viernes, 6 de octubre de 2017

Parte II: LA JUSTICIA IMPARTIDA; SANTIFICACIÓN, SEPARACIÓN: (Romanos 6:-8:39)

Parte II:
LA JUSTICIA IMPARTIDA; SANTIFICACIÓN, SEPARACIÓN:
(Romanos 6:-8:39)

Muertos Al Pecado:
¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?... En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?... ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?... Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección…”.
(Romanos 6:-8:39)

Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

La relación entre el pecado y la ley se presenta en forma más elaborada en el v. 5. Es adecuada la traducción de la RVA, mientras vivíamos en la carne (en te sarki). En textos como éste Pablo utiliza la palabra carne no para denotar la propensión al pecado en una persona, sino laesfera de poder en la que la persona vive.

Dado que la idea teológica básica es lo que es típico de este mundo en contraposición al ámbito espiritual, carne puede utilizarse como una forma abreviada de referirse al antiguo régimen. Mientras vivíamos en la carne significa, básicamente, mientras vivíamos en el régimen viejo, no cristiano”. En este régimen la ley era instrumento para hacer surgir las pasiones pecaminosas; ya que estimulaba nuestra rebelión innata contra Dios. Pero ahora hemos muerto a esa ley, para que sirvamos en lo nuevo del Espíritu y no en lo antiguo de la letra. Como en Romanos 2:29, el contraste entre la letra (gramma) y el Espíritu es el contraste entre la ley mosaica como poder determinante de la época antigua y el Espíritu, el agente que rige la época nueva.

2.2.   ¿Es Mala La Ley? Rom. 7:2-12.

7:7-25. La Historia y La Vida De Los Judíos Bajo La Ley.
Pablo ha dicho algunas cosas negativas sobre la ley en 7:1-6; la ha asociado con el pecado como el poder del antiguo régimen y ha declarado que lo que hace, en realidad, es provocar el pecado (v. 5) pero estos versículos son sólo el clímax de una serie de declaraciones negativas sobre la ley en Romanos Pablo ha demostrado que la ley es incapaz de justificar (Romanos 3:20a), que hace reconocer el pecado (Romanos 3:20b), y que, ciertamente, estimula el pecado (Romanos 5:20) y produce ira (Romanos 4:15).
Podemos, entonces, imaginarnos muy bien a alguien pensando que Pablo cree que la ley es mala. Él ha tenido suficiente experiencia como para saber que tal malentendido sobre su teología de la ley es una posibilidad siempre latente.
Por lo tanto, introduce una digresión sobre la ley mosaica en la que advierte sobre esta falsa interpretación. Defiende la bondad de la ley demostrando que los efectos negativos que produce no son debidos a la ley en sí misma, sino al poder del pecado y a la debilidad humana. Pablo resume sucintamente el énfasis central de Romanos 7:7-25 en 8:3a: “lo que era imposible para la ley, por cuanto ella era débil por la carne”. Señala esto en el contexto de un bosquejo del efecto que la ley ha tenido sobre el pueblo judío.

7-12. Este Párrafo Sobre La Venida De La Ley Logra Dos Propósitos:
·      Sostener, contra un posible malentendido (7a), que el mandamiento (la ley de Moisés) es santo, justo y bueno (12), y
·      explicar la relación entre el pecado y la ley (7b-11).
Al destacar esto último Pablo afirma que la ley había sido el medio por el cual él llegó a conocer el pecado (7b).
Lo que Pablo quiere decir por medio de estas palabras no es simplemente que la ley le dijo que era pecado, sino que la ley, con su explícito detalle de los mandamientos de Dios, le dio al pecado la oportunidad de estimular la rebelión en contra de Dios, y puso absolutamente en claro su pecaminosidad y muerte (8-11).
Nuestra pecaminosidad es tal que el mismo hecho de determinar que una acción es pecado contra la santa ley de Dios nos lleva a violarla; y es en esta forma que la ley despierta las pasiones pecaminosas(Romanos 5:20; 7:5) y produce ira (Romanos 4:15).

El uso que hace Pablo de la primera persona del singular (“yo”) en su narrativa, para enfatizar este punto, hace surgir la pregunta sobre qué experiencia está describiendo aquí. Muchos piensan que está reflexionando sobre el hecho de llegar a la mayoría de edad como joven judío, cuando el pecado revivió en su experiencia y le hizo ver claramente que era un pecador (yo morí).
Otros piensan que Pablo está describiendo el tiempo en que, poco antes de su conversión, el Espíritu comenzó a convencerlo de su pecado. Pero el hecho de que esta experiencia ocurrió cuando vino el mandamiento sugiere otra posibilidad.
Como aclara el contexto, el mandamiento seguramente se refiere a la ley mosaica (ver vv. 7, 12); y la ley mosaica vino cuando Dios se la dio al pueblo de Israel en el monte Sinaí. A los judíos del siglo I se les enseñaba que pensaran como si hubieran tomado parte en las experiencias históricas de Israel (como en el ritual de la Pascua).
Pablo podría entonces estar describiendo en estos versículos no su propia experiencia personal, sino la experiencia del pueblo judío en su conjunto. Lo que Pablo podría estar diciendo, entonces, es que la entrega de la ley de Moisés a Israel no significó para ellos la vida (como enseñaban algunos rabinos) sino la muerte; porque la ley de Moisés, al estimular al pecado,provocó ira, haciendo ver más claramente que nunca la distancia que separaba a los judíos de Dios.

