LEY DEL DÍA DE LA EXPIACIÓN:
LEVÍTICO 16–17:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
El
Día de la Expiación era la festividad religiosa más solemne de Israel, porque
en ese día Dios enfrentaba todos los pecados que no se cubrieron durante el
año. Hebreos 10:1ss es el comentario del NT., sobre este capítulo.
I.
La Preparación Del Sacerdote (Levíticos
16:1–14):
A. Debía Estar Solo
(vv. 1–2; 16:17).
Ningún levita
podía ayudar en este importante rito. El sumo
sacerdote tenía que oficiar solo. Así con nuestro Señor: Sólo Él pudo pagar el precio del pecado.
Su
nación le rechazó, sus discípulos le abandonaron y huyeron, y el Padre le
desamparó cuando murió en la cruz. Nuestro Señor solo resolvió la cuestión del
pecado de una vez por todas.
B. Tenía Que Dejar
a Un Lado Sus Gloriosos Vestidos (v. 4).
Qué
cuadro de la venida de nuestro Señor a la tierra como un ser humano. Dejó a un
lado los ropajes de su gloria y tomó la forma de siervo. (Véase también
Filipenses 2:1–11.)
C. Se Lavaba
(v. 4).
Para
el sacerdote esto significaba librarse de cualquier contaminación ceremonial.
Como un cuadro de Cristo, le muestra santificándose por amor a nosotros (Jn.
17:19). Voluntariamente se dedicó a sí mismo a la tarea de dar su vida en
rescate por muchos.
D. Ofrecía Una Ofrenda
Por El Pecado (vv. 6–11).
Nuestro
Señor no tenía que ofrecer ningún sacrificio por sí mismo. Léase cuidadosamente
Hebreos 7:23–28.
E. Entraba En El Lugar Santísimo (vv.
12–13).
El sumo
sacerdote en realidad entraba al Lugar Santísimo tres veces:
Ø Primero, con
el incienso, que es un cuadro de la gloria de Dios;
Ø Luego, con
la sangre del sacrificio por sí mismo; y
Ø Por
último, con
la sangre derramada por el pueblo. El incienso precedía a la sangre porque el
propósito de la salvación es glorificar a Dios
(Ef. 1:6, 12, 14).
Jesús murió no sólo para salvar a los pecadores perdidos y
darles vida, sino para que Dios fuera glorificado (Jn. 17:1–5).
Todo
eso era preparación para la tarea principal del Día de la Expiación, la
presentación de la ofrenda por el pecado de la nación.
II.
La Presentación De Los Machos Cabríos
(Levíticos 16:15–34):
Nótese: que dos machos
cabríos se consideraban una ofrenda por el pecado (v. 5). Ilustran dos aspectos de la obra de la cruz. Después que el
sumo sacerdote regresaba de rociar la sangre de su ofrenda por el pecado,
tomaba el macho cabrío designado para morir y lo mataba como una ofrenda por el
pecado por la nación entera. Luego entraba al Lugar Santísimo por tercera vez,
llevando la sangre del macho cabrío.
Rociaba
la sangre sobre el propiciatorio y delante del mismo, y así cubría los pecados
de la nación.
Nótese:
que el versículo
20 indica que la sangre de la ofrenda por el pecado
«reconciliaba»
al pueblo y al tabernáculo de Dios (véase Heb. 9:23–24).
Después
de aplicar la sangre, el sumo sacerdote tomaba el macho cabrío vivo, colocaba
sus manos sobre su cabeza y confesaba los pecados del pueblo, transfiriendo así
simbólicamente su culpa al animal inocente. La expresión «chivo expiatorio» procede de
una palabra hebrea que significa «quitar». A esta cabra se la enviaba lejos al
desierto, para nunca más volverla a ver y esto ilustraba la remoción de los
pecados de la nación (Salm. 103:12).
