DAVID:
(1 Samuel 17:17)
“Y dijo Isaí a David su hijo: Toma ahora para tus hermanos un efa de este grano tostado, y
estos diez panes, y llévalo pronto al campamento a tus hermanos”.
(1
Samuel 17:17)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Hijo menor de Isaí, de la tribu de Judá, y segundo
rey de Israel:
· En las Escrituras
este nombre se aplica solamente a él, como tipificación del lugar único que
ocupa como antepasado, precursor, y anunciador del Señor Jesucristo, “el gran hijo del
gran David”.
· Hay 58 referencias
a David en el Nuevo Testamento, incluido el tan repetido título acordado a
Jesús: “Hijo de
David”.
· Pablo declara
que Jesús es “del
linaje de David según la carne” (Rom. 1:3), y
· Juan relata que
Jesús mismo dijo “yo soy la raíz y el linaje de David” (Ap. 22:16).
Etimología:
H1732 דָּוִד = Davíd: rara vez (compl.) דָּוִיד = David de lo
mismo que H1730; amante, amoroso; David, hijo menor de Isaí:- David.
(Strong)
G1138 Δαβίδ = Dabíd: de origen hebreo [H1732];
David, rey de israelitas:- David. (Strong)
Cuando volvemos al Antiguo Testamento
para descubrir quién es este que ocupa un lugar de tanta prominencia en el
linaje de nuestro Señor y los propósitos de Dios, el material disponible es
abundante y rico. La historia de David se encuentra entre 1 Samuel 16 y 1 R. 2,
y mucho de este material se encuentra paralelamente en 1 Cron. 2–29.
I. Marco Familiar:
David era bisnieto de Rut y Booz, y el
menor de ocho hermanos (1 Sam. 17:12 ss.), y desde niño fue pastor de ovejas.
Ocupado en este trabajo adquirió el
coraje que luego supo desplegar en el campo de batalla (1 Sam. 17:34–35) y el
tierno cuidado que tuvo para con su manada, que más tarde habría de ser tema de
sus canciones acerca de los atributos de su Dios.
Como José, sufrió la mala disposición de
sus hermanos mayores, que le tenían envidia, posiblemente por los talentos con
que Dios lo había favorecido (1 Sam. 17:28).
Aunque fue modesto en cuanto a su
ascendencia (1 Sam. 18:18), David había de ser padre de una línea de notables
descendientes, como lo demuestra la genealogía de nuestro Señor en el Evangelio
de Mateo (Mt. 1:1–17).
II. Ungimiento
y Amistad Con Saúl:
Cuando Dios rechazó a Saúl como rey de
Israel, David le fue revelado a Samuel como su sucesor, y por ello el profeta
lo ungió en Belén sin ninguna ostentación (1 Sam. 16:1–13). Uno de los
resultados del rechazo de Saúl fue que el Espíritu de Dios se retiró de él,
provocando como consecuencia una gran depresión en su propio espíritu, que en
ciertas ocasiones parece que rayaba en la locura.
Se advierte una impresionante revelación
del propósito divino en la providencia por la cual David, destinado a
reemplazar a Saúl en el favor y los planes de Dios, es elegido para socorrer al
rey caído en sus momentos de melancolía (1 Sam. 16:17–21). De esta manera, la
vida de estos dos hombres estuvo íntimamente ligada, la del gigante herido y la
del imberbe que surgía.
Al
principio todo marchaba bien:
Ø A Saúl le
agradaba el joven, cuyo talento musical habría de darnos parte de nuestra
herencia devocional más preciosa, y lo nombró para ocupar el cargo de paje de
armas o escudero.
Ø Luego el
conocido incidente con Goliat, el campeón filisteo, lo cambió todo (1 Sam. 17).
La agilidad y habilidad de David con la honda le permitió vencer al fuerte y
pesado gigante, cuya muerte fue la señal para la derrota por parte de Israel de
las fuerzas filisteas.
Quedó
abierto el camino para que David hiciera suya la recompensa prometida por Saúl: la mano de la hija del rey, y liberación de impuestos para
toda la familia de su padre. Pero un factor inesperado cambió el
curso de los acontecimientos: los celos que sintió el rey ante el nuevo campeón
de Israel.
Cuando David regresaba, después de haber
matado a Goliat, las mujeres israelitas le dieron la bienvenida cantando “Saúl hirió a sus
miles, y David a sus diez miles”. Saúl, a diferencia de su hijo Jonatán
en una situación parecida, se sintió herido y, se nos dice, “desde aquel día no
miró con buenos ojos a David” (1 Sam. 18:7, 9).
III. La Hostilidad De Saúl:
El trato de Saúl para con David comenzó
a ser cada vez menos amistoso, y en un momento dado vemos al joven héroe
nacional salvándose de un ataque brutal contra su vida por parte del rey.
Sus honores militares le fueron
reducidos, fue defraudado en cuanto a la esposa prometida y unido en matrimonio
a la otra hija de Saúl, Mical, después de llegar a un arreglo que tenía por
objeto causarle la muerte (1 Sam. 18:25).
Parecería, por lo que se dice en 1 Sam.
24:9, que había en la corte de Saúl un grupo que fomentaba deliberadamente las
desinteligencias entre Saúl y David, y el estado de cosas entre ellos se fue
deteriorando paulatinamente.
Otra tentativa infructuosa de Saúl de
matar a David con su lanza fue seguida por un intento de arresto, que se vio
frustrado por una estratagema de Mical, la esposa de David (1 Sam. 19:8–17). Un
rasgo notable de este período en la vida de David es la manera en que los dos
hijos de Saúl, Jonatán y Mical, se aliaron con David contra su propio padre.
IV. Huida De Delante De Saúl:
Las etapas siguientes en la historia de
David se caracterizan por constantes huidas ante la implacable persecución de
Saúl.
No
le es posible a David descansar en un solo lugar por mucho tiempo; profeta,
sacerdote, enemigo nacional:
Ø Ninguno puede ofrecerle refugio, y los que
le ofrecen ayuda son cruelmente castigados por un rey enloquecido de rabia (1 Sam. 22:6–19).
Después de escapar apenas de los jefes
militares de los filisteos, por fin David logró organizar la banda de Adulam,
que al principio estaba constituida por un grupo heterogéneo de fugitivos, pero
que más tarde se transformó en una fuerza armada que asolaba a los invasores
del exterior, protegía las cosechas y el ganado de las comunidades israelitas
ubicadas en lugares remotos, y vivía de la generosidad de estas últimas.
En 1 Sam. 25 se registra la forma miserable
en que uno de estos acaudalados hacendados, Nabal, se negó a reconocer su deuda
para con David; este incidente es interesante pues presenta a Abigail, que
luego habría de ser una de las mujeres de David.
Los capítulos 24 y 26 del mismo libro
registran dos ocasiones en que David le perdonó la vida a Saúl, como
consecuencia de una mezcla de piedad y magnanimidad. Por fin David, ante la
imposibilidad de frenar la hostilidad de Saúl, llegó a un acuerdo con el rey
filisteo, Aquis de Gat, y le fue concedida la ciudad fronteriza de Siclag como
recompensa por el uso ocasional de su banda de guerreros.
Sin embargo,
cuando los filisteos se lanzaron decididamente a pelear contra Saúl, sus jefes
militares tuvieron cierto recelo ante la presencia de las tropas de David en
sus filas, temiendo que a última hora pudiera producirse un cambio de lealtad,
motivo por el cual David no tomó parte en la tragedia de Gilboa, tragedia que
más tarde lamentó en una de las más hermosas elegías que se conocen (2 Sam. 1:19–27).
V. Rey En Hebrón:
Una vez muerto Saúl, David buscó conocer
la voluntad de Dios, quien lo guió a que volviera a Judá, la zona de su propia
tribu, donde sus compatriotas lo ungieron rey. David fijó su residencia real en
Hebrón. Tenía ya 30 años de edad, y reinó en Hebrón durante siete años y medio.
Los primeros dos años fueron ocupados en
una guerra civil entre los defensores de David y los antiguos cortesanos de
Saúl, que habían consagrado a Es-baal (Is-boset), hijo de Saúl, como rey en
Mahanaim. Es muy probable que Es-baal no haya sido más que un títere en manos
de Abner, el fiel seguidor de Saúl.
Cuando estos fueron asesinados, toda
oposición organizada contra David terminó, y fue ungido rey sobre las doce
tribus de Israel en Hebrón. De allí transfirió en seguida la capital de su
reino a Jerusalén (2 Sam. 3–5).
VI. Rey En Jerusalén:
A partir de este momento comenzó el período más
exitoso del largo reinado de David, que habría de prolongarse otros 33 años.
Debido a una excelente combinación de coraje personal y hábil conducción
militar encaminó a los israelitas hacia una sistemática y decisiva subyugación
de todos sus enemigos:
· Filisteos,
· cananeos,
· moabitas,
· arameos,
· edomitas, y
· amalecitas.
De tal manera que su nombre hubiera
adquirido fama en la historia independientemente de su significación para el
plan divino de la redención.
