La Doctrina De La Resurrección (III):
(1 Corintios 15:1-58)
“Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis;… por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano… Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras;… y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;… y que apareció a Cefas, y después a los doce… Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen… Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles;… y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí… Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios… Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo… Porque o sea yo o sean ellos, así predicamos, y así habéis creído… Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos?... Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó… Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe… Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan… Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó;… y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados…. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron… Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres…”.
(1 Corintios 15:1-58)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
III. LA ESPERANZA DEL CRISTIANO. 1 Cor.15:20-24:
Por esta razón el Apóstol agrega: “somos
los más miserables de todos los hombres”. No es
que no haya beneficios de la fe cristiana para el presente (ver 1 Tim.4:8),
pero la esperanza cristiana está fincada en un Cristo resucitado y viviente. Si
tal caso no es cierto, entonces no hay fundamento para ninguna esperanza para
el futuro.
Ahora,
de nuevo, todo esto lo plantea el Apóstol como caso hipotético. Lo contrario es
la verdad como lo comprueba el texto en el v. 20.
Pablo
se apresura para advertir a los corintios que su fe no es en vano, no es
inútil. Esto es así, porque de hecho Cristo ha sido resucitado. (Conviene recordarnos que el verbo empleado
por Pablo varias veces, “ha
resucitado”, siempre da la idea de que es el poder de Dios el que
levanta a Jesús de la muerte. No es que Jesús mismo se haya levantado a sí
mismo independientemente. La resurrección de Jesús siempre es contemplada como
resultado de la intervención poderosa de Dios).
El
Apóstol afirma que ya no vale la pena seguir pensando en lo que “hubiera sido” si Cristo no
hubiera resucitado. Para los verdaderos creyentes, la evidencia de la
resurrección no admite debate. Vale más que empiecen a pensar en lo que sí es
por causa de la victoria de Cristo sobre la muerte. Para hacer esto Pablo
emplea algunas figuras tomadas del AT., y de la práctica del judaísmo. “Primicias” es un término que
describe los primeros frutos de la cosecha agrícola.
Normalmente,
éstos se ofrecían en el templo judío en Jerusalén (ver Lv.23:10-14). Las
primicias de la cosecha no tan sólo se consagraban a Dios, sino que también
eran símbolo de cosechas aún más abundantes. La resurrección de Jesús afirma y
hace posible nuestra propia resurrección (ver Rom.8:23; 11:16). Por esto, la
resurrección de Jesús representa la seguridad de que los creyentes, aunque ya
fenecidos, también serán resucitados.
En los
vv. 21, 22 encontramos la introducción que Pablo hace del tema del primer y el último
Adán (ver vv. 45-49; Rom.5:12-21). Este tema presenta una analogía entre dos
hombres representativos.
El
primer Adán estuvo a la cabeza de la vieja creación; este introdujo la muerte a
la humanidad debido a su pecado (ver Génesis 3:17-19). Por su pecado todos los
hombres vivimos en un mundo caracterizado por el egocentrismo y el pecado;
todos los hombres pecamos, la muerte es nuestro destino (ver Rom.5:12; 5:19).
Conviene
reconocer que Pablo, sin duda, veía en el primer Adán un individuo histórico,
el primer hombre del cual todos hemos descendido. Pero es importante constatar que también Pablo consideraba a
Adán como la humanidad:
Ø El nombre Adán G135 en hebreo significa justamente eso. Se consideraba que toda la humanidad
había estado presente en Adán. Tal era la solidaridad del género humano en
Adán. Tal es la solidaridad de la humanidad en el pecado. Por lo tanto, hay una
solidaridad de la humanidad también en la muerte.
Etimología:
G135 αἴνιγμα = aínigma: de un derivado de G136
(en su sentido primario); dicho obscuro («enigma»), i.e.
(abstractamente) obscuridad:- oscuramente.
