sábado, 2 de septiembre de 2017

CUANDO LA CRISIS AZOTA: (Juan 9:2)

CUANDO LA CRISIS AZOTA:
(Juan 9:2)

“Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?”.
(Juan 9:2)


Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:  

Introducción:
Se pensaba comúnmente entre los judíos que toda enfermedad se debía a un pecado cometido, quizás una tradición basada en el Salmo 58:3.
Morris cita al rabí Ammi quien dijo: “No hay muerte sin pecado, y no hay sufrimiento sin iniquidad”. Aparentemente la curiosidad de los discípulos indica que ellos aceptaban esta tradición, pero estaban perplejos desde que se trataba de un defecto congénito.
Para ellos, había solo dos alternativas (v. 2), las cuales expresaron en su pregunta:
·      Algunos rabinos enseñaban que el feto podría pecar antes de nacer, basándose en Gn.25:22 (ver Lucas 1:41-44).
·      Algunos también enseñaban que los niños pueden ser castigados en diversas maneras por los pecados de sus padres (ver Ex.20:5; Num.14:18; Deut.5:9).
Para que naciera… traduce una conjunción gr. que expresa propósito o resultado.

El reconocido psicólogo cristiano Larry Crabb, afirma en uno de sus libros: “Quizás la lección más importante que he aprendido al atravesar momentos de tinieblas es esta: no hay forma de evitar, en esta vida, el dolor y las dificultades. Puede vivir en obediencia, practicar las disciplinas espirituales y reclamar mi identidad en Cristo, pero los problemas no desaparecerán[1]. Esta es una verdad que mucho de nosotros hemos pasado la vida negándola [¿cómo está? bien, aunque estén enfermos (as), es la hipocresía más terrible y vil], aunque la realidad de nuestro propio peregrinaje nos indica lo contrario.
Existe en nosotros un fuerte condicionamiento que interpreta como negativo la manifestación de cualquier clase de sufrimiento. Al igual que los discípulos, frente al dolor exclamamos: “¿Quién pecó, este o sus padres?” (Jn.9:1-2). Sin embargo, no es la existencia de dificultades en nuestra vida lo que indica que no estamos viviendo bajo el Señorío de Cristo. Al contrario, el sufrimiento es una constante en la vida de prácticamente todos los grandes santos en la historia del pueblo de Dios.
John Stott en uno de sus textos señala que alguna experiencia de sufrimiento es virtualmente indispensable para la santidad”. En Hebreos nos encontramos con la asombrosa afirmación de que el Hijo de Dios aprendió obediencia por lo que padeció (Heb.5:8), de manera que el experimentar tiempos de crisis no refleja, necesariamente, una falta de espiritualidad en la vida de los hijos de Dios.
Nuestro desafío se orienta hacia otro lado. Tiene que ver con la siguiente pregunta: ¿Cómo podemos vivir victoriosamente en tiempos de crisis?
Si bien esos momentos son reales y debemos vivir con ellos, también es cierto que muchos de nosotros encontramos que nuestro cristianismose desmorona en esos tiempos, y damos lugar a lamentos, reproches, quejas y amarguras. Como en ninguna otra situación, la CRISIS[2] Revela lo que verdaderamente está en nuestros corazones.
Examinemos, pues, un incidente en la historia del pueblo de Dios, para extraer de ella algunas pautas concretas acerca de cómo conducirnos en tiempos de crisis.

1.      ¡Sitiados!

Después de esto aconteció que Ben-adad rey de Siria reunió todo su ejército, y subió y sitió a Samaria”. (2 Reyes 6:24), se nos dice que el rey Ben-adad, rey de Aram, reunió a todo su ejército, y subió y sitió a Samaria.
Esta forma de subyugar un pueblo enemigo era común en la época. Al carecer de los armamentos que le han dado tanto poder destructivo a los ejércitos modernos, los generales rodeaban a un pueblo y cortaban sus vínculos con las tierras del cual se abastecían. Con actitud paciente esperaban el paulatino debilitamiento de la población hasta que se rindieran. El proceso era lento, pero sumamente efectivo.
Así lo afirma el historiador, pues nos dice que Y hubo gran hambre en Samaria, a consecuencia de aquel sitio; tanto que la cabeza de un asno se vendía por ochenta piezas de plata, y la cuarta parte de un cab de estiércol de palomas por cinco piezas de plata”. (2 R. 6:25).

NOTA: De todas formas, Benadad de Siria, uno de varios reyes con ese nombre real pero posiblemente el mismo que atacó a Acab (1 R. 20), mandó sitiar a Samaria, lo cual causó una hambruna en la ciudad capital. Como consecuencia hubo una inflación exorbitante demostrada por el costo excesivo en el mercado de alimentos exóticos (2 R.6:25) e inmundos, como fue el caso de la cabeza del asno. Aunque Josefo sugiere que el estiércol de palomas fue precisamente eso y que se usó como un sustituto para la sal (ver nota de la RVA), otros sugieren otras posibilidades como alguna planta comestible o usada como leña, como cáscaras no comestibles. En otras ocasiones los desesperados aun comían excremento humano (18:27). La Biblia de Jerusalén traduce el heb. Como “un par de cebollas silvestres”. Como quiera que se identifique, se trata de más de un litro de un alimento sin sabor con un costo exorbitante. Señala así la profundidad de la desesperación del pueblo.

Sin conocer mucho de medidas, nos damos cuenta de la desesperación de los habitantes, al punto de que estaban dispuestos a consumir ¡la cabeza de un asno o el estiércol de paloma! Las cifras que se manejan confirman el grado de desesperanza al que habían llegado los habitantes de Samaria.
Para que tengamos una idea, José había sido vendido por veinte ciclos de plata (Gn. 37:28) y Salomón había comprado carrozas y caballos por el valor de 150 siclos (1 R.10:29). Si estuviéramos hablando de dólares, la Sifra que se estaba pagando por una cabeza de asno ¡sería superior a los $ 5,000.00 dólares, o su equivalencia a soles actual!
Los israelitas, entonces, habían sobrepasado los límites de lo normal y se encontraban en una crisis = κρίσις de magnitud realmente abrumadora.

2.      Atraídos A Lo Impensable:

En medio de esta situación de desesperación se nos presenta una escena de horro. “Y le dijo el rey: ¿Qué tienes? Ella respondió: Esta mujer me dijo: Da acá tu hijo, y comámoslo hoy, y mañana comeremos el mío… Cocimos, pues, a mi hijo, y lo comimos. El día siguiente yo le dije: Da acá tu hijo, y comámoslo. Mas ella ha escondido a su hijo”. (2 R. 6:28-29).

NOTA: Los horrores del asedio, Dt.28:52-57. La invasión y el asedio de Israel traen la destrucción total de la nación. La descripción del asedio en los vv. 52-57 refleja la realidad de las guerras de conquistas emprendidas por los asirios y los babilonios. Todas las grandes ciudades de Israel estaban protegidas por muros altos (v. 52). Durante un asedio el enemigo atacaba una porción del muro hasta que conseguía hacer una abertura en el muro. Un asedio duraba meses o años. En el proceso del asedio, la ciudad consumía su comida y bebía su agua. El resultado de meses y años de asedio era que se acababa la comida y el agua en la ciudad asediada y los habitantes de aquella ciudad llegaban a una situación angustiosa. Esta sección describe los horrores del asedio. La población asediada en su desespero se entregaba al acto de canibalismo. Lo mismo iba a suceder con Israel. Mientras los enemigos comían el ganado de Israel, los israelitas comían sus propios hijos (v. 53). Aun los esposos que amaban a sus familias considerarían comer miembros de su familia, sus hijos y aun sus esposas (vv. 54, 55). Lo mismo las mujeres que, en su desesperación, considerarían comer a su esposo, hijo, hija y aun su propia placenta después de haber concebido.
El horror del asedio se tornó una realidad cuando los arameos invadieron a Samaria, la capital del reino del norte (2 R.6:24-29), y cuando los babilonios invadieron a Jerusalén (Lam.2:20; 4:10). Algunas personas en Israel se tornaron caníbales para sobrevivir los horrores del asedio. Este acto inhumano es una evidencia de la depravación del corazón humano cuando está separado de la gracia y del amor de Dios.
En este espantoso relato podemos captar el grado de abatimiento al cual había llegado la población sitiada. EL reclamo de la mujer no tiene que ver con la pérdida de su hijo, sino más bien con el comportamiento injusta de su vecina.
Es justamente en esta desgraciada conducta que encontramos nuestra primera lección acerca de la crisis, y es la siguiente: en tiempos de extrema angustia estamos dispuestos a considerar alternativas y salidas que en otro tiempo hubiéramos considerado abominables. Cuando nuestra desesperación sobrepasa el nivel de lo que es tolerable, hasta lo impensable se torna atractivo.

