lunes, 15 de julio de 2019

EL CARÁCTER DEL MINISTERIO SOBRENATURAL: 2 CORINTIOS 4:


EL CARÁCTER DEL MINISTERIO SOBRENATURAL:
2 CORINTIOS 4:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

Algunos en Corinto acusaban a Pablo de insinceridad en su ministerio. «Pablo lo hace sólo por lo que puede ganar», era la acusación. En este capítulo Pablo pone de manifiesto que su ministerio es sincero.

I.       Su Determinación (2 Corintios 4:1):
¿Por qué continuaba Pablo predicando, con todos los peligros y esfuerzos que involucra, si no era sincero? Un hombre con motivos menos dignos, o con una perspectiva menos espiritual del ministerio se hubiera dado por vencido mucho tiempo atrás. Pablo miraba al ministerio como una mayordomía: Dios se la dio y Dios también le daba la fuerza para continuar y no desmayar.
¡El evangelio era demasiado glorioso como para que Pablo se diera por vencido! Para él ser un ministro del evangelio era un privilegio demasiado grande como para arriesgarse a caer o descarriarse.

II.      Su Honestidad (2 Corintios 4:2–4):
Hay algunas cosas que Pablo se negaba a hacer. Rehusó usar prácticas solapadas y engañosas para ganar seguidores. Los falsos maestros estaban haciendo estas mismas cosas. «No empleamos artimañas para que la gente crea», es cómo la versión La Biblia al día lo dice. Pablo no andaría con astucias ni usaría engañosamente la Palabra, o sea, «adulterando la palabra de Dios».
Usamos la Biblia con engaños cuando mezclamos la filosofía y el error con la verdad de Dios para ganar la aprobación humana. No así con Pablo. Su ministerio era honesto.
Usaba la Palabra de una manera abierta, sincera y animaba a las personas a que escudriñaron las Escrituras por sí mismas (véase Hch. 17:11). Si el evangelio está escondido, nunca debe ser culpa del maestro. Satanás ciega el entendimiento de los pecadores porque no quiere que vean la gloria de Cristo.
Multitudes hoy, que no quieren mirar el rostro de Jesús para salvación, un día tratarán de esconderse de su rostro (Ap. 6:15–17). La mente del pecado es ciega e ignorante (Ef. 4:17–19), y sólo la luz de la Palabra puede traer el conocimiento de la salvación.
Mas nunca debemos torcer o corromper la Palabra de Dios en un intento de lograr convertidos. Debemos usar la Palabra con buena conciencia hacia los hombres y hacia Dios.

III.    Su Humildad (2 Corintios 4:5–7):
Si Pablo quería obtener a alguien que lo siguiera y hacer dinero, debería haber predicado de sí mismo y no de Cristo. Sin embargo, no predicaba de sí mismo; procuraba honrar únicamente a Cristo. Lea otra vez 1 Corintios 3:1–9 para ver cómo Pablo se presenta a sí mismo como siervo de Dios y esclavo por amor de Jesús. No, no puede haber luz si exaltamos a los hombres; sólo Dios puede hacer que la luz brille en las tinieblas.
Aquí Pablo nos refiere de nuevo a Génesis 1:1–5, donde Dios hizo la luz en la creación y de ella trajo vida y bendición. El corazón del pecador perdido es como esa tierra original: sin forma, vacía y en tinieblas. El Espíritu se mueve sobre el corazón. La Palabra viene y trae luz: la luz del glorioso evangelio.
El pecador entonces llega a ser una nueva creación, una nueva criatura y empieza a dar fruto para la gloria de Dios. «Sí, tengo un tesoro», admite Pablo, «pero está en un vaso de barro. No quiero que me vean a mí; yo soy sólo el vaso. Lo más importante es que vean a Cristo y que Él reciba la gloria». Es muy malo cuando los obreros cristianos hacen al instrumento más importante que el tesoro del evangelio.

IV.    Su Sufrimiento (2 Corintios 4:8–10):
Si Pablo andaba buscando ganancia personal, como decían ellos, ¿por qué sufrió tanto? El hombre que entra en componendas en vez de ajustarse a la Palabra de Dios, no sufrirá; los hombres le acogerán y le honrarán. Pero la gente maltrataba a Pablo, le rechazaba y le hacía la vida imposible. Le trataban como los hombres trataron a Cristo.
La disposición de Pablo para sufrir por Cristo es una de las pruebas más grandes de su sinceridad como siervo de Dios. Lea estos versículos en una traducción moderna para captar el vigor de su mensaje.

V.      Su Abnegación (2 Corintios 4:11–15):
Pablo estaba dispuesto a enfrentar el sufrimiento y muerte por causa de Jesús y por causa de las iglesias. Las experiencias que le traían muerte significaban vida para los creyentes a medida que sufría por darles la Palabra.
Los falsos maestros no sabían nada de sufrimiento ni sacrificio. A través de la carta Pablo señala sus llagas como credenciales de su ministerio. En Gálatas 6:17 dijo: «Yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús».
«Todas estas cosas padecemos por amor a vosotros». ¡Qué espíritu de abnegación y desprendimiento! Pablo estaba dispuesto a ir dondequiera, dispuesto a sufrir lo que fuera, si daba gloria a Dios y bien a las iglesias. Tenía el Espíritu de fe; sabía que sus sufrimientos redundaría en bendiciones.

VI.    Su Fe (2 Corintios 4:16–19):
Estos versículos dan al creyente la seguridad maravillosa en tiempos de sufrimientos. Aunque el hombre exterior se va desgastando día por día, el hombre interior, el hombre espiritual, se renueva de día en día (véase 3:18). Aquí Pablo está pesando sus sufrimientos en las balanzas de Dios.
Descubre que sus sufrimientos son ligeros cuando se les compara con el peso de gloria que Dios tiene almacenado para él. Sus días y años de aflicción no son nada comparados a la eternidad de bendición que le espera. Cuán importante es que vivamos «con los valores de la eternidad a la vista». La vida cobra un nuevo significado cuando vemos las cosas a través de los ojos de Dios.
El versículo 18 es una paradoja para el inconverso, pero una preciosa verdad para el cristiano. Vivimos por fe, no por vista. Es la fe la que le permite al cristiano ver las cosas que no se pueden ver (Heb. 11:1–3); esta fe viene de la Palabra de Dios (Rom. 10:17).
Las cosas por las que el mundo vive y muere son temporales, pasajeras; las cosas del Señor duran para siempre. El mundo piensa que estamos locos porque nos atrevemos a creer a la Palabra de Dios y a vivir de acuerdo a su voluntad. Pasamos por alto las «cosas» que los hombres codician porque nuestros corazones están fijos en valores más elevados.
Es importante que tengamos una vida y ministerio cristianos sinceros. Nuestros motivos deben ser puros. Nuestros métodos deben ser bíblicos. Debemos ser fieles a la Palabra de Dios. Pablo tenía esta clase de ministerio e igualmente debemos tenerlo nosotros.


Clase Para El Miércoles:

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.







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