Ø En cambio, Cristo encabeza la nueva creación, y es “el
primogénito de entre los muertos” (ver Col.1:18; Ap. 1:5). En él todos los hombres de fe serán vivificados
en la resurrección final. Como el nuevo Adán también es creador e inaugurador
de una nueva humanidad. Como el último Adán, Cristo es un personaje histórico y escatológico. él comenzó la creación en su muerte
vicaria y su resurrección victoriosa; vendrá la consumación de esta nueva
humanidad con el fin del tiempo. Esta nueva humanidad está constituida por los
hombres de fe en Cristo como Salvador.
La
lógica nos dice que la analogía entre los resultados de los dos “hombres” es consecuente. Es
decir, si todos los hombres, en Adán, están destinados a la muerte, entonces
todos los hombres deben ser vivificados.
Un
análisis cuidadoso, sin embargo, revela que la lógica no resulta en este caso.
Es cierto que todos los hombres en Adán optan por pecar y mueren. No es cierto
que todos los hombres serán resucitados por lo que hizo Cristo.
Hay una expresión sumamente importante: los que serán vivificados son los
hombres “en
Cristo”.
Esto quiere decir que no se puede derivar la
idea de una salvación universal de este pasaje, sino que la obra redentora de
Cristo es eficaz sólo para los hombres de fe. Esto no quiere decir que Cristo
muriera sólo por los elegidos o los predestinados.
Más bien, la expiación de Cristo es “para todo aquél que creyere”. El universalismo está equivocado tanto como la doctrina
de una expiación limitada es errónea.
Una
cosa cierta es que Pablo habla fuertemente de un juicio fuerte en otras de sus
cartas. Esto en sí descarta el universalismo (ver Rom.1:18; 2:6-8; 5:10).
VV. 23-24: El orden de las RESURRECCIONES es como sigue:
Ø Primero, Cristo;
Ø Después, los Creyentes en Su Venida (1 Ts.4:13-18*); y
Ø Finalmente, la resurrección que acontecerá al final
del milenio.
Ahora (v. 23) el Apóstol enfoca la resurrección en
términos apocalípticos. Esto era natural, ya que Pablo había
insistido en la resurrección como un evento futuro:
· Para algunos, puede parecer que hay una sección aparte en
los vv. 23-28.
· Pero no es una desviación, ya que se retoma en los vv.
50-57.
· Lo que sí se observa es que los principios establecidos
en los vv. 21, 22 son llevados a su aplicación a partir del v. 23.
NOTA: *1 Ts.4.13ss. Los tesalonicenses
se preguntaban por qué muchos creyentes dormían (habían muerto) y qué pasaría con ellos
cuando Cristo regresara. Pablo quería que los tesalonicenses comprendieran que
la muerte no es el final de la historia. Cuando Cristo regrese, todos los creyentes -muertos y vivos- se reunirán, para no
volver a sufrir o morir.
V.15. ¿Qué
es lo que Pablo quiere dar a entender cuando dice: "En palabra del Señor"?
Pudiera ser algo que Dios reveló directamente a Pablo o fue una enseñanza de
Jesús trasmitida en forma oral por los apóstoles y otros cristianos.
VV.15-18. Saber exactamente cuándo resucitarán los muertos en relación con
los otros hechos en la Segunda Venida, no es tan importante como el propósito
por el cual Pablo escribió estas palabras: desafiar a los creyentes a
consolarse y animarse mutuamente cuando un ser amado muere. Este pasaje puede
ser de gran consuelo cuando un creyente muere. El mismo amor que debiera unir a
los creyentes en esta vida
(4:9) unirá a los creyentes cuando Cristo regrese
y reine por la eternidad.
