lunes, 9 de julio de 2018

LEY DEL DÍA DE LA EXPIACIÓN: LEVÍTICO 16–17:


LEY DEL DÍA DE LA EXPIACIÓN:
LEVÍTICO 16–17:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

El Día de la Expiación era la festividad religiosa más solemne de Israel, porque en ese día Dios enfrentaba todos los pecados que no se cubrieron durante el año. Hebreos 10:1ss es el comentario del NT., sobre este capítulo.

I.       La Preparación Del Sacerdote (Levíticos 16:1–14):


A.     Debía Estar Solo (vv. 1–2; 16:17).
Ningún levita podía ayudar en este importante rito. El sumo sacerdote tenía que oficiar solo. Así con nuestro Señor: Sólo Él pudo pagar el precio del pecado.
Su nación le rechazó, sus discípulos le abandonaron y huyeron, y el Padre le desamparó cuando murió en la cruz. Nuestro Señor solo resolvió la cuestión del pecado de una vez por todas.

B.      Tenía Que Dejar a Un Lado Sus Gloriosos Vestidos (v. 4).
Qué cuadro de la venida de nuestro Señor a la tierra como un ser humano. Dejó a un lado los ropajes de su gloria y tomó la forma de siervo. (Véase también Filipenses 2:1–11.)

C.      Se Lavaba (v. 4).
Para el sacerdote esto significaba librarse de cualquier contaminación ceremonial. Como un cuadro de Cristo, le muestra santificándose por amor a nosotros (Jn. 17:19). Voluntariamente se dedicó a sí mismo a la tarea de dar su vida en rescate por muchos.

D.      Ofrecía Una Ofrenda Por El Pecado (vv. 6–11).
Nuestro Señor no tenía que ofrecer ningún sacrificio por sí mismo. Léase cuidadosamente Hebreos 7:23–28.

E.      Entraba En El Lugar Santísimo (vv. 12–13).
El sumo sacerdote en realidad entraba al Lugar Santísimo tres veces:
Ø   Primero, con el incienso, que es un cuadro de la gloria de Dios;
Ø   Luego, con la sangre del sacrificio por sí mismo; y
Ø  Por último, con la sangre derramada por el pueblo. El incienso precedía a la sangre porque el propósito de la salvación es glorificar a Dios (Ef. 1:6, 12, 14).
Jesús murió no sólo para salvar a los pecadores perdidos y darles vida, sino para que Dios fuera glorificado (Jn. 17:1–5).

Todo eso era preparación para la tarea principal del Día de la Expiación, la presentación de la ofrenda por el pecado de la nación.

II.     La Presentación De Los Machos Cabríos (Levíticos 16:15–34):

Nótese: que dos machos cabríos se consideraban una ofrenda por el pecado (v. 5). Ilustran dos aspectos de la obra de la cruz. Después que el sumo sacerdote regresaba de rociar la sangre de su ofrenda por el pecado, tomaba el macho cabrío designado para morir y lo mataba como una ofrenda por el pecado por la nación entera. Luego entraba al Lugar Santísimo por tercera vez, llevando la sangre del macho cabrío.
Rociaba la sangre sobre el propiciatorio y delante del mismo, y así cubría los pecados de la nación.

 Nótese: que el versículo 20 indica que la sangre de la ofrenda por el pecado «reconciliaba» al pueblo y al tabernáculo de Dios (véase Heb. 9:23–24).

Después de aplicar la sangre, el sumo sacerdote tomaba el macho cabrío vivo, colocaba sus manos sobre su cabeza y confesaba los pecados del pueblo, transfiriendo así simbólicamente su culpa al animal inocente. La expresión «chivo expiatorio» procede de una palabra hebrea que significa «quitar». A esta cabra se la enviaba lejos al desierto, para nunca más volverla a ver y esto ilustraba la remoción de los pecados de la nación (Salm. 103:12).
Por supuesto, estos ritos no quitaban el pecado, puesto que las ceremonias tenían que repetirse año tras año. Pero ilustraban lo que Cristo haría al morir de una vez por todas por los pecados del mundo. El israelita creyente era salvo por su fe, así como la gente siempre lo ha sido.
Sólo después de completada la ofrenda por el pecado y la iniquidad de la nación llevada lejos (simbólicamente), se quitaba el sumo sacerdote sus vestidos humildes de lino y se ponía los de gloria. Este es un cuadro de la resurrección y ascensión de Cristo.
Después de acabar su obra en la cruz, regresó al Padre en la gloria, donde está sentado hoy. El Día de la Expiación debía ser santo para los judíos y no debían realizar ningún trabajo. La salvación no es por obras, es totalmente por la gracia de Dios.

III.    La Prohibición Respecto a La Sangre (Levíticos 17):

Levítico 17:11 es un versículo clave en la Biblia, porque afirma enfáticamente que la única manera de expiación es mediante la sangre.
   Mucho antes de que la ciencia descubriera las maravillas de la sangre, la Biblia enseñaba que la vida está en la sangre. Los médicos solían sacarle sangre a la gente, tratando de lograr mejoría; ¡hoy hacen transfusiones de sangre!
Este capítulo prohibió al judío matar por descuido a sus animales. Debía hacer de cada animal una ofrenda de paz al Señor, trayéndolo a la puerta del tabernáculo para que el sacerdote lo ofreciera.
El peligro, por supuesto, era que podían verse tentados a sacrificar a los ídolos o a los demonios (v. 7), práctica que aprendieron en Egipto; o que la sangre no se le quitara al animal y así la gente estaría pecado al comer sangre. La sangre era algo especial; no debía tratársela como comida común.

En todo este capítulo el énfasis está en el lugar único del sacrificio. Había sólo un precio que Dios aceptaría:
Ø la sangre; y un solo lugar donde Dios lo aceptaría:
Ø la puerta del tabernáculo:
·      Así es hoy.
·      Dios no acepta sino un precio por el pecado:
·      la sangre de su Hijo.
·      Y esa sangre se derramó en un lugar designado por Dios: la cruz del Calvario.
Depender de cualquier otro sacrificio o de cualquier otro lugar es ser rechazado por Dios. La vida está en la sangre, tanto física como espiritualmente. Nuestra vida espiritual depende de la sangre derramada de Cristo (véanse 1 Jn. 1:7; Ef. 1:7; Col. 1:14; Heb. 9:22).

Vivimos en una época cuando los teólogos liberales rechazan la doctrina de la sangre de Cristo. La llaman «religión de matadero». Es necesario dejar en claro que la Biblia es un libro de sangre, desde Génesis (donde Dios mató animales para vestir a Adán y Eva) hasta Apocalipsis (donde Juan contempló a Cristo «como un Cordero inmolado»).
No es Cristo el Ejemplo, o Cristo el Maestro el que nos salva; es Cristo el Cordero de Dios, crucificado por los pecados del mundo.
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Notas:
[1] kapar = (כָּפַּר, H3722), «cubrir, expiar, propiciar, pacificar». Esta raíz se encuentra en todos los períodos de la historia del lenguaje hebreo. Tal vez lo conocemos mejor por el término Yôm Kippur = «Día de Expiación». Las modalidades verbales aparecen unas 100 veces en la Biblia hebraica. Kapar se encuentra primero en Génesis 6:14, donde se usa en su sentido básico de «cubrir». Dios da a Noé instrucciones, concernientes al arca, entre otras: «Cúbrela con brea por dentro y por fuera» (rva; «la embetunarás» rv; «calafatearás» rvr, lba).
Con todo, la mayoría de las veces el vocablo se usa en el sentido teológico de «cubrir», a menudo con la sangre del holocausto con el fin de expiar algún pecado. No queda bien claro si este «encubrimiento» esconde el pecado de la vista de Dios o si implica que, en este proceso, él se limpia el pecado. (VINE).

Clase Para Domingo.

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