La Doctrina De La Resurrección (II):
(1 Corintios 15:1-58)
“Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis;… por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano… Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras;… y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;… y que apareció a Cefas, y después a los doce… Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen… Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles;… y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí… Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios… Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo… Porque o sea yo o sean ellos, así predicamos, y así habéis creído… Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos?... Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó… Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe… Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan… Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó;… y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados…. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron… Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres…”.
(1 Corintios 15:1-58)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
II. LAS CONSECUENCIAS DE NEGAR LA RESURRECCIÓN. 1 Cor.15:12-19:
Pablo
reitera (v. 11) que el evangelio básico que acaba de detallarles a los
corintios, incluso la resurrección de los creyentes, no es anunciado sólo por
él sino por los demás apóstoles.
Era
importante que los corintios se dieran cuenta de que la resurrección no era una
doctrina exclusiva de Pablo sino también de los demás apóstoles.
Es más,
es importante para los creyentes de hoy saber que los apóstoles estaban de
acuerdo en los puntos básicos del evangelio, aunque sus interpretaciones
particulares de los hechos difirieran.
Pablo
no deja la idea de que el evangelio de Pedro a los judíos fuera diferente al
suyo predicado a los gentiles (ver Gál.2:7 ss.). El Apóstol tampoco intima a
los gentiles que Pedro y sus compañeros predicaran un evangelio desaprobado por
él (ver 11:4; Gál.1:6-9).
El
evangelio apostólico básico incluía la muerte, la sepultura y la resurrección
de Cristo. Sin estos elementos no hay evangelio, y no hay salvación. Pablo les
dice a los corintios que ellos han aceptado este evangelio, incluso la
resurrección de Cristo. Ahora era importante que entendieran las consecuencias
lógicas de esta verdad.
La
Esperanza De La Resurrección. 1 Cor.15:12, 13:
El
judío saduceo, hablando de la inmortalidad, decía que al morir se iba al seol,
a la tierra gris, por debajo del mundo, en la cual los muertos vivían, sin
fuerza y sin luz, su existencia fantasmal en las sombras (Salm.115:17; 39:13).
El
estoicismo creía que el hombre solo tenía una chispa de Dios, cuanto este
moría, el cuerpo quedaba y la chispa de Dios volvía a él, quien la absorbía de
nuevo.
El unir
el alma al cuerpo para los griegos era una degradación. Un filósofo griego
decía: “La esperanza de la resurrección
es la esperanza de los cerdos. Una vez emancipada el alma del cuerpo, jamás volverá
a ser encarcelada”.
La
Resurrección De Los Muertos. 1 Cor.15:12-34:
Ya se sabe que entre algunos judíos había una resistencia
a la idea de una resurrección:
·
Incluso, había un partido político-religioso
judío durante los días de Pablo que tajantemente rechazaba
esta doctrina. Eran
los saduceos. Éstos, al aceptar como canónicos
sólo los libros del Pentateuco, negaban que hubiera tal cosa como una
resurrección, ya que difícilmente se hallaría el concepto en tales libros.
· En cambio, la mayoría de los judíos, al unísono con los fariseos, sí aceptaban tal doctrina, porque eran herederos de los demás libros del
AT., algunos de los cuales sugerían la posibilidad de la supervivencia después
de la muerte.
·
El
trasfondo de los corintios
y los griegos en general era muy distinto. La mayoría de los
gentiles de cultura helénica creían en la inmortalidad del alma; es decir, que
había algo imperecedero por naturaleza en el alma humana que sobrevivía la
muerte física.
· El cuerpo, en cambio, sólo volvía a la
tierra de la cual había procedido. Para los griegos gnósticos había
un rechazo del cuerpo humano como algo inservible e innatamente maligno. Por su
concepto dualista, creían que todo lo material era malo y todo lo espiritual
bueno. Por ende, sólo el espíritu era inmortal y digno de supervivencia.
· Parece, sin embargo, que los creyentes corintios, pese a su trasfondo griego, habían
aceptado la verdad acerca de la resurrección corporal de Jesús. Ilógicamente,
no obstante, rechazaban la resurrección corporal del creyente cristiano.
Pablo
reafirma (v. 12) que no importa quién sea el predicador, el evangelio
apostólico afirmaba sin rodeos que Jesús había sido resucitado de la tumba. Si
era cierto que algunos miembros de la iglesia en Corinto negaban que los muertos
pudieran resucitar, entonces lógicamente para ellos no era posible que Cristo
hubiera resucitado. Negaban por lo tanto la veracidad del eje central del
mensaje apostólico. ¿Quiénes
eran estos “creyentes
incrédulos”?
