EVANGELIOS &
SINÓPTICOS1)
Pastor: Carlos
Ramírez Jiménez:
INTRODUCCIÓN:
La forma plural “evangelios”
(griego euangelia)
no hubiera sido entendida en la época apostólica, como tampoco hasta dos
generaciones después; es parte de la esencia del testimonio apostólico el que
no haya más que un euangelion verdadero; el que proclama otro,
dice Pablo, es anatema (Gál. 1:8s). Los cuatro relatos que tradicionalmente se encuentran al
comienzo del Nuevo Testamento son, en realidad, cuatro relatos de un mismo
evangelio: “el evangelio de Dios… acerca de su Hijo (Rom.
1:1–3)”.
Sólo a mediados del siglo(s) II d.C.
después de Cristo comenzó a usarse la forma plural; así, Justino Mártir dice
que las “memorias
compuestas por los apóstoles” se llaman “evangelios” (Primera apología 66).
Escritores anteriores usan el singular, ya sea que se refieran a uno solo de
los relatos o al conjunto de tales escritos, compárese Didaje 8.2; Ignacio, Filadelfos
8.2).
Los títulos tradicionales de los cuatro
relatos denotan que en ellos tenemos el evangelio o las buenas nuevas acerca de
Cristo según cada uno de los cuatro evangelistas. Y el uso de la forma singular
para hacer referencia al cuádruple relato siguió mucho tiempo después de la
aparición del plural.
I. La Etapa Oral:
La mayor parte del material de nuestros
evangelios existió durante un tiempo considerable en forma oral, antes de que
se le diera la forma escrita con la que estamos familiarizados nosotros.
a. Las Palabras De Jesús.
Jesús comenzó su ministerio en Galilea “predicando el
evangelio de Dios”; el contenido
de dicho evangelio era que el momento señalado había llegado, y que el reino de
Dios se había acercado; urgía a sus oyentes a arrepentirse y a creer las buenas
noticias (Mr. 1:14s; compárese Lc. 4:18–21). Su predicación no era ningún
suceso inopinado; era el cumplimiento de la promesa de Dios comunicada en
épocas anteriores por medio de los profetas.
Ahora, por fin, Dios había visitado a su
pueblo; este era el sentido no sólo de la predicación de Jesús sino de sus
portentosas obras (Lc. 7:16), que eran señales de que el dominio del mal se
desmoronaba ante el avance del reino de Dios (Mt. 12:22–29; Lc. 11:14–22). El
mismo tema recorre las parábolas de Jesús, que llaman a sus oyentes a tomar una
decisión y a mantenerse vigilantes en vista del advenimiento del reino.
Además de cumplir su ministerio público, Jesús se ocupó de dar a sus discípulos instrucción sistemática en una forma que les resultara fácil para aprender de memoria. Igualmente, sus debates con los fariseos y otros opositores condujeron a declaraciones que, una vez oídos, no se habrían de olvidar fácilmente, y que en efecto sirvieron a sus discípulos más tarde cuando se vieron frente a cuestiones controvertidas en que les podía resultar útil recordar la decisión tomada por el Maestro.
b. La Tradición Apostólica.
Hay varias referencias en las epístolas
neotestamentaria a la “tradición” (griego para dosis) recibida por
los apóstoles de su Señor, y entregada por ellos a su vez a los convertidos.
Dicha tradición, en el sentido más pleno, comprende el testimonio de los
apóstoles “acerca
de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que
fue recibido arriba” (Hch. 1:1s, compárese 1:21s). Este testimonio
fue transmitido y perpetuado de diversas maneras:
Ø Principalmente en la predicación
misionera,
Ø En la enseñanza de los conversos, y
Ø En el culto cristiano.
Un bosquejo de los hechos básicos de la
predicación misionera lo da Pablo en 1 Cor. 15:3ss: “que Cristo murió por nuestros pecados,
conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día,
conforme a las Escrituras; y que apareció” a un gran número de
testigos oculares, a algunos de los cuales se menciona, la mayoría de los
cuales todavía vivía cuando Pablo escribía.
