Parte II:
LA GLORIA DE DIOS REVELADA: POR CRISTO EN LA IGLESIA:
(Efesios 1:3-14)
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,… según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,… en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,… para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,… en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,… que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia…”.
(Efesios 1:3-14)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
La
primera estrofa del himno de alabanza celebrando la obra del Padre llega a su
final con el coro: Para la alabanza de la gloria de
su gracia (v. 6). El Apóstol declara que todo lo que ha hecho Dios
merece el elogio del hombre.
Ayuda
Hermenéutica:
V.6.
T218 Las palabras εἰς
ἔπαινον δόξης deben tomarse muy estrechamente en conjunto, como en Filipenses 1:11: para
la alabanza de su gloria (son difíciles de manejar -BD168[2]).
Pablo
canta loores o alabanzas a la magnificencia de Dios. Celebra la
bienaventuranza de la bondad y el favor gratuito o gracia concedido en el Amado
(Jesús).
De esta manera vemos que el plan de Dios
desde antes del comienzo ha sido formar un pueblo particular que cumpla con
este gran propósito. En Cristo Jesús él ha elegido a este pueblo especial, lo
ha bendecido en manera particular y lo ha preparado específicamente para su
alabanza y su gloria.
Sólo Dios es digno de nuestra alabanza y
merece nuestra adoración por quién es y lo que nos ha hecho. La alabanza es una
expresión de adoración a Dios, y la adoración a Dios es la primera
responsabilidad del hombre. El fin principal del hombre es glorificar a Dios.
Este es el sentido de este estribillo que se repite en los vv. 12 y 14.
La
gloria de su gracia se puede interpretar como la manifestación de su favor
(amor) no merecido:
Ø Gloria =
(dóxa G1391) representa el resplandor de la presencia divina y su
excelencia manifestada.
Ø Gracia =
(cáris G5485) es el favor
inmerecido de Dios hacia el hombre. “El ejemplo
supremo de ello se halla en el amor redentor de Dios hacia el género humano”
(Erdman).
La frase que nos dio gratuitamente en el
Amado se refiere a la gracia que es la obra de Dios en Jesucristo en nuestro
beneficio. Expresa la generosidad de esta obra y señala el medio divino por el
cual fue manifestada en el Amado, o sea Cristo.
El título el Amado se halla sólo aquí en
el NT. Este traduce agapáo G25 que significa amor. Nos recuerda
la relación íntima que existe entre el Padre y el Hijo. De esta manera
comprendemos que la obra de gracia del Padre consiste en habernos escogido en
Cristo desde antes del comienzo del mundo, predestinándonos en amor para ser
adoptados como hijos por medio de Jesucristo. Este pensamiento provoca al
apóstol Pablo a elevarse con una alabanza gloriosa.
1.2. La Segunda Estrofa De Este Himno De Alabanza
(vv.7-12) Se Refiere a La Obra Del Amado.
Con respecto a ésta W. O. Carver sugiere
que en este punto el pensamiento de la epístola señala “la mayordomía de la historia por medio de
la obra redentora del Hijo Amado”. Esta obra de Jesús se describe
con varias expresiones que merecen nuestra atención.
La estrofa
comienza con en él (v. 7), que se refiere al Amado, o sea aquel quien es la
fuente de nuestras bendiciones. Este es Jesús, el Hijo de Dios ya mencionado en
vv. 5 y 6.
La condición necesaria para gozarse de
ellas es estar en él. Continúa señalando que tenemos redención por medio de su
sangre.
Es decir, en el Amado nosotros (todos los creyentes en Jesús, inclusive)
poseemos redención por su muerte en la cruz. La redención es nuestra posesión por
la muerte de Jesús.
NOTA: V.7: REDENCIÓN:
Tres ideas están implicadas en la doctrina de la Redención:
1) El pago del rescate con la sangre de Cristo (1
Corintios 6:20; 1 Pedro 1:18-19; Apocalipsis 5:9)
2) La retirada de la
maldición de la ley (Gálatas 3:13; 4:5); y
3) Liberación de la esclavitud del pecado para entrar en la
libertad de la gracia (1 Pedro 1:18).
La Redención es siempre
por su sangre; i es, mediante la muerte de Cristo (Colosenses 1:14).
La palabra traducida Redención[3] = (apolútrosis G629)
señala el resultado del acto libertador de Jesús al derramar su sangre. Se
refiere tanto a lo que hizo Jesús, como al resultado de ello.
