Parte II:
Los “cristos” Latinoamericanos:
(Santiago 1:26-27)
Por: Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
histórico. Para otros, Él posiblemente puede pertenecer al pasado, pero no
al presente, y ciertamente no al futuro. Ellos creen que viven en una pos-cristiana y no ven en Cristo la respuesta
a la angustia del hombre contemporáneo.
6. El
Cristo Del Protestantismo.
Si el Cristo católicorromano llegó a nosotros por vía de España, el Cristo
protestante llegó de otras naciones europeas –tales como Inglaterra, Alemania, Francia y
los Países Bajos- y de Estados Unidos. Como consecuencia de esto
muchos han llegado a identificar el
protestantismo con el imperialismo Occidental o Sistemas capitalistas –lo que bien merece un estudio por separado-.
De aquí es más y en términos generales, basta con decir que el Cristo
Protestante fue heredado de los Reformadores religiosos del siglo XVI –aunque ÉL no
se originó con ellos, ni fue interpuesto por ellos-.
Los Reformadores consideraban a las Sagradas Escrituras como su máxima
autoridad, referiéndose a ellas exclusivamente en todas las cuestiones de fe y
colocándolas delante y por encima de la autoridad de la Iglesia. Su grito de
guerra era: “Solamente las Escrituras,
solamente Cristo, solamente gracia, y solamente la fe como un medio de
justificación ante Dios”:
· En lugar de buscar a Cristo en la sombra de los
altares, en antiguos pergaminos de tradición eclesiástica o en las filosóficas
escrituras teológicas de los escolásticos[3], los Reformadores se volvieron al Texto Sagrado.
La Reforma fue un retorno a la Biblia, un esfuerzo determinado de redescubrir
al Cristo del Nuevo Testamento.
· sTodo sugiere el segundo tema
central de la Reforma: El mensaje de
Salvación que tiene como centro y circunferencia a la Persona y la obra de
Jesucristo. Él es elevado al lugar de preeminencia, y no solamente en teología
sino en la vida y adoración de la iglesia también.
Él es el Cristo que, por la encarnación,
participa en la historia y experiencia de la humanidad. Ataviado en carne y
sangre humana, Él vive con los hombres, Él se identifica completamente con
ellos, sufriendo con y para ellos, y finalmente muriendo por ellos. Pero también
es el Cristo de la Resurrección; por consiguiente, el énfasis está en el Cristo
que vive eternamente y que trascendiendo tiempo y lugar, está sin embargo
presente en su obra de Redención en el mundo de hoy.
· Una
tercera característica de la Reforma fue su tendencia al individualismo. Los
Reformadores pugnaron por la libertad de conciencia, proclamando que cada
hombre poseía la irrestricta lucha de la libre consideración a todas las
cuestiones relacionadas con asunto de fe. La enseñanza del sacerdocio universal
de los creyentes enfatizó la libertad del individuo para buscar a Dios y
acercarse a su Palabra, sin la intervención de la autoridad humana.
Se dejó al individuo a solas con Dios en el
santuario de su conciencia, guiado por la luz de la Revelación Divina. Este
individualismo protestante también se manifiesta en la dimensión secular del
cristiano para quien –consciente de su dignidad personal ante Dios, la iglesia
y el estado- todas las vocaciones son sagradas. Así, el individuo puede y debe
glorificar a Dios en cualquier trabajo o profesión honorable, no solamente en
el aislamiento de la celda de un convento. Tampoco tiene el sacerdocio al
monopolio sobre lo sagrado. A los ojos del Creador, todas las vocaciones son sagradas.
Era de esperar que este individualismo produjera una buena variedad de grupos
protestantes. Además, cuando la estructura monolítica de la iglesia medioeval
hubo sido fracturado, aquellos que por primera vez respiraban el aire de la
libertad religiosa no quisieron erigir una nueva y vasta estructura jerárquica
a la cual debían someterse. Este accionar estaría completamente reñido con el espíritu
de la Reforma, y cuando ciertos líderes protestantes, tales como Juan Calvino,
procuraron volver al Antiguo Autoritarismo, se encontraron con una resistencia
decidida de parte de aquellos que habían recibido esclarecimiento por el nuevo
día de libertad espiritual.
· En
cuarto lugar, la Reforma provocó cierto efecto sociopolítico. Por empezar, dada
la estrecha vinculación existente entre la estructura eclesiástica y la
jurisdicción civil hasta ese momento, era inevitable que surgieron conflictos
entre este último y el movimiento reformador: Oponerse a la Iglesia era
oponerse también a la autoridad secular.
