un animal en
la ceremonia de expiación.
El sentido es que la totalidad de la comunidad
levítica que estaba en cada ciudad de refugio podía ser afectada por la
presencia sería condición de la muerte antes que pudiese el homicida regresar a
su propia ciudad y familia.
Un aspecto más para subrayar en este pasaje es la
igualdad de acceso a las ciudades de refugio que se ofreció a los israelitas y
a los extranjeros que vivieran dentro de ellos (v. 9). Esto no es otra cosa que una reiteración del carácter
universal del mensaje que el pueblo portaba, de la universalidad del proyecto
de Dios que incluía a toda la humanidad y no se limitaba a una etnia.
Este principio de igual acceso para los extranjeros en
estas ciudades estaba en tensión con el principio de la ruptura radical con las
prácticas abominables de la sociedad cananea. Pero sin esta posibilidad de ser
medidos dentro de esta justicia, los extranjeros se hubieran convertido
fácilmente en objeto de la violencia indiscriminada por parte de los
israelitas.
Estas ciudades de refugio se convierten sin lugar a
dudas en un modelo de una sociedad compasiva, que teniendo sus leyes no debía
colocarlas por encima de la persona humana y de la shalom H7965 de Dios en la vida del
pueblo. Actualmente se puede ver este modelo como un desafío para los
cristianos que viven en medio de situaciones con altos niveles de violencia. Se
tienen a los desterrados por las luchas políticas, los niños de la calle, las
víctimas de la violencia familiar, etc. como personas necesitadas de refugio y
de espacios y procesos para su restauración.
Las cárceles tendrían que ser una imitación de este
esfuerzo, pero en realidad son otra cosa muy diferente a la restauración del
criminal que busca a Dios. Allí también existe un desafío para los capellanes
cristianos que pueden encontrar en esta experiencia de Israel un contra modelo
de sociedad que no se limita a reprimir, sino que se dispone para restaurar.
___________
Notas:
[1] H7965 שָׁלוֹם = shalóm: o שָׁלֹם shalóm; de H7999;
seguro, i.e. (figurativamente) bien, feliz, amistoso; también (abst.)
bienestar, i.e. salud, prosperidad, paz:-
amigo, bien, bueno, completo, dichoso, pacíficamente,
pacífico, pasto delicado, paz, propicio, prosperidad, salvo, victorioso.
(Strong).
Estudios para el
Domingo.
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