lunes, 29 de julio de 2019

LA CONDUCTA DEL MINISTERIOS: 2 CORINTIOS 6:


LA CONDUCTA DEL MINISTERIOS:
2 CORINTIOS 6:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

Los capítulos 6–9 se componen de una serie de amorosas exhortaciones a los cristianos de Corinto. En 6:1–13 Pablo les exhorta a que examinen su vida y ministerio, y que ensanchen sus corazones para hacerle lugar a Él.
Segunda de Corintios 6:14–7:1 (la división de capítulos aquí no es la más apropiada) es un llamado a la separación, mientras que 7:2–16 es una súplica por reconciliación. Los capítulos 8–9 se refieren a la ofrenda que Pablo estaba recogiendo para los santos pobres de Judea y exhorta a los corintios a que cooperen.
Notamos: entonces, dos apelaciones aquí en el capítulo 6.

I.       Una Apelación a Examinar (2 Corintios 6:1–13):
En los primeros cinco capítulos Pablo ha estado defendiendo su vida y ministerio. Sus enemigos en Corinto le habían acusado de métodos y motivos errados, y con éxito había respondido a las acusaciones. Su declaración final en el capítulo 5 analiza su ministerio de reconciliación, de modo que sólo le quedaba dar un paso hacia adelante para hacer a los corintios una apelación a reconciliarse con Él y a recibir la gracia de Dios.
No solamente ruega a los pecadores en 5:20, sino también a los santos en 6:1. Qué trágico es cuando las iglesias y los cristianos reciben la gracia de Dios en vano. Los corintios eran niños en Cristo, santos inmaduros, porque no habían crecido en la gracia y el conocimiento.
Tenía el mejor pastor disponible (Pablo) y sin embargo, ¡no se habían beneficiado de su ministerio! Pablo se había cuidado de hacer algo que sirviera de tropiezo a otros o que de alguna manera desacreditara su ministerio. En los versículos
3–10 Pablo da varios argumentos para probar que su ministerio era limpio.

A.      Las Batallas Que Libraba (vv. 3–5).
«Paciencia» aquí quiere decir «resistencia». No es un cuadro de un cristiano en una mecedora, sin hacer nada, sino más bien del soldado en batalla, en pos de la inminente victoria a pesar de la oposición. Las batallas que Pablo libró en obediencia a Cristo eran prueba de su ministerio sincero y abnegado.
La aflicción vino, no porque fue desobediente y necesitaba castigo, sino porque fue obediente y una amenaza para Satanás. Las llagas se refieren a los azotes que Pablo sufrió; tumultos, las chusmas que enfrentó; «trabajos» nos recuerda de su esfuerzo día y noche para sostenerse a sí mismo y a sus compañeros; «desvelos» describe las noches que pasó sin dormir en oración y el ministerio de la Palabra; «ayunos» indica que con frecuencia se las pasaba sin alimento. ¡Ningún ministro falso hubiera soportado tanto!

B.      Las Armas Que Usaba (vv. 6–7).
El carácter y conducta de Pablo siempre eran semejantes al de Cristo. Tenía las manos y una conciencia limpias, y su amor por los santos era sincero, no «fingido». Usaba la Palabra de verdad y las oraciones como armas para derrotar a Satanás. Los ministros deshonestos hubieran usado métodos carnales para promover su obra.

C.      La Reputación Que Ganó (vv. 8–10).
Tenemos una serie de paradojas, o lo que parece ser afirmaciones contradictorias. Es cierto que al siervo cristiano los santos lo miran diferente que los pecadores. Los pecadores lo ven en una luz, los santos en otra, así como los hombres miran a Jesús con diferentes opiniones.
¡Qué emocionante descripción es el versículo 10 del cristiano que es todo por Cristo! Pablo concluye su apelación recordándoles su amor. Su corazón estaba abierto de par en par en amor, pero sus corazones se habían estrechado (cerrados). Apeló a ellos como sus hijos a que lo recibieran.