Según Bratcher y Nida la palabra hace
énfasis en el resultado de la acción de liberación de Jesús. Por ello, nuestra
redención es una posesión experimentada, procurada para nosotros y
experimentada por nosotros por medio de su sangre. La palabra redención, como
adopción, es un término legal y se refiere a un aspecto externo de nuestra
salvación. Jesús cumplió todos los requisitos necesarios para nuestro rescate.
Algunos
estudiosos de la Biblia piensan que esta palabra significa el precio que pagó
Jesús y lo que compró con ello; esto es, el precio
de nuestro rescate. Este concepto se encuentra en Levíticos 25:47-52, y
se refiere a lo que debiera ser pagado por un pariente de un hombre que se
había vendido a la esclavitud por causa de alguna deuda que no podría pagar. En un sentido más amplio se refiere a la liberación de
los hijos de Israel de la esclavitud en Egipto.
W. Barclay dice que el hombre es
redimido y libertado de una situación de la que era incapaz de liberarse por sí
mismo o de una deuda que jamás hubiera podido pagar por sus propios medios.
En vista de esto, pues, nuestra
redención es el precio de nuestro rescate pagado por Jesús, librándonos de la
esclavitud del pecado. Este precio fue su sangre. No se debe
pensar que Jesús tuvo que pagar esto a alguien como Satanás, sino que es lo que
le costó librarnos de las garras de Satanás.
En el NT., la sangre es un símbolo bíblico que representa la
muerte de Jesús sobre la cruz. Esta idea también se encuentra en
Lv.17:11: Porque
la vida del cuerpo está en la sangre, la cual os he dado sobre el altar para
hacer expiación por vuestras personas. Jesús dio su sangre para
expiar nuestros pecados. Esto recuerda
lo que dice Heb.9:22b: Sin derramamiento de sangre
no hay perdón.
En nuestro texto va unida estrechamente
a la idea de nuestra redención la expresión el perdón de nuestras
transgresiones, pero no son conceptos idénticos. Este último concepto significa
la remisión de nuestros pecados en el sentido de despedirlos. Transgresiones = (paráptoma G3900) aquí son todos nuestros
actos pecaminosos tales como errores y ofensas acumulados junto con su culpa.
Estos son remitidos, despachados por
completo por medio del acto redentor de Cristo. En una sola obra bondadosa
Jesús despidió nuestros pecados junto con su culpa, y rescató nuestras almas de
las manos del diablo. Vemos así las acciones paralelas y simultáneas del perdón
y la redención.
La medida de esta redención está
expresada con la frase según las riquezas de su gracia. Esto significa que la
gracia de Dios es abundante, amplia y más que suficiente, y que no depende de
los méritos de los hombres. Es inmensurable e inmerecida.
La alabanza Pablo enseña a la iglesia a recibir los
magnos beneficios divinos no con codicia sino con alabanza, cuya fuente es la
gratitud. Al escuchar con fe la lectura del testamento eterno afirmado por el
testigo fiel y redentor al precio de su sangre (Apocalipsis 1:5), los antes
desheredados del reino de Dios, sin esperanza y sin Dios en el mundo, reciben
el Espíritu Santo como sello de fuego.
Así viven o mueren absolutamente seguros
de ser herederos de toda bendición espiritual en los lugares celestiales. La
iglesia responde siempre confiando y alabando la gloria y la gracia de Dios.
Esta gracia divina es la que hizo
sobreabundar con nosotros en toda sabiduría y entendimiento (v.8). Pablo trata de comunicar el
sentido profuso con que Dios nos ha proporcionado los componentes intelectuales
y prácticos necesarios para una vida correcta y una conducta apropiada de
acuerdo a su propósito. Hizo sobreabundar sugiere una cantidad prodigiosa, con
profusión, o rebosante.
La consecuencia de esta gracia divina
obrando en nosotros resulta en toda sabiduría y entendimiento que nos capacita “para
comprender algo del propósito de Dios para el universo” (Vaughan). Sabiduría
= (sofía G4678) y entendimiento
= (frónesis G5428) son
palabras que nos hacen recordar la preocupación con la filosofía en el mundo
griego en que vivía la comunidad cristiana de aquel tiempo. Pero Pablo señala
que la fuente de ello (sabiduría y entendimiento) no es humana, sino divina.
Por sabiduría podemos entender
conocimiento, “el
objeto de la mente que busca, de la mente que cuestiona, de los alcances del
pensamiento humano” (Barclay).
Conoce
La Sustancia y Penetra Al Corazón De Las Cosas:
· Es conocimiento intelectual; mientras entendimiento significa prudencia, discernimiento, sabiduría
práctica. Podríamos decir que el sabio conoce, mientras que el prudente sabe
por qué.
· El entendimiento es la aplicación prudente de lo
conocido. Se trata del qué y el porqué del propósito de Dios. Barclay
resume este pensamiento de la siguiente manera:
Ø “Pablo afirma que Jesús nos trajo sofía: el conocimiento de las cosas eternas, el conocimiento
intelectual que satisface la mente; y
Ø que nos trajo fronesis: el
conocimiento práctico que nos capacita para tratar y resolver diariamente los
problemas de nuestra vida diaria”.
Con la sabiduría y el entendimiento
Cristo nos ha capacitado para comprender las verdades últimas de la eternidad y
resolver los problemas de cada día. De esta manera somos habilitados por él
para comprender su propósito. Con esto llegamos al corazón de esta epístola.
Además de esto, es quizás el pasaje más
difícil de entender, como dicen Bratcher y Nida: “Es éste uno de esos pasajes de Pablo difíciles de entender porque
la inmensidad del pensamiento hace que los términos sean un poco vagos, a
fuerza de generalizarlos”. El autor expresa verdades eternas y
profundas con palabras sencillas que a la vez vibran con sentido.
En
los vv. 9 y 10 Pablo expone la tesis de este tratado circular: La unidad de
todas las cosas en Cristo para la gloria eterna de Dios. Lo que no había
sido posible a través de la historia antigua, ni con el pueblo de Israel, en
Cristo ha sido logrado de acuerdo con el plan que Dios se había propuesto.
Esto es lo que Pablo está celebrando y
explicando en esta carta. A la vez, amplifica las implicaciones de todo ello a
manera de aplicación.
Ayuda
Hermenéutica:
V.9.
B139 El participio de aoristo γνωρίσας se usa para referirse a una acción idéntica a la del verbo
principal ἐπερίσσευσεν: que él les concedió ricamente…, dándoles a conocer…
V.10.
T271 No es fácil distinguir ἐπί con el dativo para expresar lugar, de ἐπί con el acusativo que significa: delante de, o sobre (aquí el
cambio de caso es sólo una variación estilística -M49).
La
expresión él nos ha dado a conocer (v. 9) indica lo que Dios nos ha
revelado; Dios nos ha permitido saber el contenido de algo muy importante.
Pablo reconoce este algo importante como el misterio de su voluntad. Este
misterio encierra el propósito eterno de la voluntad divina que ha sido
revelado en Cristo.
No es algún secreto escondido y oscuro,
dado a conocer sólo a los iniciados como en las religiones secretas y de misterio
del Medio Oriente de aquel tiempo. Al contrario, es la verdad divina que, hasta
ahora, ha sido revelada en Cristo y ha de ser divulgada por todos lados y para
toda gente. Para Pablo lo maravilloso es que Dios nos lo ha dado a conocer, nos
lo ha permitido saber.
Según el uso de la palabra misterio[4]
= (mustérion G3466) se refiere a lo que era secreto y que podría ser
conocido solamente por medio de revelación. De modo que el misterio de la
voluntad de Dios antes fue un secreto, escondido del conocimiento popular y
sólo dado a conocer por revelación a los profetas y patriarcas, y esto aun
parcialmente.
Ahora,
este misterio ha sido dado a conocer de manera general en Cristo Jesús. Ya no es un
secreto guardado; es un hecho, una verdad expuesta y divulgada como Pablo
explica más adelante (3:3-9).
Este
misterio revelado se refiere a la obra redentora en su totalidad. Es la
explicación de todo lo que Dios propuso hacer en Cristo ejerciendo su propia
voluntad. Es lo que no podía ser explicado ni comprendido hasta que en el
propósito de Dios fuese sacado a la luz por medio de la revelación divina. Así
es el carácter de la gracia que Dios extiende a los pecadores.
Esto,
la revelación del misterio, Dios lo hizo a
manera de plan para el cumplimiento de los tiempos (v. 10).
· Desde antes de la creación Dios había
venido desarrollando un plan específico a través de la historia;
· al comienzo por medio de la primera
familia, Adán y Eva, luego con Abraham y sus descendientes; y
· por último por medio del pueblo de Israel, pero sin lograr el
objetivo de su gloria.
· Este plan secreto ahora ha sido dado a
conocer en Cristo para toda la
humanidad.
Algunas
versiones como la RVR incluyen en el v. 9 las palabras según el beneplácito... mientras otras
contienen la frase se propuso en sí mismo (ver nota de RVA). La revelación de
este plan corresponde a la bondad del corazón de Dios. El plan de Dios expresa
su voluntad y refleja su propósito que ahora alcanza en Cristo su perfecta
expresión.
