¿CONTINUAREMOS
EN EL PECADO?
(Romanos
6:1-14)
“¿Qué,
pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?...
En ninguna manera. Porque
los que hemos muerto al pecado, ¿cómo
viviremos aún en él?... ¿O no sabéis que todos
los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su
muerte?...”.
(Rom.
6:1-14)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Introducción:
Esta sección analiza la santificación: el cambio que Dios hace en nuestras vidas cuando crecemos en fe.
El capítulo 6 explica que los creyentes son libres del control del pecado.
Cuando la Biblia describe qué significa vivir en relación con Dios, nos alienta a presentar nuestros miembros a Dios.
I. ¿Continuaremos Pecando? Romanos 6:1-5:
G266 ἁμαρτία = jamartía: de G264; pecar (propiamente abstractamente): - pecado, pecaminoso, pecar. (Strong).
V. 1. ¿Pues qué diremos? etc.
El tema de esta tercera división de
nuestra Epístola se anuncia con esta misma pregunta inicial:
Ø “¿Continuaremos
(o como es la lección correcta “podremos continuar”) en el
pecado, para que la gracia crezca?”.
Si la doctrina que el apóstol enseñaba
hubiese sido que la salvación dependía en grado alguno de nuestras obras buenas,
no habría sido posible hacer semejante objeción en contra de ella.
Contra la doctrina de una justificación exclusivamente gratuita, esta objeción es plausible; y no ha habido época en que no se haya insistido en ella. Que tal acusación fue alegada contra los apóstoles, lo sabemos por el cap. 3:8; y por Gál. 5:13; 1 P. 2:16; Jud. 1:4, nos enteramos que había quienes daban ocasión para esta acusación; pero que era una perversión total de la doctrina de la gracia el apóstol aquí se propone comprobar.
V. 2. En ninguna manera—“Lejos
sea de nosotros”.
Tal pensamiento está en pugna con los instintos de la nueva criatura. los que somos muertos, etc.—Lit., y con más fuerza, “Los que ya morimos al pecado (como luego se explicará), “¿cómo viviremos aún en él?”.
en ninguna manera. Lit., no sea. La gracia no puede se explotada para fines malos. A causa de nuestra unión con Cristo, estamos muertos al pecado y vivos para Dios (v. 11). La nueva vida moral está basada en:
1)
Nuestra unión con Cristo (6:1-14);
2)
En nuestra servidumbre a la justicia (6:15-23); y
3) En la nueva unión matrimonial que tenemos con Cristo (7:1-6).
hemos muerto al pecado. La muerte es separación, no extinción:
1)
La muerte
física es la separación entre el cuerpo y el espíritu (Stg.
2:26).
2)
La muerte espiritual es la separación entre una
persona y Dios (Ef.
2:1).
3) La
muerte al pecado es la separación del poder dominador del pecado en nuestra
propia vida (Rom.
6:14).
V. 3. ¿O no sabéis que todos
los que somos [“fuimos”] bautizados en Cristo [1 Cor. 10:2] somos [“fuimos”] bautizados en su muerte?
Es decir, fuimos
sellados con el sello del cielo, y como si hubiera sido
formalmente pactado y contratado, sellados para todos los beneficios y todas
las obligaciones del discipulado cristiano en general, y para su muerte en
particular.
Y puesto que Cristo “fue hecho pecado” y “una maldición”
en bien nuestro (2 Cor. 5:21; Gál, 5:13), “llevando nuestros pecados en su cuerpo sobre el árbol”,
y “resucitado de
nuevo a causa de nuestra justificación” (cap. 4:25; 1 P. 2:24), toda
nuestra condición pecaminosa, habiendo sido sumida en su persona, se ha dado
por terminada en su muerte.
Aquel, pues, que ha sido bautizado en la muerte
de Cristo ha abandonado simbólicamente toda su vida y condición de pecado,
considerando estas cosas como muertas en Cristo. Ha sido sellado para ser no
sólo “la
justicia de Dios en él”, si no también “una nueva criatura”; y como no
puede ser en Cristo una cosa y no la otra. pues ambas cosas son una, ha
abandonado por su bautismo en la muerte de Cristo, toda su conexión con el
pecado. “¿Cómo,
pues, puede vivir aún en el pecado?”. Las dos cosas son
contradictorias tanto en el hecho como en la terminología.
