domingo, 3 de noviembre de 2019

LA GUERRA CONTRA LOS BENJAMITAS: (2) JUECES 20:1-48


LA GUERRA CONTRA LOS BENJAMITAS: (2)
JUECES 20:1-48
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

II.     Guerra Entre Benjamín e Israel. Jueces 20:1–48:

a. Asamblea Del Ejército De Israel. 20:1–3a.
Para decidir qué se debe hacer, los israelitas se reunieron en Mizpa (20:1). A la luz de la narración siguiente esta Mizpa estaría al noroeste de Gabaa (comp. 10:17). Acudió... a Jehová no significa que el santuario o el arca del pacto estuviera presente (ver vv. 18, 26–28), sino solamente que la asamblea se convocó en nombre de Jehová, reconociendo su presencia.
Llegaron de todo el territorio de Israel, desde Dan en el norte hasta Beerseba en el sur, y también del lado oriental del Jordán. Probablemente Dan no había emigrado al norte todavía (comp. v. 28a); más bien la expresión desde Dan hasta Beerseba sería de los tiempos del autor (ver exposición de 3:3). Galaad aquí es todo el territorio israelita al oriente del Jordán (ver exposición de 5:17).
Acudieron los líderes de todas las tribus y un ejército inmenso (20:2; comp. Éx. 12:37; Núm. 26:51). ¡Ninguno de los jueces logró convocar un ejército semejante! Los protagonistas de los capítulos anteriores han sido representativos de Israel, pero el libro concluye hablando directamente de las acciones insensatas de todo el pueblo. Que estas acciones tenían el apoyo unánime es indicado por la repetición de todo (vv. 1, 2, 7, 8, 11) y como un solo hombre (vv. 1, 8, 11).
Sin embargo, estaba ausente Benjamín. Aparentemente no fue invitado, pero como Mizpa estaba en su territorio, se dio cuenta de la asamblea (20:3a). Aun así, no asistió.

El Nacionalismo y La Psicología Masiva.  20:1, 2:

El nacionalismo puede ser sano, pero también puede ser dañino para los habitantes. En este pasaje notamos que el nacionalismo:

1. Resultó por una causa común. Despertó interés de parte de todos, y se reunieron espontáneamente en Mizpa.
2. Resultó por un crimen horrible. La atrocidad del crimen conmovió a todos los hombres, despertando celos por corregir el mal.
3.  Resultó en una guerra civil, cuando miles de personas murieron.

b. Juicio Contra Gabaa. 20:3b–14.
La asamblea pide un informe de la atrocidad (20:3b), y el levita responde con su versión (20:4–7). Es similar al relato del autor en 19:14–29, pero hay diferencias. La más significativa es que el levita omite su entrega de la concubina (comp. 19:25).
Cuenta lo que condena a Gabaa, pero no menciona su propia culpa. Identifica a los asaltantes comolos señores de Gabaa (20:5, ver la nota), o sea, los jefes de las familias (ver exposición de 9:3), mientras 19:22 puede significar que fueron solamente algunos pervertidos (ver en contraste en Gn. 19:4).
Según el levita, los de Gabaa querían matarlo (20:5), pero el autor se limita a decir que lo querían violar (ver 19:22), y una comparación con los hombres de Sodoma sugiere que los de Gabaa eran menos violentos (comp. 19:25a con Gn. 19:9).
Por otro lado, la interpretación del levita sería razonable después del abuso de que fue víctima su concubina. Finalmente, el levita atribuye a los de Gabaa la muerte de su concubina (20:5), pero el autor ha implicado cierta culpa de parte del levita. Él la entregó a los alborotadores, sin que la pidieran (19:22–25).
Además, ella no murió con ellos (ver 19:26). ¿Moriría mientras el levita dormía (19:27), o durante el viaje a su casa (19:28), o cuando él la desmembró (19:29)? ¿Sería posible que la dejara morir, o aun la terminó de matar, para poder vengarse de Gabaa? Al concluir su testimonio el levita pide el fallo de la asamblea (20:7).

Sin dar a los de Gabaa una oportunidad de responder, ni investigar el testimonio del levita, la asamblea decide sitiar y atacar la ciudad (20:8 10; comp. la decisión precipitada en Jos. 22:11–12). No preguntan al levita cómo se salvó de la turba, mientras su concubina fue asesinada (comp. v. 5). Llegan a su decisión unánimemente, como un solo hombre (v. 8). Ya que la campaña puede durar algún tiempo, acuerdan asignar el 10% de sus miembros a traer provisiones (v. 9).
Habiéndose acercado a Gabaa (20:11), los israelitas apelan a Benjamín para que tome cartas en el asunto (20:12) y entregue a los culpables (20:13a). Por tercera vez Israel actúa como un solo hombre (v. 11; ver vv. 1, 8). Irónicamente, la acción más unificada de Israel en todo el libro conducirá a una guerra fratricida.
La demanda de las tribus parece razonable. Querían castigar sólo a los delincuentes, y con la pena indicada por el asesinato o la violación de la mujer de otro hombre (v. 13a; comp. Éx. 21:12; Deut. 22:22–25).
La oración extirpemos el mal de en medio de Israel muestra que les interesaba no solamente castigar, sino también raer de su tierra la culpa del asesinato para poder recibir la bendición de Dios (ver Deut. 19:13; 21:9; comp. Deut. 13:5; 17:7, 12; 19:19; 21:21; 22:21, 22, 24; 24:7).

Lejos de entregar a los reos, los benjamitas acuden a Gabaa para pelear (20:13b, 14). Quizá su reacción habría sido otra si hubieran participado en la asamblea. Tal vez creían que la nación estaba prejuiciada contra Gabaa. Sin embargo, no dan evidencia de buscar la justicia.
Más bien, su solidaridad es ciega y amoral, lealtad que deja impunes a los de su propio grupo. La frase sus hermanos (v. 13) subraya que la acción de Benjamín abría una división dentro del pueblo de Jehová. Nadie se imaginaría qué tan seria esa división llegaría a ser.

Un Ejército Unido.  20:11–16.
La agrupación del ejército de los israelitas nos sirve para reconocer que como cristianos también podemos unirnos por causas nobles:

1. Aumenta la fuerza, porque muchos pueden lograr lo que uno por uno no podemos hacer.
2. Promueve la armonía y la cohesión del grupo, porque tienen una meta común.
3. Favorece el crecimiento, porque todo hombre de las tribus quería participar. Ninguno se quedó en casa.
4.  Garantiza el éxito, a pesar de la pérdida de muchos soldados.

Las iglesias pueden aprender de la importancia de la unidad de misión y estrategia para lograr más de su misión.

c. Número De Los Combatientes. 20:15–17.
Había 26,000 milicianos de Benjamín, aparte de los varones de Gabaa (20:15). Contaban con 700 zurdos que manejaban la honda con una puntería perfecta (20:16).
Quizás fueron entrenados a pelear con la mano izquierda, o fueron ambidiestros (comp. 1 Cron. 12:2). Las versiones antiguas indican que la frase que fueron 700 hombres escogidos no estaba originalmente al final del v. 15, sino que algún escriba equivocadamente copió allí la misma frase del v. 16.

Una Venganza Exagerada.  20:10–27.

Es triste ver que la enemistad a veces se extiende hasta entre hermanos y personas de la misma nación. Notemos cómo la venganza resultó en masacres bárbaras:

1. Estaba basada en un celo ciego. Los israelitas se juntaron para buscar venganza, sin tener toda la información para ejercer la objetividad necesaria.
2. Estaba expresada con crueldad extrema. Decidieron tratar de aniquilar a todos de la tribu de Benjamín. Después se dieron cuenta que habían hecho mal.
3. Estaba reflejando una pasión desenfrenada. La batalla fue en contra de los israelitas en las dos iniciativas. Fue solamente cuando pidieron la voluntad de Dios que recibieron la seguridad de la victoria.
4. Estaba manifestando una obsesión por la venganza bárbara. Muchas atrocidades se cometen cuando estamos obsesionados por hacer algo. Las personas sufren a consecuencia de esta emoción.

La fuerza israelita era bastante más grande (20:17; comp. exposición del v. 2).

d. Primera Batalla. 20:18–21.
Antes de la batalla, los israelitas fueron al arca del pacto en Betel, 13 km. al norte de Gabaa, para preguntar a Dios cuál de las tribus debe encabezar la ofensiva (20:18; comp. v. 27). La tribu escogida recibiría mucha gloria de la fácil victoria sobre los benjamitas. Jehová escogió la tribu de la concubina (20:18b; comp. 19:1, 2).
Al recibir la respuesta, los israelitas tomarían por sentado que Dios les apoyaría en la batalla. En 1:1 habían hecho casi la misma pregunta; en 1:2 Jehová dio casi la misma respuesta, y luego agregó una promesa de éxito. Sería natural, pero equivocado, sobreentender la misma promesa aquí.
En 1:1, 2 Israel se preparaba para conquistar a los cananeos en obediencia al mandamiento de Jehová, pero en 20:18 no tiene mandamiento de pelear contra Benjamín. Sobre los paralelos entre 20:18 y el cap. 1, ver también la introducción a 17:1–21:25.

A la mañana siguiente se entabló la batalla (20:19, 20). Como los israelitas tienen superioridad numérica, su causa es justa y han consultado a Jehová, seguramente esperan una victoria contundente. Sin embargo, el resultado es todo lo contrario (20:21). ¿Por qué Jehová no entregó a Benjamín en la mano de Israel (comp. 3:10, 28–30; 4:15, 16; 7:22; 11:32, 33; 14:19; 15:8, 14, 15)?

La Reflexión Sobre Esta Pregunta Conduce a Algunas Observaciones:
(1) En su consulta a Jehová, Israel no preguntó si deberían pelear contra Benjamín (comp. v. 18). Habían decidido pelear antes de la consulta (ver vv. 8–10).
(2) Jehová no prometió victoria a Israel.
(3) No hay evidencia de que Israel haya seguido la instrucción divina de que Judá encabezará el ataque.
(4) Las derrotas de Israel en Jueces se deben a la infidelidad al pacto con Jehová (ver 2:1–3).

 Lecciones Que Resultan De La Derrota.  20:17–28.
 No nos gusta experimentar la derrota, pero eso es universal. Tarde o temprano todos experimentamos la derrota sobre un plan o un proyecto que promovemos. Pero hay lecciones en la derrota:

1. Debemos considerar de nuevo la naturaleza del proyecto o de la misión. ¿Vale la pena?
2. Debemos considerar el costo de continuar con la misión. ¿Vale lo que costará?
3. Debemos acudir a Dios para asegurarnos que la misión está de acuerdo con su voluntad. ¿Estará Dios acompañándonos en esta misión?
4. Debemos estar inspirados por Dios para emprender de nuevo la misión. ¿Podemos glorificar a Dios por medio de ella?

e. Segunda Batalla. 20:22–25.
A pesar de sus cuantiosas bajas, los israelitas se animaron para una segunda batalla. Se despliegan (20:22), pero antes de salir a pelear envían de nuevo una delegación, aparentemente a Betel, para consultar a Jehová (20:23). Esta vez le preguntan lo que tomaron por sentado la primera vez, si deben pelear contra Benjamín.
Reconocen su necesidad de la ayuda de Jehová, llorando delante de él todo el día. La frase nuestros hermanos indica que también reconocen más la seriedad de pelear contra una tribu del pueblo de Jehová. Esta vez Dios les envía a la batalla.

Con esta respuesta la victoria parecía asegurada. Sin embargo, no es así (20:24, 25). Después de las dos batallas Israel queda diezmado, con 40,000 bajas. ¿Por qué Jehová permitió esta derrota? Israel se desplegó para la batalla antes de consultar a Jehová (ver vv. 22, 23).
Varios estudiosos encuentran en este orden de eventos tanta falta de lógica que opina que originalmente el v. 23 precedía el v. 22. Sin embargo, ni los manuscritos ni las versiones antiguas apoyan esta conjetura. Más bien, cuando Israel fue a preguntar a Jehová si debería volver a pelear, ya había decidido hacerlo.
La consulta fue solo un formalismo para pedir la aprobación de los planes ya hechos. Jehová permitiría la derrota para enseñar a la nación a depender de él (comp. 7:2) y para llevarla al arrepentimiento. En su soberana sabiduría esta guerra castiga a ambos contrincantes (comp. 16:30).

f. Tercera Batalla. 20:26–48.
Humillado, Israel vuelve a Betel por tercera vez. Ahora buscan a Dios con mucho más fervor (20:26). El texto subraya que todos los israelitas subieron, dando a entender que para las primeras consultas se envió solamente una delegación. Lloraron delante de Jehová, así como en la segunda consulta (ver v. 23).
Ayunaron todo el día, expresando su dependencia de Jehová y su arrepentimiento. Ofrecieron sacrificios, otra cosa que no habían hecho. Los holocaustos se quemaban totalmente como una ofrenda exclusivamente para Jehová. En esta ocasión probablemente se ofrecieron como una expiación por los pecados del pueblo (comp. 2:2–5; Lv. 1:3–4).
Las ofrendas de paz eran una especie de banquete de comunión con Jehová. A Dios se le ofrecía la sangre, la grasa y varios de los órganos internos (ver Lv. 3), pero el ofrendante comía la carne (ver Lv. 7:14–16). En esta ocasión las ofrendas de paz servirían para restaurar la comunión con Jehová después del ayuno y los holocaustos expiatorios.
Luego los israelitas por tercera vez consultaron a Jehová (20:27, 28a). A diferencia de la primera consulta, no dan por sentado que deben salir a la batalla. A diferencia de la segunda, agregan la pregunta “¿o desistiremos?”. Han perdido su confianza en su propia fuerza y planes y se han humillado ante Jehová para buscar su voluntad y poder.

El autor interrumpe la narración para una breve nota (vv. 27b, 28a), tal vez para dejar ver que la consulta fue legítima y que la respuesta también lo sería (ver en contraste 18:5, 6). Algunos han concluido en base a esta nota que el santuario central de Israel se encontraba en Betel en esos días.
Sin embargo, como el tabernáculo estaba en Silo tanto antes como después de este período (ver Jos. 18:1; 1 Sam. 1:9), y como no se menciona aquí, es probable que solo el arca se había llevado a Betel para buscar el apoyo de Jehová en esta guerra (comp. 1 Sam. 4:3).

La explicación entre paréntesis también sirve para fijar este evento cronológicamente al principio del período de los jueces. Fineas fue nieto de Aarón (v. 28a; comp. Éx. 6:25) y líder de Israel ya en los días de Moisés (ver Núm. 25:6–13) y de Josué (ver Jos. 22:13, 30–33; 24:33).

Jehová ordena lo mismo que en la segunda consulta, pero esta vez da una promesa de victoria (20:28b; comp. 1:2). En otras partes del libro Jehová entrega a su pueblo infiel en mano de los opresores (2:14; 3:8; 4:2; 6:1; 10:7; 13:1), y a los opresores en mano de su pueblo arrepentido (3:28; 4:7, 9, 14; 11:9, 32); pero solo aquí leemos que entrega a miembros de su pueblo en mano de sus hermanos.

Israel va a esta batalla con una estrategia astuta. La confianza en Dios no excluye la planificación (comp. 7:16–22). Irónicamente, la estrategia contra Benjamín es casi idéntica a la que Israel empleó en la conquista de Hai, en el territorio posteriormente asignado a Benjamín (comp. Jos. 8:1–27).

El relato de la batalla es complicado porque cuenta las acciones simultáneas de tres grupos (cosa rara en la narrativa hebrea):
Ø La fuerza principal del ejército israelita, la emboscada israelita y el ejército benjamita.
Ø En un sentido la batalla se narra dos veces:
·  La primera narración (20:29–35) cuenta el inicio de la batalla (20:29–34) y luego resume sus resultados (20:35).
·   La segunda (20:36–48) da más detalles sobre los tres grupos. Vuelve al inicio de la batalla para hablar de la emboscada (20:36–38). Luego vuelve una vez más al inicio para contar lo que sucedió con la fuerza principal de Israel y con los benjamitas (20:39–48).
El regreso al inicio de la batalla cada vez sirve no solamente para recoger el hilo, sino también para dar realce a la artimaña de Israel.
La estrategia israelita se anticipa en la nota introductoria (20:29). Al inicio, la tercera batalla parecía igual a las otras dos, con Israel retrocediendo (20:30–32a).
Sin embargo, la retirada era parte de su plan (20:32b). Abandonaron sus lugares frente a Gabaa para desplegarse de nuevo en Baal-tamar (20:33a; comp. 30). Salieron y como las otras veces (20:31) hacen eco del lenguaje de Sansón en 16:20. Benjamín estaba tan equivocado como Sansón. Muchos comentaristas opinan que Gabaa en el v. 31 es un error por Gabaón. Eusebio ubica Baal-tamar al nordeste de Gabaa, pero la narración sugiere que quedaba al noroeste.
Entre tanto la emboscada israelita también salió de su lugar, pero no para huir de Gabaa, sino para acercarse a ella (20:33b, 34a). Mientras la batalla arreciaba en Baal-tamar, los benjamitas no se percataron de la emboscada que estaba por atacar a Gabaa (20:34b). El Texto Masorético sitúa la emboscada en el llano de Geba”, una ciudad 5 km. al nordeste de Gabaa, en vez deal oeste de Gabaa(v. 33b).
Probablemente el Texto Masorético preserva la lección original. La otra surgiría por el poco uso del vocablollano en el AT., y por la frecuente repetición de Gabaa en este capítulo. La palabra heb. traducida ante (v.34a) implica que la emboscada llegó lo suficientemente cerca para ver la ciudad, pero que todavía quedaba a cierta distancia (la palabra es vertida por desde lejos en 2 R. 3:22; 4:25; ver su uso también en 2 R. 2:7, 15; Salmo 38:11).
·  Luego, saltando los demás detalles, la narración resume el resto de la batalla y sus resultados en un solo versículo (20:35). La última frase del v. 34 anticipa el desastre benjamita, y el v.35 lo resume en términos de 25,100 bajas.
Significativamente, este versículo atribuye la derrota a Jehová, pero la matanza a los israelitas (comp. exposición de 21:3). Derrotó es el mismo verbo traducido son vencidosen el v. 32. Los benjamitas creían haber derrotado a los israelitas, pero ese mismo pensamiento fue su propia derrota.

Ahora el autor regresa al inicio de la batalla para contar en más detalle la actuación de los tres grupos militares (20:36–48).

La primera oración de 20:36 no se refiere a la derrota de Benjamín al final de la batalla, sino a la aparente derrota de Israel al inicio. Los benjamitas percibieron su propia derrota mucho antes del final (ver v. 41). De hecho, después de 25,000 bajas casi no quedaban benjamitas para ver que estaban derrotados (ver vv. 46, 47). El v. 36a, más bien, repite lo dicho en el v. 32a.

El autor ha vuelto al principio de la batalla (v. 36) para retomar la narración sobre la emboscada. Los vv. 33b, 34a la dejaron en posición para atacar la ciudad. Ahora el v. 37 relata el ataque y la matanza de todos los habitantes (comp. Jos. 8:19). Los israelitas habían acordado que al tomar la ciudad la emboscada le prendería fuego; el humo serviría de señal a la fuerza principal que la emboscada había completado su misión (20:38; comp. Jos. 8:8, 19, 20).

Luego el autor relata el efecto que la señal tuvo en la fuerza principal de Israel y en los benjamitas. Para introducir a estos dos grupos, una vez más regresa a la retirada de Israel, y por tercera vez repite el error de Benjamín (20:39; ver vv. 32, 36). Esta tribu resulta tan engañada como los opresores de Israel: Eglón (3:19–26), Sísara (4:18–21; 5:24–27) y Madián (7:22). El humo reveló a los benjamitas la trampa en la cual habían caído (20:40, 41; comp. v. 34b). Comenzaron a huir al oriente hacia el desierto (20:42a; comp. Jos. 8:20).

Por otro lado, el humo fue una señal a la fuerza principal de Israel para detener su retirada y volverse contra los benjamitas (20:41a). Estos quedaron cercados por la fuerza principal y los 10,000 de la emboscada que ahora salían de Gabaa (20:42b, 43a; comp. Jos. 8:21, 22). Algunos manuscritos de la LXX sugieren que en lugar de las ciudades (v. 42) se debe leer la ciudad, con referencia a Gabaa.

En la persecución hasta el lado oriental de Gabaa (20:43) los israelitas mataron a 18,000 benjamitas (20:44). En lugar de desde Noja (v. 43) el Texto Masorético tiene a Menuja. No sería sorprendente que hubiera ciudades con estos nombres, ya queMenuja significa lugar de descanso y Noja fue el nombre del cuarto hijo de Benjamín (comp. 1 Crón. 8:2).

A estas alturas los benjamitas claramente estaban derrotados. Habían perdido más de dos tercios de sus efectivos. Sin embargo, los israelitas mataron a otros 7,000 en su huida hacia la peña de Rimón (20:45).
El verbo traducido fueron muertos es lit. los rebuscaron; compara la matanza de los últimos benjamitas a la recogida de los últimos frutos después de la cosecha (ver exposición de 8:2). Gidom es un sitio desconocido, pero la peña de Rimón generalmente se identifica con una elevación a 9 km. al nordeste de Gabaa (20:45):
v Los 18,000 muertos (v. 44), más los 5,000 (v. 45a), más los 2,000 (v. 45b) suman un total de 25,000 (20:46).
v Del ejército original de más de 26,000 (v. 15), solamente 600 llegaron a las cuevas de la peña de Rimón (20:47).
v La diferencia entre la cifra de 26,000 más los habitantes de Gabaa (v. 15) y la suma de 25,600 (vv. 44–47) probablemente se debe a las bajas que Benjamín sufrió en las primeras dos batallas.

Habiendo aniquilado a casi todos los milicianos de Benjamín, los israelitas todavía no detuvieron su mano. Tan airados estaban por la resistencia benjamita y por las 40,000 bajas israelitas (ver vv. 21, 25), que destruyeron todas las ciudades de Benjamín y mataron todo lo que vivía en ellas (20:48).
Aun en esta guerra justa que contaba con el aval de Jehová (ver vv. 28, 35), los combatientes se extralimitaron, cometiendo en el ardor del conflicto un genocidio en nada justificado por las circunstancias. De manera que uno de los excesos de Jefté (comp. 12:4–6) había sido cometido antes por todo Israel.
Pusieron a Benjamín bajo el anatema (ver exposición de 1:17), que si bien debería aplicarse a los cananeos en la conquista (ver Deut. 2:34, 35; 3:6, 7; 7:2; 20:16–18; Jos. 6:17–19; 8:2, 24–27), se permitía contra israelitas solo si una ciudad se entregaba a la idolatría (comp. Deut. 13:12–18). Contra Benjamín Israel aplicó el anatema como no lo había hecho contra los cananeos (comp. 2:2).

La Providencia Divina Preserva.  20:47, 48.

Era necesario un remanente para la preservación de los propósitos últimos de Dios:

1.   El propósito del remanente era la continuación de la tribu de Benjamín.
2.   Los dones positivos de la tribu de Benjamín necesitaban ser preservados.
3.   El futuro del remanente fue brillante:
1. El primer rey, Saúl, era de la tribu (1 Sam. 9:1).
2. El gran apóstol Pablo era descendiente de la tribu (Rom. 11:1).

Estudios para el Domingo.

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.











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