domingo, 19 de julio de 2020

FAMA Y CAÍDA DE SALOMÓN: 1 REYES 9–11:


FAMA Y CAÍDA DE SALOMÓN:
1 REYES 9–11:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Véase en 2 Crónicas 7–9 los pasajes paralelos. Estos capítulos abarcan la vida de Salomón después de finalizados los grandes programas de construcción. Muestran cómo el sabio y piadoso rey poco a poco declinó espiritualmente y acarreó la división del reino.

I.       Amonestación Divina (1 R. 9:1–9):
Dios le apareció a Salomón poco después de su ascenso al trono (3:5–15), es en este tiempo cuando el joven rey pide la sabiduría divina para desempeñar sus deberes. Dios también le envió un mensaje de estímulo al rey durante los difíciles años de la construcción del templo (6:11–13). Ahora que sus grandes proyectos finalizaron, Salomón recibió otro mensaje del Señor. Esta vez amonestándolo a obedecer la Palabra de Dios. A menudo enfrentamos nuestras más grandes tentaciones después de un período ministerial de éxito.
Dios reafirmó su pacto con David y le recordó a Salomón su responsabilidad de «guardar su corazón con toda diligencia» (Prov. 4:23) y andar en obediencia a la Palabra. Si Salomón obedecía la Palabra de Dios, su trono sería estable y Dios bendeciría a Israel. Pero si Salomón desobedecía y también sus hijos después de él, Dios tendría que retirar sus bendiciones y sacar a la gente de su buena tierra.
Entonces las grandes casas edificadas serían ruinas y dejadas detrás como monumentos a la incredulidad de Israel. No importa a qué parte de la Biblia acuda usted, el mismo principio es verdad: la obediencia conduce a la bendición; la desobediencia lleva al castigo. Es triste, pero veremos en este estudio que el rey Salomón no prestó atención a esta advertencia, sino que en lugar de eso se alejó poco a poco del Señor hasta que (casi al final de su vida) trató de matar a un hombre inocente (11:40).

II.     Alianzas Peligrosas (1 R. 9:10–10:13):

A.     Con Hiram (9:10–14).
Ya hemos visto que Salomón dependía de Hiram para la madera y los obreros hábiles para la construcción del templo (5:1–12). Es evidente que en años posteriores Salomón necesitaba más dinero, de modo que «tomó prestado» de Hiram, dándole veinte ciudades de Galilea como garantía. Esta es la «Galilea de los gentiles» de Mateo 4:15.
Cuando Hiram vio las ciudades, las consideró «despreciables» (que es el significado de «Cabul»). En 2 Crónicas 8:1–2 se nos dice que Hiram también le dio a Salomón algunas ciudades como parte de la transacción. En todo caso, tales alianzas con las naciones paganas estaban prohibidas por la ley y sólo llevaron a Salomón a profundizar más sus problemas. Véase 2 Corintios 6:14–7:1.

B.      Con Egipto (9:15–24).
El matrimonio de Salomón con una princesa egipcia fue estrictamente una táctica política, porque estaba importando caballos y otros lujos de Egipto (10:28–29). Para los judíos «regresar a Egipto» era contrario a la voluntad de Dios. «¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda clamó Isaías (31:1). Al casarse con una mujer pagana Salomón estaba dando un mal ejemplo a su nación e involucrando innecesariamente al pueblo en los asuntos de los paganos.

C.     Con Otras Naciones (9:25–10:13).
La armada de Salomón debía haber navegado hasta la India para conseguir los lujos que su reinado exigía. La visita de la reina de Sabá también fue más que una visita personal; involucraba establecer acuerdos comerciales y otras alianzas con su país.
Salomón y la reina intercambiaron regalos costosos, y ella se fue a su país completamente asombrada por su sabiduría y riqueza. Jesús lo mencionó en Mateo 12:42, usando su visita para dar una advertencia a los judíos de su día. Si la reina de Sabá invirtió todo ese esfuerzo para ir a oír la sabiduría de Salomón, ¡cuánto más grande juicio caerá sobre los judíos que tenían a «uno mayor que Salomón» en su mismo medio y sin embargo lo rechazaron!

Estos relatos muestran el peligro de: La Fama, y La Fortuna.

Nótese: que en 10:7 tenemos «sabiduría y prosperidad», pero en 10:23 es «riqueza y sabiduría»; las riquezas vienen primero. No hay duda de que Salomón gradualmente declinó en las cosas espirituales conforme lo material llegaba a ser más importante.