La debilidad de las potencias de los
valles del Nilo y del Éufrates en ese entonces le permitió, mediante conquistas
y alianzas, extender su esfera de influencia desde la frontera egipcia y el
golfo de Ácaba hasta el Éufrates superior.
Después de conquistar la supuestamente
inexpugnable ciudadela de los jebuseos, Jerusalén, la transformó en capital de
su reino, desde donde pudo vigilar las dos grandes divisiones de sus dominios,
que más tarde se convirtieron en los dos reinos divididos de Judá e Israel.
Se edificó un palacio, se construyeron
carreteras, se restauraron las rutas comerciales, se aseguró la prosperidad
material del reino. Sin embargo, esta no podía ser la única, ni siquiera la
principal, ambición de un “varón conforme al corazón de Jehová”, y pronto se
pone de manifiesto el celo religioso de David. Hizo volver el arca del pacto
desde Quiriat-jearim, y la colocó en un tabernáculo especial construido para
ese fin en Jerusalén.
Durante el viaje de retorno del arca
ocurrió el incidente que provocó la muerte de Uza (2 Sam. 6:6–8). Gran parte de
la organización religiosa que habría de enriquecer más tarde el culto en el
templo debe su origen a los arreglos para el servicio religioso en el
tabernáculo construido por David en esa época.
Además de su importancia estratégica y
política, Jerusalén adquirió de esta manera una significación aun mayor desde
la perspectiva religiosa, con la cual se ha asociado su nombre desde entonces.
Debe ser motivo de asombro y temor
reverencial para el creyente el tener presente que fue durante este período de
prosperidad exterior y de aparente fervor religioso que David cometió el pecado
mencionado en las Escrituras como “lo tocante a Urías heteo” (2 Sam. 11). La
significación y la importancia de este pecado, tanto por su atrocidad como por
sus consecuencias en toda la historia subsiguiente de Israel, no pueden
exagerarse.
David se arrepintió profundamente, pero
el hecho había sido consumado, y ha quedado como una demostración de cómo el
pecado arruina los propósitos de Dios para sus hijos. El patético y angustioso
clamor con que recibió la noticia de la muerte de Absalón no fue sino un débil
eco de la agonía de un corazón que sabía que esa muerte, y muchas más, formaban
parte de una cosecha que era fruto de la concupiscencia y el engaño sembrados
por él mismo tantos años antes.
La rebelión de Absalón, en la que el
reino del norte permaneció leal a David, pronto fue seguida por una sublevación
por parte del mismo reino del norte organizada por el benjamita Seba. Esta
sublevación, como la de Absalón, fue aplastada por Joab.
Los últimos días de David fueron
amargados por las maquinaciones de Adonías y Salomón, que aspiraban al trono,
como también porque se daba cuenta de que el legado de luchas intestinas
profetizado por Natán todavía tenía que cumplirse cabalmente.
Además del ejército permanente,
comandado por su pariente Joab, David disponía de una guardia personal
reclutada principalmente entre guerreros de origen filisteo, cuya lealtad hacia
su persona nunca flaqueó. Hay abundantes pruebas en los anales históricos, a
los cuales ya se ha hecho referencia, de la habilidad de David para componer
odas y elegías (véase 2 Sam. 1:19–27; 3:33–34; 22; 23:1–7).
Una vieja tradición lo describe como “el dulce cantor de
Israel” (2 Sam. 23:1), mientras que escritos posteriores del Antiguo
Testamento se refieren a él como el director del culto musical de Israel, como
el inventor de instrumentos de música que tocaba con habilidad, y como compositor
(Neh. 12:24, 36, 45–46; Am. 6:5).
En la Biblia hay 73 salmos que se
atribuyen a “David”,
algunos de ellos presentados de tal manera que no queda duda de que él fue su
autor. Pero lo más convincente a este respecto es que nuestro Señor mismo habló
de David como el autor de, por lo menos, un salmo (Lc. 20:42), utilizando una
cita del mismo para aclarar el carácter de su mesianismo.
VII. Carácter:
La Biblia nunca intenta encubrir o
paliar los pecados o los defectos de carácter de los hijos de Dios. “Las cosas que se
escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron” (Rom. 15:4).
Una de las funciones de las Escrituras es la de advertir por medio del ejemplo,
a la vez que servir de aliento.
El pecado de David en el caso de Urías
heteo constituye un ejemplo fundamental de lo que se acaba de afirmar. Lo que
se busca es que esta mancha se vea tal como es, es decir como una mácula en la
vida de un personaje por lo demás hermoso y maravillosamente dedicado a la
gloria de Dios.