NOTA: V.3: bautizados en Cristo Jesús.
El bautismo con el Espíritu Santo une al creyente con Cristo separándolo de la
vida antigua y asociándole con la nueva. Ya no más “en
Adán” sino “en Cristo”. El
bautismo de agua nos recuerda esta verdad.
V. 4. Porque
somos [más bien, “fuimos”—en el
tiempo aorista, acto consumado] sepultados juntamente
con él a muerte por el bautismo.
Léase:
“… sepultados juntamente con él, en su muerte por
el bautismo”. En otras palabras, “Por el mismo bautismo que públicamente nos
introduce en su muerte, fuimos hechos partícipes también de su sepultura”.
El hecho de dejar un cadáver sin enterrar es considerado por los autores paganos,
así como en las Escrituras, como la mayor indignidad (Ap. 11:8-9). Convenía,
pues, que el Cristo, después de “morir por nuestros pecados conforme a las Escrituras”,
“descendiese hasta las partes más bajas de la tierra”
(Ef. 4:9).
Así como éste fue el último y el más bajo
paso de su humillación, así también fue disuelto honorablemente el último
vínculo de su conexión con aquella vida que él entregó por los pecadores; y
nosotros, “al
ser sepultados con él por medio del bautismo en su muerte” hemos
cortado con este acto público el último vínculo que nos unía con toda aquella
vida y condición pecaminosa a la que Cristo ha dado fin en su muerte. para que
como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre—Esto es, por el
ejercicio del poder del Padre que fue el resplandor
de toda su gloria.
Así también nosotros [como
resucitados a una vida nueva con él] andemos en novedad de vida—Pero ¿en qué
consiste esta “novedad”? Ciertamente, si nuestra vida vieja, la
muerta y enterrada con Cristo, fue del todo pecaminosa, la nueva, a la que
hemos resucitado con el Salvador resucitado, debe ser del todo una vida santa;
de modo que cada vez que nos volvemos a “aquellas cosas de las que ahora nos avergonzamos”
(v. 21), desmentimos nuestra resurrección con Cristo a novedad de vida, y “nos olvidamos de
que fuimos purificados de nuestros pecados antiguos” (2 P. 1:9).
(Si se refiere aquí al modo de bautismo por la inmersión, como un
entierro y resurrección simbólicos, no nos parece de mucha consecuencia. Muchos
intérpretes creen que así es, y puede ser que sí. Pero como no está claro que el bautismo en los
tiempos apostólicos fuera exclusivamente por inmersión (véase
nota, Hech. 2:41), así la aspersión y la lavación se usan indiferentemente para
expresar la eficacia purificadora de la sangre de Cristo. Y de la manera que la
mujer con el flujo de sangre recibió de Cristo virtud con sólo tocarle, así la
esencia del bautismo parece estar en el simple contacto del elemento con el
cuerpo, simbolizando un contacto viviente con el Cristo crucificado; el modo
del bautismo y la cantidad de elemento es indiferente y variable según el clima
y las circunstancias).
(Nota del Traductor) Si hubiese virtud salvadora en el rito, acaso
sería lo mismo con poca agua, con mucha agua, o sencillamente con “la buena intención”.
La enferma fue sanada gracias a su fe en el Señor;
otros muchos fueron sanados sin tocar el vestido de Jesús.
Pero si el bautismo es una ceremonia dada por Dios, una justicia que
se debe cumplir, un acto público de confesión de pecado (“bautismo de arrepentimiento”), un acto de obediencia de parte
de los que reconocen al Señor, un simbolismo sin virtud de salvación
sacramental, y no un “medio de gracia”, ni un “sello” de la
salvación, sino un símbolo de una digna sepultura,
entonces es de consecuencia la cantidad de agua.
Es la misma diferencia de poca o de mucha
tierra cuando se trata del entierro de un cadáver. El contacto de un terrón con
el cuerpo no constituye una sepultura. Si el bautismo
es una inmersión—y tal es el significado de la palabra—y es
sólo un rito simbólico, entonces el apóstol pudo aplicar el simbolismo del
bautismo a la experiencia de la regeneración espiritual en Cristo, la que
describe con otro simbolismo: el de muerte, sepultura y resurrección.
