ENSEÑANZA RESPECTO AL DESARROLLO:
1 TESALONICENSES 4:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Pasamos ahora a la
segunda mitad de la carta, la cual da instrucciones prácticas a estos nuevos
creyentes en Cristo. La palabra clave es «conducirse» (4:1, 12) y Pablo les ruega que
obedezcan la Palabra (4:1, 10, 12, 14). A la conducta cristiana se la compara
con la manera de conducirse por varias razones:
(1) Exige vida, porque
el pecador muerto no puede conducirse;
(2) Requiere crecimiento, porque un bebé no puede conducirse;
(3) Demanda
libertad, porque alguien atado no puede conducirse;
(4) Exige luz, porque nadie puede conducir en la oscuridad;
(5) No puede ser algo escondido, sino que todos los presencian; y
(6) Sugiere
progresar hacia una meta.
Pablo describe la clase de conducta que el creyente debe tener.
I. Conducirse En Santidad (1 Ts. 4:1–8):
Aquí
Pablo se refiere al matrimonio y al hogar. Los votos
matrimoniales en las ciudades paganas no decían nada en cuanto a la pureza, de
modo que había gran peligro de inmoralidad en estos nuevos cristianos. A pesar
de que el amor y la pureza ciertamente prevalecían en muchos hogares paganos,
la atmósfera general de estas ciudades (antes de que llegara el evangelio) era de lujuria
y vida licenciosa. El cristiano tiene la responsabilidad de edificar un hogar
cristiano que glorifique a Dios, de modo que Pablo empieza aquí.
La
inmoralidad es básicamente egoísmo y robo. Así que Pablo
les exhorta a que vivan para agradar a Dios y no a sí mismos. Había puesto el
ejemplo (2:4) y ahora espera que ellos lo sigan. Les había ordenado, de parte
del Señor, que vivieran en santidad y pureza por el poder de Dios. La voluntad
de Dios para sus vidas era la santificación. La palabra santificar simplemente
significa «apartar
para un propósito».
Usted
puede alquilar el Hotel Jefferson en la ciudad de Washington, D.C., pero no la
Casa Blanca. Esta última ha sido santificada, apartada para un propósito
especial. El creyente ha sido apartado para Dios; es un santo, alguien
apartado. Tenemos la responsabilidad cada día de dedicarnos más y más a Dios de
modo que en cuerpo, alma y espíritu (5:23) le pertenezcamos por completo.
Nada
mancha más a la persona que el pecado sexual (2 Cor. 7:1; 1 Cor. 6:13–20). Los
que violan sus votos matrimoniales pecan contra Dios, contra sí mismos y contra
los demás cristianos; en verdad Dios los castigará. En el versículo 4 se hace
referencia a tener a la esposa en santidad y honor, o sea, como «vaso»
más frágil (1 P. 3:7), el cual ha sido comprado por la sangre de Cristo y
santificado por el Espíritu (1 Cor. 6:9–11), y que se debe usar para la gloria
de Dios.
Menospreciar
las advertencias de Dios respecto al pecado sexual es contristar al Espíritu
Santo e incitar el castigo. Recuérdese a David, Sansón, Judá y otros personajes
de la Biblia que cayeron en este pecado y pagaron un alto costo.
II. Conducirse En Amor (1 Ts. 4:9–10):
No
era necesario que les escribiera del amor; les había enseñado al respecto y
Dios mismo les enseñó a través del Espíritu (Rom. 5:5). El amor es una de las
características del nacimiento del creyente (1 Jn. 3:14; 1 P. 1:22; 1 Jn. 4:9–12).
«¡Mirad,
¡cómo se
aman unos a otros!», exclamaron los perdidos al observar la comunión
y el compañerismo en la iglesia primitiva.
Pero no es suficiente que amemos sólo a los que pertenecen a nuestro compañerismo; como estas personas de Tesalónica debemos amar cada vez más a todo el pueblo de Dios y también a los perdidos (3:12).
III. Conducirse En Honradez (1 Ts. 4:11, 12):
Ahora
Pablo habla respecto a la vocación del creyente y sus relaciones con los
inconversos en el mundo.
Uno
de los problemas de la iglesia en Tesalónica era que algunas personas
malentendieron la promesa de la venida de Cristo, dejaron sus trabajos y se
convirtieron en «parásitos» viviendo a costa de otros cristianos. Véase en 2
Tesalonicenses 3:5–15 la amonestación de Pablo.
«Que procuréis tener tranquilidad» (v. 11)
literalmente significa «esforzarse por estar tranquilos»; o sea, no
impacientarse ni preocuparse e involucrarse en las actividades del mundo.
«Ocuparos en vuestros negocios» y por
consiguiente no se metan en negocios ajenos. Es triste cuando los cristianos no
tienen nada que hacer y se entremeten en la vida de otros.
El cristiano que trabaja honestamente un día de trabajo y que se cuida de mantener un buen testimonio, influirá en el inconverso (véanse Col. 3:22–25; 4:5). Los que no trabajan no deben comer (2 Ts. 3:10). No practiquemos una «caridad» contraria a las Escrituras tomando el dinero del Señor para sostener a los «holgazanes cristianos» estimulándoles en su manera haragana de vivir.
IV. Conducirse En Esperanza (1 Ts. 4:13–18):
Este
es el pasaje clásico sobre el Rapto de la Iglesia. La tristeza
había venido sobre la vida de estos santos y se preguntaban si dejarían atrás a
sus muertos cuando Cristo volviera. Pablo les asegura que sus muertos se
levantarían primero y que todos los santos se reunirían para recibir al Señor
en el aire.
No
debe confundirse el Rapto de la Iglesia (encontrándose con Cristo en el aire) con la
revelación del Señor, el momento cuando Él vendrá con sus santos a la tierra
para juzgar a los pecadores y establecer su reino (2 Ts. 1:7–12). El Rapto (encontrándose con
Cristo en el aire) puede ocurrir en cualquier momento; pero la
revelación (regresando
con Cristo) será alrededor de siete años después del Rapto.
Es
natural que los cristianos se lamenten cuanto sus seres queridos mueren; pero
no deben desesperarse como lo hace la gente del mundo que no tiene esperanza.
Ciertamente Cristo espera que lloremos y sintamos la soledad (véase Jn. 11:33–36)
como si atravesáramos el valle; pero en medio de nuestra tristeza debe haber el
testimonio de la esperanza viva que tenemos en Cristo (1 P. 1:3). Nótese los
consuelos que tiene el creyente en tiempos de aflicción:
A.
El Consuelo Del Creyente De Que La Muerte
Es Sólo Dormir.
«Durmieron en Cristo» en el versículo
14 literalmente es «puesto a dormir mediante Jesús».
Independientemente de cómo muera un creyente, Jesucristo está allí para
llevarlo a dormir. Por supuesto, el alma va a estar con Cristo (Filp. 1:20–24;
2 Cor. 5:6–8); es el cuerpo el que duerme, no el alma. La palabra «cementerio» significa «un lugar para
dormir»; es el lugar donde los cuerpos duermen, esperando la resurrección.
B.
El Consuelo De La Reunión Celestial.
Lo
más duro respecto a la muerte es la separación de nuestros seres queridos; pero
cuando Cristo venga «estaremos siempre con el Señor». Los santos que
estén vivos no precederán a esos que murieron; todos seremos arrebatados para
recibir juntos a Cristo.
C.
El Consuelo De La Bendición Eterna.
«Estaremos siempre con el Señor».
Obtendremos nuevos cuerpos (1 Jn. 3:1–3; Filp. 3:20, 21). Pablo dice que el
cuerpo que sepultamos en el cementerio es como la semilla que espera la cosecha
(1 Cor. 15:35–38). Por supuesto, el cuerpo vuelve al polvo y el polvo se vuelve
una parte de la tierra (Gn. 3:19). La Biblia no enseña en ninguna parte que
Dios levanta y une cada partícula del cuerpo del creyente.
Lo
que sí enseña es que el cuerpo de resurrección tiene identidad con el cuerpo
que fue sepultado. Así como la semilla que se planta (y que muere) en la tierra tiene
identidad y continuidad con la semilla que produce, el cuerpo de resurrección
tendrá identidad y continuidad con el cuerpo que fue sepultado. La resurrección
no es reconstrucción.
La palabra «arrebatados» (v. 17) está repleta de connotación.
Significa:
(1) Arrebatar velozmente, porque no habrá advertencia
(5:1–10);
(2) Arrebatar
por la fuerza, porque Satanás tratará de impedir nuestro rapto al cielo;
(3) Pedir a alguien
para uno mismo, así como el Novio pide a la novia;
(4) Mudarse a un nuevo lugar; y
(5) Librarse del peligro, porque la Iglesia no atravesará la tribulación (1:10; 5:9).
Clase Para El Miércoles:
Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea
Su Biblia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario