CUANDO
LA CRISIS AZOTA:
(Juan 9:2)
“Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido
ciego?”.
(Juan
9:2)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Introducción:
Se
pensaba comúnmente entre los judíos que toda enfermedad se debía a un pecado
cometido, quizás una tradición basada en el Salmo 58:3.
Morris
cita al rabí Ammi quien dijo: “No hay muerte sin
pecado, y no hay sufrimiento sin iniquidad”.
Aparentemente la curiosidad de los discípulos indica que ellos aceptaban esta
tradición, pero estaban perplejos desde que se trataba de un defecto congénito.
Para
ellos, había solo dos alternativas (v. 2), las cuales expresaron en su pregunta:
· Algunos rabinos
enseñaban que el feto podría pecar antes de nacer, basándose en
Gn.25:22 (ver Lucas 1:41-44).
· Algunos también
enseñaban que los niños pueden ser castigados en diversas maneras por los
pecados de sus padres (ver Ex.20:5; Num.14:18; Deut.5:9).
Para
que naciera… traduce una conjunción gr. que expresa
propósito o resultado.
El
reconocido psicólogo cristiano Larry Crabb, afirma en uno de sus libros: “Quizás la
lección más importante que he aprendido al atravesar momentos de tinieblas es esta:
no hay forma de evitar, en esta vida, el dolor y las dificultades. Puede vivir
en obediencia, practicar las disciplinas espirituales y reclamar mi identidad
en Cristo, pero los problemas no desaparecerán”[1]. Esta es una verdad que
mucho de nosotros hemos pasado la vida negándola [¿cómo está? bien, aunque
estén enfermos (as), es la hipocresía más terrible y vil], aunque la
realidad de nuestro propio peregrinaje nos indica lo contrario.
Existe en nosotros un fuerte
condicionamiento que interpreta como negativo la manifestación de cualquier
clase de sufrimiento. Al igual que los
discípulos, frente al dolor exclamamos: “¿Quién pecó,
este o sus padres?” (Jn.9:1-2). Sin embargo, no es la existencia de
dificultades en nuestra vida lo que indica que no estamos viviendo bajo el
Señorío de Cristo. Al contrario, el sufrimiento es una constante en la vida de
prácticamente todos los grandes santos en la historia del pueblo de Dios.
John Stott en uno de sus textos señala
que “alguna
experiencia de sufrimiento es virtualmente indispensable para la santidad”.
En Hebreos nos encontramos con la asombrosa afirmación de que el Hijo de Dios
aprendió obediencia por lo que padeció (Heb.5:8), de manera que el experimentar
tiempos de crisis no refleja, necesariamente, una falta de espiritualidad en la
vida de los hijos de Dios.
Nuestro
desafío se orienta hacia otro lado. Tiene que ver con la
siguiente pregunta: ¿Cómo podemos vivir victoriosamente en tiempos de crisis?
Si bien esos momentos son reales y
debemos vivir con ellos, también es cierto que muchos de nosotros encontramos
que nuestro “cristianismo”
se desmorona en esos tiempos, y damos lugar a lamentos, reproches, quejas y
amarguras. Como en ninguna otra situación, la CRISIS[2] Revela lo que verdaderamente está en
nuestros corazones.
Examinemos, pues, un incidente en la
historia del pueblo de Dios, para extraer de ella algunas pautas concretas
acerca de cómo conducirnos en tiempos de crisis.
1. ¡Sitiados!
“Después de esto aconteció que Ben-adad rey de Siria reunió
todo su ejército, y subió y sitió a Samaria”. (2
Reyes 6:24), se nos dice que el rey Ben-adad, rey de Aram, reunió a todo su
ejército, y subió y sitió a Samaria.
Esta forma de subyugar un pueblo enemigo
era común en la época. Al carecer de los armamentos que le han dado tanto poder
destructivo a los ejércitos modernos, los generales rodeaban a un pueblo y
cortaban sus vínculos con las tierras del cual se abastecían. Con actitud
paciente esperaban el paulatino debilitamiento de la población hasta que se
rindieran. El proceso era lento, pero sumamente efectivo.
Así lo afirma el historiador, pues nos
dice que “Y hubo
gran hambre en Samaria, a consecuencia de aquel sitio; tanto que la cabeza de
un asno se vendía por ochenta
piezas de plata, y la cuarta parte de un cab de estiércol de palomas por cinco piezas de plata”.
(2 R. 6:25).
NOTA: De
todas formas, Benadad de Siria, uno de varios reyes con ese nombre real pero
posiblemente el mismo que atacó a Acab (1 R. 20), mandó sitiar a Samaria, lo cual causó una hambruna en la
ciudad capital. Como consecuencia hubo una inflación exorbitante demostrada por
el costo excesivo en el mercado de alimentos exóticos (2 R.6:25) e inmundos, como fue el caso de la cabeza del asno. Aunque
Josefo sugiere
que el estiércol de palomas fue precisamente eso y que se usó como un sustituto
para la sal (ver nota de la RVA), otros sugieren otras posibilidades como alguna
planta comestible o usada como leña, como cáscaras no comestibles. En otras ocasiones los desesperados aun comían
excremento humano (18:27). La Biblia de
Jerusalén traduce el heb. Como “un par de cebollas silvestres”. Como quiera que se identifique, se trata de más de un
litro de un alimento sin sabor con un costo exorbitante. Señala así la
profundidad de la desesperación del pueblo.
Sin conocer mucho de medidas, nos damos
cuenta de la desesperación de los habitantes, al punto de que estaban
dispuestos a consumir ¡la cabeza de un asno o el estiércol de paloma! Las
cifras que se manejan confirman el grado de desesperanza al que habían llegado
los habitantes de Samaria.
Para que tengamos una idea, José había
sido vendido por veinte ciclos de plata (Gn. 37:28) y Salomón había comprado
carrozas y caballos por el valor de 150 siclos (1 R.10:29). Si estuviéramos
hablando de dólares, la Sifra que se estaba pagando por una cabeza de asno ¡sería superior
a los $ 5,000.00 dólares, o su equivalencia
a soles actual!
Los israelitas, entonces, habían sobrepasado
los límites de lo normal y se encontraban en una crisis = κρίσις de magnitud realmente abrumadora.
2. Atraídos A Lo Impensable:
En medio de esta situación de
desesperación se nos presenta una escena de horro. “Y le dijo el rey: ¿Qué tienes? Ella
respondió: Esta mujer me dijo: Da acá tu hijo, y comámoslo hoy, y mañana comeremos el mío…
Cocimos, pues, a mi hijo, y lo comimos. El día siguiente yo le dije: Da acá tu hijo, y comámoslo. Mas ella ha escondido a su hijo”.
(2 R. 6:28-29).
NOTA: Los
horrores del asedio, Dt.28:52-57. La
invasión y el asedio de Israel traen la destrucción total de la nación. La
descripción del asedio en los vv. 52-57 refleja
la realidad de las guerras de conquistas emprendidas por los asirios y los
babilonios. Todas las grandes ciudades de Israel estaban protegidas por muros
altos (v. 52). Durante un asedio el enemigo
atacaba una porción del muro hasta que conseguía hacer una abertura en el muro.
Un asedio duraba meses o años. En el proceso del asedio, la ciudad consumía su
comida y bebía su agua. El resultado de meses y años de asedio era que se
acababa la comida y el agua en la ciudad asediada y los habitantes de aquella
ciudad llegaban a una situación angustiosa. Esta sección describe los horrores
del asedio. La población asediada en su desespero se entregaba al acto de
canibalismo. Lo mismo iba a suceder con Israel. Mientras los enemigos comían el
ganado de Israel, los israelitas comían sus propios hijos (v. 53). Aun los esposos que amaban a sus familias considerarían
comer miembros de su familia, sus hijos y aun sus esposas (vv. 54, 55). Lo mismo las mujeres que, en su desesperación,
considerarían comer a su esposo, hijo, hija y aun su propia placenta después de
haber concebido.
El horror del asedio
se tornó una realidad cuando los arameos invadieron a Samaria, la capital del
reino del norte
(2 R.6:24-29), y cuando los babilonios invadieron a
Jerusalén (Lam.2:20; 4:10). Algunas personas
en Israel se tornaron caníbales para sobrevivir los horrores del asedio. Este
acto inhumano es una evidencia de la depravación del corazón humano cuando está
separado de la gracia y del amor de Dios.
En este espantoso relato podemos captar
el grado de abatimiento al cual había llegado la población sitiada. EL reclamo
de la mujer no tiene que ver con la pérdida de su hijo, sino más bien con el
comportamiento injusta de su vecina.
Es
justamente en esta desgraciada conducta que encontramos nuestra primera lección
acerca de la crisis, y es la siguiente: en tiempos de
extrema angustia estamos dispuestos a considerar alternativas y salidas que en
otro tiempo hubiéramos considerado abominables. Cuando
nuestra desesperación sobrepasa el nivel de lo que es tolerable, hasta lo
impensable se torna atractivo.
Piense
Un Momento En Juan el Bautista.
Cuando
el Mesías llegó a orillas del río Jordán, el profeta no dudó ni un instante en
proclamar: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el
pecado del mundo”. (Juan 1:29). Unos meses más tarde,
sin embargo, Juan se encontraba encarcelado y frente a su posible ejecución.
Rodeado de tinieblas, mandó a sus discípulos a preguntarle a Cristo: “¿Eres tú el que
ha de venir, o esperamos a otro?” (Lucas 7:24). Encarcelado, el
profeta ya no tenía ni la certeza ni la convicción que había caracterizado su
vida en otros tiempos.
De
la misma manera en tiempos de crisis en nuestra
propia vida podemos empezar a contemplar soluciones que en el pasado hubiéramos
descartado categóricamente:
· Un padre desesperado
porque no encuentra trabajo comienza a pensar robar.
· Un hijo nacido con síndrome de Down,
o niño especial.
· El abandono [ella
o el], o
la separación.
· Un matrimonio,
desgastado por los argumentos y las discusiones, comienza a pensar desanimado
por los constantes cuestionamientos de su congregación, considera el darle la
espalda a su vocación.
· Etcétera.
No importa cuál sea la situación.
Debemos tener en claro que en tiempo de
dificultad, perdemos la perspectiva y luego sufrimos las consecuencias de
nuestras decisiones. ¿Cuál es, pues, la
conclusión?
En tiempos de crisis
no se debe tomar ninguna decisión más allá de las imprescindibles para seguir
con vida.
¡Lo que en el momento de Tribulación le
parece lógico y aceptable, es muy probable que más adelante lo lleve a
profundos lamentos!
3. ¡Traigan Al Responsable!
Cuándo el Rey oyó las palabras de la
mujer, se rasgó las vestiduras por la magnitud de la calamidad que estaba
presenciando. “Y
él dijo: Así me haga Dios, y aun me añada, si la cabeza de Eliseo hijo de Safat
queda sobre él hoy”. (2 R.6:31). He aquí un claro ejemplo de un segundo comportamiento que es típico en
situaciones de crisis: busca a quién culpar por lo
que vivimos.
El rey no había provisto ningún tipo de
liderazgo en la angustiante situación que sufría el pueblo y lejos de señalar
un camino espiritual para la circunstancias, había permanecido paralizado,
esperando algún tipo de milagro.
Cuando
nos sentimos agobiados por una fase como esta, es muy común que usemos la poca
energía que nos queda en fogosas denuncias de la (s) persona (s) que
consideramos responsables por la calamidad experimentada:
· cuando los israelitas se encontraron frente
al Mar Rojo, con el ejército de Faraón a sus espaldas, atacaron a Moisés
(Ex.14:10-12);
· Gedeón,
al ser visitado por el ángel, no vaciló
en ventilar sus frustraciones por el “abandono”
que sufría a manos de Dios (Jueces
6:13);
· cuando los hombres de
David
regresaron de una campaña y encontraron
que los amalecitas habían arrasado su campamento, atacaron a su líder y
quisieron apedrearlo (1 Samuel 30:6).
Cuando Nuestra Desesperación Sobrepasa El Nivel De
Lo Que Es Tolerable, Hasta Lo Impensable Se Torna Atractivo.
El hecho es que estas denuncias proveen
una escapatoria para nuestros sentimientos de frustración, pero rara vez
contribuyen a solucionar el estado que estamos enfrentando. Al contrario,
muchas veces sirven como una distracción que no nos permite realmente
concentrarnos en lo que sí deberíamos estar haciendo. De aquí, entonces, se
desprende una segunda lección acerca de lo adecuado en tiempos de crisis: NO PIERDA
TIEMPO BUSCANDO CULPABLES, PORQUE LE SERVIRÁ DE MUY POCO.
4. ¿De Dónde Vendrá Mi Socorro?
Como usted se imagina, el profeta Eliseo
ya estaba al tanto de las intenciones del rey, porque Dios mismo se lo había
revelado. No obstante, el rey envió un siervo a que hiciera justicia dándole
muerte a Eliseo. Cuando llegó, la puerta de la casa del profeta estaba trabada.
Entonces Eliseo le dijo: “…: Oíd palabra de Jehová: Así dijo Jehová: Mañana a estas
horas valdrá el seah de flor de harina un siclo, y dos seahs[3] de cebada un siclo,…”. (2 R. 7:1).
La profecía de Eliseo es asombrosa,
porque ni siquiera había harina o cebada en Samaria para que se pudiera
proclamar semejante extravagancia. La reacción del oficial del rey es
absolutamente predecible: “Si Jehová hiciese ahora ventanas en el cielo, ¿sería esto así?”. (2 R. 7:2).
El
incidente ilustra admirablemente el tercer principio importante acerca del
comportamiento adecuado en tiempos de crisis:
· Si no es bueno tomar
decisiones ni tampoco resulta productivo invertir tiempo culpando a los demás
por nuestra situación, entonces
¿qué debemos hacer?
· La respuesta está en las Palabras
Mismas de Eliseo. En tiempo de crisis, solamente el Señor tiene la perspectiva y las
directivas apropiadas para nuestra vida. ¿Cuál debe ser nuestra respuesta
entonces?
Ø ¡Buscarle a
ÉL!
¡Claro!, esto suena muy simplista.
No obstante, nos evitaríamos muchos problemas si lo practicáramos.
Lo único que nos puede orientar en
tiempos de dificultad es una palabra que viene del Trono de Dios. Note: usted cómo todos los grandes siervos de
Dios buscaron el rostro de Dios en momentos de Tribulación, y observe algunos
ejemplos:
· Frente al becerro de oro, Moisés exclamó: “Vosotros habéis
cometido un gran pecado, pero yo subiré ahora a Jehová; quizá le aplacaré
acerca de vuestro pecado”. (Ex. 32:30). Frente a la rebelión de su gente.
· David estaba muy
angustiado: “más David se fortaleció en Jehová su Dios…
Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Perseguiré a
estos merodeadores = [banda]?”. (1 Sam. 30:6,
8).
· Finalmente, cuando
al apóstol Pablo le fue dada una espina en la carne que le producía
muchas dificultades, rogó al Señor por su situación y en medio de las súplicas,
vino la Palabra de Dios: “Bástate mi gracia;
porque mi poder se perfecciona en la debilidad”.
(2 Cor. 12:9)
La dificultad en practicar esto radica
en el hecho de que, en la vicisitud todas nuestras emociones nos invitan a la introspección [4],
a la obsesión con lo nuestro. Por esta razón no podemos procurar el rostro de
Dios si no estamos dispuestos a imponer nuestra voluntad sobre el grito
desesperado de nuestra alma, que pretende alivio inmediato.
Para
el hijo de Dios, realmente el único camino es el que propone el salmista: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?...
Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la
tierra… No dará tu pie al resbaladero, Ni se
dormirá el que te guarda… He aquí, no se adormecerá ni dormirá. El que guarda a
Israel… Jehová es tu guardador; Jehová es tu
sombra a tu mano derecha”. (Salmo 121:1-5).
5. ¡Es Una Locura!
En
la reacción del oficial del rey encontramos el cuarto elemento indispensable
para un comportamiento correcto en tiempos de crisis:
el desafío de
camino por fe. Una vez recibidas las instrucciones de parte del
Señor, debemos poner lo que corresponde de nuestra parte, es decir, el creer la
Palabra y ponerla por obra.
Justamente aquí se presenta el mayor
desafío, porque la palabra seguramente sonará como una verdadera locura a
nuestros oídos, especialmente tomando en cuenta las circunstancias en la cual
nos encontramos.
La
respuesta que Dios le dio a Moisés, frente a los reclamos del pueblo, fue: “No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará
hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para
siempre los veréis… Jehová peleará por vosotros,
y vosotros estaréis tranquilos”. (Ex. 14:13, 14). ¡Que locura!
Piense en recibir esta oferta mientras
tiene el mar a sus espaldas y ve, con profunda angustia, la inmensa polvareda
que anuncia cuán cerca está el ejército del Faraón. Si no lo puede imaginar, considere situaciones más
cotidianas.
Usted se está quedando sin dinero y el Señor le indica que ofende lo
último que le queda. Está triste porque perdió su trabajo y el Señor le dice: regocíjate, de
nuevo te digo, ¡regocíjate! Está perturbado porque no puede lograr
que un proyecto avance, no importa cuánto discute y argumenta, y el Señor le
dice que en la quietud y confianza está su fuerza.
El hecho es que, no importa desde cuál
ángulo lo miremos, las propuestas de Dios siempre nos incomodan, y no podría
ser de otra manera, pues siempre chocan con los valores y los deseos de la
carne. Solamente
si andamos en el Espíritu podremos vencer estos deseos (Gál.5:17*).
“Porque el
deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para
que no hagáis lo que quisiereis”.
NOTA: (*v. 17) Pablo
explica la necesidad de caminar en el espíritu. Los
deseos de la carne son contra el Espíritu. Todo cristiano tiene dos naturalezas:
· la pecaminosa que
recibimos de Adán, y
· la espiritual que
recibimos de Dios cuando se cree, y viene por el Espíritu Santo (2 P.1:4):
Ø Por medio de las cuales.
I. es., de la gloria y de la
excelencia (v.3). Participantes de la naturaleza divina. El Creyente comparte la vida de Dios por
medio de Cristo y del Espíritu Santo que vive y había en él (Rom. 8:9;
Gál.2:20).
Estas dos naturalezas
se oponen en deseo y propósito:
·
La carnal quiere satisfacer sus deseos carnales.
·
La espiritual quiere agradar a Dios.
El apóstol Pablo
mencionó estas dos naturalezas en conflicto en su propia vida (Rom.7:7-25, el Apóstol se refiere
a la naturaleza espiritual como el deseo interno de hacer el bien). Para el cristiano, hacer lo que la naturaleza espiritual
pide es experimentar la vida que tiene en Cristo (Rom.8:2). El cristiano es libre pero su libertad es limitada a no
hacer lo malo.
Las Propuestas De
Dios Siempre Nos Incomodan, y No Podría Ser De Otra Manera, Pues Siempre Chocan
Con Los Valores y Los Deseos De La Carne:
En
tiempos de crisis entonces, es fundamental
caminar por fe porque hemos perdido la perspectiva y la capacidad de
reflexionar.
5. ¡Qué Fiesta!
“Cuando
los leprosos llegaron a la entrada del campamento, entraron en una tienda y
comieron y bebieron, y tomaron de allí plata y oro y vestidos, y fueron y lo
escondieron; y vueltos, entraron en otra tienda, y de allí también tomaron, y
fueron y lo escondieron…”. (2 Reyes
7:8-20).
La
historia que hoy hemos mirado, termina de una manera extraordinaria.
Había en la puerta de la ciudad cuatro
leprosos. No podían entrar a la ciudad. Fuera de la ciudad tampoco tenían
alimento.
Dados
por perdidos, decidieron ir al campamento de los arameos. Cuando llegaron, el enemigo se había ido:
· Estos hombres
indignos e inmundos
[leprosos] para la sociedad de la época, fueron los
primeros en tener acceso ilimitado al campamento abandonado de los arameos.
· Comieron y bebieron en abundancia.
· Fueron ellos, además,
quienes trajeron las Buenas Nuevas a la ciudad.
Y tal como había proclamado el profeta,
una medida de flor de harina volvió a venderse en solamente un ciclo de plata.
Esta
maravillosa conclusión tiene también una lección para nosotros.
En cada
Tribulación[5] hay oportunidad para ver la mano de Dios obrando
maravillas a favor de su pueblo. Su intervención es asombrosa y
contradice todas las predicciones humanas acerca del probable desenlace de la
situación de crisis. Todo su pueblo puede regocijarse en la visible
manifestación de su Poder. Pero solamente algunos podrán participar de las
Primicias de esta fiesta, y son aquellos que comieron la locura de moverse en
fe.
Note: que los leprosos no tenían
una fe prolija y ejemplar ni eran baluartes de una vida consagrada.
Fueron al campamento enemigo porque no les quedaba otra opción. Su
“fe” fue la expresión mínima posible de confianza en Dios. Lo increíblemente
maravilloso es que Dios honra aun manifestaciones tan débiles e incompletas
como estas.
Al igual que el
padre del epiléptico, podemos exclamar:
“Creo; ¡ayúdame en mi incredulidad!”,
porque nos damos cuenta qué débil y tendiente a las dudas es nuestra fe.
¡No se quede usted afuera de la fiesta!
Concluimos:
Aun así, quienes se atreven a seguir el
camino señalado por Dios en medio de las crisis de esta vida, podrán disfrutar de las
experiencias espirituales más extraordinarias.
Ideas
Básica del Artículo:
1)
Las que siguen son pautas concretas para conducirnos en la crisis:
· No
tomas decisiones más allá de las imprescindibles para seguir la vida.
· No
pierda tiempo buscando culpables, porque le servirá de muy poco.
· Busque
el rostro de Dios.
· Aun
cuando la propuesta de Dios le choque, camine por fe porque en la crisis
perdemos la perspectiva y la capacidad para reflexionar.
2)
En cada Tribulación hay oportunidad para ver la asombrosa intervención de Dios
que contradice las predicciones humanas acerca del probable desenlace.
¿Qué Es Lo Que Revela Las Crisis Acerca De Nosotros?
___________
Notas y Bibliografía:
[1] Larry
Crabb. Encontrando a Dios a través de sus problemas. Zondervan Publishing House. Pág.11.
[2]
crisis. (Del
lat. crisis, y este del gr. κρίσις). f. Cambio brusco en el
curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el paciente.
Microsoft® Encarta® 2009.
[3]
H5429 סְאָה = seá: de una
raíz que no se usa que sign. Definir; un sea, o cierta medida (determinada)
para granos:- medida.
(Strong).
[4]
introspección. (Der. culto de
introspicĕre,
mirar adentro). f. Observación interior de los propios actos o estados
de ánimo o de conciencia. Microsoft® Encarta® 2009.
[5]
G2347 θλίψις = dslípsis: de
G2346; presión (literalmente o figurativamente):- estrechez,
aflicción, angustia, atribular, persecución, tribulación. (Strong).
-
e-Sword-the. LEDD.
-
Biblia de Estudio RYRIE.
-
Apuntes Pastorales. “Vida Espiritual”. Volumen XX Número 3. Junio-2003.
- Pastor:
Carlos Ramírez Jiménez. 28//08//2017.
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