RECONCILIACIÓN,
VIDA, RENOVACIÓN, Y DESCENDENCIA:
GÉNESIS 32–36:
Estos
capítulos anotan varias experiencias cruciales en la vida de Jacob mientras se
dirigía de la casa de Labán a Bet-el. Nos dan tres cuadros vívidos de este
hombre que nos ilustra el conflicto entre:
· la carne y
el Espíritu,
· la vida vieja y la nueva.
I.
Jacob El Luchador (Génesis 32):
Esaú
venía y Jacob estaba a punto de enfrentarse a su pasado olvidado. ¿Le perdonaría Esaú o lucharía contra él? ¿Perdería Jacob todo lo que se las había arreglado para
adquirir? Qué trágico es cuando el pasado alcanza a los pecadores.
La
geografía no podía borrar el pasado de Jacob, ni veinte años de historia podían
cambiarlo. Pero antes de que Jacob se encontrara con Esaú, tuvo otros tres encuentros:
A. Se Encontró Con Ángeles De Dios (vv.
1–20).
Vio primero estos ángeles en Bet-el
(cap. 28) y deben haberle recordado a Jacob que Dios estaba en control. Le
llamó al lugar «los
dos campamentos» (el suyo y
el campamento o ejército de ángeles), pero falló en cuanto a poner su fe en
el Dios que años antes prometió protegerle.
Los
creyentes de hoy tal vez claman Hebreos 1:14 y Salmo 91:11–13 al andar en la
voluntad de Dios. Es triste, ¡pero Jacob empezó a confiar en sí mismo y en sus estratagemas
de nuevo!
Trató de aplacar
a Esaú con regalos. Dividió su gente en dos grupos (v. 7) e ignoró el
ejército protector de ángeles. Entonces, después de dar estos pasos de
confianza carnal, ¡le pidió ayuda a Dios! ¿Se olvidó de cómo Dios le
protegió de Labán? (31:24)
B. Se Encontró Con El Señor (vv. 21–26).
Al
encontrarnos a solas con Dios es cuando las buenas cosas empiezan a ocurrir.
Cristo vino para luchar con Jacob y la lucha duró toda la noche. Téngase
presente que Jacob no luchaba para conseguir una bendición de Dios; más bien se
defendía y rehusaba rendirse.
El
Señor quería quebrantar a Jacob y traerle al lugar donde sinceramente podría decir: «No yo, más
Cristo» (Gál. 2:20). Toda la noche Jacob se defendió y rehusó
rendirse ni aun admitió que había pecado. ¡Entonces Dios debilitó a Jacob y el luchador sólo pudo
aferrarse! Ahora, en lugar de un ardid para conseguir una bendición
o regatear una bendición, le pidió a Dios la bendición… y la recibió.
C. Se Encontró a Sí Mismo (vv. 27–32).
No
nos vemos verdaderamente hasta que primero veamos al Señor. «¿Cuál es tu nombre?»
(v. 27), fue la pregunta que obligó a Jacob a confesar su propio yo: «Jacob, el
engañador». Una vez que se enfrentó a sí mismo y confesó su pecado,
Jacob pudo ser cambiado.
Dios le dio un
nuevo
nombre: «Israel, príncipe con Dios» o «hombre gobernado
por Dios». La manera de tener poder con Dios es que Él nos
quebrante. Dios también le dio un nuevo comienzo y un nuevo poder al empezar a «andar en el
Espíritu» y no en la carne.
NOTA:
VV.27-29. Dios dio
nombres nuevos a muchos personajes de la Biblia (Abraham, Sara, Pedro). Los nuevos nombres expresaban cómo
Dios había transformado sus vidas. El carácter de Jacob había cambiado. El engañador ambicioso se había
convertido en Israel, el que luchó con Dios y
venció.
V.28.
No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel—El nombre viejo no
había de ser abandonado; pero, como se refería a una parte deshonrosa de la
historia del patriarca, había de asociarse con otro descriptivo de su carácter
ahora eminentemente santificado y devoto.
Esto se ilustró
con un nuevo andar, porque Jacob cojeaba. Dios lo
quebrantó, pero su cojera era una señal de poder y no de debilidad. El
versículo 31 indica la aurora de un nuevo día, puesto que el sol salió y Jacob
cojeó al ir al encuentro con Esaú, ¡con
la ayuda de Dios!
II.
Jacob El Reincidente (Génesis 33–34):
Hubiera
sido maravilloso que Jacob viviera a la altura de su nuevo nombre y su nueva
posición con Dios, pero no fue así. El capítulo empieza con «Jacob»
el viejo nombre, no «Israel» el nuevo, y le vemos «alzando sus ojos», andando por
vista, no por fe. Veamos lo que Jacob perdió porque no reclamó sus privilegios espirituales:
A. Su Cojera (Gn.33:3).
Se
postró ante Esaú en lugar de caminar (cojeando)
y enfrentarle hombre a hombre. ¡Es
siempre trágico cuando un «príncipe con Dios» se
amilana ante un hombre del mundo! Mejor cojear por fe que postrarse en
autoconfianza.
