viernes, 10 de julio de 2020

Capítulo IX (1) EN BUSCA DE UN NUEVO CAMINO:


Capítulo IX (1)
EN BUSCA DE UN NUEVO CAMINO:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Volvemos ahora a Sudamérica. En los restantes capítulos de este libro procuraremos esbozar la historia y estimar la significación de los movimientos espirituales más significativos que se han producido fuera del palio de la Iglesia Católica Romana, y que han ejercido influencia sobre la vida y el pensamiento del continente durante la era republicana.

9.1.   Rebeldes:
Con la espiración del periodo colonial y el establecimiento de gobiernos independientes en los diversos países sudamericanos aparecen nuevas corrientes intelectuales. Se hizo poderosa la influencia de Francia y en particular del radicalismo francés. El espíritu de la Revolución Francesa, manifiesta ya en la historia política de continente, se hizo sentir ahora en el terreno espiritual también. En la primera generación que sucedió a la Declaración de la Independencia, aparecieron ya en los dominios del pensamiento figuras proféticas y revolucionarias. Las nuevas voces hicieron resonar su mensaje del desierto, particularmente en los países de la costa occidental, donde, según hemos visto ya, las influencias de la Iglesia habían sido más oscurantistas y la represión intelectual más severa.
La figura más representativa de este amanecer revolucionario, y sin duda alguna, una de las más representativas y proféticas de la historia del pensamiento sudamericano, es un joven chileno, Francisco Bilbao. En 1844, siendo todavía estudiante del Instituto Nacional de Chile, y apenas de veinte años de edad, Bilbao obtuvo súbita celebridad con la publicación de un libro llamado Sociabilidad Chilena, en el que se traslucían las influencias de los enciclopedistas franceses y de la Biblia, pero particularmente de Lammenais. Esta figura mística y profética de los comienzos de siglo pasado, autor de Les Paroles d’un Croyant (Palabras de un creyente), había causado una profunda y decisiva impresión en la mente del joven chileno. El resultado fue un libro escrito en el estilo aforístico y profético, peculiar de Lammenais, y en que su admirador sudamericano lanzó un ataque frontal contra la Iglesia y la sociedad existente en Chile. La juvenil filípica estalló como un trueno en la atmósfera enclaustrada de la vida chilena donde hasta entonces había reinado la paz de los sepulcros. El inaudito atrevimiento del joven autor dejó a todos con el aliento en suspenso. Se le expulsó inmediatamente del colegio y se le consignó a los tribunales civiles.
Las palabras de Bilbao, dirigidas al fiscal acusador el día que se juzgó su causa, no se olvidarán jamás en la historia de la lucha de Sudamérica por la libertad espiritual:
·         He aquí dos nombresdijo-, el del acusador y el del acusado; dos nombres, entrelazados por el destino histórico, que perdurarán en la historia de mi país nativo. Entonces se verá, señor fiscal, cuál de los dos disfruta de las bendiciones de la posteridad.
·         La filosofía también tiene su código, y ese código es eterno. La filosofía os asigna el nombre de retrógrado. Un innovador, eso es lo que soy yo; un retrógrado, eso es lo que sois vos.

La audacia de Bilbao lo convirtió en héroe del populacho. La multa de 2,500 que le impuso el juez, fue pagada por suscripción popular, y el pueblo pedía que se le entregara al juez para someterlo a pública vindicta. Unos cuantos meses después de su famoso proceso, Bilbao salió de Chile para Europa, y fue a radicar a París, donde entabló conocimiento con Quinet y Lammenais. Sus relaciones con este último, a quien veneraba como maestro, fueron conmovedoras y fructíferas. Durante su residencia en la capital francesa, dedicó todo un invierno a traducir al español la edición de los evangelios anotada por Lammenais.
De vuelta a Chile, Bilbao fundó la Sociedad de la Igualdad”, organización cuyos principios eran los siguientes: Reconocimiento de la independencia de la razón como autoridad de autoridades; profesión del principio de la soberanía popular como base de toda política; y el deber y el amor de la fraternidad universal esencia de la vida moral. Al mismo tiempo, tradujo al español Les Paroles d’un Croyant. Este nuevo esfuerzo literario produjo una tempestad de indignación. No mucho después de su fundación, el gobierno disolvió la Sociedad de la Igualdad. Por la publicación de un folleto. Los Boletines del Espíritu la Iglesia lo excomulgó a Bilbao. En él salen a luz el gran amor y admiración en que el joven radical tenía la personalidad y enseñanza de Jesús. Muéstrese en él como un socialista cristiano y un resuelto y firme abogado de la libertad. Sus ideas democráticas, se basaban en la religión:
·         La primera palabra del pueblo soberano es Dios, la Persona Infinita y Creadora por quien existimos y a quien vamos.
·         La segunda palabra es libertad, y
·         La tercera es la comunión de todas las criaturas: amor, fraternidad.
A consecuencia de una revolución ocurrida en Chile, Bilbao huyó al Perú, y se convirtió ahí en el centro de un grupo de jóvenes idealistas, con quienes lanzó una campaña contra la corrupción administrativa. A resultas de esa actividad tuvo que huir al Ecuador. A su regreso al Perú, Bilbao se sintió atraído por la figura de la santa patrona de Lima, Santa Rosa, un lirio entre las espinas”, como la llamaba el joven chileno. Este interés lo llevó a publicar una serie de estudios sobre la vida de la santa limeña, en quien Bilbao buscaba el ideal americano de la perfección moral y la noble abnegación.
Una segunda visita a Europa, marcó el comienzo de una nueva era en la vida de Bilbao. Un completo cambio había tenido lugar durante su ausencia en el medio  espiritual de Paría. Su venerado padre espiritual Lammenais había muerto; muchos de sus viejos maestros estaban en el exilio, y los reaccionarios dominaban la situación. Las obras de los pensadores alemanes Strauss, Feuerbach y Hegel, empezaron entonces a influir en el ardiente sudamericano, y aunque su idealismo político y ético siguió tan vital como siempre, la sencillez de sus primitivas concepciones cristianas comenzó a ceder sitio al racionalismo.
De Europa, Bilbao zarpó para Buenos Aires, y en la capital argentina escribió varios libros de significación, bajo títulos como los siguientes: La Ley de la Historia, América en Peligro, El Evangelio Americano, y una serie de estudios sobre el problema religioso:
·      Discursos Masónicos,
·      La Revolución Religiosa, y
·      Estudios Religiosos.
Hay que decir que estos trabajos sobre la religión carecen por completo de originalidad y se limitan a reflejar las ideas de los autores favoritos de Bilbao. Muy marcada es la influencia panteísta de Hegel. La admiración de Bilbao por Jesús es tan grande como siempre, pero rechaza por entero lo sobrenatural.
Bilbao murió en Buenos Aires en 1864. Su nombre es hoy bandera de progreso en la República de Chile. Aquella profecía del joven revolucionario cuando se efectuaba su proceso, se había cumplido de la manera más completa. Su gloria perenne consiste, según lo expresa su compatriota y biógrafo Armando Donoso, en su osadía y noble convencimiento en haber sido el más ardiente apóstol del republicanismo”, el más esforzado enemigo de todo despotismo político”, en su pureza y desinterés.1)
Bilbao:


Francisco Bilbao Barquín (Santiago, Chile, 9 de enero de 1823 — Buenos Aires, Argentina, 19 de febrero de 1865). Escritor, filósofo y político chileno con ascendencia vasca, española; por sus ideas liberales lo llamaron el Apóstol de la libertad.

Entre sus últimas palabras se halla una frase de una carta dirigida al escritor francés Quinet: “¡Cuán hermoso es vivir con horizontes infinitos!” A Francisco Bilbao podría llamársele con justicia el primer santo laico de la Sudamérica republicana. Pertenece también el honor de ser el primer laico del continente, que ha prestado seria atención al problema religioso. Sus sucesores, con todo y el tiempo que ha pasado, no han sido muchos que digamos.
Una segunda figura continental, cuya memoria perdurará también como la de un apóstol de la libertad espiritual, es la del ecuatoriano Juan Montalvo. Según el escritor y crítico uruguayo José Enrique Rodó, Montalvo es el escritor más notable del primer siglo de Sudamérica republicana.2) Era, además, un alma profundamente religiosa, a la vez que un anticlerical sin componendas.

Juan María Montalvo Fiallos (Ambato, Ecuador, 13 de abril de 1832 – París, Francia, 17 de enero de 1889) fue un ensayista y novelista ecuatoriano.
Como a mediados del siglo pasado yacía el Ecuador bajo las plantas de uno de los clásicos dictadores latinoamericanos, el famoso García Moreno, bajo cuyo régimen he Estado se había convertido en una proyección de la Iglesia, y en que la única libertad permitida era la de hacer o que la Iglesia permitía.


Montalvo:

Las obras más famosas de Montalvo son: Capítulos Que se le Olvidaron a Cervantes, la imitación más brillantes y feliz que se ha escrito del estilo y sustancia del Don Quijote; Siete Tratados, en que versa sobre variadas cuestiones políticas y religiosas; y Mercurial Eclesiástica o libro de las Verdades, libro que se publicó como resultado de una controversia con el Arzobispo de Quito. José Ignacio Ordóñez.
El Arzobispo había hecho una afirmación que suscitó las iras de Montalvo. Nuestros antepasados, en mejores tiempos que los nuestros –dijo el prelado- tuvieron que lamentar solamente aquellos pecados en que la malicia y fragilidad humanas les habían hecho caer, y como mantuvieron viva la fe, verdaderamente volvieron a Dios; su arrepentimiento fue sincero y real su conversión.
Montalvo, entonces concentró todas sus potencias irónicas y satíricas en una redoma de escarnio que vació sobre la Iglesia y en particular sobre la idea de que los pecados morales son comparativamente cosa de poca monta con tal de que se conserven las creencias religiosas.

En comparación con Bilbao, Montalvo esgrimía una pluma más brillante y era un pensador mucho más sistemático. Al igual que el gran chileno sentía profunda admiración por Jesucristo, pero le faltaba, en nuestra opinión la calidad apostólica y la

José Manuel de los Reyes González de Prada, conocido como Manuel González Prada (Lima, 5 de enero de 1844 - Lima, 22 de julio de 1918), fue un ensayista, pensador anarquista y poeta peruano. Como ensayista es considerado uno de los mejores nacidos en su patria.
pureza personal de aquél.