Por
supuesto, estos ritos no quitaban el pecado, puesto que las ceremonias tenían
que repetirse año tras año. Pero ilustraban lo que Cristo haría al morir de una
vez por todas por los pecados del mundo. El israelita creyente era salvo por su
fe, así como la gente siempre lo ha sido.
Sólo
después de completada la ofrenda por el pecado y la iniquidad de la nación
llevada lejos (simbólicamente), se
quitaba el sumo sacerdote sus vestidos humildes de lino y se ponía los de
gloria. Este es un cuadro de la resurrección y ascensión de Cristo.
Después
de acabar su obra en la cruz, regresó al Padre en la gloria, donde está sentado
hoy. El Día de la Expiación debía ser santo para los judíos y no debían
realizar ningún trabajo. La salvación no es por obras, es totalmente por la
gracia de Dios.
III.
La Prohibición Respecto a La Sangre (Levíticos
17):
Mucho antes de que la ciencia descubriera
las maravillas de la sangre, la Biblia enseñaba que la vida está en la sangre.
Los médicos solían sacarle sangre a la gente, tratando de lograr mejoría; ¡hoy hacen
transfusiones de sangre!
Este
capítulo prohibió al judío matar por descuido a sus animales. Debía hacer de
cada animal una ofrenda de paz al Señor, trayéndolo a la puerta del tabernáculo
para que el sacerdote lo ofreciera.
El
peligro, por supuesto, era que podían verse tentados a sacrificar a los ídolos
o a los demonios (v. 7), práctica
que aprendieron en Egipto; o que la sangre no se le quitara al animal y así la
gente estaría pecado al comer sangre. La sangre era algo especial; no debía
tratársela como comida común.
En todo este
capítulo el énfasis está en el lugar único del sacrificio. Había sólo un precio
que Dios aceptaría:
Ø la sangre; y un solo lugar
donde Dios lo aceptaría:
Ø la puerta del tabernáculo:
· Así es hoy.
· Dios no acepta sino un
precio por el pecado:
· la sangre de su Hijo.
· Y esa sangre se derramó en
un lugar designado por Dios: la cruz del
Calvario.
Depender
de cualquier otro sacrificio o de cualquier otro lugar es ser rechazado por
Dios. La vida está en la sangre, tanto física como espiritualmente. Nuestra
vida espiritual depende de la sangre derramada de Cristo (véanse 1 Jn. 1:7; Ef.
1:7; Col. 1:14; Heb. 9:22).
Vivimos
en una época cuando los teólogos liberales rechazan la doctrina de la sangre de
Cristo. La llaman «religión de matadero». Es necesario dejar en
claro que la Biblia es un libro de sangre, desde Génesis (donde Dios mató animales para vestir a
Adán y Eva) hasta Apocalipsis (donde Juan contempló a Cristo «como un Cordero inmolado»).
No
es Cristo el Ejemplo, o Cristo el Maestro el que nos salva; es Cristo el
Cordero de Dios, crucificado por los pecados del mundo.
___________
Notas:
[1]
kapar = (כָּפַּר,
H3722), «cubrir, expiar, propiciar, pacificar». Esta
raíz se encuentra en todos los períodos de la historia del lenguaje hebreo. Tal
vez lo conocemos mejor por el término Yôm
Kippur = «Día de Expiación». Las
modalidades verbales aparecen unas 100 veces en la Biblia hebraica. Kapar se
encuentra primero en Génesis 6:14, donde se usa en su sentido básico de «cubrir».
Dios da a Noé instrucciones, concernientes al arca, entre otras: «Cúbrela con brea
por dentro y por fuera» (rva; «la
embetunarás» rv; «calafatearás» rvr, lba).
Con todo, la mayoría de las veces el vocablo se usa en
el sentido teológico de «cubrir», a menudo con la sangre del holocausto
con el fin de expiar algún pecado. No queda bien claro si este «encubrimiento»
esconde el pecado de la vista de Dios o si implica que, en este proceso, él se
limpia el pecado. (VINE).
Clase Para
Domingo.
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