Parte II:
El Constructor Del Sermón:
Por: Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Con esto en mente, el predicador debería
seguir un plan general para su exposición semanal. Esto es medianamente fácil
en una predicación versículo por versículo predicando puesto que el predicador
simplemente comienza en el texto que sigue de donde lo dejó.
Para una predicación tópica, un buen plan requiere previsión
y estrategia de oración.
Siguiendo un plan, el predicador puede comenzar a prepararse
para dar:
· unas semanas de
mensaje, y
· aun meses, de antemano.
Considerando cual modelo este utilizando
el predicador para un sermón dado (si el de versículo por versículo o el de
tópico), el predicador puede apartar el tiempo necesario (el de tópico
usualmente requiere más tiempo porque están involucrados más pasajes) y puede
determinar los pasos correctos a seguir.
Hay beneficios significativos para predicar a través de un libro
de la Biblia de principio a fin (en un estilo versículo por versículo). Lo
siguiente, es adaptado de Carey Hardy, enlista esas ventajas:
v Protege versículo/párrafos/capítulo en su contexto
correcto.
Esto
asegura una mayor exactitud en el manejo de la Escritura. Es también mejor
para la congregación, puesto que aprenderán los temas de la Biblia
organizadamente, a distinción de un acercamiento de tópico que presenta la
verdad en una forma potencialmente confusa y mixta. El progreso en aprender es
más fácil de rastrear.
v Usted cubre todos los asuntos eventualmente.
De hecho, al predicar sobre libros de la
Biblia usted terminará tocando un mayor número de temas que fácilmente vendrán
a la mente de otra manera. La serie predicaciones grandemente auxilia su
alcance objetivo.
v Le permite ocuparse de las necesidades sin
distinguir a cualquier individuo.
Puesto que usted se ocupa de temas tal y
como aparecen en el texto, los temas sensibles serán tratados sin la apariencia
de señalar a personas o a problemas de la iglesia.
v Estudiar la siguiente sección del texto ahorra
tiempo contra el investigar un tema completamente nuevo cada semana.
Cada sermón nuevo no requerirá una
investigación completamente nueva sobre el trasfondo, contexto, etc., de un
texto….o una investigación nueva de
la nada en otro tema.
v Le evita el “agotamiento”.
Usted no tendrá que experimentar la
tarea atormentadora y consumidora del tiempo para decidir qué tema a tratar
cada domingo – usted obviamente predicará en la siguiente sección del texto.
Etapa
1.
Paso
4: Considere las Personas – ¿Quién es mi
audiencia?
Resumen: Mientras que el
mensaje nunca debería ser determinado por la audiencia, sino más bien por las
Escrituras, el predicador ha de ser sabio para considerar en oración a su
audiencia antes de predicar. Haciendo esto, él se recordará a sí mismo que las
almas de individuos reales están en peligro, y que el proceso de construcción
del sermón es importante – porque eternamente afectará las vidas de las
personas.
El Buen Pastor no sólo conoce la verdad
de la Palabra de Dios, sino también las necesidades de las ovejas. Por
consiguiente, al diligentemente estudiar, el predicador en oración debe
recordar a la audiencia hacia quien él predicará. La construcción del sermón no
debe ser un ejercicio meramente académico o esotérico. Más bien, consiste de
exponer a las personas la Palabra de Dios. Con esto en mente, Walter Liefield
escribe, “es
la preocupación personal que distingue al buen pastor del simple ministro”.
David Larson nota: “El predicador debe preocuparse hacer un puente entre los
mundos de la verdad de la Palabra de Dios y las realidades de las vidas de las
personas.
Y Juan Calvino está de acuerdo:
¿Qué ventaja habrá si nos quedáramos aquí a la mitad del
día y considerando exponer la mitad de libro sin considerarlo usted para su
provecho y edificación?… Debemos tomar en consideración a aquellas personas a
quienes la enseñanza es dirigida… Por esta razón cuidemos bien a quienes
tenemos en este cargo de enseñar, cuando hablen a las personas, deben decidir
cuál enseñanza será buena y provechosa a fin de que puedan diseminarla
fielmente y con discreción para el provecho de cada uno individualmente.