Pablo agrega que fuese que el evangelio
fuera predicado por él mismo o por los apóstoles originales, los hechos básicos
del mensaje eran los mismos (1 Cor. 15:11). Esto lo confirman las epístolas no
paulinas, y los extractos de la predicación cristiana primitiva resumidas en
Hechos:
· En la predicación se anunciaban los hechos salvíficos;
· Se proclamaba a Jesús como Señor y Cristo;
· Se llamaba a los hombres al arrepentimiento y a recibir el perdón por medio de él.
En las epístolas aparecen ejemplos
ocasionales de lo que se enseñaba a lo convertidos, de los que resulta claro
que la base de dicha enseñanza era lo que Jesús mismo había enseñado. Así, al
dar instrucciones sobre el casamiento, Pablo cita el mandamiento de Jesús que
prohíbe el divorcio (1 Cor. 7:10), como también la decisión del Señor acerca de
la manutención de los predicadores del evangelio (1 Cor. 9:14).
Pero hay indicaciones de una instrucción
más sistemática, por el método de las ordenanzas; y a medida que aumentaba el
número de los convertidos, especialmente en el curso de la misión a los
gentiles, habrían de hacerse indispensables “escuelas” para la preparación de instructores, como
también la preparación de digestos de las enseñanzas de Jesús, orales cuando no
escritos. Podemos concebir una situación vital semejante para la “colección de
dichos” a que echaron mano Mateo y Lucas; y en fecha posterior se ha
pensado que el mismo Evangelio de Mateo puede haberse originado en una escuela
de este tipo; compárese K. Stendahl, The School of = La Escuela de St.
Matthew², 1968.
En el culto también era de esperar que
hubieran de recordarse las palabras y las obras de Jesús. En los primeros días
de la fe los que habían conocido a Jesús casi no podrían evitar de decirse unos
a otros, cuando se reunían informalmente, o en las ocasiones establecidas de
antemano para la comunión y el culto, “¿Recuerdas cómo nuestro Maestro… ?”. En
particular, la Cena del Señor proporcionaba una oportunidad periódica para
relatar la historia de su muerte, con los acontecimientos inmediatamente
anteriores y posteriores (1 Cor. 11:26).
El relato de la pasión, por cierto, al ser contado repetidas veces, tanto en el culto cristiano como en la predicación misionera (compárese 1 Cor. 2:2; Gál. 3:1), adquirió la forma de un todo interrelacionado en fecha muy temprana, conclusión a la que también llega la crítica de las formas en el estudio de los evangelios. Por el método de la crítica formal se intenta aislar y clasificar las diversas unidades completas en sí mismas que han sido reunidas en los evangelios escritos, y descubrir las situaciones vitales en las que tuvieron origen y fueron preservadas en la etapa oral de trasmisión.
II. Los Evangelios Escritos:
El comienzo de los evangelios
escritos, como sería de suponer, coincide con la terminación de la primera
generación cristiana. Cuando “los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron
ministros de la palabra” (Lc. 1:2) murieron, era natural que se
hiciese sentir más marcadamente la necesidad de un registro permanente de su
testimonio. Es justamente aquí que la tradición del siglo(s) II coloca los
comienzos de la actividad tendiente a registrar por escrito el evangelio, y con toda justicia: los cuatro
evangelios canónicos deben fecharse probablemente dentro de las cuatro décadas
del 60–100 d.C. después de Cristo.
No tenemos por qué suponer que la trasmisión del testimonio apostólico haya sido exclusivamente oral antes del 60 d.C. después de Cristo—algunos por lo menos de los “muchos” que, según Lc. 1:1, habían tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos evangélicos, pueden haberlo hecho en forma escrita antes del 60 d.C. después de Cristo—pero no tenemos ningún documento anterior, excepto en tanto que haya sido incorporado en los evangelios escritos con que contamos.
Varias líneas de tradición pueden distinguirse en los cuatro
evangelios.
En este sentido, como en algunos otros, Juan ocupa un lugar aparte de los
restantes evangelios, y es mejor considerarlo independientemente. Los otros
tres evangelios están interrelacionados, hasta el punto de que se prestan muy
adecuadamente para el estudio “sinóptico”—por ejemplo, como cuando su texto se
dispone en tres columnas paralelas, de modo que puedan examinarse
convenientemente sus coincidencias y divergencias.
