Parte I:
Jesús Promete
Enviar Al Espíritu Santo.
(Juan 14:26; 15:26; 16:7–15)
“Si me amáis,
guardad mis mandamientos… Y yo rogaré al Padre,
y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:… el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir,
porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con
vosotros, y estará en vosotros… No os dejaré
huérfanos; vendré a vosotros… Todavía un poco, y
el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros
también viviréis… En aquel día vosotros
conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros…
El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el
que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me
manifestaré a él…”.
(Juan 14:26;
15:26; 16:7–15)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Introducción:
En este pasaje se
presenta la primera de una serie de referencias al ministerio del Espíritu
Santo:
Ø Juan 14:26, “Consolador[1]”;
Ø Juan 15:26, “Consolador”;
Ø Juan 16:7–15, “Consolador”:
· Su morada en los discípulos explica el
significado de “no os dejaré huérfanos”, y
· aseguraría el cumplimiento de la
promesa de que ellos harían “mayores obras”.
La mitad del capítulo se encuentra en
esta sección, y por razón de los distintos temas mencionados, muchos
comentaristas la dividen en dos o tres partes. Sin embargo, hemos optado por la
división que emplea la RVA., porque, aunque el Espíritu[2] Santo[3] se menciona explícitamente en sólo
tres versículos (16, 17, 26), su
ministerio en relación con la partida de Jesús corre a través del pasaje.
NOTA: Juan 14:16: Otro Consolador, O Ayudador: El Espíritu Santo es llamado así (gr., paracleto,
como también en 14:26; 15:26; 16:7). En la raíz de
este vocablo griego, están las ideas de aconsejar, exhortar, confortar,
fortificar, interceder y animar. El único otro lugar del Nuevo Testamento en
que sale esta palabra es en 1 Juan 2:1, donde
se aplica a Cristo y se traduce “abogado”.
Aquí y en los demás pasajes de Juan, citado arriba,
Cristo enseña que el Espíritu Santo:
1) Habitará
en los cristianos (vv.16-17);
2) Ayudará a los discípulos a recordar los acontecimientos
de su vida (v.26);
3) Convencerá
al mundo de pecado, de justicia y de juicio (16:7-11); y
4) Enseñará la
verdad a los creyentes (15:26; 16:13-15).
I. Acerca Del Espíritu Santo. Juan 14:15-26:
La forma del verbo amáis (v. 15), traducido en la RVA., como en
el modo indicativo, en el griego admite tres clasificaciones:
Ø el indicativo,
Ø el subjuntivo, o
Ø el imperativo activo en el tiempo presente.
La partícula griega condicional,
traducida Si, con que se inicia la cláusula normalmente requiere un verbo en el
modo subjuntivo y describe una condición futura más probable; por eso
clasificamos el verbo como subjuntivo.
Jesús confiaba que, habiendo salido ya
Judas Iscariote, los demás lo amarían. El verbo amáis está en el tiempo
presente con énfasis en acción continua y describe un estilo de vida.
Además, el verbo guardaréis, según el
mejor texto griego, se clasifica como del modo indicativo y tiempo futuro. Sin embargo, hay una variante que lo
escribe como un imperativo en el tiempo aoristo: “guardad”.
El pronombre posesivo de mis mandamientos es enfático. Este concepto se repite
y se amplía en el v. 21.
Algunos interpretan este versículo en
relación con el versículo anterior, o el que sigue, o con 14:1.
Por ejemplo, Marcus Dods ve en el v. 15 que el amor y obediencia de parte
de los discípulos son condiciones para la promesa pronunciada por Jesús en el
siguiente.
Brown sigue esta idea y aplica la
partícula condicional Si a ambos verbos del v. 15 y considera el versículo siguiente como la apódosis: “entonces yo
le pediré…”.
Plummer y otros consideran que este
versículo es la condición para la eficacia de la oración “en mi nombre” (v. 14).
Parece que Jesús está diciendo que si
realmente existe un amor sincero de parte de los discípulos, la manifestación
concreta naturalmente será la obediencia de sus mandatos. Por otro lado, la
motivación para la obediencia de parte del creyente no debe ser el temor, o el
sentido de obligación, sino el amor que surge de un corazón agradecido.
