CRECIMIENTO,
Y CRISTO EXALTADO:
COLOSENSES 1:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Mucha gente en el
día de hoy, como los falsos maestros en Colosas, le da a Jesucristo un lugar de
eminencia, pero no le dan su lugar correcto de preeminencia. Él no es «un gran hombre
entre los grandes»; es el Hijo de Dios, ¡Él tiene la preeminencia en todas las
cosas! En este primer capítulo el apóstol declara la preeminencia de
Cristo en varias áreas de la vida.
I. Preeminencia En El Mensaje Del Evangelio
(Col.1:1–12):
Los
falsos maestros tenían un mensaje, pero su mensaje no tenía ningún poder.
Enseñaban acerca de los ángeles, «emanaciones» de Dios, reglas legalistas y
disciplina corporal, pero su mensaje no tenía ningún poder para transformar
vidas. En estos versículos Pablo repasa el efecto que el evangelio de Cristo
tuvo en los colosenses. Él no había visitado personalmente a esta iglesia, pero
había oído de Epafras las buenas nuevas de su salvación (vv. 4, 7).
A. Cómo Se Salvaron.
Al
parecer, Epafras oyó el evangelio de Cristo por boca de Pablo en Éfeso y llevó
consigo este mensaje que cambia la vida al regresar a Colosas (v. 7). El testimonio
debe empezar en casa (Mr. 5:19). Epafras les dio «la palabra verdadera del evangelio» (v.
5), en contraste con las mentiras de los falsos maestros. La fe viene por el
oír; estas personas oyeron el evangelio, creyeron y se salvaron.
B.
Las Evidencias
De Su Salvación.
Estos
creyentes demostraron fe, esperanza y amor (vv. 4–5, 8). Solamente Jesucristo
puede dar fe, cambiar un corazón egoísta en uno de amor y dar una bendita
esperanza para el futuro. La Palabra dio fruto en sus vidas (v. 6); fruto es la
evidencia de la verdadera salvación (Mt.13:23).
C.
Pablo Ora Por
El Crecimiento (vv. 9–12).
Puesto
que la salvación es una experiencia personal con Jesucristo y no la sencilla
aceptación de un conjunto de doctrinas, un creyente puede experimentar
crecimiento y desarrollo diario. Los herejes enseñaban una «plenitud» mística que sus
seguidores al parecer podrían obtener; pero aquí Pablo afirma que cada creyente
en Cristo puede ser lleno. Hemos sido hechos «completos en Él» (2:9, 10); ahora
ora para que puedan disfrutar esta plenitud en sus vidas diarias. Note: las peticiones
que hace:
(1) Que puedan conocer la voluntad de Dios;
(2) Que anden de tal manera que agrade a Dios;
(3) Que se esfuercen por llevar fruto;
(4) Que comprendan mejor la Palabra; y
(5) Que conozcan el glorioso poder de Dios.
Estas
son cosas que los herejes les prometían falsamente a sus seguidores, pero estas
bendiciones pueden hallarse sólo en Cristo. ¡Él es preeminente!
II. Preeminencia En La Cruz (Col.1:13, 14):
Es
su cruz la que hace que Jesucristo sobresalga, de los hombros arriba, más que
cualquier otra persona en la historia. Los líderes religiosos han muerto, pero
únicamente Cristo, el Hijo de Dios, murió en la cruz por los pecados del mundo.
El
cuadro que se presenta en estos versículos es el de un gran general que libera
de la esclavitud a una nación y lleva al pueblo a una nueva tierra de
bendición. ¿Qué
ángel alguna vez murió para redimir a los pecadores (ponerlos en libertad)? ¿Qué
reglas religiosas alguna vez dieron perdón? Es la cruz lo que coloca
a Jesucristo por sobre todas las cosas.
III. Preeminencia En La Creación (Col.1:15–17):
Los
maestros gnósticos aducían que Dios hizo los mundos mediante una serie de «emanaciones»
de sí mismo y que Cristo era una de esas emanaciones. Pablo afirma que Cristo
no es ninguna emanación de Dios, sino ¡Dios mismo! «Imagen»
aquí significa «reproducción
exacta».
Cristo
no sólo es una de las criaturas de Dios, sino lo más alto (primogénito)
de toda la creación. ¡El término «primogénito»
aquí no se refiere a tiempo (como si Cristo fuera lo que Dios creó en primer lugar),
sino a posición!