Se emplea este vocablo muchas veces en sentido metafórico, pero en cada caso es aplicable a la figura de la inmersión, en la verdad expresada, ya sea en el “bautismo del Espíritu Santo”, que en Pentecostés llenó la casa donde estaban todos reunidos; ya sea “en la nube”, en la que el pueblo fue bautizado en Moisés; o ya se trate de la pasión del Señor, que él mismo llamó un “bautismo” (figura aplicable a una inmersión), en el que debió ser “bautizado”, (es decir, anegado, y no levemente “rociado”).
Ayuda Hermenéutica:
baptisma = (βάπτισμα, G908),
bautismo, consistente en el proceso de inmersión, sumersión, y emergencia (de bapto = mojar, empapar). Se usa:
(a) Del bautismo de Juan,
(b) Del bautismo
cristiano, véase B más adelante;
(c) De los
abrumadores sufrimientos y juicio a los que se sometió voluntariamente el Señor
en la cruz (por ejemp., Lc. 12:50);
(d) De los sufrimientos que iban a experimentar sus seguidores, no de un carácter vicario, sino en comunión con los sufrimientos del Señor de ellos. Algunos mss. tienen esta palabra en Mt. 20:22-23; se usa en Mr. 10:38-39 con este significado. (VINE).
V. 5. Porque si fuimos plantados juntamente—lit.,
“si fuimos formados juntamente en uno”.
(El vocablo se emplea solamente aquí). a la semejanza de su muerte, así también lo seremos a la de
su resurrección—Quiere decir:
· “Puesto que
la muerte y la resurrección de Cristo son inseparables en su eficacia, la unión con él en un caso, lleva en sí
la participación en el otro, para privilegio, así como para obligación”.
El tiempo futuro se emplea respecto a la resurrección, porque ésta no se realiza sino parcialmente en el presente estado. (véase nota, cap. 5:19).
II. Nuestra Vieja Naturaleza: Romanos 6:6-12:
VV.
6, 7. Sabiendo esto:
El apóstol ahora usa un lenguaje más
específico y vívido para expresar la eficacia de nuestra unión con el Salvador
crucificado para la destrucción del pecado. que
nuestro viejo hombre.
NOTA: V.6: viejo hombre. i., es, todo lo que una persona es antes de la salvación, lo cual es hecho “viejo” por razón de la presencia de la vida nueva en Cristo. destruido. Mejor, abolido. Lit., hecho ineficaz o impotente (como en 2 Ts. 2:8),
Es decir, “nuestro yo anterior”; todo lo que
éramos en nuestra antigua condición no regenerada, antes de nuestra unión con
Cristo (véase Col. 3:9-10; Ef. 4:22-24; Gál. 2:20; 5:24; 6:14). fue crucificado con él, para que el cuerpo del pecado.
Esta no es una figura que expresa el “conjunto del
pecado”, ni el “cuerpo material”, tenido por la sede del pecado,
sino (así
juzgamos) la figura de “el pecado conforme moro en nosotros en nuestra actual
condición corporal, bajo la ley de la caída”. sea deshecho [en la muerte de
Cristo] a fin de que no sirvamos más al [“estemos en la esclavitud del”] pecado.
Porque el que es muerto [“que ya murió”] justificado es [“está
libertado”] del pecado—lit.,
“justificado”,
“absuelto”, del
pecado. Como la muerte disuelve toda reclamación, así todo lo
que reclama el
pecado:
· No sólo el “reinar para
muerte”, sino también el guardar a sus
víctimas en la servidumbre pecaminosa, ha sido anulado de una vez.
por la muerte penal del creyente en la muerte de Cristo; de modo que ya no es “deudor a la carne para vivir según la carne” (cap. 8:12).
V. 8. Y si [pues] morimos con Cristo,
etc.—(tiempo aoristo.) Véase nota, v. 5.
Debido a la muerte y resurrección de Cristo, sus seguidores no
tienen por qué temer
a la muerte. La seguridad que nos da nos permite disfrutar
compañerismo con El y hacer su voluntad.
