EL
TEMPLO DE SALOMÓN:
1 REYES 5–8
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Estos
capítulos señalan el cumplimiento de la promesa de Dios de que Salomón
construiría un templo para la gloria de Dios (2 Sam. 7:12–16; y véase 1 R. 8:15–21).
No es difícil imaginar que esta fue una gigantesca empresa para un rey tan
joven, pero el Señor se lo garantizó y Salomón confió en el Señor (véase 6:11–14).
Los pasajes paralelos se hallan en 1 Crónicas 22-2 Crónicas 7.
I. Preparación (5)
David
fue el hombre que empezó el proyecto. Dios lo aprobó, pero dejó en claro que
Salomón realizaría la obra en sí. David preparó los planos (1 Cron. 28:11–21) y
los costosos materiales (1 Cron. 22:5, 14–16). Animó a su hijo a la tarea y le
aseguró que Dios fielmente le ayudaría (1 Cron. 28:1–21). Hiram, el rey gentil
de Tiro, acordó suplir la madera y hombres hábiles para hacer el trabajo.
Salomón
a su vez le pagaba cuatro millones ochocientos mil litros de trigo y cuatro mil
ochocientos litros de aceite puro de oliva cada año (1 R. 5:11). Véase también
1 Reyes 9:10– 14. Israel proveyó la mano de obra mediante una leva o «reclutamiento»
por turnos. Los cananitas hicieron el «trabajo de esclavos» pesado, ciento cincuenta mil
de ellos (5:15; 9:20–22), en tanto que treinta mil judíos hicieron el resto del
trabajo «en
levas». Diez mil estaban un mes en el trabajo y luego pasaban dos meses
en sus casas. Esta leva representaba aproximadamente un 2, 5% de los hombres disponibles en la tierra, de modo que no fue
opresiva y el servicio era temporal.
La
construcción del templo representaba los esfuerzos cooperativos de muchas
personas, tanto judíos como gentiles. Los materiales que se usaron fueron sólo
los mejores:
Ø Grandes y costosas piedras que
durarían, y
Ø Metales preciosos que daría
gloria a la casa.
Nos
recuerda la amonestación de Pablo respecto a la iglesia local que construimos
con «oro, plata,
piedras preciosas», y no con «madera, heno, hojarasca» (1 Cor. 3:9–23). Aun
cuando Dios no mora hoy en templos materiales (Hch. 17:24), esto no es razón
para que el trabajo que hagamos para Él sea barato o de mala calidad.
II. Construcción (6–7)
Por
favor, examine en su diccionario bíblico el plano del templo.
Notará: que el «área del templo»
incluía otros edificios además del templo propiamente dicho (7:1–12).
· Salomón construyó primero el
templo; esto llevó siete años (6:38).
· Luego construyó la casa del rey y las otras estructuras y
atrios que constituían el área del templo
(9:10).
Todo el proyecto se realizó en
veinte años.
No
es necesario entrar en todos los detalles de la construcción del templo. Usted notará:
que las dimensiones del templo eran el doble de las del tabernáculo, de modo
que el templo en sí mismo no era una estructura enorme. El templo se hizo de
piedra tallada, recubierta de madera y oro, y embellecida con piedras
preciosas. En 6:7 notamos que las piedras de construcción se cortaban de
antemano en la cantera y se colocaban en silencio en su lugar. Los canteros
seguían los planos de Dios, de modo que todo encajaba. Este es un buen ejemplo
que deben seguir los obreros cristianos de hoy al ayudar en la construcción del
templo del Señor, la Iglesia (Ef. 2:19–22; y véase 1 P. 2:5–8).
El
templo era más grande y más elaborado que el tabernáculo. No era
una tienda temporal con pieles como cubierta; más bien era un magnífico
edificio de piedra que no podía trasladarse. A diferencia del tabernáculo había
ventanas y un piso en el templo (6:4 y 15). Salomón añadió dos querubines en el
Lugar Santísimo (6:23–30) y colocó el arca debajo de ellos. En lugar de un
polvoriento atrio exterior, el templo tenía un hermoso portal (7:1–12) con dos
columnas (13:22) llamadas «Jaquín» («Él establecerá»)
y «Boaz» («en Él hay
fortaleza»).
