sábado, 15 de agosto de 2020

EL LLAMAMIENTO EXALTADO: COLOSENSES 4:

 

EL LLAMAMIENTO EXALTADO:

COLOSENSES 4:

Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

Pablo continúa con su aplicación de la preeminencia de Cristo en nuestra vida.

I.       En El Testimonio Cristiano (Col.4:2–6):

Pablo estaba preso en Roma, pero esto no lo detuvo en su esfuerzo por testificar de Cristo. Les dice a los creyentes cómo ser testigos eficaces de Cristo.

 

A.     Velar y Orar.

«Velar» lleva la idea de estar alerta, orando con los ojos abiertos. Esta verdad aparece primero en Nehemías 4:9, cuando el enemigo amenazaba a los judíos mientras estos trataban de reconstruir las murallas de Jerusalén. «Oramos [...] y pusimos guarda», fue la solución de Nehemías; ¡y resultó! La oración nunca debe ser sustituta para nuestra vigilancia. Cristo nos enseña que velar y orar es el camino a la victoria sobre la tentación (Mr. 14:38).

Debemos velar y orar por oportunidades para testificar y servir. Sin duda Pablo tenía sus ojos abiertos mientras oraba por ese carcelero filipense; cuando el apóstol vio al hombre empuñar su espada gritó con fuerza y lo detuvo (Hch. 16:27, 28). Si cada creyente orara por los perdidos y vigilara para ver las puertas de oportunidad que Dios abre para testificar, ganaríamos más personas para el Salvador.

 

B.       Andar En Sabiduría.

 «Los de afuera» se refiere, por supuesto, a los perdidos que no pertenecen a la familia cristiana. Qué triste es estar «afuera»: sin Cristo, sin esperanza, sin paz, sin perdón. Es importante que nosotros, los cristianos, vivamos sabiamente entre los perdidos, porque los inconversos miran nuestras vidas y tratan de hallar cosas que criticar. 1 Tesalonicenses 4:12 nos amonesta a andar honradamente con los de afuera.

¡Qué terrible testimonio es que un cristiano sea deshonesto con un in converso! Es mucho mejor que los creyentes sufran la pérdida antes que arruinen su testimonio y traigan reproche al nombre de Cristo. Nos preguntamos qué pensarán los inconversos de Cristo y del evangelio cuando ven que los cristianos con quienes negocian no pagan sus cuentas o no guardan sus promesas.

 

C.     Hablar Santamente.

La sal de la santidad siempre debe sazonar nuestro hablar. Los judíos del Antiguo Testamento usaban sal en sus sacrificios, simbolizando la pureza y la preservación de lo que es bueno. Los griegos llamaban káritas (gracia) a la sal, porque les daba sabor a las cosas. Nuestro hablar no debe ser corrompido (Ef. 4:29); la sal (la gracia de Dios) detiene la corrupción. Una palabra irreflexiva de crítica, un comentario dudoso, una palabra colérica, puede destruir en un minuto todo el testimonio cristiano que otros han tratado de edificar.

«Redimiendo el tiempo» (v. 5) significa «aprovechando la oportunidad». Como cristianos debemos estar alertas para aprovechar cada oportunidad para testificar por Cristo y ganar a otros.

II.     En El Servicio Cristiano (Col.4:7–18):

Aun cuando admiramos a Pablo como el gran apóstol, no debemos olvidar a los muchos cristianos consagrados que le ayudaron en su ministerio. Ningún pastor, evangelista o misionero puede hacer solo la obra del Señor. «Somos colaboradores de Dios» (1 Cor. 3:9). Tíquico (vv. 7–8) había estado con Pablo por varios años. Lo acompañó desde Éfeso (Hch. 20:4) cuando iba de regreso a Jerusalén y quizás era ciudadano efesio.

Había trabajado con Pablo allí por esos tres años. Tíquico iba a llevar la carta a los colosenses y a los efesios (Ef. 6:21, 22). Este hombre tenía delante de sí un viaje largo y peligroso. ¡Cuán agradecidos estamos de que fue fiel para entregar la Palabra, de otra manera no podríamos estudiarla ahora! Véase también 2 Timoteo 4:12.