Por esta razón se llaman comúnmente “evangelios
sinópticos”—designación que aparentemente les fue dada primeramente
por J. J. Griesbach en 1774.
a. Los Evangelios Sinópticos.
Un estudio comparativo de Mateo, Marcos, y Lucas lleva a reconocer que
existe un considerable cuerpo de material que es común a los tres, o a dos de
ellos:
· Lo sustancial de
606 de los 661 versículos de Marcos
(sin contar Mr. 16:9–20) reaparece en forma abreviada en Mateo; unos 380 de los 661
versículos de Marcos reaparecen en Lucas.
· Esto puede
afirmarse de otro modo, manifestando que, de los 1,068 versículos de Mateo,
alrededor de 500 contienen lo sustancial de 606 versículos de Marcos, mientras que de los 1,149
versículos de Lucas
unos 380 tienen paralelos en Marcos.
· Sólo 31 versículos
de Marcos no tienen ningún
paralelo en Mateo
ni en Lucas.
Mateo
y Lucas
tienen ambos hasta 250 versículos que contienen material en común que no
aparece en Marcos; a veces este
material en común aparece en Mateo y en Lucas en lenguaje prácticamente idéntico,
mientras en otros casos la divergencia verbal es considerable.
· Alrededor de 300
versículos de Mateo
no tienen paralelo en ninguno de los otros evangelios; lo mismo vale para unos
520 versículos de Lucas.
No hay ningún modo sencillo de llegar a
una conclusión satisfactoria en cuanto a esta distribución del material en los
evangelios sinópticos, ni del que es común, ni del que es especial. No existe
razón a priori para sostener que un evangelio sea anterior y otro posterior,
para sostener que uno de ellos constituye fuente de otro, y que este último
depende del primero. La objetividad del análisis estadístico tampoco garantiza
la solución. La solución sólo puede lograrse mediante el ejercicio del juicio
crítico, después de esgrimir toda la información pertinente, y de analizar las
diversas posibilidades.
Si no se ha llegado a la unanimidad
después de un siglo y medio de intenso estudio de los sinópticos, tal vez sea
porque la información es insuficiente para lo que se necesita, o porque el
campo de investigación se ha restringido excesivamente. Sin embargo, ciertas
conclusiones se han hecho acreedoras de un mayor grado de acuerdo que otras.
Una de ellas es la prioridad de Marcos, y
su uso como principal fuente por los otros dos evangelistas sinópticos. Esta
conclusión, que generalmente se considera ubicada sobre bases firmes por C.
Lachmann en 1835, depende no sólo de las pruebas formales de que Mateo y Marcos
a veces concuerdan en cuanto al orden, por oposición a Lucas; Marcos y Lucas
más frecuentemente por oposición a Mateo; pero Mateo y Lucas nunca por
oposición a Marcos (lo cual podría tener otra explicación), sino
más bien por el detallado examen comparativo de la forma en que el material en
común aparece en los tres evangelios, sección por sección.
En una abrumadora mayoría de casos la
situación puede entenderse mejor si el relato de Marcos hubiese sido empleado
como fuente por uno de los otros, o por ambos. Pocos son los que han llegado a
considerar a Lucas como posible fuente de los otros dos, pero la posibilidad de
que Marcos sea una versión condensada de Mateo se tuvo en cuenta durante mucho
tiempo, principalmente por influencia de Agustín.
Pero donde Mateo y Marcos tienen material
en común, Marcos es más completo que Mateo, y de ningún modo una condensación;
y vez tras vez los relatos paralelos pueden explicarse mucho mejor suponiendo
que Mateo condensa Marcos, que suponiendo que Marcos amplía el material de
Mateo.
Mientras que Mateo y Lucas jamás
concuerdan en cuanto al orden cuando se los compara con Marcos, en cambio
exhiben ocasionalmente un acuerdo verbal en relación con dicho evangelio; pero
tales casos representan fundamentalmente mejoras gramaticales o estilísticas de
Marcos, y no son ni numerosos ni lo suficientemente significativos como para
neutralizar el peso general de las pruebas en cuanto a la prioridad de Marcos.