Manuel Prada:

Otro notable representante de este grupo de rebeldes es el peruano Manuel González Prada, en quien, como en Bilbao y Montalvo, predomina la influencia de los escritores franceses. Renán y Guyau, fueron quienes principalmente moldearon su pensamiento. Sus dos libros principales, Páginas Libres (1894) y Horas de Lucha (1908), que consisten de ensayos y discursos sobre temas literarios, políticos y religiosos, figuran, por su fuerza y pureza de estilo, entre las más clásicas producciones del conjunto de las letras sudamericanas.
Sólo el Ariel de Rodó puede parangonarse con ellos. Como controversia, ni el propio Montalvo pudo esgrimir la pluma con la eficaz potencial del escritor peruano. Probablemente ningún sudamericano ha esculpido tantas frases inmortales como González Prada. Montalvo alzó su voz de rebeldía contra esa situación, y en consecuencia fue desterrado.
El escritor peruano asumió prominencia poco después de la guerra de 1879-83 entre Perú y Chile. Apareció como severo e inexorable censor de aquellas debilidades de la vida nacional que condujeron a la derrota, y a la Iglesias Católica Romana y la religión en general les tocó especial ración de los golpes de mazo de su retórica.
Sus ensayos y discursos sobre la religión ponen de manifiesto ese tipo clásico de libre pensador que produce la raza española, a cual, habiendo tenido en toda su historia una tendencia a la polarización una pasión natural por los extremos, no podía menos que producir radicales que son, según la frase de Unamuno, católico al revés”. Porque para Prada, igual que para Guyau, toda mente científica tiende a ser antirreligiosa. ¿Qué es la religión, sino puramente un asunto privado, una cuestión de gusto individual, como la ropa interior que uno se viste? No tiene base en la naturaleza de las cosas, pues, dice Prada, la naturaleza es toda seno y no corazón”.
Tampoco es necesaria la religión en la vida humana; para andar no necesitamos mirar hacia arriba sino hacia adelante. Por otra parte, la religión ha resultado un mal positivo:
§  En vez de crear perfección humana, ha servido únicamente como barniz externo para disimular los vicios o como santo, y
§  Seña para obtener una tajada en la repartición de honores, poder, y riquezas.
Prada es el enemigo mortal del catolicismo. Afirma queel progreso intelectual y moral de las naciones sudamericanas se mide por la dosis de catolicismo que han logrado eliminar de sus leyes y costumbres.3) Así se expresa en las palabras finales de su libro Horas de Lucha. Lamentablemente profundamente la llegada de las órdenes religiosas al Perú a establecer  escuelas, cosa que fue ciertamente, según hemos visto, un acontecimiento fatal para la historia del país.
Jamás se le ocurrió al escritor peruano que la religión, la ética y la política, debieron y pudieron relacionarse íntimamente. Cita con evidencia complacencia las palabras de Vacherot, el autor francés: “Dios entrega la política a los hombres y se reserva para sí la religión”. No obstante Prada estaba dispuesto a reconocer los frutos de la verdadera religión cuando los tenía delante. En su opinión, el protestantismo produce un tipo ético más elevado que el catolicismo.
En particular interesante y significativo es su ensayo sobre Vigil, un sacerdote católico romano a quien, tras haber sido excomulgado por un ataque que lanzó contra el Papado, se nombró bibliotecario de la Biblioteca Nacional del Perú. Por este precursor suyo en la vía del radicalismo tenía Prado el más tierno aprecio. Vigil había roto con la Iglesia sin dejar de considerarse cristiano, porque –según lo expresaba- el Evangelio es la religión de todo hombre de bien, con tal que sea el Evangelio tal como existía en la mente y corazón de Jesucristo. Cuando este notable sacerdote se hallaba en trance de muerte, rehusó las ministraciones de la Iglesia. Quería morir como un laico, en los brazos del buen Jesús”, según fueron sus últimas palabras.
Prada murió en 1917 y desde entonces su nombre se ha convertido en santo y seña del radicalismo militantes de su país natal. El sistema de extensión universitario, emprendido en 1919 por un notable grupo de estudiantes peruanos llevaba el nombre de Universidades Populares González Prada. La frase marcial del maestro: “Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obrafue el grito de batalla de la Revolución Universitaria de 1919.
Lástima, sin embargo que Prada haya sido más iconoclasta que profeta. Sus dones intelectuales y su habilidad, como escultor literario para esculpir inmortales frases geométricas eran superiores a sus dotes de corazón. A diferencia de Francisco Bilbao, parecía carecer de sentimiento, y su actitud excepto en la más estrecha intimidad, se Marcaba invariablemente por una cierta frígida inaccesibilidad. Esta alma tímida y solitaria, no poseías las cualidades necesarias para asumir una dirección dinámica. Sus más famosos discursos públicos eran escritos cuidadosamente y luego enviados a la reunión en que debía hablar su autor, para que otra persona los leyera.
Prada tenía, sin embargo, una cosa que le da título a la veneración imperecedera como mentor de la juventud: su honradez acercada y su vida sin mácula. Además, al igual que Francisco Bilbao, y a diferencia de tantos iconoclastas*) literarios en la historia sudamericana, continuó siendo hasta el día de su muerte un luchador consistente y sin claudicaciones.
___________

*)           Iconoclasta. (Del gr. εκονοκλστης, rompedor de imágenes). adj. Se dice del hereje del siglo VIII que negaba el culto debido a las sagradas imágenes, las destruía y perseguía a quienes las veneraban. U. t. c. s. || 2. Se dice de quien niega y rechaza la merecida autoridad de maestros, normas y modelos. U. t. c. s. (Microsoft® Encarta® 2008).

El último de esta raza de rebeldes, y tal vez el más iconoclasta de todos, por la sencilla razón de que su posición política le proporcionó oportunidad de poner en práctica sus ideales es José Battle Ordóñez, el presidente y caudillo político del Uruguay. Bajo la dirección de Battle Ordoñez, esa pequeña república adquirió relieve internacional por su legislación progresista en materias sociales y políticas, conquistándose el nombre de la Nueva Zelanda y Sudamérica”. El partido de Battle adoptó una política que no era simplemente anticlerical, como lo han hecho muchos gobiernos sudamericanos, sino abiertamente antirreligiosa.

Hace algunas décadas que este famoso uruguayo, cuya muerte acaeció en 1929, se puso a eliminar del calendario todas las alusiones cristianas. La Navidad se convirtió en el Días de la Familia y la Semana Santa en la Semana del Turismo”.

José Pablo Torcuato Batlle Ordóñez (Montevideo, 21 de mayo de 1856 - 20 de octubre de 1929), político y periodista de Uruguay. Presidente de la República por dos períodos: 1903 - 1907 y 1911 - 1915.

Todavía al momento de escribir estas líneas, el periódico del partido político de Battle, El Día de Montevideo jamás imprime el nombre de Dios excepto con minúscula, y eso solamente para hacer algún chiste sobre la deidad, al paso que a Su Santidad el Papa se le llama siempre el señor Ratti, un caballero que vive en Roma”.

Jose Pablo Torcuato..

9.2.   Positivistas:
Allá por los años setenta del siglo pasado, otra brisa espiritual procedente de Francia arribó a las playas de Sudamérica en forma del positivismo. El sistema de Augusto Comte ejerció su mayor influencia en Chile y Brasil, pero sobre todo en este último. Quizá en ninguna otra parte del mundo recibió tan plena expresión, como en dicha república, el ideal entrañado en la Religión de la Humanidad.
La primera Sociedad Positivista del Brasil, se organizó en 1870, siendo oficiales de ejército la mayoría de sus fundadores. En 1897, los miembros de la Iglesia Nacional Positivista, dedicaron en Río de Janeiro un bello templo a la Humanidad, sobre cuyo pórtico se halla la siguiente inscripción: Amor el principio, orden la base, progreso el fin”.
Si bien el número de positivistas nunca ha sido muy grande en el Brasil algunos de los hombres de más influencia en el país han figurado y figuran dentro de ese grupo. El famoso Benjamín Constant, fundador y primer presidente de la República brasileña, era un positivista ardiente lo cual explica por qué vino a figurar en la bandera nacional de ese país el lema positivista Orden y Progreso”. Grande ha sido en particular la influencia del positivismo, como instrumento de libertad política y religiosa en el estado que se halla más al sur del Brasil, Río Grande do Sul, de donde salió el presidente Getulio Vargas. En Río Grande, la libertad personal y la fe en la eficacia de la sanción popular, se llevan a tal extremo que se permite el ejercicio de las diversas profesiones sin que sea necesaria para ella la posesión de ningún título oficial.
Se considera que el público es un juez infalible de la eficiencia profesional.
La inmensa influencia de minoría que la Religión de la Humanidad ha ejercido en algunos países sudamericanos, especialmente en el Brasil, se debe a una serie de causas concurrentes:
Ø  En primer lugar, la índole arquitectónica y amplia de la filosofía de Comte apeló intelectualmente de inmediato a la mente sudamericana. Además, Comte no atacaba al catolicismo. En su Filosofía de la Historia no estima como erróneas sino simplemente como inferiores, las formas religiosas previas. La Religión de la Humanidad se presentaba como el coronamiento de las creencias anteriores. En 1826, el filósofo había llegado hasta sugerir un acercamiento entre su propio sistema y la Iglesia Católico Romano. Un punto de vista así tenía que ser naturalmente atractivo para gente nacido y educada en un medio católico romano, y que, aunque insatisfecho con la fe católica, no estaba dispuesta a seguir el camino de los rebeldes y renunciar por completo a ella.
Ø  Un segundo, elemento que explica la atracción ejercida por el positivismo, es su hincapié en la humanidad como objeto supremo de devoción. Era natural que a pueblos que son universalistas hasta la médula, les simpatizara la idea de la religión como función por la cual se rige la vida individual y se combina armoniosamente la vida colectiva, una idea según la cual la humanidad misma se convierte en el nuevo centro de unidad, y la religión de la humanidad, con su regla de oro del amor, en el vínculo que une a todas las naciones. Los positivistas sudamericanos podían permitirse el gozo de sentirse refinadamente superiores, no perteneciendo a ninguna secta –el llamadosectarismoha sido siempre aborrecible a la mente sudamericana- y siendo herederos de todos los valores humanos y religiosos. Los muros de los templos positivistas y de las bibliotecas públicas fundadas bajo influencia del positivismo, están adornadas de retratos de hombres y mujeres, pertenecientes a todas las épocas y las razas, que han hecho importantes contribución a la causa de la humanidad.
Vale la pena observar, a este respecto, que el primer centenario del esfuerzo de Comte por establecer una alianza religiosa entre el catolicismo y el positivismo, se combinó con la celebración del séptimo centenario de San Francisco de Asís.
Ø El tercer, elemento en la Religión de la Humanidad, que hizo de ella una potencia espiritual entre una pequeña minoría del Brasil, ha sido su apoteosis de la mujer, o mejor dicho, de una mujer. Entre 1845 y 1846, la índole intelectual extrema del sistema de Comte, sufrió una profunda modificación por la muy íntima y platónica amistad del filósofo con una dama parisiense, Clotilde de Vaux. Por efecto de esa intimidad, Comte vino a darse viva cuenta del hecho de que en la naturaleza humana se hallan igualmente inherentes valores emotivos. Comprendió que un sistema filosófico tiene que dar lugar a todas y cada una de las fases de la personalidad humana. Por lo tanto, fundó una religión que fuese a la vez científica y humana, y que se propusiera como meta el bien de la humanidad.