Es verdad que existen elementos en la
experiencia de David que al que es hijo del nuevo pacto le resultan
inverosímiles y hasta repugnantes. Sin embargo “él… sirvió a su propia generación según la
voluntad de Dios” (Hch. 13:36), y en esa generación se destacó como
una luz brillante y reluciente para el Dios de Israel.
Sus éxitos fueron numerosos y variados;
fue hombre de acción, poeta, amante tierno, enemigo generoso, firme dispensador
de justicia, amigo leal; era todo lo que los hombres encuentran edificante y
admirable en un hombre, y esto por la voluntad de Dios, que lo creó y lo moldeó
para cumplir su destino.
Es a David, y no a Saúl, a quien los
judíos miran retrospectivamente con orgullo y afecto como a aquel que
estableció su reino, y es en David que los judíos más perspicaces vieron el
ideal de realeza más allá del cual sus mentes no podían proyectarse, y en dicho
ideal buscaban al Mesías que había de venir, el que liberaría a su pueblo y se
sentaría sobre el trono de David para siempre.
El que todo esto no constituía un
disparate de tipo idealista y mucho menos idolatría, lo demuestra la forma en
que el Nuevo Testamento certifica las excelencias de David, de cuya simiente
surgió el Mesías según la carne.
Bibliografía
Resumida:
Por lo general parece que no aprendemos
de nuestros errores o de las consecuencias que resultan de los mismos. ¿Qué cambios
necesita hacer para que Dios encuentre esa clase de obediencia en usted?
1)
Puntos Fuertes y Logros:
-- El más grande
rey de Israel.
-- Antepasado de
Jesús.
-- Nombrado en
la Galería de la Fe de Hebreos 11.
--
Dios mismo lo describió como un hombre conforme a su corazón (1 Sam.13:14).
2)
Debilidades y Errores:
-- Cometió
adulterio con Betsabé.
-- Urdió el
asesinato de Urías, esposo de Betsabé.
-- Desobedeció
directamente a Dios al tomar un censo del pueblo.
-- No lidió bien
con el pecado de sus hijos.
3)
Lecciones De Su Vida:
-- La disposición de reconocer nuestros errores
con sinceridad es el primer paso para enfrentarlos.
-- El perdón no elimina las consecuencias del
pecado.
-- Dios desea en gran manera nuestra confianza y
nuestra adoración completas.
4)
Datos Generales:
-- Dónde: Belén,
Jerusalén.
-- Ocupaciones:
Pastor, músico, poeta, soldado, rey.
-- Familiares:
Padre: Isaí.
Esposas mencionadas: Mical, Ahinoam,
Betsabé, Abigail.
Hijos mencionados: Absalón, Amnón, Salomón,
Adonías.
Hija mencionada: Tamar. Siete hermanos.
-- Contemporáneos:
Saúl, Jonatán, Samuel, Natán.
5)
Versículos Clave:
"Ahora pues, Jehová
Dios, tú eres Dios, y tus palabras son verdad, y tú has prometido este bien a
tu siervo. Ten ahora a bien bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca
perpetuamente delante de ti, porque tú, Jehová Dios, lo has dicho, y con tu
bendición será bendita la casa de tu siervo para siempre" (2 Sam.7:28-29).
Su historia se
relata en 1 Samuel 16-1 Reyes 2.
Además se le
menciona en Amos 6:5; Mateo 1:1; 1:6; 22:43-45; Lucas 1:32; Hechos 13:22;
Rom.1:3; Heb.11:32.
___________
Bibliografía.
-
S. Herrmann, Historia de Israel, 1979, página(s) 190–225; A. Deissler, Los
Salmos, 1968; J. Bright, Historia de Israel, 1966, página(s) 197–237; A.
González, Salmos, 1966, página(s) 729; este B. Meyer, David: pastor, salmista,
rey, 1938; F.. H. Maly, El mundo de David y Salomón, 1972; G. J. Deane, David,
su vida y sus tiempos, s/f.
- G. de S. Barrow, David: Shepherd, Poet, Warrior,
King, 1946; A. C. Welch, Kings and Prophets of Israel, 1952, página(s) 80ss; D.
F. Payne, David: King in Israel, en preparación. Para una apreciación sintética de
los salmos “davídicos”, véase N. H. Snaith, The Psalms, A Short Introduction,
1945, donde se menciona con aprobación el reordenamiento de Ewald. Para una
importante e interesante valoración del papel oficial de David como
representante de Dios y de la significación de Jerusalén en la vida religiosa
de la monarquía, véase A, R. Johnson, Sacral Kingship in Ancient Israel, 1955.
- e-Sword-the. LEDD.
- Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 25//05//2018.