martes, 5 de julio de 2016

CORAZONES DESCARRIADOS: (Éxodo 32:1-35)

CORAZONES DESCARRIADOS:
(Éxodo 32:1-35)
Por: Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

“Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido… Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos… Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón;…”.
(Éxodo 32:1-35) 
Ase poco, la carretera central así Junín estuvo cerrada durante varias horas porque un camión con ganado se había volcado. Las vacas se habían escapado y vagaban por la pista. Ver esta noticia sobre ganado  a la deriva me hizo pensar  en algo que hacía poco había estudiado en Éxodo 32 sobre el pueblo de Dios que se había  alejado de ÉL.
En el reino dividido de la antigua Israel, el rey Jeroboam erigió dos becerros de oro para que el pueblo adorara (1 Reyes 12:25-32). Pero la idea de adorar trozos de oro no había sido originalmente suya. Aun después de escapar de una esclavitud brutal y ver el poder y la gloria del Señor, los israelitas de inmediato permitieron que sus corazones se alejaran de ÉL. (Éxodo 32). Conozcamos más esta realidad y transportémonos a nuestro contexto actual.

1.      La Rebeldía. Ex. 32:1-6:

La Biblia no oculta la realidad de la vida de Israel; se relatan las victorias y no se ocultan los fracasos. Con todo, se revela la situación psicológica del pueblo y la incredulidad de muchos a pesar de las grandes hazañas de Dios en Egipto, en el mar Rojo, en el desierto, y aproximadamente siete semanas atrás en Sinaí.

Moisés tardaba en descender del monte. ¿Qué le pasaba? El pueblo se había acostumbrado a vivir con mucha conmoción y el esperar les daba tiempo de reflexionar. Si no veían alguna actividad visible de Dios, pensaban que no estaba. Llegaron a inquietarse e impacientarse:
¿Qué les pasaría a ellos?
¿Quién los guiaría?
¿Dónde estaba Dios?
¿Cómo podrían servir a un dios invisible?
Querían tener a alguien o algo visible en que pudieran confiar y adorar.
Recordaron los cultos en Egipto, y ellos todavía no tenían un culto formal de adoración para Jehová. La memoria del pueblo era muy corta en cuanto a los hechos salvíficos de Jehová; sin embargo, era muy larga en cuanto a la vida en Egipto. Las quejas anteriores habían sido indicaciones de la flaqueza humana, pero la adoración del becerro era asunto más grave. Recientemente habían aceptado el pacto ofrecido por Dios y le habían prometido obedecer su ley. Consecuentemente, la rebelión en Sinaí era más que una murmuración: Era apostasía.

El pueblo pedía a Aarón que les hiciera dioses para guiarlos, y dijeron con desprecio: porque a este Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido (v. 1). Además de la falta de aprecio por Moisés, todavía no entendían que había sido Jehová  el que los había redimido.
Tenían tres fallas:
·      La impaciencia,
·      el desprecio para Moisés, y
·      la falta de confianza en Dios.
No creían que Jehová  podía cuidar a Moisés en el monte, y no tenían confianza en la habilidad del Señor de guiarlos en la salida de Sinaí. No estaban completamente convencidos de que Jehová  debiera ser el único Dios para ellos.
Además de la experiencia en Egipto, se habían contaminado con la idolatría de sus vecinos (ver Lv.17:7*; Jos.24:14**; Ex.20:3-6***). Estaban acostumbrados a ver imágenes usadas en la adoración a los dioses de ellos. Su libertad de la esclavitud egipcia era más de lo que habían anticipado.
*Y nunca más sacrificarán sus sacrificios a los demonios, tras de los cuales han fornicado; tendrán esto por estatuto perpetuo por sus edades”. (Levítico 17:7).
**Ahora,  pues,  temed a Jehová,  y servidle con integridad y en verdad;  y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río,  y en Egipto;  y servid a Jehová”. (Josué 24:14).
***No tendrás dioses ajenos delante de mí… No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra… No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,… y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos”. (Éxodo 20:3-6).   

Aarón tuvo la oportunidad de ser un líder de valor en aquel momento; sin embargo, como tantos, no quiso oponerse al deseo popular. No les hizo recordar el segundo mandamiento, ni les explicó la maldad de lo que querían. Tomó el camino de menor resistencia; optó por el popular en vez del profético.
Es posible que la petición de quitar los aretes de oro de las orejas de las mujeres y de los hijos (v.2) fuera una medida, por ser costosas las joyas, de hacerles retroceder en su demanda. Si así fue, el resultado no fue lo que esperaba. Cuando recibió el oro parece que hizo un becerro de madera (ver v.20, lo quemó en el fuego) y lo cubrió con el oro (v.4, aunque dice un becerro de fundición posiblemente pasaron los aretes por el fuego).

Los adornos de oro eran muy comunes en Egipto, y entre los israelitas había la evidencia del despojo de los egipcios (Ex.11:2; 12:36). En cuanto al culto, tanto los egipcios como los cananeos consideraban al buey un símbolo de vigor y fuerza. En Egipto había el culto al buey Apis, y en Canaán se lo empleaba en el culto de Baal.
Los dos pueblos tenían la práctica de acompañar la adoración con:
v comidas comunales,
v danzas,
v cantos, y
v orgías sexuales.

El pueblo pidió dioses (v.1); Aarón les hizo un becerro y les dijo: ¡Israel, éste es tu dios que te sacó de la tierra de Egipto! (v.4). ¡Trágicamente, alabaron a un ídolo hecho por un hombre dándolo crédito por librarlos de la esclavitud! Al ver el placer del pueblo, Aarón edificó un altar delante del becerro y pregonó diciendo: ¡Mañana habrá fiesta para Jehová! (v.5)
Parece que Aarón no quiso darles los dioses que pedían, pero violó el segundo mandamiento; les dio una forma visible de Jehová, diciendo que el becerro era una representación del Señor.
Aunque es posible que la apostasía fue doble, es decir, que también incluía un rechazo de la revelación de Jehová  a favor de dioses adorados previamente (v.2), el hecho de decir que el becerro era aquel que les había sacado de Egipto (v.4), el edificar un altar delante de él (v.5), y el tener una fiesta con sacrificios y comida (v.6) indican un esfuerzo sincrético de mezclar la adoración de Jehová  con un culto egipcio.
No había duda de que Jehová  los había librado de Egipto, y hacía pocas semanas atrás habían sellado el pacto con Jehová  por medio de una comida. Parece que Aarón quiso establecer un culto para Israel e identificó el becerro visible como el símbolo de Jehová. Sin embargo, la apostasía fue una violación fundamental del pacto: No te harás imagen...
No te inclinarás ante ellas ni les rendirás culto, porque yo soy Jehová  tu Dios, un Dios celoso (Ex.20:4-5).
Además, a la apostasía se agregó el pecado de la conducta inmoral en el culto de adoración. Después de comer y beber, se levantó para divertirse (v.6). Divertirse (tsachaq[1]  H6711) es el mismo verbo que se usa en Gn.26:8 cuando el rey Abimelec miró por una ventana y vio a Isaac que acariciaba (tsachaq[1]  H6711) a Rebeca su mujer. El verbo sugiere que se entregaron a la práctica de orgías sexuales tal como hacían en los cultos paganos de fertilidad en Egipto y en Canaán (ver especialmente el Baalismo).

El peligro del culto del becerro en Sinaí se multiplicaría aún más cuando el pueblo llegara finalmente a Canaán, y Aarón, el líder religioso, no quiso oponérsele. ¿Están dispuestos los líderes hoy en día de oponerse al culto moderno de fertilidad que florece?

Años más tarde, con la división del reino, Jeroboam I hizo dos becerros de oro y dijo al pueblo: “...¡He aquí tus dioses, oh Israel, que te hicieron subir de la tierra de Egipto!“ (1 Reyes 12:28) La tendencia hacia el sincretismo[2] seguiría en Israel: el pueblo, buscando una fuente de revelación sensible, substituiría con una imagen creada por el hombre al Dios viviente y después lamentaría la ausencia de la dirección divina.

2.       La Justicia y Misericordia Divinas. Éx.32:7-14:

Abruptamente, hubo un cambio del escenario. Jehová  informó a Moisés, con detalles, de la apostasía, y le dijo, Anda, desciende porque tu pueblo... se ha corrompido (v.7). El Señor dijo que Israel no era pueblo de él; era pueblo de Moisés, y era uno de dura cerviz (v.9). Israel había rechazado a Dios; consecuentemente, Jehová  repudió a Israel.

¿Cuál Fue El Problema?
§  En primer término, el pueblo, tan recientemente consagrado a Dios, se había corrompido (v. 7 shachath[3]  H7843). La palabra significa “echarse a perder”, “estar podrido”, o “estar corrompido moralmente” (ver el mundo de Noé en Gn.6:12).
§  En segundo lugar, deliberadamente se había apartado del camino ordenado (v.8); hizo un becerro de fundición.
§  Finalmente, lo habían adorado y decían que era él que los había sacado de la tierra de Egipto (v.8). La dura cerviz sugiere un animal que lucha contra la soga que lo detiene; era el símbolo de una desobediencia obstinada.

La consecuencia normal de abandonar el pacto tan pronto (v.8) debía haber sido la destrucción de la nación. El Señor dijo a Moisés: ... deja que se encienda mi furor contra ellos y los consuma, pero yo haré de ti una gran nación (v.10; comp. Gn.12:2). El versículo lleva dos implicaciones: la ira o la justicia divina caería, y la posibilidad de una intercesión que abriría la puerta para la misericordia: Deja que encienda mi furor...

Moisés fue puesto a prueba y su respuesta revela la nobleza de su persona; no buscaba ventajas personales por medio de su relación con Dios, sino que se preocupaba por su pueblo. Si Dios decía que era su pueblo, entonces, demostró un amor sin egoísmo hacia ellos. Imploró el favor de Dios (v. 11) y le pidió que desistiera del ardor de su ira (v.12). Su ruego se basaba en tres argumentos:
(1) Rogaba a Jehová  que no repudiara las grandes hazañas hechas a favor de su pueblo al rescatarlo (v.11; nótese: que Moisés se refirió al pueblo como tu pueblo);
(2) ¿qué dirían los egipcios del rescate del pueblo? ¿Era Jehová  un Dios caprichoso? (v.12);
(3) recordó al Señor sus juramentos a los patriarcas: La palabra dada era sagrada e inviolable (v.13). La apelación no trataba del valor ni del mérito de Israel, sino que apelaba a la naturaleza de Dios y a su misericordia.

Del encuentro se ve un resultado inesperado, pues el Señor prestó atención a la palabra de su siervo. El texto dice que cambió de parecer en cuanto al mal que dijo que haría a su pueblo (v. 14); el Señor iba a darles otra oportunidad (ver 33:19b; 34:6-7). No obstante, habría un castigo por la apostasía (vv.27-32).

La expresión cambió de parecer viene del verbo naham[4]  H5162 y aparece tres veces en el libro (13:17; 32:12, 14); aparece más de 35 veces en el AT. Algunas versiones emplean el verbo “arrepentirse” para traducir el vocablo (ver RVR-60 y BC). El verbo naham  H5162 (“cambió de parecer” o “arrepentimiento”) no es el mismo que se usa para el cambio o el arrepentimiento del hombre, lo cual es shub  H7729.
Naham  H5162 no lleva una connotación de culpabilidad ni de un cambio de propósito de uno. La raíz del verbo significa “respirar hondamente” o “a fondo”. Es una palabra de un sentir profundo. Al estar preocupado o asustado, se respira más rápido y a fondo; al estar aliviado, se exhala con un respiro de alivio, porque ha pasado la crisis. La desobediencia exige el castigo, y Dios “respira con tristeza”, no es lo que quiere hacer.
Al arrepentirse (shub[5]  H7729) el hombre, Dios se alivia (naham  H5162) para perdonarlo (lo que quiere hacer). Moisés no dijo que Dios se arrepintió (shub  H7729), o Dios no sería absoluto y perfecto; no se arrepiente como el hombre. Sin embargo, Moisés tocaba el deseo de Dios de ser misericordioso.
La culpabilidad de Israel sería castigada; habría la necesidad del arrepentimiento (shub  H7729) del pueblo; sin embargo, Dios naham  H5162: “Cambió de parecer”, “respiró”, “alivió” de la necesidad de destruir al pueblo e hizo lo que hace mejor: Se ofreció la gracia. ¿Era posible que la gracia abundara aun por el pecado de aquel que había dicho sí al Señor? ¡Sí! Había esperanza por la vía de arrepentimiento y la gracia divina, pero siempre habría las consecuencias y el pago por el mal.

