SALUDOS, AGRADECIMIENTO:
2 TESALONICENSES 1:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
La iglesia
atravesaba persecución (1:4–7) y algunos de los creyentes pensaban que ya
estaban en el Día del Señor, aquel tiempo de tribulación en el cual el mundo
entero será juzgado. Es posible que una carta, al parecer de Pablo, había
llegado a la iglesia (2:1, 2) o que algunos de los profetas de la iglesia
habían dado este mensaje falso en alguna reunión pública.
En cualquier caso, Pablo escribe para explicar el programa de Dios para la edad y animar a estos cristianos que sufrían a que permanecieran fieles al Señor. Destaca tres propósitos detrás del sufrimiento.
I. El Sufrimiento Nos Ayuda a Crecer (2 Ts. 1:3–5):
«La sangre de
los mártires es la semilla de la Iglesia» escribió
Tertuliano el padre de la Iglesia; y la historia demuestra que es verdad. Un cristiano
chino devoto dijo: «El sufrimiento en China ha
multiplicado las bendiciones porque ha purificado a la iglesia». Los
cristianos tesalonicenses tenían una reputación de una fe creciente, esperanza
constante y amor abundante (1 Ts. 1:3); y sus experiencias difíciles hacían que
creciera su fe, esperanza y amor.
Todavía
más, su testimonio seguía creciendo también, porque todas las iglesias habían
oído de ellos y su postura por el Señor. Pablo podía gloriarse de ellos en
todas las iglesias. Su firmeza y perseverancia era un estímulo para otros
creyentes.
Nótese: también que crecían en paciencia (v. 4). «La tribulación produce paciencia» (Rom. 5:3). Por supuesto, en el NT., «perseverancia» no es simplemente «esperar a que pase»; es firmeza en perseverar en el Señor, seguir avanzando cuando es difícil.
El cristiano que ora por más paciencia debe esperar más tribulación, porque la tribulación es la herramienta espiritual que Dios usa para hacernos pacientes. Cuando viene el sufrimiento, o bien nos desarrollará o nos destrozará. Si aceptamos el sufrimiento, nos rendimos a la voluntad de Dios y por fe continuamos fieles, entonces el sufrimiento nos hará crecer. Si resistimos el sufrimiento, nos quejamos a Dios y nos damos por vencidos en incredulidad, entonces el sufrimiento destrozará y debilitará nuestro testimonio. Véase 1 Pedro 4:12–19.
II. El Sufrimiento Nos Prepara Para La Gloria
(2 Ts. 1:6–10):
Pablo
no mira el sufrimiento como una carga, sino como una bendición, un privilegio.
Sufrir por Cristo es un don (Filp. 1:29). Cuando Pablo dijo que deberían ser «tenidos por dignos
del reino de Dios» (v. 5) no sugería que podían ganarse un lugar en
el cielo por sus méritos.
«Dignos» describe aptitud, idoneidad, no mérito.
Dios nos hace aptos mediante el sufrimiento para la gloria que está por
delante. El sufrimiento y la gloria no pueden separarse (Mt. 5:10–12; 1 P. 4:12–14;
5:1). Nuestro sufrimiento aquí ahora es nada más que la preparación para la
gloria que se ha de revelar (Rom. 8:18; 2 Cor. 4:16–18).
Pero
la perseverancia en el sufrimiento es también un testimonio para el mundo
perdido. Puede parecer que Dios no juzga los pecados del mundo, pero esto no es
verdad. Si andamos en incredulidad nos desanimaremos pensando que Dios no
vindica a los suyos (véanse Salm. 73 y Habacuc), pero Dios prepara juicio para
el malo. Sabiendo esto, podemos descansar con confianza.
Dios
«recompensará»
el juicio; o sea, retribuirá al malo en la misma medida y en la misma clase que
han retribuido a los cristianos. Faraón ahogó a los niños de Israel y Dios ahogó
al ejército egipcio en el Mar Rojo. Judas traicionó a Jesús para que lo
colgaran en un madero y Judas mismo fue y se ahorcó en un árbol. Saúl intentó
matar a David con la espada y él mismo murió por la espada. Los pecadores
cosechan lo que siembran.
Cuando
Cristo venga a la tierra con su Iglesia, juzgará a los malos que estén vivos en
la tierra. Sufrirán
el infierno eterno por dos razones:
§ No conocieron a Dios (ignorancia
voluntaria, Rom. 1:18–32), y
§ No obedecieron a Dios (desobediencia
voluntaria).
Dios
ordena a los pecadores que se arrepientan (Hch. 17:30); rechazar a Cristo es
desobediencia. Por supuesto, el mundo no estará listo para la súbita venida de
Cristo en juicio (Ap. 19:11–21) y lo tomará desprevenido. El orden de los acontecimientos es:
(1) El regreso secreto de Cristo en el aire por la Iglesia,
lo cual puede ocurrir en cualquier momento;
(2)
El Día del Señor
(1 Ts. 5:1ss);
(3) El surgimiento y crecimiento en poder del hombre de
pecado;
(4) La venida súbita de Cristo a la tierra con la Iglesia;
(5) El juicio de
los pecadores y Satanás apresado y atado por mil años (Ap.
19:11–20:3).
III. El Sufrimiento Glorifica a Cristo Hoy (2 Ts.
1:11, 12):
Jesucristo
será glorificado en sus santos en ese día (v. 10); pero los creyentes deben
glorificarle cada día que viven. Esta es la petición de la oración de Pablo por los
creyentes:
Ø Que Dios pueda cumplir su
propósito en sus vidas y que el nombre de Cristo sea glorificado a través de
ellos.
Ø El ministerio de Pablo era
la Palabra de Dios y la oración (véase Hch.
6:4).
Ø Enseñaba al pueblo las
verdades de Dios, luego oraba por ellos para que pusieran en práctica lo que
les había enseñado.
Los
creyentes podemos tener confianza en el sufrimiento debido a que Dios nos ha
escogido y nunca nos olvidará. La buena obra que Dios empieza, la completará (Filp.
1:6). Si tal parece que el mundo pecador está ganando hoy la batalla, podemos
descansar en fe, sabiendo que mañana ese mundo perderá la batalla. Nuestra
responsabilidad es vivir de manera digna este supremo llamamiento (v. 11) y
permitir que Dios obre su perfecta voluntad en fe y poder.
Nótese:
§ Las «verdades gemelas»
en este capítulo:
§ Fe y amor (v.
3);
§ Fe y paciencia (v. 4);
§ Fe y poder (v. 11).
¿Qué deben hacer
los cristianos que están en la voluntad de Dios cuando atraviesan pruebas y tribulaciones
dolorosas? Deben:
(1) Agradecer a Dios por su salvación y porque Él está con ellos;
(2) Someterse a la voluntad de Dios sin quejarse;
(3) Pedir a Dios que les dé sabiduría para comprender su
voluntad;
(4) Observar
en busca de oportunidades para testificar y glorificar a Dios en la situación;
(5) Esperar con paciencia hasta que se cumplan los propósitos de Dios.
Por
supuesto, si estamos fuera de la voluntad de Dios y vienen los problemas (¡y vendrán!),
debemos aceptar el castigo de su mano. Este primer capítulo es un gran estímulo
para el creyente en estos días de prueba. El mundo se precipita cuesta abajo
hacia el infierno a velocidad vertiginosa. No quiere oír o no quiere prestar
atención a la Palabra de Dios.
Los cristianos fieles sufren mientras que los incrédulos impíos prosperan. Parece como si Dios se hubiera olvidado de los suyos. Pero no es así, dice Pablo. El creyente puede «descansar» (v. 7) -y esta palabra quiere decir «aflojar la tensión»-, sabiendo que Dios está obrando en el mundo. Un día Él vindicará a los suyos y ejecutará su venganza contra los perdidos.
Clase Para El Miércoles:
Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea
Su Biblia.
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