Piense Un Momento En Juan el Bautista.
Cuando el Mesías llegó a orillas del río Jordán, el profeta no dudó ni un instante en proclamar: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. (Juan 1:29). Unos meses más tarde, sin embargo, Juan se encontraba encarcelado y frente a su posible ejecución. Rodeado de tinieblas, mandó a sus discípulos a preguntarle a Cristo: “¿Eres tú el que ha de venir, o esperamos a otro?” (Lucas 7:24). Encarcelado, el profeta ya no tenía ni la certeza ni la convicción que había caracterizado su vida en otros tiempos.

De la misma manera en tiempos de crisis en nuestra propia vida podemos empezar a contemplar soluciones que en el pasado hubiéramos descartado categóricamente:
·      Un padre desesperado porque no encuentra trabajo comienza a pensar robar.
·      Un hijo nacido con síndrome de Down, o niño especial.
·      El abandono [ella o el], o la separación.
·      Un matrimonio, desgastado por los argumentos y las discusiones, comienza a pensar desanimado por los constantes cuestionamientos de su congregación, considera el darle la espalda a su vocación.
·      Etcétera.
No importa cuál sea la situación.

Debemos tener en claro que en tiempo de dificultad, perdemos la perspectiva y luego sufrimos las consecuencias de nuestras decisiones. ¿Cuál es, pues, la conclusión?
En tiempos de crisis no se debe tomar ninguna decisión más allá de las imprescindibles para seguir con vida. ¡Lo que en el momento de Tribulación le parece lógico y aceptable, es muy probable que más adelante lo lleve a profundos lamentos!
  
3.       ¡Traigan Al Responsable!

Cuándo el Rey oyó las palabras de la mujer, se rasgó las vestiduras por la magnitud de la calamidad que estaba presenciando. Y él dijo: Así me haga Dios, y aun me añada, si la cabeza de Eliseo hijo de Safat queda sobre él hoy. (2 R.6:31). He aquí un claro ejemplo de un segundo comportamiento que es típico en situaciones de crisis: busca a quién culpar por lo que vivimos.
El rey no había provisto ningún tipo de liderazgo en la angustiante situación que sufría el pueblo y lejos de señalar un camino espiritual para la circunstancias, había permanecido paralizado, esperando algún tipo de milagro.

Cuando nos sentimos agobiados por una fase como esta, es muy común que usemos la poca energía que nos queda en fogosas denuncias de la (s) persona (s) que consideramos responsables por la calamidad experimentada:
·     cuando los israelitas se encontraron frente al Mar Rojo, con el ejército de Faraón a sus espaldas, atacaron a Moisés (Ex.14:10-12);
·  Gedeón, al ser visitado por el ángel, no vaciló en ventilar sus frustraciones por el “abandono que sufría a manos de Dios (Jueces 6:13);
·  cuando los hombres de David regresaron de una campaña y encontraron que los amalecitas habían arrasado su campamento, atacaron a su líder y quisieron apedrearlo (1 Samuel 30:6).

Cuando Nuestra Desesperación Sobrepasa El Nivel De Lo Que Es Tolerable, Hasta Lo Impensable Se Torna Atractivo.

El hecho es que estas denuncias proveen una escapatoria para nuestros sentimientos de frustración, pero rara vez contribuyen a solucionar el estado que estamos enfrentando. Al contrario, muchas veces sirven como una distracción que no nos permite realmente concentrarnos en lo que sí deberíamos estar haciendo. De aquí, entonces, se desprende una segunda lección acerca de lo adecuado en tiempos de crisis: NO PIERDA TIEMPO BUSCANDO CULPABLES, PORQUE LE SERVIRÁ DE MUY POCO.


4.      ¿De Dónde Vendrá Mi Socorro?

Como usted se imagina, el profeta Eliseo ya estaba al tanto de las intenciones del rey, porque Dios mismo se lo había revelado. No obstante, el rey envió un siervo a que hiciera justicia dándole muerte a Eliseo. Cuando llegó, la puerta de la casa del profeta estaba trabada. Entonces Eliseo le dijo: “…: Oíd palabra de Jehová: Así dijo Jehová: Mañana a estas horas valdrá el seah de flor de harina un siclo, y dos seahs[3] de cebada un siclo,…. (2 R. 7:1).
La profecía de Eliseo es asombrosa, porque ni siquiera había harina o cebada en Samaria para que se pudiera proclamar semejante extravagancia. La reacción del oficial del rey es absolutamente predecible: “Si Jehová hiciese ahora ventanas en el cielo, ¿sería esto así?”. (2 R. 7:2).
El incidente ilustra admirablemente el tercer principio importante acerca del comportamiento adecuado en tiempos de crisis:
·      Si no es bueno tomar decisiones ni tampoco resulta productivo invertir tiempo culpando a los demás por nuestra situación, entonces ¿qué debemos hacer?
·      La respuesta está en las Palabras Mismas de Eliseo. En tiempo de crisis, solamente el Señor tiene la perspectiva y las directivas apropiadas para nuestra vida. ¿Cuál debe ser nuestra respuesta entonces?
Ø ¡Buscarle a ÉL!

¡Claro!, esto suena muy simplista. No obstante, nos evitaríamos muchos problemas si lo practicáramos.
Lo único que nos puede orientar en tiempos de dificultad es una palabra que viene del Trono de Dios. Note: usted cómo todos los grandes siervos de Dios buscaron el rostro de Dios en momentos de Tribulación, y observe algunos ejemplos:
·      Frente al becerro de oro, Moisés exclamó: Vosotros habéis cometido un gran pecado, pero yo subiré ahora a Jehová; quizá le aplacaré acerca de vuestro pecado”. (Ex. 32:30). Frente a la rebelión de su gente.
·      David estaba muy angustiado: “más David se fortaleció en Jehová su DiosY David consultó a Jehová, diciendo: ¿Perseguiré a estos merodeadores = [banda]?”. (1 Sam. 30:6, 8).
·      Finalmente, cuando  al apóstol Pablo le fue dada una espina en la carne que le producía muchas dificultades, rogó al Señor por su situación y en medio de las súplicas, vino la  Palabra de Dios: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. (2 Cor. 12:9)   
La dificultad en practicar esto radica en el hecho de que, en la vicisitud todas nuestras emociones nos invitan a la introspección [4], a la obsesión con lo nuestro. Por esta razón no podemos procurar el rostro de Dios si no estamos dispuestos a imponer nuestra voluntad sobre el grito desesperado de nuestra alma, que pretende alivio inmediato.
Para el hijo de Dios, realmente el único camino es el que propone el salmista: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?... Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierraNo dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda… He aquí, no se adormecerá ni dormirá. El que guarda a Israel Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha”. (Salmo 121:1-5).

5.      ¡Es Una Locura!

En la reacción del oficial del rey encontramos el cuarto elemento indispensable para un comportamiento correcto en tiempos de crisis: el desafío de camino por fe. Una vez recibidas las instrucciones de parte del Señor, debemos poner lo que corresponde de nuestra parte, es decir, el creer la Palabra y ponerla por obra.
Justamente aquí se presenta el mayor desafío, porque la palabra seguramente sonará como una verdadera locura a nuestros oídos, especialmente tomando en cuenta las circunstancias en la cual nos encontramos.
La respuesta que Dios le dio a Moisés, frente a los reclamos del pueblo, fue: “No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréisJehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos”. (Ex. 14:13, 14). ¡Que locura!
Piense en recibir esta oferta mientras tiene el mar a sus espaldas y ve, con profunda angustia, la inmensa polvareda que anuncia cuán cerca está el ejército del Faraón. Si no lo  puede imaginar, considere situaciones más cotidianas.
Usted se está quedando sin  dinero y el Señor le indica que ofende lo último que le queda. Está triste porque perdió su trabajo y el Señor le dice: regocíjate, de nuevo te digo, ¡regocíjate! Está perturbado porque no puede lograr que un proyecto avance, no importa cuánto discute y argumenta, y el Señor le dice que en la quietud y confianza está su fuerza.

El hecho es que, no importa desde cuál ángulo lo miremos, las propuestas de Dios siempre nos incomodan, y no podría ser de otra manera, pues siempre chocan con los valores y los deseos de la carne. Solamente si andamos en el Espíritu podremos vencer estos deseos (Gál.5:17*).

Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”.

NOTA: (*v. 17) Pablo explica la necesidad de caminar en el espíritu. Los deseos de la carne son contra el Espíritu. Todo cristiano tiene dos naturalezas:
·      la pecaminosa que recibimos de Adán, y
·      la espiritual que recibimos de Dios cuando se cree, y viene por el Espíritu Santo (2 P.1:4):
Ø Por medio de las cuales. I. es., de la gloria y de la excelencia (v.3). Participantes de la naturaleza divina. El Creyente comparte la vida de Dios por medio de Cristo y del Espíritu Santo que vive y había en él (Rom. 8:9; Gál.2:20).
Estas dos naturalezas se oponen en deseo y propósito:
·      La carnal quiere satisfacer sus deseos carnales.
·      La espiritual quiere agradar a Dios.
El apóstol Pablo mencionó estas dos naturalezas en conflicto en su propia vida (Rom.7:7-25, el Apóstol se refiere a la naturaleza espiritual como el deseo interno de hacer el bien). Para el cristiano, hacer lo que la naturaleza espiritual pide es experimentar la vida que tiene en Cristo (Rom.8:2). El cristiano es libre pero su libertad es limitada a no hacer lo malo.