El elemento común de Marcos en la
tradición sinóptica es tanto más importante en razón de la íntima relación
entre el esquema de Marcos y la predicación apostólica. Esta relación no
depende tanto de la tradición que ve en Pedro la autoridad por detrás del
relato de Marcos (tradición
apoyada por pruebas internas en ciertas secciones del relato), como
del hecho (demostrado por C. H. Dodd) de que un bosquejo de la predicación
primitiva, comparable con aquellos bosquejos que pueden discernirse en unos
cuantos pasajes de las epístolas del Nuevo Testamento y en los informes sobre
los discursos de Hechos, proporciona el hilo en que Marcos ha enhebrado las
diversas unidades de su material evangélico.
El material común a Marcos y a uno de los
evangelios sinópticos, o a ambos, está compuesto principalmente de narraciones.
(Las
excepciones principales son las parábolas de Mr.
4 y el discurso escatológico de Mr. 13).
Por otro lado, el material que no pertenece a Marcos, y que es común a Mateo y
a Lucas, consiste principalmente en dichos de Jesús. Casi podría decirse que el
material de Marcos relata lo que Jesús hizo; el material que no pertenece a
Marcos, lo que Jesús enseñó.
Tenemos aquí una distinción comparable con
la que se hace comúnmente (si bien en medida
exagerada) entre “predicación” (keµrygma) y “enseñanza” (didaje) apostólicas.
El material común a Mateo y Lucas que no aparece en Marcos puede,
convenientemente y sin prejuicio, caratularse “Q Quelle
(al.), supuesta fuente de donde provendrían los
dichos de Jesús que son comunes a Mt. y Mr.”, de conformidad con una costumbre
que data de comienzos del siglo(s) XX.
Este conjunto de materiales, que abarca
entre 200 y 250 versículos, puede haber do tomado por uno de los evangelistas
del otro, o pueden haberlo tomado ambos de una fuente común. Pocos hay, si es
que los hay, que sugieran que Mateo lo tomó de Lucas, si bien algunos
aceptarían esta posibilidad con más facilidad que la opuesta, es decir, que
Lucas tomó de Mateo. Esta última suposición sigue recibiendo amplio apoyo, pero
es particularmente vulnerable, porque supone que Lucas redujo a un relativo
desorden la disposición ordenada en que aparece el material “Q Quelle (al.),
supuesta fuente de donde provendrían los dichos de
Jesús que son comunes a Mt. y Mr.” en Mateo, sin dar ninguna razón plausible
del porqué de tal circunstancia.
La suposición de que el material
denominado “QQ
Quelle (al.), supuesta fuente de donde
provendrían los dichos de Jesús que son comunes a Mt. y Mr.”
proviene de una fuente común usada por Mateo y Lucas ofrece menos dificultades
que cualquier suposición alternativa.
Cuando intentamos reconstruir esa fuente
común, debemos cuidarnos de suponer que podemos hacerlo de un modo más o menos
completo. Más lo que podemos reconstruir nos recuerda con fuerza el esquema
general de los libros proféticos del Antiguo Testamento. Dichos libros
generalmente contienen un relato del llamado del profeta, con un registro de
sus oráculos ubicados en un marco narrativo, pero sin mención alguna de su
muerte. De modo que el material “QQ Quelle (al.), supuesta
fuente de donde provendrían los dichos de Jesús que son comunes a Mt. y Mr.”
pareciera provenir de una compilación que comenzaba con el relato del bautismo
de Jesús por Juan, y las tentaciones en el desierto; esto constituye el
preludio a su ministerio, y va seguido por grupos de sus dichos colocados en un
marco narrativo mínimo; pero no se encuentran indicios del relato de la pasión.
Hay cuatro grupos
principales de enseñanzas, que pueden titularse:
(i) Jesús y Juan el Bautista;
(ii) Jesús y
sus discípulos;
(iii) Jesús y sus opositores;
(iv) Jesús y el futuro.
Ya que el único medio para reconstruir
dicha fuente lo proporciona el material común a Mateo y Lucas que no aparece en
Marcos, la cuestión de si Marcos también se valió en alguna medida de dicha
fuente no puede resolverse satisfactoriamente. Es probable que sea anterior a
Marcos; bien puede haber sido usada para fines catequísticos en la misión
gentil con base en Antioquía.
