LA PAZ DE LA VIDA
CRISTIANA: LA PRESENCIA DE CRISTO:
FILIPENSES 4:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez.
¡Ansiedad, afán, preocupación! ¡Cuántos
cristianos pierden su gozo y paz debido a la ansiedad! En este
capítulo Pablo nos dice que la mente segura, la mente que la paz de Dios
guarda, nos libra de la preocupación. Por supuesto:
· El creyente que no tiene un solo sentir (cap. 1),
· Ni el sentir sumiso (cap. 2),
· Ni el sentir espiritual (cap. 3),
· Nunca puede tener el sentir
confiado.
Debemos primero vivir la vida que
Pablo describe en los tres capítulos anteriores antes de recibir las promesas y
provisiones de este capítulo final.
¿Qué es la ansiedad? La palabra
castellana significa un estado de agitación, inquietud o zozobra. La ansiedad
ciertamente ataca a la persona física, emocional y espiritualmente. El término
bíblico «estar
afanosos» significa literalmente «destrozarse». La ansiedad viene
cuando los pensamientos de nuestra mente y los sentimientos del corazón tiran
hacia diferentes direcciones y «nos destrozan». La mente piensa respecto a los
problemas y estos sentimientos pesan en el corazón creando un círculo vicioso
que destruye nuestro estado emocional.
Nuestra
mente nos dice que no deberíamos afanarnos, pero a menudo no podemos controlar
la ansiedad de nuestros corazones. Antes de poder disfrutar de la paz tenemos
que romper este círculo de ansiedad. ¿Qué provoca la ansiedad? Actitudes y
pensamientos equivocados hacia las personas, las circunstancias o las cosas.
Nótese: aquí, en
el capítulo 4, que Pablo no se afana con respecto a las personas (vv. 1–5), ni
por las circunstancias (vv. 10–13), ni por las cosas materiales de la vida (vv.
14–19).
v Por supuesto, tenía un solo
sentir como en el capítulo 1 y ganaba la victoria sobre las circunstancias;
v Tenía la sumisión del
capítulo 2 y triunfaba sobre las personas problemáticas;
v Y tenía el sentir espiritual del capítulo 3 y triunfaba
sobre las circunstancias físicas.
v De modo que era natural que
tuviera el sentir confiado del capítulo 4. Su mente y corazón estaban en paz y
ni las personas, ni las circunstancias, ni las cosas podían perturbarlo.
En
este capítulo Pablo nos da el remedio cuádruple de Dios para la ansiedad.
I. La Presencia De Dios (Filipenses 4:1–5):
«El
Señor está cerca» no quiere decir que «su venida está cerca», sino que Él está cerca para
ayudarnos ahora mismo. Evodia y síntique (v. 2) eran dos mujeres de la iglesia
filipense que peleaban entre sí y Pablo las ánimas a que arreglaran las cosas. Recuerde esto:
la ansiedad con frecuencia viene cuando no arreglamos
las cosas con las personas.
Debemos
enfrentar con sinceridad las diferencias y hacer lo que Dios quiere que hagamos
(véase Mt. 18:15–17). «Gentileza» en el versículo 5 significa «dulzura razonable».
Es maravilloso cuando los cristianos pueden tener convicciones y no obstante es
fácil llevarse con ellos. Si tenemos presente que el Señor está con nosotros en
toda circunstancia, es fácil obedecerle y llevarse bien con otras personas. Si
nos regocijamos en Él y fijamos nuestros ojos en Él en lugar de fijarlos en las
personas, tendremos su gozo y paz.
Nótese: las admoniciones
que Pablo da:
· Estar firmes en el Señor;
· Tener un mismo sentir en el
Señor;
· Regocijarse en el Señor;
· El Señor está cerca.
Esto
es «practicar la presencia de Cristo», verle en
toda situación de la vida y dejarle que obre su perfecta voluntad.
II. La Paz De Dios (Filipenses 4:6–9):
«Paz con Dios» es el resultado
de la fe en Cristo (Rom. 5:1); «la paz de Dios» y la presencia del «Dios de paz»
vendrán cuando el creyente practique las cosas correctas, ora en forma correcta
y vive correctamente. La ansiedad es tensión entre la mente y el corazón. La
paz de Dios guarda (como centinela) nuestros corazones y mentes si
llenamos las condiciones que Él impone.
A.
Orar Correctamente (vv. 6–7).
No
un simple orar, sino orar correctamente. En ninguna parte
de la Biblia se dice que cualquier clase de oración traerá paz a nuestros corazones.
¿Qué es orar
correctamente? Empieza con adoración, porque esto es lo que la
palabra «oración»
significa en el versículo 6. Esto es amar, disfrutar de la presencia de Dios,
honrarle en adoración. No es suficiente que estemos prestos a ir a su presencia
y suplicarle paz mental. Debemos postrarnos ante Él en adoración y permitirle
que escudriñe nuestros corazones.
Luego
viene la súplica que significa el deseo fervoroso y ardiente del corazón. La
verdadera oración viene del corazón, no de los labios. ¡Qué gozo es presentarle nuestras peticiones!
Finalmente,
hay agradecimiento o acción de gracia (véanse Ef. 5:20 y Col. 3:15–17).
Agradecerle por circunstancias incómodas y por peticiones que todavía no han
sido concedidas exige fe. ¡Cómo le encanta a Dios escuchar a sus hijos darle gracias!
Lea Daniel 6:10 y verá que así oraba Daniel. ¡No sorprende que haya tenido
tanta paz en la cueva de los leones!
B.
Pensar Correctamente (v. 8).
La
paz involucra a la mente (véanse Is. 26:3; Rom. 8:6). Los pensamientos son
poderosos: «Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal
es el» (Prov. 23:7). Los pensamientos erróneos conducen a la
intranquilidad y al desaliento, pero el pensamiento espiritual llevará a la
paz.
Pablo
nos dice en este versículo acerca de qué pensar; si compara estas virtudes con
el Salmo 19:7–9 verá que la Palabra de Dios llena todos estos requisitos. La
meditación en la Palabra de Dios siempre trae paz (Salm. 119:165).
C.
Vivir Correctamente (v. 9).
Si
hay algo en mi vida por lo cual no me atrevo a orar, nunca tendré paz. Vivir
correctamente siempre trae paz; véase Isaías 32:17 y 48:18, 22. No es
suficiente usar la Biblia como la base para orar y reclamar sus promesas;
debemos también usarla para nuestro vivir, obedeciendo sus preceptos.
Lea
con cuidado Santiago 4:1–11 y note que la oración incorrecta (4:3), la vida
incorrecta (4:4) y el pensamiento incorrecto (4:8) ¡origina guerra en lugar de
paz!
III. El Poder De Dios (Filipenses 4:10–13):
Pablo
nunca fue víctima de las circunstancias; aprendió por experiencia el secreto de
la paz: «¡Todo
lo puedo en Cristo que me energiza!». La traducción de J.B. Phillips
[en inglés] dice:
«Estoy listo para cualquier cosa mediante la fuerza de
Aquel que vive en mí» (v. 13).
Vuelva
a Filipenses 2:12, 13 y verá que Dios no obra mediante nosotros si primero no
lo hace en nosotros; Él obra en nosotros por medio de su Palabra (1 Ts. 2:13),
la oración por el Espíritu (Ef. 2:14ss) y algunas veces mediante el sufrimiento
(1 P. 5:10). Si dependemos de nuestro poder, fracasaremos; pero si lo hacemos
en su fuerza, haremos todo mediante Él. Esto explica por qué Pablo podía
regocijarse incluso en la prisión: había aprendido el secreto de la seguridad
mediante el poder de Dios.
IV.
La Provisión De Dios (Filipenses 4:14–23):
¡Qué fácil es afanarse por las «cosas»! Jesús nos advierte en el Sermón del Monte
(Mt. 6:19–34) que no debemos afanarnos, pero nosotros lo hacemos de todas
maneras. Pablo tenía paz en su corazón respecto a sus necesidades personales,
¡porque Dios había prometido suplirlas todas! Pablo agradece a los filipenses
sus regalos y les asegura que el significado espiritual de sus ofrendas es
mucho más importante para él que los regalos en sí.
¡Qué bendición es saber que nuestras ofrendas son vistas como
sacrificios espirituales al Señor, que alegran su corazón! Pablo
creía en la providencia de Dios, que Dios estaba en control de los
acontecimientos y que era capaz de suplir cada una de sus necesidades (Rom. 8:28).
Cuando el hijo de Dios está en su voluntad, todo el universo obra a su favor;
pero cuando el hijo de Dios está fuera de la voluntad de Dios, todo obra en su
contra. Esta es la providencia de Dios.
Clase Para El Miércoles:
Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea
Su Biblia.
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