domingo, 26 de julio de 2020

CRECIMIENTO, Y CRISTO EXALTADO: COLOSENSES 1:


CRECIMIENTO, Y CRISTO EXALTADO:
COLOSENSES 1:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Mucha gente en el día de hoy, como los falsos maestros en Colosas, le da a Jesucristo un lugar de eminencia, pero no le dan su lugar correcto de preeminencia. Él no es «un gran hombre entre los grandes»; es el Hijo de Dios, ¡Él tiene la preeminencia en todas las cosas! En este primer capítulo el apóstol declara la preeminencia de Cristo en varias áreas de la vida.

I.       Preeminencia En El Mensaje Del Evangelio (Col.1:1–12):
Los falsos maestros tenían un mensaje, pero su mensaje no tenía ningún poder. Enseñaban acerca de los ángeles, «emanaciones» de Dios, reglas legalistas y disciplina corporal, pero su mensaje no tenía ningún poder para transformar vidas. En estos versículos Pablo repasa el efecto que el evangelio de Cristo tuvo en los colosenses. Él no había visitado personalmente a esta iglesia, pero había oído de Epafras las buenas nuevas de su salvación (vv. 4, 7).

A.      Cómo Se Salvaron.
Al parecer, Epafras oyó el evangelio de Cristo por boca de Pablo en Éfeso y llevó consigo este mensaje que cambia la vida al regresar a Colosas (v. 7). El testimonio debe empezar en casa (Mr. 5:19). Epafras les dio «la palabra verdadera del evangelio» (v. 5), en contraste con las mentiras de los falsos maestros. La fe viene por el oír; estas personas oyeron el evangelio, creyeron y se salvaron.

B.      Las Evidencias De Su Salvación.
Estos creyentes demostraron fe, esperanza y amor (vv. 4–5, 8). Solamente Jesucristo puede dar fe, cambiar un corazón egoísta en uno de amor y dar una bendita esperanza para el futuro. La Palabra dio fruto en sus vidas (v. 6); fruto es la evidencia de la verdadera salvación (Mt.13:23).

C.     Pablo Ora Por El Crecimiento (vv. 9–12).
Puesto que la salvación es una experiencia personal con Jesucristo y no la sencilla aceptación de un conjunto de doctrinas, un creyente puede experimentar crecimiento y desarrollo diario. Los herejes enseñaban una «plenitud» mística que sus seguidores al parecer podrían obtener; pero aquí Pablo afirma que cada creyente en Cristo puede ser lleno. Hemos sido hechos «completos en Él» (2:9, 10); ahora ora para que puedan disfrutar esta plenitud en sus vidas diarias. Note: las peticiones que hace:
(1) Que puedan conocer la voluntad de Dios;
(2) Que anden de tal manera que agrade a Dios;
(3) Que se esfuercen por llevar fruto;
(4) Que comprendan mejor la Palabra; y
(5) Que conozcan el glorioso poder de Dios.
Estas son cosas que los herejes les prometían falsamente a sus seguidores, pero estas bendiciones pueden hallarse sólo en Cristo. ¡Él es preeminente!

II.      Preeminencia En La Cruz (Col.1:13, 14):
Es su cruz la que hace que Jesucristo sobresalga, de los hombros arriba, más que cualquier otra persona en la historia. Los líderes religiosos han muerto, pero únicamente Cristo, el Hijo de Dios, murió en la cruz por los pecados del mundo.
El cuadro que se presenta en estos versículos es el de un gran general que libera de la esclavitud a una nación y lleva al pueblo a una nueva tierra de bendición. ¿Qué ángel alguna vez murió para redimir a los pecadores (ponerlos en libertad)? ¿Qué reglas religiosas alguna vez dieron perdón? Es la cruz lo que coloca a Jesucristo por sobre todas las cosas.

III.    Preeminencia En La Creación (Col.1:15–17):
Los maestros gnósticos aducían que Dios hizo los mundos mediante una serie de «emanaciones» de sí mismo y que Cristo era una de esas emanaciones. Pablo afirma que Cristo no es ninguna emanación de Dios, sino ¡Dios mismo! «Imagen» aquí significa «reproducción exacta».
Cristo no sólo es una de las criaturas de Dios, sino lo más alto (primogénito) de toda la creación. ¡El término «primogénito» aquí no se refiere a tiempo (como si Cristo fuera lo que Dios creó en primer lugar), sino a posición!
Todas las cosas fueron creadas por Él (véase Jn. 1) y para Él: Él mantiene unidas todas las cosassubsisten» significa «mantener unidas»).