Es fácil decir “te amo”, pero sólo decirlo no
satisface las exigencias del Señor. Como
dice el refrán: “Del dicho al hecho hay mucho
trecho”.
Habiendo presentado la parte que
correspondía a los discípulos en el versículo anterior, ahora, v. 16, Jesús promete lo que él mismo
hará. Si ellos hacen su parte en la tierra, Jesús haría la suya en el cielo. El
pronombre yo es doblemente enfático y se ubica en contraste a “vosotros” en
el anterior.
Morris observa que aquí tenemos la
primera vez en este Evangelio que Jesús emplea el verbo traducido rogaré, el
cual lo usan generalmente los discípulos que hacen preguntas.
Plummer comenta que este verbo
normalmente se usa entre personas de igual jerarquía, como en este caso.
Trench agrega que en el NT., no hay un
solo caso de un creyente que haya usado este verbo en su oración a Dios, o de
una criatura que se haya dirigido a su Creador. Jesús confía que el Padre oirá
y contestará su pedido. Lit. El texto
griego dice: “y otro Consolador dará a vosotros”.
Este arreglo muestra que el énfasis recae sobre el pronombre otro.
El pronombre otro está en el género
masculino y significa literalmente “otro de la misma clase” (allos G243). En el griego hay otro pronombre
que se traduce “otro”
(eteros G2087), pero con el significado de
“otro de una
clase distinta”. La referencia es a otro que cumplirá el rol
realizado por Jesús durante los tres años de su ministerio terrenal.
Jesús los dejaría en su forma física y
visible, pero no sería un abandono total, porque el Espíritu Santo vendría a
suplir esa ausencia, y con ventajas. Jesús estaba limitado a un lugar a la vez,
pero ese límite no se aplicaría al “otro Consolador”.
Jesús normalmente estaba “con”
los discípulos, pero el Espíritu Santo moraría “dentro” de ellos. Jesús estuvo
con los discípulos por un tiempo limitado, aproximadamente tres años, pero el
Consolador estaría con ellos para siempre.
El término Consolador traduce un vocablo
(paracletos[1]
G3875) que ofrece varias
aplicaciones. Debemos mantener en mente la relación que se establece con Jesús
y su ministerio al decir otro Consolador. Este título se usa cinco veces en el
NT., cuatro de ellas en este Evangelio cuando Jesús se refiere al Espíritu Santo
(14:16, 26; 15:26; 16:7).
En 1 Juan 2:1 se traduce como “abogado”:
· El término traduce una palabra
compuesta de una preposición para G3844, “al lado de”,
y
· el adjetivo kletos
G2822, derivado del verbo kaleo G2564 que significa “llamar”.
Cristo, Nuestro
Abogado:
“Hijitos míos,
estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado
tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”.
(1 Jn. 2:1)
Algunas
versiones, en vez de intentar una traducción, sencillamente presentan una
transliteración: “Paracleto”. El término
significa literalmente “uno llamado al lado de otro para socorrer”. A
veces se traduce “abogado” porque este término se usaba
antiguamente de uno llamado para ayudar en una
corte de justicia, especialmente en la defensa de una persona acusada.
Plummer afirma que siempre cuando se usa
este término en el Evangelio, la idea de rogar, argumentar, convencer e
instruir es prominente. Todos estos conceptos describen el ministerio de Cristo
en el cielo y el amplio ministerio del Espíritu Santo en relación con los
creyentes en el mundo. Siendo así, debemos buscar un término que se puede
aplicar igualmente a Cristo y al Espíritu Santo.
El parakletos En el Evangelio de Juan se usa la palabra parakletos
para referirse al Espíritu Santo (14:16, 26; 15:26). La palabra es traducida “Consolador” en RVA., la
RVR-1995 y la NVI. Es traducida “Defensor” en la DHH.
William Barclay dice que hoy día las
palabras “consolador”
y “confortar”
no dan la suficiente profundidad al significado de la palabra original. “La función del
Espíritu Santo es la de llenar a una persona con aquel Espíritu de poder y de
coraje que le darán la capacidad para afrontar triunfantemente la vida”.