Porque Jesucristo
resucitó, todos los creyentes también resucitaremos. Todos los cristianos,
incluyendo aquellos que estén vivos cuando Cristo regrese, vivirán con El para
siempre. Por lo tanto, no debemos desesperar cuando un ser querido muere o
cuando los acontecimientos mundiales siguen un rumbo trágico. Dios convertirá
nuestras tragedias en triunfos, nuestra pobreza en riqueza, nuestro dolor en
gloria y nuestra derrota en victoria. Todos los creyentes a través de la
historia se volverán a unir en las mismas presencias de Dios, salvas y seguras.
Como Pablo consoló a los tesalonicenses con la promesa de la resurrección,
nosotros también debiéramos consolarnos y tranquilizarnos unos a otros con esta
gran esperanza.
V.16. Un arcángel es un
ángel de mayor categoría o más santo asignado a una tarea especial. El único
arcángel que se menciona en el Nuevo Testamento es Miguel (véase Judas 1:9).
Es
evidente que el Apóstol estaba familiarizado con los términos militares.
Ciertamente en su vida como misionero tuvo la experiencia de ser custodiado por
soldados romanos en más de una ocasión. La palabra griega para “orden” es un término
militar, y se refiere a los distintos rangos entre los militares.
Con
esta expresión, el Apóstol afirma que los eventos escatológicos se regirán
según un orden establecido, un plan predeterminado por Dios. “Cristo las primicias”: Jesús fue el primero en ser resucitado por el poder de
Dios. (Se debe comentar que hay una diferencia entre la resurrección de Jesús y
las “resurrecciones” de algunos
narradas en el NT; esas resurrecciones devolvieron la vida a esos individuos,
tales como Lázaro, pero todos volvieron a morir físicamente al final. No fue
así con la resurrección de Jesús. Le fue devuelta la vida por el poder de Dios,
y no volvió a morir).
· Su resurrección fue uno de los eventos
culminantes en la historia de la salvación, y así inauguró “el fin de los tiempos” (el eskaton G2078).
Ya que se hizo realidad la
resurrección de Jesús, se prometía una “cosecha” mayor.
· A esto se refiere el Apóstol al decir: “luego” (eita G1534), o sea, los que siguen en el orden establecido, “los que son de Cristo”.
·
Los
creyentes en Cristo (los vivos tanto como los muertos) pueden esperar su resurrección final
sólo al final del tiempo durante la parusia G3952, vocablo empleado por Pablo pocas
veces.
Etimología:
G2078
ἔσχατος = ésjatos: superlativo
probablemente de G2192 (en el sentido de contigüidad); más lejos,
final (de lugar o tiempo):- postrer, postrero, último, (postrer)
estado, final.
G1534
εἶτα = eíta: de afinidad incierta;
partícula de sucesión (en tiempo o numeración lógica), entonces, es más:- (por otra) parte. Véase
también G1899.
G3952
παρουσία = parousía: del presente
participio de G3918; estar cercar, i.e. adviento (a menudo, retorno;
específicamente de Cristo para castigar a Jerusalén, o finalmente a los malos);
(por implicación) fís. Aspecto:- advenimiento, presencia, venida. (Strong).
Esta es
la venida de Cristo con su poder mesiánico al final de la era presente (ver
Mateo 24:27; 1 Ts.2:19; 4:15; 5:23). Era muy importante que los corintios
entendieran que su propia resurrección no podía considerarse como algo ya
acaecido.
Se sabe
que uno de los errores de algunos de los creyentes en Corinto era justamente
esto; rechazaban una resurrección corporal al final del tiempo, porque se
consideraban ya resucitados en Cristo. Pablo se vio obligado a corregir este concepto.
Lo hizo por medio del uso
de la idea de “un orden establecido”.
Algunos,
preguntándose respecto a una posible resurrección de los incrédulos, procuran
encontrar ese grupo en el v. 24. Una lectura somera, sin embargo, revela que
aquí no se aborda la cuestión de un tercer grupo. Esto es cierto especialmente cuando se toma en cuenta el significado de
una palabra muy importante:
Ø Dicho sea de paso, los traductores de RVA han acertado al
usar la palabra griega telos G5056
como “fin”. Los que quieren
hallar en este texto un tercer grupo de resucitados, los impíos, traducen la
palabra como “los demás”, como
si Pablo hablara ahora de una resurrección de ellos. El problema estriba en que
no hay manera legítima de encontrar ese sentido para la palabra “fin” (telos G5056).
Ø La única base para que haya tal idea es que Pablo aquí
emplea de nuevo el vocablo eita G1534
o luego, continuando así la idea del orden establecido por Dios. Sin embargo,
no hay ningún problema en traducir la frase tal y como lo hicieron los editores
de la versión RVA: “Después, el fin”. Según este pasaje, el orden predeterminado por Dios
respecto a la resurrección es así:
Primero, Cristo; segundo, los creyentes en
Cristo (los que vivan al momento de la “segunda venida” igual que los
creyentes fallecidos), luego, el fin.
Ø Por el vocablo “fin” (telos G5056) se entiende el
fin de esta era o la consumación de la era. Justo desde su victoria sobre las
fuerzas malignas al morir en la cruz, el Cristo resucitado ha venido reinando a
la diestra del Padre (ver Filp.2:9-11). En su venida en gloria, destruirá todas
las potencias satánicas, sean personales o institucionales, que se opongan al
gobierno de Dios.
El
reinado de Cristo, o sea, la era del Mesías, tuvo su comienzo con su exaltación
a la diestra de Dios (vv. 25, 26). Es evidente que Pablo considera que Cristo
está reinando desde ese lugar de supremacía. Una base veterotestamentaria para
este concepto se halla en el Salmo 110:1. Es más, este texto sirvió mucho
tiempo en la iglesia primitiva como una manera de testificar del poder de
Cristo.
El idioma griego sirve muy bien para detallar el reinado
perpetuo de Cristo. El verbo “reine” implica que él ha de seguir reinando hasta acabar con
todos los enemigos opositores al reino de Dios.
Triunfalmente,
al efectuar la resurrección de los creyentes de todos los siglos en su venida,
Cristo pondrá fin al peor de los poderes, la muerte (ver Heb.2:14 ss.; Ap.
20:14a).
Si bien
es cierto que otros textos sugieren que estos principados y poderes hostiles
(Col.2:15; 1 P.3:22), incluso la misma muerte (2 Tim.1:10), ya han sido
aniquilados, es porque la muerte y la resurrección de Cristo vienen siendo las
batallas decisivas en la guerra que sólo termina con la resurrección de su
pueblo. Es una victoria sin par.
Conzelmann
se pregunta respecto a la cuestión del orden cronológico entre el
aniquilamiento de la muerte por Cristo y la resurrección.
Este
autor dice que algunos tendrán la destrucción de la muerte como algo previo a
la resurrección.
Otros
opinan, dice, que las dos cosas coinciden cronológicamente. Agrega el escritor
alemán que para Pablo esta cuestión no tiene importancia, ya que considera que
todos los eventos del fin se contraen en uno sólo y suceden simultáneamente. Su
base está en lo que Pablo dice en 15:52.
Sería
una omisión, tal vez objetable, no mencionar que hay algunos autores que
piensan que los vv. 23-25 hablan de la creencia de Pablo respecto a un período
de reinado terrenal después de la “segunda
venida”. Este reinado por un tiempo indefinido sería
en unión con los que están en Cristo.
Supuestamente, este reinado corresponde al milenio de Ap.20:4-6. No obstante esto, es muy claro que Pablo no menciona
ningún reinado terrenal intermedio de Cristo entre su victoria sobre la cruz y
la entrega del reino al Padre. No hay ni vestigio de tal enseñanza en 1 y 2 de
Tesalonicenses. Barrett y otros rechazan de plano que exista la idea de un
reinado intermedio en este pasaje.
Es
obvio que el Apóstol cita un pasaje muy importante para él (v. 27). Es una cita
parcial del Salmo 8:6. Tanto el contexto en esta carta como el de Heb.2:5 ss. Hacen
que la cita se asocie con el Salmo 110:1 recién aludido. Probablemente esto se
deba al hecho de que las palabras “debajo
de sus pies” son semejantes en ambos pasajes. Lo
interesante es que el Salmo 8:5-8 parece aludir a la historia de la creación en
Génesis 1:26-30. En dicho salmo es al hombre a quien Dios le ha dado el
dominio.
Al
igual que el autor de Hebreos, Pablo hace que estas palabras del Salmista se
apliquen a Cristo por ser “el hijo del hombre”. Es este hombre Jesús, el último Adán, el que lleva a cumplimiento
el propósito de Dios:
Ø Un hombre fracasó y trajo ruina a la tierra, el primer Adán.
Ø Dios, en su misericordia, levanta a otro para
contrarrestar los efectos del primer
Adán; es el segundo Adán.
Éste No Podía Ser Cualquiera.
· Tenía que reunir todas las cualidades necesarias para
deshacer los efectos funestos del primer
Adán.
· Jesús las reunió, y llegó a ser el fundador de una nueva humanidad.
Por esto, se le sujetan todas las cosas. El único que no se le sujeta es Dios mismo. Hay en este
pasaje una obvia enseñanza de la subordinación del Hijo al Padre. Esta
subordinación es deliberada y tiene la mira de que el Padre, el autor de la
creación y de la redención, reciba la adoración de todos (ver Marcos 12:36; Romanos
11:36).
Barrett
observa que esta enseñanza de Pablo respecto a la final subordinación del Hijo
al Padre pudiera atribuirse a una posible idea en la iglesia de Corinto de que
el Hijo, al ser exaltado en su resurrección y ascensión, llegara a ser el único
y supremo Dios.
El
mismo autor admite que no hay prueba contundente de la existencia de tal idea
en la iglesia, y aunque la hubiera, era falsa. La obediencia del Hijo al Padre
había sido y continuaría siendo una de las marcas de la virtud divina del Hijo.
La palabra “aquél” (v. 28) se refiere a Dios. La idea es que Dios es el que pone en sujeción todas las
cosas a Jesús. Al igual que en la resurrección de Jesús, es el poder de Dios el
que se activa, ahora es ese mismo poder activo en Jesús el que culmina la obra
mesiánica.
La construcción gramatical en el griego es interesante. El verbo “ponga” está en
el subjuntivo del aoristo. En esta instancia el modo subjuntivo, al igual que
en español, indica un tiempo indefinido en el futuro.
El aoristo en el griego indica que es una acción
realizada, punto y aparte. Se hace de forma
definida y tajante. La construcción, pues, implica que cuando Dios haya puesto
todas las cosas bajo el control de Jesús, será una cosa irreversible, es inmediata
e irrepetible. ¡No continúa, sino que ya se hizo! Nos recuerda un poco lo
dicho por Jesús en la cruz: “Consumado
es” (Juan 19:30).
Cuando
todo esto se haya cumplido, Jesús, el Hijo, voluntariamente se sujeta al Padre.
Aunque el verbo está en la voz pasiva, no significa esto que haya un tercero
que sujete al Hijo al Padre. Al contrario, la idea es que Dios estuvo presente
activamente en la misión del Hijo. Éste fue comisionado para que retomara la
soberanía del Padre que había sido usurpada en parte por las fuerzas malignas. Éstas
las venció Jesús en la cruz y la tumba vacía.
Por el
poder de Dios, el Hijo logró la victoria, y cuando acabe con la muerte, el
último enemigo, se subordinará al Padre en obediencia “para
que Dios sea el todo en todos”.
Esta última parte del versículo ha sido malentendida por
algunos. Ciertamente, Pablo no quiere decir con esto
que va a haber una especie de absorción mística de toda la creación, incluso
los creyentes, en Dios, perdiendo así su identidad individual. Lo que sí
implica con esta expresión es que una vez más Dios ejerce directamente su
soberanía total. Será una soberanía reconocida por su pueblo, y éste la
glorificará.