2.3.   ¿Es La Ley Causa De La Muerte? Rom. 7:13-14.

13-25. Esta segunda parte de la digresión de Pablo sobre la ley mosaica nos presenta un eslabón perdido en su argumento de Romanos 7:7-12: la debilidad de los seres humanos como razón por la cual el pecado pudo usar a la ley para provocar la muerte. La ley, aunque espiritual, no puede liberar al pueblo de su atadura al pecado y la muerte (21-25) porque ellos son carnales”, incapaces de obedecer la ley aunque concuerdan en que es buena (16). Es la ley de Moisés, entonces, en la que Pablo centra la atención en estos versículos.
La enseñanza de Pablo sobre la ley encuadra dentro de una extensa confesión personal”. ¿De quién es la experiencia que Pablo describe aquí? Muchos, observando que Pablo ahora escribe en tiempo presente (contrapuesto al tiempo pasado utilizado en los vv. 7-11) y que dice deleitarse en la ley de Dios, sostienen que ha de estar describiendo su situación actual como creyente maduro.
Entonces, el pasaje destacaría que la ley no puede ofrecer victoria sobre el poder del pecado dentro del creyente en Cristo, quien, aunque regenerado y libre del poder condenatorio del pecado, no puede escapar de las garras del mismo (comp. 14, 23, 25). Aunque esta interpretación del pasaje cuenta con fuertes apoyos (por ejem. Agustín, Lutero, Calvino), y merece gran respeto, hay un enfoque alternativo.

2.4.   ¿Cómo Puede Resolver El Conflicto Que Hay En Mí Interior? Rom.7:15-25.
La mayoría de nosotros, como cristianos, podemos identificarnos con las luchas que Pablo describe en los vv. 15-20, pero el tratamiento objetivo que Pablo hace de la situación sobre la que habla hace difícil pensar que está describiendo a un cristiano. Pablo dice que está vendido a la sujeción del pecado (14b; comp. v. 25), y que está encadenado con la ley del pecado (23). La descripción anterior parece ser diametralmente opuesta a la descripción de los cristianos en el cap. 6 (“libres del pecado, v. 22), y la última choca con la aseveración de Pablo en Romanos 8:2, de que el cristiano ha sido liberado de la ley del pecado y de la muerte”.
Parece, entonces, que Pablo en estos versículos está describiendo su experiencia como judío no regenerado, encontrando que su amor por la ley de Dios y su deseo de obedecerla se veían constantemente frustrados por su fracaso en obedecerla.
Ciertamente, no podemos estar seguros respecto de hasta qué punto Pablo era consciente de esta lucha en los días anteriores a su conversión. (Su afirmación en Filipenses 3:6 de que era irreprensibleen relación con la justicia legalista”, se refiere a su condición legal según las pautas de los fariseos y no a su situación real.)
Seguramente, sólo a la luz de su conocimiento de Cristo, Pablo habría reconocido la profundidad de la pecaminosidad que describe aquí.

En los vv. 7-11, entonces, Pablo describe el efecto de la entrega de la ley sobre sí mismo y sobre todos los demás judíos, mientras que en los vv. 13-25 describe la existencia continuada de un judío, como él fuera alguna vez, bajo la ley.
El tiempo presente, que comienza a utilizar en el v. 14, corresponde mucho mejor a la descripción de un estado permanente.

El v. 13 es de transición, y resume el argumento de los vv. 7-12 —la ley es buena, pero ha sido utilizada por el pecado para producir muerte y, por lo tanto, revela al pecado tal como es (sobremanera pecaminoso)— como punto de partida para los vv. 14-25. El hecho de que la ley es espiritual, pero yo soy carnal (sarkinos), prepara el escenario para la lucha que se describe en los vv. 15-20.
El reconocimiento de que la ley de Dios es buena, y el deseo de obedecerla se encuentran con la incapacidad real de cumplir la ley en la práctica. El querer (utilizado aquí en forma no técnica) y el hacer se oponen el uno al otro.