La
palabra parakletos quiere decir: “uno que es llamado a estar al lado” de otro. Jesús agrega
aspectos adicionales de la función del parakletos:
· En 14:16, 17 es el
“Espíritu de verdad”;
· en 15: 26 es el “Espíritu de verdad” que
da testimonio de Cristo; y
· en 16:7 afirma que el
Espíritu vendrá cuando él se haya ido a su Padre.
El Espíritu Santo es la presencia
constante de Cristo para ayudar, iluminar, fortalecer, y exhortar al creyente.
En
20:22
el Jesús resucitado aparece a sus
discípulos. Su misión no es solamente consolarlos, sino también fortalecerlos para su ministerio: “Como me ha enviado el Padre, así también yo os envío”.
Y entonces sopló y dijo:
“Recibid el Espíritu Santo” (20:21, 22). Sin su poder,
dirección y fortaleza sería imposible cumplir su misión. Es interesante que
tanto en el hebreo como en el griego la misma palabra signifique “soplo”
y “Espíritu”.
Su presencia es activa y continúa moviéndose e influyendo en nuestra vida.
Muchos comentaristas opinan que no hay
un término en castellano que exprese adecuadamente el vocablo griego.
Como bien observa Morris, el término
Consolador, en nuestros días, no capta bien la amplia esencia de “Paracleto”.
Algunos justifican el uso del término Consolador por pensar que se deriva
de un verbo de latín que originalmente significaba “fortalecer”.
Sin embargo, Vincent cita la obra de
Lightfoot en la cual él rechaza ese origen y dice que el uso del término se
debe más bien a un error gramatical. En todo caso el ministerio del Espíritu
Santo no es esencialmente el de traer consuelo al creyente, sino de
representarlo delante del Padre y socorrerlo en la tarea de extender el reino
de Dios. Por eso, muchas versiones emplean el término “Abogado”.
Lindars menciona cinco términos que se
han empleado para traducir el griego: Abogado, Intercesor, Ayudante, Consolador
y Consejero. Cada uno de estos términos subraya un aspecto del ministerio del
Espíritu Santo, pero ninguno capta toda la dimensión de su función en todas las
referencias del NT. El uso cada vez más frecuente del término “Paracleto”
parece representar la mejor opción.
Jesús
procede a describir (v. 17) la naturaleza y función del Espíritu Santo. La RVR-1960
sigue más literalmente el texto griego al omitir Este es, mientras que la RVA.,
lo agrega para completar el sentido de la frase. La expresión de verdad
generalmente se considera como un genitivo descriptivo, indicando la naturaleza
esencial del Espíritu. A través de las Escrituras tanto el Padre como el Hijo
están asociados e identificados con el concepto de la verdad, en su naturaleza
esencial y como su fuente absoluta (ver 14:6; 4:23 ss.).
Brown opina que la expresión de verdad
podría ser un genitivo objetivo, con la idea de que el Espíritu comunica la
verdad (16:13), o podría tener un matiz
de aposición con la idea de que “el Espíritu es la verdad” (1 Jn. 5:6). En
todas estas opciones, cabe bien el término “abogado”.
Hay
dos pasajes más en Juan que lo describen como:
Ø el Espíritu de verdad (15:26; 16:13);
Ø luego se describe en contraste con “el espíritu de error”
(1 Jn. 4:6; ver 1 Cor. 2:12).
Lindars y Morris nos informan que esta
última cita es casi idéntica a la referencia de la doctrina de los “Dos Espíritus”
en los Rollos del Mar Muerto.
Juan dice categóricamente que el mundo (ver 1:9), es decir, los que rechazan a
Cristo, no puede recibir al Paracleto. Jesús explica la razón por esta imposibilidad: es
que no lo ve ni lo conoce. Para los del mundo, la única realidad es
lo que pueden ver y tocar. En vez de no lo ve sería mejor “no lo contempla”, o “no está
contemplándolo”. El sentido de ni lo conoce es que “ni lo
reconocen, ni lo disciernen” (ver 1 Cor. 2:14).
Los pronombres quien y lo, en el griego, son de género
neutro porque se refieren al Espíritu (género
neutro en griego), pero en otros pasajes se refiere al Espíritu con
pronombres masculinos (ver 15:26; 16:7, 8, 13, 14).
El pronombre Vosotros, en la posición
enfática, hace un contraste marcado con el mundo. Lo que el mundo no puede, ellos
(vosotros) sí pueden.
Jesús
ofrece dos razones por las cuales los discípulos tienen, o tendrán después de
Pentecostés, un conocimiento íntimo y personal del Espíritu Santo:
Ø Porque permanece
con vosotros, y
Ø está en vosotros.
Los dos verbos, permanece y está, enfatizan la presencia
personal e ininterrumpida del Espíritu en dos
maneras:
· Por el significado esencial de los verbos y
por el tiempo presente de ambos.
Las
dos preposiciones enfatizan la relación íntima
del Espíritu con los discípulos:
Ø Con tiene el sentido de “al
lado de”, la misma que se emplea en “Paracleto“;
Ø en enfatiza la morada
dentro de cada creyente y dentro del
conjunto de creyentes, la iglesia.
Esta
preposición introduce un nuevo concepto: la morada
del Espíritu Santo en la vida del creyente. Esta es una de las razones
para el dicho de Jesús:
· “Os conviene que yo me
vaya” (16:7), y
· ayuda a explicar la promesa de “y mayores que estas
hará, porque yo voy al Padre” (14:12).
Habiendo afirmado que el mundo no puede
recibir, ni conocer, al Espíritu Santo, Jesús procede a asegurarles a los
discípulos que no los dejará, término fuerte que significa “abandonar”.
Además, explica cómo se manifestará a
ellos en el futuro (vv. 18–24). Él
había hablado tanto de su salida del mundo e ida al Padre (ver 13:33, 36; 14:12
ss.) que ellos estaban dudando de un futuro cuando quedarían sin él. No os dejaré huérfanos es una
promesa concreta para calmar sus temores.
El término huérfanos, usado aquí en el sentido figurado, pero una vez en el
sentido literal (Stg. 1:27), es la transliteración del término griego y
significa “sin
padres”. Jesús había llamado a los discípulos “hijitos” (13:33), ocupando el
puesto de su padre espiritual.
Vincent indica las maneras en que Jesús
cumple su promesa:
Ø No fueron dejados sin una regla de
vida (13:34),
Ø ni sin un ejemplo (13:15),
Ø ni sin un motivo (14:15),
Ø ni sin fruto (15:5);
Ø ni sin advertencia (15:2, 6),
Ø ni sin consuelo (14:18),
Ø ni sin recompensa (14:2).
La promesa de volveré se traduce mejor “vengo, o estoy
viniendo”, pues es un verbo en el tiempo presente, aunque se refiere
al futuro inmediato.
Los
comentaristas están divididos en cuanto al significado de la promesa volveré:
· algunos opinan que se refiere a la
resurrección y/o la segunda venida
(14:3),
· pero otros, basados en los vv. 21, 23 y
Mateo 28:20, opinan que se refiere a la venida del
Espíritu Santo.
NOTA:
Una Verdad Que Muchos Cristianos-Evangélico Han Olvidado: Juan 14:17:
¿Por
qué?
Siempre
decimos ven Espíritu Mora en mí [Otros
dicen: “Bien Venido Espíritu Santo”, no hay
convicción que al haber creído en Cristo, Él viene a morar en la vida del
creyente a eso apunto] eso indica que no saben o desconocen también, el
apóstol Pablo lo confirma Él vive en nuestras vidas todo el tiempo de nuestras
existencia en esta tierra. Primera de Corintios 6:19 “vuestro cuerpo es templo” [agudo
contraste con el templo de Afrodita en Corinto, donde las sacerdotisas eran
prostitutas], desde el momento que hemos aceptado [creído] a Cristo como nuestro Salvador y Señor.
Jesús Lo Dijo:
“el Espíritu
de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce;
pero vosotros le conocéis, porque mora[4] con
vosotros, y estará en vosotros”. (Jn. 14:17)
14:17ss Los siguientes capítulos enseñan
estas verdades acerca del Espíritu Santo:
· estará con nosotros para siempre (14:16);
· el mundo en general no puede recibirlo (14:17);
· mora con nosotros y está en nosotros (14:17);
· nos enseña (14:26);
· nos recuerda las palabras de Jesús (14:26;
15:26);
· nos convence de pecado, nos muestra la justicia de
Dios y anuncia que Dios juzgará la maldad (16:8);
· nos guía a la verdad y nos comunica las cosas que vendrán (16:13);
· glorifica a Cristo (16:14).
El
Espíritu Santo se ha mantenido activo entre las personas desde el principio de
los tiempos, pero después de Pentecostés (Hechos 2) vino a vivir en todos los
creyentes. Hay muchas personas que no se percatan de las actividades del
Espíritu Santo; pero a quienes oyen las palabras de Cristo y entienden el poder
del Espíritu, Él les da una manera totalmente nueva de ver la vida.
Juan 14:17: MORA
CON VOSOTROS, Y ESTARÁ EN VOSOTROS: El Espíritu Santo estaba activo
en tiempos del Antiguo Testamento, pero su morada en las vidas de los creyentes
después de Pentecostés se diferencia en que:
1) Es permanente,
y
2) Es verdadero respecto de todo creyente individual.
En
el v. 19,
Jesús se refiere a su salida física e inminente del mundo, después de la cual
el mundo, que no tiene percepción espiritual, no podría verlo más, pero los
discípulos lo verían.
La interpretación del versículo anterior
determina el significado de pero vosotros me veréis. Jesús se refiere a un
evento futuro me
veréis, pero con el verbo en el tiempo presente, literalmente “me estáis
contemplando”. La referencia es a su resurrección, o a la venida del
Espíritu Santo.
Nótese:
el contraste marcado que se establece entre el mundo y vosotros,
ambos términos en una posición enfática.
Con
la conjunción causal Porque, Jesús explica la base de nuestra esperanza de
vida: su
propia victoria
sobre la muerte en la resurrección.
Nótese: otra vez el contraste marcado entre los dos
pronombres yo y vosotros,
ambos en una posición enfática. Lo que hizo
Jesús tiene implicaciones para sus seguidores en todos los siglos.
La
expresión en aquel día (v. 20) es ambigua, pero solo dos opciones surgen: se
refiere a la resurrección o a Pentecostés. El énfasis en este versículo
recae sobre la triple relación mutua entre:
Ø Jesús,
Ø el Padre, y
Ø los discípulos.
Morris opina que Jesús se refiere a lo
que pasaría en el día de la resurrección, pero no hay evidencia de que este
conocimiento, o percepción espiritual, haya llegado en relación con ese evento,
pero ciertamente se produjo cuando el Espíritu Santo descendió sobre los
discípulos reunidos.
Jesús había hablado en ocasiones
anteriores de la relación mutua
entre él y
el Padre,
relación que aquí se extiende a los discípulos (ver 15:4, 5; 17:21, 23; 1 Jn. 3:24; 4:13, 15, 16). Esta relación
explica en parte la promesa de “no os dejaré huérfanos”, pero también es la
garantía de un ministerio fructífero (15:1–5).
En el v. 21, Jesús repite esencialmente lo que dijo en 14:15; hay una relación estrecha e
inconfundible entre el amar a Jesús y el obedecer sus mandamientos:
· El amor produce
la motivación, y la obediencia es la evidencia que autentica lo genuino del amor.
· El tener sus mandamientos significa tenerlos en mente y obedecerlos
como el estilo de vida.
Los tres verbos, tiene, guarda y ama, son participios griegos en
el tiempo presente y describen acción continua. Hay poco o ningún valor en
tener los mandamientos si uno no los obedece; las dos acciones son necesarias
para validar el amor.
Jesús
anuncia tres bendiciones para el que expresa su amor en la obediencia:
Ø tendrá la seguridad del amor del
Padre,
Ø el amor del Hijo, y
Ø la manifestación personal de Jesús en
su vida.
Morris comenta que este pasaje indica
que el Padre no es indiferente a la actitud de los hombres hacia su Hijo. No
explica en qué manera o en qué tiempo se manifestará a los que les aman.
El verbo griego que se traduce
manifestaré se usa solo aquí y el versículo siguiente en Juan (ver Mateo 27:53;
Heb. 9:24); el significado del verbo, según Westcott, es de “una
presentación en forma clara y conspicua” (ver Éx. 33:13).
Lindars opina que amaré y manifestaré,
en este contexto, pueden referirse a la misma experiencia. A la luz del v. 23, su manifestación aquí no se
referiría a las apariciones visibles después de la resurrección, sino a su
presencia en los creyentes por el Espíritu Santo.
Además
de las genealogías de Jesús, aparecen seis personas con el nombre de Judas en
el NT:
· Judas mencionado en el v. 22, hijo de Jacobo
(Lucas 6:16; Hech. 1:13), también identificado con
Tadeo (Mateo 10:3);
· Judas Iscariote;
· Judas, el hermano de Jacobo, José y
Simón, y también hermanastro de Jesucristo (Mateo
13:55; Marcos 6:3);
· Judas, cuyo sobrenombre era Barsabás
(Hechos 15:22, 27, 32);
· Judas de Galilea (Hech. 5:37); y
· Judas de Damasco (Hech. 9:11). Es la
única ocasión cuando este Judas se haya destacado.
Él no expresa duda de la promesa de
Jesús de manifestarse, pero no entiende cómo o por qué se hará con ellos y no
con el mundo.
La
traducción literal de la pregunta sería: “¿Qué ha
llegado a suceder que…?”. Parece que Judas había entendido que
Jesús se manifestaría públicamente (ver
v. 19) y ahora, al enterarse que no, considera la declaración de Jesús como
un cambio de planes. Probablemente Judas, como los demás discípulos, todavía
estaba esperando el restablecimiento del trono de David en Jerusalén.
Lindars observa que si Jesús hubiera
tenido en mente la Segunda Venida, al hablar de su manifestación, hubiese sido
para todo el mundo (ver Mateo 24:27). Por lo tanto, al limitar la manifestación
a los discípulos, se referiría a otra cosa. Jesús contesta esta inquietud en el
versículo siguiente.
La frase condicional Si alguno me ama (v. 23) emplea la partícula griega que
anticipa un futuro más probable. Es decir, Jesús confiaba que algunos lo
amarían. En vez de referirse a “mis mandamientos” como antes (ver 15, 21), aquí es mi palabra[5].
Vincent opina que mi palabra se refiere al mensaje
total del evangelio, como distinto a los mandamientos que son parte del evangelio.
Respondiendo a la pregunta de Judas,
Jesús establece otra vez la condición del discipulado verdadero (ver 8:51;
17:6): “el
amor que se valida en la obediencia” (ver vv. 15, 21).
Luego explica cómo él se manifestará a
los discípulos, pero no al mundo. Jesús promete tres bendiciones concretas para
el discípulo verdadero:
Ø Amor personal del Padre (v. 21);
Ø la llegada a él por el Padre y el Hijo; y
Ø el establecimiento de su vivienda en
la vida del discípulo.
El concepto de Dios morando entre su
pueblo escogido era muy común en el AT., (ver Éx. 25:8; 29:45; Zc. 2:10), pero
en el NT., por primera vez vemos el concepto del Padre y el Hijo morando en el corazón de sus fieles.
El término morada (ver v. 2) se deriva del verbo griego que se traduce “permanecer”.
La presencia, o morada, permanente con los discípulos es el énfasis del versículo
(ver vv. 18 ss.). Esta descripción
de una manifestación interna y espiritual de Jesús y el Padre indica que no
tiene en mente ni las apariencias visibles después de la resurrección ni
tampoco la Segunda Venida.
Habiendo dicho tres veces en forma positiva
que el que le ama guardará sus mandamientos, ahora (v. 24) recalca este principio al expresarlo en forma negativa. En
vez de referirse a “mis mandamientos” (ver 15, 21), aquí se
refiere a mis palabras
y a la palabra.
Brown, Morris y otros opinan que no hay
una diferencia sustancial entre los tres términos. Jesús vuelve a enfatizar la
armonía y unidad entre él y el Padre a tal punto que lo que uno hace el otro lo
hace igualmente (ver v. 10; 7:16).