Todas
las cosas fueron creadas por Él (véase Jn. 1) y para Él: Él mantiene unidas todas las cosas
(«subsisten» significa
«mantener unidas»).
IV. Preeminencia En La Iglesia (Col.1:18–23):
La
Iglesia es su cuerpo y Él es la Cabeza. La Iglesia es la nueva creación y Él es
«el principio»,
o sea, el que da origen a la nueva creación. Su resurrección le da el título al
trono de la preeminencia, porque es el «primogénito» de entre los muertos, es decir,
el primero que resucitó de entre los muertos para nunca morir otra vez. Note la
repetición de la palabra «todo» en este capítulo, mostrando el reinado universal
de Jesucristo sobre todo lo que existe.
Los
detalles del significado de «el cuerpo»
se dan en Efesios 2:11ss; este pasaje describe cómo Cristo hizo la paz entre
los judíos y gentiles, y reconcilió a ambos en un solo cuerpo, la Iglesia. Pero
su cruz no sólo reconcilió a judíos y gentiles; también hizo posible la
reconciliación de «todas las cosas», ¡el universo
entero!
Pablo
aplica esto a los creyentes personalmente (vv. 21–23), recordándoles que Cristo
ha cambiado por completo sus vidas y les ha reconciliado con Dios. Los falsos
maestros pueden pregonar enmarañadas doctrinas acerca de los ángeles y de las «emanaciones»,
pero Cristo todavía tiene la preeminencia como la Cabeza de la Iglesia. Él es «el primogénito» de la creación (v. 15) y
de los muertos (v. 18), lo que indica su prioridad y soberanía.
V. Preeminencia En El Ministerio De Pablo (Col.1:24–29):
¡Qué necio hubiera sido que Pablo sufriera por un Cristo
que era sólo una «emanación»! ¡Por qué
arriesgarse a la muerte para decirle a la gente que Jesús no es preeminente! Las
primeras palabras de Pablo cuando vio al Salvador glorificado fueron: «¿Quién eres,
Señor?». El señorío de Cristo, su preeminencia sobre todas las
cosas, era el latido de la vida y ministerio de Pablo. Él veía sus sufrimientos
personales como sufrimiento por amor a Cristo.
En
el versículo 24 Pablo no dice que habían sufrido como Cristo sufrió, ni que sus
sufrimientos eran parte del sufrimiento de Cristo en la cruz. Más bien lo que
expresa es que así como Cristo sufrió por otros, también él sufría por otros, y
su sufrimiento era por amor al cuerpo, la Iglesia.
La
palabra que se usa para «sufrimiento» aquí no es la misma que se usa para
los sufrimientos de Cristo en la cruz. Habla más bien de sus sufrimientos
durante su ministerio terrenal, sufrimientos que el pueblo de Dios experimenta
al procurar vivir por Cristo en un mundo hostil.
Luego
Pablo describe «el
misterio»: esa verdad acerca de Cristo y de la Iglesia que había
estado escondida en tiempos pasados, pero que ahora se revelaba (véase Ef. 3). En realidad,
Pablo habla de un misterio triple:
(1) El misterio de la
Iglesia, vv. 24–26;
(2) El de cómo
Cristo mora en el creyente (v. 27), y
(3) El de la
Persona de Cristo, la plenitud de Dios, 2:2–3.
Pablo
tenía un ministerio equilibrado:
predicaba, enseñaba y advertía; procuraba llevar la verdad a todos, no
solamente a unos pocos; y su meta era presentar a cada creyente maduro (perfecto)
en Cristo. La perfección cristiana no es una ausencia absoluta del pecado, sino
madurez, crecer en Cristo en todas las cosas (Ef. 4:15).
El
tema total de Colosenses es: «¡Cristo es todo lo que necesitan!». Somos
hechos completos en Él, y esto es todo lo que se necesita. ¡Qué trágico cuando los cristianos sustituyen
reglas, disciplinas y rituales de cosecha humana por la plenitud que tenemos en
Cristo!
Pero
Pablo no desempeña su ministerio por su propio poder; Dios obraba en él y
entonces trabajaba para Dios. Véanse Filipenses 1:12, 13 y Efesios 3:20, 21.
Clase Para El Miércoles:
Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea
Su Biblia.
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