Parte III:
LA JUSTICIA IMPARTIDA; SANTIFICACIÓN, SEPARACIÓN:
(Romanos 6:-8:39)
Muertos Al Pecado:
“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?... En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?... ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?... Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva… Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección…”.
(Romanos 6:-8:39)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
3.2. Una Vida Exaltada. Rom. 8:12-17.
Los
vv. 12 y 13 concluyen esta primera sección del cap. 8 con un recordatorio práctico: la obra del Espíritu al asegurarnos
la vida no significa que podamos ser pasivos en cuanto a nuestra obligación de
manifestar la presencia del Espíritu en nuestras vidas diarias. Sólo a medida
que nos sometamos al control y a la dirección del Espíritu, apartándonos del
estilo de vida “carnal”, “viviremos” (13).
Aquí él se refiere claramente a la vida espiritual, eterna, y así hace
que disfrutar de esa vida dependa en cierto sentido de la obediencia cristiana.
Aquí somos llamados en nuestra fidelidad a las Escrituras a
mantener en tensión dos verdades claras:
Ø que el Espíritu que mora en nosotros
como resultado de la fe en Cristo infaliblemente nos asegura la vida eterna, y
Ø que para heredar la vida eterna es
necesario tener un estilo de vida pautado por el Espíritu Santo.
La tensión se suaviza en cierta forma al recordar que el Espíritu mismo
que nos es dado al convertirnos actúa para producir obediencia, pero no elimina
la rigidez, porque aún seguimos siendo llamados a someternos a esta obra del
Espíritu.
8:14-17. El Espíritu
De Adopción.
Así como la “vida” es la idea dominante en los vv. 1-13, la de ser hijos lo es en
los vv. 14-17. Este breve párrafo, además de hacer su propia contribución al
tema del capítulo, recordando la maravillosa y consoladora verdad de que los
cristianos hemos sido adoptados en la familia de Dios, brinda una transición
entre los vv. 1-13 y 18-30.
Ser un hijo de Dios explica a la vez por qué el Espíritu de Dios
nos confiere vida (13, 14), y por qué puede decirse que somos herederos con una
gloriosa perspectiva para el futuro (17, 18).
Ser guiados por el Espíritu de Dios (14)
no significa ser guiados por el Espíritu en la toma de decisiones, sino estar
bajo su influencia dominadora (Gálatas 5:18). La cláusula resume las diversas descripciones
de la vida en el Espíritu de que se habló en los vv. 5-9.
Pablo puede afirmar que aquellos que son guiados de esta forma por
el Espíritu son hijos de Dios, y
por lo tanto destinados a vivir (13), ya que hijos de Dios es
un título bíblico para el pueblo de Dios (ver, por ejem. Deuteronomio 14:1;
Isaías 43:6; comp. Romanos 9:26).
Pero también debemos reconocer en el título una alusión a la
calidad de hijo de Jesús mismo (ver vv. 3 y 29); como lo confirma el v. 15, Abba fue
la forma en que Jesús mismo se dirigía a Dios (ver Marcos 14:36) y que mostraba
una intimidad especial. Esta misma forma es la que ahora usan los cristianos
para clamar espontáneamente en su propio acercamiento a Dios.
NOTA: V.15: Adopción. El acto de Dios por el cuál coloca a un creyente en Su familia
como hijo adulto (v.23;
9:4; Gál.4:5; Ef.1:5). Al
mismo tiempo, es nacido en la familia de Dios como un niño que necesita crecer
y desarrollarse. Su posición es el pleno privilegio; su práctica implica
crecimiento en la Gracia. Abba. Palabra
aramea que significa padre.
Es el Espíritu, una vez más, quien implanta en nosotros ese
sentido de intimidad (16) y anula, por tanto, toda atadura (a “la ley del pecado y de la muerte”, v. 2) y toda razón para temer (15a). El Espíritu, por consiguiente, es el espíritu de adopción como hijos.
Pablo toma la expresión “de adopción como hijos” (huiothesia) del
mundo grecorromano, donde ésta denotaba la institución legal por medio de la
cual se podía adoptar a un niño y conferirle todos los derechos y privilegios
que corresponderían a un hijo natural.
Pero la concepción está basada en la imagen bíblica de Dios como
aquel que por pura gracia elige un pueblo para que sea suyo (ver Romanos 8:23;
9:4; Gálatas 4:5; Efesios 1:5).
El hecho de que seamos adoptados en la familia de Dios, con todo
lo sorprendente y reconfortante que es, no marca el final de la historia.
Porque ser hijos es también ser herederos: estar a la espera de la
investidura final de todos los derechos y privilegios que nos han sido
conferidos al ser hijos de Dios (17; ver especialmente Gálatas 4:1-7, con un
argumento bastante similar al de Romanos 8:1-17).
Así como el Hijo de Dios tuvo que sufrir antes de entrar en
su gloria (1 Pedro 1:11), también nosotros, los hijos de Dios por adopción,
debemos sufrir “con él” antes de compartir su gloria (ver también Filipenses 1:29; 3:20;
2 Corintios 1:5).
Dado que estamos unidos a Cristo, el siervo del Señor “despreciado y desechado por los hombres” (Isaías 53:3),
podemos esperar que el sendero que nos lleva a nuestra gloriosa herencia
también esté sembrado de dificultades y peligros.
8:18-30. El
Espíritu De Gloria.
En este párrafo, Pablo explica en detalle su referencia al
sufrimiento y la gloria en el v. 17, desarrolla el tema general de la seguridad
del cristiano y nos trae nuevamente al comienzo de esta sección principal de la
carta (Romanos 5:1-11; ver notas sobre 5:1).
La esperanza de gloria del cristiano enmarca el párrafo, ya que se
presenta al comienzo (18) y al final (30), y es el tema que abarca toda la
sección.
NOTA: V.20: Fue
sujetado a vanidad. Después que Adán pecó, Dios se vio
obligado a sujetar la creación a vanidad, de modo que el hombre en su estado
pecaminoso pueda retener alguna medida de dominio sobre la creación. En la caída del hombre, la naturaleza fue involucrada en el mal;
quedará emancipada cuando el hombre reciba la adopción de hijos (v.23).
Los creyentes, que enfrentamos la necesidad de “sufrir con Cristo” en
este mundo, podemos no obstante estar confiados y seguros, sabiendo que Dios ha
determinado guiarnos por el camino que nos lleva a nuestra herencia (18-22, 29,
30), que él está obrando providencialmente a favor de nosotros (28) y que nos
ha dado su Espíritu como la garantía de nuestra redención final (23).
Pablo jamás minimiza la realidad ni la gravedad del sufrimiento
del cristiano en este mundo. Pero ese sufrimiento aún debe verse como
insignificante, comparado con la gloria que pronto nos ha de ser
revelada (18).
En el AT., la “gloria” denota el “peso” y la majestad de la presencia de Dios:
· Pablo
aplica la palabra al estado final del creyente en Cristo cuando hayamos sido transformados
a la imagen del Hijo de Dios (29);
· porque
Cristo ya ha entrado a este estado de gloria (Filipenses 3:21; Col 3:4), y la
transformación de nuestros cuerpos traerá a la luz en ese último día nuestra
parte en esa gloria.
Los
vv. 19-25, cuyas palabras clave son “aguardar” (19, 23 y 25) y esperanza (20,
24, 25), muestran que los creyentes en Cristo, junto con la creación toda, deben
esperar que la obra de Dios se complete. Pablo sigue los precedentes del AT.
(Salmo 65:12, 13; Isaías 24:4; Jeremías 4:28; 12:4) al personificar a la creación
subhumana:
Ø ésta gime en su frustración (20, 22) y espera ansiosamente el día en que
nuestra condición de hijos de Dios se complete y sea hecha pública (19, 21).