Los versículos finales del capítulo (vv. 25–31) sirven como un resumen de
los temas presentados hasta ahora, con un énfasis especial en la venida del
Espíritu Santo. La introducción Estas cosas os he hablado… es como una fórmula que marca el comienzo de un nuevo énfasis (ver 15:11; 16:1, 25, 33), empleada
sólo en el discurso de despedida y llevando a algunos comentaristas a hacer una
división aquí en su bosquejo.
Plummer observa un contraste entre Estas
cosas, las cuales Jesús les compartía ahora, con “todas las cosas” (v. 26) que el
Espíritu Santo les enseñaría luego de Pentecostés. El verbo en el tiempo
perfecto he hablado apunta al valor permanente de las cosas que había dicho.
La frase mientras todavía estoy con
vosotros es literalmente “con vosotros permaneciendo”, implicando un
tiempo limitado y, por lo tanto, comunica cierto sentido de urgencia. La RVA.,
clasifica “permaneciendo”
como un participio temporal con el sentido de “mientras aún permanezco…”.
Jesús estaba plenamente consciente de que el fin de su vida terrenal se
acercaba rápidamente.
Nótese: en
el v. 26, la conjunción adversativa Pero que
establece un marcado contraste entre la situación antes de Pentecostés y
después. Jesús había prometido a sus discípulos que enviaría al Paracleto (v. 16), pero
ahora presenta lo que se considera la descripción más comprensiva en este
Evangelio de la persona del Espíritu Santo (ver el comentario sobre el
v. 16 para el significado de Consolador). Antes fue
llamado “el Espíritu de verdad”, pero aquí se llama el Espíritu Santo. Es la única ocasión
en Juan donde el nombre se emplea en esta forma (ver 1:33 y 20:22). El adjetivo Santo está en la posición atributiva, dando
énfasis al carácter del Espíritu. Este aspecto de su carácter, indicando su
naturaleza divina e igualdad con el Padre y el Hijo, se destaca más que el de
su poder dinámico. La frase que el Padre enviará en mi nombre indica la
procedencia del Espíritu. Pero en 15:26 Jesús
aclara respecto al Espíritu “que yo os
enviaré de parte del Padre”. La expresión en
mi nombre quizás se refiere al hecho de que Jesús se lo pedirá del Padre
(v. 16), o que es enviado como su representante
personal.
Los historiadores nos recuerdan que una
de las diferencias entre la Iglesia
Oriental [Griega Ortodoxa] y la
Occidental [Roma], cuando hubo una división en el cristianismo a partir del siglo IV, tenía que ver con la
procedencia del Espíritu
Santo. Juan dice que tanto Jesús (15:26; 16:7) como el Padre (14:16, 26) enviarían el Espíritu Santo:
· La Iglesia Occidental afirmaba que el Espíritu
fue dado por Jesús
y por el Padre
simultáneamente, doctrina que se llama “Doble Procedimiento”, o “Filioque”, término que significa “y el Hijo”, o sea “del Padre y
del Hijo”.
· En contra, la Iglesia Oriental sostiene que fue dado
únicamente por el Padre dado que no podía haber habido más que
una fuente.
A
Continuación Jesús Explica Cuál Sería El Ministerio Básico Del Espíritu:
“Más el
Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os
enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”.
(Juan 14:26)
Ø Él os enseñará
todas las cosas, y
Ø os hará recordar todo lo que yo os he dicho.
Jesús había sido “el Maestro” para los discípulos
durante tres años y estaba a punto de dejarlos, pero proveería “otro Maestro”
quien supliría cabalmente su ausencia.
Su currículo abarcaría todas las cosas,
eso es, todo lo que ellos necesitarían saber para realizar su ministerio de
extender el reino de Dios.
Incluiría también la función de recordar
y aclarar lo que Jesús les había enseñado durante su estadía con ellos. Ellos
seguían con muchas dudas, incertidumbres y perplejidades referentes a lo que
habían escuchado, pero el Espíritu les guiaría a toda la verdad.
Esta función sería vital, no sólo en la
enseñanza y predicación del evangelio a sus contemporáneos, sino en la
producción del NT. Esa función sigue siendo vital para todo creyente y toda
iglesia que representa fielmente a Cristo.
Véase Parte: II:
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