IV.    Preeminencia En La Iglesia (Col.1:18–23):
La Iglesia es su cuerpo y Él es la Cabeza. La Iglesia es la nueva creación y Él es «el principio», o sea, el que da origen a la nueva creación. Su resurrección le da el título al trono de la preeminencia, porque es el «primogénito» de entre los muertos, es decir, el primero que resucitó de entre los muertos para nunca morir otra vez. Note la repetición de la palabra «todo» en este capítulo, mostrando el reinado universal de Jesucristo sobre todo lo que existe.
Los detalles del significado de «el cuerpo» se dan en Efesios 2:11ss; este pasaje describe cómo Cristo hizo la paz entre los judíos y gentiles, y reconcilió a ambos en un solo cuerpo, la Iglesia. Pero su cruz no sólo reconcilió a judíos y gentiles; también hizo posible la reconciliación de «todas las cosas», ¡el universo entero!
Pablo aplica esto a los creyentes personalmente (vv. 21–23), recordándoles que Cristo ha cambiado por completo sus vidas y les ha reconciliado con Dios. Los falsos maestros pueden pregonar enmarañadas doctrinas acerca de los ángeles y de las «emanaciones», pero Cristo todavía tiene la preeminencia como la Cabeza de la Iglesia. Él es «el primogénito» de la creación (v. 15) y de los muertos (v. 18), lo que indica su prioridad y soberanía.

V.     Preeminencia En El Ministerio De Pablo (Col.1:24–29):
¡Qué necio hubiera sido que Pablo sufriera por un Cristo que era sólo una «emanación»! ¡Por qué arriesgarse a la muerte para decirle a la gente que Jesús no es preeminente! Las primeras palabras de Pablo cuando vio al Salvador glorificado fueron: «¿Quién eres, Señor?». El señorío de Cristo, su preeminencia sobre todas las cosas, era el latido de la vida y ministerio de Pablo. Él veía sus sufrimientos personales como sufrimiento por amor a Cristo.
En el versículo 24 Pablo no dice que habían sufrido como Cristo sufrió, ni que sus sufrimientos eran parte del sufrimiento de Cristo en la cruz. Más bien lo que expresa es que así como Cristo sufrió por otros, también él sufría por otros, y su sufrimiento era por amor al cuerpo, la Iglesia.
La palabra que se usa para «sufrimiento» aquí no es la misma que se usa para los sufrimientos de Cristo en la cruz. Habla más bien de sus sufrimientos durante su ministerio terrenal, sufrimientos que el pueblo de Dios experimenta al procurar vivir por Cristo en un mundo hostil.
Luego Pablo describe «el misterio»: esa verdad acerca de Cristo y de la Iglesia que había estado escondida en tiempos pasados, pero que ahora se revelaba (véase Ef. 3). En realidad, Pablo habla de un misterio triple:
(1) El misterio de la Iglesia, vv. 24–26;
(2) El de cómo Cristo mora en el creyente (v. 27), y
(3) El de la Persona de Cristo, la plenitud de Dios, 2:2–3.

Pablo tenía un ministerio equilibrado: predicaba, enseñaba y advertía; procuraba llevar la verdad a todos, no solamente a unos pocos; y su meta era presentar a cada creyente maduro (perfecto) en Cristo. La perfección cristiana no es una ausencia absoluta del pecado, sino madurez, crecer en Cristo en todas las cosas (Ef. 4:15).
El tema total de Colosenses es: «¡Cristo es todo lo que necesitan!». Somos hechos completos en Él, y esto es todo lo que se necesita. ¡Qué trágico cuando los cristianos sustituyen reglas, disciplinas y rituales de cosecha humana por la plenitud que tenemos en Cristo!
Pero Pablo no desempeña su ministerio por su propio poder; Dios obraba en él y entonces trabajaba para Dios. Véanse Filipenses 1:12, 13 y Efesios 3:20, 21.

Clase Para El Miércoles:

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.



EL REINO DIVIDIDO: 1 REYES 12–16:


EL REINO DIVIDIDO:
1 REYES 12–16:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Estos capítulos registran «el principio del fin». Con la muerte de Salomón la gloria de la nación empieza a desvanecerse. En 1 Reyes se abarca aproximadamente ciento veinticinco años de historia, cuarenta del reinado de Salomón y casi ochenta y cinco del reino dividido de Israel y Judá.
Sólo cinco reyes reinaron en Judá durante ese período, mientras que ocho reinaron en Israel y todos eran malos e impíos. Segundo de Reyes toma entonces el relato del cautiverio asirio de Israel (las tribus del norte) y del cautiverio babilónico de Judá (las tribus del sur).

I.       La División Del Reino (1 R. 12:1–14–20).

A.      Necedad de Roboam (12:1–15).
El vasto programa de Salomón de construcción y expansión le trajo fama y gloria a la nación, pero los impuestos pesaban sobre el pueblo, el cual esperaba algún alivio de la carga. En sus últimos años los valores de Salomón cambiaron y estaba más interesado en la riqueza material que en la bendición espiritual (véase Ecle. 1:12–2:26).
Si su hijo Roboam hubiera escuchado a la sabiduría de los líderes ancianos, se hubiera ganado el corazón del pueblo; pero no estaba dispuesto a ser siervo del pueblo. Oyó a los jóvenes que carecían de experiencia y, por consiguiente, tomó una decisión necia. El camino para ser un gobernante es ser siervo (Mr. 10:42–45).

B.      Rebelión De Jeroboam (12:16–13:34).
Dios ya había escogido a Jeroboam para que fuera el rey de las diez tribus (11:26–40) debido a los pecados de Salomón (11:9–13). El pecado es un gran divisor y destructor. Sólo Judá y Benjamín quedaron para Roboam, y Dios hizo esto por amor a David. Es triste, pero Jeroboam fracasó y no vivió de acuerdo a sus oportunidades, porque guió a las diez tribus a la idolatría.
Temía que el pueblo de su reino fuera a Jerusalén para las fiestas anuales y allí se rebelaran contra él, de modo que creyó «conveniente» que adoraran en su territorio. Repitió el pecado de Aarón (Éx. 32:1–6) e hizo becerros de oro, poniendo uno en Dan y el otro en Bet-el.
También consagró lugares de adoración y organizó su propio sacerdocio:
·      Fue una religión hecha por el hombre y para la conveniencia del pueblo;
·      Por consiguiente, no tenía ni el poder ni la bendición de Dios.
·    Por supuesto, Dios no podía permitir que tal apostasía continuara, así que le envió al rey un mensaje de advertencia y juicio (cap. 13).

Nótese: que el rey estaba quemando incienso en el altar, actuando como sacerdote. El misterioso varón de Dios anunció el nacimiento del futuro rey Josías (13:2; véase 2 R. 23:15–18) y también advirtió que la religión humana que el rey creó sería juzgada y destruida. Cuando Jeroboam trató de arrestar al profeta, la mano que el rey tenía extendida se le secó y el altar se quebró, exactamente como el profeta predijo.
El rey suplicó ser sanado y el hombre oró por él. El rey entonces trató de tenderle una trampa al profeta invitándole al palacio, pero el varón de Dios rehusó caer en el truco. Es desafortunado que el varón de Dios diera oídos a las mentiras del colega profeta y perdió su vida. Si hay alguna lección que aprender de 13:11–34 es esta: no permita que otras personas determinen la voluntad de Dios en su vida. Obedezca lo que la Palabra de Dios le dice, cueste lo que cueste.

C.     El Juicio De Dios (14:1–20).
Abías era un joven cuando se enfermó mortalmente (su padre reinó veintidós años) y, por supuesto, al rey le preocupaba que no hubiera hijo que le sucediera en el trono. Jeroboam no podía acudir a sus falsos dioses por ayuda; tuvo que hacerlo al profeta Ahías en busca de dirección. Este fue el profeta que le había dicho primero a Jeroboam que iba a ser el nuevo rey. El rey no se atrevió a ir él mismo; envió a su esposa disfrazada.
Pero el profeta ciego veía más con sus ojos espirituales que lo que Jeroboam veía con sus ojos físicos. Ahías expuso el disfraz y envió al perverso rey un mensaje de juicio.
El mensaje se hizo realidad:
·      La reina regresó a su casa, y
·      Cuando entró en ella, el hijo murió.
Es trágico que Jeroboam se haya alejado del Señor, porque podía haber guiado a las diez tribus a una maravillosa bendición y victoria. En lugar de eso, dejó un terrible ejemplo para que lo siguieran otros reyes.

II.     Declinación De Judá (14:21–15:24).

A.     Roboam (14:21–31).
Por diecisiete años el malvado hijo de Salomón guió al pueblo a terribles pecados. En lugar de andar en las leyes del Señor, tomó como modelo las perversas naciones que Israel había derrotado.
Dios le castigó trayendo a Egipto para que derrotara a la nación. El pueblo perdió sus valores espirituales:
Ø Los costosos escudos de oro se reemplazaron con escudos de bronce barato.
Ø Las cosas «parecían lo mismo», pero Dios sabía que no eran así.