III.    Ambiciones destructivas (1 R. 10:12–49):
«Los que desean enriquecerse caen en tentación y en lazo», advierte 1 Timoteo 6:9; y esto fue cierto en la vida de Salomón. No estaba contento con la abundancia de las bendiciones que Dios le dio; tenía que enviar lejos por lujos aún mayores para satisfacer su corazón. No hay duda de que los últimos años de la vida de Salomón se revelan en Eclesiastés, un libro que manifiesta lo vano de vivir para los placeres materiales.
Tal vez tenga algún significado que Salomón recibía 666 talentos de oro al año (véase Ap. 13:18). Usaba sólo vasos de oro (v. 21), a diferencia del Señor que usa cualquier vaso santificado (2 Tim. 2:20–21). Sí, Salomón vivía en gloria y lujo, pero Jesús dijo que ni aun Salomón con toda su gloria era tan hermoso como uno de los sencillos lirios de Dios (Mt. 6:28–29).
Léase en Deuteronomio 17:16–20 las instrucciones de Dios para el rey y nótese: cómo Salomón las desobedeció. Multiplicó los caballos y carros, el dinero y las esposas. Tal vez Salomón pensaba que la construcción del templo era suficiente para su vida espiritual; ahora podía darse el lujo de «dejarse llevar por la inercia» de las bendiciones pasadas. Léase Eclesiastés 2 para ver el interés de Salomón en la ganancia material.

IV.    Apostasía Deliberada (1 R. 11):
Es increíble que el hombre que escribió Proverbios 5:20–23 y 6:20–24 multiplicara esposas y concubinas tomadas de naciones paganas. La poligamia en sí misma ya es lo suficiente mala (a su padre David le causó problemas sin fin), pero tomar esposas de tierras paganas era apostasía deliberada. Véase Deuteronomio 7:1–14. ¿Cuál fue la causa de la repetición de este pecado? El corazón de Salomón no andaba bien con el Señor (11:4).
Dios quería «integridad de corazón» (9:4), que significa un corazón de un solo sentir que glorifique a Dios. Pero Salomón tenía un corazón dividido:
·      Amaba al mundo,
·      Mientras trataba de servir a Dios.
Qué tragedia que el hombre que construyó el templo al único Dios verdadero empezara a adorar en los altares paganos. Dios se disgustó por esto, así que envió varias disciplinas para traer al descarriado rey de regreso a la fe.

A.     Un Mensaje De Advertencia (vv. 1–13).
Dios amenazó con quitarle el reino a Salomón y dárselo a otro. Usted pensaría que esta advertencia impactaría a Salomón lo suficiente para devolverle el sentido común, pero es evidente que no lo logró. Si una persona no escucha la Palabra, el Señor tiene que tomar medidas aún más drásticas.

B.     Una Invasión De Parte De Edom (vv. 14–22).
El «reinado del descanso» de Salomón estaba ahora en guerra. Léase en Santiago 4 una explicación espiritual de esto. Evidentemente las alianzas de Salomón con Faraón no lograron mucho, porque Egipto resultó ser un aliado de los edomitas.

C.     Problemas Con Rezón (vv. 23–25).
Esta banda de guerreros hostigó muchos años las fronteras de Salomón. El rey apóstata perdía terreno rápidamente.

D.     Competencia De Parte De Jeroboam (vv. 26–43).
Salomón mismo promovió a Jeroboam a una buena posición debido a su bravura y laboriosidad. Pero Dios escogió a este poco conocido joven para ser el rey sobre diez tribus. La tribu restante sería Judá, pero este reino del sur incluiría «a la pequeña Benjamín» (12:21).
Cuando Salomón oyó que tenía un rival, trató de matarlo. El rey debe haber sabido que suficiente gente gemía bajo los pesados impuestos y programas de trabajos forzados (véase 12:6–11). Es más, Adoram, quien estaba a cargo de las «obras públicas», fue apedreado por el pueblo (12:18).

La muerte de Salomón dejó a su hijo Roboam para que reinara en su lugar. Si Salomón hubiera permanecido fiel al Señor, sus últimos años hubieran sido llenos de bendición y victoria en lugar de estar llenos de castigo y derrota. Dejó a su hijo el problema de recuperar el cariño del pueblo y de levantar las pesadas cargas de impuestos que contribuyeron a hacer tan rico a Salomón.
Sí, Israel parecía estar solazándose en gran gloria y esplendor, pero no todo andaba bien. Era una gloria hueca que no duraría. La descripción de Apocalipsis 3:17–18 encaja bien en esta situación.

Estudios para el Domingo.

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.



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