sábado, 22 de agosto de 2020

REINADO DE: OCOZÍAS Y JORAM: MINISTERIO DE: Elías & Eliseo: 2 REYES 1–4:

 

2 Reyes:

REINADO DE: OCOZÍAS Y JORAM:

MINISTERIO DE: Elías & Eliseo:

2 REYES 1–4:

Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

Los ministerios de Elías y Eliseo a menudo se han puesto en contraste.

Elías fue un profeta fogoso que aparecía de súbito y con dramatismo, mientras que Eliseo fue un profeta pastor que ministró a la gente de una manera personal.

Elías pertenecía a las escabrosas montañas, Eliseo a los pacíficos valles.

Elías fue un siervo solitario, mientras que Eliseo disfrutaba del compañerismo con la gente.

En general, Elías fue un profeta de juicio que procuró hacer volver a la nación a Dios, mientras que Eliseo fue un ministro de gracia que llamó a «un remanente» antes de que la nación fuera destruida.

I.       Eliseo Sucede a Elías (1–2):

 

A. El Juicio De Fuego (Capítulo 1).

Los últimos tres versículos de 1 Reyes 22 nos informan que el rey Ocozías era un hombre malo cuyo corazón no se conmovió ante los recientes juicios de Dios. Ahora vemos que ni la rebelión de Moab ni las heridas por su caída hicieron que Ocozías se arrepintiera. Es más, incluso envió a preguntar a los dioses paganos si sobreviviría o no.

El Señor instruyó a Elías que enviara a los mensajeros de regreso con el mensaje verdadero del Señor: el rey moriría. Entonces Elías partió; véase en Juan 12:35–36 un paralelo del NT. Antes que someterse al Dios de Elías, el rey trató de matar al profeta, pero fuego del cielo consumió a sus hombres.

Este juicio vino del Señor. Elías no lo hizo. El motivo del profeta era glorificar a Dios; véase en Lucas 9:51–56 un mal uso de este suceso por parte de los discípulos.

La tercera compañía de soldados se humilló (por miedo, no por fe) y Dios los aceptó. Sin temor, Elías le dio al rey su mensaje de ruina, y el rey murió.

 

B. El Carro De Fuego (Capítulo 2).

En 1 Reyes 19:20 Eliseo prometió seguir a Elías fielmente; y esto lo hizo a pesar de las oportunidad para dejarlo. Había servido a su amo alrededor de diez años cuando le se le dijo a Elías que iba a dejarlo. Si Eliseo hubiera tomado el camino fácil y se hubiera quedado atrás, se hubiera perdido toda la bendición de los versículos 9–15. Vale la pena ser fiel a su llamamiento.

En cuanto a la «doble porción» del versículo 9, véase Deuteronomio 21:17. Años antes Elías quiso morir en el desierto. Qué maravilloso que Dios no honró su petición. En lugar de eso, el profeta fue llevado al cielo en un torbellino. Dios siempre da lo mejor a los que le dejan a Él la elección.

Debido a que Eliseo vio su amor partiendo y glorificado, recibió una doble porción del Espíritu. En el versículo 12 Eliseo compara a Elías con los ejércitos de

Israel: él era más importante para la seguridad de la nación que los caballos y carros. Véase también 13:14. Eliseo tomó el manto de Elías (véase 1 R. 19:19) y se atrevió a confiar en Dios para hacer lo imposible. Es una cosa cruzar el Jordán con Elías, pero otra muy diferente marchar por fe por uno mismo. Cuando usted confía en «el Señor Dios de Elías», no necesita a Elías también. Este primer milagro les demostró a los jóvenes en la escuela de profetas que Eliseo era en verdad el profeta de Dios y le honraron.

Sin embargo, no estaban seguros de a dónde se había ido Elías realmente. Los versículos 16–18 nos narran su incredulidad y necedad. Es una ilustración de la gente de hoy que duda de la resurrección y ascensión corporal de Cristo y de quienes cuestionan el futuro Arrebatamiento de los santos. La sanidad de las aguas por la sal es un contraste marcado al milagro de Elías de detener la lluvia tres años y medio.

Los versículos 23–25 han sido enigma para la gente. Tenga presente que estos eran jóvenes, no niños, y por consiguiente eran responsables de sus acciones. Bet-el era un foco de idolatría (1 R. 12:28–33); este lugar sagrado fue profanado y los jóvenes en realidad ridiculizaban la Palabra de Dios y a los siervos de Dios. El hecho de que cuarenta y dos de ellos anduvieran juntos sugiere un plan organizado.

Llamar al profeta «calvo» era una de las formas más bajas de insultar y la palabra «sube» señala la manera en que ridiculizaban el arrebatamiento de Elías al cielo.

Los osos los destrozaron, pero no sabemos si alguno de los jóvenes murió. Fue una reprensión divina sobre la actitud ligera de hombres malos que debían saber más.

II.     Eliseo Salva a La Nación (Capítulo 3)

Fue un pecado que Josafat de Judá se aliara con el perverso hijo de Acab, pero lo hizo. Los dos se aliaron a Edom (otro enemigo) para luchar contra los moabitas. Joram de Israel tuvo que unirse con Judá y Edom debido a que sus ejércitos tenían que cruzar sus tierras para atacar a Moab.