3.      La Ira De Moisés. Éx.32:15-29:

Moisés descendió del monte trayendo consigo las dos tablas del testimonio... escritas por ambos lados... y la escritura era escritura de Dios (vv.15, 16). Los descubrimientos arqueológicos indican que los asirios y babilonios solían escribir sus tablillas por ambos lados mientras que las de los egipcios no eran así.
La cultura israelita se acerca más a la de Mesopotamia y de Canaán que a la de Egipto aunque, en ciertos aspectos, Egipto hizo una fuerte impresión sobre Israel. No obstante, las tablas del testimonio eran únicas: al contrario de la costumbre egipcia estaban escritas por ambos lados, y la escritura era de Dios. El autor acentuó la autoridad del Decálogo, pues fue revelado y grabado divinamente; entonces, el contenido era de Dios mismo.

Al acercarse al campamento, Moisés y Josué escucharon el estruendo de la fiesta, y al llegar vieron el becerro y toda la actividad corrupta (v.19a). El texto dice que la ira de Moisés se encendió, y arrojó las tablas de sus manos y las rompió al pie del monte (v.19b). Más allá de la frustración y el enojo de Moisés, el romper las tablas fue un símbolo de que el pueblo había quebrantado la alianza con Dios. Israel había repudiado la obra de Dios (v.16). ¡El convenio había sido anulado por la idolatría y el paganismo de la gente!

El carácter de Moisés se mostró con gran fuerza; tomó el becerro y lo quemó. Luego lo molió hasta reducirlo a polvo, lo esparció sobre el agua, y lo hizo beber a los hijos de Israel (v.20). Parece que estaba hecho de madera y cubierto de oro, y el pueblo bebió la mezcla de las cenizas y el oro molido. La bebida amarga era un castigo y, a la vez, una manera de deshacerse del ídolo.

El relato de la conversación de Moisés y de Aarón es gracioso y a la vez trágico. Moisés se dio cuenta del problema de la gente. Sin embargo, ¿cómo pudo haber participado Aarón en el episodio sin haber tenido presión de parte del pueblo? Para excusarse, Aarón echó la culpa sobre el pueblo (v. 22); después culpó a Moisés por la demora en volverse (v.23); y finalmente, al decir que era un milagro, culpó a Jehová: Dijo que simplemente arrojó el oro al fuego; y salió este becerro (v.24). ¡Le había declarado que la fiesta era para Jehová  (v.5)!
Únicamente la Biblia hubiera incluido unas excusas tan ridículas; sin embargo, la evidencia de su culpa y responsabilidad como líder religioso fue condenada aún más seriamente en el v. 25; la desenfrenada locura y frenesí que Aarón permitió llegaron a ser una vergüenza entre los enemigos de Israel. El culto a Jehová  nunca debió haber degenerado en excesos emocionales ni en prácticas inmorales, sino que debió hacerse todo decentemente y con orden (1 Cor.14:40). “pero hágase todo decentemente y con orden”.

Fue un momento decisivo. Aunque no hay evidencia en el texto de que algunos se hubieran opuesto al culto falso, es evidente que no todos estuvieron de acuerdo. Moisés hizo un llamado al pueblo a definirse: ¡Quien esté de parte de Jehová  únase conmigo! Y se unieron con él todos los hijos de Leví (v.26); eran más leales a Jehová  que Aarón. A ellos Moisés les dio la orden de matar a los culpables, fueran parientes o amigos, y aquel día cayeron del pueblo como 3,000 hombres (v. 28).
Evidentemente no todos los que participaron fueron ejecutados: No murió Aarón, por ejemplo. El hecho de perdonar a muchos fue evidencia de la misericordia de Dios, ya que en aquella época la infidelidad era considerada como un crimen capital. Al mismo tiempo, la fidelidad a la palabra de Dios no era fácil para los levitas. La tarea era sumamente difícil. Sin embargo, debido a la lealtad suprema de los levitas aquel día, el Señor les concedió el derecho del sacerdocio, o el de ser los futuros líderes de Israel (compare Números 25:10-13).
Aunque la sentencia fue dura, la situación era muy crítica; si sobrevivía el pueblo, si llegaba a cumplir con la voluntad divina, y si alcanzaba finalmente la revelación final de Dios en Cristo Jesús, el pueblo (o un remanente) tendría que aprender la importancia de obedecer las estipulaciones del pacto. Además, el pecado siempre traerá el castigo aunque exista la posibilidad de la gracia.

4.  Jehová  Se Aparta Del Campamento, 32:30-33:11:

Con la tragedia de la adoración del becerro de oro surgieron problemas teológicos:
(1) ¿Cómo podía un Dios trascendente, cuya presencia no podía ser captada en ídolos, estar presente con Israel morando en una tienda?
(2) ¿Cómo podría estar presente el Dios santísimo en medio del pueblo rebelde sin que éste fuese consumido totalmente?
(3) ¿Cómo podría Dios cumplir con sus promesas a los patriarcas, ya que los descendientes de ellos habían quebrantado el pacto? Las condiciones del mismo habían sido explicadas con claridad y aceptadas libremente por el pueblo.

La sección 32:20-33:23, trata de las preguntas, y el tema principal de ella es la presencia de Jehová  en medio de su pueblo. Dios promete que no dejará al pueblo, sino que el ángel de Dios representará su presencia con ellos (33:2, 3); el pueblo se arrepiente para no ser abandonado por Dios (33:4, 6); se establece la tienda de reunión fuera del campamento (33:7-11) y Jehová  revela su gloria a Moisés (33:12-23).

El día después de la matanza Moisés subió otra vez al monte para interceder por el pueblo (vv. 30, 31). En una de las oraciones más grandes de la Biblia, pidió a Jehová  que perdonara al pueblo.
Dijo: Y si no, por favor, bórrame de tu libro que has escrito (v.32; para el libro, ver Job 69:28; Is.4:3; Filp.4:3; Ap. 3:5).

Su amor por el pueblo era admirable, pero Dios no accedió. Le contestó que el culpable era responsable por sus acciones y que aquel que pecara contra Dios sería borrado del libro (v.33); no obstante, el camino del arrepentimiento y del renuevo quedaba abierto. Finalmente, por su amor, Dios iba a revelarse en la encarnación llevando el castigo de muchos sobre sí mismo para que todos los pecadores no fuesen borrados del libro de la vida (ver Isaías 53:4-7; 53:10, 11 y el sacrificio de Jesucristo). Aun así, el pecador tendría que reconocer su culpa por su propia cuenta y acudir a Dios en arrepentimiento y fe para que la pena fuese perdonada.

Mientras tanto, Dios mandó a Moisés que regresara para conducir a Israel al lugar indicado y le prometió que un ángel del Señor los guiaría (v.34). El ángel sería el agente de Dios para darles la victoria en Canaán (Is.33:1-2).
Dios mismo no podría subir en medio de ellos para que no fuesen consumido por causa de su pecado, pues era un pueblo de dura cerviz (Is.33:3). Además, como retribución, el Señor mandó una plaga como castigo sobre ellos por lo que hicieron con el becerro que Aarón formó (Is.32:35).

Concluyo:
Cuanto de verdad hay de esta historia bíblica, con el contexto actual de la humanidad, mientras Moisés estaba en el Monte  Sinaí recibiendo la ley del Señor, su hermano Aarón ayudó al pueblo a descarriarse construyendo un ídolo con la forma de un becerro (un: toro, baca, etc.) de oro. El escritor de Hebreos nos recuerda que la ira de Dios se encendió ante esta idolatría [imágenes  hechas por las manos de los hombres, imágenes de hombres y mujeres que suplantan a Dios, y los hombres y mujeres (los veneran y los honran, quitando-le la gloria directa a Dios, en lo cual ÉL nunca a compartido con los ídolos)] y sobre los que andaban “vagando en su corazón (Hebreos 3:10).
Dios sabe que nuestro corazón tiene tendencia a descarriarse. Su Palabra [la Biblia] deja claro que ÉL es el Señor y que no debemos tener no adorar “otros dioses” (Éxodo 20:2-6). “Porque el Señor es Dios grande, y Rey grande sobre todos los dioses” (Salmos 95:3). ¡Él es el único Dios verdadero!

