sábado, 8 de agosto de 2020

ELÍAS HUYE A HOREB: 1 REYES 19:

 

ELÍAS HUYE A HOREB:

1 REYES 19:

Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

¡Qué contraste tenemos aquí con la escena de victoria en el capítulo 18! Cuán a menudo nuestras pruebas más grandes vienen a continuación de nuestras más grandes bendiciones. Aquí el hombre de fe retira sus ojos del Señor y se convierte en un hombre de temor; sin embargo, a pesar de los fracaso de Elías, Dios tiernamente trata con su siervo.

I.       Dios Refresca a Elías (1 R. 19:1–8):

Santiago 5:17 nos recuerda que Elías era un hombre «con pasiones semejantes», un hombre de barro sujeto a las mismas pruebas y fracasos como cualquier creyente. ¡Qué extraño que Elías se enfrentara a ochocientos cincuenta encolerizados profetas y no tuviera miedo, para luego huir ante las amenazas de una mujer! Es cierto que había un motivo físico para su fracaso:

·      La gran competencia en el monte Carmelo agotó a Elías y le dejó exhausto emocionalmente.

Los cristianos harían bien en cuidar mejor sus cuerpos, en especial después de los períodos de intenso ministerio y sacrificio (comp. Mr. 6:31). Pero la principal causa para el fracaso de Elías fue espiritual:

Ø Vio a Jezabel y no miró al Señor;

Ø Escuchó las amenazas de ella y se olvidó de esperar en las promesas de Dios.

Esperó la orden de Dios en cada paso que dio (17:2, 8; 18:1, 36), pero ahora su temor le llevó a la impaciencia y está a la desobediencia (Is. 28:16). Ya no arriesgaba más su vida para la gloria de Dios; antes bien, trataba de salvarla por causa de sí mismo.

Dios ordena los pasos de un hombre bueno (Salm. 37:23), pero los del profeta incrédulo y desobediente sólo lo llevan a peores problemas. Elías huyó a Judá, se olvidó de que la hija de Acab reinaba allí con Joram (2 R. 8:16–18). Viajó más de ciento treinta kilómetros a un peligro mayor. Deseando estar solo con su abatimiento, Elías dejó a su criado allí y se fue al desierto. Es mejor que un hombre camine con otro, porque «no es bueno que el hombre esté solo».

Por lo general, la soledad y el abatimiento van juntos. Exhausto física y emocionalmente, Elías se acostó para dormir, y su «oración junto a la cama» fue: «¡Quítame la vidaMoisés elevó esta oración en un momento de gran desaliento (Núm. 11:15) y también Jonás (Jon. 4:3). Elías tenía sus ojos puestos en sí mismo y lo que hizo (o no hizo), en vez de mirar al Señor.

Con cuánta gracia el Señor refresca a su siervo. El Señor sabía que Elías necesitaba alimento y descanso, así como un despertamiento espiritual. Elías comió y luego se volvió a dormir. No vemos evidencia de arrepentimiento ni confesión de pecado; parece como si se hubiera dado por vencido. De modo que Dios le alimentó por segunda vez y en esta ocasión Elías se levantó y volvió a emprender su camino. La mano del Señor le guió al monte Horeb, en donde Moisés recibió el llamamiento de Dios (Éx. 3) y donde se dio la ley. Es alentador saber que aun cuando el hijo de Dios anda descarriado y desanimado, Dios lo cuida en su gracia.

II.     Dios Reprende a Elías (1 R. 19:9–18):

La palabra de Dios vino a Elías en la cueva (v. 9). «¿Qué haces aquí?», es una buena pregunta para hacérnosla en cualquier momento. La respuesta de Elías reveló de nuevo el desaliento de su corazón; se sentía como si fuera el único fiel al Señor en Israel. En lugar de confesar su orgullo y deseo de vindicación personal, Elías sigue discutiendo su caso ante el Señor, así que Dios tuvo que usar otros medios para enseñarle y traerlo al lugar de sumisión.

¿Por qué Dios envió el viento, el terremoto y el fuego? Por un lado, le enseñaba al desalentado profeta que Él tiene muchos instrumentos disponibles a su alcance. A Dios no le faltan siervos obedientes en toda la naturaleza (Salm. 148:1–10); sin embargo, los hombres hechos a imagen de Dios no le obedecen. Qué reprensión debe haber sido esta para el descarriado profeta. Es más, cuando «el silbo apacible y delicado» vino después de la tormenta, Dios le mostró a Elías que su trabajo no siempre se hace de una manera grande y ruidosa.