Un libro publicado en Río de Janeiro en 1926, por el escritor positivista R. Texeira Méndez, e intitulado El Año sin Par, es una meditación religiosa sobre la unión incomparable a la cual debieron los fundadores del positivismo, Augusto Comte y Clotilde de Vaux, el cumplimiento de su misión. Se presenta a Clotilde como la inspiradora y madre de la Religión de la Humanidad; tiende a ocuparse el mismo lugar, al menos en el positivismo brasileño, que la Virgen María en el catolicismo romano. Su imagen, como símbolo de la Humanidad, aparece en el frontispicio del nuevo templo positivismo de Río de Janeiro, inaugurado el 5 de abril de 1924, en el septuagésimo cuarto aniversario de su muerte. Clotilde de Vaux es Santa Clotilde, y Augusto Comte nuestro maestro, primer sumo sacerdote de la humanidad. Otra evidencia de la verdad histórica de que las figuras concretas de los fundadores religiosos se convierten ellas mismas en objeto de veneración religiosa, pese a los principios impersonales y abstractos de la fe que hayan proclamado.
Sin embargo, no todos los positivistas sudamericanos llegaron a este grado religioso. La mayoría se han detenido en el jalón ético en que el propio Comte había acampado antes del año sin par”. Tal fue el caso del bien conocido sociólogo y psiquiatra argentino, José Ingenieros, muerto en 1925. Carecía este brillante científico, según él mismo decía, de toda tendencia mística. Condenaba todo cuanto participara de la naturaleza del dogma, fuese en religión o en ciencia. La verdad sólo podía alcanzarse por constante experimentación, por un proceso continuo de pruebas y rectificaciones. Una ética efectiva debe ser resultado exclusivo de la experiencia social, y en tal virtud, debe estar exenta de todo elemento a priori.
Durante una visita a los Estados Unidos, Ingenieros cayó bajo la influencia de Emerson y el unitarismo de Nueva Inglaterra, resultado de lo cual fue un importante libro suyo publicado en 1917 con el título de Hacia una Moral Sin Dogmas, y en que la tesis de que los principios de la moralidad deben renovarse constantemente. Los dogmas religiosos deben ser sustituidos por los ideales morales. Todo el libro está impregnado de la influencia de la escuela de Nueva Inglaterra, pero Ingenieros se queja del viraje religioso en que han incurrido las Sociedades Éticas de dicho movimientos. Reitera, en cuanto a él mismo, su carencia personal de sentimientos religiosos, pero halla difícil predecir el futuro de la religión, cuya potencia no deja de reconocer. Arguye, no obstante, que para aquellos que sean incapaces de creer en una religión, sea cual fuere, pero que retengan todavía un temperamento místico, los grandes intereses de la renovación política y social deben convertirse en el equivalente práctico de las religiones de la humanidad.