Sin
duda, uno de los pasajes más controversiales en toda la carta es el v. 29.
Pareciera que en Corinto había algunos que no tan sólo creían en la teoría del
bautismo vicario, sino que también lo practicaban. Parece que algunos miembros
de la iglesia en Corinto eran bautizados en nombre de seres queridos
fallecidos.
NOTA: V.29: SE BAUTIZAN POR LOS MUERTOS: Se han dado
diversas interpretaciones de esta difícil expresión:
1) Sanciona el ser bautizado vicariamente por otro, para asegurarle un
lugar en el cielo; lo cual es una herencia.
2) Se refiere a los que se bautizaban a causa del testimonio de los
que habían muerto.
3) Lo más probable es que
signifique ser bautizados en lugar de los que habían muerto; i, es., nuevo
convertido que ocupaban el lugar de otros más viejos que habían muerto.
La observación de Pablo es la siguiente: a menos que uno
crea en la resurrección de los muertos (más bien que la idea griega de “inmortalidad”), ¿a qué viene
tal práctica?
Éstos habrían muerto antes de llegar a bautizarse. Si los difuntos sin bautizar eran creyentes, se explica
en parte la ausencia de una censura fuerte de parte del Apóstol. No se concibe
que la práctica en Corinto incluyera el bautismo en nombre de muertos
incrédulos.
Algunos
piensan que posiblemente las palabras “se bautizan por ellos” no se refieren a un bautismo vicario sino que algunas
personas aceptaban el evangelio, y se bautizaban con el fin de poder estar con
los seres queridos difuntos que habían creído y fueron bautizados durante su
vida.
Sería,
entonces, una esperanza de que el bautismo como rito garantizara su reunión en
el cielo con los seres queridos difuntos. Cualquiera que sea la interpretación
que se dé, no habla poderosamente de una doctrina apoyada en las enseñanzas
previas del Apóstol ante los corintios. Lo que sí este pasaje comprueba es el
ritualismo que caracterizaba a la iglesia en Corinto.
Etimología:
G907 βαπτίζω = baptízo:
de un derivado de G911; dejar abrumado (i.e. completamente mojado); usado
solo (en el NT.) de la ablución ceremonial, específicamente (técnicamente) de
la ordenanza del bautismo cristiano:- bautismo, bautizar, lavar. (Strong).
Se sabe
que en el trasfondo cultural de los griegos existía el concepto de una especie
de bautismo por los muertos.
El filósofo Platón lo menciona como una práctica durante
su día. Parece que la práctica entre los paganos
antiguos sí era con la esperanza de que el rito purificara a los muertos que no
hubieran sacrificado a los dioses. Sólo en tiempo posterior se sabe de la
práctica con estos fines entre grupos seudo cristianos tales como los
seguidores de Marción y otros grupos gnósticos.
Lo que
se debe reconocer aquí es que Pablo no favorece ni aprueba tal práctica entre
los corintios. Dándose cuenta de que existía la práctica en Corinto, el Apóstol
la menciona para robustecer su argumento en pro de la resurrección.
Sus
palabras recriminan a los corintios, porque si no había tal cosa como la
resurrección, ¿por qué se molestaban en bautizar a los vivos en nombre de los
muertos? Su propósito principal es lograr que los corintios reconozcan la
importancia de la resurrección. Echa mano de los argumentos que se le
presentan.
Pablo
no ha terminado con la intención de mostrar eficazmente la importancia de la
resurrección de los creyentes. Intima (vv. 30, 31) aquí que él pone su vida en
juego todos los días a favor del evangelio y de los creyentes.