Aquí
hay un pequeño giro en el pensamiento del autor entre lo que dice en el v. 9 y
en el v. 10.
El uno se refiere a lo hecho ya en el pasado reciente, mientras que
el otro mira hacia adelante y anticipa el cumplimiento de los tiempos.
Identifica a Cristo como aquel alrededor de quien este plan ha de ejecutarse.
Más bien, es él quien lo ha de dirigir:
Ø Cristo, como el “custodio de los tiempos” y “el gran administrador” de
la casa del Padre, “conducirá toda la
operación a una meta fijada y fechada por la misma presiente sabiduría de Dios”
(Moule). Así entendemos el cumplimiento de los
tiempos, que traduce una expresión que significa administración, mayordomía o
dispensación.
Ø Cristo es el administrador o el mayordomo de la historia, la que ahora
halla su plenitud y logra su último destino en él. Con el cumplimiento de los
tiempos en Cristo como cabeza, el último destino del universo queda en las
manos de él y ha sido encomendado a los cristianos, los que forman su iglesia.
Dios es Dios de la creación y de la historia, del presente y del futuro, y en
Cristo ha de ser glorificado por medio de su iglesia.
El cumplimiento de los tiempos habla de
cuando fuese apropiado el tiempo, sea este pasado, presente o futuro. De la
manera que Cristo vino cuando fue apropiado el tiempo, así será cuando venga
por segunda vez. Con la venida de él toda administración previa se acabará en
el sentido que ha alcanzado en él su clímax.
La cruz de Cristo no fue el fin del plan
divino, sino el inicio del plan eterno revelado y puesto al alcance de toda la
humanidad. Así que, este plan “se extiende más allá de la cruz hasta el propósito último
de Dios en el sentido absoluto” (Summers). La cruz y la tumba vacía
marcan el fin de una administración anterior y señalan el inicio de una nueva
administración que se proyecta hacia el futuro.
Mientras
tanto, este plan ha sido puesto en acción por Dios por medio de la iglesia (v.
22) con Jesucristo a la cabeza. Esta sigue
adelante hasta la venida de Cristo en el futuro cuando todo será culminado.
Con Cristo al frente, la iglesia sigue
su marcha a través de la historia actual rumbo a su destino último que ha de
alcanzar con la venida gloriosa de su Señor. Así podemos entender la expresión
para el cumplimiento de los tiempos.
El autor inspirado continúa expresando
una verdad profunda con las palabras que en Cristo sean reunidas bajo una
cabeza todas las cosas. Esta verdad habla de la unidad y la reconciliación en
Cristo. Sean
reunidas... todas las cosas significa ser resumidas o recopiladas en
Cristo.
De acuerdo con Summers, la idea es lo
mismo que sucede después de una batalla cuando el capitán recoge a los
diferentes integrantes de su ejército. Es decir, en Cristo todos los aspectos
esparcidos del universo entero serán reunidos bajo una sola administración,
tanto lo celestial como lo terrenal. Con Dios esto ya es una realidad actual;
el cristiano sólo debe esperar el futuro cuando todo esto sea manifestado en
victoria y gloria.
El ideal de Dios de juntar todas las
cosas en Cristo no se refiere a una redención universal en la cual todos hayan
de lograr la salvación. Más bien, se refiere a recuperar bajo la administración
de una sola autoridad la armonía y la concordia que habían sido interrumpidas
por la rebelión entre los seres angelicales y por la entrada del pecado al
mundo terrestre y humano con todas sus tristes consecuencias. Cristo, como
Señor de la iglesia, es también el soberano del universo.
Como
dice Stott: “Pablo parece estar refiriéndose a la
renovación cósmica, aquella regeneración del universo, aquella liberación de la
creación que gime que ya había mencionado en Romanos”.
Así, la reunificación de todas las cosas
tanto en el cielo como en la tierra bajo Cristo como cabeza contempla también
la reconciliación entre los judíos y los gentiles en la iglesia.
Descubrimos esta idea en los pronombres
usados en los vv. 11, 12 y 13 donde se refiere a nosotros (los judíos creyentes) y vosotros (los
gentiles creyentes). Pero antes de explorar esta idea, continuamos con la
estrofa que recuenta la maravillosa obra de Cristo (vv. 11 y 12).
Ya hemos descubierto que en Cristo
tenemos una redención maravillosa y que en él nos ha sido revelado el misterio
bondadoso de las edades que Dios se había propuesto. En él, es decir en Cristo,
quien es la Cabeza unificadora recibimos herencia como hijos adoptivos (v. 5).
Véase Parte III:
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