jueves, 2 de noviembre de 2017

Parte III: EL DIVORCIO: (Malq. 2:16. RVA 1989).

Parte III
EL DIVORCIO:

“Porque yo aborrezco el divorcio, ha dicho Jehová Dios de Israel.
(Malq. 2:16. RVA 1989).
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

PARTE III
EL PASTOR Y EL DIVORCIO:

¿Qué Hacemos Con Los Divorciados?
El divorcio y los divorciados son una realidad que como pastores nos cuesta asumir. Por eso, luego de la consideración teológica sobre el divorcio, es pertinente que reflexionemos respecto a lo que debemos hacer frente al hecho consumado.

3.1.  Vivencias Pastorales Frente Al Divorcio:
El divorcio nunca fue parte del plan original de Dios para el matrimonio.
Cuando al Señor Jesucristo lo interrogaron acerca del divorcio remitió a sus interlocutores a las leyes del principio (Mateo 19:4), para destacar que todo lo que se haga para separar lo que Dios unió es ajeno a sus perfectos planes originales.
Más adelante, el mismo Señor aclara que la carta de divorcio fue establecido en la ley de Moisés debido a la “dureza de vuestro corazón” (Mateo 19:8), lo que indica que el efecto del pecado es tan profundo, y los corazones tan rebeldes, que los problemas suscitados en el matrimonio pueden terminar en una ruptura.

Para el pastor que enfrenta esta problemática siempre es muy difícil tratarla, porque revela las aristas más destructoras del pecado en el alma.
Recuerdo las emociones encontradas que sentí cuando asistí el primer caso de divorcio en mi ministerio. Usé todos los medios a mi alcance para arreglar la situación, no podía aceptar que eso ocurriera:
·  ¿Cómo podía ser que esas dos personas que vivieron un romance tan profundo y unieron sus vidas delante de Dios para siempre ahora se vieran como enemigos irreconciliables?
·      ¿Cómo podían agredirse en tal forma?
·      ¿Qué pasaba en el interior de ellos?
·      ¿Por qué no podían retroceder y retomar el hilo perdido del amor pasado?

Recordé en aquel momento que el primer divorcio emocional se produjo entre Adán y Eva a consecuencia del pecado: “Cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales (Génesis 3:7).
Algo se quebró en la intimidad de ellos, que habrían sido uno, y ahora se avergonzaban de mostrar su desnudez.
Por tanto, cada vez que nos encontramos con un divorcio, vemos los efectos devastadores del pecado en nuestra raza, lo cual frustra el plan original de Dios
Debemos ser cuidadosos, porque esta visión tan decepcionante puede hacernos perder de vista el padecimiento que esa situación produce en quienes lo sufren, y como pastores tenemos la obligación de atender a esas personas frustradas y doloridas.

3.2. Dos Maneras De Entender El Matrimonio:

Actualmente existen dos formas de concebir la unión matrimonial:
·      Una perspectiva sociológica –humanista-, y
·      La concepción cristiana.

A. Para Los Humanistas.
El matrimonio no es más que un contrato entre dos partes, que no se diferencia mucho de uno de arrendamiento o uno laboral. Las dos partes [50 y 50] tienen obligaciones y derechos mutuos, si alguna de ellas no cumple, sufre las penas correspondientes.
Como en cualquier acuerdo, hay:
Ø Obligaciones,
Ø Beneficios, y
Ø penalidades.
El divorcio es la cesación o ruptura de ese contrato.

B. Para Los Cristianos.
En cambio, el matrimonio es un pacto que hacemos ante Dios. No es solo un acuerdo entre dos partes, porque invocamos la bendición de Dios sobre esa unión. Por lo tanto él, como Creador y Sustentador de nuestra vida, forma parte indisoluble de todo lo que hacemos. De modo que el matrimonio no es lo que nosotros acordamos”, sino “lo que Dios ha unido”.
El sabio, refiriéndose a la mujer extraña que incita al adulterio, dice: “La cual abandona al compañero de su juventud y se olvida del pacto de su Dios”. (Proverbios 2:17).

Muchos, influenciados por la concepción humanista, creen que el divorcio es un trámite sin mayores consecuencias. Al no haber acuerdo entre las partes se reparten los bienes y se separan. Sin embargo, esta visión es simplista y colisiona con la realidad que vemos a diario:
Ø Pasaba un día frente a los tribunales de mi ciudad, cuando vi salir de allí a una mujer que, por su aspecto, mostraba buena posición social y educación;
Ø iba acompañada por su abogado. Caminaba con cierta tranquilidad cuando intempestivamente se detuvo y comenzó a correr al edificio del que venía.
Alcanzó a un hombre que también salía del tribunal y comenzó a golpearlo e increparlo con palabra fuertes. Quienes estábamos en el lugar logramos contenerla y poco después, ya más serena, nos explicó que el agredido era su esposo, del que acababa de separarse.
Le pregunté por los términos del divorcio y me dijo que fue justo y que sus bienes se habían repartido equitativamente.

¿Qué estaba reclamando esta mujer? Una inversión que iba mucho más allá del “contrato matrimonial”: Invirtió sus ilusiones, entregando su amor y sus sentimientos más profundos, y sentía que había sido defraudada. Otro tanto experimentaba su marido.
Sus experiencias denunciaban una realidad que no contempla el Tribunal de Justicia”: Que en la ruptura de esa unión dejaron jirones de su ser y ahora estaban mutilados efectivamente. La mujer reclamaba lo que ningún tribunal podía compensarle.

