lunes, 22 de julio de 2019

LAS CONSTRICCIONES DEL MINISTERIO: 2 CORINTIOS 5:1-21


LAS CONSTRICCIONES DEL MINISTERIO:
2 CORINTIOS 5:1-21
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
En este capítulo Pablo todavía está refiriéndose a su ministerio, respondiendo a las acusaciones de sus enemigos:
·      Destaca que su ministerio es serio, no negligente;
·      Que trabaja por motivos honestos y no por deseos carnales.
Pablo explica cuatro motivos que controlan su vida y su ministerio.

I.       Su Confianza En El Cielo (2 Cor.5:1–8):
En el capítulo anterior Pablo mencionó su determinación para servir a Cristo a pesar del sufrimiento e incluso la muerte.
Vivía por fe, no por vista:
·      Pero esta fe no era una confianza ciega;
·      Era una confianza cierta en la Palabra de Dios.
Cuando usted sabe a dónde va, ninguna tormenta puede amedrentarlo ni enemigo derrotarlo. El hombre exterior se puede estar desgastando (4:16), pero, ¿qué hacía esto diferente?

Pablo Sabía Que La Gloria Yacía Al Otro Lado.
La «morada» a que Pablo se refiere aquí no es el hogar que Cristo está preparando para los creyentes (Jn. 14:1ss); es el cuerpo glorificado que será nuestro cuando Cristo vuelva (Filp. 3:21; 1 Cor. 15:50ss). Nuestra habitación terrestre no es más que una tienda (tabernáculo) que un día será desarmada (deshiciere).
¡Pero Dios tiene un cuerpo glorificado para nosotros! No obstante, nuestro deseo como cristiano no es que se nos quite este cuerpo terrenal en la muerte, sino que sea «vestido» y transformado cuando Cristo venga. ¿Cómo sabemos que tenemos este glorioso futuro?
Tenemos las arras del Espíritu (v. 5), esa «garantía eterna» que nos asegura que el resto de la bendición prometida será nuestro. Ahora estamos «en el cuerpo pero ausentes del Señor». Nuestro anhelo ferviente es estar «en casa con el Señor» y vivir con cuerpos glorificados que nunca cambiarán. Véase Filipenses 1:19–24.

II.     Su Preocupación Por Agradar a Cristo (2 Cor.5:9–13):
Pero Pablo no es egoísta; su servicio cristiano está motivado por más que una esperanza para el futuro. Busca agradar a Cristo y serle aceptable ahora mismo. Pablo quería también serle «agradable» (v. 9).
Tenía un saludable temor del Señor (v. 11), porque sabía que todos los creyentes un día serían juzgados ante el tribunal de Cristo (véanse 1 Cor. 3:10–15; Rom. 14:7–13). Sabiendo que sus obras un día serían reveladas y probadas, Pablo quería vivir la clase de vida que agrada y honra a Cristo.
La palabra griega para «comparezcamos» del versículo 10 significa más que «mostrarse» o «presentarse ante» alguien. Lleva la idea de ser revelado; y su significado es: «porque todos nosotros seremos mostrados como somos». No habrá pretensión en ese juicio; nuestro carácter y obras se revelarán como son y se dará la correspondiente recompensa.
Pero el verdadero siervo de Dios se cuida incluso hoy de tener una vida abierta, manifiesta tanto a Dios como a los hombres (v. 11). Qué importante es que dejemos que Dios juzgue, porque Él ve el corazón.
Los corintios se gloriaban «en las apariencias» (v. 12) al jactarse de varios predicadores y criticar a Pablo. Tenga presente que los «resultados» no son la única prueba de la vida y servicio de un obrero. Los motivos del corazón son muy importantes.

III.    Su Exigencia De Amor (2 Cor.5:14–17):
A Pablo lo acusaron de estar loco (véase Hch. 26:24) puesto que iba a tales extremos para ganar a los hombres para Cristo. Pero el poder controlador de su vida era el amor de Cristo. Esto no denota el amor de Pablo a Cristo, aunque es cierto que estaba allí. Significa más bien el amor que Cristo tenía por Pablo.
El apóstol estaba tan asombrado del amor de Cristo que servirle y honrarle llegó a ser el motivo controlador de su vida. En los versículos 14–17 describe este amor que llevó a Cristo a la cruz para morir por los pecadores. ¿Por qué murió?
Para que nosotros vivamos por Él (1 Jn. 4:9); para que vivamos juntamente con Él (1 Ts. 5:10); y para que vivamos para Él (2 Cor. 5:15). No puede haber egoísmo en el corazón del cristiano que entiende el amor de Cristo.
Uno de los problemas de Corinto era que los creyentes juzgaban según la carne (1 Cor. 4:1–7). Comparaban a Pablo con otros maestros y usaban juicio carnal en lugar de discernimiento espiritual. Se olvidaban de que la vida cristiana es una nueva creación con nuevos valores y nuevos motivos.
Es incorrecto juzgar a Cristo según la carne; o sea, mirarle (como el mundo lo hace) solamente como un gran maestro o ejemplo. Pablo, como rabí judío inconverso, quizás miró a Cristo según la carne.
Pero cuando vio al Cristo glorificado, cambió su punto de vista. Debemos tener una evaluación espiritual basada en la Palabra de Dios. Otros maestros dijeron que Pablo se promovía a sí mismo; juzgaban según la carne y demostraban así que les faltaba ese amor de Cristo como la fuerza controladora de sus vidas.

IV.    Su Comisión Dada Por Dios (2 Cor.5:18–21):
Hemos visto tres motivos que controlaban la vida y ministerio de Pablo; su confianza en el cielo, su preocupación por agradar a Cristo y su exigencia de amor. Había un cuarto motivo: la comisión que Pablo había recibido de Dios. ¡Pablo era un embajador de Cristo!
Su mensaje era de paz: Dios había pagado el precio por el pecado; Dios no estaba en guerra contra los pecadores; los pecadores ahora podían creer y ser salvos.
¡Qué tremendo mensaje! Considere algunos hechos en cuanto a los embajadores:
(1)   Los embajadores son escogidos y Cristo había escogido a Pablo para ser su representante. Pablo no se representaba a sí mismo (véase 4:5). Su mensaje era el evangelio que Cristo le encomendó (1 Ts. 2:4). Su meta era agradar a Cristo y ser fiel a la tarea que se le dio.
(2)    A los embajadores se les protege. Un embajador debe ser ciudadano de la nación que representa, y Pablo (como lo es todo cristiano) era un ciudadano del cielo (véase Filp. 3:20). La nación suple a sus embajadores de todo lo necesario y está lista para protegerlos. De la misma manera Cristo suplió toda necesidad de Pablo y estuvo con él en toda crisis.
(3)  A los embajadores se les considera responsables. Los embajadores representan a sus países y dicen lo que se les instruye. Saben que un día deben rendir cuenta de su trabajo.
(4)   A los embajadores se les llama de regreso si se declara guerra. Dios todavía no ha declarado guerra a este perverso mundo, pero un día lo hará. Hay un día venidero de la ira (1 Ts. 1:10) que juzgará a los malos, pero los cristianos serán llevados a su hogar antes de que llegue ese día (1 Ts. 5:1–10). La Iglesia, los embajadores de Dios, no atravesarán la tribulación.

El mensaje de la iglesia de hoy es de reconciliación: Dios reconcilió al mundo consigo mismo por Cristo en la cruz y está dispuesto a salvar a todos los que confían en su Hijo.
Nuestro mensaje no es de reforma social (aunque el evangelio transforma vidas, Títo 2:11–15); el nuestro es un mensaje de regeneración espiritual. Representamos a Cristo al invitar al perdido a que le reciba. ¡Qué privilegio... qué responsabilidad!
Todos los creyentes son embajadores, sea que aceptemos la comisión o no. «Como el Padre me envió, así también yo os envío», dijo Cristo (Jn. 20:21).
Asegurémonos de que nuestro mensaje, métodos y motivos sean los correctos, de modo que nuestra obra pueda ser duradera y resiste la prueba de fuego cuando estemos ante Él.

Clase Para El Miércoles: 06//02//2019. Tumbes

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.



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