Por consiguiente, ciertos cambios políticos y
sociales tuvieron lugar rápidamente en esos países donde la Reforma había
tenido éxito, acarreando consigo las semillas de la libertad que algún día
germinarían y crecerían, para beneficio de nuestra civilización.
Habiendo sido conocido a través de las
Escritura, el Cristo de la mayoría de los protestantes de América latina es un
Cristo bíblico. Los protestantes hispanoamericanos son una comunidad “del Libro”
–la Biblia- y su doctrina es
profundamente cristológica: Cristo es preeminente en teología, liturgia y servicio.
En su adoración, la cruz y la tumba están vacías, porque Él es el Dios de la
vida y conquistador de la muerte, el Dios que vive ahora y para siempre, el único
mediador entre Dios y el hombre. “Sólo Cristo Salva”, “Cristo es la respuesta” y
“Cristo es
la única esperanza” han sido consignas favoritas de los protestantes
en sus esfuerzos evangelísticos a través del continente.
El individualismo de los protestantes
latinoamericanos también se refleja en su experiencia: a la luz de su
conciencia y bajo el reflector del mundo divino, el creyente protestante
disfruta de liberación de enredos eclesiásticos y jerárquicos en la búsqueda de
comunión con su Dios. Su fe no depende de la autoridad humana. Su relación con
Cristo es profunda e intensamente personal.
De aquí que grupos protestantes
proliferen en Iberoamérica; pero la construcción de un enorme edificio jerárquico
con el objeto de aunar y gobernar a todas las comunidades protestantes estaría
en contradicción con el verdadero espíritu del protestantismo latinoamericano. Las
desventajas de la pluralidad son preferibles a aquellas que acarrearía un
gobierno eclesiástico centralizado.
Es innegable que los factores históricos
y sociales han servido muchas veces para acentuar el individualismo en la
responsabilidad social protestante (otro tema interesante para investigación
aparte). La verdad es que entre los más conservadores del protestantismo en Hispanoamérica
se ha encontrado una actitud de indiferencia frente a los serios problemas que
mantienen a estos llamados “países en desarrollo [tercer mundistas]”, en
agitación.
Hasta
ahora, cuando los problemas sociales salieron a la luz, el Cristo de
muchos protestantes iberoamericanos ha sido meramente escatológico –en el
estrecho sentido de la palabra-. Con su aparente actitud de
indiferencia hacia los conflictos que preocupan a nuestra sociedad, estos
cristianos bien podrían haber dejado la impresión que, para ellos, todas las
dificultades socioeconómicas debían ser dejadas para que Cristo las resuelva en
la próxima vida, y que poco o nada debiera hacerse ahora para mejorar el mundo
en el cual viven.
Afortunadamente, nuevas brisas han
comenzado a hacerse sentir, las que prometen un cambio en esta postura de
negligencia social. Aun el Cristo del protestantismo conservador ha comenzado a
abrir su boca para decir lo que tan largamente había sido callado en relación a
los problemas sociales del hombre latinoamericano. Ya es hora de que se le
permita habla a ÉL.
7. El Cristo De La Nueva Teología:
Una de las más difundidas reacciones al
silencio del Cristo tradicional es la que ahora comienza a manifestarse tanto
entre los círculos teológicos católicos como protestantes de la política
izquierdista de América latina.
Impacientes y rebeldes, y con una mística
capaz de controlar totalmente ciertos tipos de personalidad, los nuevos teólogos
dejan oír su voz por la justicia social.
El Cristo que ellos proclaman es
antropológico y sociológico; un economista capaz y un estadista experto; psicólogo
de masas, experto en política local y foránea, teórico revolucionario y
reformista social. Es el Cristo disidente, el activista, el rebelde (hasta violento,
diría) que se viste como un labrador común y habla el complicad lenguaje de los
tecnólogos de nuestro tiempo.
La teología de este Cristo –si puede
llamarse teología- es decididamente antropocéntrica. Viene del
hombre, es para el hombre, y no va más allá del hombre. Establece prioridades
dentro del orden del hombre. Establece prioridades dentro del orden material y
busca un reino que es de este mundo, consistente en comida y bebida, separados
del espíritu. Su objetivo supremo es la transformación de las estructuras
sociales, aunque el individuo no experimente cambio.
Contrastando con el Cristo
individualista o el protestantismo iberoamericano tradicional, este Cristo de
los teólogos de izquierda es tan furiosamente colectivista, tan obsesionado con
las masas que está en peligro de perder de vista al individuo. En cierto modo,
este Cristo es producto de nuestra civilización ultramoderna que despersonaliza
al individuo, aplastandolo debajo de su enorme maquinaria socioeconómica.