La concepción humanista es demasiado limitado. Cada una de las partes hace una inversión que trasciende lo material. Pactan con la vida. Con el futuro.

3.3. Una Visión Compasiva Del Divorciado:


Las cosas en el mundo no son como deben ser. Son como son. El pecado lo hace así.
Lo que debe ser, porque Dios lo estableció, es que el hombre y la mujer que se unen en matrimonio lo hagan para toda la vida, se amen y respeten, profundicen su intimidad, críen sanamente a sus hijos y lleguen a una vejes feliz. Pero la realidad que produjo el PECADO es frustra. Cuando esto sucede, ¿qué hace el pastor? Debe aceptar esa realidad no deseada, ni deseable, y actuar con compasión.

Cuando veo a un divorciado pienso que tengo delante de mí a una persona mutilada. Alguien que un día, con todas sus ilusiones consciente o inconscientemente- hizo un PACTO para toda la vida, y fracasó.
Cuando Jesús enfrentó a los acusadores de la mujer adúltera, sabía que tenía delante a una pecadora y nada podía aliviar el peso de su responsabilidad. En esto coincidía con los acusadores. Pero difería en el enfoque: Mientras que los que acusaban veían solo un PECADO que debía ser pagado con la MUERTE, Jesús veía una pecadora que podía ser redimida y restaurada.
Cuando el divorcio se produce es como si una bomba atómica emocional estallara en medio de dos personas. Todos salen heridos.
Nunca debemos engañarnos por las máscaras que se colocan al hablar de su problema, ya que es una forma de defenderse a sí mismos frente a la realidad insoslayable del fracaso y la frustración.
Aunque adopten actitudes de autosuficiencia, en el fondo de sus corazones lloran por lo que soñaron y no pudieron concretar.
Las Cicatrices No Se Irán Con El Tiempo:
·   Un divorcio no es una experiencia que pueda sepultarse en el olvido.
·   Con el paso del tiempo menguará el dolor, pero las marcas permanecen para siempre.

Un pintor moderno realizó un cuadro de su familia y me lo mostró para que le diera mi parecer. En la pintura estaba representado él mismo, trabajando frente a una tela. Lo acompañaban su esposa, su hija y hasta el gato de la familia. Pero llamaba la atención que, en un segundo plano, en las sombras, apenas esbozados, había fantasmas que se movían como intrusos.
Le pregunté qué significaban, y me respondió: “Soy divorciado y esas son las sombras del pasado que siempre me acompañan”. Una respuesta lúcida frente a una realidad dolorosa.

3.4.  Una Actitud Restauradora:


“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre” (Gálatas 6:1). La aspiración del cristiano siempre debe ser restaurar.
Antes que comportamientos farisaicos de acusaciones sin misericordia, son necesarias actitudes compasivas y restauradoras. ¿Qué hacemos con ese hombre o esa mujer que están viviendo esa tremenda frustración?
Luego de confrontarlos con la Palabra de Dios y con su verdadera situación tenemos que buscar la forma de SANAR SUS HERIDAS y producir su RESTAURACIÓN:
Ø Este es un camino largo.

Cuando hace unos años, un demente arremetió contra La Piedad de Miguel Ángel, la mutiló en un segundo pero la restauración requirió mucho tiempo y esfuerzo. Se espera de cada cristiano, que ponga todo su empeño para comprender y asistir a quienes viven esa situación, porque ayudará a que las heridas puedan ir cerrándose a su debido tiempo.
En algunos casos se presentan cuadros depresivos, estados de melancolía y angustia. En otros, se generan temores e inseguridad por miedo a contabilizar otro fracaso en el futuro. Siempre tenemos que estar preparados para, con mucha paciencia, dar la palabra adecuada.

Por otra parte tendremos que orientar para el futuro. Nunca, en un divorcio, las culpas están de una sola parte: Son compartidas. Puede ser que los porcentajes de responsabilidad varían, pero siempre fallan ambas partes.
Frente a un divorciado tenemos que preguntarnos qué es lo que falló de su parte para que se produjera esa frustración, ¿sería inmadurez, incapacidad para resolver los problemas, fallas en el carácter, etc.? Debemos trabajar con eso para ayudarlos a madurar en el Señor, y a que resuelvan esas carencias, defectos o pecados para que sigan adelante.

Conclusión:

Como pastor, me gustaría poder mirar el rebaño en que el Señor me ha colocado y ver a todas las ovejas sanas e inmaculadas. Pero esa es una visión idealista de la obra de Dios.
El rebaño no solo está formado por ovejas sanas, sino también por las mutiladas, heridas o golpeadas que muestran en sus cicatrices los efectos del mal.
Recordemos las palabras con que Dios reconvino a los pastores de su pueblo:
· “No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma, no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida…Y andan errantes por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado” (Ezequiel 34:4-5).
Palabra que nos hacen reflexionar acerca de nuestra responsabilidad. Nunca tendremos rebaños sin lesiones ni cicatrices. ¡Gracias a Dios que, a pesar de los combates del PECADO y el ENEMIGO, podemos vendarles y sanarles las heridas y ayudarlas a que sigan adelante!

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-     DE PASTOR A PASTOR: Un tarjetero pastoral 1995 LOGOI, Inc.
-     Biblia de Estudio RYRIE.
-     e-Sword-the. LEDD.
-     Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 31//01//2016.

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