II.     Una Apelación a Apartarse (2 Corintios 6:13–7:1):
Los problemas en la iglesia corintia eran espirituales: los miembros vivían como mundanos y no como cristianos. Estaban en componendas con el pecado. Pablo presenta dos argumentos principales para apartarse del mundo.

A.      El Argumento Del Principio (vv. 13–16).
Un principio básico de la vida es que los contrarios no pueden tener compañerismo. El «yugo desigual» nos lleva de regreso a la amonestación de Moisés en Levítico 19:19. Estos corintios se enyugaban con los inconversos en el matrimonio, en los negocios y en otras cosas, y estaban perdiendo su testimonio por Cristo. Después de todo, si los cristianos viven como el mundo, ¿cómo pueden testificar al mundo?

Nótese: la serie de contrastes aquí: justicia/injusticia; luz/tinieblas; Cristo/Belial (nombre del AT., para Satanás); creyente/incrédulo; templo de Dios/ ídolos. La actitud de demasiados cristianos de hoy es que la Iglesia debe cortejar y complacer al mundo para tratar de ganarlo.

¡Nada puede estar más lejos de la verdad! Debe haber separación del pecado. Esto no significa aislamiento, retirarse del mundo; lo que quiere decir es que nos guardamos de contagiarnos con el mundo. Es correcto que la nave esté en el agua, pero cuando el agua se mete en el barco, ¡cuidado! Pablo cita a Levítico 26:11, 12 para mostrar que Dios vive y anda en el creyente, de modo que su relación con el mundo afecta su comunión con Dios.

B.      El Argumento De La Promesa (vv. 17–18).
Dios promete bendecir a quienes se conservan puros. La mundanalidad es sutil; se introduce gradualmente. Esta progresión descendente empieza con la amistad con el mundo (Stg. 4:4); luego con el amor por el mundo (1 Jn. 2:15–17); más tarde conformidad con el mundo (Rom.12:1, 2). Pero Dios promete bendecir a quienes se aparten para Él (Is. 52:11). El cristiano contemporizador pierde la alegría del amor de
Dios y una comunión más profunda en el Espíritu.
El versículo que da inicio al capítulo 7 debía ser el que terminará el capítulo 6. Este versículo resume de una manera compacta lo que Pablo tiene que decir respecto a la santidad personal:
(1)   Dos motivos para apartarse del mundo: el amor a Dios amados») y el temor de Dios. Ambas condiciones deben operar en nuestras vidas. Así como la esposa amante se conserva pura debido a que ama a su esposo, el cristiano mantiene su vida limpia porque ama a Cristo. Pero también es necesario ese saludable temor de Dios, para que no tenga Él que disciplinarnos para enseñarnos la obediencia.
(2) Dos responsabilidades: debemos limpiarnos (esto es negativo) y perfeccionar la santidad (esto es positivo). Es bueno pedir a Dios que nos limpie (Salm. 51:2, 7) y Él nos promete en 1 Juan 1:9 darnos completa limpieza. Pero también debemos limpiarnos nosotros mismos al sacar de nuestras vidas todo lo que le desagrada. «Lavaos y limpiaos» dice Isaías 1:16. No debemos esperar que Dios nos quite las cosas con las cuales nosotros mismos debemos lidiar. «Si tu mano te hace pecar, ¡córtala(Comp. Mt. 6:30). Entonces, podemos crecer en santidad mediante el Espíritu.
(3)    Dos clases de pecado: contaminación de la carne y del espíritu. Estos son pecados de acción tanto como de actitud. El hijo pródigo fue culpable de pecados de la carne, pero su hermano mayor cometió pecados del espíritu. Véase el Salmo 51:17.

Apartarse es lo negativo; perfeccionar la santidad es lo positivo. Qué triste es ver a las iglesias y a los cristianos que se han apartado del pecado, pero que nunca han crecido en santidad personal ni desarrollados los frutos del Espíritu. Los fariseos se apartaron del pecado, pero carecían de amor y verdadera obediencia.




Clase Para El Miércoles:

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.






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