TODO AQUELLO QUE DESEES MÁS DE LO QUE QUIERES A DIOS, ES UN ÍDOLO:

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Bibliografía:
[1]      H6711 צָחַק = tsakjác: raíz primaria; reírse a carcajadas (de alegría o burla); por impl. bromear:- hacer burla, burlarse, deshonrar, regocijarse, reírse de. (Strong).
H6711 צחק = QAL: Reír (Gn.17:17). — Perf. צָֽחֲקָה, צַחָֽקְתְּ; Impf. יִצְחַק; Vaif. וַיִּצְחַק, וַתִּצְחַק.
PIEL:
1) Bromear (Gn.19:14).
2) Jugar. — En Gn.21:9 la RVA traduce מְצַחֵק como "se burlaba", pero parece que el TM no tiene un texto completo. La LXX lo completa así: "que jugaba con su hijo" (con Isaac).
3) Divertirse (Ex.32:6).
4) Acariciar (Gn.26:8).
5) Burlarse (Gn.39:14; Gn.39:17).
6) Servir de espectáculo (Juc.16:25). — Impf.vaif. וַיְצַחֵק; Inf. לְצַחֵק, לְצַחֶק; Part. מְצַחֵק. (Diccionario Hebreo)
[2]   sincretismo. (Del gr. συγκρητισμός, coalición de dos adversarios contra un tercero). m. Sistema filosófico que trata de conciliar doctrinas diferentes. || 2. Ling. Expresión en una sola forma de dos o más elementos lingüísticos diferentes. Microsoft® Encarta® 2009.
[3]    H7843 שׁחת NIFAL:
         1) Estar corrompido (Gn.6:12).
         2) Quedar devastado o arruinado (Ex.8:20). — Perf. נִשְׁחַת, נִשְׁחָֽתָה; Impf. תִּשָּׁחֵת; Part.fem.pl. נִשְׁחָתוׄת.
         PIEL:
         1) Arruinar, destruir (Gn.6:17; Jr.12:10).
         2) Suprimir su compasión (Amos 1:11).
          3) Corromper en el uso (Ez.28:17). — Perf. שִׁחֵת, שִׁחַתָּ; Suf. שִׁחֶתְךָ, שִׁחֲתָהּ; Impv. שִׁחֵתוּ; Inf. שַׁחֵת; Suf. שַׁחֲתָהּ, שַׁחֲתְכֶם.
          HIFIL:
          1) Destruir (Gn.18:28; 1 Sam.26:15).
          2) Infestar (Salm.78:45).
          3) Corromper: hishjít et darkó = había corrompido su camino (Gn.6:12).
          4) Estropear la punta de la barba (Lv.19:27).
          5) Dejar muerto: va-yashjítu ártsah = y destruyeron a tierra = dejaron muertos en tierra (Juc.20:21).
          6) Socavar (2 Sam.20:15). (Diccionario Hebreo)
[4]       H5162 נחם NIFAL:
1) Arrepentirse, cambiar de parecer (1 Sam.15:29; Ex.32:12).
2) Retractarse (Job 42:6).
3) Tener compasión (Salm.90:13).
4) Lamentar haber hecho algo (Gn.6:6; Juc.21:6; 21:15).
5) Consolarse (Gn.24:67; 2 Sam.13:39).
6) Tomar o tener satisfacción en (Is.1:24). — Perf. נִחַם; Impf. אֶנָּחֵם; Vaif. וַיִּנָּחֵם; Inf. הִנָּחֵם; Part. נִחָם.
PIEL:
1) Consolar (Is.66:13; Gn.37:35).
2) Confortar (Gn.50:21).
3) Dar el pésame (2 Sam.10:2). — Perf. נִחַם (= Nifal); Impf. יְנַחֵם; Suf. יְנַחֲמֻנִי; Impv. נַחֵם; Part. מְנַחֵם.
PUAL:Ser consolado (Is.66:13). — Perf. נֻחָֽמָה; Impf. תְּנֻחָֽמוּ.
HITPAEL:
1) Cambiar de parecer, arrepentirse (Num.23:19).
2) Tener misericordia o compasión (Deut.32:36).
3) Hallar consuelo, consolarse (Salm.119:52).
4) Tomar satisfacción en, planear vengarse (Ez.5:13; Gn.27:42). — Perf. הִתְנַחֵם, הִנֶּחָֽמְתּי; Inf. הִתְנַחֵם; Part. מִתְנַחֵם. (Diccionario Hebreo)
[5]      H7729 שׁוּבָה = Arrepentimiento (Is.30:15). (Diccionario Hebreo)
[6]      e-Sword-the. LEDD.
[7]      Biblia de Estudio RYRIE.
[8]      El pan diario, edición 2015.

-         Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 05//07//2016.

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