Las Propuestas De Dios Siempre Nos Incomodan, y No Podría Ser De Otra Manera, Pues Siempre Chocan Con Los Valores  y Los Deseos De La Carne:

En tiempos de crisis entonces, es fundamental caminar por fe porque hemos perdido la perspectiva y la capacidad de reflexionar.


5.      ¡Qué Fiesta!


Cuando los leprosos llegaron a la entrada del campamento, entraron en una tienda y comieron y bebieron, y tomaron de allí plata y oro y vestidos, y fueron y lo escondieron; y vueltos, entraron en otra tienda, y de allí también tomaron, y fueron y lo escondieron…”. (2 Reyes 7:8-20). 

La historia que hoy hemos mirado, termina de una manera extraordinaria.

Había en la puerta de la ciudad cuatro leprosos. No podían entrar a la ciudad. Fuera de la ciudad tampoco tenían alimento.

Dados por perdidos, decidieron ir al campamento de los arameos. Cuando llegaron, el enemigo se había ido:
·      Estos hombres indignos e inmundos [leprosos] para la sociedad de la época, fueron los primeros en tener acceso ilimitado al campamento abandonado de los arameos.
·      Comieron y bebieron en abundancia.
·      Fueron ellos, además, quienes trajeron las Buenas Nuevas a la ciudad.
Y tal como había proclamado el profeta, una medida de flor de harina volvió a venderse en solamente un ciclo de plata.

Esta maravillosa conclusión tiene también una lección para nosotros. En cada Tribulación[5] hay oportunidad para ver la mano de Dios obrando maravillas a favor de su pueblo. Su intervención es asombrosa y contradice todas las predicciones humanas acerca del probable desenlace de la situación de crisis. Todo su pueblo puede regocijarse en la visible manifestación de su Poder. Pero solamente algunos podrán participar de las Primicias de esta fiesta, y son aquellos que comieron la locura de moverse en fe.

Note: que los leprosos no tenían una fe prolija y ejemplar ni eran baluartes de una vida consagrada. Fueron al campamento enemigo porque no les quedaba otra opción. Su fe fue la expresión mínima posible de confianza en Dios. Lo increíblemente maravilloso es que Dios honra aun manifestaciones tan débiles e incompletas como estas.

Al igual que el padre del epiléptico, podemos exclamar: “Creo; ¡ayúdame en mi incredulidad!”, porque nos damos cuenta qué débil y tendiente a las dudas es nuestra fe.

¡No se quede usted afuera de la fiesta!

Concluimos:

Aun así, quienes se atreven a seguir el camino señalado por Dios en medio de las crisis de esta vida, podrán disfrutar de las experiencias espirituales más extraordinarias.

Ideas Básica del Artículo:   
1) Las que siguen son pautas  concretas para conducirnos en la crisis:
·      No tomas decisiones más allá de las imprescindibles para seguir la vida.
·      No pierda tiempo buscando culpables, porque le servirá de muy poco.
·      Busque el rostro de Dios.
·      Aun cuando la propuesta de Dios le choque, camine por fe porque en la crisis perdemos la perspectiva y la capacidad para reflexionar.
2) En cada Tribulación hay oportunidad para ver la asombrosa intervención de Dios que contradice las predicciones humanas acerca del probable desenlace.

¿Qué Es Lo Que Revela Las Crisis Acerca De Nosotros?


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Notas y Bibliografía:
[1] Larry Crabb. Encontrando a Dios a través de sus problemas. Zondervan Publishing House. Pág.11.
[2] crisis. (Del lat. crisis, y este del gr. κρίσις). f. Cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el paciente. Microsoft® Encarta® 2009.
[3] H5429 סְאָה = seá: de una raíz que no se usa que sign. Definir; un sea, o cierta medida (determinada) para granos:- medida. (Strong).
[4] introspección. (Der. culto de introspicĕre, mirar adentro). f. Observación interior de los propios actos o estados de ánimo o de conciencia. Microsoft® Encarta® 2009.
[5] G2347 θλίψις = dslípsis: de G2346; presión (literalmente o figurativamente):- estrechez, aflicción, angustia, atribular, persecución, tribulación. (Strong).
-   e-Sword-the. LEDD.
-   Biblia de Estudio RYRIE.
-   Apuntes Pastorales. “Vida Espiritual”. Volumen XX Número 3. Junio-2003.
-   Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 28//08//2017.


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