NOTA: V.12: NO HAY RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS: No había nada en el trasfondo griego
de los gentiles convertidos de Corintios, que pudiera inducirles a CREER en la RESURRECCIÓN
de los muertos. En
general, creían en la INMORTALIDAD del alma, pero no en la RESURRECCIÓN del cuerpo. Para ellos, el cuerpo era
la fuente de la debilidad y del pecado del hombre; la muerte por consiguiente,
era el medio bien venido por el que el alma era liberada del cuerpo. Según su
modo de pensar, la RESURRECCIÓN sólo serviría para volver a esclavizar
el alma.
Algunos
los identifican como simples
materialistas que se negaban a creer en alguna clase de supervivencia
después de la muerte física. Esto
no es probable.
La
pregunta de Pablo descarta esta posibilidad para los creyentes. Es más, en
general la cultura griega no negaba la posibilidad de una supervivencia después
de la muerte; sólo que no podía aceptar la idea de una restauración de vida a
un cadáver.
Otra
versión del pensamiento de este grupo dentro de la iglesia es la de Alberto
Schweitzer. Este renombrado teólogo, músico, filósofo, médico y misionero opina
que ellos creían que sólo los que vivieran cuando Cristo regresara entrarían al
reino de Dios; los que murieran antes se perderían. Es difícil que esta postura
sea realmente lo que los corintios creían, ya que los argumentos de Pablo en la
carta no encajan con dicho concepto.
De
nuevo, probablemente el error de algunos de los miembros de la iglesia en
Corinto era que ellos negaban la necesidad de una resurrección corporal futura.
Ellos consideraban que en Cristo ya habían resucitado a una nueva vida, y esta
hacía innecesaria una resurrección histórica en el futuro.
Un análisis del pensamiento de Pablo, en cambio, revela que no tan sólo creía en una nueva
vida actual en Cristo, sino que también hacía falta una resurrección corporal
de los creyentes en el futuro.
La doctrina de Pablo en torno a la escatología, la doctrina de
las últimas cosas, exigía tal concepto. Al igual que la histórica
resurrección corporal de Cristo era esencial para el kerigma apostólico, la resurrección corporal de los creyentes al final de
los tiempos era necesaria para la culminación de la salvación.
Los
razonamientos de los corintios estaban equivocados, y el Apóstol no los acepta
(vv. 13, 14). Más bien, la insistencia de Pablo es que la resurrección corporal de Cristo no es un evento aislado en el plan de Dios, sino parte
del propósito de Dios en la resurrección y la salvación final de los creyentes.
“Porque
si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó… Y si Cristo no resucitó, vana es entonces
nuestra predicación, vana es también vuestra fe”. 1 Corintios 15:13-14.
La resurrección al final del tiempo es también un evento
salvador. Con esta premisa, el Apóstol arguye que la
resurrección corporal es necesaria, incluso para que la veracidad de la
predicación apostólica se compruebe.
La
lógica indica que si no hay posibilidad de la resurrección corporal, entonces
es imposible que Cristo mismo haya sido resucitado. Este evento es central en
el kerigma[1]. De nuevo, si no hay tal cosa como la resurrección de la
muerte, toda la predicación que habían escuchado era una falsedad.
Peor
todavía, su fe también era en vano. La palabra “fe” en este caso probablemente signifique la subjetiva
aceptación individual de la certeza y veracidad de la predicación. Sin la
objetiva realidad de la resurrección, no hay fe con futuro.
El
argumento planteado por el Apóstol en el v. 14 con base en el kerigma continúa, incluyendo así al “testigo”. Quiere
decir que si la proclamación apostólica en torno a la resurrección es falsa,
entonces se afecta su propio carácter como algo genuino.
Las
palabras “falsos testigos” en RVA., son traducción de una palabra griega: pseudo
martures G5575. Este vocablo ha dado origen a mucho desacuerdo
entre los eruditos:
Ø Los filólogos insisten en que la
palabra no significa más que simplemente decir cosas inciertas acerca de Dios.
Etimología:
G5575
ψευδομάρτυρ = pseudomártur: de G5571
y una forma parecida de G3144; testigo espúreo, i.e. que da falso
testimonio:- testigo, falso. (Strong).
No
obstante esto, otros han insistido en que significa falsos testigos de Dios; en
lo personal han fracasado como personas íntegras.