Surge la pregunta normal: ¿De qué sirve que haga esto si no hay
resurrección de los muertos? Total, si todo va a
acabar con la muerte, no vale la pena someterse a tanto sacrificio. Sus
sufrimientos los detallaría a los corintios dentro de poco tiempo (ver 11:23
ss.). Estos mismos sufrimientos apostólicos bien pueden describirse como la
muerte.
Después, en 4:10, el Apóstol les dice a los corintios: “Siempre llevamos en el cuerpo la muerte de
Jesús por todas partes, para que también en nuestro cuerpo se manifieste la vida
de Jesús”. Para afirmar su
amor para con los corintios, Pablo usa una especie de juramento, según la
construcción gramatical. Su juramento expresa con fuerza el orgullo que siente
por ellos y que comunica a otros cuando le toca referirse a los corintios.
Es
interesante cómo Pablo no tiene empacho en llamarles la atención a los
corintios, al hablarles directamente a ellos; pero cuando les habla a otros
acerca de ellos, sus palabras demuestran el orgullo que siente por ellos como
hijos de él en el evangelio (ver 1:14; 7:4, 14; 8:24; 9:2 ss.; 1 Ts.2:19 ss.).
Si el
Apóstol estaba dispuesto a arriesgar a diario, inclusive la vida, con el fin de
servir a los corintios, esto debe asegurarles de su propia esperanza respecto a
la resurrección corporal. Al Apóstol, le gustaría que su propia experiencia del
sufrimiento sirviera de aliciente para que los corintios también creyeran.
De
nuevo, si no hubiera resurrección de los creyentes muertos, ¿para qué se
molestó el Apóstol en sufrir tanto en Éfeso? (v. 32). Surge la pregunta si su
lucha contra las fieras en Éfeso fue real o figurativa.
Antes
que nada, se debe saber que la oración comienza con una cláusula condicional,
lo cual puede sugerir que Pablo está hablando figurativamente. Si la frase
entera es figurativa, entonces es otra manera de decir “cada día muero”. Si es una declaración literal, viene siendo un ejemplo
de su “muerte diaria”.
Hay varios factores que se deben tomar en cuenta al
hablar de un encuentro del Apóstol con las fieras en un anfiteatro romano:
· Primero, pocas
personas sobrevivían esta clase de persecución. Es evidente que Pablo aún
vivía.
· Segundo, no se permitía que un ciudadano
romano sufriera esta clase de castigo y conservara su ciudadanía romana. Se
sabe que Pablo la tenía todavía cuando fue detenido en Cesarea (ver Hechos 23:23-27).
· Tercero, el libro de los Hechos no registra
nada de una experiencia literal de esta naturaleza en relación con el Apóstol.
Se cree
que si la hubiera, Lucas se hubiera aprovechado de ese evento en sus relatos
del ministerio de Pablo. Tal vez ninguno de los factores, tomado solo,
determinaría la naturaleza de la expresión del Apóstol acerca de su lucha
contra las fieras. En conjunto, sin embargo, sí hay bastante peso en el
argumento de que es una expresión figurativa.
Si así es, entonces lo que Pablo decía era algo parecido
a lo siguiente: “Luchaba
por la supervivencia”. Una interpretación
metafórica de la expresión no disminuye en nada la realidad y la severidad de
los sufrimientos del Apóstol.
Cualquiera
que fuera el evento en la experiencia de Pablo, tiene que haber involucrado la
posibilidad de perder la vida. De no ser así, la expresión no tendría el efecto
que demanda el contexto. De nuevo, la idea de Pablo es que si no hay
resurrección de los muertos, no vale la pena haber sufrido tanto en el
ministerio.
La
última parte del texto, “¡comamos y bebamos, que mañana moriremos!”, es una cita directa de Is.22:13. El contexto histórico
de Isaías, desde luego, es distinto. Parece que Pablo cita este texto con el
sentido que se halla en Prov.2:24; en ese texto se afirma que no hay ninguna
esperanza de vida después de la muerte. El escritor de dicho libro llega a la
conclusión de que lo único que hay es esta vida, y hay que aprovecharla hasta
donde sea posible (ver Prov.9:7-10).
Ahora bien, se debe aclarar que tal no es el pensamiento
de Pablo. Cita a Isaías con el sentido del Predicador
en Eclesiastés sólo para afirmar que tal cosa sería cierta si no hubiera
esperanza de una resurrección corporal del creyente. Si uno siguiera el
pensamiento de algunos de los corintios, al rechazar estos la esperanza de una
resurrección, lo natural sería que hubiera un vacío moral.
Si la
muerte termina todo, entonces habría que vivir locamente, según las oportunidades
que se presentaran. Claramente, Pablo lucha en contra de tal idea. Su deseo es
que los corintios reconozcan la esperanza que ofrece la resurrección.
Al
igual que en 6:9, Pablo insta a los corintios a que no permitan que otros los
encaminen mal o que los despisten (vv. 33, 34). Para ilustrar esto, el Apóstol
cita a un poeta griego de nombre Menandro. Las palabras son tomadas de una obra
suya titulada “Tais”. Dentro de la
cultura griega, estas palabras llegaron a tener un poder proverbial. Llama la
atención que esta es la única vez que Pablo cita una fuente extra bíblica en
todos los escritos de él universalmente aceptada.
La cita
probablemente está dirigida a los miembros de la iglesia en Corinto que se
prestaban a ser corrompidos por los que se negaban a aceptar la doctrina de la
resurrección. Algunos piensan que estos mismos miembros renegados eran también
los que solían practicar el libertinaje en cuanto a la moral. La advertencia,
sin embargo, va dirigida a los demás miembros de la congregación para que no se
vieran influenciados negativamente por otros.
En 5:10
Pablo había dicho a los corintios que no esperaba que ellos huyeran del mundo
en el sentido de separarse totalmente de sus vecinos y amigos paganos. Estaba
bien que asistieran a las comidas que éstos brindaban (10:27).
Otra
cosa, sin embargo, era que los creyentes cultivaran adrede amistades perversas.
Parece que algunos de los corintios cedían ante esta tentación.
La
expresión “volved a la sobriedad” es traducción de un verbo en griego que comunica la idea
de una persona que ha tomado demasiado y sufre las consecuencias en una “cruda” o resaca. El
aoristo del verbo, en cambio, señala que ya pasó la embriaguez y se ha vuelto a
la sobriedad. Las palabras “no
pequéis” traducen un verbo imperativo en tiempo
presente; los traductores agregan la palabra “más”, porque esto comunica el sentido del verbo: la acción en proceso ya va acabándose.
En
realidad, Pablo ha usado las expresiones anteriores tocantes a la ebriedad de forma
metafórica. El disfrute del mundo pecaminoso es la ebriedad, y esta misma
ebriedad es ignorancia (agnosia G56).
Etimología:
G56 ἀγνωσία = agnosia: de
G1 (como partícula negativa) y G1108; ignorancia
(propiamente el estado):- no conocer, ignorancia. (Strong).
Ésta es la ignorancia que los “sabios” tienen de Dios. No es solamente que no saben, sino que de forma
rigurosa, buscan adrede una vida sin Dios. Para Pablo hay una marcada conexión
entre la ignorancia deliberada y el pecado (Rom.1:18-23).
Parece
que en Corinto había también algunas personas que reclamaban para sí un
conocimiento (gnosis G1108) que les permitía juzgar respecto a la
carne sacrificada a los ídolos (Rom.8:1-13). Su supuesto conocimiento les
llevaba a una apática indiferencia respecto a la moral. En esto erraban. Por esto, Pablo agrega: “Para vuestra vergüenza lo digo”.
Etimología:
G1108 γνῶσις = gnosis: de G1097; conocer (el acto) i.e. (por
implicación) conocimiento:- sabiamente, ciencia, conocimiento. (Strong).
Véase Parte IV:
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