Esto revela, concluye Pablo, que en mí, a saber, en mi carne, no mora el bien (18), y que el pecado que mora en mí ha de ser responsable de mis acciones (17, 20). Aquellos que abogan por la interpretación de este pasaje como refiriéndose a un cristiano maduro, creen que Pablo alude al continuo poder del pecado y de la carne en la vida del creyente. Sin embargo, parece que la referencia tiene que ver con la forma en que el poder del pecado evita que el no cristiano obedezca la ley de Dios.

NOTA: V.18: Carne. Pablo usa el término carne en diversos sentidos:
1) Denota la personalidad del hombre controlado por el pecado y dirigido a fines más bien que al servicio de Dios (aquí: v. 25; 8:5-7; Gál.5:17).
2) A veces se refiere simplemente a la descendencia física (1:3; 9:3).
3) También puede indicar la existencia física de una persona, i, es, estando en el cuerpo (Ef.2:15; Film. 16).
No hay ningún reproche aplicado a los dos últimos sentidos de dicho término.

En el v. 21 Pablo resume la ley (una mejor traducción sería “principio”) que él encuentra obrando en la lucha que ha descripto en los vv. 15-20: el deseo de hacer el bien es desafiado, y hasta superado, por la tendencia a hacer el mal.
El deleite en la ley de Dios (como era típico del pueblo judío), se encuentra con la fuerza de una ley diferente. Mientras algunos consideran que esta ley diferente es sólo otra función de la misma ley mosaica, la palabra diferente (heteros) sugiere que Pablo tiene en mente una ley distinta de la ley mosaica.

Estaley es la fuerza o poderdel pecado, que Pablo contrasta con la ley de Dios (ver también Romanos 3:27; 8:2). Pablo confiesa ser él mismo prisionero de esta ley de pecado, una firme indicación de que está describiendo su pasada experiencia como judío bajo la ley (contrastar con Romanos 8:2).

La respuesta de Pablo a esta prisión es clamar: ¡Miserable hombre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? La emoción con que Pablo clama puede sugerir que verdaderamente se encuentra en esta miserable condición mientras escribe esas palabras, y que su clamor es por liberación, como cristiano, de la mortalidad física.
Pero Pablo el cristiano no necesita preguntar quién es su libertador, y la muerte en este pasaje generalmente se refiere a la muerte en todos sus aspectos como castigo de Dios sobre el pecado (ver vv. 5, 9-11, 13).
Es mejor, por lo tanto, atribuir este clamor al sincero y piadoso judío que, frustrado por su incapacidad para obedecer la ley de Dios, anhela ser liberado del pecado y de la muerte. Pablo puede describirlo en forma tan realista y apasionada porque él mismo experimentó ese estado, y porque era una condición que todavía, trágicamente, caracterizaba a la mayoría de sus hermanos, los que son mis familiares según la carne(ver 9:1-3).
Al comienzo del v. 25 Pablo el cristiano interrumpe su descripción de la vida judía bajo la ley para anunciar a aquel en quien se encuentra la liberación de la muerte: Jesucristo nuestro Señor.
Al final del versículo, entonces, Pablo vuelve a resumir la situación del judío bajo la ley: Con la mente sirvo a la ley de Dios —admitiendo que la ley de Dios es buena y desea cumplirla— pero con la carne, a la ley del pecado (es decir, que la carne le impide cumplir la ley de Dios).

III.   El Poder De La Santificación; La Cuestión Del Vivir. Romanos 8:1-39:


3.1.   Una Vida Emancipada. Rom. 8:1-11.

8:1-30. Seguridad De La Vida Eterna En El Espíritu.
Romanos 8 es famoso por su énfasis en el Espíritu Santo. La palabra espíritu (gr. pneuma) se repite 21 veces en el cap. y en todas, menos en cuatro (comp. vv. 10b, 15a, 15b y 16b) denota al Espíritu Santo.
Sin embargo, aunque el Espíritu Santo es, por lo tanto, extremadamente prominente en el capítulo,  no es el verdadero tema del mismo. El tema que trata Pablo no es el Espíritu en sí, sino la certeza de la vida eterna que el Espíritu ayuda a consolidar.
De la no condenación del principio a la no separación del final, el capítulo pasa revista a aquellos actos y dones de Dios que, unidos, le dan a todo creyente en Cristo la certeza de que su relación con Dios es segura y está arreglada.
Pablo muestra cómo el Espíritu confiere al creyente vida (1-13), adopción en la familia de Dios (14-17) y la esperanza segura de la gloria (18-30).