9.3.   Idealistas Románticos:
La figura de José Enrique Rodó, el brillante ensayista uruguayo, nos pone en contacto con una tendencia nueva y más espiritual en el pensamiento sudamericano. El Ariel de Rodó puede considerarse con justicia como la Carta Magna del idealismo sudamericano. Durante el presente siglo, varias generaciones sucesivas de estudiantes latinoamericanos han aclamado al propio Rodó como Maestro de la Juventud”.
Aunque las influencias culturales que lo formaron como escritor son prácticamente todas francesas. Rodó no ha tenido igual, como maestro de la prosa española, entre los exponentes modernos de la lengua de Cervantes. Como el peruano González Prada, Rodó se nutrió de Guyau y Renán. No pudo considerársele, sin embargo, como un escritor verdaderamente original y creador. Su don principal consistía en espigar, ecléticamente, en los grandes maestros, y entretejer su cosecha en una serie de pensamientos deslumbradores de conceptos ricamente poéticos y forma impecable. Era la suya una especie de filosofía proteica, cuyo pensamiento central era reformarse es vivir”. He ahí otro eco de la reacción sudamericana contra lo fijo, lo dogmático y lo sectario.
La posición religiosa de Rodó aparece clara en un folleto escrito en 1906 e intitulado Liberalismo y Jacobinismo. José Battle Ordóñez y su escuela habían llevado su iconoclastia religiosa hasta el punto de exigir que se retiraran de los hospitales públicos y otras instituciones caritativas de Montevideo todos los símbolos religiosos, en particular los crucifijos. Rodó, aunque no profesaba ningunas religión, se indignó profundamente por la injusticia e incongruencia de tal acción. Un profesor de filosofíadice Rodó- que, encontrado en el testero de su aula el busto de Sócrates, fundador del pensamiento filosófico, e hicieron retirar de allí”, suscitaría sin duda nuestro asombro, y no nos sería necesario más que el sentido intuitivo de la primera impresión para calificar la incongruencia de su conducta.  Y una Comisión de Caridad que  expulsa del seno de las casas de caridad la imagen del creador de la caridad del que la trajo al mundo como sentimiento y como doctrina-, no ofrece, para quien desapasionadamente lo mire, espectáculo menos desconcertador ni menos extraño.4)
En su briosa defensa de los símbolos cristianos Rodó emprendió la explicación de los orígenes históricos de la caridad. Sócrates no llegó más allá de una actitud negativa hacia el hacedor de mal. La pasión moral en la propagación de las ideas éticas fue algo extraño al temperamento judío. La dominación espiritual de Grecia no acarreó al mundo una regeneración moral porque Grecia no tenía el sentido de la solidaridad humana. En el curso de las edades se han pronunciado y escrito muchos panegíricos*) del amor y de la bondad fraternal. Pero una cosa es formular una idea, y otra por competo diferente, propagar un sentimiento.
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*)       Panegírico, ca. (Del lat. panegyrĭcus, y este del gr. πανηγυρικς). adj. Perteneciente o relativa a la oración o discurso en alabanza de alguien. Discurso panegírico. Oración panegírica. || 2. m. Discurso o sermón en alabanza de alguien. || 3. Elogio de alguien, hecho por escrito. (Microsoft® Encarta® 2008).

Séneca proclamó excelsas ideas morales, pero su moralidad carecía de vida. La moral de Filón y de Kant es tan fría como el hielo. El verdadero inventor de una idea en el mundo moral es aquel que primero la transforma en sentimiento, dándole una expresión activa en su propia conducta. Tal fue lo que hizo Jesucristo. Después de proclamar la idea del amor, le dio calor en su  propio corazón, y marchó con ella a la Cruz.
En el curso de la polémica, Rodó llamó la atención a una verdad que se impone constantemente al estudiante del pensamiento latinoamericano. Encontramos en nuestro librepensamiento latinoescribía el maestro-, una tendencia a la declaración forensey una unilateralidad y una ausencia de delicadeza y penetración intuitiva para llegar al espíritu de las religiones”. Para un liberal latino es extraordinariamente difícil escribir con desapasiona miento sobre el tema de la religión. Según Rodó, el único escritor francés que ha podido hacerlo es Renán. El liberalismo de los otros es siempre fanáticamente ultramontano. Ser un librepensador no significa necesariamente pensar con libertad, pues a menudo es término que designa a quien no es ni pensador ni libre.