Steven Lawson agrega:
Con el fin de escoger el
texto correcto para predicar, el exponente debe saber las necesidades
espirituales, la condición, y la madurez de aquellos a quienes él predica.
Antes de que haga exégesis del texto, él debe primero hacer exégesis de sus
oyentes. Él debe comprender el contexto de sus vidas si él ha de dar en el
blanco con sus palabras.
Prácticamente, esto incluye el orar por
la audiencia pretendida desde el principio – para que sus mentes puedan
comprender y sus corazones puedan estar en condición de recibir. También
conlleva pensar detenidamente en la forma más efectiva para presentarle el
mensaje a una audiencia dada. En otras palabras, sin comprometer el mensaje o
diluir la verdad, el predicador trata eficazmente e interesantemente comunicar
la verdad absoluta a los oyentes.
En
resumen, John MacArthur dice esto:
Pienso que las personas
estarán aburridas si usted es aburrido. No tiene relación con cuánto tiempo
usted pase en un libro. Con tal de que usted este mencionando cosas que
capturen su interés y desafíen sus vidas, no les importará en qué libro usted
este predicando y por cuánto tiempo.
Etapa
1.
Paso 5: Considere el Potencial
– ¿Cuáles son los resultados pretendidos de mi mensaje?
El predicador ha de ser sabio en
considerar el poder del mensaje que él predica – a saber la habilidad del
Espíritu Santo para cambiar las vidas a través de la Palabra de Dios. La meta
del exponente nunca debería ser proclamarse o buscar su propia gloria.
Tales fines serviles y orgullosos no
garantizan nada – excepto que Dios no estará contento. Sin embargo, cuando el
predicador fielmente y humildemente entrega el mensaje de Dios, el potencial es
infinito y eterno.
La meta del exponente siempre debería ser
exaltar al Señor (1 Cor. 10:31), explicando claramente el texto (Esd. 7:10) y
exhortando a las personas a obedecer (Tito 2:15). Ciertamente, éste es un trabajo
duro – como Calvino dijo: “es impertinente y casi blasfemo presentar el
significado de la Escritura sin el cuidado debido, como si fuera algún juego
que estemos jugando”. Aún, el trabajo arduo no lo es sin resultados.
Después de todo, es el poder del Espíritu a través de la Palabra que cambia las
vidas de las personas.
Con esto en mente, Mark Steege dice esto:
A través de nuestra predicación el Señor trata de cambiar
las vidas de los hombres. Debemos ser evangelistas, para alertar a hombres
sobre su llamado supremo en Cristo. Debemos ser heraldos, proclamando los
mensajes de Dios para los hombres. Debemos ser embajadores, llamando a los
hombres a ser reconciliados con Dios. Debemos ser pastores, alimentando y
cuidando de hombres día a día. Debemos ser mayordomos de los misterios de Dios,
dándoles a los hombres la Palabra correcta para toda necesidad. Debemos ser testigos,
contándoles a los hombres sobre todo lo que Dios ha hecho para ellos. Debemos
ser supervisores, hombres que insten a vivir sus vidas para Dios. Debemos ser
ministros, preparando a hombres para ministrar con nosotros hacia los demás. Al
reflexionar sobre cada una de estas fases de nuestro trabajo, ¡cuánto énfasis
cada uno le da a la importancia del predicar! ¡Qué gran tarea el Señor nos ha
dado!
Prácticamente hablando, el predicador
trata de enfatizar la verdad de la Escritura restándole importancia a sus
propias opiniones porque él se da cuenta de que sólo la Palabra de Dios
verdaderamente puede cambiar los corazones de su audiencia. Además, el
predicador tiene la intención de ser una vasija pura que el Señor puede usar, a
fin de maximizar la efectividad del mensaje.
Cuando los predicadores se desaniman por
la respuesta o se desalientan por la tarea, harían bien en recordar el impacto
potencial de la Palabra de Dios que puede tener en las vidas de las personas
cuando se proclama fielmente.
Etapa
1.
Paso
6:
Considere el Pasaje
– ¿Cuál texto voy a predicar?
Antes de comenzar a construir el sermón,
el predicador debe determinar que expondrá. Al predicar versículo por
versículo, el expositor simplemente se traslada a la siguiente sección del
libro a través del cual él predica.