8:1-13. El Espíritu De Vida.
Este capítulo tiene una conexión principal y dos subordinadas con la primera parte del anterior. El ahora pues, con que Pablo comienza, sugiere que está sacando una conclusión de lo dicho anteriormente. Tanto el vocabulario como el contenido del v. 1 señalan al final del cap. 5 como base de esta conclusión.
El argumento de Pablo fue que los creyentes en Cristo están libres de la condenación (katakrima; vv. 16 y 18) producida por Adán, porque han sido unidos a Jesucristo. Es éste el concepto que Pablo, luego de su digresión en los caps. 6 y 7, reitera ahora: Ninguna condenación [katakrima] hay para los que están en Cristo Jesús.
Pero hay otros dos puntos de contacto:
Ø se disciernen a partir del contraste deliberado que Pablo crea entre la situación de estar bajo la ley (Romanos 7:7-25) y el estar bajo el Espíritu(comp. Romanos 8:2-4, 7), y
Ø en la elaboración que realiza en el cap. 8 de la breve mención de lo nuevo del Espíritu, en Romanos 7:6b.
Para el creyente en Cristo la liberación de la condenación la pena de muerte debida al pecado bajo el cual viven todas las personas se produce en virtud de nuestra unión con Cristo (Romanos 5:12-21).

Los vv. 2-4 explican en mayor detalle que esta liberación fue lograda por el Dios triuno:
·      el Padre envía al Hijo como ofrenda por nosotros (3),
·      sobre la base de lo cual el Espíritu nos libera del poder del pecado y de la muerte (2), y
·      nos asegura el completo cumplimiento de la ley en nuestro favor (4).

Lasleyes contrastantes del v. 2 pueden referirse a dos formas de operar distintas de la ley mosaica, que funciona para apresar a las personas cuando es vista estrechamente como una exigencia de obras, pero que opera para liberar a las personas cuando la comprenden correctamente como una demanda de fiel obediencia”.
Pero sería algo sin precedentes que Pablo atribuyera a la ley, en cualquier forma que se la comprendiera, el poder para liberar del pecado y de la muerte, y la ley del Espíritu, por consiguiente, debe significar el poder (o la autoridad) ejercido por el Espíritu”.
En forma correspondiente, entonces, la ley del pecado y de la muerte (2) también denotará, no la ley mosaica, sino el poder (o autoridad) del pecado y de la muerte (ver también Romanos 7:23).

En Cristo Jesús el Espíritu de Dios nos libera de la situación de estar atados al pecado y a la muerte a la que se alude en Romanos 5:12-21 y 6:1-23 y que se describe en Romanos 7:7-25. El Espíritu debe actuar en esta forma porque el gran poder del antiguo régimen, la ley mosaica, era totalmente incapaz, dada la debilidad humana, de romper la atadura del pecado (3a; comp. Romanos 7:14-25).
Dios hizo lo que la ley no podía hacer: quebró el poder del pecado —condenó al pecado— enviando a su Hijo a identificarse con nosotros y darse a sí mismo como ofrenda por el pecado (como bien traduce la BA la expresión peri hamartias, según el uso que la LXX hace de la misma).
Este acto de enviar al Hijo permite el pleno cumplimiento de la ley por parte de quienes viven según el Espíritu. Pablo no quiere decir que los cristianos pueden ahora cumplir la ley (sin importar lo cierto que esto pudiera ser), sino que Dios considera que los cristianos han cumplido plenamente la demanda de la ley debido a la obediencia de Cristo en nuestro lugar (ver Calvino).
Esto es sugerido por el singular dikaioma (“justa exigencia”) y el sentido pasivo de la frase fuese cumplida en nosotros (4). Como creyentes en Cristo, estamos libres de condenación porque Jesucristo ha cumplido completamente la ley en nuestro lugar. Él se convirtió en lo que somos —débiles, humanos y sujetos al poder del pecado— para que pudiéramos ser lo que él es:
Ø Justo, y
Ø santo.

El contraste entre la carne (ver Romanos 7:5) y el Espíritu, en el v. 4b, lleva a la serie de contrastes entre estos dospoderesen los vv. 5-8. Por medio de estos contrastes Pablo explica por qué es el Espíritu, y no la carne, quien da vida:
·      La persona que vive en la carne”, es decir, quien vive en el antiguo régimen”, donde reinan el pecado y la muerte, tiene la mente dominada por impulsos que no son de Dios (5); no se sujeta a la ley de Dios (7) ni puede agradar a Dios (8), sino que está bajo sentencia de muerte (6).
·      Por otra parte, el creyente en Cristo, que está en el Espíritu”, que ha sido transferido al nuevo régimen donde reinan la gracia y la justicia, y quien, por lo tanto, ha recibido una nueva mente centrada en el Espíritu, disfruta de vida y paz (6). El v. 9 aclara que toda persona que pertenece a Cristo ha sido transferida a este nuevo ámbito en el cual rige el Espíritu en vez de la carne.
·      Luego, en los vv. 10 y 11, Pablo muestra la manera en que la posesión de la vida espiritual llevará a disfrutar de la vida física, por medio de la resurrección del cuerpo. Y esto también será logrado por medio del poder del Espíritu, que ahora mora en nosotros.

         Véase Parte III:


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