sábado, 31 de octubre de 2020

REINADO DE: JOACIM, SEDEQUÍAS: 2 REYES 24–25:

 

REINADO DE: JOACIM, SEDEQUÍAS:

2 REYES 24–25:

Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

La hora del juicio finalmente llega y Dios cumple su Palabra al traer terrible ira sobre su pueblo en el reino de Judá. Dios les dio un trono, un templo, una ciudad y una tierra, y sobre cada una de estas cosas Él derramó su ira. Lea Jeremías 25–34 si desea más claridad sobre estos capítulos; lea también 2 Crónicas 36. Nótense: los juicios que vinieron sobre Judá.

I.       Destronamiento Del Rey (2 R. 24:1–12, 17–20):

Después del reinado del piadoso Josías, el trono de David lo ocuparon una serie de hombres que desafiaron a Dios con sus continuos pecados. Joacaz reinó tres meses, asimismo Joacim (llamado también Conías o Jeconías, Jr. 22:24). Joacim gobernó once años y en el tercer año de su reinado se rebeló contra Babilonia. (Babilonia había derrotado a Egipto y ahora era la nación más grande de los enemigos de Judá). Joacim quedó sujeto a Babilonia en el 604 a.C. y en el 601 se rebeló. Fue este vil rey el que destrozó las profecías de Jeremías y las quemó en el fuego (Jr. 36). En el 597 Joacim murió, dejando el trono a su hijo Joaquín, el cual reinó tres meses.

Fue en el 597 que el ejército babilónico empezó el asedio de Jerusalén. Por supuesto, el débil y falto de fe Joaquín inmediatamente se rindió junto con su familia y los llevaron a Babilonia. A Matanías, tío del rey, lo colocaron como el siguiente rey y se le dio el nombre de Sedequías.

Véase Jeremías 52. Reinó once años, del 597 al 585. En el noveno año de su reinado (588 a.C.) hizo una alianza secreta con Egipto y así provocó la ira de los babilonios. Fue esta acción insensata (a la cual, dicho sea de paso, Jeremías se opuso) lo que trajo a los ejércitos babilónicos a Jerusalén para el asedio final. En 25:27–30 se nos dice que al exiliado rey Joaquín lo liberaron en Babilonia, a mediados del cautiverio.

El trono de David ahora estaba virtualmente vacío. Sedequías fue el último rey de Judá. Si Sedequías hubiera escuchado la Palabra de Jeremías, los días finales de Jerusalén hubieran sido diferentes.

II.     Deportación Del Pueblo (2 R. 24:13–16):

Hubo en realidad tres deportaciones: en el 605 (cuando se incluyó a Daniel); en el 597 (descrita en este pasaje); y en el 587 (después de los terribles dieciocho meses de sitio de la ciudad). A Ezequiel lo llevaron a Babilonia en la segunda deportación. Era la política de Babilonia llevarse lo mejor del pueblo de la tierra: príncipes, nobles, soldados, artesanos y a la familia real; y dejar a los más pobres del pueblo para que manejaran las cosas bajo la dirección de sus propios gobernadores.

Así una nación cautiva no sería capaz de organizar ninguna resistencia. Por supuesto, Jeremías predijo esta deportación (cap. 25) así como lo hizo Moisés en la Ley (Lv. 26; Dt. 28). El pueblo profanó con sangre e ídolos la tierra que Dios les dio; ya no eran más merecedores de vivir en ella. Dios tenía que «barrerlos» para purificar a la tierra de nuevo.

III.    Destrucción De La Ciudad (2 R. 25:1–12):

Léase en el libro de Lamentaciones la descripción gráfica que Jeremías da de la destrucción de Jerusalén. El asedio de la ciudad duró dieciocho meses y comenzó el 15 de enero del 588. El 19 de julio del 586 se abrió una brecha en la muralla y los ciudadanos supieron que el fin se acercaba.

Sedequías y sus hombres trataron de huir (vv. 4–6), pero el ejército de Babilonia los interceptó. Jeremías 32:4–5 y 34:1–7, así como Ezequiel 12:13 predijeron que Sedequías no escaparía. Vería al rey de Babilonia, pero no a Babilonia. Vio en efecto a Nabucodonosor; entonces le quitaron los ojos y lo llevaron ciego a Babilonia. Un mes más tarde los babilonios incendiaron Jerusalén, destrozaron las murallas y destruyeron el templo.

IV.    Profanación Del Templo (2 R. 25:13–17):

Los soldados babilonios despojaron al templo de su riqueza. Los objetos que eran demasiado como para transportarlos, los hicieron pedazos. Llevaron a tierra pagana los instrumentos de bronce, oro y plata. En 24:13 se nos dice que el oro de Salomón y los tesoros del palacio los incluyeron en el botín. En Jeremías 7 notamos que los judíos pensaban que Dios les protegería de la invasión debido al templo.

Los falsos profetas y sacerdotes mundanos habían logrado que el pueblo creyera mentiras, así como la gente de hoy cree que su iglesia o rituales religiosos les salvarán del juicio. En lugar de que los vasos de la casa de Dios se usaran para la gloria de Dios, los llevaron a Babilonia para embellecer los templos de los ídolos (2 Cron. 36:7).

La presencia del templo no salvó a la nación; tenía que haber confesión sincera y arrepentimiento de corazón. Pero era demasiado tarde. La nación «se había mofado de los mensajeros de Dios […] hasta que no hubo remedio».

V.     Dejaron La Tierra En Desolación (2 R. 25:18–30):

Uno de los oficiales babilonios reunió a los nobles que dejaron y los degolló (vv. 18–21). Todos los que quedaron en la tierra fueron los más pobres de los pobres. Nabucodonosor estableció un sistema de gobierno en la tierra, haciendo a Gedalías el primer gobernador. Su padre había ayudado a Jeremías (Jr. 26:24; 39:14) y su familia era devota al profeta (véase Jr. 39–40).

Gedalías en efecto estableció una razonable seguridad, paz y tranquilidad para los que quedaron, pero los celos de Ismael (quizás un pariente lejano del rey) dirigieron un complot y asesinó al gobernador (Jr. 40–41). Cuando se descubrió el complot, muchos de los judíos huyeron a Egipto buscando seguridad.

En 2 Crónicas 36:20–21 se nos informa que los setenta años de cautiverio (Jr. 29:10) se calculaban a partir de los «años sabáticos» de Levítico 25. Cada séptimo año se suponía que los judíos debían dejar descansar la tierra, pero por siglos desobedecieron esta ley. Véase Jeremías 38:8–22.

Nótese: también que Dios prometió castigarlos por sus pecados «siete veces siete» (Lv. 26:18, 21, 28), de modo que el número siete juega un papel importante en el cautiverio. Los veinte reyes de Judá (durante el reino dividido) reinaron aproximadamente 390 años en conjunto; y el total de años de David, Salomón y Saúl es de 120, haciendo un gran total de 510 años de monarquía.

Sin embargo, en algunos casos padre e hijo reinaban juntos de modo que los años se superponen. Esto significa que tenemos menos de 500 años para el reino de Judá desde Saúl a Sedequías y 500 años divididos entre siete (por los años sabáticos) nos da aproximadamente 70 veces. Así como Israel escogió 40 años de vagar por el desierto al espiar la tierra cuarenta días, su descuido de los años sabáticos por casi cinco siglos le trajo 70 años de cautiverio:

·      Todo lo que Dios les dio a los judíos,

Ø Se los quitaron.

·      No tenían rey en el trono de David,

Ø Ni tampoco lo tienen hoy.

·      No tenían templo, porque fue incendiado, y

Ø Se confiscaron los vasos sagrados.

Ø Hoy no tienen templo.

·      Su ciudad santa fue destruida, y

Ø Desde entonces ha sido un punto focal de guerra e intranquilidad en el Medio Oriente.

·      Les quitaron su tierra, y

Ø Los esparcieron entre las naciones.

Por supuesto, este terrible asedio fue el precursor de la terrible destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. «Sabed que vuestro pecado os alcanzará».

Estudios para el Domingo.

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.



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