LAS CONSTRICCIONES DEL
MINISTERIO:
2 CORINTIOS 5:1-21
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
En este capítulo
Pablo todavía está refiriéndose a su ministerio, respondiendo a las acusaciones
de sus enemigos:
· Destaca que su ministerio es
serio, no negligente;
· Que trabaja por motivos honestos y no por deseos carnales.
Pablo
explica cuatro motivos que controlan su vida
y su ministerio.
I.
Su Confianza En El Cielo (2 Cor.5:1–8):
En
el capítulo anterior Pablo mencionó su determinación para servir a Cristo a
pesar del sufrimiento e incluso la muerte.
Vivía
por fe, no por vista:
· Pero esta fe no era una confianza
ciega;
· Era una confianza cierta en la Palabra de Dios.
Cuando
usted sabe a dónde va, ninguna tormenta puede amedrentarlo ni enemigo
derrotarlo. El hombre exterior se puede estar desgastando (4:16), pero, ¿qué hacía esto
diferente?
Pablo
Sabía Que La Gloria Yacía Al Otro Lado.
La
«morada»
a que Pablo se refiere aquí no es el hogar que Cristo está preparando para los
creyentes (Jn. 14:1ss); es el cuerpo glorificado que será nuestro cuando Cristo
vuelva (Filp. 3:21; 1 Cor. 15:50ss). Nuestra habitación terrestre no es más que
una tienda (tabernáculo) que un día
será desarmada (deshiciere).
¡Pero Dios tiene un cuerpo glorificado para nosotros!
No
obstante, nuestro deseo como cristiano no es que se nos quite este cuerpo
terrenal en la muerte, sino que sea «vestido» y transformado cuando Cristo venga. ¿Cómo sabemos
que tenemos este glorioso futuro?
Tenemos
las arras del Espíritu (v. 5), esa «garantía eterna»
que nos asegura que el resto de la bendición prometida será nuestro. Ahora
estamos «en el
cuerpo pero ausentes del Señor». Nuestro anhelo ferviente es estar «en casa con el
Señor» y vivir con cuerpos glorificados que nunca cambiarán. Véase
Filipenses 1:19–24.
II. Su Preocupación Por Agradar a Cristo (2
Cor.5:9–13):
Pero
Pablo no es egoísta; su servicio cristiano está motivado por más que una
esperanza para el futuro. Busca agradar a Cristo y serle aceptable ahora mismo.
Pablo quería también serle «agradable» (v. 9).
Tenía
un saludable temor del Señor (v. 11),
porque sabía que todos los creyentes un día serían juzgados ante el tribunal de
Cristo (véanse 1 Cor. 3:10–15; Rom. 14:7–13). Sabiendo que sus obras un día
serían reveladas y probadas, Pablo quería vivir la clase de vida que agrada y
honra a Cristo.
La
palabra griega para «comparezcamos» del versículo 10 significa más que «mostrarse» o «presentarse ante» alguien. Lleva la idea de ser
revelado; y su significado es: «porque todos nosotros seremos mostrados como somos».
No habrá pretensión en ese juicio; nuestro carácter y obras se revelarán como
son y se dará la correspondiente recompensa.
Pero
el verdadero siervo de Dios se cuida incluso hoy de tener una vida abierta,
manifiesta tanto a Dios como a los hombres
(v. 11). Qué importante es que dejemos que Dios juzgue, porque Él ve el corazón.
Los
corintios se gloriaban «en las apariencias» (v. 12) al jactarse de varios
predicadores y criticar a Pablo. Tenga presente que los «resultados» no son la única prueba
de la vida y servicio de un obrero. Los motivos del corazón son muy
importantes.
III.
Su Exigencia De Amor (2 Cor.5:14–17):
A
Pablo lo acusaron de estar loco (véase Hch. 26:24) puesto que iba a tales
extremos para ganar a los hombres para Cristo. Pero el poder controlador de su
vida era el amor de Cristo. Esto no denota el amor de Pablo a Cristo, aunque es
cierto que estaba allí. Significa más bien el amor que Cristo tenía por Pablo.
