PERIODO DE TRANSICIÓN:
HECHOS 8:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Los capítulos 1–7 han descrito el «período de prueba»,
durante el cual se ofreció el reino a Israel por tercera vez. Los capítulos
8–12 describen el «período de transición», durante el cual ocurren
los siguientes cambios:
(1) El
centro de actividad pasa de Jerusalén a Antioquía.
(2) El mensaje va de
los judíos a los samaritanos y luego a los gentiles.
(3) Las actividades de Pedro tienen menos
importancia y Pablo llega a ser el líder.
(4) El comunismo de la
«economía del reino» se reemplaza por la actividad de la Iglesia. La Iglesia
existía desde el Pentecostés, pero ahora se revela su significación y lugar en
el programa de Dios mediante el ministerio de gracia que Pablo lleva a cabo.
(5) Se reemplaza el
evangelio del reino por el evangelio de la gracia de Dios. Si el eunuco etíope
fue negro (como algunos lo dicen), en los capítulos
8–10 se
tiene tres conversiones destacadas que se colocan paralelamente a los tres
hijos de Noé en Génesis 10:18. El etíope sería descendiente de Cam; Pablo, un
judío, de Sem; y Cornelio, un gentil, de Jafet. Así tenemos un cuadro del
evangelio yendo a toda la humanidad.
I.
Felipe El Evangelista (Hechos 8:1–25):
Satanás de nuevo atacó como león
tratando de devorar a los creyentes. Pablo era el líder principal en
esta gran persecución, y con posterioridad lo admitió varias veces (Hch. 26:10,
11; 22:4–5, 18–20; 1 Tim. 1:13; 1 Cor. 15:9; Gál. 1:13).
Nótese: que Pablo definitivamente
afirmó que perseguía a la Iglesia de Dios, lo cual prueba que la Iglesia ya
existía antes de su conversión, si bien su lugar en el plan de Dios todavía no
se había revelado. Algunos enseñan que Dios tenía que enviar la persecución
para obligar a los apóstoles a dejar Jerusalén y cumplir su comisión, pero esto
es completamente errado.
Para
empezar, los apóstoles no salieron de la ciudad, sino que con valentía se
quedaron para dar su mensaje a los líderes judíos y testificar a los perdidos. Los
apóstoles esperaban, contra toda esperanza, que Israel se arrepintiera y se salvara.
Podían
tener este ministerio sólo en Jerusalén. El mandamiento que Cristo les dio fue
que se quedaran allí; sería Pablo el que llevaría el evangelio «hasta lo último de
la tierra».
La
persecución es una oportunidad para el servicio, y Felipe se menciona aquí como
un ejemplo de evangelista (Ef. 4:11). Llamado al diaconado (6:5), como Esteban antes que él, Felipe descubrió dones
espirituales adicionales y llegó a ser un poderoso evangelista.
Llevó el
evangelio a Samaria, así como Cristo lo hizo en Juan 4; de esta manera vemos
por vez primera en Hechos, que sale de territorio judío el ministerio de la
Palabra. La
persecución tan solo abrió las puertas para que se ganaran almas; lo que empezó
como una «gran persecución[1]»
(v. 1) se convirtió en «gran gozo» (v. 8).
Ø Lo que Satanás no pudo
conseguir mediante la destrucción, aquí trata de hacerlo mediante el engaño;
Ø el león se convierte en
serpiente (Jn. 8:44).
Ø Simón el mago hizo profesión de fe en
Cristo y hasta se bautizó;
Ø pero acontecimientos
subsecuentes demostraron que su corazón nunca cambió.
Su «fe» era
como la descrita en Juan 2:23–25. Es evidente que Simón nunca se salvó:
(1) Pedro dijo: «Tu
dinero perezca contigo» (v. 20);
(2) también dijo: «no tienes tú parte
[comunión] ni suerte en este asunto» (v. 21);
(3) el versículo 23
indica que Simón estaba en prisión de iniquidad. Simón fue una falsificación
satánica, un «hijo
del diablo».
Dondequiera
que se siembra la semilla verdadera (cristianos,
véase Mt. 13:36–40), Satanás siembra falsificaciones. Pedro hizo su primer
uso de «las
llaves del reino» en Pentecostés cuando abrió la puerta de la fe a
los judíos; las usa por segunda vez cuando imparte el Espíritu a los
samaritanos.
Hasta
ahora la gente tenía que bautizarse para recibir el Espíritu; pero ahora el don
se da mediante la imposición de manos (véase el caso de Pablo en 9:17). Los que
enseñan que el mandamiento de Pedro en 2:38 es la exigencia de Dios para hoy
tienen serias dificultades para explicar cómo estos creyentes samaritanos
recibieron el Espíritu varios días después de su bautizo.
Cuando
llegamos a Hechos 10, que concierne a los gentiles, tenemos la orden de Dios
para hoy: oír la
Palabra, creer, recibir el Espíritu, ser bautizados.
II.
Felipe El Obrero Personal (Hechos 8:26–40):
Cualquier
cristiano puede disfrutar de un despertamiento tal como el que Dios dio en
Samaria, ¡pero no todo el mundo dejaría
tal reunión para conducir un alma a Cristo!
Felipe
obedeció al Señor y halló a un etíope, indudablemente un prosélito de la fe
judía, un hombre que era un alto funcionario en su tierra. Vemos en este
acontecimiento los factores necesarios para la obra personal eficaz y para
ganar almas con eficiencia.
A. El Varón De Dios.
Felipe
fue obediente al Espíritu yendo hacia donde Dios le conducía. Conocía a Cristo
como su Salvador personal. El método de Dios para ganar a otros no usa la
maquinaria denominacional, las atracciones mundanas o promoción de alto
calibre.
Dios usa
personas, hombres y mujeres entregados que obedecen al Espíritu. Felipe era la
clase de evangelista que estaba dispuesto a dejar la reunión pública con sus emociones,
para ayudar a un alma a hallar la paz en un lugar donde sólo Dios podía ver.
B. El Espíritu De
Dios.
El
Espíritu Santo es el Señor de la mies y a través de Él tenemos poder para testificar
(Hch. 1:8). El Espíritu le abrió el
camino a Felipe para que se acercara al hombre; abrió las Escrituras al pecador
que buscaba; y abrió el corazón del pecador al Salvador.
Una
persona no puede salvarse si no entiende lo que hace y sólo el Espíritu puede
enseñar al pecador las verdades del evangelio. Cuando el Espíritu junta a un
siervo preparado con un pecador contrito, habrá cosecha.
C. La Palabra de Dios.
«La fe viene por
el oír, y el oír por la palabra de Dios», dice Romanos 10:17.
Isaías 53
fue el capítulo que Felipe usó (vv.
32–33), ese hermoso cuadro del Cordero de Dios; Felipe comenzó a predicar
de Cristo a partir de ese capítulo.
Comenzó
donde el hombre estaba y le llevó a través de las Escrituras explicando quién
era Jesús y lo que había hecho. No puede haber conversión real aparte de la Palabra de Dios.
Considere las siguientes porciones de la
Escritura:
Juan 5:24; Efesios 1:12–14; 1 Tesalonicenses 2:1–6; 2 Tesalonicenses 3:1; 2
Timoteo 4:1–5; y Tito 1:3. El testimonio personal que finalmente lleva fruto es
el que planta la semilla de la Palabra y exalta a Jesucristo.
El
etíope demostró su fe al bautizarse, en obediencia a la Palabra de Dios. Felipe
fue llevado para ministrar en alguna otra parte; ¡pero el tesorero se fue por su camino
regocijándose!
Cuando
Felipe predicó a Cristo en la ciudad, hubo gran gozo (v. 8), y cuando presentó a Cristo en el desierto, envió al nuevo
creyente por su camino regocijándose.
El gozo es una de las
evidencias de la verdadera conversión.
Véanse Lucas 15:5–7, 9–10, 23–24, 32.
___________
Nota:
[1] diogmos = (διωγμός, G1375),
relacionado
con dioko (véase PERSEGUIR, Nº 1), aparece en Mateo 13:21; Marcos 4:17; 10:30;
Hechos 8:1; 13:50; Rom.8:35; 2 Cor.12:10; 2 Ts.1:4; 2 Tim.3:11, dos veces. Para
el v. 12, así como Mateo 5:10; 1 Cor.4:12; Gálatas 5:11; 6:12, véase Nota. En
la lxx, Prov.11:19; Lam.3:19. (VINE).
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