EL REINADO DE MANASÉS, JOSÍAS,
RENOVACIÓN DEL PACTO:
2 REYES 21–23:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
En estos capítulos
se mencionan cinco reyes, pero nos concentraremos principalmente en dos:
Ø Manasés, y
Ø Josías.
El
rey Amón reinó dos años (21:19–26); y Joacaz sólo tres meses (23:31–33).
Veremos a Joacim en nuestro próximo estudio.
Lo interesante en cuanto a Josías y Manasés es que sus vidas espirituales fueron exactamente lo opuesto la una de la otra. Manasés empezó su reinado en pecado, pero acabó en humilde arrepentimiento, en tanto que Josías buscó al Señor temprano en su vida, pero acabó su reinado (y su vida) en desobediencia.
I. Reinado De Manasés (2 R. 21):
A.
Su Rebelión
(21:1–9).
Los
historiadores han calculado que al menos diez años Manasés reinó junto con el
buen Ezequías. Manasés era un hombre malo, peor que cualquiera antes o después
de él. Qué extraño que el piadoso Ezequías reinara veintinueve años, en tanto
que el perverso Manasés reinara cincuenta y cinco. Pero Dios le estaba dando al
pueblo exactamente lo que querían y merecían. Tan pronto como Ezequías estuvo
fuera de la escena, se reveló el verdadero carácter de Manasés. Edificó lo que
Ezequías destruyó y derribó lo que Ezequías edificó. Contraste esto con Isaac
en Génesis 26:18.
En
lugar de imitar al piadoso Ezequías, Manasés siguió el camino del rey Acab. La
tradición nos dice que Manasés hizo aserrar a Isaías por la mitad; Hebreos 11:37.
Manasés incluso llevó la idolatría hasta los mismos atrios del templo. Se
rebeló en contra del buen ejemplo de su padre y en contra de la ley de Dios.
B.
Su Remoción
(21:10–15).
Aquí
debemos leer en 2 Crónicas 33:11–20 la historia completa. Dios envió a sus profetas
para advertir al rey, pero este no quiso escuchar. Dios anunció a la nación que
el juicio y el cautiverio se avecinaban. Judá fue testigo del juicio de Dios
sobre Samaria, pero esto no llevó al pueblo al arrepentimiento. Dios prometió
tratar a la casa de David como trató a la casa de Acab (v. 13). Los capitanes
asirios llevaron a Manasés a Babilonia, donde le pusieron en prisión.
C.
Su Arrepentimiento
(2 Cron. 33:12).
Cuán
típico de muchos: «Mas luego que fue puesto en angustias, oró a Jehová». Dios en
su gracia perdonó al malvado rey y le permitió regresar a su trono. Dios obra a
favor de los que con sinceridad se humilla y oran.
D. Su Reforma
(2 Cron. 33:13–20; 2 R. 21:17–26).
El
arrepentimiento de Manasés no fue una conversión superficial «de trinchera»,
porque una vez que regresó al trono inmediatamente empezó a reparar el daño
que había hecho:
· Fortificó de nuevo a Jerusalén contra el enemigo;
· Quitó los ídolos y los
altares extraños; y
· Procuró guiar a la nación a
volver al Señor.
Por
supuesto, era imposible deshacer todo el daño que había hecho, pero debe
elogiársele por lo que logró antes de su muerte. Es triste, pero Dios le dio a
Manasés el reinado más largo de cualquier rey hebreo, sin embargo, no logró casi
nada.
Es
más, incluso su arrepentimiento no detuvo la mano del juicio de Dios; fue el
pecado de Manasés lo que impulsó a Dios a enviar a la nación al cautiverio (23:26–27).
El rey
Manasés tuvo todas las oportunidades de vivir en piedad y servir a Dios y a su
pueblo con fidelidad:
· Su padre fue tal vez el rey más
grande de Judá (excepto por
David);
· El profeta Isaías ministraba en
su día;
· Sin embargo, Manasés no buscó al Señor, sino hacia el final
de su vida.
Admiramos
lo que hizo después de su conversión, pero no podemos dejar de sentir que hizo
más daño en sus primeros años que lo que reparó en sus últimos años.
Nótese: que no lo sepultaron con los demás reyes, sino más bien en su jardín privado.
A su hijo Amón no le impactó la tardía conversión de su padre; imitó los pecados de este, no sus actos justos. Duró sólo dos años y luego fue asesinado en una conspiración y sepultado cerca de su padre.
II. Reinado De Josías (2 R. 22–23):
El
asesinato de Amón llevó a Josías al trono cuando tenía ocho años de edad.
Cuatro hechos clave resumen la breve vida y reinado de este rey.
A. Salvación
(22:1–2; 2 Cron. 34:3).
En
el octavo año de su reinado, cuando tenía dieciséis años, Josías empezó a
buscar al Señor. Sin duda el sumo sacerdote Hilcías enseñó al joven la Palabra
de Dios. Es interesante notar que el nombre de su madre (Jedida)
es el mismo «sobrenombre»
que Dios le dio a Salomón (2 Sam. 12:25). Significa «amado del Señor»
y tal vez indica que la madre de Josías fue también una influencia piadosa
en su vida. Jeremías y Sofonías también ministraban en este tiempo.
B. Reforma
(2 Cron. 34:3–7).
El
rey tenía ya veinte años y era lo suficiente maduro como para empezar a
purificar la ciudad y la tierra de la idolatría de Manasés y Amón. La meta
suprema de Josías era restaurar el templo y traer a la nación de regreso a
adorar al Señor, pero sabía que tendría que destruir los viejos pecados antes
de establecer nueva obediencia.
Desafortunadamente
el «avivamiento
de Josías» fue superficial; nunca llegó al corazón del pueblo. Aun
cuando Jeremías el profeta lloró mucho la muerte de Josías (2 Cron. 35:25; Jr.
22:10–12), no le hallamos elogiando al joven rey por su llamado «avivamiento».
Sin duda el rey y su concilio eran sinceros en sus intentos de reformas, pero
el pueblo no los siguió; seguían siendo idólatras en su corazón.
C.
Restauración
(22:3–23.28).
Después
de purgar a los ídolos, Josías podía ahora concentrarse en restablecer la
verdadera adoración a Jehová. No es suficiente derribar; también debemos
edificar. Ordenó a los sacerdotes que reunieran dinero y repararan el templo.
Véase 2 Crónicas 34:8–35:19. Mientras reparaba el templo, el sumo sacerdote
descubrió una copia de la Ley de Moisés desechada mucho tiempo atrás por una
nación idólatra.
Cuando
oyó la lectura de la ley, de inmediato Josías supo que Judá estaba en grave
peligro y envió a inquirir al Señor lo que había que hacer. Hulda, la
profetiza, que vivía en la «segunda parte» (22:14) de la ciudad le dio al
preocupado rey el mensaje de Dios:
(1) Jerusalén y Judá serían juzgadas por sus
pecados, pero
(2) El rey Josías no vería estos juicios debido a que se había humillado ante el Señor. Pronto Josías dio a conocer la Palabra de Dios a todos los ancianos de la tierra y guió en el camino para un gran culto de dedicación, reafirmando el pacto de Dios.
Continuó
su purga de la tierra, incluyendo la profanación del «Tofet», el valle del hijo de
Hinón, en donde el pueblo ofrecía a sus hijos en holocaustos a Moloc.
Como notamos antes, el rey hizo de este valle un muladar y Ge-hinón llegó a ser «Gehena»
en el NT:
Ø Una vívida ilustración del
infierno.
El
Monte de los Olivos fue el «monte de
corrupción» 23:13), pero Josías lo restauró. Durante su purga Josías
descubrió el altar del perverso rey Jeroboam así como la tumba del profeta que
le advirtió; y así Josías cumplió la profecía de 1 Reyes 13:1–5. La Palabra de
Dios nunca vuelve vacía. El rey no sólo restauró el templo y la ley, sino
también la Fiesta de la Pascua que por largo tiempo la nación desechó. Quería
recordarle a su pueblo que habían sido «comprados por precio».
¿Qué lograron las reformas y restauraciones de Josías? Durante
los días de Josías hubo paz y bendición; pero Dios no retiró su promesa original
de juicio debido a los pecados de Manasés (23:26–27). La vida y ministerio
piadosos de Josías detuvieron unos pocos años más la mano de juicio, pero el
cautiverio se avecinaba y nada podía evitarlo.
D.
Asesinato
(23:29–37; 2 Cron. 35:20–27).
El
ejército egipcio quizás vino por mar y entró por la costa de Palestina. Faraón
aclaró que no venía contra Judá, sino que iba en camino para atacar a Asiria.
Josías no buscó la mente del Señor; es más, al parecer deliberadamente
desobedeció la voluntad de Dios; véase 2 Crónicas 35:22. Aun su disfraz no le
protegió una vez que estaba fuera de la voluntad del Señor y murió en la
batalla. Véase en Zacarías 12:11 una alusión al gran lamento en Meguido por
Josías. El rey debía haber atendido la sabiduría de Proverbios 20:3 y 26:17.
Tal vez Judá era aliado de Asiria en ese tiempo y el rey se sintió obligado a actuar,
pero es claro que Faraón hubiera preferido no luchar contra el rey Josías.
Joacaz, el hijo de Josías, reinó sólo tres meses antes de que Faraón lo depusiera y le encadenara. Faraón entonces escogió a otro de los hijos de Josías, Eliaquim, y le hizo rey, dándole el nombre de «Joacim», «a quien Jehová levantará». Consideraremos la vida de este en nuestro próximo estudio.
Estudios para el Domingo.
Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su
Biblia.
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