martes, 28 de noviembre de 2017

LLAMADO Y LAS OBJECIONES DE MOISÉS: ÉXODO 3–4:

LLAMADO Y LAS OBJECIONES DE MOISÉS:
ÉXODO 3–4:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

Un nuevo día amaneció y todo cambiaría para Moisés. Cuando esa mañana salió con sus ovejas, no tenía idea de que se encontraría con Dios. Vale la pena estar listo, porque nunca sabemos lo que Dios tiene planeado para nosotros.

I.       Dios Se Aparece a Moisés (Éxodo 3:1–6):
La zarza ardiendo tiene una significación triple:
Ø Fue un cuadro de Dios (Dt. 33:16), porque reveló su gloria y poder, sin embargo, no se consumió. Moisés necesitaba que se le recordara la gloria y el poder de Dios, porque estaba a punto de acometer una tarea imposible.
Ø Segundo, la zarza simbolizaba a Israel atravesando el fuego de la aflicción, pero no se consumía. ¡Cuántas veces naciones han tratado de exterminar a los judíos y han fallado!
Ø Por último, la zarza ilustraba a Moisés, un pastor humilde, ¡que con la ayuda de Dios sería un fuego que no se podría apagar!

Nótese: que Moisés fue llevado al lugar donde se inclinó ante Dios y le adoró con asombro, porque este es el verdadero comienzo del servicio cristiano. Los siervos que saben cómo quitarse los zapatos en humildad, Dios los puede usar para andar en poder. Más tarde vemos que antes de que Dios llamara a Isaías, reveló su gloria (Is. 6). El recuerdo de la zarza ardiendo debe haber animado a Moisés durante más de una milla trabajosa en el desierto.

II.     Dios Designa a Moisés (Éxodo 3:7–10):
«He visto […] he oído su clamor […] sé […] he descendido». ¡Qué mensaje de gracia! Moisés a menudo se preguntaba acerca de la condición de su querido pueblo y ahora se le muestra que Dios siempre los había vigilado. Podemos fácilmente aplicar estos versículos a la situación cuando Cristo nació: fue un tiempo de esclavitud, prueba y aflicción, sin embargo, Dios descendió en la Persona de su Hijo para librar a los hombres del pecado.
Dios tiene un plan definido para sacarlos y llevarlos a la tierra prometida. Lo que Él empieza, lo termina.
Moisés se regocijó al oír que Dios estaba a punto de libertar a Israel, ¡pero entonces oyó las nuevas de que él era el libertador! «Te enviaré». Dios usa instrumentos humanos para realizar su obra en la tierra:
·      Pasaron ochenta años de preparación para Moisés;
·      ahora era tiempo de actuar.
·      Desafortunadamente Moisés no contestó:
Ø «Heme aquí, envíame a mí» (Is. 6:8).

III.    Dios Responde a Moisés (Éxodo 3:11–4:17):
Moisés no estuvo de acuerdo de inmediato con el plan de Dios de enviarlo. ¿No era un fracaso? ¿No tenía familia? ¿No era demasiado viejo? Tal vez estos y otros argumentos pasaron por su mente, pero expresó por lo menos cuatro objeciones ese día mientras discutía con Dios respecto a la voluntad de Dios para su vida.

A.      «¿Quién Soy Yo?» (Éx.3:11–12).
Admiramos a Moisés por su humildad, ¡porque cuarenta años antes le hubiera dicho a Dios quién era! Era «poderoso en palabras y obras» (Hch. 7:22). Pero años de comunión y disciplina en el desierto lo habían hecho humilde. Una persona actuando en la carne es impulsiva y no ve obstáculos, pero una humilde caminando en el Espíritu sabe de las batallas que se le avecinan.
La respuesta de Dios fue para darle seguridad: «¡Yo estaré contigo Esta promesa lo sostuvo cuarenta años, como a Josué años más tarde (Jos. 1:5). No es importante quiénes somos; lo que importa es que Dios está con nosotros, porque sin Él no podemos hacer nada (Jn. 15:5).

B.   «¿Quién Me Envía?» (Éx.3:13–22).
       Esta no fue una pregunta evasiva, porque los judíos querían seguridad de que el Señor le había enviado en su misión. Dios reveló su nombre, Jehová: «YO SOY EL QUE SOY», o «¡Yo fui, Yo soy y siempre seré!». Nuestro Señor Jesús realzó este nombre en el Evangelio de Juan donde hallamos las siete grandiosas declaraciones: «Yo soy» (Jn. 6:35; 8:12; 10:9, 11; 11:25; 14:6; y 1 Sam.1–5).
Si Dios es «YO SOY[1]», siempre es el mismo y sus propósitos se cumplirán. Dios le prometió a Moisés que Él velaría para que la obra se hiciera, a pesar de la oposición de Faraón.