Esto se reflejará en todas nuestras actividades:
Ø Trabajo y adoración,
Ø Distracción,
Ø Estudio bíblico,
Ø Meditación y servicio a otros.
Cuando comprenda que no teme a la muerte,
experimentará un nuevo vigor en la vida.
VV. 9-11. Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, ya no
muere: la
muerte no se enseñoreará más de él.
Aunque la muerte de Cristo fue en el
sentido más absoluto un acto voluntario (Jn.10:17; 10:19; Hech. 2:24), dicha
entrega voluntaria dio a la muerte tal “dominio (legítimo)
sobre él” que disuelve su dominio sobre
nosotros. Pero una vez pasado esto, “ya no tiene la muerte—ni
aquel sentido—dominio sobre él”.
· Porque el haber muerto, al pecado [esto es, en
obediencia a la reclamación del pecado]
· Murió una vez [por todas];
· Más el vivir, a Dios [en obediencia a
Dios] vive—
Nunca hubo época alguna, en efecto, cuando
Cristo no “viviese
para Dios”. Pero en los días de su carne vivió bajo la carga
continua del pecado “puesta en él” (Is. 53:6; 2 Cor. 5:21); mientras
que, como ya ha “quitado el pecado por el sacrificio de sí mismo”, “vive para Dios”,
el Fiador absuelto y aceptado, que no puede ser desafiado ni puesto en duda por
los reclamos del pecado.
Así también vosotros [como lo hizo
vuestro Señor mismo] pensad que, de cierto estáis muertos al pecado,
más vivos a Dios en Cristo Jesús—(Las palabras finales “Señor
nuestro”, faltan en los manuscritos mejores).
Nótese:
(1) “La doctrina
antinomianista no es tan sólo un error sino una falsedad y una calumnia”. Que “perseverásemos en
el pecado, para que la gracia creciese”, no sólo nunca ha sido el
sentimiento deliberado del verdadero creyente en la doctrina de la gracia, sino
que es aborrecible a toda mente cristiana, como abuso monstruoso de la más
gloriosa de todas las verdades (v. 1).
(2) Así como la
muerte de Cristo no solamente expía la culpa, sino que también ocasiona la
muerte del pecado mismo en todos los que están vitalmente unidos a él, así la
resurrección de Cristo efectúa la resurrección de los creyentes, no sólo para
la aceptación de parte de Dios, sino también a una novedad de vida (vv. 2-11).
(3) A la luz de estas dos verdades, examínense todos los que proclaman el nombre de Cristo, “si son de la fe”.
V. 12. No reine, pues [como dueño], el pecado.
(El lector
observará que siempre que se emplean para representar, figurativamente, a un amo, o señor, los vocablos:
“Pecado”,
“Obediencia”,
“Justicia”,
“Inmundicia”,
“Iniquidad”.
Se imprimen en esta sección en mayúscula,
para hacerlos resaltar a la vista y así evitar la explicación). en vuestro cuerpo
mortal, para que le obedezcáis en sus concupiscencias.
Es decir, “los deseos del cuerpo”, como lo es
patente en el griego. (La otra lección, que puede ser la correcta, “las concupiscencias de él” [pecado], tiene el mismo significado). El “cuerpo”
aquí se considera como el instrumento por el cual todos los pecados del corazón
se materializan en la vida externa, y viene a ser el mismo cuerpo la sede de
los apetitos bajos; y se le llama “nuestro cuerpo mortal”, probablemente para
recordarnos cuán impropio es este reino del pecado en aquellos que son “vivos de entre los
muertos”.
Pero el reino que aquí se menciona es el dominio no frenado del pecado dentro de nosotros. Sus actos externos se comentan en seguida.
Ayuda Hermenéutica:
V.
12:
R1090 Parece que εἰς se usa con el infinitivo para indicar
un resultado hipotético (de tal manera que lo
obedezcan).
R1097 Θνητός significa sujeto a muerte, no que muere.
T96 Los imperativos de presente y aoristo que aparecen en los vv. 12 y sigs., deben traducirse: no permitan que el pecado continúe …, no continúen entregando sus miembros al pecado …, sino comiencen a entregarse a Dios (se presenta una antítesis marcada -MT139).
III. Como Debemos Presentarnos Delante De Dios:
Romanos 6:13-14:
V. 13. Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado por
instrumentos de iniquidad;
· Antes presentaos a Dios [ésta es la gran
entrega],
· Como vivos de los muertos, y [como frutos de esto],
· Vuestros miembros [hasta ahora
entregados al pecado], a Dios por instrumentos de justicia.
Nos preguntamos:
· ¿Y si el pecado inmanente
resultara demasiado fuerte para nosotros?
La respuesta es:
· Pero no resultará.
V. 14. Porque el pecado no
se enseñoreará de vosotros [como si ellos fuesen esclavos de un señor tiránico],
pues no estáis
bajo la ley, sino bajo la gracia.
La fuerza de esta gloriosa seguridad puede
ser sentida sólo con observar las bases en que descansa. Estar “bajo
la ley” significa:
· Primero, estar bajo su demanda de entera
obediencia; y así,
· Luego, estar bajo su maldición por la
infracción de ella.
Y por cuanto todo el poder para obedecer puede llegar al pecador solamente por la Gracia, de la que la ley nada sabe, se sigue que el estar “bajo la ley” equivale, al fin y al cabo, a estar limitados por la incapacidad de guardarla, y consiguientemente, a ser impotentes esclavos del pecado.
Ayuda Hermenéutica:
G3551 νόμος = nómos: de un primario νέμω = némo, (repartir, específicamente comida o forraje a los animales); ley (mediante la idea de uso prescriptivo), generalmente (regulación), específicamente (de Moisés [incierto el volumen]; también el evangelio), o figurativamente (un principio): - pleito, ley. (Strong).
De la otra mano, estar “bajo la gracia”,
significa estar bajo el glorioso pabellón y los efectos salvadores de aquella
gracia que “reina
por la justicia para vida eterna por Jesucristo Señor nuestro” (véase
nota cap. 5:20, 21). La maldición de la ley les ha sido levantada
completamente; ya están “hechos la justicia de Dios en él” y están “vivos a Dios por
Jesucristo”.
Así que:
· Como cuando estaban “bajo la ley” era imposible que el Pecado no se enseñorease de ellos,
· Así ahora que están “bajo la gracia”.
Es imposible que el Pecado no sea vencido por ellos.
Si antes el Pecado irresistiblemente triunfaba, ahora la Gracia será más que vencedora.
Ayuda Hermenéutica:
V. 14:
R635 En los vv. 14 y
sigs., el concepto de ὑπό
es el de descanso: bajo la ley.
R796 Νόμου sin artículo se
refiere a ley mosaica (comp. 2:13 y 17).
T177 Ἁμαρτία aquí no se
refiere a ningún pecado, sino a ningún
pecado como poder (como es común en Pablo, comp. BD258[2]).
G5485 χάρις = járis de G5463; gracia (como gratificante), de manera o acción
(abstractamente o concretamente; literalmente, figurativamente o espiritual;
específicamente la influencia divina sobre el corazón, y su reflejo en la vida;
incluida gratitud): - merecer aprobación, aprobar, congraciarte, donativo, favor,
gozo, gracia, gratitud, mérito. (Strong).
Concluyo:
Si ya no estamos bajo la Ley,
sino la Gracia, ¿tenemos libertad para pecar y pasar por alto
los Diez Mandamientos? Pablo contesta:
Cuando estábamos bajo la Ley,
el pecado
era nuestro amo.
Ø La Ley
ni nos justificaba ni nos ayudaba a
vencer el pecado.
Pero ahora que estamos Unidos a Cristo, Él es nuestro Señor y nos da poder para hacer lo bueno y evitar lo malo.
¿En Ninguna Manera: NO, NO, NO?
____________
Nota y
Bibliografía:
- Biblia de Estudio RYRIE.
- e-Sword-the. LEDD.
-
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 15//12//2021.
MISIÓN
BAUTISTA: “Emanuel”. Ciudadela de
Noé. Los Cardos Mz.E - Lt.18. III Etapa.
Cerca del Hospital Regional II. Cel.
942-562691-Tumbes.
charlyibsh@hotmail.com
Visite: El Block ‘El Alfarero Restaurador’ “El Shaddai”.
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