El hecho de que parte del material de “QQ Quelle (al.),
supuesta fuente de donde provendrían los dichos de
Jesús que son comunes a Mt. y Mr.” en Mateo y Lucas sea casi idéntico
verbalmente, mientras que en otras partes hay diferencias de lenguaje, se ha
explicado a veces en función de la existencia de dos hilos distintos de
tradición en “QQ Quelle (al.),
supuesta fuente de donde provendrían los dichos de Jesús que son comunes a Mt. y Mr.”, pero es mucho más probable que “QQ Quelle (al.),
supuesta fuente de donde provendrían los dichos de Jesús que son comunes a Mt. y Mr.”, haya
sido traducido del arameo al griego, y que Mateo y Lucas usen a veces la misma
traducción, y otras, traducciones diferentes.
A este respecto es oportuno recordar la
afirmación de Papías (Eusebio, Historia eclesiástica 3:39) de que “Mateo compiló la logia en el habla hebrea [aramea], y todos los traducían como mejor podían”.
Logia (“oráculos”)
sería un término muy apropiado para el contenido de una compilación como la que
hemos tratado de reconocer detrás del material de “QQ Quelle (al.), supuesta fuente de donde provendrían los dichos de Jesús
que son comunes a Mt. y Mr.”.
Las otras fuentes que pueden haber sido
utilizadas por Mateo y Lucas plantean un problema aun mayor que la
reconstrucción de la fuente “QQ Quelle (al.), supuesta
fuente de donde provendrían los dichos de Jesús que son comunes a Mt. y Mr.”. Mateo parece haber incluido material de otra
colección de dichos, paralela a “QQ Quelle (al.), supuesta fuente de donde
provendrían los dichos de Jesús que son comunes a Mt. y Mr.”, pero conservada en Judea más bien que en
Antioquía—la colección convenientemente rotulada “M”—. Lucas incluye un conjunto
de material muy característico (que se encuentra principalmente entre
capítulo(s) 9 y 18) que puede haberse originado en Cesárea—el material rotulado
“L”—.
El que estas “fuentes” tuviesen forma escrita
antes de que fueran adoptadas por los evangelistas resulta dudoso. A Lucas se
lo ha imaginado ampliando su copia de “QQ Quelle (al.), supuesta fuente de donde
provendrían los dichos de Jesús que son comunes a Mt. y Mr.” mediante información adquirida en Cesárea y otros
lugares, produciendo así el borrador preliminar de su evangelio, llamado a
veces el “Proto-Lucas”, al que posteriormente se le insertaron
bloques de material proveniente de Marcos.
Para una evaluación de la hipótesis del “*Proto-Lucas” véase D. Guthrie, New Testament Introduction³, 1970, página(s) 175–183. En general, puede decirse que Mateo fusiona sus fuentes mientras que Lucas los combina. Los relatos de la natividad con que comienzan Mateo y Lucas están fuera del esquema general de la crítica sinóptica; con respecto a ellos no puede excluirse alguna dependencia en documentos semíticos. Pero es preciso destacar que, por fascinante e instructiva que sea la crítica de las fuentes de los evangelios, los evangelios mismos son mucho más importantes que sus supuestas fuentes.
Ayuda Hermenéutica:
(*proto-. (Del gr. πρωτο-, primero). elem. compos. Indica prioridad, preeminencia o superioridad. Protomártir, protomédico, prototipo. Microsoft® Encarta® 2008).
Vale la pena considerar qué fuentes pueden
haber utilizado los evangelistas; pero es más valioso considerar qué uso les
dieron a dichas fuentes. En estos últimos años se ha reconocido en forma
creciente que la crítica de la redacción tiene un lugar tan importante en el
estudio de los evangelios como la crítica de la tradición, siendo esta última
aquella que traza la historia de las tradiciones que a su debido tiempo
recibieron los evangelistas, mientras que la otra se dedica a la contribución
individual de los evangelistas en su tratamiento y presentación de las
tradiciones.