Rodó nos recuerda en muchos sentidos a su maestro Renán, Sentía, como él, un profundo respeto por el sentimiento religioso sincero doquiera lo encontrase y cualesquiera fuesen los dogmas que le prestaran su inspiración. Consideraba la preocupación del hombre con el misterio del universo como una expresión constitutiva de la naturaleza humana, aun cuando él mismo no profesaba fe religiosa alguna. Sin duda que para él las creencias religiosas positivas no eran más que para Renán, es decir, el sonido de campanas legendarias de un campanario sepultado bajo las aguas del océano.
Negabase a relacionarse con cualquiera organización de base religiosa o a hablar auspiciado por alguna de ellas. Lo cual no es más que otra ilustración de esa actitud de no comprometerse, tan común entre los intelectuales sudamericanos, y a la cual nos hemos referido antes, actitud inspirada por el temor al sectarismo y a ser considerados sectarios. La actitud espiritual de Rodó era esencialmente la del espectador aristotélico retrepado en su torre de marfil. 
No carece de significación el hecho de que en años recientes haya tenido lugar una reacción, especialmente en los círculos estudiantiles contra el tipo de idealismo representado por Rodó, cuyo pensamiento se considera ahora, y con razón, como falto de potencia creadora. Hablaba del ideal, pero no mostraba el camino hacia su realización, a la vez que subsiste el hecho penoso de que su propia personalidad no era ni con mucho un modelo de idealismo.
En su contacto personal con la juventud, el maestro uruguayo no encarnaba el retrato idealizado de Próspero en su propio Ariel, y su muerte, en Italia y en 1916, ocurrió en circunstancias tan poco ideal que sus admiradores prefieren pasar por alto la escena final.
Descubrimos así en la vida del más grande de los idealistas sudamericanos la tragedia del idealismo continental en su forma tradicional: honda sima se abre entre el romanticismo de la teoría y a rutina dura y gris de la práctica. Salvar esa sima es uno de los principales problemas espirituales de Sudamérica.
Un tipo inmensamente más noble y dinámica es el que representa el educador argentino Joaquín B. González, fundador de la Universidad de La Plata. En González comienza a aparecer la influencia del oriente y del pensamiento oriental en la vida espiritual de Sudamérica. Desde su vida temprana se reveló en él una profunda pasión por la naturaleza, que lo llevó a cultivar una especie de panteísmo poético. Amaba la belleza en todas sus formas, y no dice que se vio conducido a los estudios de leyes, por la contemplación de la belleza inmanente en todo concepto de justicia.
González, fue de los primeros sudamericanos que sintieron la influencia de Rabindranath Tagore, con resultados decisivos. Para su discípulo argentino, Tagore era el más férvido y entero de los espíritus, que realizó en sí a unión consustancial e indivisible del poeta, el místico, e filósofo el sacerdote y el maestro”. Su interés en Tagore hizo a González traducir al español los Cien Poemas de Kabir, el poeta indio del siglo decimoquinto cuyos versos había editado en inglés Tagore. Lo que más le impresionaba en Kabir era su universalidad, la misma cualidad que había hecho tan atractivo el positivismo para tantas mentes de una generación previa. En su introducción a la versión española, González comenta con entusiasmo la filosofía tolerante y liberal de Kabir, que propendía a conciliar todas las creencias en una sola y suprema, o sea la creencia en las cualidades esenciales que todas las religiones tienen en común.
Este común denominador se manifiesta en forma de un elevado misticismo, en el estado Teo patico que se obtiene mediante la visión sintética de Dios. ¡La manifestación del amor es la verdadera solución de los problemas humanos, porque en el amor se funden y desaparecen todas las contradicciones de la existencia!
Esta referencia al amor lleva a González a referirse, con tristeza a lo que considera como el problema supremo de su país y raza: la manifestación del odio, “que se ha reveladodice- entre nosotros con todos los rasgos de una ley histórica”. Y a continuación cita las significativas palabras del filósofo José Ortega y Gasset:

Los españoles ofrecemos a la vida un corazón blindado de rencor, y las cosas rebotando en él, son despedidas cruelmenteYo quisiera proponer en estos ensayos a los lectores más jóvenes que yoque expulsen de sus ánimos todo hábito de odiosidad y aspiren fuertemente a que el amor vuelva a administrar el universo”.5)

Pero preguntamos: ¿Cómo puede expulsarse el odio? Sólo por la potencia expulsiva de un nuevo afecto”. Ni la razón ni los altos ideales ni el amor abstracto logran jamás arrojar al archidemonio; sólo puede hacerlo un efecto concreto y apasionado. Jamás se mostrará adecuado para semejante tarea lo que sea menos que una devoción personal al Otro Cristo Español. Sólo en la salud del Cristo que es Jesús desaparecerá esa tendencia inherente a la crueldad y el odio entre su propio pueblo, de la cual se quejan los escritores sudamericanos.
No menos románticos, pero tal vez más definitivamente cristianos en su punto de vista, son los escritores peruanos José Gálvez y Edwin Elmore. Gálvez, poeta, y autor del Himno de los Estudiantes Sudamericanos, ha sido Ministro de Relaciones Exteriores de su país.
En un largo documento sobre su posición religiosa, preparado hace algunos años a petición del autor de este libro, se hallan varias frases significativas que no revelan no sólo cuál ha sido la peregrinación espiritual de quien las escribió sino de alma sudamericana en general durante los últimos años. Dice Gálvez:

Yo creo que González Prada por quien tuve gran admiración, contribuyó con sus escritos irreligiosos a hacer de mí una especie de radical. Yo era ateo. No sonaríais. Yo era hasta un tanto frailófobo. Pero después mi alma reacciona. Comencé siendo todavía muy joven, a mirar mucho el cielo, y a mirarlo sin gran preocupación astronómica. Lo miraba con preocupación religiosa, casi mística”.

Suena en esas palabras una nota nueva; no puede alcanzarse la meta de la vida humana con plenitud mirando hacia adelante, como quería Prada; igualmente esencial es mirar hacia arriba. La contemplación de horizontes lejanos de nada ayudará a quien se halla perdido en medio de las arenas del desierto, donde los vientos han borrado todos los senderos. En tal caso, el peregrino debe esperar a que salgan las estrellas antes de renovar su marcha. Sigue diciendo Gálvez:

Siento la necesidad de creer, y creo en efecto en un poder supremo en una fuerza que está dentro y fuera de mí, pero todavía no se ha formado definitivamente en mi interior la religión que necesito. Creo en que todos la necesitan sin excepción, y creo que mi espíritu es en el fondo realmente cristiano. Jamás alcanzó el hombre su más alta y profunda grandeza como cuando apareció el cristianismo. A mi modo de pensar, es el cristianismo el que ha hecho a la humanidad lo que es ya en parte y lo que debe ser por completo. Soy cristiano a mi modo, y creo que vivo dentro del criterio esencial de la ideología, el sentimiento y las normas del cristianismo pero no he podido volver a sus ritos”.

Edwin Elmore, cuya vida se truncó prematuramente, era una figura enteramente única y simbólica entre los intelectuales jóvenes de Sudamérica. Para el que esto escribe, es difícil hablar de Elmore sin profunda emoción. Fuimos miembros los dos de un grupo literario de Lima cuyo centro era la bien conocida revista El Mercurio Peruano,6) y teníamos muchos intereses comunes, entre los que era principal lazo de unión nuestro mutuo entusiasmo por la persona y escritos de Unamuno.
Pero en 1925 la vida de Elmore, tan llena de brillantes promesas, fue segada en flor por un encuentro con el infame poeta Santos Chocano, quien lo asesinó en el edificio del primer periódico de Lima. El Comercio, por la simple razón de que Elmore se había atrevido a escribir una serie de artículos en la prensa atacando a los ideales representados por Chocano y su generación.
Aparece en Edwin Elmore, con más plenitud y riqueza que en cualquier otro escritor sudamericano moderno, el caudal de nuevas influencias que en años recientes han empezado a vaciarse sobre la vida intelectual del continente. Carlyle Tolstoi, Tigore Unamuno, Barbusse, Fogazzaro, contribuyeron todos a la formación espiritual y la pasión militante de Elmore. En dos folletos, intitulados El clamor del sentimiento y El retorno al cristianismo”, llegamos a la base de su posición religiosa.

Lo único –dice- que nos puede librar de la desesperación es la fe en que Cristo vive la consoladora y vivificante idea de su constante influencia en el fondo de nuestros corazones. Anhelaba el retorno de la humanidad al seno de Jesús”, probable reminiscencia de las palabras de su ilustre compatriota Vigil. El cristianismo oficial –decía- es el más grande de los crímenes.
Al tiempo de morir, Elmore estaba interesado en el proyecto de un congreso de intelectuales sudamericanos. Anhelaba que la intelligentsia emprendiera una cruzada en interés de la vida del espíritu y de la hermandad universal. Para fomentar ese proyecto había visitado varios países de Sudamérica, pero habían hallado muy escaso apoyo. Edwin no había llegado a entender que la simple cultura no forma cruzados, antes con no poca frecuencia, produce reaccionarios espirituales. Con todo, la memoria de esta noble alma quijotesca, no perecerá en la historia latinoamericana.

9.4.    La Seducción De Lo Esotérico:

Traspasemos ahora las fronteras del positivismo científico y del idealismo romántico, y penetremos por el pórtico de lo esotérico a los demonios de la religión propiamente dicha. Una de las características de la historia espiritual de Sudamérica en las últimas décadas ha sido la propagación del espiritismo*) y la teosofía**), el primero particularmente entre las masas, y el segundo entre las minorías educadas. La influencia creciente de estos dos sistemas esotéricos***), no sólo en Sudamérica sino en el mundo entero, es símbolo del advenimiento de una nueva era psíquica en la historia espiritual del hombre.
Una  nueva era, debería yo decir una era psíquicaescribe Maeterlinck en El Tesoro de los Humildes- viene tal vez a nosotros. Parecería como si la humanidad estuviese a punto de sacudirse de encima la abrumadora carga de la materia que la aplasta”.
En cuanto al espiritismo, pretenden sus devotos que se le considere como preparación para una nueva actitud hacia la realidad, como un paso en la evolución humana, como el comienzo de una nueva orden mundial. F. W. H. Myers, uno de los primeros y más famosos que se interesaron en la investigación psíquica****), habla de ella como el preámbulo de toda religión.

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*)      Espiritismo. m. Doctrina de quienes suponen que a través de un médium, o de otros modos, se puede comunicar con los espíritus de los muertos. (Microsoft® Encarta® 2008).
**)     Teosofía. (Del gr. θεοσοφα). f. Denominación que se da a diversas doctrinas religiosas y místicas, que creen estar iluminadas por la divinidad e íntimamente unidas con ella. || 2. ant. teología.
***)    Esotérico, ca. (Del gr. σωτερικς). adj. Oculto, reservado. || 2. Dicho de una cosa: Que es impenetrable o de difícil acceso para la mente. || 3. Se dice de la doctrina que los filósofos de la Antigüedad no comunicaban sino a corto número de sus discípulos. || 4. Dicho de una doctrina: Que se transmite oralmente a los iniciados.
****)  Psíquico, ca. (Del lat. psychĭcus, y este del gr. ψυχικς). adj. Perteneciente o relativo a las funciones y contenidos psicológicos.

Desde la Gran Guerra de 1914-18, aumentó en gran manera la influencia del espiritismo. La angustia del luto por la pérdida de seres amados, proyectó los pensamientos de la multitud más allá de los linderos de los visible y tangible, en busca de pruebas de que los espíritus de sus deudos continuaban su existencia consciente y rondaban por los sitios queridos en que habían vivido. La común tendencia de nuestros tiempos a reducir la religión a la ética y a la actividad social, ha empujado a muchos, no satisfechos con ese moralismo, a preocuparse un conocimiento más hondo de la realidad. Por otra parte, el llamado cristianismo liberal, con su recelo de los emotivo y su menosprecio por lo sobrenatural, se ha mostrado insuficiente para satisfacer las aspiraciones espirituales de la masa del pueblo en la época actual.

Véase capitulo IX (2)



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