B.      Abiam (15:1–8).
«De tal palo, tal astilla». Dios le permitió reinar sólo tres cortos años.
Nótese: que su madre era pariente de Absalón Abisalom» en v. 2). Declaró guerra a Jeroboam (léase 2 Cron. 13), y Dios le dio la victoria por amor a David. La victoria fue puramente militar; no hubo avivamiento espiritual en la nación.

C.     Asa (15:9–24).
Lea 2 Crónicas 14–16. Asa fue un rey bueno, un cambio bien recibido después de años de reyes malvados. Trató de quitar los pecados establecidos por Roboam (14:24). Bajo su liderazgo hay un breve período de reposo y avivamiento.
Incluso depuso a su madre debido a que adoraba ídolos (2 Cron. 15:16). Triste como suena, su reino no acabó tan bien como empezó, porque confió en los hombres para su protección y fracasó al no confiar en el Señor. Usó la riqueza del templo para contratar a Siria para que luchara por él; y esta alianza impía le costó mucho personalmente.

D.    Josafat (15:24).
Véanse también 22:41–50 y 2 Crónicas 17:1–21:3. El escritor aquí no da la historia de este rey bueno, el cual purgó la idolatría y procuró enseñar al pueblo la Palabra de Dios. Dios le dio muchas victorias, porque «de todo su corazón buscó a Jehová» (2 Cron. 22:9).

III.    Decadencia De Israel (1 R. 15:25–16:34):
Aquí se mencionan a seis reyes, empezando con Nadab y terminando con Acab, y todos fueron malos:
·      Nadab mantuvo la perversa idolatría de su padre;
·    Baasa lo asesinó durante una de las batallas contra los filisteos. Baasa reinó veinticuatro años y cumplió la profecía de 14:14–15 de que toda la descendencia de Jeroboam sería destruida. No obstante, Jehú el profeta vino con un mensaje para Baasa prediciendo la destrucción de la casa de Baasa.
·     Su hijo Ela reinó menos de dos años y lo mató Zimri, uno de sus capitanes, mientras el rey estaba ebrio.
·   Zimri guió a la nación sólo una semana (16:15), pero durante ese tiempo exterminó a la familia de Baasa y cumplió la profecía de Jehú (16:1–4).
·      El ejército se rebeló y nombró a Omri como el nuevo rey. Omri marchó contra Zimri, quien le prendió fuego al palacio y se suicidó pereciendo en el incendio. Omri reinó doce años (después de sofocar una pequeña revuelta del pueblo) y llevó al pueblo a mayores pecados.
·     Su hijo Acab se casó con Jezabel y esto trajo oficialmente la adoración de Baal al reino. Lo único de Omri que le da fama es el establecimiento de Samaria como la capital del reino del norte. A su muerte su hijo Acab subió al trono y bajo su liderazgo las tribus cayeron aún más en la idolatría y el pecado.
Usted notará que cuando la nación se hundía en la idolatría era que Dios llamaba a sus profetas a predicarle al pueblo. En el capítulo 13 ya hemos encontrado a un profeta anónimo, y más tarde encontraremos a Elías y Eliseo. Por supuesto, Jehú y Ahías deben mencionarse también. Cuando el pueblo de Dios peca, sólo la Palabra de Dios proclamada por los siervos de Dios es capaz de llamarlo a volverse y salvarlo.

«La justicia engrandece a la nación, más el pecado es afrenta de las naciones» (Prov. 14:34):
Ø Cuando reyes piadosos reinaban, Dios bendecía a su pueblo;
Ø Cuando hombres impíos reinaban, Dios enviaba juicio y derrota.
Qué trágico es ver a esta gran nación, llamada por el Señor, declinando ahora en las cosas espirituales y alejándose de la verdad.

Sí, a menudo tenían prosperidad material, pero esto no era señal de que Dios se complacía en sus obras. A decir verdad, la codicia de las cosas materiales con frecuencia alejó al pueblo más de Dios. La mejor manera de edificar una nación piadosa es tener ciudadanos piadosos en iglesias piadosas (1 Tim. 2:1–6).

Estudios para el Domingo.