No es
que hayan dicho falsedades acerca de Dios. Más bien, la “verdad” a la que se opone el “testigo
falso” no es una verdad lógica de una declaración, sino la
conducta que cumple con lo que se espera de él.
En
otras palabras, ser un falso testigo es un problema de carácter y no de
información. Pablo dice que si no hay resurrección de los muertos, y así los
apóstoles han proclamado, le han fallado a Dios. Lo han hecho mentiroso.
De
nuevo, si fuera verdad lo que dicen algunos corintios (que no hay resurrección
de los muertos), entonces Cristo no pudo haber sido resucitado por Dios. Este
evento es central en la predicación apostólica, y por ende, los apóstoles
habrían engañado a la gente, y habrían hecho a Dios mentiroso.
VV. 13-19: Si la RESURRECCIÓN CORPORAL de Cristo es falso, entonces el mensaje del EVANGELIO es una mentira (v.15), la fe cristiana se queda sin un
contenido que distingue algo (v.17), y los cristianos se quedan sin esperanza
en sus perspectivas para el futuro (vv.18-19).
El
mismo argumento planteado por Pablo en los vv. 12-14 se repite pero con
vocablos distintos (vv. 17, 18). Si Cristo todavía está muerto, la única
alternativa a su resurrección, luego la confianza que han puesto los corintios
en el evangelio predicado por los apóstoles no realiza su cometido. Antes Pablo
usó la palabra “vana”. La
palabra griega es distinta esta vez, y la traducción de RVA., “inútil” es acertada.
Otro término que lo expresaría es “incapaz”. Si
Cristo quedó en el sepulcro, entonces su profesada fe no lograría su cometido: el lograr el perdón y una vida
futura. Lo que Pablo efectivamente dice es que si el poder de Dios no obró en
la resurrección de Cristo, entonces no hay respuesta para su problema central: su pecado.
Esto es
así, porque el plan de Dios para la redención de los hombres involucraba la
provisión de un cordero sacrificial que pusiera su vida. Cristo fue ese cordero
de Dios que quitaba los pecados de los hombres.
Pero si
Cristo hubiera permanecido en la tumba, no hubiera habido constancia de la
eficacia de su sacrificio. Se hizo necesaria la resurrección. Estas dos cosas,
la muerte y la resurrección de Cristo, son dos caras de la misma moneda,
siempre van juntas. Esta moneda compra la redención del hombre de fe.
La
expresión “los que han dormido en Cristo” sería una contradicción lógica si Cristo no hubiera sido
resucitado por el poder de Dios. No puede dormir en Cristo el creyente si
Cristo “aun duerme” (está muerto). En cambio, puesto que la
resurrección de Cristo es cierta para los ojos de la fe, entonces los que
mueren en Cristo no pueden permanecer en la tumba más que él.
El gran
filósofo mexicano, “el maestro” Antonio
Caso Andrade, en su obra “La existencia como economía, como
desinterés y como caridad”, señala el v. 19
como uno de sus predilectos. Aunque sus numerosos escritos son mayormente de
interés para los estudiantes de filosofía, esta obra en particular, su gran
tratado sobre ética, se centra en el amor del Cristo histórico.
Caso
nunca dio una explicación del texto en sí (v. 19), pero es obvio que fue
significativo para él. Quizá una de las razones por la falta de explicación
suya es lo difícil que es el texto en su estructura e interpretación.
Un análisis del texto revela que este rehúye una
traducción adecuada. Esto se nota a continuación:
(1) La frase “hemos tenido esperanza” en el original no usa el tiempo
perfecto como se hubiera esperado, sino un participio y el verbo ser. No es
exageración decir que esta estructura es algo inusual.
(2) No se puede saber a ciencia cierta a qué parte de la oración se
aplica el vocablo “sólo”: a “esta
vida” o “hemos tenido esperanza”. Algunos intérpretes en otros
idiomas suelen poner “sólo” al final de la oración, haciendo así
que se aplique a la frase entera. Por muchas piruetas gramaticales que se usen,
la oración permanece compleja y difícil de interpretar. No obstante esto,
parece que Pablo plantea una situación hipotética en la que los hombres sólo
piensan que la fe cristiana es para esta vida. Si Cristo no hubiera sido
resucitado de la tumba, así tal vez tendríamos que conformarnos. Si fuera así,
pocas esperanzas había para el futuro después de esta vida, y entraría la
desesperanza.
Véase Parte III:
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