Por consiguiente no debiéramos
sorprendernos ante la presencia de un Cristo de izquierda en América latina. Era
inevitable que, tarde o temprano, el Cristo socialmente inactivo fuera
interrumpido en su sueño de los siglos por el advenimiento de otro Cristo
ansioso de hablar y de actuar. Si el recién llegado pretende ser genuino y auténtico,
pues entonces deberá ser aclarado a la luz del Nuevo Testamento.
¿Por qué a la luz del Nuevo Testamento? Sencillamente
porque no hay documentos con mayor autoridad que ellos acerca del verdadero
Cristo. Es en el Nuevo Testamento donde por primera vez en la historia de la
humanidad se describe a la Persona y la obra de Jesús de Nazaret. El testimonio
de los hombres que caminaron con ÉL y lo conocieron íntimamente se encuentra en
sus antiguas páginas –la fuente del cristianismo-, el de su maestro
y fundador. Por esta razón el Nuevo Testamento es la norma o regla que
determina la autenticidad o falsedad de nuestros cristos, la luz que revela la
verdad o el error de nuestra cristiandad, la espada flameante que separa a los
que pertenecen al verdadero Cristo de los que no lo hacen.
Una
nueva señal de esperanza se visualiza ahora en el horizonte de nuestra Hispanoamérica:
hay un retorno a la lectura de la Biblia en varias comunidades eclesiásticas. Como
resultado, el Libro de ayer, hoy y por siempre está en manos de muchos,
devorado por ojos que están hambrientos de entendimiento espiritual. En
respuesta a esta búsqueda de fe, la majestuosa figura del histórico, viviente y
verdadero Cristo está destinada a surgir de sus sagradas páginas.
Ha llegado el momento del coraje moral
para dejar de lado los falsos cristos y abrazar al verdadero, el
conocido por los escritores del Nuevo Testamento: Pedro, Pablo, Mateo, Juan, Marcos y Lucas y los demás.
Concluimos:
Abandonemos:
Ø El
Cristo Español o
Ø el
anglosajón,
Ø El
Cristo Negro o Rubio,
Ø Mestizo
o Nativo,
Ø El
Cristo Romano, etc...
Deshagámonos del Cristo de nuestros
temores supersticiosos o nuestro orgullo intelectual y firmemos nuestra
declaración de Independencia espiritual, volviéndonos AL CRISTO que dijo:
“y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.
(Juan 8:32)
“Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”.
(Juan 8:36)
___________
Notas Y Bibliografía:
[1]
Cristóbal
Colón concedió parte del hallazgo a Juan II de Portugal en 1493, al volver de
su primera expedición. Esto generó una serie de negociaciones entre España y
Portugal que se resolvieron mediante la intervención del papa Alejandro VI que
adjudicó los territorios descubiertos por Colón y aún por descubrir, al reino
de Castilla, castigando con la pena de excomunión a cualquier cristiano
[romano] que viajara a los dominios de Las Indias sin autorización del rey de
Castilla (Bulas Alejandrinas), orden que siglos más tarde sería desobedecida
por británicos y holandeses (que por otras razones rompieron con la Iglesia
católica) así como franceses. Una década después, el navegante al servicio de
la monarquía española, Américo Vespucio describiría que las tierras
descubiertas por Colón no se encontraban en Asia, sino en un continente nuevo,
desconocido por los europeos de aquella época. Debido a esta tesis, los
europeos acabarían llamando "América" al continente recién
descubierto.
[2] ”Si
alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que
engaña su corazón, la religión del tal es vana… La religión pura y sin mácula delante
de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus
tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”. (Stg 1:26-27). Una lengua
fuera de control, y un corazón engañoso, son el resultado de una religiosidad
vacía. La verdadera religión se expresa en la vida diaria, como lo pone de
manifiesto la pureza de la conversación, el amor y el carácter. Aunque Santiago
no ofrece una relación genuina, presenta lo anterior como sus características
típicas.
[3]
escolástico, ca. (Del lat. scholastĭcus). adj. Perteneciente o relativa a las
escuelas medievales o a quienes estudiaban en ellas. || 2. Perteneciente o
relativo al escolasticismo. Apl. a pers., u. t. c. s. || 3. Dicho de una
persona: Que enseña el escolasticismo. U. t. c. s. || 4. Que lo profesa. U. t.
c. s. || 5. f. escolasticismo. ORTOGR. Escr. con may. inicial . □ V. latín ~,
teología ~. Microsoft® Encarta® 2009.
-
Apuntes Pastorales Volumen VIII-NÚMERO 6 Julio 1991.
Moody Press, 1989 Usado con permiso.
- Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 06//05//2000.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario