LA CONDUCTA DEL MINISTERIOS:
2 CORINTIOS 6:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Los
capítulos 6–9 se componen de una serie de amorosas exhortaciones a los
cristianos de Corinto. En 6:1–13 Pablo les exhorta a que examinen su vida y
ministerio, y que ensanchen sus corazones para hacerle lugar a Él.
Segunda
de Corintios 6:14–7:1 (la división de capítulos aquí no es la más apropiada)
es un llamado a la separación, mientras que 7:2–16 es una súplica por
reconciliación. Los capítulos 8–9 se refieren a la ofrenda que Pablo estaba
recogiendo para los santos pobres de Judea y exhorta a los corintios a que
cooperen.
Notamos:
entonces, dos apelaciones aquí en el capítulo 6.
I. Una Apelación a Examinar (2 Corintios 6:1–13):
En
los primeros cinco capítulos Pablo ha estado defendiendo su vida y ministerio.
Sus enemigos en Corinto le habían acusado de métodos y motivos errados, y con
éxito había respondido a las acusaciones. Su declaración final en el capítulo 5
analiza su ministerio de reconciliación, de modo que sólo le quedaba dar un
paso hacia adelante para hacer a los corintios una apelación a reconciliarse
con Él y a recibir la gracia de Dios.
No
solamente ruega a los pecadores en 5:20, sino también a los santos en 6:1. Qué
trágico es cuando las iglesias y los cristianos reciben la gracia de Dios en
vano. Los corintios eran niños en Cristo, santos inmaduros, porque no habían
crecido en la gracia y el conocimiento.
Tenía
el mejor pastor disponible (Pablo) y sin embargo, ¡no se habían beneficiado de su ministerio!
Pablo se había cuidado de hacer algo que sirviera de tropiezo a otros o que
de alguna manera desacreditara su ministerio. En los versículos
3–10
Pablo da varios argumentos para probar que su ministerio era limpio.
A.
Las Batallas Que Libraba (vv. 3–5).
«Paciencia» aquí quiere decir «resistencia».
No es un cuadro de un cristiano en una mecedora, sin hacer nada, sino más bien
del soldado en batalla, en pos de la inminente victoria a pesar de la
oposición. Las batallas que Pablo libró en obediencia a Cristo eran prueba de
su ministerio sincero y abnegado.
La
aflicción vino, no porque fue desobediente y necesitaba castigo, sino porque
fue obediente y una amenaza para Satanás. Las llagas se refieren a los azotes
que Pablo sufrió; tumultos, las chusmas que enfrentó; «trabajos» nos recuerda de su
esfuerzo día y noche para sostenerse a sí mismo y a sus compañeros; «desvelos» describe
las noches que pasó sin dormir en oración y el ministerio de la Palabra; «ayunos» indica
que con frecuencia se las pasaba sin alimento. ¡Ningún ministro falso hubiera soportado
tanto!
B.
Las Armas Que Usaba (vv. 6–7).
El
carácter y conducta de Pablo siempre eran semejantes al de Cristo. Tenía las
manos y una conciencia limpias, y su amor por los santos era sincero, no
«fingido». Usaba la Palabra de verdad y las oraciones como armas para derrotar
a Satanás. Los ministros deshonestos hubieran usado métodos carnales para
promover su obra.
C. La Reputación Que Ganó (vv. 8–10).
Tenemos
una serie de paradojas, o lo que parece ser afirmaciones contradictorias. Es
cierto que al siervo cristiano los santos lo miran diferente que los pecadores.
Los pecadores lo ven en una luz, los santos en otra, así como los hombres miran
a Jesús con diferentes opiniones.
¡Qué emocionante
descripción es el versículo 10 del cristiano que es todo por Cristo! Pablo
concluye su apelación recordándoles su amor. Su corazón estaba abierto de par
en par en amor, pero sus corazones se habían estrechado (cerrados). Apeló a ellos como sus hijos a que lo recibieran.
II. Una Apelación a Apartarse (2 Corintios 6:13–7:1):
Los
problemas en la iglesia corintia eran espirituales: los miembros vivían como mundanos y
no como cristianos. Estaban en componendas con el pecado. Pablo
presenta dos argumentos principales para apartarse del mundo.
A.
El Argumento Del Principio (vv.
13–16).
Un
principio básico de la vida es que los contrarios no pueden tener compañerismo.
El «yugo
desigual» nos lleva de regreso a la amonestación de Moisés en Levítico
19:19. Estos corintios se enyugaban con los inconversos en el matrimonio, en
los negocios y en otras cosas, y estaban perdiendo su testimonio por Cristo.
Después de todo, si los cristianos viven como el mundo, ¿cómo pueden testificar al mundo?
Nótese: la
serie de contrastes aquí: justicia/injusticia; luz/tinieblas; Cristo/Belial
(nombre del AT., para Satanás); creyente/incrédulo; templo de Dios/ ídolos. La
actitud de demasiados cristianos de hoy es que la Iglesia debe cortejar y
complacer al mundo para tratar de ganarlo.
¡Nada puede estar más lejos de la verdad! Debe
haber separación del pecado. Esto no significa aislamiento, retirarse del
mundo; lo que quiere decir es que nos guardamos de contagiarnos con el mundo.
Es correcto que la nave esté en el agua, pero cuando el agua se mete en el
barco, ¡cuidado!
Pablo cita a Levítico 26:11, 12 para mostrar que Dios vive y anda en el
creyente, de modo que su relación con el mundo afecta su comunión con Dios.
B.
El Argumento De La Promesa (vv.
17–18).
Dios
promete bendecir a quienes se conservan puros. La
mundanalidad es sutil; se introduce gradualmente. Esta progresión descendente empieza
con la amistad con el mundo (Stg. 4:4); luego con el amor por el mundo (1 Jn.
2:15–17); más tarde conformidad con el mundo (Rom.12:1, 2). Pero Dios promete
bendecir a quienes se aparten para Él (Is. 52:11). El cristiano contemporizador
pierde la alegría del amor de
Dios y
una comunión más profunda en el Espíritu.
El
versículo que da inicio al capítulo 7 debía ser el que terminará el capítulo 6.
Este
versículo resume de una manera compacta lo que Pablo tiene que decir respecto a
la santidad personal:
(1) Dos motivos para
apartarse del mundo: el amor a Dios («amados») y el temor de Dios. Ambas
condiciones deben operar en nuestras vidas. Así como la esposa amante se
conserva pura debido a que ama a su esposo, el cristiano mantiene su vida
limpia porque ama a Cristo. Pero también es necesario ese saludable temor de
Dios, para que no tenga Él que disciplinarnos para enseñarnos la obediencia.
(2) Dos
responsabilidades: debemos limpiarnos (esto es negativo) y
perfeccionar la santidad (esto es positivo). Es bueno pedir a Dios que nos
limpie (Salm. 51:2, 7) y Él nos promete en 1 Juan 1:9 darnos completa limpieza.
Pero también debemos limpiarnos nosotros mismos al sacar de nuestras vidas todo
lo que le desagrada. «Lavaos y limpiaos» dice Isaías 1:16. No debemos
esperar que Dios nos quite las cosas con las cuales nosotros mismos debemos
lidiar. «Si tu mano te hace pecar, ¡córtala!» (Comp. Mt. 6:30). Entonces, podemos
crecer en santidad mediante el Espíritu.
(3) Dos clases de pecado:
contaminación de la carne y del espíritu. Estos son pecados de acción tanto
como de actitud. El hijo pródigo fue culpable de pecados de la carne, pero su
hermano mayor cometió pecados del espíritu. Véase el Salmo 51:17.
Apartarse
es lo negativo; perfeccionar la santidad es lo positivo. Qué
triste es ver a las iglesias y a los cristianos que se han apartado del pecado,
pero que nunca han crecido en santidad personal ni desarrollados los frutos del
Espíritu. Los fariseos se apartaron del pecado, pero carecían de amor y
verdadera obediencia.
Clase Para El Miércoles:
Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.
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