La
fuerza y estabilidad pertenecen al Señor y ahora le pertenecerían a su pueblo
conforme ellos se establecían en su tierra. En lugar de una pequeña fuente para
lavarse, hicieron un gran «mar fundido» (7:23–26) que se apoyaba en doce
bueyes. También hicieron diez fuentes de bronce (7:27–39) para usarse en toda
el área del templo. En 2 Crónicas 4:1 se nos dice que el altar de bronce era
igual en tamaño al Lugar Santísimo. Había diez candeleros en vez de uno (2 Cron.
4:7–8), así como también diez mesas para el pan.
El
NT., no nos da tanta instrucción en cuanto al significado del templo como la da
respecto al tabernáculo. Algunos ven el tabernáculo como un cuadro de Cristo en
su humildad en la tierra y el templo como un tipo de su presente ministerio en
gloria, edificando ese «templo sagrado» de piedras vivas. O, el
tabernáculo tipifica nuestra vida peregrina actual, mientras que el templo (edificio permanente) tipifica nuestro reinado
glorioso con Cristo cuando Él vuelva. Qué trágico que los judíos confiaron en
la presencia de su templo en vez de confiar en las promesas del Señor; porque
en menos de quinientos años destruyeron este templo cuando llevaron cautivos a
los judíos por sus pecados. En 6:11–13 Dios le recordó a Salomón que lo
importante es obedecer su Palabra, no construir un gran templo.
III. Dedicación (8)
Dios
llenó el templo con su gloria cuando se trajo el arca (vv. 1–11). En años
posteriores Ezequiel vería que la gloria se iba (Ez. 8–11):
Ø Salomón le habló al pueblo
(vv. 12–21) y les recordó la fidelidad de Dios para cumplir sus promesas.
Ø Luego oró al Señor a favor
de su familia (vv. 22–30), ciudadanos que habían pecado
(vv. 31–40), extranjeros (vv. 41–43) y la nación en el exilio futuro (vv. 44–53).
El
pensamiento clave de su oración es que Dios oiga los clamores y sea
misericordioso con ellos a pesar de sus pecados. Salomón aclara en su oración
que la condición del corazón de Israel era más importante que la presencia del
templo. Sabía que el pecado traería castigo, pero que el arrepentimiento
traería perdón y bendición. Era más importante dedicar al pueblo que el
edificio.
Los
versículos 44–53 no se hicieron realidad, porque Israel fue llevado al
cautiverio por sus pecados y Dios le trajo de nuevo a su tierra para
reconstruir su templo y servirle otra vez. Esta oración y promesa también se
cumplirán en los últimos días, cuando Israel regrese a su tierra en
incredulidad. Después de la oración Salomón bendijo al pueblo (vv. 54–61) y les
exhortó a que arreglaran las cuentas con Dios.
Nótese: que el
rey se preocupa porque las otras naciones conozcan la verdad del Señor (v. 60,
y véase vv. 41–43). Fue muy malo que Israel no cumpliera su misión de llevar la
verdad a los gentiles. La celebración duró catorce días (v. 65), con la primera
semana llena de sacrificios, fiestas y las ceremonias de dedicación oficial. En
la segunda semana el pueblo regresó a sus tiendas para regocijarse en el Señor.
En 9:1–9 Dios le apareció a Salomón
para recordarle que con sus privilegios venían grandes responsabilidades; que
establecería su trono para siempre si el pueblo seguía al Señor en obediencia;
pero que cortaría a la nación si pecaban. Desafortunadamente, la nación cayó en
el pecado y la incredulidad, y la profecía de 9:6–9 se hizo realidad. El
hermoso y costoso templo fue saqueado y destruido en el 586 a.C. cuando los
babilonios llevaron cautivo al pueblo.
Dios
en un principio moraba en el tabernáculo (Éx. 40:34), luego en el templo de
Salomón. La gloria de Dios vino luego a la tierra en la Persona de Cristo (Jn.
1:12–14). Hoy, cada cristiano verdadero es templo de Dios (1 Cor. 6:19–20) como
lo es la iglesia colectiva (Ef. 2:21) y localmente (1 Cor. 3:16). Habrá un
futuro templo judío durante el período de la tribulación (2 Ts. 2:1–12) en el
cual un mundo incrédulo adorará al anticristo. También habrá un glorioso templo
durante el reinado milenial de Cristo (Ez. 40–48).
Estudios para el
Domingo.
Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su
Biblia.
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