jueves, 9 de julio de 2020

1 REYES 1–4


1 Reyes:


 Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

1 REYES 1–4
  
Empezamos ahora el estudio de la vida y reinado de Salomón, el hijo de David y sucesor suyo en el trono de Israel. En David tenemos un tipo de Cristo en su humillación, exilio y rechazo; pero en Salomón vemos al «Príncipe de Paz» (el nombre Salomón significa «pacífico») reinando en gloria y esplendor sobre su pueblo. David hizo las conquistas que le permitieron a Salomón vivir y reinar en paz y magnífica prosperidad.

I.       Salomón Cumple La Palabra De Dios (1):
David ya no podía desempeñar sus deberes reales, de modo que Adonías se aprovechó de la situación y se auto proclamó rey de Israel. «¡Yo seré el rey anunció, dándose cuenta cabal de que Dios había designado a Salomón para suceder a David (1:17; y véase 2:13–15).
Adonías se rebelaba a propósito contra la voluntad de Dios. Triste es decirlo, pero algunos de los asesores confidenciales de David cayeron en el perverso complot, incluyendo a Joab (a quien David una vez trató de reemplazar; véanse 2 Sam. 19:11–15 y 20:4–13) y Abiatar el sacerdote.
El traidor príncipe siguió el ejemplo de Absalón al preparar carros y tratar de impresionar al pueblo (véase 2 Sam. 15:1ss). Sin embargo, tres siervos leales tomaron el asunto en sus manos y se lo informaron a Betsabé. Ella, a su vez, llevó el mensaje al rey David, sabiendo que él no quebrantaría su voto de que Salomón su hijo sería coronado como el próximo rey. Todo el plan funcionó sin tropiezos y David dejó muy en claro que quería que Salomón asumiera el trono de inmediato.
Sadoc, Natán y Betsabé no perdieron tiempo para montar a Salomón en la mula real y proclamarle como el nuevo rey de Israel. El versículo 40 sugiere que el pueblo de la tierra recibió las noticias con gran gozo. Sin embargo, cuando Adonías y su ingenuo grupo de admiradores oyeron las noticias, se llenaron de pánico, porque ahora se conocía su traición. El príncipe rebelde corrió al altar de Dios buscando protección y Salomón prometió no matarlo. Demasiado a menudo la gente perversa recurre a Dios buscando ayuda sin arrepentirse en sus corazones.

II.     Salomón Ejecuta La Ira De Dios (2):

A.     Los Últimos Consejos De David (vv. 1–11).
Véase también 1 Crónicas 22–29. David enfatizó lo espiritual antes que lo político, porque quería que su hijo anduviera en los caminos del Señor. Le amonestó a que estudiara y obedeciera la ley (véanse Dt. 17:14–20 y Jos. 1:8). Dios hizo maravillosas promesas con respecto a Salomón (2 Sam. 7:8–17), pero no podía cumplirlas sin la fe y obediencia de Salomón. David también le recordó a Salomón acerca de enemigos que se le opondrían y amigos que le ayudarían.

B.      Juicio Sobre Adonías (vv. 12–25).
Si Adonías se hubiera quedado en su lugar apropiado, hubiera vivido, pero obstinadamente rehusó someterse. Al pedir la mano de Abisag, la última de las esposas de David (1:1–4), Adonías hacía una petición temeraria; porque todo lo que fue de David se le dio a Salomón. Betsabé parece que fue una inocente intermediaria en este episodio. Salomón se dio cuenta de las traidoras implicaciones de la petición de su hermano y dejó en claro que conocía también la traición de Abiatar y Joab (v. 22). Adonías había ido demasiado lejos; ahora debía morir.

C.     Juicio Sobre Abiatar y Joab (vv. 26–35).
Salomón honró el oficio del sacerdote al no matarlo, pero lo expulsó del servicio. Esto cumplió 1 Samuel 2:30–36. Cuando Joab oyó del exilio de su amigo, sabía que el juicio pronto le vendría también a él; de modo que, como Adonías, huyó al altar en busca de protección. Joab era culpable de asesinar a varios hombres y tenía que pagar por sus pecados. Benaía llegó a ser el nuevo general del ejército y Sadoc sumo sacerdote. Es interesante notar que Benaía era un sacerdote (1 Cron. 27:5) que llegó a ser general.

D.     Juicio Sobre Simei (vv. 36–46).
Este fue el hombre que con tanta crueldad maldijo a David cuando este huía de Absalón (2 Sam. 16:5ss). Salomón le ordenó que permaneciera en Jerusalén, donde podía vigilársele, sentencia que era más misericordiosa de la que se merecía. Sin embargo, Simei trató de «hacer alarde» desobedeciendo la orden del rey y le costó la vida. Si estos muchos juicios de Salomón parecen crueles, téngase presente que estos eran enemigos del rey y por consiguiente del Señor.

III.    Salomón Recibe Sabiduría De Dios (3):
El matrimonio de Salomón con una princesa egipcia fue un movimiento puramente político; más tarde se casaría con otras mujeres paganas (11:1ss) y se alejaría de la adoración verdadera a Jehová. Pero al principio de su carrera tenía un sincero amor por el Señor y quería ponerle primero en su vida. Cuando Dios le dio a Salomón el privilegio de solicitar cualquier cosa que quisiera, pidió sabiduría y un corazón entendido; y Dios contestó su oración. Todavía más, Dios le dio todas las otras bendiciones también (Mt. 6:33). Por supuesto, si Salomón quería disfrutar estas bendiciones, tendría que andar en obediencia a la Palabra (vv. 13–14).
El relato de las dos madres es sólo una de las muchas ilustraciones de la sabiduría de Salomón. El hecho de que estas dos mujeres tenían acceso al trono del rey muestra cuánto amaba el joven Salomón a su pueblo y quería servirles. Qué maravilloso es que todo cristiano tiene acceso al trono de Aquel que «es mayor que Salomón» (Mt. 12:42) y que promete dar sabiduría y satisfacer toda necesidad. Sin duda todos dependemos de la sabiduría de Dios, no de la sabiduría de este mundo (1 Cor. 1:18–31; Stg. 3:13–18).
Es una preciosa verdad para el cristiano que Dios nos equipa para nuestro llamamiento. Dios hizo rey a Salomón y suplió todo lo que este necesitaba para que su servicio fuera acepto. «Pedid, y se os dará».

IV.    Salomón Disfruta De La Riqueza De Dios (4):
En los versículos 1–6 tenemos los nombres del «gabinete» de Salomón, y en los versículos 7–19 los nombres de los que supervisaban las divisiones de Israel. La advertencia de Samuel respecto al rey se tornaron realidad: léase 1 Samuel 8:10–18 así como Deuteronomio 17:14–20. Parece ser que la prosperidad material de la nación no la acompañó una prosperidad espiritual, porque en pocos años el reino se dividiría y el esplendor de Salomón se desvanecería. El pueblo «comía, bebía, y estaba alegre» (4:20), pero no leemos de su interés por la ley del Señor. Es posible que una persona disfrute de prosperidad material y a la vez ser espiritual, como en el caso de Abraham, pero la mayoría de las personas no pueden manejar mucha riqueza.
El reinado de Salomón fue el más largo en la historia de Israel (v. 21; y véase Gn. 15:18). Aquellos fueron días de paz y prosperidad (v. 25). Sin embargo, las semillas del pecado y la apostasía se estaban sembrando. Salomón compró caballos de Egipto (10:26–29) en directa desobediencia a la ley (Dt. 17:16). También multiplicó a sus esposas (11:1 con Dt. 17:17). Estos pecados a la larga trajeron la ruina al reino.
Salomón fue un gran estudioso de la naturaleza y no se puede dejar de notar esto al leer el libro de Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los cantares. No tenemos todos sus tres mil proverbios y los únicos «cantos» son los que tenemos en Cantares. Podemos aprender mucho de los caminos de Dios al observar la naturaleza; Jesús señaló los lirios, las semillas, las aves y otras formas en la naturaleza para enseñarnos acerca de Dios.
Sin embargo, Jesucristo es «mayor que Salomón». Es mayor en su persona, siendo el mismo Hijo de Dios; y es mayor en su sabiduría (Col. 2:3) y en su riqueza (véanse Col. 1:19 y 2:9). Salomón tomó esposas extranjeras, sin embargo Jesucristo un día tomará a su Esposa, la Iglesia, hecha con pecadores comprados con sangre de toda tribu y nación. Cristo es mayor en su poder y gloria, y un día reinará por siempre jamás sobre un reino incluso más grande.

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