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.




domingo, 19 de julio de 2020

FAMA Y CAÍDA DE SALOMÓN: 1 REYES 9–11:


FAMA Y CAÍDA DE SALOMÓN:
1 REYES 9–11:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Véase en 2 Crónicas 7–9 los pasajes paralelos. Estos capítulos abarcan la vida de Salomón después de finalizados los grandes programas de construcción. Muestran cómo el sabio y piadoso rey poco a poco declinó espiritualmente y acarreó la división del reino.

I.       Amonestación Divina (1 R. 9:1–9):
Dios le apareció a Salomón poco después de su ascenso al trono (3:5–15), es en este tiempo cuando el joven rey pide la sabiduría divina para desempeñar sus deberes. Dios también le envió un mensaje de estímulo al rey durante los difíciles años de la construcción del templo (6:11–13). Ahora que sus grandes proyectos finalizaron, Salomón recibió otro mensaje del Señor. Esta vez amonestándolo a obedecer la Palabra de Dios. A menudo enfrentamos nuestras más grandes tentaciones después de un período ministerial de éxito.
Dios reafirmó su pacto con David y le recordó a Salomón su responsabilidad de «guardar su corazón con toda diligencia» (Prov. 4:23) y andar en obediencia a la Palabra. Si Salomón obedecía la Palabra de Dios, su trono sería estable y Dios bendeciría a Israel. Pero si Salomón desobedecía y también sus hijos después de él, Dios tendría que retirar sus bendiciones y sacar a la gente de su buena tierra.
Entonces las grandes casas edificadas serían ruinas y dejadas detrás como monumentos a la incredulidad de Israel. No importa a qué parte de la Biblia acuda usted, el mismo principio es verdad: la obediencia conduce a la bendición; la desobediencia lleva al castigo. Es triste, pero veremos en este estudio que el rey Salomón no prestó atención a esta advertencia, sino que en lugar de eso se alejó poco a poco del Señor hasta que (casi al final de su vida) trató de matar a un hombre inocente (11:40).

II.     Alianzas Peligrosas (1 R. 9:10–10:13):

A.     Con Hiram (9:10–14).
Ya hemos visto que Salomón dependía de Hiram para la madera y los obreros hábiles para la construcción del templo (5:1–12). Es evidente que en años posteriores Salomón necesitaba más dinero, de modo que «tomó prestado» de Hiram, dándole veinte ciudades de Galilea como garantía. Esta es la «Galilea de los gentiles» de Mateo 4:15.
Cuando Hiram vio las ciudades, las consideró «despreciables» (que es el significado de «Cabul»). En 2 Crónicas 8:1–2 se nos dice que Hiram también le dio a Salomón algunas ciudades como parte de la transacción. En todo caso, tales alianzas con las naciones paganas estaban prohibidas por la ley y sólo llevaron a Salomón a profundizar más sus problemas. Véase 2 Corintios 6:14–7:1.

B.      Con Egipto (9:15–24).
El matrimonio de Salomón con una princesa egipcia fue estrictamente una táctica política, porque estaba importando caballos y otros lujos de Egipto (10:28–29). Para los judíos «regresar a Egipto» era contrario a la voluntad de Dios. «¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda clamó Isaías (31:1). Al casarse con una mujer pagana Salomón estaba dando un mal ejemplo a su nación e involucrando innecesariamente al pueblo en los asuntos de los paganos.

C.     Con Otras Naciones (9:25–10:13).
La armada de Salomón debía haber navegado hasta la India para conseguir los lujos que su reinado exigía. La visita de la reina de Sabá también fue más que una visita personal; involucraba establecer acuerdos comerciales y otras alianzas con su país.
Salomón y la reina intercambiaron regalos costosos, y ella se fue a su país completamente asombrada por su sabiduría y riqueza. Jesús lo mencionó en Mateo 12:42, usando su visita para dar una advertencia a los judíos de su día. Si la reina de Sabá invirtió todo ese esfuerzo para ir a oír la sabiduría de Salomón, ¡cuánto más grande juicio caerá sobre los judíos que tenían a «uno mayor que Salomón» en su mismo medio y sin embargo lo rechazaron!

Estos relatos muestran el peligro de: La Fama, y La Fortuna.

Nótese: que en 10:7 tenemos «sabiduría y prosperidad», pero en 10:23 es «riqueza y sabiduría»; las riquezas vienen primero. No hay duda de que Salomón gradualmente declinó en las cosas espirituales conforme lo material llegaba a ser más importante.