Lo que deja en claro que Pablo no incluye a los ángeles y a los
seres humanos en su texto es que la frustración que la creación experimenta no
fue producida por su propia voluntad (20).
Se produjo, en cambio, por causa de aquel que la sujetó (20),
es decir, Dios, quien maldijo a la tierra como resultado del pecado de Adán
(Génesis 3:17, 18; comp. 1
Corintios 15:27).
Pero el decreto de esta sujeción siempre fue acompañado por la
esperanza de que Dios un día haría de su creación lo que él originalmente quiso
que fuera, un lugar donde “el lobo habitará con el cordero” (Isaías 11:6).
Nosotros, los creyentes en Cristo, compartimos el clamor y la
esperanza de la creación (23), porque poseemos el Espíritu como primicias, garantía
y prenda de nuestra redención final, y esto hace que anhelemos mucho más el
completamiento de la obra de Dios en nosotros.
Etimología:
G536 ἀπαρχή = aparjé: de
un compuesto de G575 y G756; principo del sacrificio,
i.e. primicias (judías) (figurativamente):- primer fruto, primicia. (Strong).
Lo que muchas veces en el NT., se llama la tensión del “ya... y todavía no” entre lo que Dios ya ha
hecho por el creyente y lo que aún le resta por hacer, se hace muy evidente al
comparar el v. 23 con los vv. 14-17.
Porque la “adopción como hijos” que allí se dice que
poseemos está aquí ligada con la redención de nuestro cuerpo y se
constituye en el objeto de la esperanza y expectativa. Tal esperanza es la
esencia misma de nuestra salvación. Por lo tanto, debemos esperar pacientemente
lo que Dios ha prometido (24, 25).
En
los vv. 26-30. Pablo
nos da tres razones por las que podemos esperar con paciencia y confianza la culminación
de nuestra esperanza:
· Primera, el
Espíritu nos ayuda en nuestra ignorancia sobre por qué cosas orar (26, 27). En
esta vida necesariamente estamos inseguros en cuanto a cómo
debiéramos orar.
Pero el Espíritu mismo intercede por nosotros ante Dios, orando
por nosotros esa oración que siempre está en perfecta concordancia con la voluntad de Dios (27).
Pablo no habla aquí del don de hablar en lenguas; ni siquiera es claro si habla
de un proceso audible, ya que los gemidos del
Espíritu pueden ser metafóricos (ver v. 22). En cambio, probablemente esté
refiriéndose a un ministerio intercesor del Espíritu Santo en el corazón del creyente
que se produce sin que nosotros siquiera tengamos conocimiento de él.
· Un segundo fundamento,
para que el creyente espere con confianza el futuro es que Dios está obrando
constantemente en todas las cosas para [el]
bien
de los que le aman (28).
Nada que pueda tocarnos cae fuera de la esfera del cuidado providencial de
nuestro Padre:
aquí, verdaderamente, hay un motivo de gozo y un fundamento para la esperanza
tan sólido como una roca. Sin embargo, debemos definir el bien que
Dios trabaja para producir para nosotros, según sus términos y no los nuestros.
· Dios
sabe que el mayor bien para nosotros es conocerlo y disfrutar de su presencia
por siempre. Por lo tanto, para producir este “bien” final, puede permitir que
nos aflijan dificultades como la pobreza, la enfermedad y el dolor. Nuestro
gozo provendrá no de saber que nunca enfrentaremos esas dificultades —porque seguramente las enfrentaremos (v. 17)— sino
de saber que, no importa cuál sea la dificultad, nuestro Padre de amor está
obrando para hacernos cristianos más fuertes.
· Pablo
describe a aquellos para los cuales Dios obra de esa forma desde el punto de
vista humano (los que le aman) y desde el punto de
vista divino (los que son llamados conforme a su propósito, 28).
El “llamado” de Dios no es solamente la invitación a que las personas abracen
el evangelio, sino su verdadera convocatoria a las personas para que tengan una
relación con él (ver, por ejem. 4:17; 9:12, 24). Este llamado se produce en
concordancia con el propósito de Dios, que, en última instancia, es
conformarnos a la imagen de su Hijo (29).
Dios nos lleva a cada uno de nosotros a esa meta por medio de una serie de
hechos realizados a nuestro favor.
Primero,
nos “conoció antes”.
Algunos eruditos creen que proginosko (conocer desde antes)
significa aquí lo que comúnmente significa en la literatura griega: “Conocer algo con anticipación”. Pero Pablo dice que es a nosotros, los cristianos, a los que Dios
conoce, y esto sugiere la idea más personal de “conocer”, que se encuentra en algunas
ocasiones en el AT: la elección para tener una relación personal (por ejem. Génesis
18:19; Jeremías 1:5; Amós 3:2).
Este es, casi seguramente, el sentido que tiene la expresión en
otros pasajes del NT. (Romanos 11:2; Hechos 2:23; 1 Pedro 1:2, 20). El “previo conocimiento” de Dios, el habernos elegido para salvarnos “desde
antes de la fundación del mundo” (Efesios
1:4), lleva a nuestra “predestinación” por parte de él, es decir,
nos señaló para que tengamos un destino específico.
Este destino es que lleguemos a ser como Cristo, un acontecimiento
final que Dios lleva a cabo “llamándonos” (ver v. 28b), “justificándonos”
(ver Romanos 3:21—4:25) y “glorificándonos”.
Es significativo que este último verbo esté, como los otros en el
v. 30, en tiempo pasado, sugiriendo
que, aunque la obtención de la gloria sea futura,
la determinación de Dios de que la logremos ya está cumplida.
“Y
a los que predestinó, a éstos también llamó;
y a los que llamó, a éstos también justificó;
y a los que justificó, a éstos también glorificó”. (Rom.
8:30)
NOTA: V.30: Llamó. Véase
1:6. Justifico, véase
3:24. Glorifico. El tiempo de este verbo muestra que nuestra glorificación futura
es tan cierta que bien puede afirmarse que está cumplida. Quienes fueron
conocidos de antemano, serán todos glorificados, sin que se pierda ni uno solo.
V.1:6: Salvación tiene aquí tres facetas:
Ø Salvación pasada del castigo del
pecado (Lc.7:50);
Ø Salvación presente del poder del
pecado en la vida diaria
(Rom.5:10); y
Ø Salvación futura de la presencia misma
del pecado (en
cielo, 1 Cor. 3:15; 5:5).
Esta Salvación viene
a todo aquel que cree. La recibimos y la experimentamos mediante la fe, que es,
al mismo tiempo, un asentamiento a las verdades del evangelio y una genuina
confianza en el Salvador mismo.
3:24: Justificados. Justificar era un término legal que significaba la seguridad de
un veredicto favorable, la absolución, la vindicación, ser declarado justo (Dt.25:1; Prov. 17:15). Es un acto de Dios (Rom.8:33), quien toma la iniciativa y provee el
medio mediante la Redención
que es en Cristo Jesús. El
pecador que cree en Cristo, recibe de Dios el don de la justicia (5:17), el cual capacita entonces a Dios para pronunciarle justo. Sobre Redención véase Efesios 1:7.
3.4. Una
Vida Exaltada. Rom. 8:31-39.
8:31-39.
Celebración De La Seguridad Del Creyente.
Podemos ver esta hermosa celebración de nuestra seguridad en
Cristo, que es casi un himno, como una respuesta a lo que Pablo acaba de decir
(28-30, o 18-30, o aun 1-30), pero es mejor considerarla como una reflexión
final del conjunto de los caps. 5—8. Se da en dos partes.
Ø En la primera de ellas (31-34) Pablo
nos recuerda que Dios es por nosotros: al darnos su Hijo al mismo tiempo nos
ha asegurado todo lo que necesitamos para pasar por esta vida y alcanzar la
salvación final. Nadie, entonces, podrá presentar ninguna acusación contra
nosotros con éxito o hacer que seamos condenados en el juicio. Porque Dios es quien nos ha elegido y justificado, y su propio
Hijo es quien responde a cualquier acusación que se haga en contra de nosotros.
Ø La segunda parte del himno (35-39) celebra el amor de Dios en Cristo por
nosotros. Es tan imposible que algo nos separe
de ese amor como que alguien pueda presentar una acusación contra nosotros.
Ningún peligro o desastre terrenal puede hacerlo (35b, 36).
Aunque podemos esperar estos sufrimientos, como Pablo nos recuerda
con su cita del Salmo 44:22:
·
En todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Tampoco hay algún poder espiritual (los ángeles, principados y poderes, mencionados
en el v. 38) que
pueda separarnos del amor de Dios.
Por cierto, no hay nada en toda la creación que pueda separarnos
del nuevo régimen en el que el amor de Dios en Cristo reina sobre nosotros.
Concluimos:
Estos tres capítulos tratados en este artículo, son una explicación
de la pequeña frasecita en 5:17 “reinarán en vida”:
·
El capítulo 6, nos dice cómo el pecado ya no reina sobre nosotros (6:12;
·
El Capítulo 7, explica cómo la ley no reina más sobre nosotros (7:1); y
·
El capítulo 8, explica cómo la morada del Espíritu nos da vida y libertad (8:2-4).
___________
Notas y Bibliografía:
[1] G76 Ἀδάμ = Adám: de origen hebreo [H121];
Adán, el primer hombre; típicamente (de Jesús) hombre (como su representante):-
Adán.
(Strong).
[2] G266 ἁμαρτία
= jamartía: de G264; pecar (propiamente abstractamente):- pecado, pecaminoso,
pecar.
[3] G3551
νόμος = nómos: de un primario νέμω = némo, (repartir, específicamente
comida o forraje a los animales); ley (mediante la idea de uso prescriptivo),
generalmente (regulación), específicamente (de Moisés [incierto el volumen];
también el evangelio), o figurativamente (un principio):- pleito, ley.
[4] G2288
θάνατος = dsánatos: de G2348;
(propiamente adjetivo usado como sustantivo) muerte (literalmente o
figurativamente):- mortal, mortandad, muerte, muerto, -a. (Strong).
[5] G1343
δικαιοσύνη = dikaiosúne: de G1342; equidad (de carácter o acto);
específicamente justificación (cristiana):- justicia, justificación. (Strong).
[6]
G4151 πνεῦμα = pneúma: de
G4154; corriente de aire, i.e. respiración (soplo) o brisa; por
analogía o figurativamente un espíritu, i.e. (humano) el alma racional, (por
implicación) principio vital, mentalmente disposición, etc., o (sobrehumano)
ángel, demonio, o Dios (divino), espíritu de Cristo, el Espíritu Santo:- aliento, espíritu,
espiritual, viento. Compare G5590.
[7] G5485
χάρις = járis: de G5463;
gracia (como gratificante), de manera o acción (abstractamente o concretamente;
literalmente, figurativamente o espiritual; específicamente la influencia
divina sobre el corazón, y su reflejo en la vida; incluido gratitud):- merecer aprobación,
aprobar, congraciarte, donativo, favor, gozo, gracia, gratitud, mérito.
(Strong).
[8] G2222 ζωή = zoé: de G2198; vida
(literalmente o figurativamente):- vida, vivir. Compare H5590.
[9] G2564
καλέω = kaléo: similar a la base de G2573;
llamar (propiamente en voz alta, pero usado en una variedad de aplicaciones,
directa o de otra manera:- convidado, convidar, decir, invitar, llamar, poner (por
nombre), sobrenombre. (Strong).
- e-Sword-the. LEDD.
- Biblia de Estudio RYRIE.
- Pastor:
Carlos Ramírez Jiménez. 06//10//2017.
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