Al predicar tópicamente, el expositor
debe decidir cuál texto o textos proveen la mejor base para examinar el tema a
la mano.
En lo que se refiere a determinar qué predicar después, la
exposición versículo por versículo tiene una ventaja bien definida – el
predicador simplemente comienza donde él lo dejó. Pero ¿cómo sabe un expositor
cual libro escoger? Aquí hay varias sugerencias prácticas (adaptado de Carey
Hardy):
1. Escoja un
libro sabiamente.
Los predicadores no deberían comenzar con los libros más difíciles de predicar
(como Ezequiel o Apocalipsis). Es normalmente mejor comenzar con un libro
práctico (como Santiago) o un libro pequeño (como Filipenses).
Los expositores
deberían escoger un libro en el que estén personalmente interesados y
emocionados; uno en el que crean que se ocupe de las necesidades de su rebaño.
En todos estos, continuamente deberían orar por la dirección de Dios.
2. Estudie el
trasfondo del libro. El
expositor debería empezar por leer un comentario breve y general que le
proveerá de la información de trasfondo necesaria del libro:
§ Obras tales como
Nuevo Manual Bíblico Unger,
§ El Comentario
del Conocimiento Bíblico (Walvoord y Zuck, eds.),
§ El Expositor
Bíblico (Carl Henry),
§ Reseña Crítica
de Una Introducción al Antiguo Testamento (Gleason Archer) Introducción al
Nuevo Testamento (Donald Guthrie),
§ La Biblia de
Estudio MacArthur, y
§ Referencia
Rápida de MacArthur, etc., ayudará el predicador rápidamente a familiarizarse con
el autor del libro, los destinatarios, el tema del libro o el propósito, la
fecha de su escritura, y otro material de trasfondo importante.
3. Lea todo el
libro repetidamente. El
predicador no puede adecuadamente empezar su exposición de un libro de la
Biblia hasta que él primero haya leído el libro (aun varias veces) y haga
observaciones generales del mismo.
El predicador
necesita estar familiarizado con el flujo general del libro y los temas
diversos de los que se ocupa.
Saltarse este
paso puede conducir a contradicciones más tarde en la exposición.
El exponente
debería asegurarse de que su interpretación de los temas recurrentes sea
consistente.
Leyendo todo el libro y
familiarizándose con él, permiten al predicador cumplir con el principio
hermenéutico más importante: El contexto.
Al leer el libro, el predicador se asegura de que él relacionará cada pasaje
con el contexto global del libro.
4. Decídase por
las unidades de enseñanza. Los expositores deberían planificar a detalle su
predicación según las unidades de enseñanza dadas en el libro escogido. En la
mayoría de los casos, esta unidad es un párrafo (o incluso un capítulo entero).
Sin embargo
puede haber algún debate sobre las pausas del párrafo en algunos casos, el
predicador puede encontrar las divisiones más generalmente aceptadas en el
Nuevo Testamento Griego de la Sociedad Bíblica de la Biblia.
Las traducciones
inglesas como la NASB pueden notar estas pausas de párrafo por muchos
versículos.
Por supuesto, el predicador aún no
desarrolla su bosquejo del sermón en este punto durante el proceso. Esto no se
puede lograr hasta que él haya estudiado el pasaje en más detalle.
Los expositores deben cuidarse de no
construir bosquejos y luego imponerlos a la fuerza en el pasaje. El bosquejo
real debe ser el resultado de un estudio exegético del pasaje.
No obstante, desde el principio, el
predicador debería tener una buena idea de lo que son las unidades de
enseñanza. Carey Hardy dice esto:
Sus decisiones al respecto incluso pueden ser influenciadas
por su estudio adicional. Usted también puede encontrar a través de un estudio
adicional que no es necesario hacer al párrafo entero (o al capítulo) la unidad
de enseñanza. En otras palabras, puede haber algunos párrafos que son tan
largos, o que abarcan tantos temas, que las unidades completas más pequeñas de
enseñanza realmente existen en el párrafo, los cuales por consiguiente pueden
tener sus bosquejos completos.
Steven Lawson sugiere seis formas diferentes
para identificar una unidad nueva de enseñanza:
1. Una Unidad de
Tema (o sea el amor en 1 de Cor. 13 o la sabiduría en 1 Cor. 2).
2.
Pregunta
Retórica, Rom. 6:1.
3. La forma
vocativo de Dirección (Col. 3:18-4:1).
4. Los cambios
repentinos, es decir, cambio en el estado de ánimo, tiempo, posición, tema,
hablante.
5. Conjunción
evidente, es decir, una conjunción, preposición, o un pronombre relativo.
6. Repetición y
Desarrollo, lo que estaba al final del párrafo precedente.
5. Escoja
comentarios y otros recursos. Después de leer de todo el libro y hacer las
observaciones anteriormente citadas y decisiones, el expositor entonces debería
considerar qué han dicho los demás acerca del mismo pasaje. Esto ayuda a
mantener el proceso exegético tan objetivo como sea posible. Los comentarios
proveen un recurso sustancioso de información que Dios ha enseñado otros
estudiantes de la Biblia que han trabajado en el texto antes de usted. ¡Úselos!
Con esto en mente, Carey Hardy
sugiere:
No es raro para un
expositor consultar de 5 a 10 comentarios. Específicamente, consulte un balance
de respetados comentarios exegéticos, expositivos, y quizás incluso
devocionales. Las obras exegéticas son comentarios críticos que le ayudan a
investigar sobre los aspectos técnicos del lenguaje (los asuntos léxicos y
sintácticos).
Los comentarios Expositivos, además de dar alguna
información exegética*),
le ayudan a observar el texto desde un punto de vista homilético**).
Los comentarios devocionales pueden ofrecer algunos
pensamientos que le den aplicaciones de la verdad encontradas al pasaje. La
mayoría de los verdaderos expositores escogen lo que la mayoría de los
comentarios utilizan lo que es normalmente exegético
en naturaleza para garantizar que están manejando el texto correctamente (2
Tim. 2:15).
También pueden recurrir a uno o dos comentarios
expositivos que le ayudarán a estimular observaciones acerca del “flujo”
homilético del pasaje. Un buen recurso para su elección inicial de comentarios
a utilizar es Comentarios
para Expositores Bíblicos, por el Dr. Jim Rosscup (profesor del
Seminario El Maestro).
Este libro relaciona comentarios de cada
una de las tres categorías principales mencionadas arriba. Usted encontrará una
lista resumida en el comienzo del libro, con comentarios más detallados acerca
de los comentarios al final.
Los comentarios sirven de puntos de
investigación para su propia interpretación. Si su interpretación es
notablemente diferente a los grandes hombres de Dios que le han precedido,
entonces es sabio reconsiderar sus conclusiones.
Aunque su comprensión ciertamente
diferirá a veces de un comentario particular que usted esté usando, sea
cuidadoso en cuanto a una interpretación personal que esté diametralmente
opuesta a la mayor parte de los eruditos respetados. Esto debería ser un
catalizador para fomentar un estudio adicional.
Simplemente
recuerde: No hay nada nuevo bajo el sol. Este dicho tiene
aplicación para el estudio de la Biblia. Es sabio considerar pensamientos
profundos útiles sobre su pasaje de una colección variada de fuentes. De hecho,
no caiga en la rutina de leer solo obras de su autor favorito.
Ningún individuo tiene todo el
entendimiento profundo sobre la Escritura, y aun el mejor de los maestros de la
Biblia puede estar mal en su interpretación. Así es que no tema leer aquellos
autores que toman posturas opuestas a su interpretación.
Esto puede estimular sus procesos de
pensamiento y así puede proveer un entendimiento profundo útil que usted
previamente no pudo haber considerado. Esto es prudente aun si el resultado
final es que sus propias convicciones han sido confirmadas.
___________
*)
Exegético, ca. (Del gr. ἐξηγητικός). adj. Perteneciente o relativo a la
exegesis. || 2. Der. Se dice del método
interpretativo de las leyes que se apoya en el sentido de las palabras de
estas. Microsoft® Encarta® 2009.
**)
Homilética (del gr. homiletikos, reunión, y homileos= conversar) es una
rama de la teología pastoral, la cual se encarga del estudio del sermón o
discurso religioso. Trata de manera principal sobre la composición, reglas de
elaboración, contenidos, estilos, y correcta predicación del sermón. Nos enseña
cómo presentar, con elegancia y estilo, un discurso religioso. Puede decirse,
por lo tanto, que la homilética es el arte y la ciencia de predicar. Además del
sermón, la homilética incluye otros tipos de discursos religiosos, que por lo
general son formas de exposiciones más complejas y elaboradas, para compartir
los diferentes contenidos de la fe. Wikipedia®.
Una vez que el pasaje ha sido escogido,
el expositor está listo para empezar el proceso de estudio a fondo de la Biblia
y la interpretación (exégesis). Teniendo preparado su corazón y mente para la tarea,
se traslada de la etapa de preparación hacia la etapa de precisión.
Anécdota: EL MUNDO NECESITA MENSAJES DE DIOS:
"El mundo no necesita sermones; necesita un mensaje. Puedes
ir a un seminario y aprender cómo predicar sermones, pero tienes que ir a Dios
para conseguir un mensaje". Oswald J. Smith.
Lección 2:
La Precisión:
Después de
prepararse a sí mismo para el proceso, el predicador está listo para comenzar a
investigar e interpretar el texto. Con esto en mente, William Barrick
identifica un proceso de siete pasos para un método exegético correcto:
1. Traduzca el texto.
2. Observe el pasaje cuidadosamente.
3. Identifique la gramática y la sintaxis.
4. Examine el contexto.
5. Solucione los problemas
interpretativos.
6. Consulte comentarios confiables.
7. Evalúe sus conclusiones.
Usando estos principios como un
fundamento, el Constructor de Sermón los ha reorganizado en las siguientes tres
categorías:
1. Examen – ¿Qué es lo que dice el texto?
2. Explicación – ¿Qué significa el texto?
3. Exhortación – ¿Cómo se aplica el texto el día
de hoy?
En todo esto, el predicador debe darse
cuenta de la importancia del proceso interpretativo/exegético. El fracaso a
estas alturas garantiza que el sermón mismo fracasará – porque la Palabra de
Dios habrá sido tergiversada. De este modo, la etapa de precisión probablemente
abarcará más tiempo que cualquier otra parte del proceso de construcción del
sermón.
Con esto en mente, Andrew Bonar dice
esto acerca de Robert Murray McCheyne:
Fue su deseo llegar más cerca al modo primitivo de exponer
la Escritura en sus sermones. Por lo tanto cuando uno le pregunta si él estaba
alguna vez había temido quedarse corto de sermones algún día, él contestó – “No; soy
simplemente un intérprete de la Escritura en mis sermones; y cuando la Biblia
deje de fluir, entonces lo haré”.
Y en el mismo espíritu él cuidadosamente
evitó el modo demasiado común de acomodar textos – sujetando una doctrina en
las palabras, no provocándolo de la conexión obvia del pasaje.
Él se esforzó en predicar la mente del
Espíritu en un pasaje; porque temía que actuar de otra manera sería entristecer
al Espíritu que lo había escrito. La interpretación era un asunto solemne para
él.
Y todavía, apegándose escrupulosamente a
este seguro principio, él no se sintió de ningún modo refrenado de usar, para
las necesidades de todos los días, todas las partes del Antiguo Testamento
tanto como del Nuevo. Su manera de hacerlo fue primero averiguar la aplicación
y el sentido principal, y así también proceder a manejarla para el uso
presente.
Paso 7: Examen – ¿Qué es lo que
dice el texto? (Parte 1).
El contexto.
Resumen:
Con
un pasaje escogido, el expositor debe establecer el contexto del texto. Al
hacerlo le permite interpretar el pasaje de tal manera que lo deja consistente
con el flujo del argumento inmediato, las proposiciones generales del escritor,
y la enseñanza global de la Escritura. Dicho de otra manera, el texto sin su
contexto es un pretexto.
Hay dos tipos principales de contexto
que el exégeta*) debe examinar si él ha de comprender correctamente
el texto.
1.
El Contexto Lógico.
Éste es el contexto del pasaje dentro
del texto – su colocación dentro del flujo lógico de un pasaje, un libro, y aun
la Biblia entera. Hay varios círculos de contexto bíblico/lógico:
a. El Contexto
Inmediato: Un
expositor cuidadosamente debe examinar los pasajes que inmediatamente preceden
y siguen al texto bajo investigación. Hacerlo permite al predicador comprender
cómo el texto encaja dentro del flujo de pensamiento del autor. De este modo,
él querrá contestar preguntas como: “¿cómo se relaciona este pasaje con el que
fluye/precede inmediatamente?” O “¿cómo explica aún más este texto o detalla
el argumento o el propósito del escritor como es desarrollado en los capítulos
y versículos circundantes?”.
b. El Contexto
Intermedio: El
expositor también debe decidir cómo el pasaje dado encaja dentro de todo el
libro. ¿Cuál es el mensaje principal del libro? ¿Cuáles son sus temas
principales? ¿Cómo desarrollan los versículos bajo investigación más allá del
propósito o temas del escritor? Estas preguntas ayudan a permitirle al
expositor discernir el significado pretendido del autor en una sección dada.
c. El Contexto
Remoto: Finalmente,
el predicador debe determinar
Cómo esta sección (y aun este libro como
un todo) se relaciona con los otros libros del mismo autor, todo el Testamento
en donde ocurre, y aun toda la revelación progresiva. Ciertamente, la Biblia no
se puede contradecir a sí misma. Entonces, ¿por qué reveló Dios esta sección de
la Escritura cuando la hizo? ¿Cómo nos ayudan otros pasajes (de otros libros de
la Biblia) a comprender el significado pretendido del autor en este pasaje?
2. El Contexto Histórico.
Es también importante para el exégeta
comprender el trasfondo histórico, geográfico, y cultural en el cual un libro
fue escrito.
___________
*) exegeta o
exégeta. (Del gr. ἐξηγητής). com. Persona que interpreta o expone un texto.
Microsoft® Encarta® 2009.
¿Cuándo escribió Santiago su epístola
para los judíos dispersos en el extranjero?
¿Qué estaban afrontando sus lectores en
aquel entonces?
Respondiendo preguntas como estas, el
predicador podrá determinar mejor el significado pretendido del autor.
A este respecto, Walter Kaiser indica: “El sentido
histórico es aquel sentido que es demandado por una consideración cuidadosa del
tiempo y las circunstancias en las cuales el autor escribió Es el significado
específico que las palabras de un autor requieren cuando el trasfondo y el
contexto histórico es tomado en consideración”.
Barrick da el siguiente ejemplo de
preguntas a realizar utilizando a Filipenses 3:7-11:
· ¿Cómo guarda
relación este pasaje con los contextos inmediatamente precedentes y siguientes?
· ¿Cómo guarda
relación este pasaje con su sección principal relacionada dentro de Filipenses?
· ¿Cómo se
relaciona este pasaje con toda la epístola a los Filipenses?
· ¿Cómo guarda
relación este pasaje con el texto Paulino?
· ¿Cómo guarda
relación este pasaje con todo el Nuevo Testamento?
· ¿Tiene este
pasaje algunas citas o alusiones al Antiguo Testamento?
· ¿Cuándo escribió
Pablo esta epístola? ¿En qué período de tiempo dentro de su vida y ministerio?
· ¿Tiene alguna
relación el contexto geográfico, histórico, o cultural de Filipos en este
pasaje?
· La mención
previa de elementos judíos en el trasfondo de Pablo ¿afecta el vocabulario o
los conceptos en este pasaje?
Estableciendo el trasfondo, el expositor
ahora está en condición de investigar los elementos específicos del pasaje.
Pasando por alto el contexto, sin embargo, puede dar como resultado una lectura
errónea y peligrosa del texto.
No es de extrañarse, entonces, que John
MacArthur diga:
“el Contexto es el principio hermenéutico más importante. Leyendo y
familiarizándose con el libro entero, el expositor puede relacionar cada pasaje
con el contexto global del libro”.
Paso
8: Examen – ¿Qué es lo que dice el texto?
(Parte 2).
Traducción, Observación, e Identificación.
Resumen:
Habiendo
investigado el contexto histórico y bíblico, el exegeta profundiza en los
detalles del pasaje que está siendo estudiado. El propósito de estos detalles
no es simplemente para adquirir información, sino más bien para averiguar el
significado correcto del todo examinando las partes. Este examen incluye el
traducir el texto, haciendo observaciones acerca del texto, e identificando
elementos gramaticales y sintácticos cruciales dentro del texto.
Véase---------> Parte III.
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