El
apóstol estaba tan asombrado del amor de Cristo que servirle y honrarle llegó a
ser el motivo controlador de su vida. En los versículos 14–17 describe este
amor que llevó a Cristo a la cruz para morir por los pecadores. ¿Por qué murió?
Para
que nosotros vivamos por Él (1 Jn. 4:9); para que vivamos juntamente con Él (1 Ts.
5:10); y para que vivamos para Él (2 Cor. 5:15). No puede haber egoísmo en el
corazón del cristiano que entiende el amor de Cristo.
Uno
de los problemas de Corinto era que los creyentes juzgaban según la carne (1 Cor.
4:1–7). Comparaban a Pablo con otros maestros y usaban juicio carnal en lugar
de discernimiento espiritual. Se olvidaban de que la vida cristiana es una
nueva creación con nuevos valores y nuevos motivos.
Es
incorrecto juzgar a Cristo según la carne; o sea, mirarle (como el mundo lo hace) solamente
como un gran maestro o ejemplo. Pablo, como rabí judío inconverso, quizás miró
a Cristo según la carne.
Pero
cuando vio al Cristo glorificado, cambió su punto de vista. Debemos
tener una evaluación espiritual basada en la Palabra de Dios. Otros maestros
dijeron que Pablo se promovía a sí mismo; juzgaban según la carne y demostraban
así que les faltaba ese amor de Cristo como la fuerza controladora de sus
vidas.
IV. Su Comisión Dada Por Dios (2 Cor.5:18–21):
Hemos
visto tres motivos que controlaban la vida y ministerio de Pablo; su confianza
en el cielo, su preocupación por agradar a Cristo y su exigencia de amor. Había
un cuarto motivo: la comisión que
Pablo había recibido de Dios. ¡Pablo era un
embajador de Cristo!
Su
mensaje era de paz: Dios
había pagado el precio por el pecado; Dios no estaba en guerra contra los
pecadores; los pecadores ahora podían creer y ser salvos.
¡Qué tremendo mensaje! Considere
algunos hechos en cuanto a los embajadores:
(1) Los embajadores
son escogidos y Cristo había escogido a Pablo para ser su representante.
Pablo no se representaba a sí mismo (véase 4:5). Su mensaje era el evangelio
que Cristo le encomendó (1 Ts. 2:4). Su meta era agradar a Cristo y ser fiel a la tarea que se
le dio.
(2) A los
embajadores se les protege. Un embajador debe ser ciudadano de la
nación que representa, y Pablo (como lo es todo cristiano) era un ciudadano
del cielo (véase Filp. 3:20). La nación suple a sus embajadores de todo lo
necesario y está lista para protegerlos. De la misma manera Cristo suplió toda necesidad de Pablo
y estuvo con él en toda crisis.
(3) A los
embajadores se les considera responsables. Los embajadores
representan a sus países y dicen lo que se les instruye. Saben que un día deben rendir cuenta de su
trabajo.
(4) A los embajadores se les llama de regreso si se
declara guerra. Dios todavía no ha declarado guerra a este perverso
mundo, pero un día lo hará. Hay un día venidero de la ira (1 Ts. 1:10) que
juzgará a los malos, pero los cristianos serán llevados a su hogar antes de que
llegue ese día (1 Ts. 5:1–10). La Iglesia, los embajadores de Dios, no atravesarán la
tribulación.
El
mensaje de la iglesia de hoy es de reconciliación: Dios reconcilió
al mundo consigo mismo por Cristo en la cruz y está dispuesto a salvar a todos
los que confían en su Hijo.
Nuestro
mensaje no es de reforma social (aunque el
evangelio transforma vidas, Títo 2:11–15); el nuestro es un mensaje
de regeneración espiritual. Representamos a Cristo al invitar al perdido a que
le reciba. ¡Qué
privilegio... qué responsabilidad!
Todos
los creyentes son embajadores, sea que aceptemos la comisión o no. «Como el Padre me
envió, así también yo os envío», dijo Cristo (Jn. 20:21).
Asegurémonos
de que nuestro mensaje, métodos y motivos sean los correctos, de modo que nuestra
obra pueda ser duradera y resiste la prueba de fuego cuando estemos ante Él.
Clase Para El Miércoles:
06//02//2019. Tumbes
Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.
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