Cada uno de los evangelios sinópticos
constituye un todo independiente, y no una mera compilación basada en tijeras y
goma de pegar; cada uno de ellos tiene su propia perspectiva de Jesús y su ministerio,
y cada una tiene una contribución especial que hacer al cuadro completo de
Jesús que nos presenta el Nuevo Testamento.
Línea Del Tiempo De Los Evangelios:
Nota: euangelion =
(εὐαγγέλιον)
denotaba originalmente una recompensa por buenas nuevas; más tarde desapareció
la idea de la recompensa, y la palabra vino a denotar las mismas buenas nuevas.
En el NT., denota las buenas nuevas del Reino de Dios y de la salvación a
través de Cristo, que debe ser recibida por la fe, sobre la base de su muerte
expiatoria, su sepultura, resurrección y ascensión (por ejem., Hech.15:7;
20:24; 1 P.4:17).
Aparte de estas
referencias y de las que se hallan en los Evangelios de Mateo y Marcos, y
Ap.14:6, este término se halla solo en las Epístolas de Pablo. El apóstol lo
usa para denotar dos cosas relacionadas, pero distintas:
(a) De los hechos básicos de la muerte, sepultura
y resurrección de Cristo (por ejem., 1 Cor.15:1-3);
(b) De la interpretación de estos hechos (por ejem.,
Rom.2:16; Gál. 1:7, 11; 2:2); en:
(a) El evangelio se
contempla históricamente, en;
(b) Doctrinalmente,
con referencia a la interpretación de los hechos, tal como queda en ocasiones
indicado en el contexto.
Las siguientes frases describen los sujetos o naturaleza o
alcance del mensaje:
· Es el evangelio de
Dios (Mr. 1:14; Rom.1:1; 15:16; 2 Cor.11:7; 1 Ts.2:2,9; 1 P.4:17);
· Dios acerca de su
Hijo (Rom.1:1-3);
· Su Hijo (Rom.1:9);
Jesucristo, el Hijo de Dios (Mr. 1:1);
· Nuestro Señor
Jesús (2 Ts.1:8); Cristo (Rom.15:19, etc.);
· La gloria de
Cristo (2 Cor.4:4);
· La gracia de Dios
(Hech.20:24);
· La gloria del Dios
bendito (1 Tim.1:11);
· Vuestra salvación
(Ef.1:13);
· Paz (Ef.6:15).
Comp. también «el
evangelio del Reino» (Mt.4:23; 9:35; 24:14);
· «El evangelio eterno» (Ap.14:6).
En Gál. 2:14: «la verdad del evangelio» denota
no el verdadero evangelio, sino su verdadera enseñanza, en contraste con las
perversiones que se hacen de él. Las siguientes expresiones se usan en relación con el
evangelio:
(a) Con Respecto a Su
Testimonio;
(1) kerusso, predicarlo como
heraldo (por ejem., Mt.4:23; Gál. 2:2);
(2) laleo, hablar (1
Ts.2:2);
(3) diamarturomai, testificar, exhaustivamente
(Hech.20:24);
(4) euangelizo,
predicar (por ejem., Hech.5:42; 1 Cor.15:1,2; 2 Cor.11:7; Gál. 1:9,16;
(5) katangelo, «anunciar» (por ejem., 4:2);
(6) douleuo eis, servir al («ha servido»);
(7) sunathleo en, laborar con (Filp.4:3);
(8) jierourgeo, ministrar (Rom.15:16);
(9) pleroo, predicar plenamente (Rom.15:19);
(10) sunkakopatheo, sufrir penalidades con (2
Tim.1:8);
(b)
Con Respecto a Su
Recepción u Otros Aspectos:
(1) decomai,
recibir (2 Cor.11:4); jupakouo, dar oído, u obedecer (Rom.10:16; 2
Ts.1:8); pisteuo
en, creer en (Mr. 1:15); metastrefo, pervertir (Gál. 1:7).
___________
Nota y Bibliografía:
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synoptĭcus, y este del gr. συνοπτικός). adj. Que tiene forma o caracteres de
sinopsis. Tabla sinóptica. || 2. m. Cada uno de los Evangelios sinópticos. □ V.
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evangelios, 1966.
- Sword-the. LEDD.
- Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 24-08-2020.
Tumbes.
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