Onésimo (v. 9) era el esclavo fugitivo de Filemón, a quien Pablo había ganado para Cristo. El apóstol enviaba ahora a Onésimo de regreso a su hogar en Colosas. (Lea la carta de Filemón). Él y Tíquico viajaron juntos, con Onésimo, llevando la preciosa carta a su amo, Filemón.

A Aristarco (v. 10) lo vemos durante el tumulto en Éfeso (Hch. 19:29), donde se le menciona como un cristiano destacado. También acompañó a Pablo (Hch. 20:4) y estuvo con él durante la terrible tormenta en el viaje a Roma (Hch. 27:2). ¡Qué fiel cristiano fue al «quedarse» con Pablo en las buenas y en las malas!

Marcos (v. 10) es Juan Marcos, primo de Bernabé. Años antes, Marcos había «caído en mal» ante Pablo (Hch. 13:13; 15:36–41). Es posible que los colosenses sabían de su fracaso, pero Pablo quería que recibieran a este joven y le mostraran amor. Cuando escribió su última carta, Pablo admitió que Marcos era «útil» en el ministerio (2 Tim. 4:11). Necesitamos perdonar los fracasos de otros y darles a los creyentes la oportunidad de «hacer bien» en la obra del Señor.

Jesús, o Justo (v. 11), era un creyente judío. Su nombre hebreo era Josué, que se traduce «Jesús» en el griego. Su otro nombre significa uno que obedece la Ley (Justo). Trabajó con Pablo y le animó (estimuló). ¡Qué ayuda fue para el apóstol durante esos días en la prisión! Epafras (vv. 12–13) era un gentil y probablemente el pastor fundador de la iglesia de Colosas. Este hombre piadoso creía en el ministerio de la Palabra de Dios y en la oración (1:7; 4:12).

¡Qué guerrero de oración era él! No simplemente «repetía oraciones»; rogaba «encarecidamente [agonizando]». Es la misma palabra que se usa para el esfuerzo de los atletas en las competencias. Si los cristianos oraran con tanto ardor como ellos compiten, veríamos más de las bendiciones de Dios. Epafras oraba para que los colosenses estuvieran firmes, «perfectos y completos» en la voluntad de Dios (véase 1:28, 29).

Quería que vivieran su «plenitud» en Cristo. Sin embargo, sus oraciones no eran sólo por los colosenses; también sentía celo por los santos en las ciudades circunvecinas. ¡Qué amor cristiano!

Lucas (v. 14) era el médico gentil que se unió a Pablo en Troas (Hch. 16:10) y posteriormente escribió los libros de Lucas y Hechos.

Lucas y Demas se mencionan de nuevo en 2 Timoteo 4:10, 11:

·      «Sólo Lucas está conmigo [...] Demas me ha desamparado».

 

Se puede resumir la vida de Demas en tres versículos:

·      «Demás [...] mi colaborador» (Film. 24);

·      «Os saluda [...] Demas» (Col. 4:14);

·      «Demas me ha desamparado» (2 Tim. 4:10).

Puesto que Colosenses y Filemón se escribieron en el mismo tiempo, la caída de Demas debe haber sido rápida. ¡Qué tragedia!

En sus instrucciones para concluir, Pablo envía saludos a algunos de los santos y les dice a los colosenses y a los de Laodicea que intercambien sus respectivas cartas. Pudiera ser que la epístola a los de Laodicea sea la que nosotros conocemos como Efesios. «Toda la Escritura es útil» (2 Tim. 3:16), de modo que no debemos descuidar nada de la Palabra de Dios. Pablo concluye advirtiendo a Arquipo que no desmaye, sino que cumpla su ministerio en el Señor. Tal vez Arquipo era el hijo de Filemón, puesto que también se menciona en esa carta (Film. 2).

El saludo de gracia usual de Pablo cierra la carta, señalándola como auténtica.

Clase Para El Miércoles:

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.


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