Los milagros del monte Carmelo fueron maravillosos, pero la obra espiritual duradera en la nación debía lograrse por la Palabra de Dios obrando en silencio en los corazones del pueblo. Elías quería que se hiciera algo sonoro y grande, pero algunas veces Dios prefiere lo apacible y pequeño. No nos toca a nosotros dictarle a Dios qué métodos debe usar. Nuestro deber es sólo confiar y obedecer.

«¡Regresa!», fue la palabra de Dios al profeta después que este trató de defenderse por segunda vez (vv. 14–15). Dios le da otra oportunidad de servir ungiendo a Hazael como el nuevo rey de Siria, a Jehú como el nuevo rey de Israel y a Elíseo como el nuevo profeta. Dios le estaba diciendo a Elías: «Deja de quejarte y lamentarte por lo que te parecen fracasos. Vuelve a tu trabajo». Esto es sin duda un buen consejo.

III.    Dios Reemplaza a Elías (1 R. 19:19–21):

Es maravillosa la manera en que Dios animó a Elías asegurándole que había siete mil creyentes fieles en la tierra. Nos preguntamos dónde estaban esos creyentes cuando Elías se levantó solo en el monte Carmelo. Nunca sabemos cuánto bien nuestro trabajo ha hecho, pero Dios sí lo sabe, y eso es todo lo que importa:

·      El ministerio de Elías se acercaba a su fin;

·      Tenía que escoger a su sucesor y prepararlo para que continuara la tarea de proclamar la Palabra de Dios.

Esto también fue un estímulo para Elías, porque ahora sabía que su trabajo continuaría incluso después de su partida. Hay una lección práctica para nosotros aquí:

Ø Sí esperamos que el Señor nos dé su mensaje por su Palabra y no salimos huyendo,

Ø Él nos dará el aliento que necesitamos.

El primer paso de Elías fue nombrar a Elíseo como su sucesor. Lo hizo al echar sobre Elíseo su manto (o túnica exterior), mientras este araba en el campo. Este acto simbolizaba el hecho de que Elíseo sería un profeta con el mismo poder y autoridad de Elías. Elíseo quiso despedirse de sus seres queridos y esto se le permitió aun cuando en la mayoría de los hogares tales despedidas hubieran tomado varios días.

Véase Lucas 9:61–62. Cuando Dios nos llama, es importante que sigamos al momento y que no pongamos a otros por delante de Él.

El hecho de que Elíseo mató los bueyes y usó sus implementos como leña indica cuán definitivamente rompía con el pasado. Estaba «quemando los puentes detrás de sí», por así decirlo. En la fiesta participaron los amigos del vecindario tanto como la familia de Elíseo; todos vinieron a desearle que le fuera bien en su nuevo llamamiento. Pero una vez finalizada la fiesta, Elíseo se levantó y siguió a su maestro y le ministró.

Elías no ungió a Hazael; Elíseo lo hizo más tarde (2 R. 8:8–15). Fue también Elíseo el que ungió a Jehú (2 R. 9:1–10). Sin embargo, puesto que Elías ungió a Elíseo, indirectamente ungió a los otros. Debido a que Eliseo contaba con la ayuda de otros once hombres al arar (quizás los criados de su padre, v. 19), sugiere que procedía de una familia acomodada. ¿Ha notado en la Biblia que por lo general Dios llama a personas muy ocupadas?

v Moisés estaba pastoreando las ovejas;

v Gedeón estaba trillando el trigo;

v Pedro, Santiago y Juan estaban muy atareados en su negocio de pesca;

v Nehemías era el copero del rey.

Dios no tiene lugar para gente ociosa.

Sin duda, Eliseo dio muestra de fe y rendición al dejar a su familia y hogar, y la riqueza que tal vez heredaría.

Permaneció en un segundo plano hasta la ascensión de Elías (2 R. 2), en cuyo momento asumió el ministerio:

Ø El ministerio de Elías fue de «terremoto, fuego y viento»;

Ø Pero Elíseo ministraría como «el silbo apacible y delicado».

Por supuesto, también habría juicios en su ministerio ya que el pecado siempre debe juzgarse.

Esta experiencia en la vida de Elías es una buena advertencia contra el desaliento y el desánimo. Cuando sintamos que no hemos logrado nada, Dios nos revela que nos ha usado más de lo que nos damos cuenta. Es peligroso pensar que somos los únicos que tenemos la verdad.

Por supuesto, hubiera sido mejor si los siete mil «ocultos» hubieran asumido su posición junto con el profeta. Es probable que la actitud de amargura de Elías acortara su ministerio. La mejor solución para el desaliento está en Isaías 40:31: Esperar en el Señor.

Estudios para el Domingo.

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.



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