C.     «No Me Creerán» (Éx.4:1–9).
Pero Dios acababa de decir que le creerían (3:18), de modo que esta afirmación no fue nada más que pura incredulidad. Dios le dio a Moisés dos milagros:
Ø la vara convertida en serpiente, y
Ø la mano cubierta de lepra.
Estas serían sus credenciales ante el pueblo. Dios toma lo que tenemos en nuestras manos y lo usa, si sólo confiamos en Él. La vara en sí no era nada, pero en las manos de Dios se convirtió en poder.
 La mano de Moisés mató un hombre, pero en el segundo milagro Dios le mostró que podía curar la debilidad de la carne y usar a Moisés para su gloria. La mano de Moisés no era nada, ¡pero en la de Dios haría maravillas! Entonces Dios añadió una tercera señal: convertir el agua en sangre.
Estas señales convencieron al pueblo (4:29–31), pero los egipcios impíos sólo pudieron imitarla (7:10–25).

D.      «Soy Inepto» (Éx.4:10–17).
Dios dijo: «YO SOY», y todo lo que Moisés pudo decir fue: «No soy». Se miraba a sí mismo y a sus fracasos en lugar de mirar a Dios y a su poder. En este caso Moisés argumentó que no era un orador dotado. Pero el mismo Dios que hizo la boca podía usarla.
Dios no necesita elocuencia u oratoria; sólo necesita un vaso limpio que pueda llenar con su mensaje. «Envía a cualquiera, menos a mí», es el clamor de Moisés en el versículo 13. Esta actitud de incredulidad enfureció a Dios, pero le dio a Aarón para que fuera su ayudante.
Desafortunadamente, más de una vez, Aarón resultó ser más un obstáculo que una ayuda. Llevó a la nación a la idolatría (32:15–28) y murmuró contra Moisés (Núm. 12). ¡Qué trágico que Moisés estaba dispuesto a confiar en un débil hombre de carne en lugar de en el Dios viviente de los cielos¡ El versículo 14 nos enseña que Dios obra «en ambos extremos de la línea» cuando mueve a su pueblo. Unió a los dos hermanos para que le sirvieran.

IV.    Dios Le Da Seguridad a Moisés (Éxodo 4:18–31):
Moisés tenía la Palabra de Dios, las señales milagrosas y la ayuda de su hermano Aarón; sin embargo, estos versículos dejan en claro que todavía no estaba listo para andar por fe.
No le dijo a su suegro la verdad respecto a su viaje a Egipto, porque Dios le había dicho que sus hermanos vivían todavía. Valoramos que Moisés se preocupó de sus tareas terrenales de una manera fiel antes de salir, pero no mucho de su testimonio para Jetro.

Nótese: cómo Dios le da seguridad al partir hacia su nueva vida de servicio:

A.      Su Palabra (vv. 19–23).
Los que querían matar a Moisés ya habían muerto y Dios quería que Moisés confiara en Él y no tuviera miedo. Qué paciente es Dios con los suyos. Cuán estimulantes son sus promesas.

B.      Su Disciplina (vv. 24–26).
La circuncisión fue una parte importante de la fe judía, sin embargo, Moisés se descuidó en traer a su hijo al pacto (Gn. 17). Dios tuvo que disciplinar a Moisés (tal vez mediante enfermedad) para recordarle su obligación.
¿Cómo podía guiar a Israel si fallaba en cuanto a guiar a su familia en las cosas espirituales? Más tarde Moisés envía a su familia de regreso a Madián (véase 18:2).

C.      Su Dirección (vv. 27–28).
Dios le prometió que Aarón le saldría al encuentro (v. 14) y ahora cumple su promesa. En tanto que Moisés y Aarón tenían sus debilidades y cada uno le falló a Dios y se fallaron mutuamente más de una vez, fue una gran ayuda para Moisés tener a su hermano a su lado. Se encontraron en «el monte de Dios» donde Moisés vio la zarza ardiente (Éx.3:1).

D.      La Aceptación Del Pueblo (vv. 29–31).
Esto también fue cumplimiento de la Palabra de Dios (Éx.3:18). Triste como parece, estos mismos judíos que recibieron a Moisés e inclinaron sus cabezas ante Dios, más tarde le aborrecieron y criticaron debido al aumento de sus trabajos (5:19–23).
Es sabio no fijar nuestras esperanzas en las reacciones de las personas, porque estas con frecuencia no cumplen sus compromisos.

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Notas:
[1] H595 אָנֹכִי = anokí: pronombre primario; yo:- yo, mi, mí. (Strong).
H595 אָנֹכִי = Yo (Job 33:9). Posiblemente se trate de una forma enfática de אֲנִי. (Diccionario de Hebreo Bíblico).



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