Es triste, pero su jornada fue un fracaso y se les acabó el agua. Josafat acudió a Eliseo y al Señor, y el profeta reconoció al descendiente de David, pero rehusó reconocer al impío heredero de Acab (vv. 13–14). Dios proveyó milagrosamente agua de las zanjas que cavaron y también hizo huir al enemigo delante de ellos.

El relato termina con una nota extraña; el impotente rey de Moab ofreció a su hijo en holocausto, y Judá y Edom se indignaron tanto contra Israel (Joram) que se retiraron de la batalla y se fueron. Para empezar, no debían haberse aliado a Joram. Fue el fiel profeta de Dios, no el rey malvado, quien salvó a la nación.

III.    Eliseo Sirve Al Pueblo (Capítulo 4):

Durante sus «años ocultos» Elías ayudó al pueblo, pero esto no fue su principal ministerio. Elías fue fundamentalmente un profeta de fuego; Eliseo fue un «pastor» y ministró a la gente. Vemos varios milagros que realizó para ayudar a los necesitados.

A. La Viuda De Un Profeta (vv. 1–7).

Véase Levítico 25:39–46. Los judíos no estaban mostrando misericordia recíproca ni obedeciendo las leyes del AT., con respecto a la deuda. Dios toma lo que tenemos y lo usa para suplir la necesidad si confiamos en Él (Éx. 4:2). «Cerrar la puerta» nos recuerda a Mateo 6:6; nótese: que Eliseo a menudo «cerraba la puerta» cuando pedía la ayuda de Dios (vv. 21, 33).

Dios llenó tantas vasijas como la viuda tuvo fe para traer y los que le prestaron las vasijas también deben haberse beneficiado. «Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta» (Filp. 4:19).

 

B. La Sunamita (vv. 8–37).

Aquí aparecen dos milagros:

·      Dios le dio a la mujer un hijo cuando su esposo ya era viejo, y

·      Dios le devolvió la vida al muchacho cuando murió.

Sunem estaba más o menos a doce kilómetros del Carmelo.

Eliseo pasaba a menudo por esta casa; finalmente lo invitaron a partir el pan con los esposos. Vemos aquí que el profeta, a diferencia de Elías, se inclinaba a socializar. Podemos ver aquí un paralelo entre Juan el Bautista y Cristo:

Ø Juan era como Elías, vivía solo;

Ø Pero Cristo era como Eliseo, visitaba los hogares y disfrutaba al comer con la gente.

La mujer tenía verdaderos valores espirituales, porque hizo una habitación especial en el terrado para el profeta visitante: la «cámara del profeta». Para recompensarla, Dios le dio un hijo. Pero el hijo se enfermó en el campo (¿insolación?) y lo llevaron muerto a la casa. Sin embargo, la madre no se desesperó; de inmediato partió hacia el Carmelo a buscar al profeta.

No quiso tratar con Giezi, el criado del profeta, y cuando el criado trató de resucitar al muchacho, fracasó. Quizás se debió a la codicia que ya anidaba en su corazón y que se manifestó más tarde (5:20ss).

 

Nótese: que Giezi incluso trató de librarse de ella (v. 27; véanse Mt. 14:15 y 15:23).

Eliseo mismo tuvo que hacer el viaje para levantar al muchacho. El versículo 34 es una hermosa ilustración del esfuerzo y amor que se requiere para ganar un alma, porque Eliseo «murió» con el muchacho mientras oraba por él. Véase 1 R. 17:21ss.

 

C. La Escuela De Profetas (vv. 38–44).

Esta tal vez la inició Samuel (1 Sam. 10:10) y la continuó Elías (1 R. 20:35). No todos los jóvenes eran hombres de fe y es posible que había «escuelas apóstatas» rivales en la tierra; véase 2:23–25. El hambre en la tierra significa falta de alimento, de modo que los jóvenes predicadores estaban haciendo un guisado. Uno de los estudiantes estaba insatisfecho con el menú, de modo que fue a buscar algunas verduras para mejorarlo. Ninguno de los otros sabía lo suficiente en cuanto a comida como para rechazar las hierbas venenosas que trajo. El sabor les advirtió del peligro y su oración hizo que Eliseo interviniera: añadió la harina y sanó el potaje. Triste como suena, en muchas universidades, «escuelas de profetas» e incluso en algunas iglesias, hay «muerte en la olla». Lo único que curará la dieta venenosa es el alimento puro de la Palabra de Dios.

En los versículos 42–44 hallamos otro problema: había buen alimento a mano, pero no el suficiente. Eliseo multiplicó la comida para saciar las necesidades de todos los hombres. Véase Juan 6. Sin duda, Eliseo el profeta fue un hombre de milagros. Sin importar la necesidad, Dios pudo obrar por medio de él y satisfacerla. Dios «es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos» (Heb. 13:8). ¡Confiemos en Él!

Estudios para el Domingo.

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.


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