B. Su Poder (Gn.33:1–2, 8–11).
Vemos
a Jacob urdiendo estratagemas de nuevo, regateando con el enemigo. ¿No le garantizó Dios su poder? ¿No le
prometió hacerle salir adelante?
C. Su Testimonio (Gn.33:12–17).
Jacob mintió a
Esaú acerca de sus rebaños y viajó en dirección opuesta. Los dos
nunca más volvieron a encontrarse hasta que sepultaron a su padre (35:29). Sin
duda en esa reunión Esaú le preguntó a Jacob lo que le ocurrió después que se
separaron.
D. Su Tienda (G.33:17).
Jacob
construyó una casa y se estableció en sucot.
E. Su Visión (Gn.33:19).
Se
mudó de nuevo y levantó su tienda hacia la ciudad de Siquem, no muy diferente
de Lot (13:12). Perdió la visión de la ciudad de Dios (Heb. 11:13–16).
F. Su Hija (Gn.34).
Como
Lot, Jacob puso a su familia en el lugar de la tentación, y cuando su hija
inspeccionó la ciudad, la violaron. Triste como suena, los hijos de Jacob eran
mentirosos como su padre. Es más, usaron el sagrado rito de la circuncisión
para lograr su treta malvada. Los versículos 30–31 sugieren que Jacob estaba
egoístamente más preocupado por su seguridad y bienestar que por los pecados de
su familia.
¿Cuándo empezó
todo esto?
Cuando Jacob no vivió de acuerdo a su nueva posición con Dios. ¿Por qué hoy los cristianos del NT., hacen
tretas, pecan y fallan? Porque no viven de acuerdo a su posición celestial
en Cristo (Ef. 4:1ss).
III.
Jacob El Viajero (Génesis 35–36):
Nótese: cuán a
menudo Jacob «salió»
en estos capítulos (35:5, 16, 21). Dios le había llamado a que volviera «a Bet-el»
(v. 1), de nuevo al lugar de la visión y del voto.
Cuando
una persona reincide (como Jacob), no hay nada que hacer sino regresar al lugar
de la dedicación y renovación de sus votos. Antes de poder llevar a su gente de
nuevo al altar, sin embargo, Jacob tenía que «limpiar su casa», los dioses ajenos
y enterrar las joyas asociadas con la adoración pagana.
El único lugar
para el pecado es la tumba. Es más, hay cuatro tumbas en este capítulo:
Ø la tumba de los
ídolos (v. 4),
Ø la tumba de Débora
(v. 8),
Ø el sepulcro de Raquel
(v. 19), y
Ø la tumba de Isaac
(v. 29).
Jacob regresó a Bet-el
y edificó un altar. Dios le encontró en una nueva manera y
le recordó su nuevo nombre, Israel. Dios reafirmó las promesas que le dio a
Abraham y a Isaac, y Jacob respondió levantando un nuevo monumento y ungiéndolo
como lo había hecho años antes.
Un
creyente que reincide no necesita una nueva experiencia para arreglar cuentas
con Dios. Sólo necesita reafirmar la vieja experiencia de una nueva manera.
Qué
extraño que Raquel muriera poco después que Jacob fue restaurado a la comunión
con Dios. Las grandes experiencias espirituales
no son un seguro contra:
· las aflicciones,
y
· pruebas de la vida.
Y
sin duda Jacob estaba más capacitado para soportar su aflicción ahora que antes
de construir ese altar. Todo lo que Jacob perdió lo recuperó debido a que
encontró a Dios en el altar.
No
sólo hay tristezas en la familia del creyente consagrado, sino también pecados
(v. 22). Rubén nació en medio de grandes expectaciones (29:32) y Jacob dijo
años más tarde que Rubén podría haber logrado mucho (49:3):
Ø Pero
Rubén era inconstante; le faltaba carácter piadoso (49:4); y
Ø por
consiguiente, perdió la primogenitura que le pertenecía (1 Cron. 5:1–2) y tuvo
que dársela a Judá y a José.
Ø El
pecado jamás trae bendición;
Ø siempre
es costoso.
El acto final de
este viaje fue que Jacob y Esaú sepultaron a su padre. Jacob
había planeado ver de nuevo a su madre, pero ella murió antes de que él
regresara a su hogar.
El
capítulo 36 nos cuenta la historia de Esaú, porque Dios en efecto le hizo una
nación poderosa. Desafortunadamente los edomitas fueron enemigos del pueblo de
Dios durante siglos.
Clase Para Domingo.
Lea Su
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