sábado, 8 de agosto de 2020

LAS EVIDENCIAS DE NUESTRO LLAMAMIENTO: COLOSENSES 3:

 

LAS EVIDENCIAS DE NUESTRO LLAMAMIENTO:

COLOSENSES 3:

Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

No es suficiente que Cristo sea preeminente en el evangelio, la cruz, la creación y la Iglesia; también deben ser pre-eminentes en nuestra vida. Pablo afirma muy específicamente cómo debemos «practicar la preeminencia de Cristo».

I.       En Pureza Personal (Col.3:1–11):

«Sí, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad (fijad vuestra mente, vuestro afecto en) las cosas de arriba» (v. 1). En otras palabras, que su práctica terrenal sea digna de su posición celestial. Una vez estaban muertos en pecado (Ef. 2:1–3), pero ahora han muerto al pecado.

Cristo está en ustedes, la esperanza de gloria (1:27), y algún día pronto esa gloria se revelará (v. 4). En breve, dice Pablo, «¡vivan de acuerdo a lo que Cristo ha hecho por ustedes!». Este simple principio de vida cristiana es más poderoso que todas las reglas y regulaciones que los hombres pueden inventar. «Ustedes están completos en Él» (2:10); ahora vivan esa plenitud en la vida diaria.

Las religiones orientales, griegas y romanas dicen muy poco, o casi nada, respecto a la santidad personal. Una persona puede traer sacrificios, repetir rezos y oraciones, y después retirarse del altar e irse a cometer terribles pecados, y nadie pensará que es contradictorio. ¡Pero no es así en el cristianismo!

La nueva vida interna exige que vivamos una nueva vida externa. Puesto que hemos muerto con Cristo, debemos hacer morir (v. 5) la conducta impura (véase Rom. 6). «No vivan de la manera en que solían vivir», advierte Pablo, «en la manera en que viven los millares de inconversos. Cristo es su vida y ustedes han muerto con Él. Ahora, dejen que su vida se muestre a través de ustedes día tras día».

En los versículos 8–11 Pablo compara la nueva vida con cambiarse de vestidos: «Quítense los viejos pecados como se quitarían un vestido sucio y pónganse la nueva vida de santidad». Pero nótese que podemos hacer esto debido a que Cristo ya ha quitado el viejo hombre (v. 9); esto es, en Cristo el cuerpo de carne (la naturaleza pecaminosa) ha sido quitado mediante su verdadera circuncisión en la cruz (2:11).

La circuncisión física para el judío del AT., significaba entrar en una relación de pacto con Dios. Nuestra circuncisión espiritual en Cristo significa que la vieja naturaleza ha sido quitada y que ahora andamos en vida nueva.

II.     En El Compañerismo Cristiano (Col.3:12–17):

En Cristo no hay barreras (v. 11); somos uno en Él, y Él es Todo. Si Cristo es preeminente en nuestras vidas, podremos llevarnos bien con otros para su gloria. Si hay diferencias, la paz de Dios será el «árbitro» (que gobierne) en nuestros corazones según nos alimentamos en la Palabra y adoramos a Cristo.

El compañerismo cristiano en la iglesia local no se puede legislar por una constitución, aun cuando las constituciones son útiles; el verdadero compañerismo o comunión debe venir desde adentro, del corazón de los creyentes. Si un creyente está fuera de la comunión con otro creyente, es porque uno o ambos han abandonado la comunión con Dios. «Hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús», amonesta Pablo (v. 17).

Lea Santiago 4 y verá que las guerras y las rencillas vienen cuando los cristianos hacen cosas por razones egoístas y no para la gloria de Dios. Compare 3:15–18 con Efesios 5:18–22 y verá que ser lleno de la Palabra produce las mismas bendiciones como ser lleno con el Espíritu. Ser lleno con el Espíritu significa ser controlado por la Palabra.

III.    En El Hogar (Col.3:18–21):

El hogar debe ser el primer lugar donde empiece a trabajar nuestra fe. «Aprendan estos primero a ser piadosos para con su propia familia», ordena 1 Timoteo 5:4. Si la esposa toma su nutrición espiritual de Cristo, la Cabeza (2:19), será sumisa y obediente por causa de Él. Lea en Efesios 5.22ss y 1 Pedro 3 información adicional sobre este tema.

Por supuesto, el esposo también mostrará amor y ternura hacia su esposa y familia. La condición de cabeza del esposo en el hogar es un reflejo de la condición de Cabeza que es Cristo en la Iglesia, conforme a Efesios 5:23ss. Los hijos deben obedecer a sus padres por causa de Cristo, para agradar al Señor. Es triste cuando los hijos que profesan ser cristianos se rebelan contra sus padres y por lo tanto pecan contra Cristo y contra la Iglesia. Los hijos cristianos deben vivir a la altura de su elevada posición en Cristo como miembros de su cuerpo.

Qué bendiciones vendrían a nuestros hogares si cada miembro de la familia dijera: «Viviré cada día para agradar a Cristo y hacerle preeminente en todo». Habría menos egoísmo y más amor; menos impaciencia y más ternura; menos desperdicio de dinero en cosas necias y más vivir por las cosas que más importan.

IV.    En El Trabajo Diario (Col.3:22–4:16):

En los días de Pablo los esclavos eran parte de la familia, pero podemos aplicar las mismas verdades a los cristianos de hoy, sean empleados o patrones. Pablo recuerda a los siervos que tienen tanto amos según la carne como un Amo celestial, Cristo. El empleado cristiano debe trabajar para honrar y agradar a Cristo. «Sirviendo al ojo» (v. 22) significa trabajar cuando el patrón está observando. ¡Pero el Amo celestial siempre está vigilando! No debemos ser complacedores de hombres, sino complacedores de Cristo.

«Con corazón sincero» implica un corazón con una sola meta: honrar a Cristo. Qué bendición es saber que los empleados cristianos son en realidad ministros de Cristo mientras operan sus maquinarias, usan sus herramientas, conducen sus vehículos, o trabajan en cualquiera que sea la vocación que tienen.

El trabajo debe venir del corazón: «Hacedlo de corazón, como para el Señor». El trabajo a medias es un testimonio pobre. Al obrero infiel y de corazón a medias Cristo lo juzgará cuando Él vuelva, de modo que nos conviene hacer lo mejor que podamos por amor a Cristo. Los patrones deben conducir sus asuntos como cristianos. No es correcto que el patrón cristiano trate mal a sus obreros cristianos porque todos están en Cristo.

Debe darles lo que es justo y equitativo. En estos días de contratos sindicales, las regulaciones del gobierno y las condiciones económicas competitivas, para el empleador cristiano es un desafío darle a Cristo el primer lugar en sus negocios, pero Dios promete honrar al creyente que así lo hace. Si el empleador pone a Cristo primero y le da preeminencia, podrá presentarse ante su Amo con un corazón limpio.

Demasiados cristianos se regocijan en las grandes doctrinas de los capítulos 1–2, pero ignoran los deberes de los capítulos 3–4. El creyente que vive una vida superficial y desobediente realmente no cree en la toda suficiencia de Cristo. Cuando el cristiano depende de la Cabeza (su Salvador resucitado y glorificado) para su nutrición, dirección y sabiduría, descubrirá la vida cristiana madura en su plenitud.

Clase Para El Miércoles:

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.


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