III.    Ambiciones destructivas (1 R. 10:12–49):
«Los que desean enriquecerse caen en tentación y en lazo», advierte 1 Timoteo 6:9; y esto fue cierto en la vida de Salomón. No estaba contento con la abundancia de las bendiciones que Dios le dio; tenía que enviar lejos por lujos aún mayores para satisfacer su corazón. No hay duda de que los últimos años de la vida de Salomón se revelan en Eclesiastés, un libro que manifiesta lo vano de vivir para los placeres materiales.
Tal vez tenga algún significado que Salomón recibía 666 talentos de oro al año (véase Ap. 13:18). Usaba sólo vasos de oro (v. 21), a diferencia del Señor que usa cualquier vaso santificado (2 Tim. 2:20–21). Sí, Salomón vivía en gloria y lujo, pero Jesús dijo que ni aun Salomón con toda su gloria era tan hermoso como uno de los sencillos lirios de Dios (Mt. 6:28–29).
Léase en Deuteronomio 17:16–20 las instrucciones de Dios para el rey y nótese: cómo Salomón las desobedeció. Multiplicó los caballos y carros, el dinero y las esposas. Tal vez Salomón pensaba que la construcción del templo era suficiente para su vida espiritual; ahora podía darse el lujo de «dejarse llevar por la inercia» de las bendiciones pasadas. Léase Eclesiastés 2 para ver el interés de Salomón en la ganancia material.

IV.    Apostasía Deliberada (1 R. 11):
Es increíble que el hombre que escribió Proverbios 5:20–23 y 6:20–24 multiplicara esposas y concubinas tomadas de naciones paganas. La poligamia en sí misma ya es lo suficiente mala (a su padre David le causó problemas sin fin), pero tomar esposas de tierras paganas era apostasía deliberada. Véase Deuteronomio 7:1–14. ¿Cuál fue la causa de la repetición de este pecado? El corazón de Salomón no andaba bien con el Señor (11:4).
Dios quería «integridad de corazón» (9:4), que significa un corazón de un solo sentir que glorifique a Dios. Pero Salomón tenía un corazón dividido:
·      Amaba al mundo,
·      Mientras trataba de servir a Dios.
Qué tragedia que el hombre que construyó el templo al único Dios verdadero empezara a adorar en los altares paganos. Dios se disgustó por esto, así que envió varias disciplinas para traer al descarriado rey de regreso a la fe.

A.     Un Mensaje De Advertencia (vv. 1–13).
Dios amenazó con quitarle el reino a Salomón y dárselo a otro. Usted pensaría que esta advertencia impactaría a Salomón lo suficiente para devolverle el sentido común, pero es evidente que no lo logró. Si una persona no escucha la Palabra, el Señor tiene que tomar medidas aún más drásticas.

B.     Una Invasión De Parte De Edom (vv. 14–22).
El «reinado del descanso» de Salomón estaba ahora en guerra. Léase en Santiago 4 una explicación espiritual de esto. Evidentemente las alianzas de Salomón con Faraón no lograron mucho, porque Egipto resultó ser un aliado de los edomitas.

C.     Problemas Con Rezón (vv. 23–25).
Esta banda de guerreros hostigó muchos años las fronteras de Salomón. El rey apóstata perdía terreno rápidamente.

D.     Competencia De Parte De Jeroboam (vv. 26–43).
Salomón mismo promovió a Jeroboam a una buena posición debido a su bravura y laboriosidad. Pero Dios escogió a este poco conocido joven para ser el rey sobre diez tribus. La tribu restante sería Judá, pero este reino del sur incluiría «a la pequeña Benjamín» (12:21).
Cuando Salomón oyó que tenía un rival, trató de matarlo. El rey debe haber sabido que suficiente gente gemía bajo los pesados impuestos y programas de trabajos forzados (véase 12:6–11). Es más, Adoram, quien estaba a cargo de las «obras públicas», fue apedreado por el pueblo (12:18).

La muerte de Salomón dejó a su hijo Roboam para que reinara en su lugar. Si Salomón hubiera permanecido fiel al Señor, sus últimos años hubieran sido llenos de bendición y victoria en lugar de estar llenos de castigo y derrota. Dejó a su hijo el problema de recuperar el cariño del pueblo y de levantar las pesadas cargas de impuestos que contribuyeron a hacer tan rico a Salomón.
Sí, Israel parecía estar solazándose en gran gloria y esplendor, pero no todo andaba bien. Era una gloria hueca que no duraría. La descripción de Apocalipsis 3:17–18 encaja bien en esta situación.

Estudios para el Domingo.

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